Una Visita Inesperada
La historia se inicia en el «Café del Oso Andino», un acogedor establecimiento dirigido por Andrés, un oso andino de carácter cálido y generoso. Andrés está en su rutina diaria de preparar café, cuando Carlos, un joven inquieto y visiblemente ansioso, entra al café apresuradamente..
Carlos, con preocupación en su rostro, le explica a Andrés que su madre, Paula, desea conocer el café a pesar de no estar en su mejor momento de salud. Paula ha estado enferma y ha insistido en visitar el café del cual Carlos siempre habla con entusiasmo. Andrés, mostrando su preocupación y disposición para ayudar, tranquiliza a Carlos y le asegura que todo irá bien.
Poco después, Paula entra al café. A pesar de su estado de salud, intenta mantener una actitud positiva y una sonrisa cálida. Andrés y el personal del café la reciben con entusiasmo y amabilidad, esforzándose por hacerla sentir bienvenida y cómoda. Paula, visiblemente agradecida, comenta sobre lo hermoso que es el lugar y lo bien que Carlos ha hablado de él.
A medida que la tarde avanza, Paula se involucra en una conversación más privada con Andrés, quien le ofrece una de sus especialidades de café acompañada de un trozo de torta de chocolate, que es su favorita. La conversación entre ellos se vuelve cada vez más íntima y personal, mientras Carlos permanece en un segundo plano. La conexión entre Andrés y Paula crece rápidamente, mostrando una evidente atracción mutua.
A medida que el reloj avanza hacia las 22:30, la noche fría de Bogotá se hace más intensa. El «Café del Oso Andino» sigue siendo cálido y acogedor. Andrés, satisfecho con el día, está sentado en la barra junto a Paula, quien, a pesar de su enfermedad, muestra una mezcla de admiración y deseo hacia él. Andrés, un hombre de 45 años con un atractivo imponente y una sonrisa encantadora, se siente atraído por la fortaleza y calidez de Paula.
Paula, por su parte, disfruta de la atención y la compañía de Andrés, sintiendo un deseo que no había experimentado en años. La conversación entre ellos se torna más cercana, y Andrés le desliza un sobre con billetes, una ayuda económica para su tratamiento médico. Paula, sorprendida y agradecida, siente una nueva ola de deseo hacia Andrés.
Antes de que puedan dar un paso más, la puerta del café se abre de golpe y el frío de la noche entra en el cálido interior. Carlos entra, visiblemente preocupado y cansado, interrumpiendo el momento íntimo entre su madre y Andrés. Carlos se sorprende al ver a su madre en el café tan tarde, y Paula se aleja rápidamente de Andrés, sonrojada por la culpa y la sorpresa.
Al día siguiente, Carlos acompaña a Paula al hospital para su tratamiento médico. El clima sigue siendo frío y gris, pero hay un rayo de esperanza en el aire. Paula, a pesar del dolor persistente, intenta mantenerse fuerte. Carlos, preocupado por el bienestar de su madre, se siente aliviado al saber que Andrés ha cubierto los gastos del tratamiento, lo cual Paula había aceptado a regañadientes.
En el hospital, mientras Paula es preparada para el tratamiento, Carlos se sienta en la sala de espera, ansioso e inquieto. En un momento de necesidad, Andrés llega al hospital para ofrecer su apoyo a Carlos. Andrés lo abraza, brindándole un consuelo y una sensación de seguridad en medio de la preocupación. La presencia de Andrés es reconfortante, y Carlos se siente agradecido por su apoyo incondicional.
Andrés se sienta con Carlos en la sala de espera, y juntos esperan noticias del tratamiento. Finalmente, los médicos informan que el procedimiento ha sido exitoso. Carlos se apresura a buscar a su madre, y Andrés lo acompaña. Paula, aunque cansada, muestra una ligera sonrisa de alivio. Andrés, demostrando su generosidad y cuidado, se ofrece a llevar a Paula en sus brazos para evitar que tenga que caminar.
Al llegar a la casa de Paula, el frío de la noche sigue presente, pero el calor de la casa es acogedor. Andrés y Carlos ayudan a Paula a entrar, y ella les agradece profundamente por su apoyo. Paula invita a Andrés a quedarse a merendar, y él acepta encantado. Carlos prepara bocadillos sencillos mientras Paula se acomoda en la cama, sintiéndose más cómoda en su hogar.
Durante la merienda, el ambiente se vuelve relajado. Paula expresa su gratitud a Andrés y Carlos por su ayuda y apoyo durante todo el proceso. Andrés se muestra amable y atento, asegurando a Paula que está allí para ella y su familia. Carlos, sintiéndose aliviado, disfruta de la conversación ligera y el buen ánimo.
arlos: «¿Te sientes cómoda, mamá?»
Paula: «Sí, mucho mejor ahora que estoy en casa. Gracias, hijo.»
Mientras Carlos se sentaba junto a su madre, Andrés se acomodó en una silla cercana. Durante el rato siguiente, la conversación entre Paula y Andrés fluyó de manera ligera y amena. Hablaban de cosas cotidianas, recordando viejos tiempos y compartiendo anécdotas que ayudaban a relajar el ambiente. La presencia de Andrés parecía tener un efecto calmante sobre Paula, y Carlos observaba con gratitud la forma en que su madre estaba comenzando a recuperarse.
Al cabo de un rato, Paula se giró hacia Carlos, luego hacia Andrés, con una expresión de profunda gratitud.
Paula: «Chicos, no tengo palabras para agradecerles. No solo por el tratamiento, sino por estar aquí para mí hoy. Ha sido un día muy largo y difícil, y su apoyo ha significado el mundo para mí.»
Carlos: «No tienes que agradecer nada, mamá. Estamos aquí porque queremos, y porque te queremos.»
Andrés se acercó y, con una sonrisa cálida, envolvió a Paula en un abrazo reconfortante. El abrazo era genuino y lleno de afecto, transmitiendo una sensación de apoyo y cercanía. Paula sintió el calor del abrazo y, aunque aún estaba cansada, una sensación de calma y agradecimiento la invadió.
Andrés: «Estamos aquí para ti, Paula. No tienes que pasar por esto sola.»
Paula se aferró a Andrés por un momento, sintiendo el consuelo de su presencia. Después de unos segundos, se separó lentamente, con una sonrisa suave en sus labios.
Después del abrazo reconfortante de Andrés, Paula se giró hacia Carlos, dándole la espalda a Andrés. En ese momento, la postura de Paula hacía que su trasero, un poco más prominente de lo habitual, se destacara en la luz tenue de la habitación. Parecía que Paula se había colocado de esa manera deliberadamente, quizás para captar la atención de Andrés.
Andrés no pudo evitar notar cómo el culo de Paula resaltaba, dándose cuenta de que ella podría estar consciente de la forma en que se estaba mostrando. Aunque la observación fue breve, Andrés se esforzó por mantener su comportamiento respetuoso y profesional, consciente de la situación delicada en la que se encontraban.
Carlos, al ver el gesto de su madre, se volvió hacia ella con una sonrisa comprensiva.
Pasaron unos diez segundos y Paula, notando la mirada de Andrés en su trasero, giró lentamente hacia él con una sonrisa ligera y sensual. Su movimiento fue deliberado, como si quisiera captar la atención de Andrés. Cuando se volvió, la luz tenue de la habitación reveló que ella había notado su mirada.
Paula: «¿Te gusta lo que ves, Andrés?»
Andrés, con una sonrisa que mezclaba sorpresa y provocación, respondió con un tono que llevaba un matiz de desafío.
Andrés: «¿Te gusta que te miren, verdad que sí?»
Paula se rió suavemente, disfrutando de la insinuación en la voz de Andrés. La atmósfera en la habitación se volvió aún más cargada, y Paula decidió jugar con el momento.
Paula: «Pues me siento muy bien conmigo misma.»
Andrés, aprovechando la oportunidad para añadir un toque más íntimo a la conversación, sugirió:
Andrés: «En ese caso, quizás deberías quitarte la blusa. Puede que te esté generando molestias por el procedimiento.»
Paula levantó una ceja, sorprendida y excitada por la sugerencia. La tensión en el aire se hizo más palpable, y Paula evaluó la propuesta con una sonrisa de complicidad.
Paula: «¿De verdad crees que eso ayudaría?»
Andrés: «Solo quiero que te sientas cómoda. Si crees que podría ayudarte a relajarte, hazlo.»
Carlos, que estaba familiarizado con la actitud provocadora de su madre, observó sin incomodidad. Sabía que este tipo de interacción era parte de la dinámica entre Paula y las personas que la rodeaban.
Carlos: «Si eso la hace sentir mejor, mamá, deberías considerar hacerlo.»
Paula, con una sonrisa juguetona y una mirada que mezclaba desafío y seducción, dijo:
Paula: «En ese caso, ayúdenme por favor a quitármela.»
Andrés y Carlos se miraron un momento, comprendiendo que la situación se había vuelto aún más íntima. Andrés, manteniendo su actitud de respeto y cuidado, se acercó a Paula con una mezcla de profesionalismo y empatía.
Andrés: «Claro, Paula. Vamos a hacerlo con cuidado para que te sientas lo más cómoda posible.»
Carlos, siempre dispuesto a apoyar a su madre y consciente de la dinámica, se acercó también para ayudar. Con un gesto coordinado, Andrés y Carlos ayudaron a Paula a quitarse la blusa. Al hacerlo, descubrieron que Paula no llevaba ninguna prenda debajo, revelando su piel desnuda de la cintura hacia arriba.
Paula, al quedar con sus senos al aire, respiró con alivio y sonrió agradecida.
Paula: «Gracias. Se siente mucho mejor así.»
Paula volvió a su posición anterior, dándole la espalda a Andrés, como lo había hecho antes. Con una sonrisa juguetona, giró ligeramente la cabeza para mirarlo por encima del hombro.
Paula: «¿Prefieres así, Andrés? ¿O querías verme las tetas?»
La pregunta, cargada de insinuación y morbo, estaba acompañada de una sonrisa desafiante. Paula disfrutaba claramente del juego y de la reacción que estaba provocando.
Andrés, intentando mantener su compostura, no pudo evitar que su atracción se volviera más evidente. Ya mostraba una notable erección encima de su pantalón, lo que hacía la situación aún más cargada de tensión.
Andrés: «Lo más importante es que te sientas cómoda, Paula.»
A pesar de su respuesta, Andrés no pudo ocultar completamente su excitación, que era evidente. La situación se había vuelto muy íntima y cargada, con Paula jugando con el ambiente y Andrés tratando de manejar la situación con dignidad.
Paula tenía unas tetas hermosas: eran pequeñas, redondas, con una aureola de un tono cafecito, y los pezones estaban paraditos, señal de la tensión y la emoción en la habitación. La forma de sus senos atraía la mirada de Andrés, que no podía evitar sentir una creciente excitación mientras la observaba.
Los juegos continuaron de forma aparentemente inocente, con bromas y caricias suaves, pero la tensión era palpable. Paula seguía provocando a Andrés con su actitud, y él intentaba mantener el control, aunque cada vez le resultaba más difícil.
En un momento, incapaz de resistirse más, Andrés dejó que su mano se deslizara hacia los senos de Paula. Con un toque suave, empezó a jugar con ellos, explorando cada curva, cada detalle, mientras ella cerraba los ojos y disfrutaba de la sensación.
Carlos, mientras tanto, se había convertido en un espectador absorto, completamente atrapado por la escena que se desarrollaba ante él.
Paula, con un tono provocador y seguro, miró a su hijo y dijo:
Paula: «Carlos, ¿por qué no me ayudas a deshacerme del resto de mi ropa? Creo que necesito estar completamente cómoda, y no hay nada mejor que la desnudez para eso.»
Carlos, sorprendido pero intrigado, sonrió con picardía. Sabía que su madre siempre había tenido una actitud libre y desinhibida, y sin decir una palabra, empezó a ayudarla a quitarse el resto de su ropa, con cuidado pero también con una clara curiosidad en sus movimientos.
Mientras Carlos deslizaba las prendas de su madre, dejando su piel al descubierto, Andrés no pudo contenerse más. Con la tensión acumulada y la provocación de Paula tan evidente, se desabrochó el pantalón y sacó su pene, esperando que Paula notara su acción.
Paula, al ver el movimiento de Andrés, dirigió su mirada hacia él y sus ojos se iluminaron con una mezcla de sorpresa y excitación.
Paula: «Vaya, parece que alguien ya no puede esperar más…»
Siguiendo el ejemplo de Andrés y sin decir una palabra, Carlos se acercó aún más a su madre. Con una mezcla de nerviosismo y deseo, sacó su propio pene, colocándolo a escasos centímetros de la cara de Paula. La proximidad hizo que Paula lo mirara directamente a los ojos, con una expresión que mezclaba sorpresa, curiosidad y un toque de complicidad.
Paula sonrió de manera traviesa, claramente disfrutando de la situación provocativa en la que se encontraba. Su mirada se movía entre Carlos y Andrés, saboreando la atención y la tensión que ambos hombres mostraban hacia ella.
Paula: «Parece que esta noche va a ser más interesante de lo que imaginé…»
Paula, viendo la erección de Carlos tan cerca de su rostro, dejó escapar una sonrisa provocadora y lentamente abrió la boca, insinuando lo que vendría. Carlos, sintiendo la mezcla de adrenalina y deseo, comenzó a acercar su pene a la boca de su madre, empujándolo con suavidad pero sin titubeos.
Con un movimiento lento y deliberado, Carlos empujó su pene más cerca, y Paula, con una expresión que combinaba sorpresa y deseo, comenzó a metérselo en la boca. Su lengua rozó la punta mientras lo aceptaba dentro, y un gemido apenas audible escapó de sus labios. La tensión en la habitación se elevó aún más, cada segundo más cargado que el anterior.
Andrés, observando la escena con una mezcla de asombro y deseo, no pudo evitar sentirse aún más excitado. La situación había escalado rápidamente, y la vista de Paula entregándose de esa manera aumentó la intensidad del momento.
Paula, completamente sumergida en el acto, comenzó a mover su cabeza lentamente, dejando que Carlos sintiera cada movimiento de su boca. La sensación de los labios y la lengua de su madre provocó que Carlos cerrara los ojos y dejara escapar un gemido de placer.
Carlos, con su respiración acelerada y su deseo en aumento, tomó la cabeza de Paula con ambas manos. Con un movimiento firme pero controlado, la guió para que tomara su pene más profundamente en su boca. Paula, sintiendo la intensidad del gesto, permitió que Carlos la dirigiera, abriendo más la boca para recibirlo por completo.
Con cada empuje, Carlos se aseguró de llegar lo más profundo posible, sintiendo la calidez y la humedad de la boca de Paula envolviendo su pene. Paula, con los ojos medio cerrados, se ajustó al ritmo que Carlos establecía, dejando que él tomara el control por completo.
Andrés, viendo cómo Carlos empujaba su pene cada vez más profundo en la boca de Paula, sintió su propio deseo intensificarse. La escena ante él era una mezcla de deseo prohibido y conexión familiar retorcida, que lo dejaba al borde de la excitación.
Cada empuje era más profundo que el anterior, y Carlos no soltaba la cabeza de su madre, queriendo sentir cada centímetro de su boca envolviéndolo. Paula, entregada al momento, comenzó a gemir ligeramente alrededor del pene de su hijo.
Mientras Paula continuaba complaciendo a Carlos, concentrada en los movimientos de su boca, sintió de repente algo inesperado. Andrés, que había estado observando con creciente deseo, decidió actuar. Se movió lentamente hacia atrás, colocándose detrás de Paula. Sin previo aviso, se inclinó y comenzó a besar su ano, humedeciéndolo con su saliva.
El contacto hizo que Paula se sobresaltara, un gemido ahogado escapó de su boca, aún llena del pene de Carlos. La sensación de la lengua de Andrés explorando su ano, húmeda y cálida, la tomó por sorpresa. Andrés aumentó la presión de sus besos, usando su saliva para mojar completamente el área, moviéndose con un ritmo lento y provocador.
Paula cerró los ojos, dejando que la combinación de sensaciones la abrumara. El contraste entre el pene de su hijo en su boca y la lengua de Andrés en su ano era electrizante, cada toque enviando ondas de placer a través de su cuerpo.
Carlos, viendo la reacción de Paula, se dejó llevar aún más por la intensidad del momento, empujando su pene más profundamente en su boca, disfrutando de los gemidos ahogados de su madre. Andrés, notando cómo Paula respondía a su lengua, continuó con su trabajo, moviéndose con habilidad y precisión, asegurándose de no dejar ninguna parte sin atender.
Andrés, mientras continuaba besando y lamiendo el ano de Paula, tenía una vista completa de su vulva, que estaba completamente depilada. La piel lisa y expuesta de Paula lo excitaba aún más, y no podía evitar observar cada detalle, desde el contorno suave hasta la humedad que comenzaba a formarse.
La visión de su vulva completamente al descubierto lo hacía perder el control, despertando un deseo aún más profundo en él. Paula gimió mientras Carlos continuaba moviéndose en su boca, el placer y la anticipación haciéndose más intensos con cada segundo que pasaba.
Sin poder resistirse más, Andrés movió su lengua desde el ano hasta la vulva de Paula, recorriendo su longitud con una lamida lenta y profunda. Sentía la suavidad de su piel contra su lengua y el calor que emanaba de ella. Paula dejó escapar un gemido más fuerte, el placer mezclándose con la sorpresa de este nuevo estímulo.
Andrés se posicionó de tal manera que su pene quedara justo en la vagina de Paula, alineando cuidadosamente su cuerpo para que el contacto fuera preciso. Con un gesto firme pero controlado, comenzó a penetrarla lentamente, guiando su pene hacia el fondo.
Paula, sintiendo la proximidad y el contacto, ajustó su postura, sacando aún más el culo.
A medida que los movimientos de Andrés se intensificaban, él la abrazaba con fuerza para evitar que Paula se moviera demasiado. Su agarre era firme por sobre los senos de ella, manteniéndola en su lugar mientras aumentaba el ritmo y la profundidad de sus movimientos.
Paula sentía la presión y el calor de Andrés contra su cuerpo, en la habitación se escuchaban los gemidos de ella y el golpeteo contra su gran culo, y su respiración se aceleraba con cada empuje. Carlos, observando la interacción entre Andrés y su madre, estaba completamente absorto en el momento, con su pene en la mano lo pasaba ocasionalmente por la boca de su madre.
Paula, atrapada entre el abrazo de Andrés y la verga de Carlos, estaba inmersa en una mezcla de placer y excitación, su cuerpo respondiendo a cada estímulo con una creciente intensidad. La conexión entre los tres era evidente, y la atmósfera en la habitación estaba cargada de una sensualidad palpable.
A medida que los movimientos de Andrés se volvían más intensos, un crescendo de placer llenaba el ambiente. Paula pudo sentir cómo Andrés se tensaba y su respiración se volvía más rápida. Con un último empuje, Andrés alcanzó se vino con fuerza, liberando una oleada de semen que llenó la vagina de Paula.
La sensación de ese calor en su cuerpo provocó una reacción inmediata en Paula, sus gemidos y movimientos reflejando tambipen su orgasmo. Andrés, aún sosteniéndola con firmeza, dejó escapar un suspiro de satisfacción, su cuerpo temblando ligeramente después del momento culminante.
Después de que el momento alcanzó su cúspide y el calor de Andrés envolvía a Paula, ella, aún respirando con dificultad, miró a Carlos con una mezcla de deseo.
«Faltas tú, cariño,» le dijo Paula a Carlos, con una sonrisa provocativa en sus labios. Su voz, cargada de una mezcla de satisfacción y anticipación, rompió el silencio que había seguido a la culminación del momento.
Carlos, consciente de la conexión y el deseo en el aire, respondió con una sonrisa picara, él, sintiendo la intensidad del momento, VOlvio a meter su pene en la boca de su madre, comenzó a aumentar los movimientos. Carlos ajustó el ritmo y la presión, llevándola al límite mientras ella se dejaba hacer, respondiendo a cada movimiento con gemidos suaves y una respiración acelerada.
Cuando Carlos sintió que estaba cerca, aumentó la presión, empujando con más intensidad su verga lo más adentro que podía, mientras su madre cerraba los ojos. Paula se vio obligada a tragar una gran cantidad de semen. El momento fue intenso, y Paula hizo su mejor esfuerzo para adaptarse a la situación.
Cuando el pene de Carlos salió de la boca de Paula, su rostro, aún húmedo, reflejaba el momento de felicidad y satisfacción que había vivido. Su expresión mostraba una mezcla de placer y alivio, y una sonrisa de satisfacción se dibujaba en sus labios.
Carlos, observando a su madre, sintió una profunda conexión y una sensación de plenitud. La intensidad del momento había creado un vínculo especial entre ellos, y la atmósfera en la habitación, aunque cargada, había llegado a un clímax emocional.
Andrés, viendo la escena, también se sintió satisfecho. La experiencia compartida había sido intensa y reveladora para todos, y la noche había dejado una impresión duradera en cada uno.
Con la tensión del momento finalmente disminuyendo, Paula se recostó, respirando con calma mientras recuperaba su compostura. Carlos y Andrés también se relajaron, conscientes de la profundidad de la experiencia que habían compartido.
El ambiente en la habitación se volvió más tranquilo, y la conexión que habían creado se sintió aún presente mientras se preparaban para el final de la noche. La satisfacción y el deseo compartido habían dejado una marca en sus recuerdos, concluyendo una noche inolvidable
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