UNA TÍA COMO HAY MUCHAS (2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por quiquemando.
sentía claramente como se llenaba el canal entre sus nalgas con la mezcla de los fluidos, desalojados de sus entrañas. Se sentía exhausta por los intensos orgasmos que ambos habían tenido. Además de que el peso de su sobrino la imposibilitaba de cualquier movimiento que hubiera deseado hacer.
Sentía como la respiración de Germán ahora era tranquila y profunda, y se dio cuenta de que el muchacho se había quedado dormido encima de ella cuando lo oyó roncar débilmente, mientras ella misma caía en ese adormecedor estado de la relajación después del sexo intenso. Sin darse cuenta los recuerdos de tiempos pasados acudieron a su mente, esos recuerdos la llevaron a cuando había conocido a Ramsés el que iba a ser el esposo de su hermana Montserrat y padre de Germán.
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Montserrat llegó a la casa por la noche después de salir del trabajo, venia acompañada por un muchacho alto casi de la misma edad de ella, apenas de 16 años ella y 17 él, Montserrat trabajaba como dependienta en una tienda de abarrotes cercana a su hogar, y Ramsés trabajaba en un negocio familiar con sus padres y hermanos. Desde que Penélope conoció a Ramsés le pareció un hombre muy atractivo, y Ramsés no pudo dejar de admitir que la jovencita Penélope era una chica muy bella, incluso le pareció mas bonita y mejor formada que Montserrat. Pero las cosas entre Ramsés y Montserrat ya habían avanzado bastante, tanto así que Montserrat se había realizado unos estudios de embarazo, resultando estos positivos, así que pronto habría boda y un poco después un bautizo. Para “beneplácito y alegría” de las dos familias.
Las cosas entre Ramsés y Penélope eran muy cordiales y Penny trataba de ver a Ramsés como un hermano mayor mas, junto a los que ya tenia, pero para Ramsés la imagen del hermoso culo de Penny no lo dejaba en paz y su acercamiento con la chica era cada vez mas atrevido, llegando inclusive a besarse los dos en uno de los baños de la casa de las chicas, durante una reunión familiar antes de la boda. Solo que con mas fuerza de voluntad por parte de Penélope las cosas no pasaron mas allá de un intenso manoseo por arriba de la ropa, hasta que Penny logró abrir la puerta para salir apresuradamente del baño totalmente nerviosa y sin darse cuenta de que su blusa había quedado desabrochada de la parte superior y se asomaban sus juveniles y ya crecidos senos. Fue precisamente Montserrat quien le indicó su descuido sonriendo y bromeando con ella mientras Penny abrochaba los botones con el rostro rojo por la pena.
– ¿Pues que andabas haciendo Penny, ya les ibas a dar show a los invitados?… bromeó Montserrat riendo feliz, pues sus padres le habían avisado que iban a anunciar su boda con Ramsés en ese momento, aprovechando la fiesta… ¿Has visto a Ramsés? No lo encuentro por ningún lado.
– No, no lo he visto… mintió Penny… a lo mejor fue al baño.
– Bueno voy a buscarlo… dijo Montserrat y añadió bromeando… ve con mi mamá, te andaba buscando, y ya no te les vayas a encuerar a los invitados.
– Babosa ¿Cómo crees?… contestó Penny siguiendo la broma.
Pasó el tiempo y la pareja se casó con gran fiesta, sin que las cosas entre Ramsés y Penny llegaran mas allá de algunos besos fortuitos de parte de los dos y de algunas manoseadas, principalmente por parte de Ramsés, que no perdía oportunidad de agarrar el culo de su, ahora cuñada, y llegar incluso una vez a sacarle uno de los senos de la ropa y darle unos cuantos chupetones al pezón, ante la prisa y el nerviosismo de Penny de ser sorprendidos por alguien, pero hasta ahí era a lo mas que habían llegado entre ellos.
Por su parte Penny conoció a un muchacho que le llegó a agradar por su manera de ser, era del tipo de jóvenes que llaman la atención de las chicas, mostrando al mundo mucha seguridad en ellos además de ser atrevidos y rebeldes con las normas establecidas por la sociedad, el muchacho se llamaba Milton y era mitad mexicano y mitad gringo, sus padres tenían mucho dinero y Milton había recibido como regalo de su 21 cumpleaños una potente motocicleta y un auto tipo deportivo de importación, lógicamente que la jovencita Penélope se sintió deslumbrada por la presencia de Milton y su personalidad, que entregó a él su virginidad precisamente dentro del auto de Milton, pero no contaba con que el joven partiría en pocos días a los estados unidos para radicar definitivamente en ese país, y que pronto se casaría con su prometida, hija del socio de su padre.
– ¿Pero de verdad te vas a casar conmigo Milton?… preguntaba Penny ansiosa ante las caricias expertas del joven.
– Claro que si Penny, te prometo que en un mes mas mis padres van a venir a hablar con los tuyos para pedir tu mano… Mentía Milton con descaro, pues bien sabia que la siguiente semana el ya estaría en otro país… ahora déjate y vamos a entregarnos tu y yo.
– Ay, no sé Milton, de verdad que no lo he hecho antes y me da miedo… objetó Penélope tratando de oponer una resistencia ante el joven… ¿Y si quedo embarazada como mi hermana?
– ¿Cómo crees que te vas a embarazar con la primera vez?… dijo Milton burlándose.
– ¿Estás seguro que no pasa nada?… indagó Penélope apenada.
– Seguro muñequita… dijo Milton riendo… ven, dame un beso.
Penélope hizo caso a Milton y le permitió besarla, y seguir avanzando en su manoseo, le acariciaba las desnudas piernas por debajo de la breve faldita, metiendo ya su mano entre las piernas que se abrían tímidamente, mientras Penélope sentía mas vergüenza que excitación, pero era un buen partido y le había demostrado mucho interés a ella desde que la conoció, pero por alguna razón ella no podía encariñarse con Milton, mucho menos iba a poder enamorarse de él, en tan poco tiempo de conocerlo, pero algo en su interior la apremiaba a entregársele, estaba sumida en sus pensamientos, dejando a Milton hacer lo que deseara con ella, de pronto se dio cuenta de que le había quitado la breve pantaleta y le estaba introduciendo un dedo dentro de su vagina. Trató de detenerlo pero él no lo permitió y la volvió a someter a su voluntad, el dedo la lastimaba un poco y así se lo hizo saber, pero Milton le dijo que eso era normal, que en la desfloración ella iba a sentir algo de dolor pero después le iba a gustar.
Vio entre las sombras que Milton se había sacado el pene de su pantalón y la estaba haciendo que se lo acariciara, Penélope se sentía como hipnotizada, le parecía que no era ella la que se estaba entregando a Milton, sintió que la acostó en el asiento y se subía arriba de ella aplastándola con su peso, en ese instante acudió a su mente la imagen de su cuñado Ramsés, justo en el momento que Milton clavaba su dura verga en sus entrañas haciéndola aullar de dolor y de sorpresa al arrancarle con la fuerte embestida su intimidad, se quejó con él, pero fue en vano.
Milton no la escuchaba en ese momento, estaba concentrado en cogérsela y durar el mayor tiempo posible dentro de ella, a Penélope se le hizo interminable el tiempo, tal parecía que Milton se la iba a estar cogiendo toda la noche, estaba adolorida y asustada, quería que ya terminara y la dejara regresar a su casa, por fin sintió que Milton empujaba mas rápido y mas fuerte contra su vagina, hasta acelerar al máximo sus embestidas, entrando y saliendo de ella una y otra y otra vez hasta que lo sintió tenso para al mismo tiempo empujar toda su verga dentro de ella y lanzar un fuerte grito de satisfacción, lo vio contraer la cara desfigurándose por los gestos que hacia al venirse dentro de su vagina. Volvió a recordar la cara de Ramsés y pensó que hubiera preferido entregarse a su cuñado en lugar de haberlo hecho con Milton. Él joven hombre se levantó de ella sacando su verga aun dura y erecta.
– Ahora mámamela Penny… dijo agitado Milton… vas a ver que te va a gustar.
– No Milton no quiero hacerlo… se resistió Penélope adolorida limpiándose la vagina con un trapo que le dio Milton después de haberse limpiado él con el mismo trapo, no dejó de ver las manchas de sangre que habían quedado en la tela indicando la pérdida de su virginidad y eso la hizo enojar… ya me cogiste, ahora llévame a mi casa por favor.
– Nada de por favor, es un placer llevarte… dijo Milton cariñoso… pero primero vamos a hacerlo todo bien, ándale dame una mamadita, no seas mala, y te llevó a cenar y después a tu casa.
– No Milton ya no quiero nada… dijo Penélope… ándale ya llévame ¿Si?
– No Penny no te voy a llevar hasta que me la mames bien… dijo Milton con firmeza… ven mira ya me la limpié. Ándale no me hagas suplicar.
– En verdad Milton ya no quiero… arguyó Penélope… me siento mal y quiero irme a mi casa.
– Pues fíjate que no nos vamos a ir mi amorcito… dijo Milton con una sonrisa extraña, que asustó a la chica… me vas a mamar la verga por las buenas o no te llevo a ningún lado.
– Por favor Milton no seas así… suplico Penélope… te lo hago mañana ¿Si? Te lo prometo.
– No Penny me la vas a mamar ahorita mismo y mañana también… dijo amenazante Milton… y ya ándale, no me vayas a hacer enojar.
– Pero Milton, por favor… volvió a pedir Penélope… en verdad no me siento bien.
– Mira mí amorcito… dijo Milton enojado, tomándola fuertemente de la muñeca y torciéndosela hasta casi romperle los huesos del brazo, haciéndola gritar de dolor… o me mamas ahorita o nadie te vuelve a ver. Y mas te vale hacerlo bien que a mi me guste o te va a ir muy mal Penny.
Asustada y doblegada por el intenso dolor en su brazo, Penélope accedió a mamarle el pene a Milton, tomó en sus manos el duro tronco y recordó las pláticas de Montserrat, de cuando mamaba a Ramsés y todo lo que él le pedía que hiciera con las manos y con la boca. Además de lo que ella había practicado con otros noviecitos a quienes había mamado con mas curiosidad que deseo, pero en ese momento le sirvió lo aprendido para tratar de que Milton eyaculara lo mas rápido posible. Sintió la dureza del miembro y la suavidad de la piel y decidió imaginar que se trataba del pene de su cuñado, se concentró en ver únicamente el pene y crear en su mente la escena con Ramsés, entonces pudo acariciar y buscar darle placer a Ramsés en el pene de otro. Lo masturbó tiernamente casi con veneración subiendo y bajando las manos por todo el ensanchado tronco del pene, apretándolo con firmeza entre sus dedos, sintiendo como se ensanchaba con las internas descargas de abundantes chorros de sangre que hacían endurecer el poderoso cilindro masculino, paseó sus dedos febriles por todo el liso y brillante glande de color violeta claro que brillaba con la luz que se filtraba del exterior, veía como se inflaban los cachetes de la dura cabeza con cada pulsación del pene que trataba de moverse por si solo, buscando alivio para su ardiente deseo.
Después de un rato de estar masturbando el humedecido pene, sintió la presión de una mano por detrás de su cabeza que la guiaba a acercar su cara a la firme verga de la que ya brotaban abundantes gotas transparentes por el pequeño cráter del glande, sin pensar mas e imaginando que era a su cuñado a quien le iba a mamar el pene, Penélope buscó con sus labios la punta goteante y comenzó a dar ardientes besos en todo el enardecido glande, arrancando gemidos de placer al muchacho, que mantenía su mano con firmeza sobre la nuca de la chica, tan efectiva fue su labor de imaginarse con Ramsés, que Penélope se excitó de verdad y se descubrió disfrutando de mamar esa verga que instantes antes le había robado su virginidad. Sentía en verdad que era a Ramsés a quien mamaba con pasión, y quien se retorcía de placer al sentir que Penélope abría su pequeña boca para introducir en ella la brillante y dura cabezota del pene, succionando con fuerza como si fuera un gigantesco pezón del cual quisiera alimentarse, mamó golosamente el glande de Milton, deslizando su boca por todo el tronco, disfrutando de su propio sabor que todavía impregnaba la piel de esa verga, lamió toda esa barra hasta que no quedó mas sabor de su vagina en ella, incluso chupó ávida los suaves testículos extrayendo de su piel también todo su propio sabor, hasta que Milton le volvió a guiar la cabeza hacia el glande para que lo siguiera mamando, pues estaba a punto de venirse y quería hacerlo dentro de la boca de Penélope, ella no se resistió para nada, al contrario sujetó con sus manos firmemente el grueso tronco con su mano, mientras con la otra acariciaba los colgantes huevos, tal y como le había platicado su hermana, mientras que con su boca succionaba una y otra vez el glande, metiéndolo y sacándolo de su boca mil veces, aumentando la velocidad conforme Milton se iba tensando y apretaba la cabeza de ella contra su miembro, de pronto con un grito ahogado, ella sintió la descarga de todo el semen que podía mandar él, dentro de su boca sintió lo viscoso y espeso de su consistencia así como su fuerte sabor ácido-salado y todavía imaginando que era Ramsés, lo bebió golosamente por completo si despegar sus labios del glande y atizando con su lengua el meato en busca de mas semen mientras que con su mano acariciaba y exprimía todo lo que quedaba dentro de la uretra succionando con fuerza ante el intenso placer de Milton.
– Bueno ya lo hiciste… dijo Penélope fríamente… ahora si llévame a mi casa.
– Está bien, Penny…. aceptó Milton… pero primero te voy a llevar a cenar a un lugar muy bonito.
– No Milton gracias… dijo Penélope con cierto temor… en verdad me siento algo mal y prefiero que me lleves a mi casa y si quieres mañana me invitas.
– Bueno como quieras… admitió Milton… creo que es lo mejor, me dejaste exprimido y cansado. Te voy a llevar.
– Gracias Milton… dijo dócil Penélope.
El trayecto lo hicieron en silencio hasta que llegaron frente a la casa de Penélope, el trató de besarla pero Penélope se rehusó. Bajó del auto con la firme idea de no volver a ver a Milton jamás. Su deseo se cumplió pues Milton no se volvió a aparecer de nuevo. Días después supo por comentarios, que Milton se había ido del país y que lo más probable era que no regresaría. La noticia no le produjo ninguna reacción, solo al paso de los días descubrió que su menstruación se había interrumpido, no dijo nada y decidió dejar pasar el tiempo, para regularizarse pues había oído en algún lado que después de tener sexo la primera vez, se alteraba el ciclo de la menstruación, en el fondo sentía que eso era falso y que posiblemente estuviera embarazada, pero se aferraba a esperar un milagro y volver a menstruar sin problemas, fue hasta después del tercer mes de ausencia en sus periodos que decidió platicar con Montserrat.
– ¿Pero cuanto tiempo llevas así Penny?… le preguntó Montserrat escandalizada… y para colmo el desgraciado del Milton se largo quien sabe a donde.
– Eso no me importa Monse… dijo Penélope… De todas formas jamás me casaría con él.
– Pues ni aunque quisieras… exclamó Montserrat… pues ya supe que se casó en Estados Unidos con una gringa de mucho dinero. Así que no creo que tuvieras chance de nada con él ¿Y ahora que piensas hacer? en poco tiempo se te va a notar y se va a armar una bronca muy gruesa con mis papás.
– Si ya lo sé… dijo con tristeza Penélope… no sé que pueda hacer.
– Pues mira, yo creo que ya no puedes abortar… le explicó Montserrat… si me hubieras dicho antes te hubiera llevado a que abortaras. Solo podemos ir con algún doctor y ver que nos aconseja.
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Después de un tiempo nació la niña de Penélope, sus padres la trataron de ayudar pero ella decidió entrar a trabajar para ver por su bebita. Y como su trabajo en un centro comercial estaba mas cerca de la casa de Montserrat que de la casa de sus padres, su hermana la invitó a vivir con ella mientras mejoraba su situación. Lógicamente que Ramsés aceptó gustoso y amable que su cuñada se fuera a vivir con ellos.
Los días pasaban rápidamente y en la casa de los jóvenes todo era mucha actividad todo el día era de trabajo y al regresar a casa se debían atender los quehaceres domésticos. Germán ya tenia mas de un año cuando nació su prima, Montserrat continuaba amamantando todavía a Germán a petición de Ramsés argumentando que mientras mas alimentara a su hijo con leche materna este crecería mas sano y fuerte, pero la verdad era que a él le gustaba mamarle en las noches, la leche a los senos a su esposa, y ella estaba contenta de que así fuera.
Una tarde de fin de semana que se encontraban las dos hermanas con sus hijos se divertían dándoles de mamar indistintamente a uno y otra comparando las diferencias entre ellos al mamar. De pronto llegó Ramsés mas temprano de lo que esperaban, y las sorprendió en la recámara a las dos hermanas desnudas de la cintura para arriba con los lechosos senos al aire dando de mamar a los niños, solo que Montserrat amamantaba a Hilda la hija de Penélope, mientras esta hacia lo mismo con Germán.
Rápidamente Penélope trató de cubrirse pero su blusa estaba en su recámara y no temía a la mano nada que ponerse, mientras Ramsés reía divertido pero experimentando una rápida erección de su pene al ver los senos desnudos de las dos mujeres, ese detalle no pasó desapercibido para ninguna de las dos hermanas quienes se levantaron para cubrirse. Montserrat le lanzó una cobijita a Penélope, y esta se la colocó encima, pues Germán se negaba a dejar de mamar su leche y no soltaba el pezón de su tía, si ella trataba de sacárselo el se lo mordía con fuerza hasta lastimarla.
– Ay Germancito no me muerdas porque me duele mi vida… le pedía Penélope al niño ante la risa divertida de Ramsés.
– Pues mejor no te desesperes… le aconsejó Ramsés a Penélope… no te va a soltar hasta que se acabe toda la leche. En cambio mira a tu hija ya se le durmió a tu hermana. Mejor déjalo acabar pobre de mi hijo lo quieres dejar a medias.
Ese incidente abrió la puerta a la tentación entre Ramsés y Penélope, desde ese día Ramsés buscaba la ocasión para tocar a Penélope y robarle besos a escondidas de Montserrat, a los que ella correspondía disimuladamente, el riesgoso juego iba aumentando hasta llegar casi a la imprudencia pues las caricias de Ramsés ya eran totalmente descaradas con Penélope, pero cuidándose de que Montserrat no se diera cuenta de ello.
Penélope vivía un intenso y delirante nerviosismo cada que Ramsés la tocaba y la besaba, hasta que un día él le propuso verse en un hotel para “platicar su situación” según él. Penélope se resistía a aceptar pues sabía muy bien en lo que terminaría esa entrevista. Pero la insistencia de Ramsés era mucha hasta que por fin logró que Penélope aceptara verse en un café de un hotel alejado.
Con mil argumentos él logró que Penélope accediera a subir a la habitación que había rentado previamente, los dos sabían lo que iba a suceder y decidieron dejarse llevar, para Penélope seria prácticamente su primera vez, pues desde que Milton la había sometido aquella única vez, no había vuelto a coger con ningún hombre mas, y al masturbarse solo pensaba en Ramsés, ahora ya había aceptado estar a solas con él y seguramente lo dejaría que se la cogiera, y ella se entregaría a él por esa única vez.
Al entrar al elevador Ramsés la abrazó y la jaló hacia él buscando su boca que ya lo esperaba ansiosa, se besaron con desesperación acariciándose por todo el cuerpo. Apenas entraron a la habitación y se empezaron a desnudar uno a la otra, con torpezas y risas nerviosas avanzaron hasta la cama, y en ese momento ella lo detuvo.
– Espérate un poquito Ramsés… pidió Penélope… te quiero pedir algo.
– Dime qué es… contestó Ramsés desconcertado.
– Solo quiero que lo hagamos con calma… solicitó Penélope… se puede decir que es la primera vez que voy a coger en verdad, pues lo de Milton fue casi una violación. Y me lastimó más de lo que pudiera yo haber gozado.
– Claro, Penny voy a tratarte con mucho amor… prometió Ramsés… he tenido ganas de estar contigo desde que te conocí hace mas de dos años.
– Si lo sé… dijo Penélope sonriendo coquetamente mientras le acariciaba el desnudo pecho a Ramsés… y más con las manoseadas que me das por todos lados.
– Pero tú también me has agarrado la verga y las nalgas… respondió Ramsés acariciándole una mejilla.
– Si pero era para defenderme de tus cachondeadas… dijo Penélope besando el dedo que acariciaba su mejilla.
Se miraron a los ojos completamente desnudos parados al lado de la cama, el extendió sus brazos para atraerla y ella se dejó llevar hasta sentir que su piel se fundía en la de él en un intenso abrazo lleno de deseo reprimido por ambos, ella olió libremente el aroma de él tan peculiar y tan único. Le encantaba como olía siempre, era un aroma natural de su cuerpo, pegó la cara al desnudo torso de él y aspiró profundamente ese olor que tanto la excitaba, ella sintió de inmediato la humedad en su vagina, y el acarició su espalda deleitándose con su suavidad, rozó los brazos de ella por la parte de atrás haciendo un agradable cosquilleo que le erizaba su piel, ella bajó sus manos y buscó la deseada y desnuda verga de Ramsés, la encontró totalmente parada, la palpó acariciándosela con ambas manos, brindándole un secreto tributo de adoración por haber deseado tenerla dentro de ella durante mas de dos años.
Besó el pecho de él, sin dejar un lugar que no hubieran tocado sus labios o su lengua, le mamó los pequeños pezones sintiéndolos endurecerse dentro de su boca, mientras que sus manos sobaban la anhelante verga que ya soltaba sus gotas transparentes, ella las sintió escurrirse entre sus dedos y separándose un poco de Ramsés llevó sus mojados dedos a su boca mientras lo miraba fijamente a los ojos, en tanto que se chupaba los dedos y manos manchados del líquido que brotaba del pene de Ramsés demostrándole la callada veneración que sentía por él. Descubrió que tan enamorada estaba de su cuñado, y cuan imposible era remediar esa situación, sabia que nunca se interpondría entre él y su hermana.
Chupó sus dedos y volvió a agarrar el pene para continuar acariciándolo, fue descendiendo en el cuerpo del afortunado joven, bajando sin dejar de lamer y besar cada centímetro de esa piel que ya empezaba a humedecerse de un brillante sudor que hacia resaltar el tono moreno del hombre, le fascinaba a ella ese color de él siempre había deseado besar y chupar esos pezoncitos negros de Ramsés, y la oscura piel del escroto que había visto varias veces en forma “accidental”. Ahora estaba arrodillada ante ese hombre que la fascinaba, frente a su verga que se erguía desafiante ante sus ojos la tenia tomada con sus dos manos, bajando completamente el prepucio para descubrir el glande untándolo son el líquido que emanaba de él. Sacó su lengua y lamió la casi negra cabeza del pene, enviando oleadas de placer a Ramsés que agradecía la caricia con profundos gemidos, que no había emitido antes ni con Montserrat. Penélope abrió su pequeña boca al máximo y mamó con fuerza la oscura cabeza succionándola casi con hambre arrancando mas gemidos de la garganta de su amado, sus mejillas se hundían totalmente en cada succión, como si tratara de sacar toda la esencia de esa adorada verga, durante mucho rato estuvo mamando y masturbándolo sin descanso siendo sorprendida por la erupción de tibios chorros de semen que llenaron su boca escurriendo a su garganta provocándole una inesperada tos que casi la ahoga por la gran cantidad de semen que tragó y aun así quedaron en sus labios y barbilla gruesas gotas de espeso líquido blanco que recogió con sus dedos para chapárselos y engullir todo el semen de Ramsés. Penélope siguió mamándole hasta que le vació por completo todo el semen que tenia dentro del pene devorando todo lo que de él salía.
Ramsés la levantó del piso y la abrazó agradecido besándole toda la cara metiendo su lengua en su boca buscando la de ella para chuparla y paladear el sabor de su semen en la boca de esa mujer que tanto lo atraía desde siempre, la guió hacia la cama acostándola en el amplio lecho dedicado exclusivamente para el sexo, ella le hizo un espacio a su lado estirando los brazos para recibirlo y volverlo a besar.
Ramsés cogió entre sus dedos un pezón y comenzó a ordeñarlo ante la risueña mirada de Penélope, al ver como se contraía su areola y cómo el pezón reaccionaba endureciéndose y parándose como si agradeciera la caricia. Al ver Ramsés que aparecían las primeras gotas de leche en el pezón se acomodó en la axila de Penélope para poner su cara a la altura del seno y poder mamarlo cómodamente, Penélope rió divertida y giró un poco para que el seno quedara directo a Ramsés, tomó la blanca chiche con su mano y la guió a la boca de su amante, metiendo dentro de ella el erecto pezón mientras su mano oprimía el seno para facilitar la salida de la leche tal y como lo hacia al dar de mamar a los niños y a su hermana Montserrat.
La emoción que sentía en ese momento era indescriptible, se sentía eufórica de alegría al estar amamantando a Ramsés, ese hombre al que tanto deseaba estaba siendo alimentado por sus senos estaba mamando de su leche, igual que le mamaba a su esposa y como seguramente le mamó a su madre, por fin estaba llevándose dentro de él algo muy propio de ella, sentía como succionaba ávidamente su pezón y como salían de su orgullosa chiche chorros y chorros de tibia y dulce leche que el tragaba goloso. Con inmensa ternura acarició la cabeza y la cara de Ramsés como si se tratara de su bebé, metía sus dedos entre el cabello de él, presionando su cabeza contra su seno como si quisiera metérselo todo en la boca y lo mamara completo. Ramsés mamaba con avidez la ansiada chiche que tanto deseaba, mamaba y mamaba los ríos de leche que salían de ella.
Deseoso de mas intensidad giró sobre su espalda quedando boca arriba y levantó a Penélope sobre él para montársela en su vientre, mientras ella separaba las piernas y se acomodaba montada sobre él, Ramsés agarró los dos senos juntándolos con las manos hasta unir los pezones y entonces la atrajo hacia él, ella puso sus manos al lado de la cabeza del hombre, acercando sus colgantes chiches a la cara de Ramsés, mientras él mantenía unidos los chorreantes pezones hasta que los alcanzó con su boca atrapándolos entre sus labios para mamar los dos pezones al mismo tiempo.
Esa postura enloqueció de placer a Penélope que nunca se había imaginado ser mamada en los dos pezones al mismo tiempo por una sola boca. Sintió bajo ella en su vulva como la verga de Ramsés ya estaba dura de nuevo, levantó un poco su cadera para liberar la verga y que esta se levantara sola, Ramsés sintió la maniobra y también levantó su cadera buscando la entrada de esa mujer. Ella, mas por instinto que por experiencia, movió la pelvis acomodando el pene en la posición correcta y al sentir la punta del glande en su entrada se fue clavando lentamente en esa esperada barra de amor, que tanto ansiaba tener dentro de ella, sentía como iba resbalando a través de su vagina llenándola poco a poco, mientras ella bajaba y subía su culo para introducirse mas y mas adentro el miembro de su amado cuñado, lentamente fue metiéndoselo todo, sintiendo como las paredes de su vagina se abrían y temblaban por dentro ante la emoción y la excitación de ser penetrada en su intima profundidad por esa prohibida pero anhelada verga, que hoy cumplía con todos los sueños, Penélope suspiraba y gemía ante cada pedazo de verga que entraba en ella, la sentía interminable sin que acabara de entrar jamás en ese túnel, reservado solo para recibirla en sus entrañas, al fin sintió en sus nalgas el contacto de los testículos, que indicaban la total penetración del hombre en la mujer, esta vez no había dolor alguno en ella solo la sensación de saciedad de su líbido, permaneció quieta un momento deleitándose con la placer de sentirse totalmente invadida por un hombre en lo mas profundo de sus entrañas pero su vulva ya empezaba a demandar por mas sensaciones y mas placer, así que la pelvis obedeciendo a esa necesidad empezó a girar en círculos amplios meneando dentro de la vagina la gruesa viga de carne atrapada dentro de esas suaves y húmedas paredes que la envolvían con su calida tersura como un guante hecho a la medida.
Ramsés también aportó un leve movimiento a su cadera empujando su verga lo mas adentro posible de la mujer, mientras seguía mamando frenético la abundante leche de ese hermoso par de blancas chiches, que influían en que su verga se pusiera mas dura y alcanzara su máxima longitud. El líbido de Penélope aumentaba segundo a segundo demandando mas placer haciéndola aumentar el ritmo de su cadera que ya se levantaba y se frotaba firmemente en la pelvis de Ramsés, tallando con fuerza el clítoris contra el pelambre púbico del hombre, también él movía ya con fuerza su cadera respondiendo a los envites de la mujer que seguía amamantando a su hombre y se daba tiempo para coger con un frenesí desbordado que la conducía en línea recta a alcanzar el incomparable placer de un intenso orgasmo, sintió que era invadida por una milagrosa sensación de múltiples caricias internas que se procuraba ella misma y que hacían que todo su ser se cimbrara ante el estallido interno del placer absoluto todos los músculos de su cuerpo se contrajeron paralizándola mientras que del fondo de sus entrañas se le salía el alma del cuerpo en forma de un caudaloso río que acababa de desbordarse en una copiosa eyaculación que baño por completo la pelvis de su hombre la respiración se le acabó, su corazón se detuvo y su vista se oscureció por completo, solo quedaban de ella miles de espasmos y contracciones internas que rendían adoración a grueso tronco incrustado en la profundidad de su ser, que a su vez también había erupcionado en una potente eyaculación que arrojó en el útero ríos de blanca lava erupcionada por la incontrolable lujuria que había apresado a esos dos dichosos amantes, los dos respiraban con dificultad jalando aire con desesperación tratando de que sus corazones se tranquilizaran de su frenético ritmo, el había liberado las bellas chiches de Penélope que habían quedado vacías, pero con la satisfacción de haber amamantado al hombre de su vida, aunque fuera por esa única vez. Penélope podía estar feliz de haber sentido como su adorado amante se había alimentado de ella.
Volvieron a sus trabajos y después regresaron a casa cada uno por su lado como si nada hubiera pasado entre ellos, pero al desearse buenas noches lo hicieron con un apasionado beso furtivo. Como era de esperarse no fue la única vez que cogieron, y lo iban a seguir haciendo durante mucho, muchísimo tiempo más.
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Penélope sintió que Germán se movía encima de ella despertándola de su hermoso sueño que la hizo recordar su entrega amorosa al hombre deseado, abrió los ojos y vio los de Germán sonriéndole, Dios como se parecía a su padre, pensó ella.
– Te dormiste mi amor… dijo Penélope sonriéndole amorosa… yo también.
– ¿No te aplasté Penny?… preguntó Germán apoyado sobre sus brazos para quitar su peso de su tía.
– Un poquito mi vida… respondió Penélope… pero me gustó mucho tenerte encima de mi, me sentí tuya y protegida contra todo. ¿Quieres desayunar algo especial mi rey? Vamos para que te prepare algo.
– Si gracias Penny… dijo Germán empujando su pelvis contra su tía… ¿Pero que te parece otra cogidita antes?
Penélope sonrió coqueta y seductora a su sobrino, sintiendo dentro de su vagina que la verga de Germán había tomado nuevos bríos y estaba tan dura y gruesa como si no hubieran cogido hacia unos minutos. Ella empujó contra él aceptando la proposición.
CONTINUARÁ…..
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