una noche de viernes
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por elamable1963.
Cuando follamos imaginamos historias diferentes y, las vísperas de fiesta, cuando salimos solos o con los amigos procuramos que esto nos sirva para ponernos cachondos. Hace unos meses compramos una cámara de vídeo, al principio la usamos para lo típico, salir fuera, sacar paisajes, filmar a la familia, a los amigos, etc. . Sin embargo pronto le dimos otra utilidad y como era de esperar al poco tiempo estabamos grabando escenas de nuestras folladas. A mí, especialmente, me gusta grabar a Luisa con ropas y posturas provocativas y el solo imaginar que alguien las puede llegar a ver me pone muy cachondo. A Luisa le da mucho corte que alguien pueda encontrarlas alguna vez y para evitar esto tenemos guardadas las cintas en mi mesilla de noche.
El viernes pasado salimos a cenar. Luisa se había puesto un vestido claro de una tela muy fina muy provocativo, con liguero, medias negras y con unas bragas rojas trasparentes. Los bordes de las ligas se veían en cuanto se agachaba lo mas mínimo.
Durante toda la noche estuve mirándola, se la veía el contraste del negro de las medias y el color de la carne de los muslos y cuando se ponía de pies se adivinaban las bragas y el calor de la situación hacia que se le marcaran los pezones. Estaba para echarla un buen polvo.
Mientras cenábamos los comensales de la mesa de al lado no quitaban ojo, yo sé lo dije a ella y para comprobar que era verdad la hice que fuera al lavabo. No había duda ellos clavaron su vista en su culo sin disimular los mas mínimo mirándose entre ellos con complicidad.
Toda esta situación nos calentó al máximo, así que salimos hacia casa antes de los acostumbrado, porque estabamos deseando liarnos a follar.
Cuando subimos al coche se alzo las faldas casi hasta la cintura dejando ver sus hermosos muslos y el triángulo de sus bragas.
Durante le camino fue subiéndose las faldas y enseñándome el gran mogollón de su chocho. Mientras yo la metía la mano por dentro de las bragas y separaba con mis dedos los labios de su chocho que chorreaba como una fuente.
Estuve a punto de la corrida y de parar en cualquier sitio para metérsela, pero me pidió que no siguiera para llegar antes a casa al máximo de la calentura.
Cuando llegamos, era todavía temprano, y estaba todo muy silencioso, nos extrañó, porque por la hora que era, nuestros hijos Luis y Carlos, (de 17 y 15 años), ya debían estar allí.
Fuimos al piso de arriba, donde están los dormitorios, y oímos hablar en el ático. Como nos dimos cuenta que no se había percatado de nuestra llegada, subimos despacio para darles un susto, pero el susto fue nuestro.
Estaban ellos con dos amigos, Rodrigo y Juan, viendo la televisión que tenían arriba pero la película que estaban viendo era de una de nuestras grabaciones. En la televisión se podía ver a Luisa con un camisón transparente y unas bragas minúsculas con el culo en pompa pidiéndome que le metiera un consolador.
Observamos un pequeño rato y pudimos ver que los cuatro se habían sacado sus pollas y que se las meneaban tranquilamente.
– Valla coño que tiene tu madre – les decia Rodrigo a nuestros hijos -, está para pegarle una buena comida y follarselo hasta llenarla de leche a lo bestia.
Al ver todo esto, Luisa se puso muy nerviosa y me dijo – Vamos a bajar otra vez a la puerta de la calle y llamamos para darles la oportunidad de cortar el vídeo y disimular.
A mí, la situación primero me molesto pero luego note algo morboso que me empezó a poner la polla dura.
Bajamos hacia nuestra habitación y antes de entrar en ella, la retuve y empece a sobarla por entre los muslos hasta llegar a su coño, lo tenía empapado. Ella me sacó la polla y me la empezó a mamar con verdadera ansia en la misma puesta de la habitación.
– Cierra la puerta por si bajaban, nos pueden ver- me dijo.
– ¿ Que más de lo que estaban viendo pueden ver? – le contesté.
La fui quitando el vestido y la deje con el liguero y las bragas que dejaban ver toda la raja de su hermosos culo y los pelos de su sexo. Empece a sobarla su empapado coño y a comérselo con las bragas aún puestas.
– ¿Qué sientes al saber, lo bien que se lo estaban pasando meneándose las pollas a costa de tu culo y tu coño?.
Estas palabras la pusieron aún más caliente.
– ¿Sabes? – la dije-, me gustaría que en vez de estar viéndote en el vídeo les estuvieras poniendo el coño en realidad.
Entonces, se me ocurrió una idea, siempre habíamos fantaseado con que alguien se la follaba mientras yo miraba, y esa era nuestra oportunidad.
– Ponte una falda corta y una blusa y haz como si acabáramos de llegar y sube – le dije -, yo mientras paso a la terraza y miro desde allí lo que pasa.
Al principio le costó un poco pero tenia tal calentura que no tardó en ponerse la ropa que le dije y subir.
Mientras subía la escalera, se arrodilló sobre los peldaños y se subió la pequeña falda quitándose las bragas que dejo tiradas en el suelo.
Yo mientras pase por la otra habitación a la terraza y empece a observar.
Los cuatro chavales estaban al borde de la corrida, y cada uno se desahogaba diciendo distintas barbaridades, sin quedarse ninguno atrás.
– ¿Vosotros me dejaríais follarme a tu madre algún día? – preguntó Juan.
– Si, – contesto Luis -, seguro que no tendrías ningún problema, porque según puedes ver, es un verdadero putón, que se merece que le metan mil pollas.
Por lo que pude deducir, no era la primera vez que veían uno de nuestros videos y al parecer era una de sus actividades preferidas de los fines de semana.
Según hablaban de las burradas que querían hacerle a Luisa con las pollas en las manos, agitándolas cada vez mas rápidamente, oyeron la voz de mi mujer.
-¡Chicos!, ¿ Dónde estáis?.
En un instante se guardaron a duras penas sus pollas en los pantalones y cambiaron el canal de la televisión a una película de aventuras.
Luisa entró en la habitación haciéndose de nuevas.
-¿Qué hacéis chichos?.
– Estamos viendo una película que hemos alquilado en el vídeo club y comiendo unas pizzas – le contestó Luis.
El aspecto de Luisa era verdaderamente provocador, la pequeña minifalda dejaba ver parte de las ligas negras y el resto de los muslos casi se la veían por entero y a poco que se agachara la podrían ver hasta el hígado. Los chicos no le quitaban ojo.
-¿Dónde está papá? – le preguntó Carlos, nuestro hijo pequeño.
– Se ha acostado, le duele mucho la cabeza- contestó Luisa.-, ¿Os apetecen unas coca colas?, yo tengo mucha sed.
Los cuatro dijeron que si, y ella bajó a la cocina a por ellas.
– ¡Jo que corte! – dijo Rodrigo -, casi nos pilla.
Según decia esto intentó sacar la película del vídeo, pero Luis mi hijo mayor se lo impidió.
– Aún podemos ver otro poco mientras mi madre prepara las bebidas – dijo.
– A mí me da mucha vergüenza- dijo Juan
Pero Luis volvió a conectar el vídeo.
En ese momento se veía una escena en la que Luisa, con un camisón rojo, sé despatarrada encima de la cama, se abría el chocho con una mano y se lo rozaba con un consolador negro que le había regalado yo en su último cumpleaños.
El consolador imitaba la polla de un negrazo y ella de vez en cuando, lo chupaba con verdadero vicio para luego pasárselo una y otra vez por el coño metiéndose de vez en cuando la punta.
– ¡Fóllame negro!- decia con una voz de salida que casi llevaba por si misma a la corrida. .
Se quedaron atónitos y como por automatismo se volvieron a sacar las pollas y empezaron a meneárselas.
Según lo hacían empezaron a oír los paso de Luisa que subía la escalera, los tres mayores se guardaron las pollas rápidamente, pero Carlos nuestro hijo pequeño no logró evitar correrse sobre los pantalones antes de poder guardarla.
Cuando subió Luisa, Carlos disimuló su corrida poniéndose un cojín encima mientras los otros, que habían vuelto a poner el canal de tv en la película de aventuras que estaban viendo, hacían que charlaban sobre la misma.
Como era viernes, Luisa les preguntó:
-¿ No estaríais viendo la película porno del canal plus?.
Ellos ligeramente nerviosos contestaron que no.
Luisa que observo los grandes bultos que los tres mayores mostraban debajo de sus pantalones, se puso aún mas caliente y empezó a servirles las Coca Cola.
Se inclinaba de forma que a unos les dejaba ver casi totalmente sus tetas mientras a los otros les enseñaba sus dos rajas al desnudo.
Con esas visiones los bultos de los pantalones crecían cada vez mas, excepto el de Carlos que aún estaba relajado después de la corrida.
En uno de los momentos, Luisa volvió a inclinarse sobre la mesa para poner un plato de aceitunas, poniéndole a Rodrigo, que estaba detrás, el culo a pocos centímetros de la cara.
El muchacho pudo ver claramente la pelambrera del coño y la raja del culo, e incluso notar el olor del chocho.
Con una mueca nerviosa hizo un ademan de meterla mano, lo que provoco las sonrisas de Luis y Juan que estaban delante de ella observando como se salían sus tetas de la blusa.
Al único que pareció no gustarle las exhibiciones de culo y tetas de su madre fue a Carlos que, después de saciar su primer impulso con la corrida, parecía avergonzarse de ella.
Luisa, mientras hablaba de temas intrascendentes, siguió enseñando su anatomía con generosidad, unas veces inclinándose, otras agachándose y otras sentándose delante de ellos con las piernas ligeramente abiertas, para dejar ver con generosidad los labios de su chocho.
Viendo que Luis tenia un gran bulto debajo de los pantalones decidió romper el fuego y le preguntó entre risas:
-¿Que tienes metido en el bolsillo que te abulta tanto? – según decia esto agarró con su mano por encima del pantalón la polla de nuestro hijo mayor.
En ese momento Luisa noto un cosquilleo por la nuca que le bajo hasta el coño, nunca se había imaginado que cogerle la polla a su hijo le iba a dar tanto morbo.
– ¡Mamá estate quieta! – dijo Luis intentando retirarle la mano.
Pero Luisa no la retiró y la calentura de nuestro hijo era superior al corte de que su propia madre le cogiera el nabo y se quedo quieto.
Luisa, que estaba deseando coger esa polla al natural comento:
– ¿ Que es esto?- y, ni corta ni perezosa, le bajo la cremallera y le saco de sus calzoncillos una hermosa polla que estaba rezumando.
Mientras tanto, yo estaba a punto de reventar en la terraza y había empezado a menearme también la polla cada vez mas rápidamente.
Luisa sacó con una mano la piel del capullo y sobó con la otra la polla de Luis.
– ¿También vosotros tenéis algo de esto debajo de los pantalones? – les preguntó al resto de los muchachos, que se quedaron mudos.
– Estate quieta mamá- dijo Carlos que medio llorando.
Luis estaba al borde de la corrida, al notar como su madre le agitaba cada vez mas deprisa la polla.
Luisa, que noto que la polla de nuestro hijo daba los síntomas de querer escupir sobre su mano, dejo de sobársela.
– Ayúdame a quitarme la blusa y la falda hijo, tengo mucho calor- le pidió Luisa.
El muchacho apenas atinaba a sacarle la blusa por la cabeza, menos aún cuando al intentar hacerlo noto en sus dedos los erectos pezones de Luisa.
Luisa, que se había quedado en sujetador y liguero sin bragas, se tumbo de lado sobre el sofá dejando ver su gran culo, como ofreciéndolo para cualquier servicio.
En esta postura, Juan, que debía ser él mas decidido se acercó a ella por detrás y la toco suavemente, Luisa que noto unas manos jóvenes sobándola el culo, intentaba adivinar quien podía ser.
Hacia unos instantes había intentado masturbar a Luis y había notado como la rozaba los pezones cuando la ayudó a quitarse la blusa, eso la había puesto muy salida.
-¡No té pares cógeme el coño! – dijo Luisa.
Juan, le separó los cachetes y dejo a la vista toda la chocha para pasarla los dedos una y otra vez por entre los labios del coño cada vez mas mojado.
Luisa volvió la cabeza y mirando a los ojos al muchacho dijo:
-¡Ahora te toca a ti Rodrigo! – e inclino su húmeda y hermosa raja hacia él muchacho.
Rodrigo dudó ligeramente para luego abalanzarse sobre ella y tocarla el culo y coño con verdadera ansía.
Siempre le había gustado la madre de sus amigos y ahora empezaba a comérselo despacio, comenzando por la raja del culo por la que le metió la lengua para seguir por la raja de aquel espléndido coño.
Ante este espectáculo Carlos intento quitar la boca de su amigo del chocho de su madre.
– Tu ya te has corrido, viendo como mama se metía el consolador. Los demás también tienen derecho a hacerlo.- le dijo Luis retirándole.
Juan se había sacado la polla y Luisa que estaba al borde de la corrida abrió la cremallera de los pantalones de Rodrigo y le saco la suya.
Los dos amigos no daban crédito a los que veían. Estaba cumpliéndose lo que tantas veces habían deseado de Luisa, cuando venían a buscar a Luis y Carlos a casa y la veían casi siempre con faldas cortas y sin sujetador.
Luisa se puso a cuatro patas sobre el sofá y cogió la polla de Rodrigo, le saco el capullo que estaba cubierto por la piel y empezó a rodeárselo con la lengua.
– Pásame la polla por la raja del coño, pero no se te ocurra por lo mas mínimo meterla.- le dijo a Juan.
Quería que se corrieran, incluso que la llenarán de leche todo el cuerpo, pero no quería que la metieran las pollas, menos aún cuando yo estaba mirando desde la terraza.
Miró disimuladamente a la terraza, provocándome con su mirada y movió el coño provocativamente sabiendo que yo la estaba deseando.
Mis dos hijos tenían los ojos a cuadros viendo como sus dos amigos magreaban a su madre. Ella empezaba a emitir ligeros gemidos de placer, como los que oían algunas noches cuando foliábamos.
Luisa estaba al borde del orgasmo, nunca había notado dos pollas al mismo tiempo, aunque muchas veces lo habíamos imaginado cuando foliábamos.
Notaba como las dos pollas cada vez se endurecían mas y como la de Juan, en su recorrido por las dos rajas, cada vez se paraba mas al llegar al agujero del coño.
En una de esas pequeñas paradas habría deseado que el muchacho no la hiciera caso y se la hubiera hincado, pero a pesar de lo cachonda que estaba la parecía muy fuerte.
Los dos estábamos cada vez más cachondos. Luisa notando aquellas pollas y sabiendo que yo lo estaba viendo y yo observando lo salida que estaba
Se levantó haciendo que el joven retirara su verga del culo.
Luego se apoyó sobre el respaldo del sofá poniéndose de rodillas sobre el asiento y dejando sus dos rajas para atrás de forma que se veían perfectamente desde la terraza.
– ¡Sentaros detrás y mirarme!.- les dijo Luisa a los cuatro.
Ellos la obedecieron y con ojos de incredulidad miraban su coño y su culo mientras se la seguían meneando.
– El que la tenga más tiesa que me la acerque y me la pase por el culo. – les pidió Luisa.
En ese momento, estábamos los cinco mirando aquellas dos rajas, meneándonos las pollas mientras ella movía con vicio el culo.
Juan no pudo aguantar mas se acerco al culo de Luisa y separándola los labios de coño con una mano se agarró la polla con la otra e intento clavársela.
Luisa se retiro ligeramente, de forma que el chico casi le hincó el capullo en el culo.
Ella, cada vez tenía mas ganas de que se la metieran hasta el hígado de un empellón, pero seguía sin atreverse.
Pero de pronto Luisa empezó a menear el culo como una posesa, diciendo:
-¡Marido, quiero que me la metan!. ¡Deja que estos chicos me la metan!
Aquellas palabras me pusieron al borde del orgasmo. Como poseído entré en la habitación, los muchachos al verme se quedaron cortados.
– Haz el espectáculo ahora para todos- La dije.
Y siguió moviendo las dos rajas como una verdadera puta.
Aquello hizo que a todos se nos pasara el corte, Luisa tenía el coño hacia atrás casi goteando. Mire a Juan y le empuje ligeramente hacia Luisa haciéndole un ligero guiño, el chaval se acercó y después empezó nuevamente a pasarla dos dedos por entre la raja.
Luisa no podía mas y me dijo:
– ¡Marido, dile que me la meta. !
El muchacho me miró, yo le asentí con la cabeza y sin esperar mas se la metió de un empellón hasta el hígado, empezando a mover el culo a toda velocidad.
Estaba viendo como se follaban a mi mujer y cada vez estaba mas salido.
Entre el movimiento de culo de mi mujer y las ganas del chaval, este estaba a punto de correrse cuando saco la polla del chocho para echarla toda la leche por los pelos del coño y el culo.
-¡Cabrón.! – Dijo Luisa- ¡échamelo dentro del chocho!- el chaval cortado se sentó en el sofá. Dejando a Luisa aún mas salida.
– Luisa, cada vez mas fuera de sí, pedía otra polla a gritos.
Luis nuestro hijo mayor empujó levemente a Rodrigo para que siguiera dando placer a su madre.
Rodrigo se acercó y la chupo el culo, sobándoselo como un verdadero maniático para rápidamente entrocarla con su polla rezumando.
En cuanto Luisa noto la punta de la polla de Rodrigo entrar en su higo comenzó otra vez a menearse como una loca, hasta que el pobre chaval se corrió entre sus alaridos y los de ella. , esta vez si la echaron la leche dentro del coño. Ella notaba el calor de aquel semen dentro de su agujero.
-¡Necesito mas pollas! – gritaba- ¡no habéis dejado que me corra!.
Solo quedábamos mis dos hijos y yo. No era la primera vez que se habían corrido a costa de su madre pero solo había sido viendo las películas de vídeo que habíamos grabado, mirando disimuladamente desde algún sitio cuando paseaba ligera de ropa por la casa o cuando al oír sus gemidos se asomaban a la puerta de nuestra habitación para ver como la follaba, sobre todo cuando se montaba encima de mí dejando el culo y el coño hacia la puerta.
Yo miraba atónito, nunca la había visto tan salida, me imaginaba que el juego había llegado al final, porque algunas veces cuando fantaseábamos follando e intentaba contarle historias en las que uno de mis hijos se corría a su consta siempre cortaba el relato, tampoco creía que ahora quisiera que yo la follara.
Me imaginé que se pondría de pies y que saldría de la situación disimulando por haber bebido mas de la cuenta o algo así.
Sin embargo no fue así, su calentura era tan fuerte, que al no haberse podido correr con las pollas de los amigos de nuestros hijos, seguía pidiendo como loca más polla.
Los dos amigos se miraban pues sus dos aparatos habían quedado totalmente servidos y tardarían en volver a enderezarse.
Ella también lo sabia y en aquel momento llegó lo que yo no me esperaba pero de alguna forma estaba deseando.
-¡Marido, dale permiso a nuestros hijos para que me follen! – dijo Luisa abierta de piernas encima del sofá.
Al oír estas palabras casi me reventó la polla.
Mis dos hijos me miraron.
Luis se quedó inmóvil, tenia la polla rezumando y después de aquel espectáculo estaba deseando hincársela pero no se atrevía.
-¡Métemela, Luis, hijo -, dijo Luisa moviendo el coño y el culo provocativamente, – tu padre te deja.
– ¿Verdad que les dejas amor?.
Luis se abalanzo sobre ella y le agarro el culo con las dos manos, Carlos el pequeño corrió a quitarle, el ya tenia otra vez la polla tiesa, pero no quería que su hermano hiciera eso.
Luisa, al notarlo dijo – metérmela los dos, hijos míos, a ver si lográis que me corra de una puta vez.
Al oír esto, Carlos se paro y Luisa le cogió la polla agitándolsela alocadamente metiéndolsela en la boca mientras me miraba con ojos de verdadera puta.
– Primero tu Luis y luego tu Carlos, vuestro padre que se fastidie que ya me ha follado muchas veces, ahora os toca a vosotros, ¿ no lo estabais deseando, cabrones?-,
Luis se la metió hasta los cojones meneando el culo con gran velocidad y dándola con los huevos en el coño, logrando hacer que Luisa se corriera como nunca yo la había visto, luego se retiró dejándola el coño rebosando de leche.
En aquel mismo momento mi polla reventó escupiendo un chorro de leche que la restregué por todo el coño.
Luisa. se quedó tumbada con las piernas abiertas sobre el sofá, y empapada por todas las corridas, lo que aprovecho Carlos para echarse sobre ella y meterle la lengua en la boca hasta a campanilla para seguidamente meterle la polla. Como ya se había corrido con la paja inicial estuvo mas de cinco minutos meneándose encima de Luisa que volvió a correrse mientras emitía grande alaridos. Cuando el chaval se corrió se retiro dejando el coño de mi mujer mas lleno de leche que nunca.
Después, se coloco las faldas y la blusa y salió a despedir a los atónitos amigos de mis hijos, para volver a nuestra habitación donde volvimos a follarla a lo bestia entre los tres.
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