Una preciosidad de hijita (04)
Mi mujer le cuenta a nuestra hijita los juegos con su tia Rebe.
Una preciosidad de hijita (4)
Cap. IV
Con la inusual pero exquisita experiencia que habíamos vivido mi mujer y yo con la pequeña Rubí aquella noche de locura, se abría un capítulo nuevo en la historia de nuestras vidas que cambiaría para siempre la conducta intrafamiliar. Me daba cuenta que toda la líbido que despertaba en nosotros el juntarnos para intercambiar los intensos juegos pasionales satisfaciendo la lascivia escondida en lo más íntimo de nuestras mentes habría de llevarnos irremediablemente al descubrimiento de los intrincados y ocultos secretos del placer incestuoso y fraterno. La mañana siguiente, mientras tomaba el desayuno, le dije a Elsa:
-Mi amor…lo de anoche fue genial…pero hoy quisiera que intentáramos algo distinto…
-Con Rubí…?
-Si, claro…. ¿Mira, Elsa, ya que estamos en esto, creo que tenemos que hacerlo variado…explotarlo al máximo…no te parece?
-Si, Aldo…lo sé…pero sería conveniente que tú me sugirieses algo… –me contestó mostrando una pícara sonrisa de placer en sus hermosos labios-
-Hummm….pues verás…creo que me gustaría verte otra vez haciéndolo con ella.
-En serio? …eso es lo que quieres? …pero, y tú?…
-No intervendré…yo me vuelvo loco sólo viéndolas a ustedes…no te apures por eso…
-Mmmm…fíjate que me parece una buena idea…de ese modo no acostumbraremos a la nena a hacer siempre lo mismo…aprenderá de todo…
-¿Exactamente…dime, amor…lo harás?…
-Si…pero con una condición –dijo, abrazándome melosa-
-Claro, amor…sólo dime qué quieres.
-Que la próxima seas tú quien se lo hagas mientras yo los veo… creo que me excitaré tanto como lo pienso…
-Claro que sí…trato hecho… –asentí sonriente y complacido-
-Aldo?…
-Si?
-Me parece que para darle un toque magistral, cuando tú o yo se lo hagamos a solas…cada uno tendrá que ocultarse…quiero decir que Rubí no debe vernos…así se sentirá más desinhibida…más participativa…
-Si…es buena deducción, Elsa.
-Entonces, si te parece bien, esta noche llega más o menos a las diez…yo estaré pendiente, y cuando vea que estás tras la puerta, iniciaré mis jugueteos con la niña.
-Ohh…me parece estupendo, amor…así me masturbaré de lo lindo… –asentí, dándole un beso en la boca-
Acabé de desayunar y me despedí de mi mujer:
-Hasta la noche, linda… –le dije-
-Mmmm…sí, amor…hasta la noche.
Ya ni quiero contar lo que ocurrió a lo largo del caluroso día, pues la rutina en la oficina siempre era la misma. Papeles y más papeles, investigaciones en la red de Internet para hacer arreglos a los temas del proyecto y muchas llamadas telefónicas a empresas especializadas. Pero a pesar de la intensa actividad no podía olvidar ni por un momento a Rubí y su aplicada conducta en aquellos jueguitos nocturnos que me ponían tan caliente como un horno encendido.
A causa de eso no dejé de observar el reloj en toda la jornada, hasta que por fin llegó la hora de irme a casa. Mientras conducía me preguntaba qué sorpresita me tendría preparada mi cachondísima mujer. Desde antes de salir ya sentía la rigidez de mi miembro amenazando con salir de su prisión de tela. Cuando arribé al departamento quise mantener mi presencia totalmente ajena a la niña. Quería ver qué reacción tendría al saberse a solas con Elsa y el comportamiento que adoptaría, sobre todo después de haber participado en la trilogía sexual de la víspera. La casa estaba en penumbras. así que subí las escaleras con todo cuidado y avancé hasta nuestra habitación. Esta vez Elsa, con todo acomedimiento, me había dejado la puerta semiabierta. Eché un vistazo al interior y las ví sentadas sobre el borde de la cama dialogando. Mi mujer, sabedora del horario sólo miraba hacia la pequeña rendija hasta que me descubrió. Sin darle a sospechar nada a Rubí, pronto inició el consabido juego con ella.
-Linda…no sientes calor?
-Ay si mami…mira, estoy sudando igual que tú. –dijo la pequeña, mostrándole su breve camisoncito de dormir empapado-
-Si Rubicita…lo mejor será quitarnos todo…quieres?
-Si mamita.
-Bueno, entonces ven…acércate para que te saque eso.
La niña se puso de pie y se acomodó frente a las piernas abiertas de Elsa. Yo me estaba ya tocando el endurecido pájaro sobre la tela. Observé cuando mi mujer desnudaba a la pequeña. Elsa se quitó también la ropa quedando ambas en bragas. Oí cuando ella le dijo a Rubí:
-¿Te gusta verme así, linda?…
-Ay si, mami…mucho
-Dime por qué te gusta, anda…
-Mmm…..pues…desde la primera vez que me dijiste que me metiera debajo de tu falda me gustó, mamita….y a ti?
-Ay linda, claro que también…pero dime, ¿qué es lo que te gusta…el olor? ver? tocar?…
-Todo….todo me gusta, mami…
-Oh, linda…eso es delicioso, ¿verdad?
-Sí, mamita…es muy rico…oye mami…
-Dime Rubicita…
-A ti te lo hicieron también cuando eras una niña?…
-De pequeña? …ay pues sí…también me lo hicieron…y realmente me encantaba tanto como a ti, linda?
-Me puedes contar cómo fue?
-Quieres saberlo? …por qué, linda?
-Porque si me cuentas aprenderé más mamita…anda cuéntame, si?
-Está bien, Rubí…te contaré…
El momento se estaba poniendo cada vez más interesante y caliente. Sabía que mi mujer, en los seis años que llevábamos de casados jamás me había revelado nada de lo sucedido en su infancia. Más excitado que nunca me dispuse a escuchar con atención. Mi esposa empezó a contar:
-Cuando era chiquita, como de unos 5 u 6 años, comencé a aprender también estas cositas.
-¿Ay qué rico, mami…y con quien?
-Con varias personas de la familia…pero la primera vez fue con una tía. Se llamaba Rebeca y era bien cariñosa conmigo. Yo sentía una especial predilección por ella, que tenía entonces como 19 años. La quería demasiado.
-¿Y ella tenía hijitos, mami…?
-No nena…ella estaba aún soltera. Era estudiante.
-Oh…entonces cómo?…
-Mira amor…debes saber que no se necesita tener niños para hacerlo, como ahora lo sabrás. Mi tía Rebe, que así le decía yo, era tan linda conmigo que siempre me llevaba al cine, a jugar al parque o a cualquier parte donde ella fuera. Siempre me compraba lo que yo quería y me complacía en todo lo que deseaba. Vivía con nosotros porque se había venido a la ciudad a estudiar la universidad. Con ella empecé por primera vez a hacer eso.
-¿Y cómo empezaron, mami?…
-Pues…fue cierta vez que mis padres salieron fuera y le pidieron a ella que se quedara en casa cuidándome.
-Oh…ya entiendo…se quedaron solitas como tú y yo?
-Si, Rubí. Nos quedamos solas y eso lo facilitó todo. Y después, cuando yo ya había aprendido, siempre que jugábamos al escondite, al caballito, al doctor o al papá y la mamá, ella me enseñaba más cositas como esas.
-¿Ay, mami…después me enseñarás esos juegos a mí?
-Si preciosa…te los enseñaré todos…Pero te contaré cómo sucedió la primera vez…quieres?
Sí, mami…sí…
-Pues en esa ocasión, habiéndose ido mis padres, Rebe me dijo:
«-Elsita, quieres jugar conmigo a las escondidas?…
-Si tía…cómo es?
-Yo te diré cómo…pero tienes que hacerlo todo como yo te diga.
-Si tía Rebe…sí…
-Bien. Mira Elsi, el juego es así: Una de nosotras se tiene que esconder y la otra tiene que buscarla hasta encontrarla… cada quien lo hará una vez …pero siempre hay un castigo para la que sea encontrada…
-Un castigo? .no te entiendo, tía Rebe…
-¿Sí, Elsi…te explicaré… primero te esconderás tú y cuando te encuentre yo tengo que decir qué castigo quiero para ti…comprendes?…
-Si….y cuando yo te halle a ti, tía?…
-Pues tú también podrás pedir un castigo para mí…será el castigo que a cada quien se le ocurra pedir, Elsi.
-Oh…sí…qué emocionante será eso, tía…
-Sí, linda…es muy emocionante, ya lo verás…
-Bueno….pues empecemos, tía…
-Está bien. Yo me quedaré sentada aquí en la sala y tú te irás a esconder donde quieras. Pero siempre tiene que ser dentro de la casa, porque afuera no se vale. Mientras tú te escondes yo contaré hasta diez. Tú ya sabes contar, así que no habrá problemas. Pero cuando termine de contar iré a buscarte. ¿Puedes usar las recámaras, los baños, el desván, la cocina, donde tú quieras, menos salir al patio o a la calle, entendiste?
-Si….pero empecemos ya tía Rebe. –respondí excitada por la emoción-
-Bueno…pues te toca primero…anda, linda, ve a esconderte rápido.
Yo salí corriendo escaleras arriba para buscar un sitio donde meterme. Vi que la puerta de su propia recámara estaba abierta y me escondí debajo de la cama. Pensé que allí no me encontraría tan fácilmente.»
-¿Y te encontró enseguida, mami…? –preguntó Rubí-
-Espera, linda…te seguiré contando… –respondió Elsa-
«-Escuché cuando Rebe estuvo abriendo y cerrando todos los cuartos del pasillo menos el suyo. Así que tardó bastante en hallarme. Cuando la oí entrar en su cuarto yo podía ver sus tobillos desde donde estaba escondida. Mi tía Rebe era una jovencita muy bella. Oí cuando abrió el closet, la puerta del baño y nada…luego caminó alrededor de la cama hasta que se agachó. En ese momento yo le ví en medio de sus piernas abiertas la pantaleta rosada que tenía puesta, pero descubrí algo más que nunca había admirado…»
-Qué fue lo que le viste, mami?…
«-Vi que algo negro, como si fueran pelitos, le sobresalían por fuera de la tela. Rebe tuvo que abrirse más de piernas para asomarse bien debajo de su cama. Pero yo ya no la veía a ella, sino que sólo miraba eso que tenía allí en medio, debajo de la pantaleta. Aquello me llamaba poderosamente la atención. Ella metió la cabeza bajo la cama y me dijo con una sonrisa:
-¡Te encontré, Elsi!…¡Te encontré!….ahora sal de allí.
Yo salí de mi escondite y ella me dijo:
-El castigo para tí es que…te metas debajo de mi falda…
Me le quedé mirando ansiosa, pues debido a lo que acababa de verle allá abajo era justamente lo que más me hubiera gustado hacer para saber bien qué era aquella pelusita negra que acababa de descubrir. Así que cuando ella se levantó su faldita corta yo fui a meterme debajo de ella. Rebe enseguida bajó la tela cubriéndome la cabeza con ella. Estando allá adentro aspiré por primera vez aquel perfume tan delicado y exquisito que tanto nos gusta a nosotras, Rubicita.»
-Si mami…es un olor muy lindo –contestó Rubí- Pero ¿qué más pasó?…
«-No pude dejar de pegar mi nariz a su olorosa pantaleta, sobre todo cuando ví que efectivamente eran vellos muy negros los que le salían por un costado de la braga. Sólo que era una pelusa cortita y estaban como rizaditos. A tía Rebe aquello también le agradaba porque mantenía mi cabeza agarrada con sus dos manos por la nuca como para que yo me pegase cada vez más a su pubis. Entonces, sin decirle nada levanté una mano y toqué por primera vez aquellos rizos oscuros que escapaban de la breve prisión de tela. Ella me mantuvo cogida de la nuca con mi cabecita hundida en su interior, por lo que mi boca estaba pegadita a su cosita. Yo olía y olía el perfume de su cuquita y no pude evitar sacar la lengua y comenzar a tallársela por encimita. Pero tía Rebe, que conocía muy bien los secretos de aquel juego, enseguida me dijo:
-Ya Elsi…ahora me toca esconderme a mí…anda, vamos abajo.
Bajamos de nuevo a la sala. Ahora fui yo la que me senté y ella me dijo. No voltées, Elsi…cuenta hasta diez y cuando termines búscame. Escuché el sonido de sus zapatos correr hacia arriba de las escaleras. Yo hice el conteo y después me fui tras ella.»
-Y tardaste mucho para hallarla, mami?….ay, sígueme contando que eso me gusta…
Lo que mi mujer le relataba a la niña me tenía embramado por completo. Me daba cuenta que todo esto era algo distinto y encantador. Mi inteligente esposa estaba utilizando una técnica que realmente me agradaba, ya que mientras jugaba a solas con Rubí aprovechaba la circunstancia para confesarme de modo indirecto las peripecias sexuales de su infancia, desconocidas por mí, llevándonos con su exquisita táctica tanto a Rubí como a mí al descubrimiento de sensaciones tan placenteras que hicieron que mi pito palpitara entre mis manos con delirio. Pero yo tenía que actuar también con la misma mestría de mi mujer, reteniendo la venida lo más que pudiera. Ella continuó con su relato:
«-Me metí a todas las habitaciones de la planta alta buscando inclusive debajo de las camas, pero ella no estaba allí. Después de un largo rato de hurgar por todos lados y no verla, recordé que sólo me quedaba un sitio donde rastrear. Así que comencé a subir la pequeña escalerilla de caracol que daba al desván, ubicado en la parte más alta de la casa. Cuando llegué allí me di a buscarla por todos lados hasta que vi la punta de sus zapatos que se asomaban detrás de una vieja cortinilla de tela. Corrí la cortina y le dije:
-Ahhhh….¡te encontré, tía!..¡.te concontré!…
-Ji ji ji…sí Elsi…ya veo que eres muy lista, eh?…pensé que no te atreverías a subir hasta aquí…
-Pues ya ves que sí…y ahora, viene tu castigo.
-Sí, linda. Está bien…dime qué quieres que haga…
-El castigo que quiero es…¡Meterme otra vez debajo de tu falda!
-Mmmm…de verdad eso quieres? –me contestó con las mejillas sonrojadas-
-Sí tía Rebe…eso quiero.
-Bueno linda…pues a qué esperas?…anda, métete. –me dijo, levantándose la prenda hasta la cintura-
Sin hacerme del rogar me metí de inmediato bajo sus secretas intimidades. De nueva cuenta repetí el accionar de olerle la rica parte frontal de su chochito, que despedía un olor igualito al que tú sientes cuando te metes en el mío, linda. Tía Rebe me tomó de nuevo de la nuca y me repegó a su entrepierna. Yo volví a coger entre mis dedos los suaves ricitos negros que no podían ocultar sus apretadas bragas, ya que la prenda era demasiado pequeña para contener la hermosura de su frondosa vellosidad escondida. Y más en esta ocasión, cuando descubrí que era mayor la cantidad de pelos la que exhibía su tesoro, seguramente debido al esfuerzo que había hecho al subir los caracoleados peldaños de la escalera de hierro. Tía Rebe seguía apretando mi cara contra su abultado triángulo en tanto yo escuchaba ciertos gemidos de placer que salían de su boca y que ella no pudo o no quiso ocultar. Oyendo todo eso me di cuenta del gusto que mi tía experimentaba cuando yo le ponía mi boquita y succionaba por encimita de la tela su abultado chochito.
Esta vez, sabedora de que el desván era el sitio ideal para gozar cualquier cosa prohibida sin ningún temor de ser descubiertas, tía Rebe ya no me dijo nada, sino que se dejó hacer abandonándose al placer de las caricias. Sentí cuando ella echó su cuerpo hacia atrás y se empezó a mover lentamente, como disfrutando de mi cabecita pegada en esa parte tan rica y deliciosa. Por largos e intensos minutos nos mantuvimos de esa forma, yo pasándole la lengua sobre su calzón mordisqueando el monte de su triángulo escondido mientras con mis dedos jugaba por fuera con la enredadera de mechas color azabache, y ella me agarraba de la nuca pegándola cada vez más fuerte a su entrepierna, en tanto sus pausados movimientos se fueron intensificando. Sentí cuando tía Rebe abrió por completo sus piernas, metió una mano por un costado haciendo a un ladito su calzoncito rosado y en un acto de suprema lujuria me dijo:
-Ay Elsi…por favor…méteme un dedito allí adentro…anda linda, necesito que lo hagas por favor… que no puedo más….
Aunque yo no comprendía del todo por qué me pedía tal cosa, la obedecí de inmediato. Tenía tanta confianza en ella y todo aquello me gustaba tanto que, viendo que el camino estaba ya sin obstáculos hundí uno de mis dedos en aquella gruta tan preciosa y humectada, sintiendo enseguida cómo se me mojaba totalmente la mano de una viscosidad desconocida.»
-Ay mami…se estaba orinando como tú lo haces conmigo?… –preguntó Rubí con la cara encendida de deseo-
-Sí linda…ella se estaba orinando rico….como yo lo hago contigo.
-Hmmm….qué lindo, mami…y qué pasó?
«-Como yo no sabía aún del todo qué hacerle, ella se encargó de irme guiando, ya que tomó mi mano y la empezó a mover y remover dentro de su rajita, pidiéndome:
-Mete el dedito…anda, Elsi…méteme tu dedito y muévelo adentro…muévelo rápido…
Yo hice lo que ella me pedía y comencé a mover mi dedito adentro de esa cosita tan inundada de orincito, hasta que al fin tía Rebe se puso tensa y arqueando más sus piernas gritó varias veces, enardecida de lujuria por la orinada que se estaba poniendo. Fueron varios minutos los que ella estuvo gritando y gimiendo dulcemente hasta que finalmente cesaron sus espasmos. Había acabado de orinarse en mi mano. Entonces me dijo:
-Ya Elsi…anda…bajemos a la sala. –me dijo mientras se bajaba la falda y se acomodaba bien la pantaleta entre sus piernas-
-Ya tía Rebe?…no quieres más?…ay yo quisiera más –le dije-
-Si linda…jugaremos otra vez…pero primero tenemos que ir a ver…tengo temor de que hayan regresado tus papitos.
-Oh tía Rebe…y ellos no deben saber nada de esto, ¿verdad? -le pregunté yo-
-No Elsi…ellos jamás deben saberlo…este será un secreto entre tú y yo…comprendes?
-¿Por qué un secreto, tía?
-Porque si lo saben te golpearán muy fuerte…y a mí me pedirán que me vaya de tu casa. dime…acaso te gustaría que yo me fuera de tu casa?
-No tía…no….yo no quiero que tú te vayas…ni tampoco que me peguen…
-Lo ves?…ni yo quiero irme, linda y mucho menos que te golpeen…quiero quedarme siempre contigo… por eso debes guardar el secreto…mira, Elsi, si lo haces como yo te digo, entonces podremos jugar muchas veces…todas las veces que tú quieras…no te agradaría, linda?..
-Sí tía…claro que me agradaría…y descuida, que nunca lo diré a nadie.
-Así me gusta, linda…y ahora anda…vamos abajo.
-¿Pero…ya no seguiremos jugando, tía?
-Primero debemos ver si tus padres no han llegado…quizás podamos jugar una vez más.
-Siii….yo quieroooo…
-Yo también, Elsi…yo también quiero…créeme…pero ahora bajemos.
Seguí a la hermosa tía Rebe escaleras abajo hasta llegar a la sala, descubriendo que mis papitos aún no habían regresado. Así que yo le dije:
-Tía…una vez más, si?…
-Si…creo que podremos hacerlo…pero hay algo que quiero decirte, Elsi…si regresan tus papitos y nosotras estamos escondidas, tú bajarás con ellos primero y yo me meteré al baño. Si ellos te preguntan dónde estoy, les dirás que en la ducha…de acuerdo?…así no sospecharán nada…dime, lo harás?
-Sí, tía…de acuerdo.
-Bien, linda…. pues ahora te toca esconderte a ti.
-Siiii….
Tía rebe se sentó en el sillón y me dijo:
-Volveré a contar hasta diez…anda, vé a esconderte..
Salí volada hacia la parte de arriba. Claro que ahora ya sabía que el mejor escondite para nuestros juegos era sin duda el solitario desván. Así que fui a meterme en el mismo sitio donde antes se había ocultado ella. Más pronto de lo que esperaba mi tía me encontró. Ella me dijo enseguida:
-Ahora, Elsi…tengo que decirte cuál será tu castigo.
-Sí tía Rebe…cuál es?…ji ji ji –contesté con emoción-
-Veamos…tu castigo será….meterme yo debajo de tu faldita.
-Oh si?…bueno…. pues hazlo.
-Pero espera, linda….como parte del castigo… te tienes que quitar tu bombachita.
-Sí, tía….quieres que ya me la quite de una vez?
-Sí….pero tiene que ser rápido, no vayan a llegar tus papás.
Yo me alcé el vestidito corto y jalé mi pantaletita hacia abajo hasta quitármela por completo. Tía Rebe puso su mano como indicándome que le diera mi calzoncito sudado. Cuando tomó la prenda, la llevó enseguida hasta su cara y comenzó a olerla y a metérsela en la boca, aspirando el perfume a cuquita y a sudor que despedía. Vi que ella cerraba los ojos con pasión como disfrutando profundamente de aquella inhalación tan placentera. Después dejó mi braguita sobre el suelo y me ordenó:
-Anda, Elsi…ahora abre tus piernitas lo más que puedas…así como yo lo hice, ¿recuerdas?…
-¿Sí, tía…así como estoy parada?…
-Si…así..
Yo hice mis dos piernas hacia un lado quedando toda abiertita con los pies en el suelo. Tía Rebe se acercó a mí, levantó los pliegues de la tela de mi corto vestidito de niña y metió su cara debajo. Después empezó a manosearme con sus dedos mi entrepierna, buscando el suave y diminuto tesoro ahora despojado de todo obstáculo, que se abría anhelante ante sus ojos. Sentí de pronto un dedo que se deslizaba por los contornos de la piel de mi pequeña vulvita produciéndome un cosquilleo muy rico y delicioso en todo mi cuerpo. Ella se dedicó con avidez al tocamiento de mi breve hendidura, deslizando una y otra vez su dedo mayor a todo lo largo de la cortadita de mi cuquita. Antes de ese día jamás me habían tocado en esa parte, aunque sí recuerdo que sólo mi mami, cuando me bañaba y me enjabonaba, era quien me frotaba por largos minutos mi chochito. Yo siempre le preguntaba a mi mami por qué me hacía eso y ella me decía que tenía que lavarlo bien para que siempre oliera rico, a limpio. Pero esta vez era mi tía quien sin estarme bañando y a consecuencia del castigo me frotaba su dedo una y otra vez, mirándome con dulzura. Como la verdad a mí me encantaba que ella me hiciera eso me dejé sin decir nada, cerrando mis ojitos porque sentía que cada vez me estremecía más y más a causa de sus lindas exploraciones. Después de los intensos y cariñosos toqueteos sobre mi cuquita, Tía Rebe se tendió en el piso y metió luego su cara entre mis piernitas, sintiendo ahora su tibia lengua recorrer aquella rendijita de carne que me pedía ser chupeteada por la boca de ella. Yo creo que tía Rebe se dio cuenta de mis ocultos anhelos, pues adivinándome el pensamiento empezó a lamerme y a chuparme con delicia el bollito sin pelos que alegremente se ofrecía ante su linda boca abierta. Ella no paraba ni un instante de succionar mi región secreta, y por varios minutos se mantuvo pegada con ardor a mi cuquita hasta que yo le tuve que decir:
-Ay tía…creo que me voy a orinar…tengo ganas de orinarme…
-Sí linda…orínate, anda…hazlo dentro de mi boca.
No pude contenerme más y comencé a regar los chorritos de orín dentro de su cavidad bucal por primera vez en mi vida, en tanto contemplaba cómo ella se los iba tragando por completo. Cuando hube acabado de hacer pis dentro de ella, me preguntó:
-Ya linda? ¿ya se te quitaron las ganas de orinar?
-Si tía…ya me oriné todita…ya lo eché todo en tu boca.
-Mmmm…qué bien…pero dime Elsi…te gustó que yo te hiciera eso?
-Ay sí, tía…me gustó mucho…yo quisiera hacerlo de nuevo…
-Yo también pequeña…pero por ahora tenemos que parar…ya no es conveniente por lo que te dije…recuerdas?
-Sí tía…pero ay…de verdad que no quisiera que dejáramos de jugar a esto.
-Sí…yo pienso igual que tú…pero déjame que yo te diga cuándo y cómo, si?…recuerda que soy mayor y sé lo que nos conviene, linda..
-Sí, tía…lo sé muy bien.
-Bueno…ahora ven aquí que te pondré tu pantaletita…
Con rapidez ella me colocó el calzón y me acomodó el vestidito, diciéndome:
-Anda, Elsi…baja tú primero…y ya sabes lo que tienes que decir en caso de que ellos hayan regresado.
-Sí tía Rebe.
Mientras yo bajaba las escaleras tía Rebe se quedó por unos momentos en el desván. Después vi que bajó a la sala y, viendo hacia todos lados me preguntó:
-Llegaron tus papitos?
-No tía…aún no.
-Qué bueno…entonces los esperaremos aquí sentaditas en la sala…está bien?
-Como tú digas.»
-Hummm… –dijo Rubí- Y qué más pasó, mamita? anda, siento rico cuando me cuentas…me dan ganas de orinarme a mí también…ji ji ji…
-Sí, linda…te creo…porque yo siento lo mismo.
-Pero sígueme contando, mamita, si?
-Si claro, niña…escucha:
«-Como te decía, las dos nos quedamos en la sala en espera de mis papitos. Pero mi tía Rebe me comenzó a hacer preguntas:
-¿Dime, Elsi…nunca te habían tocado tu cosita, así como yo te lo hice?
-No tía…nunca.
-De verdad? anda, a mí tienes que decírmelo todo…tenme confianza…
-Sí, tía Rebe…te tengo mucha confianza y también te quiero mucho.
-Entonces…me lo dirás?
-Sí…te lo diré, tía…
-Muy bien….quién más te ha tocado allí, Elsi?
-Bueno…pues sólo mi mami.
-Oh…lo sabía –contestó tía Rebe- Explícame como ha sido, si?
-Si… ella me toca cuando me baña…
-No me digas…y cómo te lo hace?….anda dímelo, Elsi…
-Pues…me hace así como tú me lo hiciste…con sus deditos…
-Mmmm…pero dímelo bien…dime cómo…anda, linda…
-Pues casi siempre que mi mamita me baña, primero me talla con el jabón el cuerpo, los bracitos las nalguitas….pero cuando llega a mi cosita se detiene. Allí me echa mucho jabón por largo rato y me frota su dedo en la rajita…allí donde tú me metiste la lengua, tía.
-Mmm—qué rico…y dime, a ti te gusta que ella te lo haga?
-Sí tía…me gusta mucho….todos los días cuando me baña me lo hace…
-Si, comprendo…pero descríbeme bien cómo te hace ella cuando te enjabona allí abajo, si?
-Pues como estamos dentro de la tina y ella también se baña conmigo, me pone primero mucho jabón y después comienza a tallarme su dedito allí, en el centro de la rajita.
-Y tú qué haces?
-Nada…yo cierro los ojos y le pido que me siga enjabonando…
-Oh, ya lo creo…lo disfrutas mucho, ¿no linda?
-La verdad sí, tía…siento rico cuando me frota…
-Y después?…anda dimelo todo, Elsi…
-Me lo hace mucho rato…yo le pregunto por qué me toca tanto allí, y ella me dice que es para que siempre esté limpiecita y me huela rico…
-Hummm…sí, eso es cierto…y qué más?
-Pues ella demora y demora frotándome la cosita…y después abrimos el surtidor de agua y nos ponemos debajo hasta que nos quitamos todo el jabón…pero a ella también le gusta….
-Qué es lo que le gusta a mi hermana…?
-Le gusta que le talle con la manita allí mismo…
-Oh, no me digas, ¿linda…así como me hiciste hoy a mi?
-Sí….igual…
-¿Y por qué no me lo cuentas todo, linda?
-Porque ella siempre me dice que no se lo diga a nadie…
-Ya lo sé….pero a tu tía Rebe no tienes que ocultarle nada…recuerdas que lo dijimos, Elsi?
-Sí tía…lo recuerdo..
-Muy bien…entonces dímelo.
Estábamos en esa conversación cuando escuchamos el ruido del motor del coche y el sonido del claxon que indicaba la llegada de mis padres. Mi tía Rebe me dijo rápidamente:
-¿Sabes, linda? …por la noche, cuando tus papitos ya duerman, iré a tu cuarto para que termines de contarme, si?
-Está bien, tía Rebe.»
CONTINUARÁ.
Muy excitantes y con morbo espero la continuación.