Una niña curiosa : Cogiendo con mi nieta en el estacionamiento de la escuela
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Su respiración en mi cuello y aquellos gemidos de placer me decían que Estefany habría disfrutado al igual que yo aquel momento.
Estábamos en el carro, sentado en el asiento delantero, ella sobre mi, de frente, abrazada con sus manos sosteniéndose de mis hombros.
Se había tragado 17 cm de verga aunque ella solo tiene 12 y hasta donde yo sabia únicamente había cogido con sus tíos unos años mayor que ella.
Conservamos nuestras ropas, ella únicamente se quitado su calzoncito color celeste, yo nada más me había bajado los pantalones dejándolos a mis talones.
Todo había empezado cuando la fui a traer a la escuela.
Estefany es mi nieta, esa con la que hace unos meses habíamos iniciado un juego sexual donde ella me mamaba la verga o yo le chupaba el choho.
Incluso ya en una ocasión le había metido nada más la cabeza de mi pene, pero hoy eso era historia.
Estefany se la había tragado toda, sus labios vaginales únicamente había dejado mis bolas afuera.
Mi manos en su culito podían sentir aquellos calofríos en su cuerpo, parecía que si bien era cierto que antes ya había comido verga hoy había caído en exceso.
Tenía todo un garrote dentro, más grueso que el de su tío de 13 con quien la había visto coger, más venudo y con aquella curvatura que quizá le estaba destrozando su punto G porque la sentía en extasis sexual.
Podía sentir en mi pecho aquellas tetas que apenas empezaban a desarrollarse.
Podía oler su cuerpo impregnado de aquella fragancia de niña que le había regalado para su cumpleaños.
Podía escuchar los intensos gemidos escapándose de su garganta.
– Te gusta bebe – le había preguntado – a lo que me había respondido entre diente que si.
Que le encantaba, pero que mi verga estaba muy grande.
Me llega hasta la panza –había dicho.
Estábamos en el estacionamiento de la escuela misma, prácticamente solos.
Los demás autos y sus dueños ya habían dejado el lugar.
Los vidrios arriba, el aire acondicionado a media intensidad.
El lugar y momento perfecto.
Estefany había asimilado aquel intruso en su vagina y ahora parecía más relajada y lista para dejarse follar por su abuelo.
– Me gusta tu cosa Abue – me había dicho – y cómo si aquello fuera la señal esperada moví un poco el asiento hacia atrás para tener mayor libertad de movimiento.
Mis manos se acomodaron a su culito y moví un poco las caderas hasta casi sacarle mi pija y luego la volví a penetrar muy lentamente sintiendo como como mi tolete se habría pasó entre aquellas paredes vaginales por demás estrechas.
Otra vez pude escuchar aquel prolongado gemido, aquel mmmm y como de nuevo se abrazo a mi con fuerza.
Una vez más estaba empalmada, pero esta no me detuve y repetí el movimiento, se la saque y se la volví a meter hasta que sentir como llegaba hasta sus tripas.
Estefany respiraba como si a cada penetrada la fueran a inyectar, había cerrado los ojos y sus manos se aferraban a mi espalda haciéndome sentir que le gustaba lo que estaba viviendo.
Por el espejo retrovisor interior podía ver su espalda, su alborotada cabellera cayendo sobre sus hombros.
La podía ver cómo se movía de arriba abajo, porque ya cogiamos a ritmo, ya mi verga le entraba una y otra vez.
Lleno de morbo y sin dejar de hacer lo que hacíamos moví un poco el espejo, quería ver más abajo, quería ver aquellas caderas sujetas por mis manos, quise ver si fuese posible como mi pene asomaba para luego desaparecer en aquella vagina que aunque no dejaba de estar apretada, ahora era un horno caliente y húmedo, se había lubricado en exceso.
Quizá por un segundo olvide a quien me follaba.
En el espejo podía ver a aquella chiquilla de blusa escolar blanca y falda a cuadros de uniforme, medias a las rodillas.
Su blanco culo entre mis morenas manos, le marcaba el ritmo.
La ayudaba a levantarse para luego volviera a caer sentada en aquella estaca que hoy parecía como si mil viagras la hubieran puesto dura como roca.
Digo, si es que la viagra pone como hoy tenía la verga.
Hinchada, las venas llenas de sangre, de un color morado el tronco y la cabeza de un color rosa claro.
Cuál si de porno se tratara, lo que veía en el espejo hizo mella en mí y aunado a los síntomas de Estefany hizo que esta vez quisiera terminar aquel polvo.
Mi chiquilla estaba una y otra vez gozando de mini orgasmos, podía sentirla como su cuerpo parecía sufrir descargas eléctricas, podía sentir como su vulva era víctima de espasmos, sus manos se apretaban a mis hombros, la respiración entrecortada como si el aire no le fuera suficiente, pero sobre todo aquel concierto de gemidos, aquella serie de sonidos como si no pudiera articular palabra alguna más que mmmmm mmmm aaahh ahhh ahhh aaaaah.
Supe que iba a terminar, me olvide de ver el espejo, cerré los ojos y quise disfrutar aquel momento.
Sentí hormigueos en la parte baja, sentí como mi verga se ampliaba y empuje con fuerza, una, dos veces, tres veces.
Me explote en su exterior, las uñas en mi espalda me dijo que ella había llegado a un orgasmo que quizá no había sentido antes.
Un líquido caliente empezó a bajar por mi verga, seguíamos abrazados.
Más bien era ella la que no se soltaba de mis hombros.
A pesar de haber acabado yo seguía empalmado, pero sabía que tenía que llevarla a casa.
También me di cuenta que alguien se acercaba al carro.
Era alguien de seguridad que se aproximaba por atrás.
De seguro venía a decirme que ya era hora de cerrar.
Rápido como pude, acomode mis pantalones y Estefany se sentó en el asiento trasero.
Baje el cristal para evitar sospechas.
– Buenas tardes – dije tratando de dar mi mejor sonrisa –
– Buenas tardes.
– Disculpe, tuve un problema con el auto pero ya quedo.
– Ok Sr.
¿Seguro está bien? Porque tenemos auxilio mecánico en la escuela.
– Gracias, estoy bien.
De verdad me agradezco.
– Ok.
Buenas tardes – dijo mientras levantaba su mano en actitud gentil.
Fue hasta que salí del estacionamiento que pude ver el calzoncito de Estefany en el asiento delantero.
¿Lo habrá visto el agente de seguridad? Y cómo si con ello pudiera encontrar una respuesta regresé mentalmente las imágenes de lo que había pasado con el agente.
Su rostro no demostró señal alguna de que se percató.
No dije para mi, no pudo haberlo visto.
– Bebe – dije – toma tu calzón, pero no te lo pongas.
Vamos a pasar a un lugar para que te limpies, vale.
– Si abue – dijo melodiosamente- para luego preguntar ¿Abue, con quien te gusta más hacer el amor.
Conmigo a con la abuela?
Me tomó de sorpresa.
La mire en el retrovisor y vi su carita inocente.
Supe que debía responderle: Me gusta hacerlo con la dos – dije -.
Y cómo si aquello necesitará respuesta ella volvió a decir: A mí me gusta mucho que me hagas el amor Abue.
Me gusta sentir tu cosota en mi pucha (Así le dice a su panocha).
A mí también bebe – dije – y cómo ya de antes había decidido pasar a algún motel para que se aseara, creí que bien podría ser buena oportunidad para echar otro polvo.
Total mi verga seguía parada y mi mujer no estaba en casa.
Era por eso que había ido a recoger a aquella curiosa y caliente niña que era mi nieta, aunque en realidad no lo era.
Como he contado en relatos anteriores.
Estefany es la hija de mi hijastra, la mayor de los hijos de mi mujer.
Me llama Abue por abuelo aunque en realidad no lo sea.
Seguiré contando.
Que lástima que el de seguridad no se la cojio