Una familia muy normal X
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
Pasan de las cuatro, me ato una toalla a la cintura y bajo al comedor por algo de beber; me encuentro con Mariana; viste una falda a medio muslo y una blusa de botonadura al frente, tiene los tres botones superiores sueltos por lo cual es posible ver su busto y parte del sostén.
“pensé que se te había olvidado que íbamos a salir”
“deja me como un sándwich y nos vamos”
Abro el refrigerador; me preparó un sándwich, lo más abultado posible, sirvo jugo en un vaso y llevo todo a mi recámara.
Allí como mientras me cambio de ropa, selecciono bóxer, calcetines, un pantalón de gabardina y una camisa sport de manga corta.
Gracias a las restricciones por el no circula nos vamos en metro, por fortuna queda cerca una estación de la línea 8, llegamos sin contratiempo a Metro San Juan de Letrán.
Caminamos hacia Sex Capital “la capital del sexo”; Mariana se sorprende un poco y la tranquilizo:
“relájate, curioseamos en la sex shop y luego vamos a comer; ¿te late?”
Ella acepta sin dudarlo mucho.
Subimos al primer nivel, y comenzamos a recorrer varias tiendas; Mariana estaba boquiabierta al ver los disfraces, lencería, juguetes, películas y otros artículos.
En lo que ella mira los diferentes tipos de vibradores en la una sucursal de Erotika, compro un par de cialis (por si las dudas) y regreso con ella antes de que se percate de lo que adquirí.
Pasamos a ver las películas XXX, y su rostro demuestra excitación al ver las portadas, “tenemos cabinas” dice la encargada (una mujer como de 40 años, no guapa pero si atractiva, pechos grandes que se asoman por el escote de su playera y piernas gruesas que revela su short).
“¿las conoces?” pregunto a Mariana.
“no”
“¿quieres entrar”
“bueno”
“escoge una película”
Mariana selecciona una de transexuales, la encargada nos muestra la cabina que nos corresponde:
Un pequeño cubículo cerrado, con un sillón y la pantalla al frente; nos acomodamos en el reducido espacio.
Comienza la película con dos mujeres besándose, mientras se desnudan; la rubia queda sin prenda alguna mientras que la morena conserva su tanga y minifalda como únicas piezas.
Repentinamente aparece un tipo, completamente desnudo y erecto, el cual toma a la morena por la cabeza y la atrae hacia su miembro.
Mientras ella degusta esa herramienta, la rubia la desnuda por completo mostrando un pene firme y grueso que es acariciado oralmente por el chico con singular alegría.
Mariana no despega la vista de la pantalla, sus pezones se marcan en su blusa; el calor la hace que suelte un botón más lo cual aprovecho para meter mi mano y acariciarle los senos sobre el sostén.
Ella intenta protestar pero lo impido besándola, mi lengua recorre sus dientes y toca la suya; su mano se coloca sobre mi miembro erecto y comienza a acariciarlo sobre la ropa.
Cuando me levanto, dándole la espalda a la pantalla, para bajarme el bóxer y el pantalón a las rodillas, noto que alguien nos observa desde la cabina de junto; no me había percatado que había un glory hole allí.
Sin comentar nada, me pongo de perfil y Mariana comienza a darme una grata sesión demostrando su maestría como felatriz, el ojo espía no pierde detalle de lo que ve, posteriormente Mariana se sienta en el apoyabrazos y procedo a devolverle el favor.
Intencionalmente arrojo sus prendas al piso y la tanga se desliza hacia la pequeña abertura entre ambas cabinas; con rapidez de roedor una mano femenina la toma y desaparece con ella.
Mariana se acaricia los senos, juega con sus pezones (libres ya del sostén) mientras sus jadeos indican que mi lengua está tocando sus puntos sensible.
Explota en un grito, su típico anuncio del orgasmo, me levanto y la beso dejando parte de sus jugos en su boca, para que disfrute el licor que generó su vientre en esos momentos.
El observador desaparece cubriendo el hoyo con un poco de papel sanitario.
Está de más decir que dejamos de ver la película, la cual ahora mostraba a dos transexuales penetrando anal y bucalmente a otro, que se masturbaba ferozmente presa de un gran placer.
Nos vestimos, “¿mi tanga?” me pregunta, “no lo sé” respondo “vete así, o si quieres compramos una en alguna Sex Shop”
No muy convencida sale, le pido se adelante mientras reviso que no olvidemos nada (mero pretexto para ver si la observadora la había dejado en el otro cubículo).
Como es natural, no encuentro prenda alguna y voy a la salida.
Mariana se despide de la encargada y va a las escaleras eléctricas.
“Oiga joven” me llama
“diga”
“Esto se le olvidó a su novia” dice mientras extiende su puño cerrado
“no es mi novia, pero muchas gracias”
Tomo lo que me ofrece en su mano y veo que es la tanga de Mariana (de hecho lo imaginaba), la acerco a mi nariz y aspiro
“huele rico ¿no le parece?”
Ella sonríe con picardía y me dice: “descanso los viernes, pero si bien solo en otra ocasión igual y le puedo dar descuento”
“me agrada la idea, ¿me regalas una tarjeta?”
Con rapidez garabatea su número de celular en el reverso y me la entrega, guiñándome un ojo.
Alcanzo a Mariana y vamos al siguiente nivel; ese día no hay show erótico, pero si comida; pido una arrachera y ella unos tacos al pastor.
“¿quieres entrar al cine?” le pregunto señalando la sala XXX que se encuentra en ese piso,
“no, gracias”
Comemos en silencio, tomo un cialis disimuladamente, pago la cuenta y salimos de la plaza.
Aunque parece molesta, su mirada vidriosa y una breve y pícara sonrisa ocasional me indica que le agrada la idea no portar prendas bajo la falda.
Con el pretexto de ver unas camisas cruzamos la calle y entramos al pasaje savoy, la camisería está prácticamente frente al cine Savoy, lugar que fue famosos como el Teresa o el Río; sin embargo ahora (al igual que El Nacional) se dedica a proyectar pornografía gay.
Para mi sorpresa veo a Alberto entrar al cine, por fortuna Mariana se encuentra distraída, “luego hablaré con él” pienso.
Salimos del lugar sin comprar nada y caminamos por el eje central hasta llegar a bellas artes; le propongo tomar el metro.
Aprovechando que ella no es de la ciudad, me “confundo” y tomamos la línea 2 dirección cuatro caminos.
Me doy cuenta de mi error en la estación revolución; salimos corriendo del convoy y la convenzo de caminar hasta el eje central nuevamente, “sirve que conoces el museo de San Carlos, aunque sea por fuera”.
No le causa gracia mi comentario, pero accede; son casi las seis pero las prostitutas que trabajan en la zona ya se encuentran ocupando sus puestos.
Mariana las ve y me comenta “cabrón seguramente vienes por aquí seguido, pero no al museo”.
Solamente sonrío, pasamos casi hora y media en el museo; nos invitan a retirarnos y obedecemos.
Comienza a obscurecer, sé por experiencia propia que ya llegaron algunos transexuales, invito a Mariana a caminar hacia un oxxo para comprar algo de tomar.
Ella escoge una lata de whisky con coca y yo una naranjada; le sugiero atravesar la calle y caminar por “un atajo” hacia el metro (sigo aprovechando la ventaja de que ella no conoce la zona).
Cruzamos Puente de Alvarado y tomamos la calle de Zapata; allí hay varios transexuales de apariencia tosca, seguimos caminando y antes de llegar a la esquina de Orozco y Berra, exactamente frente al hotel miño, la identifico:
Es Lidia, una transexual con la que ya he estado en alguna ocasión, vestida con un top rojo y minifalda del mismo color (enseñando el resorte de su tanga negra) me reconoce pero al verme acompañado no sabe que hacer.
“Hola Lidia” la saludo de beso en la mejilla “hacía ya tiempo que no te veía”
“Hola corazón, es que ya no te apareces por aquí”
“Ella es Mariana, mi prima; Prima ella es Lidia una amiga muuuuy especial”
Ambas se dan la mano, paso mis brazos por cada sus hombros (la ventaja de haber quedado en medio de ambas) y les propongo: “vamos a brindar por el encuentro”
“estaría bien pero a mi novio no le gusta que haga vida social” dice Lidia
“además hay que llegar a tu casa” responde Mariana
“no hay problema, voy por una botella y refrescos al Oxxo y nos vamos a tu cuarto, ¿sigues teniendo el 41 del Hotel Miño?”
“no, ahora estoy en el 69 ¿tu crees? ¿me sabrán algo o me lo dirán al tanteo?"
Estallamos en risas, entramos los tres al hotel, Lidia va adelante y Mariana no pierde oportunidad de ver sus piernas gruesas y su redondo trasero al subir por las escaleras.
Llegamos a la habitación 69, la anfitriona enciende la pantalla y se puede apreciar a dos mujeres desnudas trenzadas en una ardiente sesión de sexo oral mutuo.
Dejo a las damas mientras voy a comprar una botella de vodka y jugos en el Oxxo, regreso a los pocos minutos y veo a Lidia y a Mariana, sentadas en la cama, besándose.
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