Una madre evitando que su hija caiga en manos equivocadas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Anteriormente he tratado de relatar algunas de mis experiencias sexuales, lo que ha gustado a algunos y a otros no, lo que resulta lógico por cuestión de gustos. Pero he recibido correos preguntándome ¿Cómo eres?, ¿Eres Brad pit?, ¿Eres tom Cruise?, ¿Cómo son tus sobrinas?, ¿Tienes fotos?-
Bien la respuesta es NO. Soy alguien que se considera normal dentro de lo posible, 170 de estatura y con todas las características de un vecino de tu ciudad. Piel morena, ojos color café, complexión robusta sin llegar a estar gordito, pelo negro. Eso sí, calenturiento a mas no poder jajajaja.
Ok con ese precedente, y en considerando que soy uno más, como tú o como alguien que conoces, hoy te contare algo que me paso hace un par de años, antes que tuviera que venirme a vivir a México.
Conocía a esa familia desde mucho tiempo atrás, un matrimonio de normal aunque en el barrio se decían cosas acerca de ellos, pues según se contaba el padre se había cogido a su hijo desde muy chico. El niño era hoy de tendencia homosexual.
Bien como no quiero aburrirlos, iré al punto. Angélica era una niña bastante bonita, 16 cumplidos, bajita de estatura, morena y con cara de inocente. Un cuerpo normal, caderas bien formadas, unas tetitas medianas y unos ojos negros que enamoran. Desde chica siempre había sido como parte de una fantasía para mí, aunque nunca le insinué nada por su edad y para no verme en problemas con su familia. Como dije, tenían su reputación algo entre dicho.
Ella a diario llegaba a ayudarle a su madre en un pequeño negocio que tenían, nos tratábamos con respeto, para ella yo era una persona mayor aunque me tenía cierta confianza.
– Hola – me decía -. Don Robert y usted que ondas. ¿Tiene hijos?, ¿Por qué no los trae a su negocio?, ¿Y su esposa?, ¿Vive solo?
Era un chica curiosa, a quien le respondía a cada una de sus preguntas. Que efectivamente tenía hijos, pero que no vivían conmigo, que estaba separado de mi esposa, que estaba solterito jajajaja.
Ese había sido tema muchas veces en nuestras conversaciones. Angélica era una niña curiosa, yo alguien que hubiera querido ser algo más, pero que consideraba que no valía meterme pedos por un polvo aunque la chiquita le paraba la verga a quien ella quisiera. Cuantos viejos la veíamos y no habíamos pudo ocultar que en nuestras mentes vivíamos momentos de sexo con ella.
Su madre jamás mostro desconfianza al vernos juntos, igual su padre o hermanos. Creo que era normal pues a diario convivíamos en nuestros puestos de trabajo. Su hermano el gay la molestaba a manera de broma que debería hacerse mi novia, pero hasta ahí. Todo quedaba en eso, en una broma.
Un día una tía suya conversaba con la madre de Angelica frente a mi negocio y a manera de meterme en su plática dijo como queriendo que yo escuchara:
– Con Don Robert debería casarse, él está soltero y tiene que ofrecerle.
– Jajajaja – Reí divertido -. ¿Pa que soy bueno o qué?
– Ah Don Robert, es que usted sería un buen yerno jajajaja. ¿Verdad Ana? – dijo dirigiéndose a su hermana-.
– Aja – mascullo – la madre de Angelica.
– ¿Cuál es el misterio? – pregunte pícaramente.
– Ah Don Robert dijo la tía, es que ese hijo de su puta madre de mi cuñado es una mierda – Dijo disculpándose por la grosería -. Si yo le contara.
– ¿Qué pasa? – pregunte un tanto extrañado-
– Imagínese que…. – dijo deteniéndose como queriendo que su hermana le diera autorización para descubrir lo que estaba a punto de contarme – El muy hijo de puta, se cogió a
Ricardo desde chico, después comenzó a toquetear a la otra niña, Rebeca a quien yo creo también hizo su mujer. Ahora quiere joder a Angelica, no, eso no se vale. Esa niña es diferente, se comporta de buena manera, hasta está yendo por el camino de la religión. No eso no se vale – repetía –
– Si, esta feo – dije meditando en lo que oía -.
– Saben que – dijo la madre de Angelica dirigiéndose ya a su hermana y a mí -, ese perro no se va a salir con la suya.
Dame donde quedarme ahora – dijo a su hermana -, ya mañana hablo con el cuándo le pase la borrachera y dejar todo en claro.
Mi niña no le va regalar su virginidad – dijo como asegurándose a ella misma –
Hay nos disculpa Don Robert – Me dijo como despidiéndose – Buenas noches
Nos despedimos, esa noche no pasó desapercibida la imagen de que el padre de Angelica era un pervertido jajajaja. Igual o parecido conmigo que en mis años me cogí a las hembras de mi familia por parte de mis padres.
Al siguiente día todo paso normal, Angelica hizo todo cuanto solía hacer. Hasta jugo futbol como tantas tardes con niños y niñas de su edad. Era divertido verla corretear con toda la energía que se tiene a su edad.
– Y que le – le dije como otra más de nuestras conversaciones-. ¿Qué cuentas?
– Nada – me dijo -. ¿Y usted?
– Pues nada. Todo tranquilo. ¿Quieres una coca?
– Sale, pero bien fría.
Sabe Don Robert, usted es bien bueno conmigo. Si algún día yo pensara hacer algo con alguien lo haría con usted.
– Algo, ¿Cómo qué?
– Algo – dijo sonriendo y alejándose mientras me miraba con esos ojitos perturbadores.
– Algo – dije para mí sonriendo interiormente -. Mi verga sin pensar siquiera, se había empalmado. Un líquido viscoso mojo mi entrepierna.
Desde esa conversación nada fue igual, cuando hablábamos todo era más erótico, con doble sentido. Angelica seguía viniendo a charlar conmigo, y aunque aparentemente hablábamos lo mismo no era así. Sutilmente nos pasábamos al tema de las confidencias, que era virgen, que sabía que su padre se había cogido a su hermana y hermano, que ella había visto sexo solo en películas porno.
– Aja – le dije -. Así que la niña no es tan santa….
– Es que mi prima tiene unas, y ella estaba viendo. Yo solo vi un rato pues no me gustan
– ¿Y qué? ¿Crees que estas preparada para tener relaciones?
– Con usted si – dijo a quemarropa –
– ¿Conmigo?
– Es que usted se comporta especial, dice mi mama que ella quisiera que yo estuviera con alguien como usted.
– Jajajaja ¿Eso dice?
– Sip..
– ¿Y tú que piensas?
– Que si usted quiere, yo seré su mujer.
Me retire sonriendo, estaba dicho. Nos despedimos y me encamine a mi casa, el agua fría no fue capaz de bajar mi calentura y me masturbe más de tres veces pensando en que esa niña estaba a mi disposición, solo que era todo un pedo por el record de su familia.
Pasaron los días, hasta que llego esa tarde en que me abordo la madre y la tía con quien habíamos hablado anteriormente.
– Don Robert, con usted quería hablar – dijo la madre -. Voy a ser clara con usted, he visto que Angelica está entusiasmada con usted, y sé que ella no le es indiferente. Yo no quiero que el puto de mi marido vaya a terminar cogiéndola, por eso voy a proponerle algo:
Yo quiero que usted sea su primer marido, pero quiero estar ahí cuando tengan relaciones. También mi hermana quiere estar ahí – dijo como buscando su confirmación -.
– Si – dijo esta -. Don Robert, es que queremos ser testigos de cuando le arrebatamos la presa a mi cuñado, queremos ver como usted desvirga a mi sobrina.
También queremos gozar el momento y recordarlo después, por eso lo vamos a grabar en video.
– Aja – dije – ¿Y que dijeron?, Robert va a posar desnudo mientras ustedes me graban encuerado.
¿Y qué dice Angelica?
– Ella es una niña inocente, déjeme convencerla. Yo sé que en el fondo también quiere darle una lección a su padre.
– Bueno hablen con ella – dije -, y me avisan.
Se fueron, yo sonreí. No sonaba tan mal idea, aunque no me parecía tan excitante coger mientras unas señoras cuarentonas me captaban con sus teléfonos.
Fue esa misma noche, me citaron a la casa de la tía de Angelica. Ella ya estaba ahí y parecía nerviosa al igual que yo. Sin tanto preámbulo los cuatro estábamos encerrado en un cuarto con una sola cama, al lado dos sillas y un espejo sobre el respaldo de la cama.
– Tranquila mi hijita – dijo la madre a Angelica -. Esto va a ser para que tu padre no te robe lo que más vale en una mujer.
Amabas señoras nos observaban. Nosotros en la cama, me recosté quedando justo frente a los labios de Angelica y la bese en sus húmedos labios, carnosos y calientes. Me correspondió, nos besamos de manera sabrosa, de lengua, apasionada, con lujuria.
– Ummm – gimió ella.
– Tranquila – le dije mirándola apasionadamente a los ojos –
Deslice mi mano sobre su espalda hasta llegar a sus caderas, aun sobre su vestido su cuerpo se agitaba nervioso. Con la otra separe un poco su blusa para ver sus pechos, estaban chicos, duritos y con un pezón muy, muy erecto, excitado.
– Estas rica – le dije –
Ella también recorría mi espalda con sus manos, me acariciaba como si también disfrutara al hacerlo.
– Siento cosquillas – me dijo -. Y me da pena que mi mama me esté viendo.
– Has como si no estuvieran. Las cosquillas es normal, ya se te quitaran y sentirás otra cosa …
Al mismo tiempo que nos acariciábamos, poco a poco la fui dejando sin sus ropas. Era bonita, estomago plano, tetas medianas, culo redondo y duro, piernas bien formadas y un chocho de labios no muy gruesos, moreno, rodeado de una puñado de bellos de color castaño.
Yo me deleitaba en sus pechos, mi mano se divertía masajeándole el clítoris, ella suspiraba y parecía haberle hallado el gusto pues se mecía rítmicamente como si tratase de ensartarse en el dedo que la hacía feliz.
Me baje besándole cada centímetro de cuerpo desde sus pezones hasta su parte prohibida, emanaba un rico olor, sus jugos tenían un sabor divino, rico y excitante. Prácticamente me abrazo con sus piernas cuando sintió mi lengua rosarle sus labios vaginales.
– Que rico – dijo entre dientes, como un pequeño grito –
Le di lengua como quise, afuera, adentro, de arriba abajo, en círculos. Su panochita parecía sufrir de gusto. Me desabroche mis pantalones y saque mi verga, me dolían los huevos, estaba excitado.
– Puta madre – dijo la tía de Angelica -. Este Don Robert compro cuando vendían barato, jajajaja que buena verga la que se maneja.
El comentario inocente, no dejo de causar impacto. La madre de Angelica me observaba, la misma Angelica había levantado su mirada y ahora contemplaba con atención mi pene, que a pesar de no ser de más 18 cm si es algo grueso.
– Sigan – dijo la madre con voz entrecortada, como excitada –.
– ¿Qué paso? Le dije eróticamente al oído a Angelica.
– Nada, es que está bien grande su cosa, me va lastimar.
– Tranquila – le dije -. Déjeme a mí, no le voy a hacer daño-
Sin quitarme de en medio de sus piernas, me gire y viendo hacia donde estaban la mama y la tía con sus teléfonos les dije:
– Ummm creo que vamos a dejar esto hasta acá, en verdad no es tan agradable que me estén grabando. Sí, creo que todos nos ponemos nerviosos. Hasta ustedes, ¿Verdad Doña Ana? – dije a la madre—
– Jajajaja Si, pero siga. De todos modos ya estamos en esto, ¿no cree?
– Seguimos con una condición. Todos desnudos, así cada quien enseña algo prohibido ¿No cree?
– Este Don Robert si salió avispado – dijo jocosamente la tía -. Bien, ustedes sigan, me parece justo. O todos en la cama, o todos en el suelo – dijo mientras se quitaba sus ropas.
Aunque estaba entretenido en darle lengua a Angelica, de reojo podía ver a esas mujeres quedarse totalmente desnudas, estaban gorditas y algo falta de ejercicios pero se antojaba verles sus pechos grandes, coños cubierto de vello y húmedos. Si, las viejas estaban mojadas, Doña Ana prácticamente le escurría líquidos por su pierna.
Yo seguía en mi tarea de darle lengua a la niña y adrede dejaba ver mi verga totalmente parada ante los ojos de quienes solo estaban ahí para grabar un video. Fue la tía quien pareció perder el control y acercándose como para hacer una toma de cerca tomo mi miembro en sus manos mientras exclamaba que le parecía que era la verga más gruesa que había visto.
La sostenía entre sus dedos, le descubrió la cabeza y camino su mano palmo a palmo hasta llegar al tronco. La masturbaba suavemente, se sentó al borde de la cama, acerco sus labios y la engullo en su boca como golosa. Mamaba con frenesí y deseo.
Su lengua caliente se deslizaba por cada pedazo de mi verga, al llegar a mis huevos se los metía completos y suspiraba diciendo que estaba rico.
Doña Ana la mama de Angelica seguía con su teléfono grabando, sus ojos denotaban que estaba disfrutando el momento y poco a poco había abierto sus piernas para dar paso a que le viera ese chocho que parecía pedir a gritos que lo cogieran.
Angelica seguía de espaldas gimiendo antes las embestidas de mi lengua, se contorsionaba mientras casi me estrangulaba con sus piernas. Pude sentir en mis labios cuando escupió producto de su primer orgasmo, sus líquidos agridulces eran riquísimos.
Su tía seguía pegada a mi verga y ya se daba dedo en su chocho, la madre continuaba grabando mientras con una mano se acariciaba sus pechos, el estómago y gemía como perra en celo.
– Préstame esta verga mi hija – dijo la tía -. Esta torta (refiriéndose a su chocho) tiene años que no come carne y peor aun así de rica.
No hubo necesidad de respuesta, fue la madre quien le hizo señas a su hija para que le diera oportunidad a su tía de disfrutar del sexo.
– Bésame acá – le dijo señalándole sus tetas –
La tía me empujo suavemente sobre la cama hasta dejarme de espaldas, se subió en mí y tras colocarse la verga en esa entrada totalmente húmeda se deslizo poco a poquito hasta colocar su enorme culo sobre mis huevos. Bramo de gusto, se mordió los labios e inclino la cabeza hacia atrás.
– Por dios, que verga más deliciosa – exclamo -.
Empezó a cabalgar con ritmo como tratando de saborear con su vulva cada embestida, era estrecha y muy caliente. Sentía como cuando le tocaba hasta el fondo de sus entrañas, se contorsionaba y emitía quejidos como si estuviera llorando. Cuando acabamos fue brutal, rico, perverso. Sentí cuando se descargó, sus líquidos casi hirviendo empezaron a descender sobre mi verga y ella grito como si le estuvieran pegando. Se lanzó sobre mí y me beso como si le fuese la vida en hacerlo.
Cuando se descabalgo mi verga estaba totalmente empalmada y llena de semen, la tomo en sus manos y le dijo a su sobrina que se acercara.
– Ven mi hijita, ven. Te voy a enseñar como se mama una verga, tu verga. Porque esta será la que te hará feliz cuando te coja. Ven, mira está bien rica, Ven tú también – le dijo a Doña Ana -. Sé que también estas que te mueres de ganas por comértele, ¿O me equivoco? Jajajaja-
Era de locos, yo tirado de espaldas en la cama y las tres mujeres jugueteando con mi verga que a pesar de recién haber acabado no se había rendido jajajaja.
Fue Doña Ana la que tomo la iniciativa, se prendió de mi miembro y lo gozaba como enajenada. Su hermana le masturbaba su pepa y de vez en vez le daba lengua en su ojete del culo.
– Angelica – le dijo casi entre dientes por la excitación. Voy a probar si de verdad esta buena esta verga, después te toca a ti.
Se colocó de espaldas a la cama y abrió sus piernas, entendiéndole que quería que la cogiera de misionero. Me acomode y casi con furia le deje ir hasta mi último centímetro de carne provocándole un sonoro grito y aumento en la respiración, aun así me agarro fuertemente con sus piernas como si previera que me fuese a escapar. Cogimos rico, ella bailando sus nalgas y embistiendo al mismo tiempo que yo la penetraba, me halaba hacia sí y me besaba suavemente.
– Sabía que no me equivocaba – me dijo al oído -. Sé que usted será el mejor recuerdo de la iniciación de mi hija.
Cójame, cójame, ocúpeme de entrenamiento para cuando rompa ese chocho virgen que está deseando que lo haga suyo.
Como decimos entre amigos, la señora era una golosa. Culeaba que daba gusto mientras se acariciaba sus tetas con los pezones muy erectos, pujaba, se mordía los labios mientras me miraba con unos ojos de agradecimiento por la cogida que le estaba dando.
Su acabada fue de infarto, se contorsiono, me apretó con sus piernas casi causándome daño y empujo su cosa contra mi verga salpicándome de sus líquidos, un sonoro grito salió de su garganta:
– Ay me muero, que rico, que rica cogida por Dios.
Angélica y su tía solo observaban. Las dos desnudas, sentadas cada quien en sus silla, como si estuvieran de acuerdo ambas me dejaban ver sus chochos, el de la pequeño goteaba un fino hilito de líquido, la pepita de su clítoris completamente dilatado y sus labios vaginales entre abiertos.
Su madre aún convaleciente se puso en pie dejándome aun con mi verga parada, casi en susurro le dijo a Angélica que era su turno.
– Vamos cariño – le dijo -, te toca. Está bien sabrosa, Don Robert es una delicia con esa herramienta que se tiene.
La vi llegar hacia mí, parecía nerviosa pero decidida. Se recostó a mi lado y nos besamos en la boca, se había soltado y su lengua parecía más traviesa ahora, pues buscaba la mía para golpearse como si estuviéramos en combate. Sus pechos estaban a reventar de duros, sus pezones paraditos. Mi mano empezó a recorrerle el cuerpo, sus nalgas, espalda, su cabello, tetas, estomago, hasta llegar a su vientre. Ella me facilito abriendo sus piernas, pude sentir su caliente cosa al contacto con mis dedos, estaba totalmente mojada.
– Súbete arriba – le dije entre dientes -.
Sin dejar de besarme paso una de sus piernas sobre mi cuerpo para quedar en posición de galope, sus caderas se bamboleaban al aire y sus pechos se mecían sobre mi pecho, levanto su cara y mostrando gran satisfacción me miro a los ojos, su chocho a tan solo a centímetros de la cabeza de mi tranca.
– Bien bonita – le dije -, así. Déjame colocar mi pajarito en la entrada y luego empiezas a bajar tu solita. Despacio para que no te duela, a lo que aguantes, vale.
Angelica era fácil de guiar, espero tranquilamente a sentir mi verga entre sus labios y como le había indicado bajo lentamente enterrándose casi nada, ni tan siquiera la cabeza le entro y gimió de dolor.
– Me duele – dijo -.
Había separado sus caderas aunque mi verga todavía hacia contacto en su chocho, mis manos sobre su culo.
La hale hacia mí para besarla y decirle al oído que se tranquilizara, que todo estaba bien, que ya entraría.
– Hoy – le dije -, voy a empujar yo también. Tu hacia abajo, yo hacia arriba ok.
Me acomode bajo su cuerpo, hale una almohada y poniéndola bajo mi culo dispuse toda mi estaca en dirección al interior de la niña, ella hizo lo propio y empujamos los dos, al mismo tiempo. Cada embestida era un suspiro, un arañazo de sus uñas, unos centímetros más que se metían en su vulva, fue casi un descanso sentir que sus caderas asentaron a mis piernas, al fin la tenía completamente ensartada. Ella seguía ahí, inmóvil, ligeramente tirada sobre mi pecho y suspiraba fuerte mientras me decía que le dolía demasiado. Así como estábamos nos acariciábamos apasionadamente, nos besábamos como buenos amantes.
Sus caderas aflojando me indicaron que se había acostumbrado a mi buen pedazo de carne, mi verga estaba a full de erección. Suavemente empecé a moverme hacia arriba penetrándola, ella igual se movía hacia abajo como intentando agarrar ritmo, en pocos minutos estábamos cogiendo rico, podía sentir como sus paredes vaginales rosaban a mi tranca en cada perforada, era extremadamente apretada de su vagina.
Angelica se movía de manera salvaje, excitada. Parecía haberle hallado el gusto y galopaba como quisiera llegar a su destino lo más pronto posible, su respiración agitada me hizo saber que al ritmo que íbamos sería la tercera panocha que derramaría sus fluidos encima de mi verga ese día.
Acelero sus movimientos y cerró sus ojos, de su boca solo salían esos gemidos que me confirmaban que estaba a punto de acabar, yo igual sabía que no aguantaba, mi fierro me dolía y sentía ciertos espasmos en mi estómago. Era cuestión de embestidas, cuestión de segundos…
Ella había perdido algún pudor que hubiera tenido, cogía como loca. Sus nalgas se estrellaban con fuerza sobre mí, acerco sus labios a mi boca y dándome un beso de piquito grito como si le hubiese hecho daño, sus entrañas parecieron querer destrozar mi verga pues me apretaron como si fueran tenazas. Yo, sintiendo que habíamos llegado al final solo empuje mi cuerpo hasta sentir que mi verga se incrusto hasta lo más profundo, prácticamente quedamos en el aire, solo mis pies y mi espalda hacían contacto con el colchón. Grandes chorros de semen se vaciaron en su interior mezclándose con algo caliente que manaba de ella, nos fundimos como un solo cuerpo y nos besamos fuerte, lujuriosamente.
Estábamos sudorosos, aunque nos sentíamos más unidos, más cercanos, nos sentíamos a gusto, tanto que al menos a mí se me había olvidado que frente a nosotros estaban su madre y la tía. Nos miraban sonrientes aun desnudas y grabándolo todo con sus teléfonos.
– Que rico polvo mijita – dijo su mama -. Veo que te gusto, sé que acabaste o ¿no?
– Sentí como si me fuera a desmayar – dijo con su habitual acento de ingenua Angelica -, pero me gustó mucho.
– Ok amor – volvió a hablar su madre, tenemos que irnos. Ponte tus ropas, se nos hizo tarde y Don Robert también se tiene que ir. Ya lo tendrás cuando quieras, ¿Verdad don Robert?
Solo asentí con mi cabeza, deje que Angelica se levantara de la cama y me quede observando esos tres cuerpos que hace un rato habían disfrutado de mi verga.
La madre de Angelica y Doña Ana se vistieron con rapidez, ella fue la última.
– Despídete – le dijo su madre -.
Todo fue sencillo, se quedó conmigo mientras me ponía mis ropas para luego besarme y decirme que le había gustado ser mi mujer, que deseaba que repitiéramos esto. Que si yo quería se iba para mi casa para no tener que despegarse nunca de mí.
Sobra decir que ahora vivimos juntos, sé que ella es una niña a la par mía, actualmente tiene 20 y según sus palabras quiere tener un hijo conmigo, cosa que estamos pensando todavía.
Con su madre no volvimos a tener sexo, Doña Ana si me busco un par de ocasiones para comer verga como ella dice, es una señora cincuentona de lo más caliente. El padre de Angelica, creo que sabe que le cogí a su mujer, el hermano gay un día hasta se atrevió a pedirme que tuviéramos intimidad, según él sabía que yo tenía una verga deliciosa. Bueno, eso es otra historia…..
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