Una familia muy normal – XIX
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
Veo el reloj, ya es más de media noche, Mariana está un poco ebria (de otra manera no hubiera externado sus recuerdos) y Lidia tiene que seguir trabajando, me visto y voy a la recepción pago una habitación para pasar la noche con mi prima y regreso.
Lidia ya está vestida con un top que hace resaltar sus senos redondos y sus pezones erectos y una minifalda de mezclilla.
Me ayuda a llevar a Mariana (que ya se encuentra dormida) al piso superior, la cubrimos con una sábana y la llevo en brazos, mientras ella carga su ropa, bolsa y las llaves.
Abre, enciende la luz; deposito a la bella durmiente en la cama y se retira, no sin antes besarme en los labios y darme un apretón en la entrepierna.
Suena el celular el Mariana, lo busco en la bolsa y cuando lo encuentro la llamada se ha perdido; nuevamente comienza a timbrar, en la pantalla se ve la foto de Ana así que contesto:
“diga”
“¿quién habla?”
“Ernesto”
“Pásame a mi hermana”
“está dormida”
“¿dónde están?”
“en un lugar de refugio temporal, cerca del museo de san Carlos”
“mmmmm”
“¿necesitas algo?”
“puedes venir por mi?” le dije a mi Mamá que los alcanzaría en la zona rosa; ahorita estoy sola y sin dinero cerca del metro insurgentes”
“ok, no te desesperes, solo recuerda que no tengo carro y voy a llegar en taxi”
Cierro la puerta dela habitación con llave, salgo con sigilo, ya en la calle veo a Lidia platicando con un taxista, sus luces de alto se apagan y le grito a mi amiga que lo detenga.
El auto de alquiler para, le doy las gracias a Lidia y ella me da una nalgada cuando entro al vehículo en el asiento del copiloto.
Me sorprende ver una mujer al volante, como de 40 años, atractiva pero con un aire de seriedad:
“¿A dónde lo llevo?”
“A la zona rosa, déjeme mandar un mensaje y le confirmo a que parte”
Pone en marcha el taxímetro y arranca el automóvil.
“Se lleva bien con Lidia”
“Si, la conozco de atrás tiempo”
“y seguramente de subida y de bajada también” sonríe con su comentario
“ja, ja, ja; algo hay de eso”, me queda claro que solo es mal encarada, y que probablemente
Le marco a Ana para acordar un punto de encuentro: Liverpool e Insurgentes; se lo informo a la conductora y después de un recorrido relativamente corto llegamos al lugar.
“tiene buen gusto joven” me dice al ver a la chica (ignorando que es mi prima) la cual luce una minifalda que apenas cubre su pubis y un top haciendo juego.
“es mi prima”
“perdón, pensé que era una amiguita para pasar un rato agradable; pero de todos modos a la prima se le arrima ¿o no?”
“vamos a regresar al hotel miño, después de levantarla”
“no hay problema”
Nos detenemos en la esquina, bajo para abrirle la puerta trasera del taxi y Ana sube ; huele a alcohol y se ve que le ha hecho efecto.
“¿Qué te pasó?” le pregunto mientras tomo asiento a su lado y el vehículo arranca.
“nada, como mi Mamá dijo que ustedes andaban en la zona rosa los vine a buscar”
“y ¿por qué te pusiste hasta las chanclas?”
“no, eso fue sin querer”
“¿sin querer?”
“Si, llegué por metro hasta la estación Insurgente, bajé y caminé por varias calles hasta que llegué a un Karaoke; se veía muy simpático, ¡hasta una bandera de arcoirirs tenia en la entrada!.
Entré y pedí una naranjada, la tomaba y dos chicas me pidieron permiso para sentarse conmigo; yo les dije que no había problema.
Pidieron sus bebidas y me invitaron un “Pantera Punch”.
(Miro a mi prima con sorpresa, esa bebida es una bomba: ya que combina tequila, vodka, sotol, whisky, granadina y un chorrito de agua mineral, servido en un vaso alto con hielo y adornado con hojitas de yerbabuena).
Al principio me quería negar, pero empezaron a decirme que “no las despreciara”, “una niña linda no discrimina” y cosas así.
Terminé cediendo y comencé a beber el Pantera Punch; llevaba la mitad del vaso y me sentí mareada; traté de levantarme y no pude.
Betzy y Janet (así me dijeron llamarse) me ayudaron a llegar al baño, para poder refrescarme.
Pasé mis brazos por sus hombros mientras ellas me tomaban de la cadera; entramos al sanitario el cual estaba vacío.
Al intentar mojarme la cara mi top quedó empapado, Betzy me ayudo a quitármelo y también me libró del protector que traía puesto para que no se notaran mis pezones.
Sin querer los tocó con el dorso de su mano, lo cual los despertó endureciéndolos al instante, Janet me secó el busto con mucho cuidado y calma; casi pareciera que los estaba acariciando con suavidad.
(que inocente resultó Ana, pensé)
Mientras Betzy secaba mi prenda con el aire caliente, la otra chica me llevó al cubículo donde me quitó la tanga y subió mi faldita, y sin darme tiempo de nada comenzó a darme una sesión de sexo oral; intenté oponerme pero el alcohol y sus caricias solo lograron excitarme, sus dedos jugaban con mi culito, lo acariciaban, lo oprimían, intentaban entrar y se retiraban solo para reiniciar el ciclo incrementando mi excitación.
Betzy, mientras tanto comenzó a chuparme las tetitas, su lengua y dientes jugaban con mis pezoncitos haciendo que cada vez me moje más.
No puedo aguantar y termino alcanzando el orgasmo; mis piernas se aflojan pero ambas chicas me detienen, me ponen mi top y acomodan mi falda (ya después me doy cuenta de que se llevaron mi tanga y mis protectores) después me escoltan a la mesa, piden la cuenta y de mi bolso sacan dinero para pagar.
Se despiden besándome las mejillas y me dejan sola, trato de coordinar y busco mi celular; marco al celular de mi Papá pero me mandó directo al buzón, después le marqué a Ana y fue cuando me contestaste.
”
Se recuesta somnolienta (por el licor y la experiencia) sobre mis piernas y puedo sentir su aliento sobre mi entrepierna, ese cálido aliento hace que mi pene inicie su levantamiento.
Con sigilo, bajo el cierre y orillo el bóxer; extraigo el miembro cada vez más duro y lo introduzco en su boca, al principio pretende negarse pero mi mano en su nuca la fuerza a mantener el contacto bucal.
Su lengua recorre el glande y poco después sus dientes arañan con suavidad mi tronco; la conductora ajusta el retrovisor y mueve otro espejo que tiene en el tablero y de cuya presencia no me había percatado.
Tengo la certeza de que no es la primera vez que presencia algún encuentro erótico dentro de su unidad, así que decido darle un espectáculo más completo.
Incorporo a mi prima y levanto su top, comienzo a chupar sus pechos; “No Ernesto, nos van a ver”
Le respondo para tranquilizarla “no te preocupes, nadie se dará cuenta”, me parece ver un guiño de parte de nuestra chofer.
Mi mano se pierde bajo la falda de Ana, y efectivamente no trae más prendas, comienzo a acariciarla con lentitud, jugando con su clítoris e introduciendo el índice en su cuevita mojada.
“ya mero llegamos joven, ¿quiere que de una vuelta antes de dejarlos en el hotel?” pregunta atenta la taxista.
“Por favor un poco más de tiempo” respondo mientras me aproximo al vértice de placer de Ana;
Damos vuelta en Puente de Alvarado y después de pasar frente a varias sexoservidoras y transexuales gira en una calle para aparcar en el jardín ubicado atrás del Museo de San Carlos.
El auto se detiene y dejo de saborear la cálida vagina de mi prima; “si me deja ver joven, no le cobro el viaje” me dice la mujer, “y si mejor se une, ¿cómo se llama?” le digo.
“Georgina” responde y se coloca en el asiento trasero, una vez allí comienza a chupar los pechos de Ana, sus manos ansiosas sueltan su cinturón, baja el cierre y recorre su pantalón y pantaletas hasta medio muslo.
Contorsionándome un poco mi boca va al vientre de Georgina, sabe diferente a Ana (un poco más salina) sin embargo es un gusto agradable.
“Así nene, muy rico” musita, Ana deja escapar unos gemidos al sentir los dedos de Gina explorando su entrepierna y explota en un orgasmo.
“ella ya termino, pero yo todavía no, ¿puede darme por atrás joven, por favor?” me dice al sentir como Ana afloja el cuerpo y comienza a acomodarse para dormir.
Me paso al asiento del copiloto y me siento allí, lo hago lo más tras que se puede; Gina baja rápidamente y se coloca sobre de mi, su mano experta toma mi pene y lo introduce lentamente en su ano.
Una vez dentro comienza a cabalgarme con avidez, toma mis manos y las pone sobre sus pechos, para después encargarse ella misma de estimular su clítoris.
La adrenalina de saber que puede pasar una patrulla hace que la excitación sea mayor, después de pocos minutos eyaculo dentro de ella mientras el cuerpo de Gina se estremece en un orgasmo.
Se levanta y pasa al asiento del chofer, arregla su ropa, mientras me limpio el miembro con unos pañuelos desechables.
“gracias joven, estuvo muy rico, no traigo tarjetas pero píale una a Lidia; por si necesita algún viaje especial”.
Le doy las gracias y continuamos nuestro viaje al hotel miño.
Mientras avanzamos por plaza de la república, suena el teléfono de Ana:¡ Mi tío (o ex – tío) Javier
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