UNA GRATA VISITA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Amaneció un día nublado aunque no frío; en la tarde esperaba la llegada de mi prima al aeropuerto , no venia sola pues te acompañaba su amiga Ivette con su hija Nicol.
Debo aclarar que ya desde la adolescencia tenía una complicidad especial con mi prima, y una afinidad sexual inimaginable; ahora me iba a visitar después de un largo tiempo sin vernos.
A las seis de la tarde ya apareció en la pantalla la información de la llegada de su vuelo, el cual estaba previsto para las seis y media.
Tranquilamente me dispuse a esperar pues en principio todo parecía transcurrir con normalidad y sin retrasos.
Con puntualidad llegó el vuelo y después de recoger el equipaje aparecisteis por la puerta de salida con las maletas, ella precedíendo a la Ivette y la Nicol.
Rápido me vió y se dirigió hacia mi, aceleró el paso por lo que sacó un poco de ventaja a sus acompañantes, yo que estratégicamente me había colocado en una esquina la giré entre las dos paredes para besarla metiendo mi lengua hasta su garganta, por lo que casi quedaba sin aire, las paredes le tapaban por los lados y mi cuerpo le apretaba fuerte cubriendo el frente de las miradas indiscretas.
Cuando dejé de besarla te hice saber las ganas que tenia de romperla toda; cosa que notaba perfectamente por la presión que ejercía la polla dura en su vientre; a la vez que le decía eso mi mano que antes estrujara sus tetas ahora se deslizaba por el contorno de su para apretar su culo; no pude evitar añadir, aumentando la presión sobre ella, mira como estoy zorra.
Nos separamos y se acercó Ivette a saludarme con un beso recatado en la mejilla, dando paso a Nicol que al igual que su madre repitió la forma, pude apreciar como estaba muy desarrollada con unas buenas piernas que acababan en un culo apetecible, sus tetillas erguidas y desafiantes destacaban en su torso, su carita de inocencia demostraba que su cuerpo permanecía sin explorar, sus cabellos largos y sueltos por los hombros le daban aire de lozanía.
Antes de besarle la mejilla, ensalibé humedeciendo bien los labios, así se los posé en la piel de su cara, me di cuenta de su gesto de extrañeza por algo que sin disgustarle no entendía.
Entre saludos y gestiones ya eran las ocho de la tarde cuando en coche salíamos del aeropuerto, la noche empezaba a ocultar la claridad del día, con ella el frío se hacía intenso; por lo que puse la calefacción fuerte; el contraste del frío de la calle con el calor de la calefacción a lo que habría que añadir el cansancio propio del viaje, hizo que las tres cayerais rendidas de sueño; me percaté que estaban dormidas y empecé a meterle mano, a mi prima, primeramente y por la abertura de la camisa, mis dedos buscaron sus tetas, por debajo del sostén su pecho estaba entre mis dedos al que estrujaron y pellizcaron el pezón.
Se despertó y me miró no entendiendo nada, yo le hice un gesto de silencio al tiempo que comprobó como ellas dormían; sin reparos saqué la mano de las tetas para sobarle el coño y las piernas por encima del pantalón.
Ya estábamos llegando a casa, sin embargo la excitación y las ganas de mear no se hacían esperar, así que paré en un aparcamiento y antes de bajarme saqué la polla del pantalón, semiabrió los ojos y le sorprendió verla tan grande y dura, pensó que le dolería si no ponía cuidado cuando se la metiera, pero te mantuvo callada.
Salí del coche y junto a la puerta me puse a mear, me costaba trabajo por lo excitado y empalmado que estaba; y aún me puse más cuando vi a Nicol semirecostada contra la puerta, y por el escote de la camiseta se apreciaba el inicio de sus tetas sin sostén; umm poder meter la mano, pensé.
Esos solos pensamientos eran suficientes para multiplicar mi excitación, pero cuando vi que entreabría los ojos y fijamente los clavaba en la polla no pude evitar el meneármela de píe y apuntando a mi prima le salpiqué de leche su cara al correrme, detalles que no perdió la Nicol ahora abriendo los ojos enteramente para luego cerrarlos haciéndose la dormida de nuevo.
Entré al coche y antes de arrancar le dije mientras estrujaba sus tetas, esto no es nada para lo que te voy a echar dentro cuando estemos en casa; comentario que imagino oyó la Nicol.
Llegamos a casa y las desperté a la entrada para que fueran reaccionando, cuando aparqué y abrí la puerta metieron las maletas, dejándolas en el hall .
Después nos dispusimos a cenar en la mesa todos juntos, cena que ya estaba preparada, como unas botellas de cava reservadas para la ocasión.
La Ivette mientras nos acomodábamos en la mesa se había puesto un camisón para estar más cómoda pues decía encontrarse muy cansada; y cuando llegó se sentó a un lado mío, quedando yo flanqueado por mi prima y por ella, y la Nicol sentada en la otra parte de la mesa, al lado de su madre.
Empezamos a comer echando tragos de cava que parece las animaban bastante y relajaban, a Mari por debajo la mesa la manoseaba desde la rodilla hasta el coño; que por cierto notaba como mojaba el pantalón, obvio que estaba caliente como una perra y con irresistibles deseos de ser poseída por un macho.
Con disimulo, simulando colocar la silla, aprovechaba para rozar los muslos de Ivette, en un principio de forma ligera y por encima de la tela del camisón, pero al ver que no se inmutaba le guiñé el ojo a Mari y aparté la tela para llegar a su muslo desnudo, era el dorso de mi mano el que rozaba el exterior de la pierna más próxima a mi, pero fui ganando confianza con su silencio y mis dedos abiertos ya recorrían sus muslos de arriba abajo.
No necesito decir que a estas alturas no habría burro que pudiese tener tanta excitación.
Acabamos de cenar, Ivette dijo que quería ducharse, al tiempo que retiraba los cubiertos de la mesa; y la Nicol fue directamente a la cama; nada más salieron por la puerta de la cocina hizo ademán Mari de imitarlas pero le tomé el brazo y la atraje hacia mi, mientras preguntaba ¿dónde vas zorra?; no pudiendo contestar pues mi lengua entraba ya hasta su garganta, una mano retorcia sus tetas con rabia por las ganas contenidas durante mucho tiempo, el culo lo apretaba tanto que su vientre no podía evitar dolor por la opresión de la polla.
Me separé un poco por lo que sintió alivio pero sólo fue para girarla y desde atrás soltar sus pantalones, entonces la tumbé sobre la mesa y acabé de bajarle el pantalón con las bragas, coloqué una mano en su cintura y la otra tapando tu boca para ahogar tu grito cuando sin contemplaciones se la enterré toda en el culo; me pareció que podía contener sus gritos aunque sus mejillas se humedecían con las lagrimas que brotaban de sus ojos, pues se notaba tan abierta que creía que la desgarraba y rompía todo el culo, quité la mano de la boca y rodeó su cuello, la mano de la cintura cuando sacaba la polla hasta la cabeza aprovechaba y le arreaba unas cachetadas en culo, para inmediatamente sujetar fuertemente la cadera al empujar la polla y clavarla hasta los huevos.
No preste atención a que Ivette acabase de ducharse, pero parece que al ir a la habitación algo escuchó y se acercó sigilosamente a mirar, yo continuaba follándola duro como macho poseído por el deseo, ella no sabría decir si gemia o lloraba y tampoco me importaba, sólo la follaba con las ganas que un macho folla a su hembra.
El sentir los dedos de una mano hurgar su coño al tiempo que notaba la polla destrozando su culo, la hizo explotar en un orgasmo, no pudiendo contenerse y meandose como una gocha, ahí recién me di cuenta que la Ivette estaba mirando, aunque cuando la vio correrse y mearse se marchó rápido a la habitación.
Quedó rendida y exhausta por lo que la ayudé a ir a la cama, al oido te confesé “siempre serás mi hembra, mi niña, mi puta, mi mujer”.
Al día siguiente amaneció buen día de sol, aprovechando que descansaran del viaje decidimos pasar el día en casa, entonces y mientras preparaban la comida decidí esquilar las ovejas, apuntándose Ivette a ayudarme.
Fui a la caseta y empecé a esquilar una, se ofreció a ayudarme y con mucha voluntad sujetaba las patas del animal, supongo que el esfuerzo y la concentración junto a una postura complicada, hicieron que en algún momento del cual no me percaté se le saliera una teta del sujetador, yo sólo noté que al roce en algunos movimientos la teta se notara menos oprimida y se distinguiera en el tacto el pezón.
Tras unos primeros roces inocentes se repetían más a menudo roces intencionados que no sólo se dirigían a los pechos sino que también buscaban su culo.
Me estaba calentando la situación, incluso a mi mente venía lo sucedido en la cena.
Le dije que subiera por una cuerda para atar las patas de la oveja, cuando me la llevó extendió las manos simulando las patas y así le explicaba como iba atarlas; una vez se las até el otro extremo de la cuerda lo até al pesebre.
Su incredulidad cambió a ser asombro, y pregunto “¿qué haces?”; empecé a soltarle el pantalón, diciendo “¿qué te parece que estoy haciendo?”.
Le bajé los pantalones y bragas a la rodilla, y antes de sacar la polla del pantalón, ella ya insistía “no, por favor no, que la tienes muy grande”, entonces le pregunté “¿por qué sabes que la tengo grande?”; confesó entre vergüenza y picardía que en la noche espió mientras follaba en la mesa de la cocina, y también se había dado cuenta cuando meara en el aparcamiento, y como Nicol quedara atontada mirando, pero que ella por ser más adulta había podido disimular.
Le espeté “qué puta eres, dices no y estas deseando que te folle”, a lo que ella añade “sí quiero, pero también me da miedo, pon cuidado”.
Acabé de sacarla del pantalón y agarrando bien sus caderas de una sola embestida se clavé entera en culo, gritó “hijo puta, me acabas de reventar”, yo no le hice caso y sólo la sacaba un poco para arremeter con una clavada más profunda, le pegaba porque como le decía “las putas merecen que se las folle duro”.
Si primero recogía un poco el culo para dificultar la penetración, ahora lo ofrecía facilitando la entrada de la polla hasta los huevos; le dije “no voy a parar hasta que te mees de gusto, así vas a saber porque soy el macho de Mary”, a ella entre gemidos le entendí “sí la vi ayer, por favor hazme sentir lo mismo”.
Me mantuve bien dentro para que la sintiera llenando sus intestinos por completo y llevé los dedos a su clítoris, explotó en un orgasmo y meándose toda; sin embargo yo me contuve, pensaba taladrarle el coño, a pesar que me di cuenta que tenia la regla.
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