Una relación con mi tía (1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por blackbird.
Saludos, mi nombre es Erick y soy de Lima – Perú.
Les compartiré mi historia de cómo inicié una aventura sexual con mi tía.
Tengo 21 años, soy alto, delgado, de piel blanca y cabello negro algo ondulado.
Soy de esas personas que tiene una vida tranquila, estudio y trabajo, y cuando puedo salgo con amistades a una que otra reunión; una vida normal.
Por cosas del pasado, que por cierto tardaría muchísimo en explicar y me aburriría y les aburriría a ustedes si me tomara la molestia de contarles, vivo con mi tía y mi abuela.
El nombre de mi tía es Vanesa y tiene 34 años y es la hermana menor de mi mamá.
Es alta, blanca, de cabello negro y de cuerpo delgado pero con curvas, ya que se ejercita cuando puede.
Es bonita de rostro con una nariz preciosa que hace aumentar su belleza y tanto su culo como sus senos son de tamaño mediano.
Desde que tengo memoria, Vanesa, siempre fue la típica mujer que vive la vida, le gusta divertirse, comprar cosas y viajar.
Mientras crecía pude intuir que ella gozaba de su vida sexual, no tenía pruebas de ello pero de algún modo lo sabía.
Era de esos momentos en donde uno puede enterarse de ciertas conductas y costumbres de alguien con solo mirarla, o por “juicio visual” como me gusta llamarlo.
Pero a pesar de todo ella es una profesional con un buen trabajo y un buen sueldo, habla dos idiomas, aparte del español, y está cargada de energía juvenil y de buen humor.
Creo que la etiqueta de “mujer del siglo 21” le caería perfecta.
Desde que empecé a vivir con ellas pude notar que mi tía estaba soltera, los regresos muy tardes a casa y las resacas en las mañanas eran prueba de ello.
No sucedía mucho pero había ocasiones en que no regresaba a casa para dormir.
Mi abuela y yo sabíamos que de seguro pasó la noche con alguien aunque no tocábamos el tema.
A pesar de esas cosas ella no descuida su trabajo, es de esas personas que mágicamente tienen tiempo para todo, tiempo para trabajar, bailar, leer, ejercitarse, hasta para descansar bien y sinceramente hasta ahora no sé cómo lo hace.
Es buena persona y buena hija y nadie duda de ello.
Un lunes mi abuela, por temas familiares, tuvo que hacer un viaje a Trujillo, al norte del país.
Cuando se lo contó a Vanesa, esta se sorprendió mucho ya que su cumpleaños era un jueves de esa misma semana (cumplía 34).
Le preguntó a mi abuela si ella iba a poder regresar a tiempo para su cumpleaños, a lo que mi abuela respondió que sí.
El martes en la noche recibimos la llamada de la abuela dándonos la noticia que algunas cosas se complicaron allá y que lamentablemente tendría que quedarse más tiempo.
Vanesa preguntó hasta cuándo y la abuela respondió que posiblemente hasta el sábado.
A mi tía no le gustó la noticia porque había pensado pasar su cumpleaños con nosotros y para el día sábado festejarlo con sus amistades, ya que su cumpleaños cae en día laboral, pero le no quedó de otra que aceptarla.
Cuando llegó el día jueves le dije a mi tía para ir a comer algo por su día cuando yo salga de trabajar a eso de las 8pm.
Ella se alegró por lo que le dije y quedamos en encontrarnos en un restaurante que conocemos.
Llegué al lugar antes que ella así que tuve que esperarla un rato.
Luego de aproximadamente 15 minutos, ella apareció.
Sinceramente estaba hermosa.
Durante la cena estuvimos conversando, muy amenamente, sobre un montón de temas y en ocasiones nos partíamos de la risa por ciertos temas que tocábamos.
Luego de la comida nos pedimos unos tragos, ya que la estábamos pasando muy bien.
Mientras avanzaba el tiempo, me percaté que ha ambos nos estaba haciendo efecto el alcohol, así que le dije que ya era hora de regresar a casa para que descanse porque mañana tiene que ir a trabajar (felizmente los viernes yo estaba libre de clases y no trabajaba).
Regresamos a casa y me dijo que me sentara en la sala porque iba a traer algo.
Regresó de la cocina con una botella de vino en mano y dos copas, las puso en la mesa y me dijo que quería seguir celebrando a lo que yo puse un poco de resistencia porque ella tenía que despertarse temprano para ir a trabajar.
Me insistió y prometió que iba a ser la última botella.
Acepté tomarme esa botella con ella solo por su cumpleaños, pero jamás pensé que con ello estaba aceptando un cambio en mi vida.
El vino hizo sus efectos.
Fui a la cocina por dos vasos agua y al regresar a la sala le di uno a ella.
Me tomó de la mano y me dio un pequeño jalón diciendo que me quedara un rato más.
Nuevamente me senté a su lado diciéndole que era más de la media noche y que era necesario ir a descansar.
Me dijo que esperara a que termine el agua de su vaso, pero me di cuenta que bebía el agua de a pocos así que no tuve más remedio que esperar.
Pasaron unos 10 minutos y la situación se volvió algo incomoda, ella se puso un poco coqueta y a hacerme preguntas incomodas y a contarme un poco de su intimidad, a lo que yo solo reía ya que no tenía idea de cómo reaccionar.
Con disimulo puso una de sus manos en mi pierna derecha mientras hacía bromas.
Mi incomodidad creció al punto de notarse ya que ella me preguntó, entre risas, que qué es lo que me pasaba, a lo cual yo respondí que no me sucedía nada y reí para ocultar mi incomodidad.
Mientras los minutos se hacían eternos, mi tía me abrazaba y me decía que me quería mucho y me daba besitos en la cara.
Sinceramente sentía vergüenza al punto de ponerme un poco rojo pero aun así pude seguirle la corriente.
De pronto me roba un beso de la boca a lo que respondo preguntándole ¿Qué pasó? con una risita incomoda y ella me responde con un “nada” acompañado de una sonrisa y nuevamente me da un besito en la boca.
Con una sonrisa tímida le pregunto que qué estaba haciendo.
“¿Yo? No hago nada, no está pasando nada”.
Mientras me besaba, me tocó el paquete y la erección se hiso notar.
Intenté de alejarme de ella pero Vanesa no dejaba de besarme y de tocarme con más ganas.
Me dijo que estuviera tranquilo porque no estaba pasando nada, cosa que era mentira, por supuesto.
“¿No quieres hacerlo conmigo? Porque yo sí” me dijo, a lo que respondí con el típico argumento de que somos familia y que lo que estaba sucediendo era extraño.
Me dijo que a ella no le importaba esas cosas y también me dijo que si me preocupaba tanto el tema, no sería malo si nadie se llegara a enterar.
Mientras me besaba, tomó una de mis manos y se las llevó a sus pechos y lo apretó para que yo los sintiera mejor.
Vanesa estaba logrando excitarme.
Se me estaba regalando una mujer bella pero el inconveniente era que esa mujer bella es mi tía, cosa que me inquietaba un poco.
Con una de sus manos logró sacar mi pene de mi pantalón y empezó a masturbarme.
Cuando mi pene estuvo a su poder, no pude resistir más y me dejé llevar por la tremenda calentura que me estaba dando mi tía.
Me lo jaló por unos pocos minutos para luego llevárselo a la boca.
No lo podía creer, mi propia tía me estaba chupando la pinga y por una extraña razón me gustaba, aun sabiendo que lo que estaba pasando estaba mal visto pero, como dijo Vanesa, mientras nadie lo sepa todo estará bien.
Mi tía me lo chupaba muy bien, no lo voy a negar, pero lo que más me excitaba era el hecho de que fuera mi tía la que me estaba chupando el pene.
Luego de unos minutos no pude soportar más el placer y eyaculé en la boca de Vanesa.
Mi tía se lo tomó todo y siguió chupándome la verga suavemente.
“Ya ves que te gustó” dijo ella mientras me lo chupaba con delicadeza.
Se sentó encima de mí y me dio un beso en la boca y mientras lo hacía le tocaba sus pechos y su trasero.
Luego de unos minutos de toqueteos, Vanesa se acercó a mi oído y me dice: “Vamos a mi cuarto que tu tía quiere enseñarte algo” Esas palabras me impactaron mucho, mi cabeza quedó en blanco por unos segundos, mientras que mi pene recuperaba su erección.
De la mano me llevó hacia su habitación, me tiró en su cama y empezó a desnudarse.
Quedé impresionado por la belleza de mi tía, es una preciosidad, se colocó encima de mí y puso sus pechos en mi cara.
Totalmente excitado chupé sus senos como si no fuera mañana, mientras con mis manos cogía su culo.
Sus pezones se pusieron duros en mi boca, señal de que le estaba gustando.
Mi tía se dispuso a quitarme la ropa hasta terminar desnudo con ella en la cama.
Se colocó boca arriba con las piernas abiertas y me dijo que se lo chupara así que obediente acerqué mi cara a su cueva del placer.
Estaba depilada y olía riquísimo y tenía un sabor espectacular.
Comencé a dar suaves lamidas en la entrada de su vagina, para luego hacer movimientos circulares con mi lengua mientras alternaba chupando su clítoris.
Por momentos metía mi lengua en su interior, cosa que le gustaba.
Los minutos pasaron y su placer creció, su vagina estaba hecha una cascada y yo no me cansaba de beber el delicioso jugo que salía de mi tía.
Vanesa me pidió que se la metiera, pero decidí jugar un poco con ella así que coloqué mi pene en la entrada de su vagina y lo moví de arriba hacia abajo una y otra vez.
Eso la excitaba y cada vez más me pedía que se lo metiera.
Seguí jugando con ella por un rato más hasta que Vanesa, desesperada, me pidió que se lo metiera porque ya no aguantaba más.
Con delicadeza fui entrando en mi tía.
Su interior estaba caliente, apretado y muy húmedo.
Comenzamos con la típica pose del misionero, ella se movía con barbaridad y yo me esforcé para seguirle el paso.
Sus gemidos se hicieron notar desde el momento que la penetré y no paró de gemir hasta el final.
“¿Te gusta cachar a tu tía?” me decía y esas palabras solo hacían que me excitara aún más, cosa que llevó que mis embestidas fueran más fuertes y rápidas.
Me detuve por un momento para enderezarme en mi lugar, sin sacar mi pene de ella, tomé sus piernas y las acaricié, besé sus pies y me los llevé a los hombros.
Continuaron mis embestidas y Vanesa se movía acorde a mi velocidad.
De pronto noté que un líquido espeso y blanquecino envolvía mi pene y salía por los lados de la vagina de mi tía.
Eso era buena señal, lo estaba gozando.
Llevé mis manos a sus pechos para tomarlos como puntos de apoyo para no perder el equilibrio mientras me la cachaba.
Sus gemidos fueron cada vez más fuertes y yo ya estaba llegando a mi límite.
Con desesperación, debido a la excitación, le dije que ya me iba a venir y mi tía me dijo, como si fuera una respuesta automática, que eyaculara afuera, cosa que así lo hice.
Logré sacar a tiempo mi pene de su interior y disparé chorros de semen en su encima.
Mi semen cayó en la parte de su estómago y algunos chorros llegaron a sus tetas.
Nos quedamos en la misma posición unos segundos con la respiración agitada, mientras me masturbaba lenta y suavemente para sacar hasta la última gota de esperma.
Me tumbé a su lado y Vanesa se fue a limpiarse.
Al cabo de un rato ella regresó y se echó en la cama conmigo y sin darnos cuenta nos quedamos dormidos.
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