Una familia muy normal – XIII
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
La imagen de mi madre, con los pechos manchados de semen, era excitante; mi padre me toma por la nuca y me hace arrodillarme: “tómese su lechita, cachorrito, para que sea todo un garañón como yo”.
Mi cara queda a pocos centímetros del cuerpo de mi madre, el olor del semen me llena la nariz y despierta mi curiosidad; extiendo un poco la lengua y lo pruebo, su sabor es grato y continúo recogiéndolo como un gatito hambriento.
“no te lo comas” ordena mi padre “dáselo a tu madre en la boca”
Inés, me toma del rostro y mediante un beso largo y profundo, bebe de mi boca el semen de mi padre mezclado con el mio.
Mientras sigo alternando el lamer con el besar, Jorge se coloca detrás de mí y separando mis nalgas con sus manos, comienza a darme un beso negro; su lengua juega con el contorno del ano, intenta entrar y solo logra lubricar y estimular.
Mi pene comienza a recuperarse y así, en cuatro puntos como me encuentro, Jorge comienza a masturbarme sin dejar de darme lengua por el culo.
Inés, ya limpia de leche, me besa apasionadamente y después se mueve para que mis pezones sean acariciados por su cálida y húmeda lengua.
Avanza aún más, su lengua ahora juega con mis bolas y después comienza a darme sexo oral; mi padre empuja mi cabeza para que pueda atender con mi boca la vagina enrojecida y mojada de mi madre.
Saboreo los jugos que escapan de la entrepierna de Inés, sin embargo mi padre nos ordena parar.
Me hace colocarme de lado en la cama, mi madre se acomoda para hacerme el sexo oral, mientras mi padre hace lo mismo con ella e introduce su miembro en mi boca; siento como los labios de Inés estrechan mi pene mientras su lengua juega con el glande e intento hacer lo mismo con el miembro de Jorge.
Es la primera vez que soy penetrado, es la primera vez que masturbo a otro hombre, es la primera vez que un hombre me acaricia, la primera vez que doy y recibo sexo oral de otro varón; y encima de todo es mi padre y lo hace como regalo de cumpleaños.
Además de estarnos chupando mutuamente, ahora (como si lo hubiéramos acordado previamente) acariciamos el ano de quien recibe nuestra atención oral; posteriormente introducimos un dedo en ese apretado rincón de placer.
Son muchas las sensaciones en tan poco tiempo que termino en la boca de mi madre, la cual sorbe mi leche con ruidos de placer, y termina de extraer toda la que puede con sus expertos labios.
El sonido de una nalgada se escucha, Mi padre ha dejado la marca de su mano en el redondo trasero de mi madre, Ella suelta mi miembro y da un pequeño grito de gozo; “si papi, dame otra he sido mala, rómpeme el culo a nalgadas” exclama con una voz enronquecida de deseo y dejándome ver a mi madre convertida en una hembra en celo.
Mi padre deja de hacer el cunnilingus y se separa de mi, mientras Inés se pone en posición de perrita; pero Jorge la toma del cabello y le dice:
“aquí no, le toca show al vecino”, y la besa recibiendo en su boca una porción de mi leche; “no sabes mal cachorrito, el viernes te voy a dar un regalo aún más especial; ahora si quieres ver el show siguenos”.
Ambos salen de mi habitación y van hacia el cuarto de servicio, antes prenden la luz de la cocina para que puedan distinguirse sus siluetas; por la forma en que están construidas las casas en esta privada el cuarto de servicio da a la calle (fuera de la barda perimetral) y el nuestro cuenta solo con la mitad de las celosías (nunca había sabido para que lo había hecho mi padre, hasta ahora) por lo que era relativamente fácil ver lo que ocurría allí.
Me coloco junto a la puerta, para que no pueden verme desde la calle, mientras que a contraluz, mi padre se sienta en un banco y da un silbido mientras mi madre procede a darle sexo oral; la cortina de una casa se mueve y adivino que alguien esta viendo a mis padres.
Después de unos minutos, cambian de lugar y es mi madre la que con las nalgas en el banco y las piernas abiertas recibe las atenciones que la lengua de mi padre le brinda a si clítoris y depilado coño.
Apoyándose en la mitad de pared de celosía que existe, con las tetas al aire, mi madre recibe la erecta lanza de mi padre en su ano; ella pensaba que sería penetrada vaginalmente pero la sodomización la toma por sorpresa, grita un poco por la mezcla de sorpresa, dolor y placer, y comienza a murmurar:
“Dame por el culo, mi garañón, cogéte rico a tu putita” deja de hablar y se muerde los labios al sentir una fuerte nalgada, pero retoma sus murmullos: “si, así, dame más me lo merezco por ser una zorra que coge con su hijo; rómpeme el culo con tu fierro y las nalgas con tus manos”.
Una serie de nalgadas se escuchan, mientras el rostro de mi padre enrojece, anunciando que está por terminar.
Sale de Inés y tomándola del cabello la hace arrodillarse para eyacular directamente en su cara.
“gracias, papi, que rico bañaste a tu putita; eres grandioso, todo un semental” exclama mi madre al sentir como los chorros de leche le bañan el rostro.
A pesar de lo bizarro del hecho, no pude evitar excitarme y masturbarme mientras veía a mi padre dar una sesión de exhibicionismo al vecino (y a mi también), termine en mi mano y la curiosidad me indujo a probar mi propio semen para mi sorpresa el sabor me agrada.
Alberto guarda silencio, mientras abre una nueva lata de tequila, lo cual aprovecho para preguntarle:
“¿por eso te sientes sacado de onda?”
Responde afirmativamente con la cabeza, y de un trago termina su bebida.
“¿puedo hacer algo para que te sientas mejor”, le digo con buena intensión,
“Si”
“¿Qué?”
“déjame hacerte el amor y después quiero que me poseas”
Me pongo boca arriba en la cama, con mi erección firme apuntando al techo (no se lo digo, pero el imaginar esas escenas de incesto me han puesto caliente), Beto me besa en los labios con mucha ternura, sigue por mi cuello, se demora en mis pechos operados y perfectos.
Tomo su mano derecha y chupo su pulgar, imagino que es su grueso pene y lo hago con placer y lentitud; para que el imagine el trato que le voy a dar en un rato más.
Se coloca sobre mi y nos besamos con pasión, como amantes que se reencuentran, mis pechos se clavan en su tórax; nuestros penes se frotan el uno contra el otro y me queda confirmado que él está mejor dotado (en lo largo y grueso) que yo.
De mi miembro sale un hilito de lubricante, prueba más que evidente de que estoy disfrutando mucho el evento, Beto se hace a un lado y su mano toma mi miembro y comienza a darle una serie de caricias lentas desde su base hasta la cabeza.
Le beso el oído y el cuello mientras le digo “así Beto, sin prisa, para disfrutarlo rico”
Beto, comienza a deslizarse cuesta abajo, recorriendo mi cuerpo a besos, esta frente a mi pene; me toma por las caderas y me gira, colaboro con su impulso y quedo boca abajo.
Se arrodilla y me dice: “ponte de perrita, por favor”
Obedezco, anticipando el placer que se avecina, sin previo aviso me penetra; su grueso y venudo miembro entra con un poco de dificultad en mi estrecho ano, sin embargo la sensación de estar llena de carne de macho me hace enfocarme en el placer e ignorar las pequeñas molestias de mi piel al abrirse para Él.
Me toma de las caderas y me con fuerza comienza a bombearme, su verga gruesa entra y sale de mi culo; el ardor que me causó su entrada es mínimo comparado con el placer que estoy sintiendo; trato de tocar mi pene para masturbarme pero Beto me detiene.
El sudor corre por su pecho y salpica mi espalda, la excitación es mucha y termina, derrumbándose sobre mi.
Me salgo debajo de él y comienzo a darle un masaje en la espalda, está tenso; el orgasmo no lo ha relajado, al contrario pareciera que eso le afecto en contra, me coloco a horcajas sobre él.
Mi miembro se acomodo entre sus nalgas mientras me inclino para que mis senos rueden sobre la espalda de Beto.
Ahora son mis labios quienes recorren su nuca, cuello, omóplatos, su columna es la vía que me dirige hacia su delicioso trasero.
Beso sus nalgas, le doy pequeños mordiscos y poco a poco me acerco a su ano; mi lengua comienza a jugar con el en un beso negro que disfruto (quizá igual o más que él) mientras mi mano acaricia sus testículos y la base de su pene.
Al sentir mis caricias levanta su trasero para facilitar manipulación de sus genitales, aprovecho eso para penetrarlo poco a poco, todo ello sin dejar de masturbarlo.
No tardo mucho en terminar, sin embargo él necesita volver a descargarse; por ello lo empujo suavemente para que quede boca arriba y sean mis labios y lengua los que envuelvan su soberbio trozo de carne en un lujurioso juego que lo lleva a los pocos minutos a explotar.
Ambos nos recostamos en la cama y Beto destapa la última lata, me la ofrece y le doy un trago, se la regreso y la termina de un jalón.
“¿quieres saber cuál fue el “regalo especial del viernes”?
“si” respondo con morbo y deseo.
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