Una historia Ficticia
Cómo se va desarrollando mi deseo sexual.
UNA HISTORIA FICTICIA.
¡Hola!
Soy nuevo en esto, disculpen mis faltas de ortografía y mi mala secuencia en la historia. Quiero aclarar y dejar de la manera más tajante que esta historia no es real, es producto de mi mente, aunque escribiré algunas cosas que viví en mi juventud, en mi despertar sexual, pero el 90 % de la historia es meramente ficticia.
Eh seguido esta página de todorelatos desde hace años, muchos años, como cuando zorroblanco comenzó a publicar aquí y ahora es todo un gran escritor, eh de decir que los relatos de ahora son buenos, pero siento que pueden aun exprimir más a sus historias, aunque bueno en gustos se rompen en géneros, y a mí me encantan las historias que dejan volar la imaginación y que atraen al lector, como aquella de MIRADAS, grande entre las grandes lecturas.
Por tal motivo, si tu, gran lector, deseas solo leer sexo y como se describe una película porno en este relato, perderás el tiempo aquí, pues la historia será algo lenta, con seducción, tratando de seguir situaciones lógicas y realistas que no brinquen a un – oh me vio mi pene de 40 cm y me la chupo, me cogió por que deseaba una minga enorme – y, si aun así lees este relato, y se encuentra en tu gusto o no, deja por favor un comentario, sea bueno o malo, ayudara a ser constructivo, haciendo que esto sea lo mejor para fomentar tu lectura y tu imaginación.
Att. Tavo. GRACIAS.
Capítulo I
Por tu culpa.
Se dice que nuestra forma de ser se dicta por las cosas que nos pasan durante la pubertad o adolescencia, que es, esa la época de nuestras vidas donde más educación debemos de tener por parte de nuestros padres. Que la mayoría de jóvenes que presentan traumas, fue debido a la falta de alguno de ellos… bueno eso se pensaba en mis épocas de crecimiento.
Eh de decir que yo crecí por aquellas épocas de los 90´s, soy de esos que disfrutaron de jugar bajo la lluvia, correr por la calle, subirse a los árboles, tomar agua de la llave y lógicamente recibir la mejor manera de educar a base de madrizas (golpes) que nos proporcionaba mi santa madre. En aquellos ayeres la filosofía de una familia común (mamá y papá) estaba muy implantada en la cultura mexicana, aunque comenzaba a verse más a las madres solteras, estas eran tachadas de mujeres putas o tontas que no podrían educar a sus hijos y que necesitaban de una figura paterna para regir y ejercer respeto, autoridad y enseñanza.
Mi caso no fue así, desde que tuve uso de razón no conocí a un padre, ni siquiera recuerdo si alguna vez pregunte a mi madre por él, pero no por su usencia, me falto amor o educación.
Mi familia se compone de mi Madre “Laura”, mi hermana mayor “Gaby” y yo “Eduardo o Lalo”, no quiero decir mi edad, dejare que el lector deje volar su imaginación y me coloque la que mejor le convenga, aunque yo sepa, cuál fue la real en cuento ocurrió todo esto. La única pista o semejanza que hare, es que cursaba el primer grado de secundaria técnica, en un pueblito de la zona metropolitana del Estado de México.
Mi madre quedo embarazada de mi hermana prácticamente joven por eso de los quince o dieciséis años, por lo cual, pues es joven para nuestra edad, aunque bueno en el México de aquellas épocas era algo normal. De talla baja mi madre mide 1.50 cm, de tez blanca, pelo negro largo que le llegaba a la cintura, ojos café claro, manos pequeñas por igual que sus pies, de cuerpo delgado pero un poco llenito, vamos no era flaca pero tampoco gorda, no es que su cuerpo fuera de modelo pero no pasaba desapercibida entre la gente, su color de piel es lo que la hace resaltar realmente. Mi hermana, es mayor a mí por dos años prácticamente, similar a mi madre, solo que es un poco más alta, por cinco cm. Ambas tienen incluso el mismo timbre de voz, solo que mi madre por lógica su voz es más madura a la de mi hermana. Yo por lo contrario soy moreno prieto jajajaja, delgado en aquel entonces media lo mismo que Gaby, en lo particular no destaco en mucho físicamente, no tenía cuerpo atlético o voz varonil, tengo un pene normal, era un muchacho X, retraído, penoso con las chicas, obediente a mi madre y hermana, que gustaba de leer libros, jugar videojuegos y con los amigos. Que a pesar de mi edad, aun no despertaba ese interés en las mujeres. De hecho una de mis primeras novias que tuve me dejo a los 5 días, pues prefería jugar fut bol con mis amigos en el receso que caminar con ella de la mano.
Rentábamos en unos cuartos pequeños arriba de una tienda, ya que por alguna extraña razón dejamos de vivir en la casa de mi abuela, la pequeña casa disponía solo de un cuarto donde dormíamos los tres, cada quien en su debida cama. Una pequeña sala, con una mesita en medio que servía como mesa de comedor a veces, una cocina, un baño pequeño y para de contar. Mamá trabajaba donde se le permitiera, lavando ropa, haciendo el aseo en casas, atendiendo tienditas de la esquina, como obrera en fábricas. Donde pudiera, gracias a que era muy luchona, aunque humildes, nunca falto por lo menos frijoles que comer.
Mi primer año de secundaria fue prácticamente sin grandes detalles, un niño más en una selva de hormonas alborotadas, aunque como ya les dije yo aún no tenía gran interés por las chicas de mi edad o mayores, si las veía y mencionaba con mis amigos quien era la más bonita, cosas así, pero no veía el morbo en ellas.
Todo cambio en cuento pase a segundo año de secundaria. Aun lo recuerdo…
Daphne… aunque la conocía desde primer año, fue al regreso de vacaciones de verano, en la primer clase de nuevo ciclo escolar, cuando la vi entrar por aquella puerta; como por arte de magia, nuestras miradas se entrelazaron, me regalo una tierna sonrisa y yo sentí como mi corazón se aceleró, me sudaron las manos, todo se detuvo en un momento. Podía escuchar a todo el mundo murmurar, pero mi atención estaba solo en ella, no salía de mi cabeza, su voz, su aroma, su risa… sus piernas, espera que ¿? Como es que jamás vi sus lindas piernas, la manera tan linda que se ve con su uniforme escolar, sus listones con los que adorna su cabello, ese ligero rubor que pone en sus labios. Algo extraño me pasaba y aunque podía suponer que era, era un sentimiento nuevo al que perdía mi control.
Esa misma tarde al regresar de casa mamá me platicaba como siempre lo que hacía en su día, en que es lo hacía falta en la casa, en los quehaceres en que yo tenía que ayudar y por qué venia tan callado, tan distraído, a lo que yo por pena evadía. Llegamos a casa y la rutina era la de siempre. Llegar quitarme el uniforme, colocarme ropa vieja para hacer el aseo, ir por compras, hacer tarea, bañarme, preparar las cosas para el otro día (cosa que casi no hacía), cenar y dormir. Solo que esta secuencia, esta vez fluctuó, ya que mi hermana aún seguía de vacaciones. La muy fregona logro entrar a la preparatoria del Politécnico y por cuestiones que yo no entendía su ingreso a clases se había retrasado, por tal motivo los quehaceres de la casa ya estaban prácticamente terminados. Por lo que pude disfrutar de mis programas favoritos que salían en tv abierta, Gaby preparo unas deliciosas naranjas con chile piquín mientras comenzaba a sonar el opening de pokemon en la pantalla.
– Date prisa Lalito, ya está por comenzar – gritaba Gaby mientras yo velozmente me ponía un pequeño short y aventaba la cortina que dividía el cuarto de la sala.
– Voy, voy – corría mientras al intentar brincar el pequeño sillón tropezaba y me lastimaba el pie a lo cual Gaby soltaba una carcajada.
– si serás tonto, deja veo ese pie. No te hayas echo tanto daño –
– No pasa nada, solo fue un pequeño rasguño Gaby, vamos que no soy un llorón –
Así culmino nuestra tarde viendo aquellas caricaturas que sin saber, fueran quienes me llevaran en un futuro no muy lejano a degustar del anime y la cultura asiática.
Como siempre Gaby fue la primera en preparar el agua para bañarse, al no tener un boiler o calentador de agua, teníamos que colocar una olla en la estufa, dejar que esta hirviera y templar el agua con unos botes, para así bañarnos dejando caer el agua con ayuda de una bandeja; al terminar Gaby, seguiría mi madre y hasta el final yo, pues era el que tardaba menos en ducharme y mientras lo hacía, mi hermana y mi mama ya estarían cambiadas de ropa, casi dentro de su cama para dormir. Por lo cual en aquel cuartito sin privacidad alguna, no pude ver a las lindas damas en paños menores, y si llegaba a pasar era algo muy fugaz, pero a partir de ese día las cosas comenzarían a ser diferentes para mí y mi familia.
Comúnmente ellas dormían con pijama, a veces por calor dormirían con poca menos ropa, pero sin estar en ropa interior, mamá solía enojarse si veía a Gaby con poca ropa. El que era algo más exhibicionista era yo, ya que dormía con una camiseta y trusas de algodón blanca que mi mamá compraba, y pues como lo decía, aun no despertaba en mi la lujuria, ni mucho menos me daba cuenta que al sentarme pegando ambas plantas de los pies en mi cama, esta que al ser litera, (yo dormía en la parte de arriba) y al ser delgado, no me percataba que siempre uno de mis dos testículos sobre salía por la orilla de la trusa y que Gaby cuando se le llegaba a hacer tarde para acostarse, podía verlos justo a la altura de su cara como esa misma noche, cuando al acercarse y decirme que podía apagar la luz vi como sus ojos desviaban en varias ocasiones su curso, pero no supe hacia donde, ella nunca menciono lo que veía hasta mucho después.
Otra vez vi como Daphne ingresaba por aquella puerta, su mirada parecía buscar algo o a alguien, hasta que de pronto se lo encontró, y comenzó a acercarse hacia él o mejor dicho hacia mí, sus labios se movían como si me estuviera diciendo algo – ¿Qué? – no la lograba escuchar, – ¡¿Qué?! – trataba de seguir el ritmo de sus labios con mis ojos y descifrar su mensaje, pero no lo lograba, me acercaba más a ella, mi rostro se acercaba más, no podía entenderla, hasta que de pronto me besaba, lo sentía, podía sentir la humedad de sus labios, su calor, su aliento cuando abrió sus labio y pude sentir el roce de su lengu… – ¡YA DESPIERTA! ¡Que se te hace tarde! – gritaba Gaby mientras de un solo tiro jalaba mis cobijas, yo por puro instinto me senté en la cama, ella se quedó callada viendo algo, sus ojos se abrieron como dos grandes platos, yo me espabile y di un leve brinco hacia el suelo, ella seguía con sus ojos algo, pero en cuanto caí al suelo de pie, ella se volteo dándome la espalda – apresúrate Eduardo, llegaras tarde, iré a hacer el desayuno para que lleves a la escuela – mientras levantaba la cortina en dirección a la cocina. Comencé a vestirme, me gustaba planchar mi ropa justo en la mañana pues así sentía el calor de la ropa, era una manera grandiosa de comenzar el día, solo que cuando me agache para ponerme el pantalón vi que tenía una erección, no era la primera vez que tenía una, otras veces llegue a tenerlas, pero esta ocasión fue diferente, veía un bulto más grande que al tratar de cerrar mi pantalón provocaba una sensación placentera – ¿pero qué carajos? – pensé mientras una mano iba al interior de mi trusa. – ¡seis y media Lalo! – el grito de mi hermana irrumpió esa sensación por lo cual corrí al baño para peinarme y concluir mi preparación.
– ¡son cuarto para las seis y tú sigues en el baño, ¿te sientes mal? – preguntaba Gaby del otro lado de la puerta.
– No, no todo bien – mientras me enojaba pues no podía orinar con semejante erección, – carajo, esto nunca me había pasado, ya duro demasiado, ¿porque tengo esa mancha en mi calzón? ¿tuve un sueño húmedo?, ¿desde a qué hora la trigo parada? ¡¿Será que Gaby fue lo que se quedó mirando en la mañana?! – me preguntaba mientras cerraba la puerta de la casa y corría para llegar a la escuela…
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