Una preciosidad de hijita 6
Nuestra hijita sigue escuchando las historias de mama.
Una preciosidad de hijita (6)
Cap. VI
El día que siguió me sentí tan cansado en la oficina que prácticamente no tenía ganas de hacer nada. Pinche proyecto que no tengo para cuando acabarlo. Y la deslechada de anoche que me dejó seco. Pero qué rico estuvo todo. Uffff. Qué buenas confidencias las de Elsa. Me ponen más cachondo de lo que pensaba. Este jueguito me gusta demasiado. Es algo novedoso y caliente. Excesivamente caliente. No importa que esté cansado, ésta noche volveré a oír la continuación de las peripecias sexuales de mi mujer, cuando era niña, con esa tía tan cachonda. Qué cosa tan estupenda. Jamás hubiera imaginado que mi esposa guardara esos secretos. Ni tampoco que oír sus confidencias me pusieran tan a punto. Por lo visto los juegos sexuales de las niñas son algo real. ¿Y cómo no habrían de serlo? ¿Qué acaso yo no gozo a Rubí? ¿Y mi propia mujer no se consolaba también con ella cuando no podíamos tener sexo a causa del pinche trabajo? Sí. El sexo infantil entre niñas con mayores es algo que realmente sucede. Es algo plenamente comprobado. Con esos pensamientos en la cabeza transcurrió el día.
Un día interminable. Cabrón trabajo de mierda. Todo el condenado día me mantiene encerrado en un cubículo en medio de los pendejos papeles. Sin darme cuenta cae la noche y sólo espero a que den las diez para regresar a casa. Cuando veo las manecillas del reloj marcando las diez dejo todo tirado y me bajo hasta mi auto. Arranco el motor y me dirijo hacia mi casa. En el camino pienso en todo lo que me espera. Puta madre, es genial lo que Elsa le está contando a Rubí. Necesito oírlo todo. La piche calenturienta de mi mujer fue iniciada desde niña y eso le gustaba. Con razón es tan cachonda en la cama. De seguro se acuerda de todo lo que le hacía su tía Rebeca en ese entonces. Y también lo que hacía con su mamá y su papá. Sí, eso debe ser. Casi estoy seguro. También por eso la descubrí jugando con Rubí a escondidas. En un reflejo condicionado repite con Rubicita lo que ella aprendió de niña. Si, no cabe duda de eso. Siento que el pito me estalla debajo del pantalón. Estoy caliente. Es verano.
Por fin llego al aparcamiento del departamento. Cierro el auto y me dirijo a mi casa. Entro en silencio. No quiero que la niña se de cuenta. Sólo Elsa, quien ya debe estar preparada para la sesión de esta noche. Todo el interior está a oscuras. Sólo una tenue luz alumbra el pasillo de la planta alta. Subo con cuidado y en silencio los peldaños. Poco a poco me acerco al dormitorio principal. El haz de luz que sale de la puerta semiabierta me da en plena cara. Miro hacia adentro sin hacer ruidos. Mi mujer está sentada con la niña en la cama. Las dos sostienen una animada charla. Espero no haberme perdido de nada. Como puedo me pongo frente a Elsa para que me vea. Ella me está esperando; por eso me ve enseguida. Le hago una señal para que empiece la fiesta. Escucho cuando le dice a mi hijita:
-Ay linda…no quieres que te siga contando mi historia de niña?
-Si mamita…eso te iba a decir…quiero que me cuentes más antes de que venga papá.
-Si, tienes razón…será mejor que nos apresuremos, porque si viene ya no te podré seguir contando.
-Él no debe saber eso que tú hiciste cuando eras niña, ¿verdad?
-No, linda, claro que no. Por eso tú nunca debes decirle nada de lo que te platico.
-Si mamita…entiendo…no lo diré.
-Lo sé Rubicita…lo sé.
-Bueno, pues ya cuéntame, si?…quiero saber más..
-Si. Escucha con atención, nena.
«-Después de la noche aquella en que mi tía Rebe me pidió que fuese a su cuarto para que le revelara las cositas que yo hacía con mi mami y mi papi, y luego de haberme enseñado a jugar por primera vez «al papá y a la mamá», yo solamente anhelaba que tuviésemos una nueva oportunidad para quedarnos solitas. Pero los días pasaban sin que mis padres salieran de casa. Así que cierta tarde en que ella me llevó al cine, mientras caminábamos por la calle, yo le comenté:
-Ay tía Rebe…tiene días que no hacemos nada…y yo tengo muchas ganas de que me enseñes más jueguitos de los que tú sabes…
-Si, linda, lo sé. Créeme que yo también estoy ansiosa…pero ya ves que no se ha podido.
-Si…es cierto…pero entonces tendremos que esperar a que mis papitos se vayan?
-Eso es lo mejor…cuando ellos salen fuera tenemos la certeza de que estamos solitas y no corremos ningún peligro de que nos descubran…ya te lo he dicho, Elsi.
-Mmmm…sí, es cierto, tía…pero es que no sabes lo que siento…por eso te lo digo.
-A ver dime…¿Qué es lo que sientes, linda?
-Ay tía, siento como si me faltara algo…como si extrañara mucho jugar a eso contigo…jijiji…
-Oh mi nena…yo te entiendo, te entiendo muy bien, porque yo siento lo mismo…pero tienes que comprender que debemos esperar las oportunidades…sólo así estaremos seguras…
-Está bien…y dime…cuál película veremos hoy?
-Pues parece que están pasando la de Blanca Nieves y los Siete Enanitos….te gustaría que la viéramos juntas?
-Siii….si me gustaría, tía…
-Muy bien, linda…con eso nos distraeremos un poco.
Cuando arribamos al cine tía Rebe compró los boletos y nos metimos en la sala. Vimos que había poca gente adentro, de manera que había muchos lugares disponibles para escoger. Tía Rebe se quedó parada por unos momentos como buscando el mejor sitio donde sentarnos. Sentí cuando me jaló del bracito para llevarme hasta la parte de atrás, justamente donde las butacas quedaban pegadas a la pared más alejada de la pantalla. Nos sentamos juntitas y volteé a ver a mi alrededor. No había ni un alma cerca de nosotras. Cuando apagaron las luces y comenzó la película ella me dijo que me esperara un momento porque iría a comprarme algunos dulces. Regresó a los pocos minutos con varias golosinas y me dio algunas. Yo me deleitaba con los dulces mientras veía los dibujitos animados que aparecían en el fondo blanco de la sala. Al poco rato de que la función había comenzado escuché las cálidas palabras de ella muy cerca de mi oído:
-Linda…te gusta la película?
-Ay sí, tía…está muy bonita…
-Qué bien que te guste, Elsi….lo que pasa es que tengo ganas de ir al baño…y quería pedirte que me acompañaras.
-Si, tía…si quieres voy contigo…
-Pero…te perderás una parte…
-No importa…iré contigo…yo quiero…
-Está bien…anda, vamos.
Dejamos las golosinas sobre los asientos, nos levantamos y caminamos en dirección a los sanitarios. Cuando llegamos mi tía me preguntó:
-Elsi…tú no tienes ganas de orinar?
-Si, tía Rebe…también tengo ganas…
-Entonces ven…entraremos juntas.
Nos metimos enseguida en uno de los toiletts privados. Después de cerrar la puerta mi tía se levantó su falda, se bajó los calzones y se sentó sobre el rodete. Yo la observaba de pie con ojos de lascivia, pues verla así me hacía recordar irremisiblemente las ocasiones en que jugábamos juntas nuestros jueguitos secretos. El ardor de mi sangre se reveló cuando escuché el suave chorrito de orín que se descargaba del interior de su vientre. Mi tía se me quedaba mirando sin apartar sus ojos de mí. Había algo en su mirada que me decía que a ella le gustaba que la viera de esa forma. Y claro que a mí también me encantaba verla. Cuando hubo acabado de desahogar su vejiga me preguntó:
-Linda…ahora orina tú…anda. Ven, que te bajaré tu calzoncito.
Con toda la confianza adquirida en nuestros juegos ocultos yo no me oponía en lo absoluto a todo lo que ella me pedía. Así que me acerqué y comenzó a bajarme la braguita, me levantó mi vestidito y me sentó sobre la taza. Comencé a regar mis tibios líquidos interiores dentro del blanco depósito mientras ella me miraba con los mismos ojos de deseo que había visto brillar de ese modo tan especial cuando estábamos jugando en el desván. Al acabar de surtir mi orincito mi tía me dijo:
-Ay linda…que rico se escuchan tus chorritos cuando orinas…
-De verdad te gusta tía?…a mi también me gustó verte cómo orinabas…
-¿Te gusta verme también, Elsi?
-Sí, tía…me encanta…
-Mmmm…qué rico…sabes qué, linda?
-Qué tía?…
-Me dieron ganas de hacerlo aquí mismo…quieres?
-Ay tía, sí…eso mismo te iba yo a decir…
-Está bien…sólo que tenemos que tendremos que hacerlo rápido, por si alguien viene.
-Si…entiendo.
Mi tía me empezó a quitar las bragas que tenía a la altura de las rodillas y las puso sobre el sanitario. Lugo me indicó:
-Anda linda…quítame tú las mías…
Obedecí presta y le bajé las pantaletas blancas, poniéndolas encima de las mías. Ella se levantó la falda, abrió sus piernas lo más que pudo y me dijo:
-Anda, Elsi…mete tu cabecita entre mis piernas y lámeme mi chochito…
Yo me metí entre el abultado y peludo pubis abriéndolo con mis manos, viendo que se hallaba todo mojado a causa de la orinada reciente, pero también por la calentura del momento. Hundí mi dedito más largo en la caverna humectada y comencé a hundirlo poco a poco, en tanto ella cerraba sus ojos y echaba la cabeza hacia atrás gozando de la deliciosa caricia. Era evidente que mi tía gozaba en demasía al hacerlo conmigo en el baño de un cine, pues veía cómo se mordía los labios para acallar de alguna manera los gemidos que amenazaban con salirle de su linda boca. Al cabo de un buen rato de estar hurgando su rajita, ella me pidió que le chupara su cuquita. Acerqué mi cara a su entrepierna, volví a abrir sus labios vulvares y hundí mi lengüita dentro de su cavidad caliente. Comencé a mover mi protuberancia dentro de su hoyito mojoso metiendo y sacando la puntita de la hendidura rosada. Cuando mi tía sintió los primeros estertores de su venida inminente me espetó en voz baja:
-Ay Elsi…pégate más a mi..métemela más adentro…ya me voy a orinar en tu boquita…
Yo obedecí y pegué con fuerza mi cara a su lindo chochito lechoso metiendo mi lengua lo más adentro que pude. En esos instantes ella comenzó a estremecerse presa de los más delirantes espasmos. Sentí como sus líquidos fluían dentro de mi boca abierta mientras chupaba y chupaba aquel rico bizcocho que latía entre mis labios. Cuando su cuerpo dejó de estremecerse fui yo ahora quien le rogó anhelante:
-Tía Rebe…por favor…quiero orinarme en tu boca…
-Claro, pequeña…anda ven, siéntate sobre la taza.
Me coloqué como ella me lo pedía y abrí mis piernitas al máximo. Mi tía se arrodilló y acercó su boca a mi cuquita lampiña, que ya ardía en deseos por sentir su lengua dentro. Ella abrió suavemente los breves plieguecitos de mis labios centrales y me puso la punta de su caliente lengua en la entradita. Yo emití un leve gemido de gozo al sentir el tibio contacto, pero ella puso una de sus manos sobre mi boca como indicándome que me mantuviera callada. No tuve más remedio que apretar mis mandíbulas con fuerza para evitar que salieran los jadeos de placer, en tanto tía Rebe comenzaba a chupar mi cosita con delirio, entrando y saliendo de mi apretada cuquita. Ante la genialidad de sus sensuales lengueteos no pude aguantar mucho tiempo para sentir que pronto me desbordaría dentro de ella. Así que le dije:
-Tía….me voy a orinar…me voy a orinar…yaaaaa….
Ella no esperó más tiempo para repegarse a mi chochito abierto y hundió todo lo que pudo su lengua dentro de mí. Eso fue suficiente para que yo me estremeciera de gozo y comenzara a derramar mi orincito en su abierta boca, la que recibió mis calientes efluvios con delectación increíble.
«-Habiendo terminado de gozar ella comenzó a ponerme las bragas para después hacer lo propio. Una vez que estuvimos listas me tomó de la mano y volvimos a nuestros asientos. La película aún no terminaba, de modo que continuamos sentadas viendo las caricaturas hasta que la función acabó. Yo iba más que contenta mientras caminábamos de regreso a casa, pues hacía varios días que no jugaba con mi tía, y en esta ocasión, aún sin poder creerlo, ella había sabido aprovechar muy bien las circunstancias ofreciéndome la oportunidad de aprender cosas nuevas. Tomadas de la mano avanzábamos por las calles alegremente charlando del tema de la película que ni siquiera habíamos visto completa. De repente mi tía me comentó:
-Elsi, dime…qué te pareció la historia de Blanca Nieves?
-Divina…me encantaron los dibujos animados…
-Son muy bonitos, ¿verdad?…
-Si…siempre me han gustado las caricaturas, tía…
-De verdad te gustan mucho? …porque yo sé de algunas películas de caricaturas que son muy especiales, linda….
-Ay tía…y dónde podemos verlas?
-Pues en casa…cuando tus papitos no estén, claro.
-Por qué?…es malo que ellos nos vean?
-Mira Elsi, te explicaré…las películas de que te hablo no son iguales a la que vimos hoy.
-No?…pero tú me dijiste que…
-Que eran caricaturas, no es así?…y en efecto, lo son…pero se trata de otro tipo de caricaturas, linda…
-Oh…no entiendo bien, tía…
-Espera a que te lo diga, Elsi….lo que quiero decir es que sí son dibujos animados…pero haciendo cositas parecidas a las que tú y yo hacemos…
Yo me quedé realmente sorprendida cuando escuché lo que me decía. Entonces le pregunté dudosa:
-Quieres decir que…son películas de dibujos jugando a lo mismo que nosotras?
-Exactamente, linda…eres muy lista y entiendes rápido…jijijiji…
-Jijijiji…si tía, eso parece…
-¿Y está muy bien que seas así, nena…ahora dime…te gustaría que un día viéramos una tú y yo?
-Siiii….yo quiero verla contigo, tía…
-¿Está bien…te diré lo que haremos…cuando nos quedemos solas, yo iré a rentar la película y entonces la veremos las dos…de acuerdo?
-Si, tía…
-Bueno…pero ya sabes…ni una palabra a nadie de nada, eh?
-Claro, tía…ya lo sé.
-Perfecto, linda…sabes?..te quiero demasiado…
-Ay tía…yo también te quiero mucho mucho…de verdad…
Entre charla y charla llegamos a la casa.
«-Los días pasaron con rapidez y la oportunidad tan deseada por fin se presentó, ya que mis padres tuvieron que salir de la ciudad para atender un compromiso social dejándome como siempre al cuidado de mi tía. Ambas salimos a despedirlos a la cochera hasta que vimos que se alejaron calle abajo. Sabedora de que ésta era la ocasión propicia, mi tía me llevó del brazo hacia dentro de la casa y me comentó enseguida:
-Linda…recuerdas lo que te dije de la película?
-Claro, tía…lo recuerdo perfectamente…
-Muy bien…pero dime…quieres que la vamos ahora?…si no lo hacemos esta vez, creo que será difícil que tus papitos salgan otro día por varias horas…comprendes?
-Sí, tía…entiendo..
-Bien…entonces espérame aquí…iré a la tienda de vídeos a rentarla…
-Si, tía…pero no te tardes mucho, si?
-No pequeña…tú sólo espera que no demoraré.
Yo asentí. Ella cogió su bolso de mano, me hizo una señal de despedida y cerrando la puerta se alejó. Un rato después regresó con una cajita en la mano. Sin decirme nada encendió la casetera y el televisor y metió la película en la vídeo. Acto seguido me tomó de las manos y me llevó hasta un sillón de la sala. Pronto comenzaron a desplegarse en la pantalla las primeras escenas de la película que tanto anhelaba ver. Yo sentía mis labios resecos y mi respiración agitada. Pero más ella, a quien veía como le brillaban los ojos con aquella chispa singular que tan bien conocía. Debió haber recordado que había olvidado hacer algo, pues apretando el botón de stop en el control remoto se paró y me dijo:
-Espera, Elsi…cerraré bien la puerta y las cortinas…no quiero que nadie se de cuenta.
-Si, tía.
Después de asegurarse de nuestra privacidad, retornó a sentarse muy junto de mí y me dijo:.
-Ahora sí, linda…ya nada nos podrá interrumpir.
Encendiendo de nuevo el aparato volvieron a proyectarse las imágenes. Lo que vi me dejó muda de asombro.»
-¿Qué película era, mami?…
-Era la de Blanca Nieves y los Siete Enanitos, amor.
-Pero…y no la habían visto ya en el cine?
-Si…pero ésta era de otro tipo…digamos que eran dibujos animados…pero con jueguitos como los que hacemos con tu papito, linda…
-Ohh….no me digas…hay películas así, mami?
-Si, pequeña…te aseguro que las hay…
-Oh mami…y son bonitas?…
-Son muy bonitas, niña…
-¿Ay mamita, y a ti te gustan?
-Claro que me gustan…y mucho…
-Qué se siente cuando una las ve, mami?
-Muy rico…una se calienta…le dan ganas de orinarse, Rubicita.
-Oh mami…yo quisiera ver una…
-Si, linda…ya verás que la veremos muy pronto.
-Bueno, mami…pero ahora sígueme contando, si?
-Si…lo haré.
No puedo describir la brama tan intensa que de nuevo volvía a experimentar al escuchar las ardientes confesiones de mi mujer a la niña. Y si el día anterior me había masturbado varias veces como un loco, en esta ocasión me había derramado con abundancia oyendo los secretos más íntimos de Elsa revelándoselos por vez primera a Rubí y a mí. No sé decir si el ardor tan tremendo que aquellas pláticas me ocasionaban se debía a que los escuchaba escondido; o bien al saber que era mi propia hijita quien oía aquellas revelaciones; o debido a la extraordinaria pasión con que mi esposa enfatizaba sus propias confesiones. Lo cierto era que a pesar de haberme venido varias veces mi verga seguía pidiéndome más apretones, los cuales no dejé de prodigarle goloso. Oí cuando Elsa siguió relatándole a Rubí su caliente experiencia.
«-Pude admirar cuando Blanca Nieves, hermosamente dibujada, se perdía en el bosque y lloraba su desgracia. De pronto aparecieron varios enanitos que la llevaron con ellos hasta una casita oculta en la inmensidad el campo. Dentro de ella estaban otros enanos que muy pronto se unieron a los demás y comenzaron a desvestirla. Blanca Nieves, al principio, como que se negaba a ser despojada de su largo y lindo vestido. Pero no pudo evitarlo ante la muchedumbre de pequeños hombrecitos que pronto se le echaron encima. Entre todos lograron quitarle las ropas hasta que la dejaron desnuda por completo. Blanca Nieves aparecía tan hermosa que hasta le hallé un cierto parecido con mi tía Rebe, pues eran casi de la misma edad y competían en gracia y belleza. Los enanos empezaron a encuerarse en medio de un gran alboroto mientras la linda muchacha los miraba horrorizada. Pero cuando comenzó a ver el tamaño de los penes que sobresalían en cada uno de los pubis de los pequeños hombrecillos se desmayó del susto. ¿Sería que quizás nunca había visto una verga, y mucho menos del tamaño tan descomunal como las que los liliputienses le mostraban? Yo también, al ver las tremendas dimensiones de aquellos penes gruesos y enormes que les colgaban como badajos de campana, me asusté y le pregunté a mi tía Rebe:
-Tía…por qué los enanitos tienen esa cosa tan larga y tan grandota?…
-Oh linda…tienes que recordar que es sólo una película…una fantasía…
-Pero…es que ellos la tienen demasiado grande…y mi papito no la tiene así de grandota…
-No me digas… ¿y de qué tamaño la tiene mi cuñado? …anda, Elsi…dímelo.
-Pues mucho más chiquita…es muchísimo más pequeñita que esas…
-Más o menos como de qué tamaño será?
-No sé…tal vez del tamaño de tu dedo más largo…o un poquito más…
-Mmmm….pensé que…
-Es verdad tía…te digo que yo se la he visto bien cuando jugamos al caballito o cuando me toca y se la jala….recuerdas que te lo conté?
-¿Si, linda…lo recuerdo bien…pero estás segura de eso?
-Si, claro…por eso me llamó la atención el tamaño de esas cosas que estamos viendo ahora…
-Sí, bueno…pero sigamos viendo la película, ¿está bien?
-Si.
Posamos nuevamente nuestra vista en la pantalla del televisor. Ahora uno de los enanitos estaba montado sobre la joven Blanca Nieves, quien se hallaba ya con las piernas abiertas. Los mechones de rubios vellitos púbicos se alzaban sobre su vulvita bien desarrollada. El hombrecillo que estaba sobre ella blandía ya su enorme mástil de barco entre sus manos. Enseguida se le encimó y le arrimó el pedazo de carne al centro de la hendidura de su entrepierna. La chica lanzó un grito de dolor al sentirse penetrada con tremenda fuerza por aquel palo delirante que pronto se perdió en la breve oquedad. Estando atravesada de esa forma ella no pudo sustraerse más al deseo y a la brama y pronto comenzó a moverse con deleite, impulsando cadenciosamente sus caderas hacia un lado y hacia el otro, como disfrutando de la tremenda penetración de que era objeto. Sus ojos se mantenían cerrados y por eso no se dio cuenta cuando otro de los hombrecillos se acercó a su cara y llevó su larga verga hasta su boca. Al sentir la cabeza de aquel pene tocando la puerta de sus ricos labios la chica optó por cooperar, abriendo la boca lo más que pudo, en tanto el peludo pedazo de nervios venosos entraba en su cavidad. El enano aquel comenzó a empujarle su cosota hacia adentro mientras ella relamía con la lengua la cabeza del regio instrumento. Los otros cinco pequeñitos esperaban su turno con ansias, riendo y gozándose del inesperado espectáculo que tenían enfrente, mientras se agarraban sus largos penes con placer. El hombrecillo que la estaba penetrando seguía encima de ella moviéndose con velocidad dentro de la pequeña abertura de Blanca Nieves, ahora desflorada para siempre, quien lanzaba grititos de placer mientras se ahogaba atragantada con la otra verga enhiesta metida hasta lo más profundo de su garganta. Después de algunos minutos de constante bombeo el enano gritó y se derramó dentro de la rajita de la chica descargando enormes chorros de semen en su intrincado bollito. Me di perfecta cuenta de eso porque al sacar su pito de adentro del conejito inundado de Blanca Nieves, éste goteaba gruesos copos de material lechoso. No bien había acabado de salirse de la prisión meridiana de la chica, cuando otro de los enanos tomó su lugar. Éste, más aprovechado que su compañero, levantó enseguida las largas y hermosas piernas de la damisela y las abrió hacia un lado como se abren las hojas de una ventana, en tanto le colocaba la punta de su tolete en su epicentro y la penetraba con saña y salvajismo. La rubia joven volvió a lanzar un grito ahogado, mas yo no estaba tan segura si era de dolor o de gozo, pues en su boca comenzaba a perfilarse una especie de sonrisa placentera que me cautivó. La algarabía que se armó dentro de la pequeña cabaña era estridente. Tanto mi tía como yo nos gozábamos al máximo disfrutando de aquellas geniales imágenes animadas que nos ponían tan calientes que tuvimos que abrazarnos apretando nuestros cuerpos con fuerza.
«-El abrazo bastó para que ella comenzara a meter sus manos bajo mi vestidito irrumpiendo con suavidad entre los pliegues de mi calzón. Sus dedos se introdujeron bajo la tela y buscaron con avidez el rotundo huequito de mi entrepierna. Cuando su inquieta falange halló cobijo en mi hendidura se fue hundiendo con delicadeza en mi breve oquedad humedecida. Ante la sutileza de su experto manoseo yo no pude evitar emitir un gemido de deseo que despertó en mi tía la más ambiciosa lascivia, pues comenzó a invadir mi virginal cuquita dedeándome con sabrosura exquisita, sin que ninguna de las dos dejara de ver hacia la pantalla. Las calientes escenas de la película seguían su curso mientras nosotras cada vez nos abandonábamos más al íntimo jugueteo que ella había iniciado conmigo. Habiendo llegado al extremo del deseo, mi tía me sugirió:
-Elsi…por qué no apagamos eso y nos vamos mejor a mi cuarto? …quieres, linda?
-Si, tía, sería mejor…
Ella apagó el aparato y me tomó de la mano. Prácticamente corrimos escaleras arriba hasta llegar a su dormitorio. Ella trancó la puerta por dentro y me tendió en la cama, presa de la lujuria. Advertí que su vista se hallaba nublada a causa del deseo y sus movimientos eran casi torpes, pues cuando empezó a quitarme la ropa las manos le temblaban como una gelatina. Desde luego que yo tampoco pude sustraerme al tremendo influjo de las imágenes vistas en el televisor, pues sentía mi respiración tan agitada como su hubiese corrido sin parar varias calles. Con evidentes gestos que aludían a la brama que sentía, tía Rebe se quitó todas sus prendas hasta que la ví desnuda frente a mi. Arrebatada por el deseo me cargó en sus brazos mientras me besaba con locura a lo largo de todo mi cuerpo y me depositaba sobre la cama. De un salto se subió sobre el colchón, me abrió las piernitas y hundió su hermosa cara entre las intimidades de mi tesoro. Los lengüeteos que me prodigó esta vez en mi tierna cuquita los sentí mucho más pasionales que todos los anteriores, y aun cuando me daba cuenta que ella les imprimía mayor fuerza, no por eso me gustaron menos, pues comencé a moverme al ritmo de la cadencia de su rostro frotándose sobre mi sonrosada abertura. No cabía duda que el contenido de la película de plano la había enardecido, pues mi ardiente tía estaba hecha una furia. Ante tan caluroso despliegue de pasión pronto experimenté las urgencias del placer; fue por ello que le dije:
-Tía…ya no aguanto más…me voy a orinar en tu boca…
Perdida entre mis piernas ni siquiera me contestó, sino que arreció sus acometidas con su lengua dentro de mi mojado chochito. Casi instantáneamente exploté en una tremenda orinada que ella se bebió con gran fruición sin separar ni un segundo sus calientes labios del suculento bocadillo que se estaba comiendo. Al terminar de drenar mis líquidos interiores ella se levantó y se dirigió hasta su ropero, de donde sacó un tubito de plástico. Cuando regresó a la cama pude ver que se trataba de su propio desodorante. Ávida de deseo me pidió:
-¿Linda…necesito que primero me chupes mi cosita…pero cuando yo te diga, te separas y me metes despacito esta cosita dentro de mi rajita…quieres?
-Si, claro, tía…lo que tu digas…
-Pues anda…ya empieza, que estoy bien caliente…
Inmediatamente se dejó caer sobre la cama con las piernas totalmente abiertas, dejando al descubierto su felposo pubis de negrura exquisita a causa de la suave vellosidad que exhibían. Yo me le eché encima emulando su propio accionar conmigo y comencé a succionarle con mi boca su rojiza hendidura que ahora se hallaba inundada por completo de transparentes flujos. Pronto mi lengua estaba convertida en una especie de serpiente ondulatoria que intentaba introducirse y hasta perderse en el inundado pasadizo escondido de las intimidades de mi tía. Así me mantuve con mi cabeza metida entre sus piernas bebiendo los jugos vaginales que salían de su ardoroso chochito, hasta que ella me dijo:
-Ya, linda .ahora méteme esa cosita dentro de mi rajita…anda que me orino…
Dispuesta a jugar aquel juego nuevo y desconocido tomé el tubito de desodorante y lo dirigí hacia la entrada de su vulva abierta. Coloqué la punta redondeada del largo objeto en la puertecilla boqueante y comencé a empujar con suavidad hacia adentro. Más pronto de lo que supuse el tubito se fue metiendo en el túnel precioso de mi tía hasta que sólo quedó un pequeño pedacito de fuera. Cuando tía Rebe se sintió repleta me pidió con ansiedad:
-Así, linda…así…ahora, muévelo hacia los lados despacito…anda que ya casi me estoy orinando…muévelo…muévelo con tus manitas.
Tomé la parte trasera del desodorante de plástico con mis dedos y empecé a moverlo y removerlo como ella me había dicho, en tanto mis ojos observaban con atención la forma en que su vulva se abría bajo la presión del tubo aquel. Yo observaba con detenimiento y placer el interior de su gruta que ahora aparecía media rojiza por el efecto del extraño objeto metido hasta el fondo de su exquisita raja. Por varios minutos mantuve en movimiento el rollizo aparato hasta que ella comenzó a gritar con fuerza:
-Ohh…Elsi…me orino…me orinooooo….muévelo más rápido….muévelo más rápidooo..
Yo obedecí sus urgentes ruegos y me di a mover el grueso tubo de un lado para otro en tanto ella se descargaba con una brama nunca antes vista. Me daba cuenta de que el aparatito aquel hacía las delicias de mi tía, llevándome a pensar que no era aquella la primera vez que lo utilizaba para darse placer. También comprobé que ella se gozaba con mucho mayor intensidad con esa cosa metida adentro que cuando la dedeaba o le chupaba su conejito. No cabía duda que estaba aprendiendo muchas cosas nuevas con los juguitos que mi cachonda tía me enseñaba.
«-Al terminar de disfrutar de la fenomenal venida mi tía regresó a este mundo, indicándome que le sacara el tubo de plástico poco a poco. Yo jalé con suavidad el objeto aquél hasta que lo tuve fuera. Una vez allí no pude evitar llevarlo hasta mi nariz con la finalidad de oler las exquisiteces de la savia que mi tía había derramado, mientras ella me observaba con atención y una sonrisa de satisfacción afloraba en su boca. Ella me dijo:
-¿Te gusta como huele, linda?…
-Ay sí, tía…huele rico…huele a ti…a tu cosita…
-Mmmm….es delicioso, ¿no?
-Si…es muy rico….puedo chuparlo tía?
-Ay claro, niña….anda chúpalo que quiero verte…
Me metí el tubo en la boca y comencé a tallarle la lengüita alrededor. En efecto, el objeto despedía un olor y un sabor a cuquita; un rico sabor a la cosita de mi tía. Lamí y relamí por todos lados el aparatito de plástico hasta que quedó todo salivoso. Fue entonces que ella me comentó:
-Elsi…creo que ya es tiempo de que nos pongamos la ropa y bajemos.
-Oh tía…por qué?…
-Porque sí, linda…no quiero que nos sorprendan así.
-Ay no….
-Además, linda…aún tengo que devolver la película…
-Ya la vas a regresar? …no terminaremos de verla?
-No…por ahora no…en otra ocasión será….si la dejamos aquí, tus padres pueden descubrirla….y no quiero eso…
-Está bien…ni modo…
Nos pusimos la ropa, arreglamos la cama y luego bajamos a la sala. Una vez allí ella sacó la película del vídeo y la metió en la funda de cartón. Después me dijo:
-Ven…acompáñame, Elsi….te dejaré en la heladería mientras yo voy a entregar esta cosa.
-Ay tía…me invitarás un helado?
-¿Claro, linda…allí me esperarás hasta que regrese…quieres?
-Siiiii…..»
-Ay mami….que cositas tan lindas hacías con tu tía…hasta me gustaría hacerlas a mi también…
-Si, mi amor…todo era delicioso con ella…
-Si…me hubiera gustado conocerla, mami…
-Mmmm…bueno, ella ya se casó y tiene hijos grandes…ya es una persona muy mayor, Rubí.
-¿Si…entiendo…y seguiste jugando con ella a otras cositas, mami?
-Claro, linda…jugábamos a muchas cosas cada vez que podíamos.
-Oh mami…yo quiero que me enseñes todo todo…
-¿Si, Rubicita…ya te dije que lo haré…pero eso será cuando te termine de contar la historia…quieres que así sea?
-Si, mamita…como tú digas.
El pito casi se me despegaba del cuerpo a causa de tanto manoseo. No cabía duda de que las confesiones que mi mujer le hacía a Rubí me ponían a gravitar de la brama. Pero en esos instantes ya no me quedaba ni una gota de leche disponible para derramar. Así que haciéndole la señal convenida a Elsa le indiqué que diese por terminad la sesión de aquella noche. Ella, perfecta entendedora de mis deseos, le dijo a la pequeña Rubí:
-Bien, linda…ha llegado la hora de que nos vayamos a dormir…tu papito no debe tardar.
-Oh mamita…yo quería que me siguieras contando…
-Si, amor pero será mañana…por ahora ha sido suficiente.
-Está bien mami…me llevarás a mi cama?
-Si, linda…anda, vamos.
Me alejé en seguida de allí y bajé las escaleras. Minutos después llegó Elsa y me abrazó con pasión diciéndome:
-Oh Aldo…¡me siento tan caliente!…
-Mmmm…sí, debe ser, amor…pero no me ha quedado nada de leche para darte…otra vez será.
-Lo sé…no te preocupes…sé que todo es parte de nuestro acuerdo…pero mañana, mientras estés en la oficina, me desfogaré con la nena…no me queda otra…
-Si, linda…hazlo…no hay problema…y así tendrás que manejarlo por varios días porque quiero que le sigas contando tu historia…uffff, amor…no sabes cómo me pone escuchar todo lo que le relatas a Rubí.
-Ya me imagino…y la verdad te envidio tanto que ya quiero que llegue mi turno…pero seré complaciente contigo, amor, ¿porque yo también quiero que tú hagas lo mismo después…de acuerdo?
-Si, mi vida de acuerdo en eso quedamos, no?
-Sí en eso quedamos y ahora vámonos a la cama, si no mañana no querrás levantarte.
-Si, vamos a dormir, amor.
CONTINUARÁ.
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