Una familia muy normal V
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
Lo rodea y comienza a acariciarlo con lentitud, “quítate la playera, Betito” susurra.
Alberto obedece y queda completamente desnudo.
Mariana desciende, marcando un camino con besos, hasta el miembro tumefacto de Alberto.
Se arrodilla ante él y lo toma con cuidado, pasa su lengua rosada por el glande, lo rodea, lo engulle, lo saca y ahora esa deliciosa lengua recorre el tronco hinchado y pleno de venas marcadas.
Vuelve a guardarlo en su boca, mientras su mano derecha soba los testículos de Alberto; la izquierda acaricia su muslo y llega a la nalga, la cual comienza a acariciar con movimientos circulares aproximándose a la región del ano.
Alberto tiene una cara de éxtasis que se transforma en sorpresa cuando el índice de Mariana penetra en su ano; pero bastan unos segundos y el movimiento circular de ese dedo para que vuelva a poner su expresión de beatitud.
“Dale de comer a mi bebita, papi, por favor” le dice suspendiendo sus caricias un momento; Mariana se levanta y apoya las palmas de las manos en el escritorio; Alberto se colocó tras ella penetrando su vagina plena de jugos.
A los pocos embates terminó, causando el enojo de Mariana quien le reclamó “No pudiste esperarte un poco, ¿cómo voy a terminar?”
Alberto no supo que contestar, pero como respuesta se inclinó para proporcionarle un beso negro; era gratificante ver como su lengua afilada rondaba el ano femenino, mojándolo, intentando entrar en el, el rostro de furia cedió su lugar a uno de deleite.
El cual se incrementó cuando la lengua cedió su lugar a un dedo, “si papi, castígame por ser mala, dame mi merecido” se escuchaba a Mariana.
Para evitar algún percance, retire la laptop a un lugar seguro y bajando el cierre de mi pantalón extraje mi congestionado miembro y lo aproxime a la boca de Mariana.
Ella al notarlo procedió a tomarlo con la boca, apoyo los senos en la mesa y con las manos jugaba con mis testículos; acariciándolos, dándoles pequeños apretones, pasando sus uñas por su base.
Ana, no perdía detalle de lo que pasaba y se estaba acariciando su conchita, mientras jugaba con sus pezones; era natural y obvio que estaba excitada.
Recordando la grabación, se levantó y procedió a darle un black kiss a Alberto, quien seguía jugando con el ano de Mariana, mientras sus manos despertaban nuevamente su miembro.
En un acto de equilibrio se colocó entre Alberto y su hermana, para poder darle una sesión oral mientras que sus dedos entraban en la puerta trasera del primo.
Separándome, pese a las protestas de Mariana, me desnudé y le pregunté al oído a Mariana.
“¿has visto a dos hombres tener sexo?”
Ella negó con la cabeza.
“Ahora lo veras”
Le pedí a Ana que se acostara en la el piso, Alberto fue instruido para que en posición de perrito le comiera su deliciosa vagina; Mariana se incorporó con cara de extrañeza, pero guardo silencio.
Lentamente camine hacia Alberto y sin que lo esperara lo penetré de un golpe, gritó con dolor, sorpresa y placer.
Mariana no podía creer lo que veía, se acercó para cerciorarse de que mi pene erecto entraba y salía del ano de Beto, asombrada veía mi mano masajear el erecto miembro de mi hermano.
Envidiando esa ajustada maquinaria de placer, no le agradó estar al margen (y manos antes de haber terminado) así que se puso en cuclillas sobre Ana para que su lengua calmara la fiebre de su vagina.
Alberto aprovechó para disfrutar de los senos que se encontraban cerca de él, los que tuvo que soltar al derramarse sobre el piso gracias a mi toqueteo.
Salí de su casi virginal ano, y él solo atinó a dejarse caer y rodar suspendiendo la atención que le propina a las primas.
“pásame un par de almohadas” le pedí; me las arrojó casi al instante y procedí a colocarlas bajo la cadera de Ana, quien no había dejado de darle un prolongado cunnilingus a su hermana.
“Como has sido mala, voy a tener que darte tu merecido” le dije, y levantándola un poco procedí a penetrarla analmente.
Mariana intentó protestar, pero tomándola del cabello la jale hacia abajo para que se encargara de lamer mis pezones.
Formamos un triángulo pasional, Mariana buscó mis labios con un beso sorprendentemente tierno.
“Ahora me toca a mí” me dice mientras se separa de Ana y se coloca de perrita; salgo de Ana y me coloco tras de Mariana, para proceder a preguntarle
“¿dónde lo quieres: en tu bebita o en tu colita?”
“por atrás Papi, fuerte y rápido, dame mi merecido”
Me preparo para darle un black kiss, dejando que mi lengua juegue y lubrique su delicado esfínter; cuando siento un tratamiento igual, conforme inicio mi penetración en Mariana un dedo hace lo propio en mí, es Ana quien no quiere dejar de participar.
Conforme mis embestidas se hacen más rápidas, Ana comienza a acariciar mis testículos, con delicadez, poco a poco, al mismo tiempo que juega con el clítoris de su hermana.
Tanta estimulación llega a un final lógico: la explosión al unísono de Mariana y Yo.
Seguidos instantes después por Ana, quien se ha dedicado a jugar con sus senos y su mojada y enrojecida vagina cuando se percató del orgasmo de su hermana y mi eyaculación.
Descanso los ojos unos minutos, mientras recupero energías.
“¿dónde está tu celular?” pregunta Ana.
“en mi pantalón, pásamelo por favor”
Con prontitud obedece, saco mi teléfono y lo desbloqueo; después de ello se lo entrego y le digo paso a paso como localizar y borra el video.
Ella escucha atentamente y obedece las instrucciones.
Una vez que ha concluido me regresa el aparato, dirigiéndose a la Laptop.
Procedo a describirle la ruta hasta donde guardo mis imágenes XXX, eliminando el archivo de video, finalmente le pido que tome la usb que está conectada al equipo (después de verificar que allí está el archivo).
Me levanto, tomo mi celular y veo la hora.
Sé que yo no tardan en regresar del cine, y como si los hubiera invocado se escucha la música de un auto (reconozco la canción, es una de Queen, lo que siempre oye mi padre cuando maneja).
“Damas, caballero, ¡sálvense el que pueda¡ llegó el estado mayor” anunció con seriedad simulada.
Con rapidez las chicas toman su ropa y salen hacia su habitación, Alberto hace lo mismo y yo me quedo observando el auto disimuladamente por la ventana.
Se estaciona y descienden María, Inés (mi Mamá) y Jorge (mi Padre); se les ve alegres y relajados, me sorprende que solo traigan una bolsa de papel color de rosa con compras (me consta que al ir a la plaza comercial María e Inés llegan con bastante cargamento).
Hay algo raro, asi que me visto y bajo a la sala.
Ellos me miran, los tres traen una expresión de felicidad indescriptible, saludo y pregunto: “voy a la tienda ¿necesitan algo?”
“Ten las llaves del coche y ve al minisúper junto a la gasolinera; trae una bolsa de hielos y tres refrescos de 3 litros: manzana, agua mineral y coca; dos bolsas grandes de botanas y cómprate lo que quieras con el cambio” dice mi padre entregándome un par de billetes y el llavero.
Me monto en el cavalier rojo (ya tiene sus años pero esta impecable), hago las compras y antes de iniciar el viaje de regreso noto que en el cenicero (lugar donde acostumbra mi padre poner la morralla, ya que no fuma) hay varios tickets arrugados.
Los desdoblo y veo que son un baucher de una sex shop, tres contraseñas de un cine porno, la tarjeta de un club swinger y un boleto de estacionamiento de Sex capitol.
Se que mis padres son muy dados a disfrutar del sexo, pero eso me ha dado en que pensar
Vuelvo a colocarlos en su lugar e inicio el camino a casa
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