Una preciosidad de hijita 8
Vuelven a la casa de la amiga de de tia Rebe.
Una preciosidad de hijita (8)
Cap. IX
Al otro día y hallándome en la oficina, mis pensamientos estaban solamente dedicados a los intensos momentos nocturnos en que me masturbaba como un loco escuchando el relato de mi mujer a Rubí. Reconocía que el hecho de esconderme para oir la historia de Elsa me producía una suerte de calentura que desconocía. Era tan intensa la brama que me provocaban sus vivencias que no sabía en realidad el por qué de todo eso que sentía. ¿Era acaso la manera tan sutil que mi esposa utilizaba para recrear sus peripecias infantiles? ¿O era el hecho de saber que ella me había ocultado sus experiencias de niña que ahora descubría escondido tras la puerta? ¿No sería que la presencia de Rubí oyendo todo eso me enardecía? No lo sabía con certeza. Pero de lo que sí estaba seguro es de que no deseaba por nada del mundo que ella terminara de contarle a la niña todo eso, pues me estaba acostumbrando a ser el interlocutor oculto de sus tremendas vivencias eróticas. Cuando llegué a la casa la encontré con las luces apagadas. Subí cuidadosamente las escaleras hasta llegar al quicio de la puerta de la habitación principal. Vi que mi mujer y mi hija se hallaban sentadas en la cama conversando. Esta vez Elsa me vió de inmediato y procedió inteligentemente a cambiar el curso de la plática diciéndole a Rubí:
-Sabes, linda?…algún día que estemos solitas haremos algunos de los jueguitos que te he contado que yo hacía con mi tía…
-Si, mamita…ya te dije que eso me gustaría mucho…
-Lo sé…lo sé…pero será cuando yo lo considere conveniente…está bien?
-Si, mami…pero no me has dicho qué pasó después de que tu tía te encontró con tu mami haciendo eso…dime…¿Cumpliste la promesa que le hiciste a tu mamá?
-Oh no…claro que no…
-¿Por qué no, mami?
-Pues porque de haberlo hecho, podría arriesgarme a que mi tía se molestara por quererla engañar…
-Oh, sí….qué lista fuiste, mami…
-Claro, linda…tenía que serlo…
-Si, es cierto….además…dices que ella se dio cuenta de todo, no?
-Ay claro, Rubicita…lo vio todo…de modo que no podía salirle con una mentira…
-Si…si…pero…¿Y qué pasó después, mamita?
-¿Quieres saberlo, pequeña?
-Si, mami…por favor sígueme contando…
-Está bien….escucha:
«-Durante dos días tuve que permanecer encerrada en mi cuarto a causa de la gripe, siendo mi mami quien se aprovechó de aquella circunstancia yendo por las noches a ponerme los supositorios. Pero ahora me daba cuenta que antes de empezar el jueguito se aseguraba de que la puerta de mi dormitorio estuviese bien cerrada. Era claro que no deseaba otra interrupción tan inesperada como la anterior. Yo, por mi parte, cooperaba con gusto en sus manipulaciones anales disfrutando con amplitud y gozo de las delicias de sus hurgoneos dentro de mi culito, que ahora se habían convertido en un doble manoseo al ingresar en paralelo otro dedo en mi canalillo frontal. Las orinadas que me ponía eran tremendas; tanto que me entraron unos deseos terribles de seguir «enfermita» para que aquella fiesta manipulatoria no terminara. Pero una noticia no deseada vino a interrumpir los planes de mi mami, pues un hermano suyo le informó que mi abuela se encontraba internada en un sanatorio a causa de un problema renal. El incidente obligó a mi madre a ausentarse al tercer día de la casa, pues todos los parientes se turnarían entre sí para cuidar a la abuela por la noche. Fue por eso que ella me comentó:
-Linda…ya veo que estás mucho mejor…es por eso que tendré que dejarte bajo el cuidado de tu papi.
-¿Por qué, mamita?
-Porque tendré que irme al sanatorio a quedarme con tu abuelita…ya te dije que está muy enferma…
-Si…lo sé…pero no te apures, mami…ya me siento bien…
-Eso veo, Elsi…por eso ya te suspenderé la medicina…pero de cualquier forma, papá estará al pendiente de ti por si se te ofrece algo…
-Si, mamá….
-Muy bien…y ahora te dejo, porque tengo que irme…
-Cuidate, mami…»
«-Como habían pasado varios días sin haber podido ver a mi tía, en el fondo me sentía ansiosa de abrazarla y besarla, por lo que comencé a urdir un plan para ir hasta su cuarto por la noche y darle una sorpresa. Estaba preparándome mentalmente para abordar a mi tía en su cuarto cuando todos durmiesen, cuando de pronto entró mi papi en mi habitación:
-Hola, pequeñita….como te sientes hoy?
-Ya bien, papi…me siento mucho mejor…
-Qué bien…qué bien…eso me da gusto, Elsi…
-Gracias, papito…
-Bueno, linda…ya sabes que tu mami estará ausente esta noche…así que vine para ver qué se te ofrece…
-No…nada, papi…estoy muy bien..
-Ya cenaste?
-Si…la señora me trajo de comer antes de retirarse…
-Muy bien…de cualquier modo estaré aquí para cualquier cosa…pero te quiero recomendar algo, linda…
-Si, papi..
-Quédate en tu cuarto y no salgas…no quiero que vayas a tener una recaída…me entiendes?…mejor yo estaré viniendo a verte para saber si todo está bien…dime…¿Lo harás?
-Si, papito…
-Bueno…entonces me voy…y ya duérmete, anda…
-Está bien…
Papá se retiró de mi dormitorio y yo me quedé pensando que la mejor manera de que él no se diera cuenta de que me salía para ir al cuarto de mi tía era esperarme hasta que se durmiera. De modo que me mantuve acostada con impaciencia, hasta que consideré que era hora de salirme. Estaba a punto de bajarme de la cama cuando escuché pasos en el pasillo, por lo que tuve que meterme rápidamente bajo las cobijas. Oi la puerta abrirse y pude ver la cara de papá asomándose, sin penetrar en la estancia. Al darse cuenta de que yo estaba acostada, cerró la puerta y se retiró. El inesperado suceso me puso en guardia, por lo que me vi obligada a quedarme otro rato en mi cuarto. Habiendo considerado que era hora de salir caminé sigilosamente hacia la puerta, la brí y me asomé hacia fuera, viendo que todo estaba en penumbras. Cerré cuidadosamente la puerta y me dirigí al dormitorio de mi tía. Ya iba a dar vuelta al picaporte para ingresar en su habitación cuando ciertos susurros que escuché hicieron que me detuviera. Me paració extraño oir voces adentro, pues yo sabía que solamente nos hallábamos en casa nosotros tres. ¿Con quien hablaba mi tía?. Pegué la oreja a la hoja de madera y comencé a procesar el diálogo, oyendo la suave voz de tía Rebe comentar:
-No, Oscar…puede ser peligroso…
-Anda, Rebeca…tu hermana no vendrá, te lo aseguro…
-¿Y cómo lo sabes?…no puedes estar seguro de ello…
-Pues no…pero no creo que venga esta noche…hará la guardia en el sanatorio.
-¿Y qué tal si cambian los planes?…eso no lo sabemos. –comentó mi tía-
-Pero es que yo tengo muchas ganas…hace tantos días que no lo hacemos…
-Si…yo también estoy igual que tú…y además está la niña…
-Si…pero ella está bien dormida…acabo de pasar a su cuarto para cerciorarme…
-Pues sí…pero puede despertarse e ir a tu cuarto…puede necesitar algo…
-No lo hará…le dije que se durmiera y que no se levantara… –insistió mi padre-
-¿Si, Oscar…pero no estoy tan segura de ello…esa nena es muy lista y puede darse cuenta…te imaginas el problemón si lo llegara a saber?
-Lo sé, lo sé….anda Rebeca….sólo será un ratito…te lo juro…
-Mmm….está bien…pero tiene que ser rápìdo…
-Si…si…»
«-A pesar de mi edad ya no tuve dudas de lo que estaba pasando adentro, pues era más que evidente lo que mi tía hacía con mi papi a escondidas de mamá. Fue por ello que al cesar la conversación pegué uno de mis ojos al hoyito de la cerradura, desde donde se apreciaba claramente el interior del cuarto. Ví que mi padre y mi tía se abrazaban con pasión mientras se desnudaban uno al otro con una velocidad increíble. Las prendas caían el el piso una sobre otra al tiempo que sus manos se acariciaban recíprocamente con un deseo irrefrenable que acreditaba la secreta lascivia de sus encuentros ocultos. Pronto la desnudez de ambos fue patente y también la desesperación de irse a la cama, viendo que mi padre cargó en sus brazos el delicado y blanco cuerpo de tía Rebe, quien con los ojos cerrados se dejó llevar por él hasta su propia cama. Una vez allí, papá le abrió las piernas y las levantó hacia lo alto, metiendo ambos pies detrás de las aberturas de la cabecera. De este modo el cuerpo de mi tía quedó doblado con el culo abierto y de frente al sudoroso cuerpo de mi papi, que ya blandía su tremendo cañón parado con una de sus manos. Él se acomodó con prisa entre las extremidades abiertas en tijera y le colocó la cabeza de su enrojecido pito en la entrada de su regia hendidura que yo conocía tan bien. El felposo y rubio tesoro de tía Rebe se abrió goloso ante la perspectiva de la inminente penetración, la cual llegó con fuerza ante la acometida de la verga de papá, quien dejándose caer con fuerza sobre ella fue hundiendo su tolete enhiesto en las profundidades humedecidas de mi cachonda tía. Con movimientos ardientes empezaron los dos el clásico bamboleo al tiempo que el pene de papá entraba y salía con velocidad de aquella gruta sonrosada, que recibía con gozo y placer el pedazo de carne caliente hundido hasta las cachas en su conchita. Por supuesto que yo jamás me aparté del ojillo de la cerradura, contamplando aquellas escenas inolvidables por primera vez en mi vida; pues debo decir que aunque yo jugaba a muchas cosas con mi tía, con mi mami y con mi propio padre, jamás había visto a un hombre cogerse en vivo a una mujer. Era obvio lo que las candentes visiones causaron en los pliegues de mi conejito, que estremecido de deseo se contraía de lujuria en tanto sentía recorrer la clásica babilla del interior de mi rendija. No teniendo otro remedio a la mano me di a tocar el interior de mis muslos metiendo un dedito en mi canalito secreto, sin dejar de observar el tremendo acoplamiento que ambos me ofrecían. A los pocos minutos escuché los ansiosos gemidos de mi tía, quien no pudiendo acallar sus sentimientos ante la proximidad del orgasmo le gritaba como loca a mi padre lo que estaba a punto de experimentar:
-Más rápido….más rápido que me vengo…mássssssss…másssss
Deseando complacerla y al mismo tiempo incrementar el delirio de sus espasmos, mi padre intensificó sus arremetidas hundiendo su verga inflamada con más fuerza y velocidad en el intrincado pasadizo abierto, hasta que el fin mi tía explotó en un delicioso estertor que hizo que destrabara las piernas de la cabecera y las enrollara sobre la nuca de papá. Éste también acusó los efectos de la brama descargándose con furia dentro del delicioso bollito de tía Rebe, quien recibió gozosa la abundante lluvia lechosa apretando con sus músculos vaginales el tolete que tenía adentro. Vi que instantes después los dos se quedaron quietos besándose en la boca con fruición, como dándose mutuamente las gracias por el tremendo momento de calentura que se habían autoprodigado. Como siempre fue mi tía quien con su acostumbrada mesura le dijo a papá:
-Ya Oscar…ya debes irte…no quiero que tengamos una sorpresa…
-Si… –respondió él, sacándole el pito de su chochito-
Comprendí que era el momento de retirarme a mi cuarto por lo que abandoné mi posición observatoria y me metí en mi dormitorio. Estando metida en mi cama no podía olvidar aquellas lujuriosas escenas de sus cuerpos cohabitando con tanto gozo, por lo que no tuve más remedio que volver a hundir mis dedos en mi cuquita con la intención de saciar mi calentura. Creo que me oriné varias veces esa noche, quedándome después dormida de cansancio.»
-Oh mamita…entonces tu papito y tu tía Rebe tenían relaciones?
-Si, linda…pero eso yo no lo sabía hasta esa noche que sin queres los descubrí…
-Si…debió haber sido muy lindo ver todo eso, no?
-Claro, Rubicita…fue más que eso…
-¿Te gustó mucho observar todo eso que ellos hicieron esa noche, mami?
-Si…fue algo que realmente me encantó, pequeña…no tienes una idea de lo sabroso que eso puede ser…
-Ay mami…a mi me gustaría verte haciendo eso con mi papi…
-En verdad te agradaría?
-Si…claro que sí…
-Entonces algún día cumpliré tu deseo…pero tenemos que hacerlo de un modo tal que él no lo sepa…así será mejor…
-Si…como tu digas, mami…pero ¿Qué más pasó?
-Déjame que te siga contando..
-Si…
«-Al día siguiente yo ya me sentía perfectamente bien, por lo cual abandoné mi cama y me integré a mi vida normal. Fue por ello que cuando me encontré con mi tía en la sala, las dos nos abrazamos muy contentas de volvernos a ver. Ella me dijo:
-Elsie…necesito que hablemos…
-Si, tía…¿Quieres que hablemos aquí?
-No…no…mejor vente conmigo…iremos a la tienda y te compraré algunos dulces…
-Si…vamos…
Nos salimos a la calle y mientras caminábamos por la calzada elle me preguntó:
-¿Dime, linda…qué dijo tu mami cuando las descubrí haciendo eso aquella noche?
-Oh nada, tía…no dijo nada…
-De verdad?…qué extraño…pensé que se había preocupado por eso…
-Pues si se preocupó al principio…pero después recobró la calma…quizás pensó que no te habías dado cuenta…
-Ay, pero cómo no?…si estaban en lo mero bueno cuando entré…
-Si…lo sé, tía….pero es probable que ella no lo piense así…
-Está bien…no hay problema por eso…pero dime una cosa, Elsie…
-Si, tía…
-¿Te gusta que tu mamita te haga eso?
-Ay sí tía…claro que me gusta…siento muy bonito cuando me mete el supositorio, pero más lindo siento cuando me mete el dedito para que no se me salga…
-No me mientas, que bien sé que no tan sólo te mete el dedo en el culito, sino también te lo mete en tu cuquita…
-Oh sí, claro…ella aprovecha para meterme otro por delante…y siento riquísimo, tía…
-Si, ya veo….y tienes razón, linda…eso es muy delicioso…
-Si, tía…me encanta que me haga eso…pero dime, ¿te molesta que ella me toque?
-No…no…cómo crees…ella es tu madre y yo sólo soy tu tía…
-Si, lo sé….pero quieres que te diga algo?
-Dime…
-Me gusta más hacerlo contigo que con ella…
-Oh…en serio?….es cierto eso que dices, pequeña mía?
-Si, tía…no te miento…
-¿Por qué lo dices, Elsie?
-Porque me gusta mucho más estar contigo que con ella…no niego que disfruto lo que ella me hace…pero los jueguitos que tú me has enseñado son más candentes…más ricos…no sé cómo explicarte…
-No te apures, linda…yo te entiendo perfectamente…y me da mucho gusto que me digas eso…
-Qué bien, tía…
-Pero bueno, Elsie….yo te invité a salir porque quería decirte algo…te tengo una sorpresita que sé que te gustará…
-Oh…y cual es?
-¿Fíjate que mi amiga Anita y yo preparamos otra sesión para mañana por la tarde, y quería pedirte que me acompañaras…quieres?
-Ay claro, tía….sí quiero…llévame…
-Si, lo haré…le pediré permiso a mi hermana.
-Está bien…tú me dices, no?
-Si…yo te lo diré…
Debido a las circunstancias no hubo ningún problema para que mi madre me diera permiso para irme con mi tía al día siguiente. Así que tomamos un taxi y nos dirigimos a la colonia donde vivía la amiga y amante de tía Rebe. Tengo la impresión de que ellas lo preparaban todo con anticipación, aprovechando seguramente las largas ausencias de la madre de Anita, pues cuando llegamos a su casa ella estaba solita. Anita nos dio la bienvenida cariñosamente, poniendo especial énfasis en mi persona, abrazándome con ternura y sonriéndome constantemente, siendo patente la alegría y el gozo que mi presencia le producía. Igualmente me daba cuenta de que tanto mi tía como su amiguita y compañera de escuela tenían una particular predilección por la práctica de la pedofilia, utilizándome a mi para satisfacer sus propias pasiones. Y claro que yo me dejaba llevar por ellas sabedora de que sus didácticas enseñanzas, a más de calentarme y provocarme un intenso gozo, me servían también para ir aprendiendo todas esas cosas ocultas que se abrían paso ante mi mente infantil. Puesto que las dos amigas tomaban como pretexto el hecho de hacer tarea para disfrutar de sus jueguitos secretos de los que ahora me hacían partícipe, lo cierto es que sí aprovechaban parte de su tiempo para hacer sus trabajos escolares. Fue por ello que Anita me dijo:
-Elsita…nosotras haremos primero la tarea y después jugaremos un ratito Quieres salirte un ratito para que no te aburras?
-Si…yo esperaré en el patio –le respondí sonriente-
-Está bien…sólo que no te salgas de la casa…¿De acuerdo?
-De acuerdo.
Viéndome que estaba sudando me dio una soda para que me refrescara un poco mientras ellas se ponían a trabajar entre un montón de libros abiertos. Yo me salí a la parte trasera y al ver una sillita en el patio fui y me senté sobre ella y me puse a observar las nubes en tanto disfrutaba de la bebida. En ese momento recordé lo que había visto la ocasión anterior en el patio aledaño, cuando aquel hombre se había masturbado frente a mi con la evidene intención de que yo lo viera. Fue por ello que no pude evitar voltear a ver hacia allá, comprobando que no había nadie. Permanecí absorta contemplando el horizonte, cuando escuché de pronto una especie de siseo que provenía del área de la casa de junto. Dirigí mi mirada hacia allá y vi al mismo joven como de veintitantos años que ahora me sonreía. Yo le devolví la sonrisa, lo cual debió causarle cierta sensación de confianza, pues acercándose a mi me dijo:
-Hola…¿Cómo estas, Elsita?
-Oh…sabes mi nombre? –le contesté sorprendida-
-Claro que lo sé…
-Pero cómo…
-Porque mi prima me lo dijo…
-¿Y quien es tu prima?
-Anita…
-Ah vaya…no lo sabía… –le dije dudosa-
-Ya ves…y también sé que vienes siempre con tu tía Rebeca, que es compañera de escuela de mi primita…y viene a hacer tarea con ella…
-Si…es cierto.
-¿Quieres que te acompañe un ratito para que no estés solita?
-Si tú quieres….
Mientras él se sentaba en el piso las ideas comenzaron a fluir en mi cabeza, sospechando que tal vez todo lo que le había visto hacer la ocasión anterior era parte del juguito que ellas me estaban enseñando. De modo que abandonando mis preocupaciones me dispuse a cooperar en aquel episodio nuevo para saber que era lo que el hombre tramaba hacer conmigo. No tuve en realidad que esperar mucho tiempo para saberlo, ya que me di cuenta que él se me quedaba mirando con insistencia a mis piernitas, que desde su perspectiva podía ver perfectamente hacia el interior de mis muslos. Al sentir su candente mirada deseando penetrar con ardor en el oscuro pasadizo de mis piernas, pensé que sería algo novedoso participar de alguna forma, por lo que distraídamente comencé a abrirlas poco a poco a fin de que se saciara en su anhelada contemplación. En cierto momento me incliné para recoger la botellita de soda del suelo y ofrecerle un trago, con lo cual aproveché para quedar con mis extremidades totalmente a su disposición y donde seguramente ahora podía ver con claridad mis pantaletas. Atenta a sus reacciones advertí que sus mejillas adquirían un tono rojizo, indicándome que mi estrategia había dado resultado. Él se regodeó en la observación sin pestañear ni un momento, no deseando perderse por nada del mundo del espectáculo que mis reconditeces escondidas le ofrecían. Al cabo de un rato de estar gozándonos de esa forma, pude ver que el bulto crecía debajo de su pantalón, en tano él se lo tocaba una y otra vez con una de sus manos. Esa maniobra tan obvia sólo sirvió para que me excitara más, hasta que por fin observé cómo el joven se iba bajando el cierre del pantalón para sacar su tolete parado, mostrándolo impúdicamente y sin protocolo alguno frente a mis ardientes ojos. Yo clavé mi vista en aquel pájaro negruzco que sobresalía bloqueante entre sus piernas, mientras él comenzaba a sobarlo suavemente jalando el pellejito de arriba hacia abajo. Toda la visión en su conjunto sólo sirvió para preparar el terreno, pues sabiendo que yo estaba ya demasiado caliente, me dijo de pronto:
-¿Te gusta?…¿Quieres tocarlo?
-Ssi….ssi… –le respondí con la voz temblorosa-
El joven se puso de pie y me acercó la inflamada verga a mi cuerpo, ordenándome enseguida:
-Anda, tócalo….agárralo con tus manitas y frótalo lentamente…
-Pero…
-¿Qué pasa?
-Es que…tengo miedo de que ellas salgan y nos vean… –le dije temerosa-
-No lo harán, te lo aseguro…
-Y cómo lo sabes?
-Porque yo sé… –me contestó con decisión-
Al oir su comentario constaté que en efecto aquello era parte del plan de Anita y que siendo así de ninguna manera vendría a importunarnos. Animada por mis propias deducciones alargué mi mano y tomé su enrojecido pito medio doblado hacia arriba por la dureza, contemplando el pequeño agujero que aparecía en el centro de su glande colorado.
-Anda tállale la manita…tállalo suavemente, linda…
Comencé a frotar aquel cañón de carne caliente de adelante hacia atrás, moviendo el pellejito con lentitud mientras veía asombrada como latía aquel bulto moreteado de donde empezaban a brotar algunas gotitas de elíxir blancuzco. Me mantuve manipulando aquel delicioso pito enhiesto hasta que él tuvo que detener mis movimientos diciéndome:
-Espera, Elsita…espera…quita tu mano un ratito…
-Ay por qué? –le pregunté con extrañeza-
-Porque sí….espera un ratito nada más…yo te diré cuando vuelvas a tocarlo…
Vi que el joven cerraba los ojos echando su cuerpo hacia atrás al tiempo que su pito quedaba flotando al aire totalmente endurecido. Al contemplar ciertas gotas más gruesas en la punta del pene comprendí que casi se estaba viniendo, siendo esa la razón de su inesperada petición. A pesar del breve compás de espera, yo estaba que me moría de calentura, pues debo decir que aunque le había agarrado antes el pito a papá cuando jugábamos al caballito, lo cierto es que jamás lo había hecho con alguien ajeno a mi familia. Deseaba en el fondo de mi ser que me pidiera metérmelo en la boca, pues ver las blancuzcas gotas de leche saliendo del hoyito de su cabeza me produjeron una brama indescriptible que sólo podría calmar de ese modo. El tipo dejó pasar un par de minutos, y como si me hubiese adivinado el pensamiento, me dijo:
-¿Te gustaría probarlo?
-Ssi… –le contesté con el rostro encendido de deseo-
-Pues anda…abre tu boquita…
Yo no tan sólo obedecí su pedimento sino que me acerqué lo más que pude a la cabeza coloreteada donde perlaba aquel semen semitransparente, que ahora veía estemecerse una y otra vez como si fuera la boquita de un pez que acaban de sacar del agua y trata inútilmente de jalar aire para sobrevivir. Al verme con la boca totalmente abierta me empujó la verga entre mis temblorosos labios, los cuales recibieron con golosidad aquel caramelo del placer que por vez primera ingresaba en mi cavidas bucal. Quise aprovechar la ocasión para deleitarme por completo con el sabor agridulce de su pito endurecido, que de pronto comenzó a entrar y salir de mi boca una y otra vez al tiempo que yo degustaba con fruición los elíxires blancuzcos que emanaban de su interior. Por demás está decir que aquella experiencia nueva me transportó al paraíso del placer, constatanto el por qué las mujeres tienen una especial preferencia por las artes mamatorias. Reconocía asimismo que aunque el sabor del pene de un hombre era muy parecido al de los jugos vaginales de mi tía, sí se diferenciaba en mucho el paladear el semen masculino de los flujos femeninos. Y eso debía ser porque la leche del hombre es completamente distinta a los efluvios que produce un orgasmo de mujer. Pero pronto mis pensamientos fueron interrumpidos por el feroz golpeteo de los ríos de leche que comenzaron a brotar con fuerza del interior del pito de aquel hombre, inundándome cual brusca tormenta mi complaciente garganta, la que no pudo contener el blanquecino y espeso caudal de aquel torbellino de caliente semen, viéndome obligada a separarme bruscamente de aquella tranca del delirio, que como si fuera un resorte que de repente es liberado, vibró con violencia en el espacio frente a mi cara moviéndose hacia todos lados. Al tiempo que me tragaba con delicia los abundantes chorros de savia vital, vi cómo una gran parte del agresivo torrente iba a parar al piso, regando la tierra de aquel fértil material lechoso. Dándose cuenta de que mi garganta había sido liberada del espeso elíxir al tragarme toda la leche, el joven me volvió a meter el pito en la boca con el firme propósito de que terminara de beberme los últimos borbotones que seguían fluyendo sin cesar. Ardiendo en calentura y perdida en un mar de inconfesables deseos, succioné aquella verga endurecida de donde salía con menos fuerza que antes el líquido caliente y aceitoso, hasta que al fin el torrente cesó. Comprendiendo que ya no le quedaba más licor adentro, el hombre me la sacó de entre los labios y despojándose de su camiseta empezó a limpiarse el embarrado pito, para después hacer lo mismo con mi cara y mi boca, las que sin duda evidenciaban los restos de la batalla mamatoria que habíamos tenido.»
-Oh mamita…quiere decir que el primo de Anita estaba de acuerdo con ella?
-Si, Rubí…después comprobé que todo lo que yo sospechaba era cierto…
-Mmm….era parte del jueguito, no?
-Exactamente…
-Ay mami…me imagino lo que gozaste cuando se la chupaste…porque cuando mi papito me la metió en la boca aquella noche y se la chupé a mi también me gustó mucho…
-¿En serio te gustó, linda?
-Si, mami….y también supe cómo sabía su lechita…¿Recuerdas que en ese momento tú llegaste y nos descubriste?
-Si, Rubicita…lo recuerdo muy bien…
-Ay, mami….yo tengo ganas de volverle a chupar su cosita a papito…
-Lo sé, pequeña…lo sé…pero ya habrá tiempo para eso…
-Si…pero me prometes que volveré a chuparle su pipí a papá?
-Te lo prometo…pero ahora déjame que te siga platicando porque aún no he terminado esa parte…
-Si…si…sigue…
Para entonces ya ni llevaba la cuenta de las venidas que había experimentado; pero a pesar de eso mi verga continuaba pidiéndome más y más, por lo cual le hice una señal a Elsa para que continuar con su historia.
«-Al terminar de limpiarnos el joven me dijo que tenía que irse porque seguramente mi tía y su prima no tardarían en salir a hablarme. Y así fue, pues no tenía ni cinco minutos de haberse metido en su casa, cuando Anita apareció en el patio diciéndome:
-Ya puedes entrar, Elsita…ya acabamos de hacer la tarea…
-Y ahora sí jugaremos?
-Si, linda…anda, ven conmigo…
Entramos las dos en la casa y Anita trancó la puerta por dentro. Ya veía que ella procuraba asegurarse de nuestra privacidad para evitar cualquier sorpresa. Era claro que yo iba más que dispuesta debido a la intensa brama que el acto mamatorio con aquel hombre me había provocado, y sólo ansiaba que ellas comenzaran ya su jueguito, el cual sin duda disfrutaría con una pasión mucho mayor que nunca. Cuando entramos en la recámara, mi tía Rebe ya nos estaba esperando, diciéndole a si amiguita:
-Annie…creo que ya es tiempo…
-Si, Rebeca. –respondió la otra-
-¿Y a qué jugaremos esta vez?
-Oh linda, será un jueguito nuevo que sé que te encantará –dijo mi tía-
-Si, así es, Elsita….se llama «El juguetito» y sé que lo disfrutarás tanto como nosotras –terció Anita-
-Y cómo es? –pregunté emocionada y caliente-
-Se trata de esto: Usaremos un juguetito muy especial que Anita tiene guardado. ¿Es una cosita que se parece mucho a al pene de un hombre…una de nosotras la hará primero de hombre y se lo meterá a la otra…y después invertiremos los papeles…entendiste? –dijo la amiga de mi tía-
-Si…pero y yo?
-Oh linda…tú solamente ayudarás a la que la haga de hombre…
-Ay no…y por qué? –dije un poco decepcionada-
-Porque es peligroso…aún eres muy pequeña y esa cosa te puede lastimar… –comentó mi tía en tono cariñoso tratando de convencerme-
-¿Es muy grande? –preguné interesada-
-Si, linda…y ahora mismo lo verás –dijo mi tía, haciéndole una seña a su a miga para que lo sacara-
Anita se acercó a un viejo armario de madera con una llave en la mano, y metiéndola en el cerrojo abrió un cajoncillo de dónde sacó un aparato que en efecto contenía un pene de enormes dimensiones. Yo me espanté al ver lo grande que era, pues al compararlo mentalmente con la verga del muchacho que acababa de mamar en el patio, y con el pito de mi papi cuando se cogió a tía Rebe la noche anterior, de ninguna manera competían éstos con ese pedazote de hule rosado que aparecía pegado a unas correas de cuero. Yo pregunté enseguida:
-Y entonces yo que haré?
-Oh, linda…no te preocupes…tú también podrás hacerla de hombre…pero no de mujer….te parece?
-Siiii….si quiero… –respondí con ardor al saber que también jugaría con ellas en ese novedoso acto-
Con movimientos rápidos las dos amigas comenzaron a desnudarme al tiempo que ellas hacían lo mismo entre sí. Yo podía escuchar la agitada respiración de las dos cachondas jovencitas que se habían convertido de pronto en mis admirables maestras del sexo prohibido. Cuando quedamos las tres como Adán y Eva en el paraíso, la caliente Anita empezó a colocarse las correas alrededor de su breve cintura, al tiempo que era ayudada con ahínco por mi embramada tía. Durante el breve intervalo yo pude admirar los briosos cuerpos de las dos mujeres que exhibían sin pudor su exquisita y contrastante hermosura, pues como he dicho, el de mi tía era de una blancura de alabastro, en tanto que el de su amiga mostraba la exuberante piel morena, que lejos de empequeñecerla ante la otra la hacía verse tan bella como ella. Cuando hubieron terminado de abrochar el arnés en torno a las caderas de Anita, mi tía me tomó de la mano y me condujo hacia la cama, donde se colocó en posición de perrito, comprendiendo que sin duda era aquella la posición más adecuada para recibir al intruso de látex que veía moverse como un resorte frente al frondoso pubis de Anita. Ésta tomó posición también sobre el colchón ubicándose justo detrás del parado culo de mi tía, y haciéndome una seña me dijo:
-Anda, Elsita…ponle la punta en la entrada de la cuquita…
Obedeciendo con presteza la orden tomé entre mis manos el bastión de hule aprovechando para apretarlo un poco y comprobando al mismo tiempo la suavidad y textura del material que estaba hecho. Apunté la gruesa cabeza hacia la entrada de la dorada gruta de tía Rebe, que a esas alturas noté completamente mojada de efluvios vaginales, mientras la otra se dejaba caer poco a poco sobre su grupa. Con una maestría que nunca olvidaré, Anita fue metiendo el parado pene en el interior del laberinto secreto de rubia vellosidad de mi tía, perdiéndose poco a poco de vista y dedicándose ahora a escudriñar los pliegues interiores de su vulva abierta y anhelosa. Pronto los movimientos se intensificaron provocando en la otra un ardor incomparable, pues comenzó a lanzar gemidos que fueron aumentando de tono, teniendo su amiga que comentarle que no gritase tan fuerte ante el riesgo de ser escuchada por los vecinos. Yo tuve que permanecer en calidad de observadora, mas no por eso estaba menos caliente, ya que ante un cuadro semejante no pude sustraerme a los lujuriosos efectos que aquella visión me causaba, por lo cual hundí uno de mis dedos en mi rajita masturbándome frente a las dos amantes, quienes ya jadeaban presas de un furor incontenible, sin dejar de moverse una sobre la otra. Por largo rato se mantuvo Anita montad sobre el culo de mi tía metiendo y sacando aquel trozo de verga ahulada que de pronto aparecía ante mis ojos para enseguida perderse de vista, hundiéndose hasta lo más profundo de sus ardientes entrañas. No sé cómo podía tía Rebe aforar tan tremendo y grueso falo dentro de su delicada conchita, lo cual me permitió comprobar que los pliegues vulvares de una mujer se dilatan al máximo cuando son penetrados por una verga de semejante tamaño. Comprobé igualmente que debido a su increíble textura, el desigual cañón de látex se amoldaba a la perfección en la apretada gruta de tía Rebe. Pero lo que más asombro ma causó fue ver que una mujer bien puede hacerla de hombre sin que se requiera para nada de la presencia masculina, pudiendo gozarse ambas en un doble papel donde las dos gozan al máximo al protagonizar al mismo tiempo ambas naturalezas sexuales. «
«-Entre gemidos altisonantes y grititos de brama, observé que tía Rebe comenzó a repegarse con mucho mayor fuerza a los muslos de su amiga, quien dándose cuenta de que se aproximaba el clímax, arremetió con mayor furia y violencia sobre aquel blanco culo del delirio, intensificando con mucha más velocidad las arremetidas sobre el bollito de la otra. Los gritos de placer que anunciaban el orgasmo no se hicieron esperar, de modo que muy pronto mi tía explotó en una salvaje venida que como siempre le hicieron proferir una serie de frases escatológicas llena de obscenidades alusivas a la brama que estaba experimentando. Anita, mientras tanto, cumplía cabalmente su papel de macho, entrando y saliendo con furiosas arremetidas de la hendidura vibrante de mi tía, quien se vino finalmente entre gritos de gozo y una sarta de palabras groseras, jadeando y sollozando con locura inaudita. Cuando sus espasmos cesaron, Anita me dijo:
-Anda, Elsita…ayúdame a sacarle la verga de adentro…
La asistí gozosa en aquella caliente maniobra expiatoria, pudiendo detectar la abundante humedad lechosa con que había embadurnado la tremenda tranca de hule. Al sentirse desahogada de la enorme verga mi tía se tiró sobre la cama con los ojos cerrados, estremecida aún por los delirantes momentos de placer que acababa de gozar. Pasados un par de minutos, fue ahora Anita quien la instó a bajarse de la cama para proceder a abrocharle el cinturón del deseo. Entre las dos colocaron el arnés alrededor de las lindas caderas de tía Rebe, quien después de haberla hecho de mujer, de pronto y como por arte de magia se convertía en hombre, dispuesta a ejercer su envidiable papel con el ardor que la caracterizaba. La amiga ya estaba colocada en la misma posición de cuatro patas, con la cabeza hundida entre las almohadas, al tiempo que tía Rebe no le quitaba los ojos de encima, explorando con su caliente visión los intrincados secretos de su moreno culo. Haciéndome una seña me indicó que me subiese con ella a la cama, ordenándome:
-Anda, linda…ahora ponle la punta en la entrada de su conchita…
De nueva cuenta me di a la deleitante tarea de colocar la gruesa punta del miembro de hule en la rajita de la hendidura de Anita, de la cual brotaban abundantes ríos de efluvios seminales que sin duda alguna coadyuvarían en la ansiada penetración. Tía Rebe arremetió con fuerza sobre el tesorito abierto de su amiga, empujando el endurecido falo de látex en aquella caverna oscura llena de pelos tan negros como la noche. Muy pronto me di cuenta que el enorme bastión se perdía en las profundas inmensidades de la otra, mientras mi tía iniciaba el ritual danzante y rítmico que hacía la penetración más candente, entrando y saliendo del chochito de su amiga con un deleite sin igual. Al contemplar el rostro de mi tía pude darme cuenta de lo bien que protagonizaba su parte y de lo mucho que le encantaba hacerla de macho cogedor, pues una sonrisa de lujuria perlaba su cara constatando inclusive que gozaba más éste último acto que el primero. Esta última cuestión me animó más a ser yo quien se pusiera las correas para sentir por primera vez en mi vida aquella ardiente lascivia que veía brillar en los ardientes ojos de tía Rebe, que seguía moviéndose con violencia montada sobre el moreno culo de Anita, que ya comenzaba a exhalar los ansiosos gemidos de brama ante las furiosas acometidas de su amante. Fueron varios los minutos que las dos hembras permanecieron cogiendo de aquella forma, en tanto yo volvía a la carga sobre mi pequeño conejito deseándome con furor ante la lujuriosa vista de aquel extraño ayuntamiento. En un momento dado, fue ahora Anita quien intensificó sus veloces movimientos repegándose de pronto sobre el pubis masculinizado de mi tía, por lo cual deduje que pronto explotaría en un delirante orgasmo. Y en efecto así fue, ya que de repente empezó a chillar y a sollozar pidiéndole más verga a la otra, quien supo complacer a su amiguita de juegos moviéndose con mayor rapidez y premura. La venida hizo su aparición en Anita manifestándose en una serie de empujones de su culo para que la verga de látex se hundiera más adentro de su ahíta rendija, al tiempo que lanzaba los típicos sollozos de la mujer empalada, en medio de extremosos espasmos de placer que pronto la transformaron en una fiera. Tía Rebe aumentó con una violencia extraordinaria sus acometidas sobre la grupa de su amiga, hasta que ésta se tendió rendida sobre la cama provocando que el falo de hule irremisiblemente se saliera de su mojoso conducto frontal.»
«-Ante semejante espectáculo y siendo presa de una desconocida lujuria, no pude evitar lanzarme encima de aquel hermoso culo moreno que veía estremecerse de gozo, hundiendo mi lengüita en su hendidura encharcada para beberme el diáfano y tibio elíxir que brotaba de su interior. Me di a lengüetear y a lamer con locura las reconditeces de su escondido y oscuro tesoro mientras el matojo de pelos negros me mojaba los cachetes, acabando tan embarrada como una gatita cuando termina de tomarse la leche de su plato, ante la cómplice sonrisa de satisfacción de mi tía. Habiéndose recuperado de los estertores de su venida, Anita se incorporó diciéndole a mi tía.
-Rebeca…ya es hora de que le enseñemos a Elsita lo que queremos…
-Si…a ver linda, ven acá para que te pongamos esta cosita en tu cintura…
Me acerqué a ellas más que dispuesta, sintiendo cómo las dos amantes me abrochaban el cinturón mientras lo adecuaban a la brevedad de mis caderas. Para mi fue una verdadera delicia experimentar el contacto de los dedos de las dos mujeres sobre la piel de mi cuerpo, lo que contribuyó aún más a preparar el ansioso protagonismo de mi turno. Quería sentirme hombre; quería sentirme macho; ansiaba conocer lo que se siente meter una verga dentro del chochito de una mujer, sin ser un hombre verdadero, pero eso sí, emulando el característico papel de una masculinidad prohibida. De modo que cuando estuve lista me contemplé a mi misma con aquellas correas puestas y el tremendo bastón ahulado sobresaliendo enhiesto frente a mi región púbica, lo que me causó una brama indescriptible que no puedo decir con palabras. Antes de iniciar con mis primeras enseñanzas mi tía me preguntó:
-¿Ahora dime, linda…a cuál de las dos quieres cogerte?
No dudando ni un instante le respondí con decisión:
-A Anita…quiero metérsela a Anita…y tú me ayudarás a colocarle la verga en su rajita…
-Está bien, Elsie….anda, ya súbete a la cama…
Habiendo escuchado la amiga de mi tía mi pedimento, una fugaz y ardorosa sonrisa se dibujó en sus labios, al tiempo que se acomodaba en la hermosa posición de perrito que tanto le agradaba. No había duda que Anita se sentía plena al saber que yo la había escogido a ella en lugar de mi tía, pues por lo menos tenía dos razones para sentirse halagada. Una de ellas era el hecho de volver a ser culeada de nuevo por aquel genial instrumento del placer; pero era indudable que la razón que más le cautivaba era sentirse penetrada por una niña de mi edad, lo cual satisfacía sus más íntimos y perversos deseos pedófilos. Habiéndonos preparado para la embestida final, mi tía me acomodó detrás de la popa levantada de su amiga poniéndose al mismo tiempo detrás de mí, con la clara intención de ayudarme en las acometidas sobre el culo de la otra, sabiendo perfectamente que el peso de mi propio cuerpo no sería suficiente para darle la feroz batalla que su amiga esperaba. Tomando con sus manos la feroz herramienta de hule la colocó en la entrada encharcadísima de Anita, en tanto se daba a empujarme sobre su grupa a fin de que le hundiera el pito en su gruta enardecida. El contrastante panorama del objeto color carne ingresando en la oscura y peluda hendidura de Anita aumentó de inmediato mi lascivia, por lo cual me dejé caer con todas mis fuerzas sobre aquella montaña ondulada y brillosa de sudor, penetrándola con lujuria hasta lo más recóndito de sus entrañas. Comprobé al mismo tiempo la genial y estratégica maniobra de tía Rebe, quien a mis espaldas me empujaba con tremenda fuerza sobre el culo estremecido de su amiguita, ayudándome en gran manera a que el falo de látex no se saliera de su prisión. Un extraño sentimiento de brama y lujuria jamás sentido se apoderó de mi, no pudiendo evitar lanzarle a la mujer que me estaba cogiendo ardorosos gritos de deleite que aludían al pavoroso acoplamiento que estaba protagonizando. Fuen entonces cuando me di cuenta que el arnés aquel tenía una especie de botoncillo ahulado que se me metía entre los plieguecillos de mi cuquita zallándose con delirio sobre mi breve y tierno clítoris, lo que aumentó irremisiblemente mi gozo e incrementó por igual mi pasión por acabar de comerme aquel culo tan precioso que tenía ahora debajo de mí. Entre empujón y empujón metía y sacaba aquel bastión del interior del negro chochito de la cachonda Anita, al tiempo que tía Rebe me empujaba con más fuerza para evitar un desajuste indeseado. No sé decir con certidumbre si fueron minutos o fueron horas las que me pasé metiendo y sacando aquel palo endurecido de la fabulosa gruta de la bella y ardiente Anita; teniendo que interrumpir la felación cuando ésta comenzó a gritar como una loca exhalando alaridos tan tremendos que fue ahora mi tía quien tuvo que taparle la boca con una de sus manos para evitar que sus gritos de brama fuesen escuchados afuera. En ese momento me di cuenta que si mi tía era una putita gritona que profería frases morbosas, Anita la rebasaba en ese aspecto al constatar que sus tremendos gritos llevaban una carga mucho más obscena y lúdica que los que jamás había oído pronunciar a mi tía, aún en sus momentos de mayor calentura.»
«-Aquella experiencia de escuchar toda esa sarta de sandeces morbosas por parte de la amiguita de mi tía no sólo me embramaron más de la cuenta sino que también me hicieron comprender que ésta se gozaba como nunca al sentirse sometida por una niña como yo; pues sabiendo que tía Rebe era más experimentada para cogérsela con maestría, no era eso lo que le provocaba tan alto grado de lujuria sino el hecho de satisfacer sus ansias pedofilitas. Por mi parte disfrutaba abiertamente del roce exquisito del botoncillo del arnés que refregaba mi cuquita con mucha más delicadeza que cualquier dedo humano, motivo por el cual también exploté casi al mismo tiempo que Anita, viniéndome en tremendos chorros de orincito que me provocaron un éxtasis tan tremendo y desconocido que me puse a llorar con una intensidad tan avasallante que mi tía se preocupó más de la cuenta, pensando que quizás era presa de algún tipo de arrepentimiento. Anita se desplomó estremecida de gozo sobre la cama y el pene se salió con un chasquido de su vulva, yendo yo también a parar sobre ella entre alaridos y gemidos sollozantes, con nuestros cuerpos llenos de sudor a causa del inusual ejercicio, al tiempo que la abrazaba gozosa y agradecida por haberme proporcionado tan increíble placer. Fue entonces cuando escuché que mi tía me preguntaba:
-Qué te sucede, linda?….te sientes mal?
Yo no pude ni contestarle, pues las palabras no alcanzaban a salir de mi garganta; indicándole solamente con uno de mis dedos que no me pasaba nada. Ella comprendió al punto que mis intensos sollozos se debían más al placer que a otra causa, por lo cual se tiró sobre nosotras perdiéndose y gozándose también en medio de aquella mezcolanza de miembros palpitantes por la lujuria alcanzada. Pasados algunos minutos de intenso gozo, fue ahora Anita quien recobró la cordura, e incorporándose le dijo a mi tía:
-Ya, Rebeca…ya es tiempo de que paremos…no quiero que mi madre regrese y nos encuentre jugando…
-Si, Annie…tienes razón…
Las tres nos bajamos de la cama y entre las dos me quitaron las correas, para después darnos a la tarea de ponernos la ropa. Cuando hubieron ordenado la cama, Anita guardó bajo llave aquel objeto del deseo, en tanto nosotras nos despedíamos de ella con sendos besos en la boca. Anita me dijo:
-¿Dime, Elsita…te gustó lo que hicimos hoy?
-Ay sí…no tienes idea de lo que gocé, Annie…
-Qué bueno…espero que pronto podamos volver a jugar otra vez –me dijo cerrándome un ojo con picardía-
-Si…si…es lo que más deseo… –le respondí sonriente-
-Muy bien –dijo mi tía- Ya es hora de irnos, linda…
-Adiós, Anita –le dije en señal de despedida-
-Bye, linda…cuídate mucho…
Salimos de la casa y tomamos el bus que nos condujo a nuestra casa.»
-Oh, mami…..eso sí que estuvo riquísimo, no?
-Tú qué crees, amor?…una cosa es que te lo cuente y otra que lo sientas…créemelo, Rubicita.
-Si…te creo…
-Fue una experiencia nueva e inolvidable para mi, pequeña…
-Ay mamita…ahora que lo sé, yo quisiera hacértelo a ti con una cosita como esa…
-Oh, eso sería fabuloso…y creo que también lo intentaremos…
-¿Me lo prometes, mami?
-Si, Rubí…te lo prometo…pero ya es tiempo de que te vayas a la cama porque tu papi no debe tardar…anda que te arreglo…
Es inútil que traté de describir la intensidad de mis venidas de esa noche y el tremendo caudal de leche que volví a sacar de mis chupados huevos. Todo esto era increíble. No sabía de dónde me salía tanto semen. Pero no había duda de que todo eso que Elsa le contaba a Rubí me ponía a bramar de calentura. Escuchando que mi mujer se disponía a acostar a Rubí, me bajé presuroso a la sala para esperar a Elsa. Cuando al fin llegó me dijo:
-¿Como te sientes, amor?
-Oh…ni me preguntes….estoy tan deslechado que me siento hasta débil.
-Jajajajaja….mira nada más al cachondo de mi marido….ya veo que te encanta que le cuente a la niña mis cositas, verdad?
-Oh si…eres tremenda, amor…
-Te lo parece?….eso quiero…quiero calentarte…quiero excitarte…quiero que te saques toda la lechita que produces durante el día…
-Y bien que lo logras, cabrona…no tienes idea de la intensidad de la brama que me producen tus historias infantiles…por eso quiero que acabes de contarle todo a la niña…para pajearme hasta el delirio…
-Si…ya veo que lo gozas…y lo haré, Aldo…te juro que lo haré…pero recuerda tu promesa…
-Si..si…claro…aunque aún no me has dicho en qué consiste tal promesa, amor…
-Y no te lo diré hasta que yo acabe con mi parte….ese es un deseo que me excita…lo sabías?
-No…qué es lo que te excita tanto?
-No decirte nada hasta que termine de contarle todo a Rubí…
-Ah, sí?…bueno…si eso es lo que quieres….
-Si, Aldo…eso es lo que más deseo…y al final te diré cuál es mi petición…lo único que te puedo adelantar es que será algo fantástico para los dos…
-Oh…eso se oye muy bien…
-Y así será…te lo aseguro…pero no comas ansias, amor…
-Está bien…te juro que sabré esperar…mientras le sigas contando a Rubí tus cosas puedo esperar todo el tiempo que quieras….jajajajaja…
-Vas ver, cabrón de mierda…ya veo que eres más caliente de lo que pensaba, eh?..jajaja
-Y tú?…tú no te quedas atrás, pinche putita cachonda…jaajajja
-Mmmm….tan sólo de pensar en todo lo que nos espera me inunda de allá abajo…
-Ya veo….no tienes verga que te embone, verdad cabrona?…que puta eres…jajajaja
-Ay gracias, amor…me encantas que me digas así…
-Si…ya me doy cuenta…
-Bueno, Aldo…ya es hora de que nos acostemos…hoy se nos hizo más tarde que de costumbre…
-Si…vamos a descansar.
Nos retiramos abrazados hasta nuestra habitación y nos tendimos en la cama estremecidos aún por la tremenda experiencia de la calurosa noche. Si, hacía demasiado calor. Era verano.
CONTINUARA.
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