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Incestos en Familia

Vacaciones Todo Incluido – Parte 8

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElianOcho.
Vacaciones Todo Incluido – Parte 8
por Andrés Elián

Niños Mayas

Nos seguimos disfrazando como niños prehispánicos Mayas y Flor empezó a dibujarnos unas rayas en la cara y cuerpo y a ponernos algunos adornos, pero Cloe que estaba sentada en la tumbona me llamo con un “ven hijo” y fui y me pare entre sus piernas y mientras ella me pintaba yo no dejaba de ver todo lo que enseñaba con esa bata moteada de tigresa mal cerrada al frente.

Con un pincel grueso y alguna pintura olorosa comenzó a dibujarme unas líneas en la cara y luego algunas figuras en mis brazos, después me giro y siguió con las líneas detrás de mis piernas hasta mis nalguitas, todo esto me producía una rica sensación y una vez terminando de atrás me giro y mientas sostenía mi trajecito hacia arriba ella siguió dibujándome líneas en mi pecho, en mi pancita y a los lados de mi penecito ya medio paradito, ella lo hacía con cuidado y se me acercaba mucho para que todo le quedara muy bien, pero quizás los vapores de la pintura la hicieron sentirse rara, transportada.

El Encuentro del Guerrero y La Mujer Jaguar

En la playa había una cabaña, dentro de ella una bella mujer asistía a un joven, ella ayudaba a un guerrero joven, fuerte y guapo a tener la apariencia requerida para el combate, las noticias del arribo de gente diferente y poderosa tenía a todos inquietos, el guerrero partiría a alguna batalla épica y quizás no se volverían a ver.
Y con esa cercanía de sus cuerpos dorados pronto ya desnudos y con el tacto y la vista la pasión se encendió fácilmente.
A el bastó dar un paso al frente para que ella quedara recostada a su disposición, abrazados, acariciándose, una pasión que más bien parecía un jaguar luchando con una anaconda mientras que ese mete y saque le ponía ritmo a la batalla ¡que sensación! el pene del guerrero cálidamente abrazado, como siendo succionado hacia dentro, mientas su cara se restregaba sobre los lindos pechos de ella, besándolos, lamiéndolos y ella con ambas manos empujaba las nalgas del guerrero lo mas hacia ella.
Y entre el mete y saque solo se escuchaban los gemidos felinos de ella hasta que ambos culminaron con un rugido final y esa explosión de sensaciones.

.
pero otro rugido en la selva los sacó del ensueño: la cuatrimoto llegaba por la vereda y Cloe se levantó como gato asustado y su cuerpo ya sin la bata lucia ahora manchas y rayas felinas: todo embarrado de la puntura fresca.

Entonces ella noto, medio turbada, que el guerrero era mucho más joven de lo que parecía.

Las Ruinas del Templo

De regreso hacia la casa nos detuvimos en las ruinas en donde Cloe tomaría unas fotos de los últimos diseños de algún modista en una ambientación Maya entre la selva y las ruinas de algún palacio de pasadas glorias, algunas fotos incluirían a algún modelo tomando de las manos a uno de los niños “mayas”.

Mientas Cloe les tomaba unas fotos yo me distraje siguiendo una iguana que caminaba apresurada detrás de las ruinas, se me hizo curioso que detrás de las ruinas el templo estaba intacto.

Visitando al Principito en el Templo

Subí por las escalinata de ese templo que se me hacía tan familiar, los dos guerreros que protegían la entrada a la explanada me dejaron pasar al enseñarles mi medalla con el pescadito, arriba en la explanada estaban varias chozas y yo ya sabía a cuál ir, llegando a la puerta llame a mi amigo el principito y por dentro oí un “¡pasa!” Entrando vi al lindo muchachito hijo del Príncipe de Akumal, ese que se parecía a Emi, pero no rubio sino en la versión maya.
El pricipito se alegró al verme y me pregunto cuando había llegado y le conté que mi papa me había traído por la mañana y que había estado jugando en la playa, etc.
y mientras le platicaba yo ya sabía perfectamente donde tomar agua y en donde estaban los recipientes con nueces y frutas.

Para enseñarme su ultimo regalo el principito saco una caja de madera cuadriculada con unas gemas muy brillantes dentro de los casillas y lo puso sobre su cama cubierta de pieles muy suaves como la piel del conejo, y yo me acosté boca abajo sobre ella, mientras el principito me explicaba “me lo regalo mi papa, es un juego, debes acomodar las gemas y cuando están tres de un solo color las retiras y de arriba salen más…“ interrumpiéndole le dije “si, ya he jugado esto antes” y el me vio con una expresión rara.

Mientras yo me entretenía con el juego él separo mis piernas y se sentó en la cama entre ellas, levanto un poco mi trajecito maya y vertió un aceite, ese que olía a coco y comenzó a masajear delicadamente mis nalguitas y con cuidado de dejar mi hoyito bien lubricado, entonces se fue a un taburete y se sentó y me llamo, con el juego en la mano fui y me senté sobre sus piernas, y el comenzó a restregar su pene entre mis nalgas y ya que lo tuvo bien parado me pare entre sus piernas y el apunto hacia mi hoyito y lentamente me hice hasta atrás hasta quedar bien ensartado comenzando mutuamente ese rico mete y saque mientas que simultáneamente me acariciaba mi pecho, pancita y mi pitito paradito.

Al sentir su ultimo fuerte abrazo y después de un minuto más de reposo el principito me soltó y saco su ahora ya suave y tierno pitito y con alguna tela me limpio entre las nalgas, entonces recordando a Cloe y los demás me baje mi trajecito y prometiéndole al principito que regresaba en cuanto pudiera, salí de la choza, cruce nuevamente la explanada baje las escaleras y siguiendo de regreso la veredita que rodeaba el templo hasta llegar al lado en que el templo era solo una ruina de piedras encimadas donde el marino ya tenía todo el equipo fotográfico sobre la cuatrimoto y todos nos regresamos caminando hacia la casa a comer y seguir jugando.

Continuara.

2524 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: amigo, hijo, joven, papa, playa
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