Una hija calienta plancha, una suegra ganosa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi chiquita está excitadisima, siento sus jugos vaginales chorrear en mis dedos, gime de deseo conorsionandose y su vulva se dilata casi suplicando por una buena verga. Está sentada frente a mi apoyada sobre la pared, yo estoy entre sus piernas y le roso mi tranca completamente en erección, ella al darse cuenta cierra sus piernas bajando su falda, entiendo que otra vez se negará a coger de una maldita vez.
Mi novia y yo hemos repetido está escena una veintena de veces. Comenzamos con besos, se deja tocar su cosa, magrear sus tetas, su cuello, todo aquello donde le causa placer, incluso rosarle mi instrumento, pero al sentir la proximidad de una eminente cogida se excusa dejándome con un dolor en los huevos. Como buena nena se larga a su casa, y por más suplicas que le hago, siempre acabo buscando un lugar para descargarme en una buena paja a su salud. En realidad no entiendo como he permitido llegar a esto.
Llevamos un par de meses en está relación, su madre Doña Margarita nos ha aceptado y como tal puedo visitarla en su casa. Llego casi a diario, y a falta de que Irma mi novia no este porque no ha llegado de estudiar, su mamá me entretiene con su platica. Es una señora amena, simpática y servicial. Viuda desde que la conosco, entregada al cuidado de sus dos hijos. Como Irma, bajita de estatura, de unos 45 años y desciudada en su vestir. Yo diría que es de esas mujeres que se pasan desapercibidas porque son normales, las miras como persona y nada más.
Un día llegué temprano y como tal mi novia no estaba. Su mamá me recibió encantada, puso una silla frente a mi y conversamos. Sin quererlo nuestra platica se centro en su vida, su matrimonio y su actual estado de solteria. Fue sobre este tema donde se derivó mi pregunta: ¿No me va decir que desde que murió su marido no ha tenido relaciones?. No sabría decir quién se ruborizó más, ella me miró nerviosa mientras me decía que las mujeres están tranquilas mientras no las toquen. Yo aunque intranquilo, lance mi otra pregunta ¿Quiere decir que sí yo la tocó se excitaría?. Noté el enrojecimiento de su rostro, pude ver algo extraño en sus ojos, y ya no pude detenerme y pregunté: ¿Quiere que la toque?. No creí escuchar su respuesta, pero al oír su condición: "Pero no le vaya a decir a Irma", me sentí turbado. Mi suegra había dado el paso, me pare acercandome a su cuerpo, ella camino hacia mi indicandome que hiciera silencio, luego se dirigió al interior de la casa. Vi su señal para que la siguiera, entre tras ella y la abrace por la espalda, suspiró. Sin preámbulo alguno nos lanzamos a la cama, la besé, toque su cuerpo. Mis manos levantaron aquella falda y mis dedos buscaron su raja. Su cosa de adulta era diferente, cubierta con un vello espeso, unos labios gruesos y un cliptoris abultado que sobresalia de su chocho. Doña Marga estaba mojada y al contacto de mis dedos lanzaba pequeños gemidos mientras buscaba mi boca, su lengua salía como víbora adentranose en mi interior, besaba como alguien que desea que la cojan. Nos magraebamos sin inhibiciones, palpababa mi paquete por encima de mis pantalones y apretaba su boca. Casi de manera sincronizada nos desnudamos, vi su cuerpo colocarse en espera de hombre y no quise hacerla esperar. Me coloque entre sus piernas, puse la cabeza de mi verga en la entrada de su vulva y empuje. Cada centímetro que le metía la hacia pujar, aunque Noté que sus nalgas se movían de manera rítmica buscando acercarse cada vez más a mi. Sentí todo mi miembro en su interior y sabía divino, veía sus pechos balancearse y su cara de regocijo al sentirse penetrada. Mi pinga adentro, coloque mis manos sobre la cama y levante mi cuerpo, bajaba y subía de golpe sobre ella, podía observar cada vez que mi pene desaparecía en su raja, ella culiaba hacia arriba y notaba su espalda despegarse de la cama. Vi cuando tomo una almohada y la colocó baja sus nalgas, pude percibir que su vulva quedó acoplada a mi posición y como la penetración parecía más perfecta. Sentía que le metía hasta los huevos y ella gemia más fuerte. No paraba de decir lo rico que sentía y casi gritaba que la cogiera más.
– Papasito que rico sos -decía.
– Dame más fuerte, cogeme, cogeme que siento ricooooo -repetía.
Se movía como degenerada, su boca abierta y cerrados los ojos, su cuerpo me estaba demostrando lo mucho que le había afectado estar a dieta por años. Yo encantado empujaba más, pues también había estado privado de los placeres carnales, no pude detenerme y sentí cuando un escalofrio me recorrió desde la punta de mi columna vertebral hasta llegar dentro de mi ano, Doña Marga me abrazo con fuerza y arqueó su cuerpo lanzando un grito fuerte advirtiendome que estaba acabando.
-aaaaaay mi amor -repetía.
Se quedó como inconciente con mi verga adentro, luego abrió sus ojos y dijo: Ya va a venir Irma, no le vaya a decir nada, mi amorsote -dijo mientras me besaba- Mañana se viene más temprano.
Asenti con la cabeza y cumplí…
No me importó Irma me dejara con ganas, total estaba su mamá
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