Una preciosidad de hijita 7
Siguen las calientes historias de mi mujer.
Una preciosidad de hijita (7)
Cap. VII
Llegué a la oficina más tarde que de costumbre. ¡Puta madre! Qué calentada la de anoche. Nos acostamos ya de madrugada. Ni modo. Me siento completamente descremado, y no es para menos. Las venidas han sido geniales. Me he pajeado como jamás lo había hecho antes. Ni siquiera cuando era un adolescente, recuerdo que me masturbara con tanta intensidad. ¡Caray! Todo esto es increíble. Nunca pensé que la historia infantil de mi propia mujer me excitara de esa forma. ¡Cuánta leche he derramado oyendo todo eso! ¡Con cuánto placer escucho lo que ella le cuenta a Rubí! La muy cachonda de Elsa es genial. Y nunca pensé que escondiera esos secretos tan inconfesables.
Son tan calientes y me excitan tanto. No sé cómo no se lo pregunté antes. Pero me gusta más ir sabiendo todo mientras se lo cuenta pormenorizadamente a Rubí. Le pediré que le siga revelando a la niña todo todo hasta que termine de sacar sus cosas más ocultas. Necesito saber todo lo que escxonde en su caliente mente. Todo esto pinta bastante bien. Lo único que no pinta bien es el clima. Pinche calor de infierno. Pero es verano. El día transcurre como siempre. Papeles y más papeles. ¡Qué pendejada! Ni modo. Y el pinche calor que no cede. Las lluvias se están tardando demasiado. El calor es insoportable. Es verano. Un verano demasiado caliente.
Cuando acaba la jornada me salgo de la oficina y me voy a casa. Como me ha sucedido en los últimos días voy pensando en Rubí. Su figura infantil me excita. Recuerdo su panochita imberbe; de niña. Qué linda es mi pequeña. Y es bien calientita. Mi mujer se ha encargado de despertarle esos deseos que todas las niñas guardan en su mente como dormidos, como duendes agazapados. Y están siempre esperando a que alguien encienda la mecha para que se desborden; para explotar como pólvora. Todo esto que estoy viviendo es tan lindo y tan diferente. Lo disfruto como ninguna otra cosa. Diviso el departamento a lo lejos. Llego al parking y estaciono mi automóvil. Entro en la casa. Todo está apagado, como los últimos días. Mmmm. De seguro Elsa me ha preparado otra sorpresa. Pero ya no quiero sorpresas. Lo que quiero es seguir oyendo la historia de mi mujer mientras se la cuenta a la nena. Y sobre todo, ver las reacciones de Rubí. Subo las escaleras con cuidado. La puerta, como siempre, está entreabierta. Sólo lo suficiente. Me asomo en silencio.
Miro a Elsa y a Rubí. Mi mujer ya le está tocando el chochito a la niña. ¡Qué caliente es Elsa! No cabe la menor duda. Veo que le mete un dedo entre su rajita y Rubí gime. Mi mujer está tan dedicada a lo suyo que la veo perdida en los tocamientos íntimos. Ni siquiera me ve. Y yo lo que quiero es seguir oyendo su historia. Pero tengo que esperar a que ella se de cuenta de que estoy allí. No quiero que Rubí sepa que yo escucho todo lo que Elsa le cuenta. Si lo sabe no será lo mismo. Tiene que creer que están solitas. Observo la carita de la niña que está como contraída a causa del apretamiento de sus mandíbulas. Parece que pronto se orinará. Echa su cabecita hacia atrás. Sí, no hay duda. El momento supremo está por llegar. Me doy cuenta que Elsa mantiene su boca pegada por completo a su conchita. Repentinamente, del centro de la cuquita de mi hija comienzan a brotar los chorritos de lluvia dorada. Elsa se bebe los líquidos amarillentos, casi diáfanos. Cuando acaba, mi mujer echa una ojeada a la puerta y al fin me ve. En seguida cambia de táctica y le dice a la niña:
-Ay linda…que rica orinada…me lo bebí todo…¿Tú crees?…
-Si mamita…lo sé…y no me quedó nada adentro…
-Muy bien…muy bien, linda….y ahora qué más te gustaría hacer, Rubicita?
-No lo sé mami…lo que tú quieras enseñarme…
-Perfecto…dime algo….¿Te gustaría que te siguiera contando mis cositas?
-Sí…sí…eso me gusta mucho mamita…
-¿De verdad lo disfrutas, pequeña?
-Si, mami…¿Y te digo algo?…creo que me gusta más oir todo lo que me cuentas de cuando eras una niña como yo, que hacer otra cosa…
-¿Tanto así, pequeña?…
-Si…por eso te quería decir cuando estemos solitas, primero me cuentes y después me chupes mi cosita para orinarme en tu boca…
-Ay linda…a mi también me agradaría mucho eso….pero debes saber que será un poco difícil…
-¿Difícil?….¿Por qué, mami?
-Porque tu papi puede llegar…y yo sólo quiero contarte a tí esas cositas…sólo a ti…
-Y él no debe saberlo, ¿verdad?
-¿No y nunca se lo digas, de acuerdo?
-¿Si mamita…no se lo diré…oye mami, y cuándo veremos una película como la que viste con tu tía Rebe?
-¿Una como la de Blanca Nieves?….
-Sí…como esa….yo quiero verla…
-Sí amor…eso lo sé…pero tendremos que ingeniárnosla muy bien para que un día que no esté tu papito en casa la podamos ver solitas….de acuerdo?
-Si…qué bueno…ojalá sea pronto…
-Si, linda…será pronto…te lo prometo…
-Pero mami…por qué no me sigues contando?..ya quiero escucharte…
-Si, linda…escúchame con atención…
«-Tanto tía Rebe como yo nos habíamos convertido por propia voluntad en cómplices de nuestros ocultos secretos, los cuales guardábamos por acuerdo común sólo para nosotras dos. En ocasiones mi mamita me preguntaba cosas sobre ella, como queriendo saber algo. No sé si ella sospecharía sobre lo que hacíamos a escondidas o si sólo quería asegurarse de ello, pero la verdad es que con más frecuencia de lo normal me inquiría:
-Elsita…y cómo te llevas con tu tía Rebe?
-Bien mamita…ella es muy linda conmigo…por eso la quiero tanto.
-La quieres mucho, ¿verdad linda?
-Si mami…mucho.
-Pero dime, Elsita…aparte de llevarte al cine, ¿de salir contigo y comprarte golosinas y esas cosas…te hace algo más?
-No entiendo mami…
-Si, linda…lo que quiero decir es que si no juega contigo como tú y yo jugamos…o de alguna otra forma…¿Me comprendes?…
-Oh, si mamita…te entiendo…pero ella no…nunca me ha hecho nada de eso…
-Mmmm…me estás diciendo la verdad, Elsi?
-Claro, mami…si no yo te lo diría…
-Bueno, está bien…pero recuerda dos cosas…nunca le digas nada de lo que hacemos tú y yo cuando nos bañamos…y si ella te llegara a hacer algo, ¿dímelo…está bien?
-Sí, mami…
Por ese tipo de cuestionamientos me daba cuenta claramente que mi madre tal vez sospechaba algo, y si no era así, quería con sus inquisitivas preguntas hacerme hablar. Pero yo no deseaba por ningún motivo revelarle a ella nada acerca de nosotras, pues recordaba muy bien lo que mi tía me había dicho que pasaría si mis padres se llegaban a enterar. Por otro lado, el fuerte lazo de complicidad que me unía a tía Rebe era mucho más fuerte que la relación íntima que mantenía con mi mami y con mi papi, pues muy en el fondo me daba cuenta que me gustaba más hacerlo con la hermanita de mamá que con mis propios padres, aunque a decir verdad yo siempre lo disfrutaba todo.»
«-Es por ello que a diario deseaba quedarme solita con mi tía porque sabía que cada vez que teníamos esa oportunidad ella me enseñaba un juego nuevo que me ponía a temblar de la calentura. Y a esa edad y siendo una niña tan curiosa, cualquier novedad en la que me iniciaba era para mí motivo de profundo gozo, tanto que cuando pasaban varios días sin poder estar a solas con ella me sentía triste y desanimada. Pero tía Rebe era una joven muy lista, y cuando veía que las cosas no se prestaban para enseñarme sus jueguitos, ella buscaba crear la ocasión propicia para mantener mi estado de excitación en el grado que deseaba y de paso, incrementar el acervo de nuestro mutuo placer. Cierta tarde en que mis papitos se metieron a su cuarto a dormir la siesta, mi tía me dijo:
-Elsie…te tengo una sorpresita…
-Ay tía…pues ya dime cual es..-le respondí desesperada, presintiendo que algo bueno tramaba-
-No…aquí no te lo puedo decir…puede ser peligroso…
-Entonces?…
-Ven…vayamos a la tienda que te compraré dulces…te lo diré en el camino…
-Pues vamos…
Salimos a la calle y mientras caminábamos me comentó:
-Mira Elsi…quiero que me acompañes mañana a casa de una compañera de la escuela…te gustaría ir?
-Pues si, claro…pero tía…allí no podremos….
-¿Sabía que pensarías eso, linda…peo no es así…será una sorpresa…quiero que sea una sorpresa para ti…te gustaría?
-Si…si, tía Rebe…si es una sorpresita, llévame contigo…
-Está bien…mañana por la tarde le pediré permiso a tu mami para que me acompañes.
Tía Rebe no tuvo dificultad para obtener el permiso de mis padres, de manera que por la tarde del día siguiente tomamos un taxi y nos dirigimos hacia una colonia que por lo visto era de clase social no muy boyante. Llegamos a una casita pequeña, donde la amiguita y compañera de escuela de mi tía ya nos esperaba. Se trataba de una chica como de la misma edad que ella, morena de piel, pero bastante atractiva, aunque no tanto como mi linda tía. Aunque si he de ser sincera, lo que más resaltaba de su cuerpo era el hermoso trasero que mostraba bajo su falda corta. Me daba cuenta de que en eso ni siquiera mi tía podía competir con ella.
Al parecer no había nadie en casa, y estaba casi segura de que todo lo habían planeado muy bien entre las dos. Así que de inmediato nos metimos en un cuartito chiquito donde sólo había una camita individual con sábanas de tela corriente y una mesita de madera donde la amiga ponía su ropa. Mi tía me presentó con ella y la chica me acarició la cabeza en señal de saludo, mientras me decía:
-¿Hola…tú debes ser Elsita…y eres bien bonita…como estás, pequeña?
-Muy bien…
-Qué bueno…espero que te la pases bien aquí….
Las dos se sentaron sobre la cama y tía Rebe me dijo que primero harían la tarea de la escuela y después nos pondríamos a jugar un ratito juntas. Así que guiñándome un ojo me comentó:
-Si quieres, Elsie, sal a jugar un ratito para que no te aburras y yo te llamo cuando terminemos la tarea….
-Si, tía…daré un paseo por allí…
-Está bien, linda…pero no te alejes mucho, eh?
-Si –le respondí-
Me salí del cuartillo y me puse a husmear por la casita hasta dar con la puerta trasera. La abrí y me hallé de pronto en un patio de tierra que no tenía división, y que por lo mismo podían verse los terrenos traseros de las viviendas aledañas. Busqué un lugar donde sentarme y me puse a observar los árboles y el cielo. El sol brillaba aún y hacía algo de calor, pues eran como las cuatro de la tarde. Distraída como estaba permanecí en esa forma hasta que algo llamó mi atención en uno de los patios adjuntos. Voltée y miré a un hombre que estaba como escondido tras un árbol, moviendo sus manos. Aquello no hubiera sido para mí motivo de atención de no ver que el hombre mantenía sus pantalones a la altura de las rodillas y sus manos no dejaban de moverse.
De momento pensé que quizás estaría orinando, pero cuando fijé mi vista con mayor atención descubrí que en realidad tenía su pene en las manos y lo estaba como masajeando. La visión, como es natural, despertó mi innato instinto de curiosidad y me dispuse a observar lo que estaba haciendo. Me pareció, sin embargo, que al darse cuenta de que yo lo estaba mirando, aquel hombre se colocó de tal manera que quedó de lado, tal vez con la finalidad de que yo pudiera ver desde donde me encontraba sentadita todo lo que hacía. Y así fue en realidad.
Claramente ví que tenía su pito muy parado y que se lo jalaba con fuerza de arriba hacia abajo mientras sus piernas estaban medio dobladas. Sin perder detalle de nada ni siquiera desvié mi mirada de él, lo cual al parecer debió agradarle, pues caminando hacia el lindero del terreno sin soltarse para nada la verga, me ofreció un completo y claro panorama de su accionar. Yo advertí que el hombre continuaba manipulando su miembro endurecido, pero sin dejar de verme a mí, lo que al parecer le gustaba y sin duda le enardecía.
En vista de que yo no estaba dispuesta a perderme aquella nueva enseñanza, continué viendo todo lo que hacía, hasta que me di cuenta que cerró los ojos y comenzó a gemir muy despacio, al tiempo que de su verga parada comenzaban a salir inmensos chorros de un líquido blanco y viscoso que fueron a perderse en el suelo, aunque parte de su mano quedó toda embarrada. Cuando acabó de venirse sacudió su pito semiflácido y se lo guardó, subiéndose el calzón y los pantalones. Después se fue de allí y se introdujo en la vivienda de junto.»
-¿Ay, mami staba orinando o qué?…
-¿Si, Rubí…él se orinó…pero lo hizo de la misma manera en que tu papito se orinó la otra noche…recuerdas?
-Ay sí, mamita…y también cuando me despertó esa noche y tú llegaste a mi cuarto, no?
-Exactamente….como viste, es un orincito como blanco blanco…
-Si, mamita…y es más calientito y parece lechita, no?…
-Si, linda…es así como dices….
-Oh, mamita…y entonces se fue y ya?….no volviste a verlo?
-No…sólo fue en ese instante en que estaba yo solita en el patio….
-Mmm…sí…y qué más?
Yo ya tenía mi pájaro de fuera y lo estrujaba con mis manos a causa de la exquisita experiencia que mi mujer le relataba a Rubí. Pero no deseaba desde luego venirme tan rápido, de modo que cuando sentía las ansias del clímax, lo soltaba y permanecía por unos isntantes sin tocarlo hasta que la sensación desaparecía, para después volver a sacurdirlo con mis manos en una práctica excesivamente excitante y deliciosa. Aguzé el oído para seguir escuchando a Elsa.
«-Seguí sentadita en el mismo lugar, pero sintiendo una sensación un poco extraña debajo de mi falda, especialmente allá entre mis piernitas. Pasado un rato escuché la voz de la amiga de mi tía que me decía:
-Ven aquí, Elsie…ya acabamos…
Me levanté y me metí en la casa. Ví que la amiga de mi tía cerró la puerta por dentro. Caminamos rumbo al cuartillo, donde tía Rebe seguía sentada en el bordo de la camita, y entonces me dijo:
-Elsie…Anita y yo ya acabamos el trabajo…ahora queremos jugar entre las tres a un jueguito que sé que te gustará, antes de que su mamita regrese…¿quieres?
-Sí, tía Rebe….
-Bien…te enseñaremos un juego nuevo que se llama «La doctora»…lo que haremos será lo siguiente: Una de nosotras será la doctora y la otra la paciente. La doctora explorará a la paciente para saber qué enfermedad tiene…después, cambiaremos los personajes de modo que las tres lo disfrutemos ¿Qué dices?
-Ay siii….me encantaría, tía Rebe…
-Muy bien, linda…sabía que te agradaría…entonces, para empezar, Anita será la doctora y tú serás la paciente. Y yo seré la enfermera, y ayudaré a Anita en las exploraciones…¿De acuerdo?..
-Si, tía…pero ustedes díganme cómo…porque yo no sé…
-Si, linda..así será…no te preocupes…tú solamente dejate hacer todo, si?
-Si…está bien…
Como yo ya estaba excitada a causa de lo que había visto previamente en el patio vecino, no me fue dificil acceder y sobre todo cooperar en aquel nuevo juego que estaba a punto de aprender con ellas. Así que tía Rebe me recostó sobre la camita y su amiga, acercándose a mí, me dijo:
-Díme donde te duele….señálame el sitio donde sientes la molestia, si linda?
Al no saber de momento qué responderle sólo se me ocurrió señalar con mi mano la parte baja de mi entrepierna, donde más que sentir algún tipo de dolor experimentaba un ardor exquisito que hacía que mi orincito amenazara con salirme de adentro. Anita me abrió las piernitas y me dijo enseguida:
-A ver…veamos qué es lo que le pasa….
Metió su mano bajo la tela de mi falda y se dio a explorar esa región perdida con sus cálidos dedos, lo que me ocasionó un intenso y sabroso cosquilleo en mi lampiña pelvis. De inmediato buscó la suave telita de mi pantaleta y comenzó a tallarme los dedos sobre mi brevísimo pubis. Yo me dejé hacer todo aquello ante la mirada ardiente de mi tía, quien seguía de cerca y sin perder detalle las manipulaciones de su amiga sobre mi chochito. Escuché cuando Anita le dijo:
-Enfermera…ayúdame a desvestir a la paciente…
-Sí doctora…
Tia Rebe se acercó a la cama y comenzó a desvestirme hasta que me dejó totalmente en cueros. En ese momento yo ya sentía las urgencias de orinarme, pero hice todo lo posible por aguantarme para que el juego no acabara tan rápido. Anita, al verme desnuda, no dejaba de contemplarme con admiración, viendo que mi cuquita carecía por completo de pelitos y en mis tetitas apenas comenzaban a asomarse unos breves botoncitos de carne. Por lo visto a ella le encantaban las niñitas de mi edad, pues descubrí en el fondo de sus pupilas un brillo tan intenso que me excitó aún más de lo que ya estaba. Pero el ver la forma como actuaba me daba cierta confianza, ya que lo hacía tan lentamente y de una manera tan dulce, que cerrando mis ojitos me abandoné a las tiernas caricias que me prodigaba. Oi cuando tía Rebe le dijo:
-Qué es lo que tiene, doctora?…
-Mmmm…creo que tiene algún problemita en su cosita…tendré que abrirsela para ver bien…
-¿Quiere que le ayude?
-Si…por favor ábrale más sus piernitas para ver más de cerca…
Mi tía se dio a la deliciosa tarea de abrirme en V mis piernitas, al tiempo que Anita se subía a la cama y ponía su cara frente a mi húmedo bollito. Haciendo a un lado con sus manos los pequeños labios de mi vulvita se asomó hacia mi interior, dedicando varios minutos a la observancia del canalito rosado que tenía ante sus ojos. Después de la larga auscultación ocular, la amiga de mi tía comentó con voz temblorosa por el deseo:
-Oh…pero qué bonita tienes tu cosita, Elsita…tendré que meter mi lengua para saber qué es lo que te ocurre…
Diciendo y haciendo, se aplicó de inmediato a la exquisita succión metiendo la punta de su lengua en el intrincado pasadizo de mi conejito virgen. Conociendo los secretos que producen las chupadas de una mujer en el bollito y que mi propia tía se había encargado de mostrarme, relajé mis miembros dispuesta a disfrutar al máximo de la tibia caricia, mientras levantaba mis bracitos a todo lo alto para estar más cómoda. La lengua de Anita entraba y salía con lentitud de mi rajita en tanto uno de sus dedos tocaba el centro arrugadito de mu culo. Esa nueva sensación que tanto me encantaba hizo que levantara mis nalgas con la finalidad de favorecer su tocamiento sobre mi hoyito trasero. No deseando de ninguna manera permanecer al margen de las delicias del momento, tía Rebe se encaramó a la camita y empezó a frotar sus manos sobre mis tetitas, lo que me produjo una electrizante y violenta descarga que hizo tiritar todo mi cuerpo. Tía Rebe, seguramente atraída por la forma en que aparecían mis axilas sin vello, se colocó de tal forma que comenzó a besarme los sobacos, yendo de un brazo al otro sin detenerse ni un instante. Esa nueva sensación tan rica me causó un deseo tan intenso que no pudiendo aguantar más, le dije a Anita:
-Anita…me voy a orinar…ya me voy a orinar en tu boca….
-Si, linda…orínate…anda…échame todo tu orincito en mi boquita…
Sin dejar de mamar mi cuquita estremecida, sentí cómo su dedito ingresó en el interior de mi culito, explotando en mi primera venida de manera tan abundante, que la amiguita de mi tía no pudo contener dentro de su boca los chorros de líquido que expelía mi bollito. Tía Rebe, mientras tanto, continuaba pegada a mis axilas exhalando el olor que despedían y chupando los jugos sudorosos de esa región tan especial. Cuando al fin acabé de orinar, Anita comentó:
-Oh, Elsita…fíjate que no te encontré nada malo…tu enfermedad no es de cuidado…así que puedes bajarte de la cama….
Yo obedecí, oyendo que mi tía le decía a su amiguita de juegos:
-Bien, Anita…ahora yo seré la doctora…Elsie será la enfermera y tú serás la paciente…
-Si. –respondió su amiga con la cara enardecida por la lujuria-
Sin esperar más, Anita se tendió sobre la cama aún con la ropa puesta. Fue encontes cuando mi tía la dijo:
-A ver…díme dónde te duele…dónde sientes esa picazón…
-Aquí abajo, doctora….me pica demasiado…quisiera que me revisara para ver qué es lo que me pasa…
-Bien..bien…pero tendré qu quitarle la ropa….
-Si, doctora…hágalo…pero hágalo rápido por favor….
Mi tía, volteando a verme, me ordenó:
-Enfermera….quítele toda la ropa a la paciente…
Aquel juego nuevo me gustaba demasiado. Era tan diferente. Jamás lo había hecho y mucho menos con dos mujeres, lo cual me causaba un placer tan especial que volvía a sentir sin saber por qué el delicioso fluir de líquidos debajo de mi tierna pelvis. Comencé a quitarle la ropa a Anita hasta que no le quedó nada encima. Después, a instancias de mi tía, ella volvió a recostarse cuan larga era al tiempo que mi tía me indicaba:
-Enfermera…ahora ábrale las piernas a la paciente.
Me subí sobre la cama e hice lo que me pedía sin dejar de observar el peludo triángulo frontal de Anita, que sobresalía rotundo entre su morena entrepierna. Pero lo que más atraía mi mirada era el levantado culo y la suavidad de sus preciosas nalgas prietas, en donde florecía aquel punto negruzco de su ano, en cuyos contornos oscuros aprecié el nacimiento de una suave pelusilla brillante. Tía Rebe observó la región secreta de su amiga por largo rato con la mirada llena de un extraño gozo. Cuando mi tía dio por concluído su acuciosa labor contemplativa, se acercó a la región secreta de Anita y bajando su cara hasta el centro de su hendidura se dio a lamer sin ningún miramiento aquel sabroso manjar, al tiempo que yo observaba la genial caricia tocándome ya la parte interior de mis muslos. Pronto Anita comenzó a lanzar una serie de gemidos que comprobaban la eficacia de las tremendas y violentas chupeteadas de la otra, hasta que no tuvo más remedio que decirle con grititos ansiosos:
-Yaaa….Rebeca…me voy a venir….me voy a venir en tu bocaaaaa…
-Si….échame tu lechita…échamela toda…putita….anda…
Anita se estiró con fuerza repegándose a la cara de mi tía, quien metía y sacaba su lengua de la oscura gruta viscosa, en tanto aquella comenzaba a gritar y gritar presa de los espamos más brutales. Yo no sabía qué hacer, y al recordar lo que mi tía me había hecho antes, levanté mi vista para observar las axilas de su amiga, quien con los brazos levantados exhibía unos sobacos completamente depilados, pero no por eso menos hermosos debido a la oscuridad de su piel. Alentada por la visión que la parte baja de sus brazos me ofrecía, acerqué mi rostro hacia ellos, apreciando por primera vez que las axilas de una mujer morena son mucho más atrayentes a la vista que las de piel blanca, pues muestran ciertos dobleces en esa parte escondida que parecen como sutiles caminillos dibujados con amaestrado pincel. Mientras Anita se desbordaba en sus furiosos orgasmos, hundí mi nariz en aquella zona tan deliciosa oliendo el aroma tan especial de sus sobacos. Me di a lamer después la sedosa piel morena pasándole mi lengua por los caminillos ya descritos, yendo luego hacia el otro sobaco ennegrecido,hasta que me harté de oler esa parte tan especial que ahora descubría. Anita, al terminar de gozar de la venida y aún con la mirada extraviada, le comentó a mi tía:
-Ay Rebeca…qué rico…todo esto es tan genial….
-¿Te gustó, amiguita?
-Ay sí….me encantó…pero sigamos porque no nos queda mucho tiempo….
-Si… –contestó mi tía- Entonces ahora le toca a Elsie ser la doctora, y tú serás la enfermera.
-Si –dije yo con la voz temblorosa-
Rápidamente tía Rebe se recostó en la cama. Yo, imitando la manera en que ellas habían actuado, le dije a mi tía:
-Muy bien…dígame donde le duele….dígame qué es lo que siente…
-Ay no sé, doctora…fíjese que siento algo muy caliente allá abajo…
-Entre sus piernas?
-Si…allí mismo…
-Muy bien…tendremos que revisarla….
Me subí a la cama por enésima ocasión. No cabía duda que aquel jueguito era encantador. Tan encantador y caliente que ya mis bragas volvían a experimentar más humedad de la que ya tenían. Fue cuando le dije a Anita:
-Enfermera…quítele toda la ropa a la paciente…
La amiga de mi tía comenzó a desvestirla con extremo deleite, mientras una sonrisa de placer y satisfacción bordaba sus labios morenos. Cuando la hubo encuerado totalmente le volví a decir:
-Ahora…ábrale las piernas para verle mejor…
Anita se subió a la cama y le hizo a un lado sus dos piernas, dejando al descubierto el conocido tesoro de pelos rubios del chochito de mi tía. Cuando contemplé de cerca la magnífica visión del triángulo púbico de tía Rebe me hundí sin decir más entre los pliegues de su hendidura, abriendo los labios con mis dedos en tanto mi lenguita se abría paso dentro de la gruta sonrosada y olorosa. Sabedora de que ella disfrutaba al máximo de la caricia anal, le puse mi dedido en la puertecilla arrugada de su culo y me di a realizar movimientos circulares, al tiempo que iba hundiéndolo en el precioso esfínter rosado de su trasero. No pasó mucho tiempo para que mi tía empezara a jadear de la brama, lo cual ha incitaba a chuparle su bollito con mucho mayor fuerza e intensidad, mientras mi dedo desaparecía completamente perdiéndose en el interior se su conducto anal. Anita, deseando repetir las escenas sobacales, le levantó los brazos y fue a prenderse de las axilas de mi tía, quien al ser de piel blanca no mostraba la curiosa y excitante visión de los sobacos de aquella, pero no por eso dejaban de ser tan deliciosos al tacto lingual. Pronto vi que Anita se perdía debajo de la piel escondida de las axilas de tía Rebe, en tanto yo me mantenía chupando con mi golosidad acostumbrada el regio conducto de pelos rubios. Por largos minutos estuvimos sobre su hermoso cuerpo; yo mamando su parte baja con mi dedo perdido en el pasadizo de su apretado culo, y Anita chupeteando y bebiéndose con fruición el sudor de los blancos sobacos de tía Rebe, hasta que ésta nos anunció con sus propios gritos la irremediable explosión orgásmica que se avecinaba.
-Yaaa….Elsie….me voy a orinar en tu boquita…me voy a orinaaaar….
Arrecié mis movimientos succionadores sobre su caliente vulva mientras sentía estremecerse su cuerpo bajo mi cara. Anita, por su parte, no dejaba de besarle las axilas, lo cual sin duda incrementó las delicias espasmódicas de su venida, hasta que al fin de descargó en abundantísimos efluvios que yo me bebí con la presteza y dedicación con que había sido enseñada.»
«-Habiendo acabado la sesión por ese día y quizás temiendo el retorno de su madre, Anita le dijo a mi tía:
-Ay, Rebeca…yo que más quisiera…pero no podemos seguir, no vaya a regresar mi mamá…
-Si…lo sé, amiguita…creo que ya es sufciente por hoy…
-¿Si…pero dime, Elsita…te gustó el jueguito de “La Doctora”?…
-Ay si, Anita…me gustó mucho…
-Qué bien…entonces otro día podremos jugar otra vez…qué te parece?
-Si mi tía me invita, si… –respondí yo volteando a verla-
-Ay pero claro, linda…ya verás que volveremos a venir para hacerlo con Anita…ella es bien linda, no?
-Si…es muy linda…
-Gracias, nena.. –me contestó ella- Pero ahora vamos a vestirnos, porque si viene mamá y nos encuentra así…ufff….pondrá el grito en el cielo…jijijijiji…
En seguida procedimos a vestirnos las tres, en tanto Anita acomodaba las sábanas de la cama para no dejar huellas del genial jueguito que habíamos sostenido. Recogiendo sus libros de la mesita, tía Rebe le comentó a su amiguita:
-Bueno, Annie….es hora de que nos vayamos…chau –le dijo, dándole un beso en la majilla-
-Chau, amiga…
-Adiós, Anita… –le dije yo en señal de despedida-
-Ay ven acá, linda pequeña…eres adorable…cuídate…-me comentó, dándome también un beso-
Salimos de allí y pronto abordamos el autobús que nos regresó a casa.»
-Ay, mami…qué rico jueguito ese de «La Doctora», ¿no?
-Si linda…es un juego realmente delicioso….
-Oh, mamita…a mí también me gustaría que jugáramos a eso…
-Claro, linda…claro…ten la seguridad de que lo haremos…
-Pero…necesitamos de alguna amiga, no? –preguntó Rubí emocionada-
-Si, claro…pero de eso me encargaré yo…no te apures…
-Si, mami….
-Muy bien, pequeña…pero ahora llegó la hora de dormir, porque tu papito no tarda en regresar…
-Ay mami…yo quisiera que me siguieras contando…
-¿Yo también quisiera, Rubicita…pero por ahora no es conveniente…será mañana…de acuerdo?
-Si mamita…
-Muy bien…ahora ven aquí que te vestiré para llevarte a tu cama.
Cuando terminé de oir esa frase me bajé volado escaleras abajo. Iba con el pito colorado y flácido después de las tremendas venidas que me había puesto escuchando aquella parte de la historia infantil de mi mujer. Entré al baño y me lavé la verga para quitarme la gran cantidad de leche que rezumaba. Había sido otra noche inolvidable. Una noche caliente. Si. Tan caliente como el verano.
Poco después, cuando mi esposa me alcanzó en la sala, casi me estaba quedando dormido del cansancio. Ella me dijo:
-Ay Aldo…estoy tan caliente….
-Oh amor…gracias…muchas gracias por regalarme estos momentos…
-Hummm….ya veo que te gustan demasiado, no es así?
-Si…no tienes una idea de cuánto me calientan…
-Oh si…ya veo…lo malo de todo esto es que yo no puedo desahogarme….
-No te hagas, amor…que bien sé que te desfogas con Rubí….
-Ay pues claro…qué esparabas?…pero ya sabes que no es lo mismo….y a mi también me calienta muchísimo recordar mi pasado…
-Hmmm….realmente tienes una historia fenomenalmente caliente, amor….
-Te gusta?
-Claro que me gusta…por eso quiero que acabes de contarle todo…no quiero perderme de nada…
-¿Quieres que continúe contándole a la niña todo eso?
-Si amorcito…por favor compláceme…si lo haces, te juro que yo haré también todo lo que me pidas…
-Todo lo que yo te pida?
-Si…todo….
-Hmmm…muy bien Aldo…pero conste que este es un pacto entre los dos…
-Lo sé, mujer…lo sé…y tú sabes que lo cumpliré,
-Está bien, amor…pero ya vamos a dormir que es tarde…
CONTINUARÁ.
Sinceramente Aldo ya se está convirtiendo en un autentico pajero. Comenzaste muy bien los relatos pero ya se están tornando aburridos con las historias. Esperaré el próximo y si es igual dejaré de leerte amigo.
Me parecen muy emocionante tu historia, sobre todo por los detalles y emociones plasmadas, espero la siguiente parte 😉