Una relación complicada entre mi MADRE y yo
el amor es complicado y esto lo explica.
Buenos días, tardes o noches. Primero que nada, les ofrezco una previa disculpa por mis nulas habilidades redactoras. Es mi primer relato, así que tengan piedad. No pregunten sobre la veracidad del mismo, solo disfruten la lectura. Acepto críticas o sugerencias, gracias.
Mi nombre es Paulina, tengo 23 años y actualmente estudio la carrera de nutrición en la universidad de mi ciudad. Vivo con mi madre, Gloria, y su actual pareja, José, quién es un viejo panzón y patético al que solo le importa follar, comer y dormir. El vejestorio supo invertir desde joven y ahora tiene una gran fortuna, lo que le da oportunidad de darnos una vida bastante comoda y sin ningún tipo de carencia.
Mi madre tiene 40 años, lo que quiere decir que me tuvo a una edad temprana. Desde que era niña me dijo la verdad: que no sabía quién era mi padre y que la verdad no importaba, que con su amor era suficiente. Y estaba en lo correcto, ella fue la única persona que pudo criarme, y no hubo necesidad de una figura paterna, con ella lo tenía todo. Lamentablemente mi madre no tiene educación, la escuela nunca fue lo suyo, lo suyo fue usar su cuerpo y ganar todo lo que quisiera a través de sus talentos carnales. Mi madre es una mujer hermosa y voluptuosa, capaz de conseguir lo que ella quisiera de un hombre con solo pedírselo al oído. Y es aquí donde comienza mi historia.
Mi madre siempre me educó con la idea de que la obligación de la mujer es complacer y obedecer al hombre de la casa. Básicamente ser unas descerebradas sumisas que solo están esperando a ser penetradas. Y así crecí, bajo esa forma de pensar tan estúpida y retrógrada, pero a ella le sirvió bastante bien. Cada 6 meses se conseguía a un hombre exitoso y con dinero, no importaba si tenía familia o si era un adicto a la masturbación: lo único importante para ella era exprimir cada centavo de su cartera. El rango de edad de los objetivos era entre 50 – 60 años, y durante toda mi vida nunca hemos tenido un lugar fijo: gracias a mi madre y su peculiar forma de ganarse la vida, somos unas nómadas. Volviendo al pensamiento retrógrada de la susodicha, ella me ha compartido con la mayoría de sus parejas desde que tenía una edad legal, porque según ella era mi obligación como mujer. Mi primera vez fue con un señor de 52 años y mi madre, fue bastante raro estar compartiendo la misma cama con ella, desnudas y a punto de ser folladas, pero nunca lo vi como algo malo: simplemente pensaba que estaba cumpliendo con algún tipo de deber. Ella me enseñó todo lo que sé: desde chupar una polla de manera correcta hasta relajar el orto cuando estuviera apunto de usarlo. Y así pasaron muchos años y muchos amantes hasta que me hice mayor, y mi madre se estaba aburriendo de solo conseguir pareja y ser una ama de casa preparada para ser follada en cuanto llegará el hombre, así que se le ocurrió la gran idea de ser escort mientras los imbéciles se iban a trabajar. No fue sarcasmo, en realidad fue una gran idea porque en poco tiempo pudo ahorrar lo suficiente para comprar un deportivo (un maldito deportivo!) y pagar la escuela privada a la que estaba llendo en ese entonces, y también porque podía saciar sus necesidades sexuales, porque yo ya sabía que ella es una ninfómana.
El tiempo paso, y mi madre me pidió que trabajará de escort con ella, que podríamos ganar muchísimo más de lo que ya generabamos, y lo hice sin dudarlo, porque ella ya sabía que yo también era una puta. Y así fue como el duo dinámico regreso, recargado y con muchas ganas de pene. Nos hicimos una cuenta en común en una página de citas y encuentros de nuestra ciudad, y casi diario salíamos a follar con un desconocido por una suma exagerada de dinero. Los clientes iban y venían: algunos eran unos malditos toros y duraban lo suficiente para hacernos venir a las dos; otros que ni siquiera duraban 30 segundos pero que pagaban el tiempo completo solo para vernos teniendo sexo entre las dos. Algunos se corrían dentro del culo de mi madre y me hacían limpiar la leche hasta que no quedara ni una sola gota, otros que llamaban a otros amigos o familiares y nos cogían entre todos. Llegó un punto en donde todo era tan salvaje, tan inhumano, tan degenerado, que ya nada nos importaba: cuando se corrían en nuestras caras nos pasábamos el semen con un beso de lengua; cuando los clientes acababan y nosotras queríamos más, nos hacíamos sexo oral entre las dos. A mi madre le excitaba mucho verme siendo follada y que le dijeran lo puta y cerda que era su hija, tenía orgasmos con solo ver eso y tocarse. Y a mí me calentaba mucho saber que mi madre me educó para ser una excelente putita. Me acostumbre al sabor de los jugos de mi madre, a su sudor, a su saliva y a su colosal e intensa pasión.
Pero las corrientes del tiempo hicieron lo suyo, y mi pensamiento fue cambiando poco a poco, al punto de estar cansada de depender económicamente de cerdos como ellos. Así que le dije a mi madre que quería estudiar una carrera, y ella estaba encantada, lo que hizo que me inscribiera a una de las universidades más caras del país. Solo le di seguimiento a mi educación para poder darle otra vida a mi madre, la vida digna que ella tanto se merecía. Pero yo quería algo más, algo que solo ella me podía dar: un momento de intimidad con ella sola y nadie más. Quería disfrutar de su cuerpo y su presencia solo para mi, y la convencí de hacerlo, y fue el mejor sexo que jamás he tenido.
Comprendí que estaba enamorada de mi madre, y creo que el sentimiento fue correspondido porque dejó su «trabajo» de escort y se quedó con una pareja fija, José. Y eso nos lleva a la actualidad, Gloria pasó de ser mi madre a ser mi pareja y mi amante. Cuando José se va a trabajar, nosotras salimos de compras, a comer o simplemente a pasar el día juntas, tomadas de las manos y dándonos besos sin importar lo que los demás piensen. Y esa fue mi loca historia, gracias por leerme (y seguramente también por tocarte con mi relato).
Delicioso relato bb sigue con más de tu vida si quieres