Una familia muy normal IV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
No hay plazo que no se cumpla.
Casi todos salieron al cine, Alberto pretextó sentirse mal para quedarse, mis primas fueron a la plaza comercial para cortarse el cabello.
A las cuatro de la tarde Alberto entra a mi cuarto.
“quiero ver la evidencia” me dice con seriedad.
“claro, toma asiento; pero antes tengo una duda, ¿eres bisexual?” le pregunto a quemarropa.
“no, ¿por qué?” responde con rapidez y nerviosismo.
“no mientas, disfrutaste mucho cuando te di sexo oral por la mañana; eso sin contar que te gusta que metan el dedo, además eres bastante bueno para hacer felaciones”
No sabía que responder, así que proseguí:
“para estar casi borracho, le diste buena batería a Anita, por cierto la cité a las cuatro aquí; quiere ver el video y comprobar que lo borre después.
”
Como dice el refrán: nunca hables del diablo, porque se aparece.
En ese momento tocaron a la puerta: Era las gemelitas Ana y Mariana, se habían cortado el cabello un poco por arriba del hombro y vestían igual resultando imposible identificar quien era cual.
“Pasen y tomen asiento”, las invito a pasar mientras enciendo la laptop “adelante, miren”.
Una de las chicas casi no se altera con lo que ve (imagino que es Mariana), la otra prima sonríe pícaramente, se sorprende al ver como Alberto se ponía en cuatro y el tratamiento que recibió y pone clara de placer evocado al ver como concluía la cópula.
Alberto, un poco cohibido por la presencia de las primas, pasa de la sorpresa, al deleite y luego una pequeña sombra de culpa difuminada por una expresión de satisfacción.
“todavía no termina, viene un plus que yo no sabía que existía, ¿cierto Mariana?” pero ninguna chica responde.
La cara de una de ellas y la de Beto muestran sorpresa y lujuria viendo a nuestra exuberante Tía oliendo la tanga e inclinándose para beber el semen del piso.
Alcanzo a notar la erección de Alberto dentro de su pants, y casi estoy segura que mis primas (o al menos Mariana) tienen húmeda la tanga.
“dame ese video en usb y bórralo de tu cel” dijo una de ellas.
“tu lo prometiste” apuntó la otra.
“pero antes tengo algunas preguntas” les dije “¿por qué se separaron sus papás?, Javier sigue frecuentando a mis padres y a ustedes, pero no a mi Tía María”
“no lo sé” dijo una de ellas.
“¿Qué les parece un juego de botella?, para quitarnos la tensión”
“estás loco, ¿di mejor que quieres a cambio del video?” explotó la otra.
“bueno, si tu lo pides: quiero verlas haciéndose el amor” respondo con rapidez.
“no” responde una
“pero ¿cumplirás tu palabra” pregunta la otra.
“claro, y Beto se queda a ver también”
Se separan un momento las primas y cuchichean entre ambas, finalmente se adelanta una “es un trato” manifiesta.
Muevo afirmativamente la cabeza.
Las primas se acercan y se besan, tiernamente primero; pero poco a poco van incrementando la duración e intensidad de los besos.
Una pone su pierna entre los muslos de su hermana y comienza a frotarlos; la otra desabotona lentamente la blusa para acariciar un seno sobre la ropa interior.
Alberto se acaricia el miembro sobre el pants, obviamente está disfrutando la escena.
Lo que no saben es que tengo guardada una copia del video en un CD, respaldo hecho mientras todos desayunaban, asi que puedo prescindir del archivo de la Lap y del celular tranquilamente.
Ya han caído las dos blusas y ambas faldas al suelo, ver a dos mujeres guapas e idénticas besándose y acariciándose es muy sensual.
Liberan, de la breve prenda que los sostiene, sus senos coronados con pezones endurecidos, de pronto descubro sin mayor sorpresa que quien lleva la iniciativa (y quien aceptó el trato) fue Mariana, ese lunar próximo al pezón es la clave para saberlo.
Mariana se arrodilla ante Ana y baja lentamente su tanga, lo disfruta y también le agrada saberse observada ya que voltea para ver como Alberto ha bajado su pantalón hasta las rodillas y se masturba.
Ana se acaricia los senos y se pellizca los pezones mientras Mariana introduce su lengua en su vagina mojada.
Las detengo un momento y las llevo a la cama, Ana se coloca en la posición de misionero y Mariana se monta en ella para continuar comiendo su vértice de placer.
Tomo un cutter de mi escritorio y corto el resorte de la tanga de Mariana, ella levanta la cabeza y antes de que pueda decir algo la beso apasionadamente.
Alberto deja de masturbarse, por la sorpresa, pero se asombra aún más cuando le hago señas con la mano para que se acerque.
Está paralizado, no da crédito al 69 que están haciendo ya las primas, esos cuerpos brillantes por la leve capa de sudor que las cubre se mueven en una delicada danza de placer.
La avidez con que cada una prueba las mieles de la otra, el movimiento de los dos pares de senos estimulándose contra el abdomen de la otra hermana; es una imagen digna de inmortalizarse en pintura o poesía.
El dedo medio de Ana, juega con el estrecho ano de Mariana, lo rodea, lo acaricia y poco a poco lo introduce; su cara muestra deseo y pasión ya que su puerta trasera está recibiendo el mismo trato de parte de Mariana quien ha introducido dos dedos en esa angosta caverna.
El pantalón de Alberto ya está en el suelo, desnudo de la cintura para abajo se masturba deleitándose con el espectáculo.
Mariana gira rompiendo el encanto de ese momento de satisfacción oral y comienza a ascender con sus labios por el estómago de Ana, rodea con besos el ombligo y continua subiendo poco a poco hasta llegar a los senos.
Mientras prueba uno succionándolo con glotonería, su diestra juega con el pezón del otro: pellizcándolo, estirándolo, girándolo con los dedos.
La izquierda hace lo mismo pero con el tierno y empapado clítoris, Ana se retuerce de placer y solo atina a acariciar el cabello de su hermana; mientras repite sin cesar: “si, así Mami, más rápido” sus jadeos la interrumpen “por favor, dame más duro en mi bebita”; su espalda comienza a arquearse y levanta la cadera para que el delicioso invasor entre aún más en ella.
La habilidad dactilar de Mariana lleva a Ana a explotar en un orgasmo liberador, dejándola como muñeca desmadejada sobre la cama, sé que Ella aún no termina y desea apagar ese fuego que devora su genitalia.
La beso y, tomándola de la cadera, la incorporo poco a poco; acariciando sus senos y lamiendo su cuello, la llevo hasta donde está Alberto.
La suelto para que queden frente a frente y Mariana vuelve a tomar la iniciativa: se prende en un beso caliente con él mientras su mano baja hasta el miembro erecto de mi hermano.
Lo rodea y comienza a acariciarlo con lentitud, “quítate la playera, Betito” susurra.
Alberto obedece y queda completamente desnudo.
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