Una Nochevieja en familia
Una de esas fiestas especiales que no se olvidan en la vida, por lo que sucede en ellas y por como puede cambiar nuestra percepción de las cosas..
Después de lo que había pasado con la familia de mi hermana cuando fuimos a visitarlos, decidimos celebrar esta Nochevieja juntos, junto a unos amigos suyos con sus familias, todos invitados a su casa de la playa, que tenía varias habitaciones para que pudiéramos quedarnos a dormir allí.
Poco antes de la cena fueron llegando los invitados, primero un matrimonio joven con una hija en plena adolescencia, con un vestido largo pegado a su cuerpo, marcando sus ya voluptuosas formas, abierto por un lado dejando ver sus largas piernas, junto a su hermana, que era la más jovencita de la reunión, pero muy simpática y abierta, con una sonrisa pícara que cautivaba a todos, y un chico un poco menor que el mío, con cara de travieso, acompañados también de la abuela que vivía con ellos.
Después llegó el otro matrimonio, y vimos que ella era bastante más joven que él, que venían acompañados de un chico mayor, que era hijo solo del marido y una nena empezando la adolescencia que llamaba la atención por el pantalón tan ajustado que llevaba, haciendo destacar sus buenos muslos, marcándose el culito y toda la panocha, como dicen en Sudamérica, o más claramente la raja de su vagina, que en este caso, era hija de los dos.
Las hijas de mi hermana iban también muy elegantes, la mayor con un vestido muy corto de esos de punto que se pegan al cuerpo, con escote de palabra de honor, sin tirantes, de los que se llevan sin sujetador, y la pequeña con un vestido más acampanado con volantes, más de niña, pero todas maquilladas y peinadas muy guapas como las demás.
Durante la cena nos fuimos conociendo más, mientras nos contábamos varias anécdotas, pero sin entrar en intimidades, ya que mi hermana me había dicho que los conocían de hace poco y nunca habían hablado con ellos de esos temas familiares que nos unían, por lo que las conversaciones fueron las típicas de una Nochevieja en familia.
Con el vino y el champagne, la velada se fue animando más, y las niñas a las que habían dejado beber solo unos sorbos, pidieron más, por lo que empezaron las típicas discusiones entre los padres sobre si no era bueno que a su edad les dieran de beber ya, aunque en este caso, los papás siempre son más blandos y acabaron aceptado darles una copa más:
—Toma, te doy esto sólo, pero bébelo despacio, no te vayas a emborrachar —le dijo una de las madres a su hija mayor, a lo que añadió—, y tu hermana que se tome un sorbo solo.
Y las niñas, con una sonrisa seductora se lo iban bebiendo, poniendo caras raras por el sabor, las que estaban menos acostumbradas.
Los padres de las niñas seguían hablando del tema, intentando justificarse:
—Es un día especial de fiesta y podemos relajarnos un poco con las niñas. No va a pasar nada porque beban un poco. Y si se marean mucho, las llevamos a la cama y ya está. Mañana como nuevas, jaja.
Al terminar la cena, pusieron música y ellas fueron las primeras en ponerse a bailar, haciéndose notar el efecto del alcohol, porque se pusieron a hacer el tonto entre ellas, moviéndose de forma sexy para llamar nuestra atención, sobre todo la de los hombres, que no se perdían detalle de sus bailes, provocando que a mi sobrina mayor se le fuera subiendo el vestido de punto que llevaba, que resbalaba por sus medias hasta dejarnos ver el principio de su culo por detrás, y con sus movimientos, el escote del vestido también se le bajaba, escapándose sus pechos fuera de él al menor descuido , por no llevar sujetador, y aunque se los volviera a meter, con el movimiento volvían a salírsele fuera, por lo que al final siguió bailando así sin que le importara.
A su hermana pequeña le gustaba dar vueltas al son de la música, divirtiéndose viendo como se le levantaba su vestido acampanado, dejándose ver el tanga que llevaba a cada vuelta que daba.
La hija mayor del matrimonio más joven, sabía cómo provocar también con su vestido abierto enseñándonos unas piernas preciosas, y en seguida el chico mayor se puso a bailar con ella, poniendo descaradamente su mano en el culo adolescente sin que ella se molestara, mientras la más pequeña, también hacía sus gracias levantándose el vestido con la mano enseñando las bragas también.
Los bailes de las niñas acabaron por animarnos a todos y nos pusimos a bailar todos juntos, intercambiándonos, aprovechando los hombres para ponerse a bailar con las niñas, y para ponerles las manos por donde podían, visiblemente excitados, abrazándolas y pegándose a ellas con cualquier excusa.
Me fijé en que mi marido se había encaprichado de la nena del pantalón ajustado, y al bailar metía su pierna, entre las de ella frotándose bien los dos, imitando un baile moderno de estos, y para sujetarla, le agarraba bien el culo que no llegaba a taparlo del todo ese corto pantalón, y que parecía invitar a meter la mano entre su culo y sus piernas.
La más pequeña fue la primera en cansarse y mi cuñado la cogió en sus brazos y se sentaron en uno de los sofás, con ella encima de él, poniéndose a darle besitos, hasta que vi claramente como metía su lengua en la boca de la niña besándola profundamente, lo que me dio bastante morbo, porque sus padres no se habían dado cuenta de eso, lo que aprovechó también para acariciarla por debajo del vestido, por lo que tuve que ir a decirle:
—Ten cuidado, a ver si te van a ver sus padres.
—Es que me está diciendo que le de besitos y me está poniendo muy cachondo, porque ella se está dejando hacer todo.
—Eso es porque la gusta, pero no sabemos si hace estas cosas en su casa.
—No sé lo que hará en su casa, pero mira a su padre como se aprovecha con la mía pequeña, que le está metiendo mano por todos lados. Y su madre no se separa de tu hijo, jaja.
—Si, ya se ve que cada uno está a lo suyo y se aprovecha lo que puede. Esta nena está ya muy cansada y debe de tener sueño. Le voy a decir a su madre que la voy a acostar en una de las habitaciones.
Se lo comenté a su madre y ella estuvo de acuerdo, así que me la llevé en brazos a la habitación más alejada del salón, viniendo mi cuñado detrás.
Cuando la acosté en la cama, mi cuñado me dijo:
—Tendrás que quitarle el vestido, para que esté más cómoda.
—Sí, será mejor.
La dejé solo con las braguitas porque hacía calor y cuando la iba a tapar con las sábanas me dijo mi cuñado:
—Espera, déjame bajarle las bragas un poco para verle el coñito.
—¡Hay que ver, como eres de vicioso! Pero solo un poquito ¡eh! Que podría venir su madre y verte aquí con ella.
Le bajó las bragas con cuidado para no despertarla, dejando al descubierto su abultada vulva sin pelos, por la que no pudo evitar pasar sus dedos por ella, abriéndosela ligeramente:
—¡Uuuufffff!, que rica la tiene, se la comería toda.
—Venga, te dejo que le des unas chupadas solo.
—Gracias, tú sí que me comprendes….
—Claro, mi marido es igual, jaja. Cuando le cuente esto se va a poner malo, jeje.
Después de dejarle estar chupándole un rato ese exquisito coño, y como no paraba, tuve que decirle:
—Vamos, deja a la cría ya, volvamos con los demás.
—Es que mira como se le estaba mojando y lo abierta que se le pone. Es una delicia esto.
—Sí que la tiene rica. Hasta a mí se me apetece, pero ya estamos tardando mucho en volver y su madre va a sospechar….
—Bueno, a ver si tengo otra oportunidad en la noche, A esta seguro que ya lo está comiendo el coño su padre.
Al volver al salón, la madre de la niña me miró como preguntándome por qué había tardado tanto, y me preguntó que si había habido algún problema, mientras miraba a mi cuñado también:
—No, todo bien, ya se ha quedado dormida — le dije, quitándole importancia al tema.
—¡Ah!, mejor, así me quedo más tranquila. ¡Oye!, tu hijo es un encanto, me lo estoy pasando genial con él.
—Ya me lo imagino. Él está acostumbrado a estar con mujeres mayores y sabe cómo entretenerlas, jaja.
—¡Oye!, no pienses mal de mí, que sólo es un crío.
—Sí, es un crío, pero yo sé que atrae a las mujeres mayores, y así, en confianza, quiero que sepas que por mí no tengo problema en que estés en un sitio más íntimo con él.
Ella se quedó un poco sorprendida y avergonzada por mis palabras, aunque las dos sabíamos que lo deseaba, pero no tenía todavía la confianza suficiente para admitirlo, y me contestó:
—¡Ah!, bien, lo tendré en cuenta, jaja —me dijo con una risa nerviosa, al sentirse descubierta.
Pero cuando me alejé, seguí observándolos y me di cuenta de que como ella había bebido más de la cuenta, no se iba a cortar y se puso a meter mano a mi hijo con todo descaro delante de los demás, y en un momento que me despisté, vi que se habían marchado de, salón, así que al final acabó haciéndome caso y buscó un poco más de intimidad con él.
La noche iba avanzando y las niñas sobre todo, notaban el cansancio, por lo que se pusieron a repartirse las habitaciones mientras yo me quedé hablando con la abuela, que a su edad también tenía ganas de irse a la cama, y dijo:
—Yo si queréis duermo con mi nieto. Ya estoy acostumbrada, porque en casa compartimos habitación —me dijo, para justificarse conmigo.
A quién dijo su hija:
—¡Anda!, mamá, no disimules, que no te gusta a ti tener a tu nieto en la cama, ni nada.
—Qué cosas dices, hija, que van a pensar estos señores.
—Si has estado acaparándolo toda la noche y no has dejado a ninguna estar con él.
—Porque ya sabes que él es bastante tímido y le cuesta relacionarse. Así que prefirió quedarse conmigo.
—Es que lo tienes muy mimado y se lo consientes todo.
—Para eso soy su abuela.
Yo, para tranquilizar los ánimos intervine en la discusión:
—Por mí no se preocupe, señora, que yo no me escandalizo de nada.
La abuela, un poco enfadada con su hija, al final se salió con la suya y se llevó a su nieto a una de las habitaciones que quedaban libres.
Los padres de la nena que habíamos acostado mi cuñado y yo prefirieron irse a dormir a su casa, ya que vivían cerca y dejaron a sus hijos dormidos allí, y los mayores también nos fuimos a dormir en las camas que quedaban libres.
Después de llevar en la cama un rato, no acababa de dormirme porque oía ruidos en el pasillo de abrir y cerrar puertas, por lo que me imaginé que algunos estaban buscando una buena compañía para dormir y me pico la curiosidad de ver lo que pasaba.
Al salir al pasillo oí gemidos que salían de la habitación donde dormía la abuela con su nieto y como esa puerta no cerraba bien, me asomé y vi a la señora con las piernas abiertas dejando que su nieto metiera la mano allí. Yo creía que sólo la estaba tocando, pero fijándome mejor vi claramente que la mano del niño estaba metida dentro del coño de su abuela, que era lo que provocaba tanto placer en ella, pero al darse cuenta de mi presencia, se llevó un buen susto, sacando inmediatamente la mano de su nieto de su abierta vagina.
—¡Ay madre!, qué vergüenza, nos has visto. Qué vas a pensar de mí.
—Nada mujer. Yo soy bastante liberal y veo bien estas cosas.
—¡Ah, vaya!, menos mal, pero no sé si será tan normal esto que hago.
—Cada uno en su casa hace lo que quiere y no me voy a meter en eso. Si disfrutáis los dos así, nadie tiene que decir nada.
—Pero mi hija si se enterara no lo vería bien. No sé si sospecha algo, pero si viera lo que has visto tú me mata. Empezamos como un juego, yo le dejé que me metiera la mano y como noté que me daba mucho gusto, se lo pido siempre.
—Si que da, además, él todavía tiene la pollita pequeña para hacértela sentir y con la edad, tenemos la vagina muy dilatada y sentimos menos.
—Es que yo, desde que murió mi marido no he vuelto a estar con ningún hombre y se echa de menos. Así al menos, mi nieto me consuela.
—Claro, hace usted bien, cuando llegamos a una edad, los hombres ya no nos quieren tanto, jaja. Y seguimos teniendo derecho a disfrutar, y quien mejor que nuestro nieto para ello.
—Me caes muy bien, menos mal que te lo has tomado así y lo entiendes, porque si no, me muero —me dijo esa señora aliviada.
—Yo también llegaré a su edad y ya quisiera tener la oportunidad de disfrutar como usted. Le confieso una cosa, yo también he estado con mi hijo así y ya se lo que se siente, es único.
—¡Vaya!, que sorpresa, por eso me entiendes….. ¿Y lo consiente tu marido?
—Sí, somos liberales. Él está ahora en la cama con una de mis sobrinas, así que ya te puedes imaginar.
—Es que es lo mejor. Yo he empezado ahora con mi nieto, pero me hubiera gustado practicar estas cosas desde mucho más joven y me lo he perdido. ¡Qué tontas somos a veces, verdad! Yo de jovencita, casi no dejaba ni que me tocara mi novio, así que figúrate.
—Eran otros tiempos y eso pasa por la educación que recibimos, que nos limita mucho y nos hace perder lo mejor de la vida.
—Y que lo digas. Ya me gustaría a mí tener ahora la edad de mis nietas.
—¡Ah!, ¿entonces las ves como gozan también?
—Bueno, ya sabes cómo son ahora las adolescentes. Además, a éstas desde niñas las dejaban dormir muchas veces con sus padres, primero con la mayor y ahora más con la pequeña.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué empezaron pronto a descubrir el sexo?
—Pues claro, las dos somos mujeres y fuimos niñas, y sabemos lo que pasaba cuando teníamos un hombre cerca.
—Sí, ya te entiendo, que están con el padre en la cama y pasará de todo, ¿no?
—Ya ves. Y encima la zorra de mi hija dejándome en ridículo por dormir con mi nieto. Si yo contara otras cosas, a ver como se lo iba a tomar ella.
—Bueno, mujer, en todas las casas pasan cosas y ya me imagino que usted habrá visto de todo con sus nietas, pero ella estará un poco celosilla creo yo.
—Sí, eso me parece a mí. Que ya le gustaría a ella tenerlo en la cama también con ellos.
—Supongo que sí, pero lo verá todavía muy pequeño para eso y a ella lo que le gustará es que la pueda joder bien, cuando tenga una buena polla.
—Jaja, que mala eres. Tu hija no sabe lo que podría disfrutar ya con él en este momento….
—Allá ella. Estará rabiada porque las niñas le comen la polla a su marido, y lo paga conmigo.
—Puede ser…. Pues nada, la dejo seguir disfrutando de su nieto, que le guardo el secreto.
Salí de su habitación, y antes de volver a la mía quise echar un ojo a la hija pequeña del matrimonio que se había ido, por si estaba bien, y al abrir la puerta, me encontré otra vez a mi cuñado metido en la cama con ella:
—¿Pero otra vez aquí? Claro, te aprovechas de que sus papás no están. ¿Y tú nena, qué, tan contenta con la compañía, no?
La cría sonreía vergonzosa, mientras tenía en la mano la polla toda dura de mi cuñado, que me dijo:
—Es que no he podido evitar la tentación. Me recuerda mucho a las mías cuando tenían su edad y lo que disfrutaba con ellas empezando con estas cosas. Además, ¿sabes lo que me ha dicho cuando se la di a chupar? Pues que ella ya sabía hacer eso. ¿Te imaginas? Al final todos hacemos lo mismo.
—Sí, es tremendo, no deja una de llevarse sorpresas esta noche. Yo creo que su madre, por la mirada que te echó cuando nos vio salir de la habitación, la dejó a dormir aquí a propósito.
—¿Tú crees?
—Sí, y por cosas que me enterado, pero no puedo decírtelas. Además, ella también se aprovechó de mi hijo y se fue bien satisfecha.
—Tú siempre tan morbosa. Menudas dos, tú y tu hermana y yo feliz por teneros a la dos.
—Con la vida que hemos tenido, sabemos disfrutar del sexo y hacer disfrutar al hombre que tenemos a nuestro lado.
—Sí, eso es verdad.
—Aunque esta noche, de tanto estar pendiente de los demás, todavía no he tenido mi momento, y como estoy sola en mi habitación, me voy a quedar aquí contigo y con la nena. ¿Qué te parece?
—Pues genial. Así nos lo pasaremos bien los tres.
Me metí en la cama con ellos, teniendo a la nena en el medio, que estaba encantada con la situación, al tenernos a los dos pendientes de ella acariciándola, besándola, metiéndole los dedos por todos lados y haciéndola gozar como seguramente ya estaría acostumbrada en su casa. Me excité tanto, que me puse encima de mi cuñado para que me la metiera y me hiciera llegar al orgasmo que tanto necesitaba. Mientras, la nena nos miraba divertida, después de haber tenido ella lo suyo, pero parecía que seguía con ganas de más porque se sentó encima de la cara de mi cuñado para que la chupara el coño mientras me follaba a mí.
La corrida que tuvo mi cuñado parecía no acabar nunca, no dejando de gritar por tanto placer y quedándose agotado en la cama manchada de semen por todos lados, hasta que al final nos quedamos dormidos una vez satisfechos los tres.
A la mañana siguiente, cuando vino su madre a recogerla me preguntó:
—¿Se ha portado bien la nena?
—Sí, muy bien, es un encanto. Tendréis que estar contentos con ella.
—Si, la verdad es que nos hace muy felices, ya te imaginarás —despidiéndose con una sonrisa de complicidad.
Pero antes de despedirse, añadió:
—¡Ah! Y gracias por darme permiso con tu hijo. Me encantó y creo que yo le hice disfrutar a él también. No fui del todo sincera contigo, por vergüenza. Lo siento.
—No tienes que sentir nada. Es normal. Mi hijo no me dijo nada, es muy discreto, pero seguro que se lo pasó genial contigo.
—Es un cielo. Tienes mucha suerte con él y sentía que estaba en deuda contigo. Por eso dejé a la crías dormir aquí, porque sabía que ibais a disfrutar con ellas también.
—Gracias. Ya me lo imaginé… Mi cuñado, sobre todo, estaba loco con la pequeña, pero la trató muy bien, porque estuve yo con él también para que no fuera más allá de lo que debía.
—A mi marido no le gusta mucho dejarla, porque la está iniciando todavía, pero ella se lo pasa muy bien con él y con cualquiera, a pesar de su edad.
—Pues dile que no se preocupe. Que se la tratamos muy bien y la cría se quedó tan encantada que nos dijo que quería volver….
—Jaja, menuda pilla está hecha. Seguro que volvemos cuando organicéis otra fiesta.
Cuando se lo dije a mi cuñado, puso una cara de deseo vicioso, para decirme:
—¿Tú crees que se la estarán metiendo ya? Me quede con ganas, pero no me atreví al vérselo tan cerradito.
—Algunas empiezan a esa edad, pero no me atreví a preguntárselo. Ya sé que te quedaste con las ganas, pero mejor así. Podéis invitarlos otro día, que seguramente ya tendrán más confianza, os contarán sus intimidades y puede que tengas la oportunidad.
—Sí, hay que hacer más fiestas como esta.
Cuando pude hablar con mi hermana, me contó lo que había disfrutado con el hijo mayor de sus amigos y me contó las confidencias que le había hecho, como que se follaba a su madrastra, ya que su padre no podía satisfacerla del todo, y prefería entretenerse con su hija pequeña, con la que todo era más relajado, sin las exigencias del sexo que le demandaba su joven esposa.
Y cuando ya en casa, pude hablar con más tranquilidad con mi marido sobre como había ido la fiesta, me contó que había llegado a tener en la cama con él a tres de las nenas, la del pantalón cortito y sus sobrinas, Que le dejaron seco y que le dolía la boca de haber estado chupando tantos coños.
Cuando yo le conté lo de su cuñado con la cría más pequeña, se ple pusieron los dientes largos, como me imaginaba, llamándole de todo:
—¡Que cabrón! Y yo buscando a la cría y vi que había desaparecido, y luego ya , con las otras, ya no hubo forma de estar con ella, pero ya veo que él aprovechó bien la oportunidad, y por lo que me cuentas, debió de ser una delicia.
—Sí que lo fue, yo también disfruté con los dos.
—Que bueno, me alegro mucho. Me gusta que te lo pases bien, porque gracias a ti tengo lo que nunca me imaginé que me pudiera pasar.
Desde luego, había sido una Nochevieja muy especial, quizás de las mejores de nuestras vidas y una de esas que no sabes si se van a poder repetir, aunque con amigos así, todo es posible. El mundo está lleno de morbo y muchas veces ni lo sabemos….
Excelente historia, últimamente me encantan los trama familiares donde se involucran los hijos e hijas con personas adultas, me gustaría tener un encuentro de varias familias y disfrutar de las crías y críos, saludos y espero más relatos de familias