Valentina: Octava parte
Mi lengua pasó por la totalidad de sus labios mayores, por los menores, por la entrada de su vagina y finalmente por su hinchado y pequeño clítoris….
Viernes:
El cielo apenas clareaba cuando desperté. El día de ayer había sido casi irreal, habíamos jugado cartas, nos habíamos desnudado y luego nos habíamos dado sexo oral. Estaba realmente nerviosa cuando bajé la ropa interior de mi primo y su pene apareció frente a mí, un cilindro de carne unido a su pelvis. Jamás había visto uno en la vida real, al menos no uno adulto. La piel un poco más oscura, la cabeza rosada e hinchada, el escroto aún más pigmentado. Fue extraño y satisfactorio al mismo tiempo. Cuando lo sentí en mi boca y mi lengua saboreo aquel extraño líquido que empezaba a segregar, supe que aquello era lo que quería realmente; estaba tocando su intimidad, dándole placer y él lo disfrutaba enormemente. Pude terminar aquella sesión en la tarde, cuando finalmente lo hice eyacular en mi boca. La sensación de su miembro palpitando y el semen llenándome fue tan satisfactoria, hasta que el líquido desbordó mi capacidad y terminé escupiéndolo cuando sentí que me podría ahogar. El sabor que quedó en mi boca no estaba tan mal, era distinto a todo lo que hubiese probado antes, pero no era desagradable, sin embargo, la textura no me terminaba de convencer, tal vez mi primo quería que tragara todo eso, sabía que aquello le satisfacía a los hombres, pero en ese momento no me atreví, tal vez más adelante le diera el gusto.
Ayer también tuve mi primer orgasmo. Cuando mi primo empezó a lamer mi vagina sentí aquello que tanto había querido en los últimos días. La deliciosa tortura previa cuando probó toda mi pierna logró que no pudiera resistir más, necesitaba sentir que tocara esa parte tan intima de mí, quería su boca sobre mis labios, su lengua en mi interior, deseaba que tocara, lamiera, mordiera, succionara, que me volviera loca del placer y así lo hizo. Cuando jugueteó con mi clítoris sentí como si fuera a orinarme, pero ni siquiera con ese riesgo quería que parara, me orinaría sobre el si fuera necesario, pero aquella estimulación debía llegar a su final. Exploté en un mar de placer y todo mi cuerpo se contrajo, mi mente se perdió en el vacío y por ese breve instante me sentí realmente viva por primera vez. Aquel orgasmo tan deseado había llegado con la boca de Luis y me había fascinado.
Y ahora vendría la prueba final. Aquel día sería el día en que su pene y mi vagina hicieran aquello que se suponía estaban diseñados para hacer. Lo deseaba de verdad, pero tenía miedo. Aunque si por aquella sensación del día anterior debía enfrentar todos y cada uno de mis miedos, entonces lo haría. Aquel día quería sentir otro orgasmo y otro y otro, hasta que nuestros cuerpos no pudieran más y estuviera satisfecha y hubiera sabido que valió la pena, que los tabús, que aquella siempre presente sensación de que eso estaba mal, que todo eso valía la pena por esta recompensa.
Yo seguía a cargo de cómo se harían las cosas, había pensado en distintas cosas durante los días anteriores y aún más durante la noche anterior. Teníamos tiempo, pero debíamos ser cuidadoso durante el tiempo en que mi tía llegara a casa a comer, después de eso tendríamos todo para nosotros. Tal vez lo mejor sería esperar a la tarde para perder mi virginidad, pero no quería desaprovechar aquella mañana.
“¿Debería despertarle como el lo hizo conmigo?” No, eso sería trillado, repetitivo y… no me pidió que lo hiciera, además necesitaba que tuviera energía para el resto del día. El auto de mi tía ni siquiera había salido de la casa, aún era demasiado temprano. Intenté conciliar el sueño durante un tiempo más, pero no lo logré, sin embargo, aún no quería levantarme de la cama.
Los minutos se arrastraron lentamente uno tras otro, vi el cielo aclararse aún más, escuché a mi tía finalmente salir de casa e irse y luego el silencio. Me decidí y fui a ducharme, quería estar fresca, limpia y libre de cualquier posible mal olor antes de que sucediera cualquier cosa que fuera a suceder. En la ducha mis pensamientos sobre el movimiento que haríamos a continuación. El juego de cartas había sido divertido, pero no quería repetirlo, pero necesitaba algo para que el ambiente volviera a ser como ayer, aún no me sentía capaz de solamente proponerle qué hacer y cómo, aún sentía raro aquello. ¿Qué podría hacer para iniciar aquel día?
Minutos después estaba vestida y arreglada en mi habitación, me puse unos jeans ajustados desteñidos y una blusa de tirantes blanca y una camisa de franela abierta. Me puse un poco de aquel pintalabios comprado hacia una eternidad en el centro comercial, sequé mi pelo y me hice una coleta. Aún era demasiado temprano, entonces navegué por internet en la computadora de mi prima en busca de lago que me pudiera servir de inspiración. Sin darme cuenta pasó una hora y escuché a mi Luis entrar al baño, luego salir y bajar las escaleras para empezar el desayuno. Casi me rendía con aquella búsqueda cuando un post tonto de alguna página de parejas iluminó mi mente y me dio la inspiración necesaria. Abrí un documento de Word, escribí, modifiqué y memoricé las reglas antes de bajar.
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Una vez más mi prima estaba radiante, se acercó a la estufa junto a mí y le di los buenos días y un pico en los labios. Terminé de cocinar y en la mesa inició la conversación. Las perspectivas de aquel día me emocionaban y me ponían de nervios casi con la misma intensidad. Antes de que yo pudiera cuestionarla de nada, ella habló:
– Ya sé qué vamos a hacer hoy.
– ¿Qué tienes en mente?
– Bueno, considerando que son las 9 de la mañana, tenemos aproximadamente 5 horas para…divertirnos antes de que llegue mi tía, entonces sugiero que primero hagamos eso antes de pasar al… “gran evento”.
– Me parece una buena idea, ¿qué es lo primero que haremos?
– Otro juego, más rápido y más sencillo que el 21. ¿Tienes algún dado? Me llevaré un vaso de aquí.
Cuando terminamos de desayunar fui al cajón de juegos de mesa y tomé un dado de buen tamaño, blanco de puntos negros, clásico. Subí rápidamente al baño y lavé mis dientes, al parecer mi prima había hecho lo mismo, después de eso me dirigí al cuarto de mi hermana.
-Las reglas son simples. Dos tiradas por turno. La primera determina que acción realizará quien está tirando: 1 o 2 puntos tocar, 3 o 4 lamer o besar, 5 o 6 quitar, cuando no haya ropa, se reajustaran los puntajes si es necesario. La segunda tirada determina en que parte del cuerpo contrario lo hará: 1 o 2 puntos de pies a cintura, 3 o 4 de cintura a hombros, 5 o 6 cuello y cabeza. Es sencillo, no hay ganador ni perdedor, aparentemente.
Aquello sonaba bien, se me hacía increíble que esa niña hubiera averiguado al menos dos juegos sexuales para adecuar el ambiente a lo que iba a pasar. Hasta donde sabía quizás sus amigas le hubieran comentado, quizás lo hubiera buscado en internet o incluso hasta ella misma hubiera inventado aquellas cosas. Esos juegos no era algo que te imaginaras que saldría de la mente de una personita con aquel angelical aspecto. Cuando terminó de explicar las reglas, la erección bajo mis pantalones ya era evidente.
-Entonces tomaré eso como un sí -dijo mirando mi entrepierna- ¿Listo? Ayer empecé yo, ahora es tu turno de hacer los honores.
Tomé el vaso, metí el dado, agité y lancé. Cinco puntitos negros aparecieron en la cara superior del dado. Perfecto, me gustaba empezar suave e ir escalando en la sensualidad de aquellos momentos. Repetí el proceso y obtuve un 2. Me acerqué a Valentina y desamarré sus tenis blancos de calle y los quité. Luego me deshice de sus calcetines blancos, sintiendo el calor de sus pies. Blancos, delgados y de frágil apariencia, con tendones bien marcados y restos de talco en ellos. El tacto contra mis manos era extrañamente excitante.
-Pies y calcetines van juntos- Aclaré y entonces fue su turno.
Ella obtuvo en seguida un 3 y luego un 4. Se acercó a mí y su boca quedó a la altura de mi cuello, como un vampiro a punto de alimentarse de su presa. Una sensación caliente y húmeda empezó a deslizarse lentamente por mi piel, de arriba abajo, Valentina lamía mi cuello con la punta de su lengua, mandando una intensa electricidad por todo mi cuerpo, especialmente a mi miembro, cuya rigidez sentí que aumentaba aún más, causando incluso espasmos dolorosos y placenteros. Luego pasó por la tráquea y cambió de lado para repetir el proceso. El olor de su pelo subía a mi nariz, su cuerpo estaba sobre el mío, tentadoramente. A penas pude resistir cuando finalmente dio un suave beso y se separó.
-Eso fue…intenso- Le dije apenas recuperé mi aliento.
-Y apenas estoy empezando- respondió y me dio una sonrisa pícara.
Mi siguiente jugada fue un 6 y un 1, distinto, pero con el mismo resultado que mi primer tiro. En seguida me acerqué a mi prima y me puse detrás de ella. Se reclinó y pegó su espalda a mi pecho, puse mis manos sobre su cintura y empecé a desabrochar su pantalón, prolongué esta acción lo más que pude, mientras daba sutiles toques sobre el monte de venus y la vulva de Valentina.
-Oye, recuerda que no fue tocar-dijo con molestia fingida.
-Lo siento, es difícil desabrochar pantalones ajenos-seguí con mi labor y los retiré, revelando unas bragas rosadas, del mismo corte que el resto que usaba mi prima. Ahora sus blancas piernas estaban desnudas frente a mí, la visión combinada de aquellas extremidades libres con su indumentaria superior sólo consiguió aumentar mi deseo.
El cruel destino se inmiscuyó una vez más entre nosotros, después de varias jugadas yo había quedado en pantalones solamente y mi abdomen había sido recorrido por sus pequeñas manos, y yo sólo había conseguido besar el cuello de Valentina, imitando lo que ella había hecho conmigo, y luego besar su boca, intensamente, ella también devolvió el beso como era costumbre, cuando mis manos se posaron sobre sus piernas, ella retiró su boca y me indicó.
-Aún no tienes esa jugada, sólo puedes besar-interrumpiendo mi acción y frustrando mi deseo una vez más.
Volvía a ser mi turno y ahora un 1 y un 6 se revelaron frente a mí. Fue una combinación extraña, pero decidí probar algo completamente desconocido para mí, pero un buen preámbulo para lo que pasaría eventualmente. Me acercó a mi prima y pasé mi dedo índice por el contorno de sus rosados labios, luego lo coloqué entre ambos y ella entendió perfectamente mis intenciones. Sus labios envolvieron mi dedo y pude introducirlo en su boca poco a poco. Su calor interno, la humedad de sus suaves mucosas, la tensión de su lengua lamiendo y enredándose en mi dedo, sus dientes, el vacío que formaba de repente al succionarlo, aquello era lo que mi pene había experimentado el día anterior, pero ahora en una especie de alta definición, era increíble aquella sensación (no tan buena como una mamada en toda regla, pero casi). Poco a poco saqué mi dedo, lleno de saliva y formando una gota en la punta. Antes de que el líquido cayera de él lo llevé a mi boca y le retiré la saliva de mi prima. El morbo fue absoluto.
No sé que fuerza sobre humana me hizo resistir el creciente deseo por aquella chiquilla, pero a duras penas continuamos con el juego. Ella se deshizo de mi pantalón y yo de su blusa de tirantes, dejándola en ropa interior y con la blusa de franela roja sobre su cuerpo. Aquella prenda me maravillaba en su cuerpo.
En seguida Valentina obtuvo dos 4 seguidos, por lo que se acercó a mi pecho y empezó a besarlo y lamerlo. Aquella sensación fue completamente extraña. Me sentía ligeramente vulnerable ante aquella jugada, nunca me había contemplado en aquella situación. La sorpresa aumentó aún más cuando aquella chiquilla comenzó a lamer mi pezón y a mordisquearlo, la sensación caliente de su suave lengua combinada con la presión de sus dientes creaba una sensación fascinante. Fue extrañamente placentero, poco a poco fui disfrutándolo más, hasta que ella se separó.
-Eso fue divertido, ahora entiendo un poco porque a los hombres les gusta hacerlo.
-Ahora entiendo porque las mujeres no lo rechazan.
Mi siguiente jugada obtuvo un 1 y un 2 como resultado. Me posicioné como cuando desabotoné su pantalón y empecé a tocar sobre su ropa interior, poco a poco, desde su ombligo hasta su monte de venus. Mi mano izquierda la coloqué en la parte interna del muslo del mismo lado y mi mano derecha siguió bajando por sus bragas. Valentina empezó a acelerar su respiración y poco a poco iba separando las piernas. Mis dedos hacían presión y liberaban, luego acariciaban suavemente en círculos y descendían poco a poco, siguiendo el medio de su ropa interior. Llegué finalmente al centro, donde debajo estaba aquella maravillosa vagina, estimulé un rato aquel lugar, de abajo a arriba. El calor entre las piernas de mi prima era delicioso. Cuando su respiración se agitó aún más, empecé a concentrarme solo donde debería ubicarse el clítoris, recibiendo como respuesta pequeñas expresiones de placer. Era maravilloso hacer aquello.
-El juego…mmh…el juego me está aburriendo un poco-dijo casi susurrando contra mi oído, yo no dejaba de estimularla- ¿te parece bien si…ah…continuamos con otra cosa?
-Tus deseos son ordenes pequeña-entonces empecé a besar su musculo trapecio y parte del cuello que me quedaba cerca. Mi prima cerró las piernas y se inclinó hacia adelante para deshacerse rápidamente de sus bragas, recuperó su posición contra mi y seguí con aquello.
No tenía contacto visual directo, pero mis dedos me permitían disfrutar plenamente de aquella vulva. El contacto con la caliente y ya húmeda carne de mi prima era una sensación insuperable. Mis dedos resbalaban fácilmente por sus labios menores y por el vestíbulo, en ocasiones presionaban los labios mayores entre ellos, cerrando y abriendo el centro de mi prima. Mi mano izquierda apretaba y masajeaba aquel blanco muslo y mi boca seguía trabajando sobre aquel cuello.
Cuando mis dedos estuvieron suficientemente llenos de aquel tibio y espeso fluido, los coloqué sobre el botoncito hinchado en la parte superior de la vulva de mi prima y empecé a estimularlo. Mi prima volvió a cambiar sus pequeñas expresiones por gemidos débiles, su respiración se aceleró y se descoordinó y sus piernas se abrieron incluso más.
Mi mano sobre su muslo ahora se dirigió a reforzar el estímulo sobre su vulva, encargándose ella de los labios y el vestíbulo mientras la otra atacaba sin piedad su clítoris. Después de un par de minutos el abdomen de Valentina se tensó, sus piernas se cerraron fuertemente contra mis manos, su espalda se empujó contra mi y gimió un poco más. Había vuelto a alcanzar un orgasmo. Aquello me hacía feliz. Cuando liberó mis manos las llevé rápidamente a mi boca y degusté aquel líquido transparente. Era maravillosa la sensación de saber que aquello provenía del interior de mi prima y ahora estaba entrando por mi boca.
Cuando se recuperó, volteó hacia mi y me besó intensamente, nuestras lenguas danzaron por un rato y luego me dijo.
-Creo que aun estoy en condiciones de devolverte el favor.
En el suelo, ella me quitó mis pantalones y mi ropa interior al mismo tiempo, liberó mi erección y rápidamente se prendió a ella con sus manos, de rodillas frente a mí, entre mis piernas. Inició con las técnicas que había aprendido el día anterior, con su mano diestra estimulaba mi pene y con la izquierda se encargaba de mis testículos. Esperaba jamás terminar de acostumbrarme a aquel tacto delicado, era fascinante y morboso reconocer como extrañas esas manos sobre mi entrepierna.
Después de unos minutos, acercó su boca a mi glande y únicamente dio un lengüetazo para retirar la gota de líquido preseminal que se había formado. Aquello ocasionó una corriente de placer que recorrió todo mi cuerpo. La interrumpí para que fuéramos a la cama. Ella estuvo de acuerdo, pero me pidió que me sentara en la orilla. Eso hice y ella siguió de rodillas en el suelo frente a mí.
Siguió con el trabajo con ambas manos, aquello se estaba sintiendo realmente bien, su destreza mejoraba con cada ocasión, era menos brusca y más eficaz, su presión sobre el escroto también se nivelaba mejor, moviéndolo más y lastimándolo menos. Luego de un rato, ella acercó su boca y se metió uno de mis testículos a su boca, sin dejar de estimular mi pene. Esa sensación fue maravillosa, no esperaba que lo hiciera (al menos no tan pronto) por lo que me tomó por sorpresa. Esa nueva posición hizo que mirara hacia mi rostro. Aplicó la misma técnica que había usado sobre mi pene, pero ahora sobre el escroto, lamía, succionaba y jugueteaba, pasando de un testículo al otro y viendo a mis ojos. Aquello era demasiado placentero, tan solo un par de minutos después alcancé el clímax.
-Vale, estoy a punto de venirme.
El placer fue inmenso cuando, habiéndose detenido, pasó rápidamente su boca a mi glande, la cubrió y succionó, sin cortar el contacto visual, poniendo la cereza sobre el pastel de aquella mamada, recibiendo el torrente de semen en su dulce boca. Lo retuvo y luego de un momento, se forzó a tragarlo (al menos eso indicó el ruido de su garganta). Sonrió y dijo.
-Sigo sin acostumbrarme a la consistencia. Pero mira -abrió toda su boca y sacó la lengua, mostrando que no había restos de semen en ella. No podía creer eso, mi pequeña Valentina había tragado toda mi corrida sin pestañar. Era maravillosa. Se levantó y la senté sobre mi regazo. Sentir su peso contra mi siempre me reconfortaba inmensamente.
Empezamos una nueva sesión de besos, mientras nuestros cuerpos se recuperaban de aquella sesión. Sus piernas envolvían mi cintura y sentía el calor de su vagina sobre mi abdomen bajo, mientras mi pene empezaba a recuperar dureza poco a poco, hasta que alcanzó a posar el glande debajo de las nalgas de mi prima.
-Espera un poco, ya haremos eso un poco más tarde. Ahora descansemos un poco- nos dimos otro beso y nos separamos. Cada quien tomó su ropa y se fue a lavar y a volver a arreglar. Era alrededor de la 1 de la tarde, mi mamá estaba próxima a llegar, entonces teníamos que detenernos.
Fue un poco triste ver las prendas recorrer su cuerpo y ocultarlo de mi vista, pero fue casi mágico como pasaba de ser ese pequeño demonio sexual a la tierna niña angelical de piel clara y mejillas rosadas. Sonreí mientras la veía arreglarse el cabello frente al espejo. Hice lo propio y me vestí, le di un beso en la frente y salí de la habitación.
No pasaron ni diez minutos, pero mi miembro reaccionó de nuevo mientras rememoraba lo que acababa de pasar, rígido y deseoso de lo que pasaría en unas horas. Me encantaba aquella chiquilla y realmente quería hacerlo con ella, tanto por el deseo desenfrenado como por el cálido sentimiento que ardía en mi pecho. Ella era todo lo que quería y todo lo que necesitaba.
Mi madre llegó con algo de comida comprada fuera, como un huracán, se cambió, sirvió la comida y comimos. Mientras Valentina y yo seguíamos con el plato fuerte, ella ya estaba lavándose los dientes y empacando las cosas que necesitaría para ir a cuidar a mi abuela.
-Lo siento niños, ya voy algo tarde y debo ir con tu abuela, Luis. Van a tener que quedarse solos hoy y parte de mañana. Compré comida de más para que tengan qué cenar hoy y te dejo algo de dinero para que ordenes algo de comer mañana ¿o van a ir a algún lado?
Miré a Valentina a los ojos y ella sonrió y su cara se puso colorada, gesto que me enterneció.
-No creo, mamá. Estaremos aquí todo el día. Si algo cambia, te mando un mensaje.
-De acuerdo, cuídense mucho y cuida a tu prima.
Y salió de la casa como una exhalación. Mi corazón empezó a acelerarse.
Terminamos de lavar los trastes y recoger la mesa y luego fuimos a la sala. Valentina tenía una sonrisa en los labios y nervios en los ojos y las manos. Estábamos sentados en el sofá, mirándonos a los ojos y sin que ninguno supiera cómo romper el hielo.
-Entonces… ¿tienes algún nuevo juego? – pregunté después de un rato, intentando romper la tensión y los nervios.
-No…ninguno- dijo con una voz débil.
-Está bien- dije y la besé.
Nuestros labios se fusionaron en otro de esos besos que empezábamos a hacer nuestros: poco a poco dejábamos entrar la lengua del otro a explorar, encontrándose con la propia y empezando el baile erótico que provocaba la morbosa mezcla de nuestras salivas.
Mi mano derecha se fue de inmediato a su pequeño pecho izquierdo, mientras ella lanzaba una de sus manos a mi entrepierna para acariciar la silueta de mi rígido miembro, mientras la otra se sostenía a mi nuca. Aumentamos rápidamente la intensidad de aquel beso hasta terminar prácticamente lamiendo y chupando sólo la lengua del otro a turnos.
Me quité la playera mientras mi prima hacía lo mismo, quedando una vez más desnudos de la cintura para arriba. No pude resistir la preciosa visión de sus pequeños pezones rosados erectos y me lancé al ataque, estimulándolos de todas las maneras que podía: mientras uno era succionado y mordido, el otro era pellizcado con mediana fuerza por mi mano libre, arrancando pequeños gemidos de Valentina.
Después de algunos minutos, volví a su boca, en busca de su precioso sabor y de la textura de su lengua.
– ¿Quieres que vayamos a tu cuarto? ¿O prefieres donde siempre? – susurró a mi oído cuando bajé para besar su cuello.
Lo medité un momento: hacerlo en mi cuarto podría ahorrar la limpieza y no debíamos preocuparnos por los accidentes, pero hacerlo en el cuarto de Marisol…cogerme a Valentina en la cama de mi hermana sonaba como una idea genial y ridículamente pervertida, la decisión fue obvia.
-Eres un sucio- dijo mientras me llevaba de la mano a la habitación donde dormía.
La tumbé sobre la cama y desabroché rápidamente sus pantalones, desnudándola totalmente de golpe y dándome otra preciosa visión de aquella vulva que tanto amaba: blanca, de pigmento algo oscuro en los bordes de los labios mayores que ocultaban el rosado contenido. Pasé mi lengua por su totalidad y recogí cada pequeña gota que pude de aquella salada humedad que me ofrecía. Sus pequeños gemidos me indicaban que aquello iba por buen camino, pero no debía forzarla de más.
Mi lengua pasó por la totalidad de sus labios mayores, por los menores, por la entrada de su vagina y finalmente por su hinchado y pequeño clítoris. La ataqué un poco ahí mientras el ritmo de su respiración aumentaba y sus gemidos se volvían más intensos. Después de algunos minutos me detuve en seco.
– ¿Estás bien? – preguntó extrañada ante aquello.
-Tal vez no sea bueno que termines en este momento…sino vas a quedar aturdida y con el orgasmo te saciará, entonces debes reservarte para lo que sigue.
-Bueno, tal vez tengas razón- dijo, fingiendo enojo- pero al menos déjame torturarte un poco también.
Me recosté a lo largo de la cama (como me indicó) y ella se encargó de desnudarme, liberando mi erección que se inclinó hacia mi abdomen. Valentina colocó sus piernas a ambos lados de mi pecho y recostó su cálido cuerpo a lo largo de mi abdomen. Aquello me dio una vista esplendida de su bien formado trasero, de su arrugado, pigmentado y tentador ano y de su enrojecida vagina húmeda, abierta y deliciosa frente a mí, sin poder llegar a ella con mi boca debido al pequeño tamaño de mi prima.
Sentí sus frías manos rodeando la base de mi pene y acto seguido, su boca envolviendo mi glande. Fue deliciosa la sensación de calor que su boca ofreció a mi desnudo miembro, que fue incrementando a medida que se introducía más de el en su boca. Poco a poco inició a subir y bajar por él, jugueteando en ocasiones con su lengua sobre mi uretra y con sus manos por mi escroto, mientras mi respiración aumentaba y me arrancaba suspiros, acompañados por curiosos sonidos provenientes de su garganta cuando metía más de lo que podía contener.
Aquella maravillosa mamada acompañada del esplendido paisaje que su trasero abierto me ofrecía, me hizo llegar casi al clímax rápidamente, cosa que mi prima sintió en la primera pulsación que mi pene hizo y se detuvo completamente, dejándome al borde del orgasmo y la eyaculación, devolviéndome la mala jugada que acababa de hacerle.
-Eres…increíble, Valentina- dije, mientras ella se deba la vuelta y se acomodaba en la misma posición a la inversa, recargando su húmeda y caliente vagina en mi abdomen, mirándome a los ojos, erguida, preciosa y sonriente.
-Tal vez así no vuelvas de dejarme sin terminar cuando empiezas tu trabajo- dijo pícaramente, y descendió hasta mi boca, uniéndonos en otro de esos cálidos y lascivos besos nuestros. La rodeé con mis brazos y la pegué más a mi cuerpo.
– ¿Estás listo? – preguntó unos minutos después, separándose de mi boca.
-Nací listo- le dije mientras ambos nos levantábamos sobre la cama.
-Muy bien, entonces, quiero que esto sea así.
Se recostó de espaldas a la cama y flexionó sus rodillas mientras abría sus muslos.
-¿Tú estás lista?- pregunté
-Nací lista.
Tomé el condón que dejamos listo en la mesa de mi hermana, lo abrí y lo coloqué correctamente. Con la punta de mi pene envuelto en latex recorrí la longitud de su vulva varias veces, llenándola de fluidos para lubricar y facilitar el avancé.
Recargué mi glande en la entrada que tanto me había tentado los últimos días y empecé a empujar. Los primeros centímetros fueron fáciles, Valentina se mantuvo en un silencio sepulcral hasta que noté la primera resistencia. Empecé a empujar con mayor fuerza, intentando superar aquello.
-Ay, duele un poco- se quejó mi prima- no pares- dijo antes de poder decirle nada.
Siguiendo su orden, continué, apliqué un poco más de fuerza y superé aquello. Mi glande se introdujo completamente en el calor húmedo y quemante del interior de mi prima, probablemente acababa de romper su himen.
-Ah, duele, ah- se quejó un poco más.
Decidí dejar ahí mi pene un poco más, intentando que su vagina se adaptara al extraño cuerpo que la mancillaba. Luego de un minuto o dos, emprendí de nuevo el avance.
Era una cavidad estrecha, apretada y de un calor increíble y reconfortante. Sentía algunos detalles dentro, propios de la anatomía vaginal de mi prima, estimulantes y secretos. Introduje casi dos tercios de mi pene cuando paré otro poco para darle tiempo a adaptarse, después seguí y sentí en mi pubis el propio pubis de Valentina y en la punta de mi pene el fondo de su pequeña vagina. Lo habíamos hecho, mi pene estaba dentro suyo por primera vez.
– ¿Estás bien? – pregunté, antes de sacarlo.
-Sí, creo que sí. Dolió un poco más de lo esperado. Aún no lo saques. Mejor dame un beso- dijo un poco más calmada, e hice lo que ordenó.
Poco a poco fui retirando mi pene de su interior y la sensación de roce de su mucosa contra mi falo fue increíble. Antes que mi glande abandonara su cuerpo completamente, volví a introducirlo, ahora más fácilmente, acompañado de un gemido de mi prima.
-Cada vez duele menos- dijo cuando lo saqué otra vez.
Aquello era francamente increíble. Fui entrando y saliendo cada vez más rítmicamente, a más velocidad, hasta que estuvimos definitivamente teniendo sexo como se debía.
Mi respiración aumentaba y sus gemidos se volvían completamente evidentes a medida que el placer incrementaba. Me estaba volviendo loco el choque de su pubis contra el mío, de su trasero contra mis testículos, de su fondo contra mi glande, la sensación de calor que rodeaba mi pene, el sonido de humedad cada vez que entraba o salía, lo olores que brotaban de ella y de mí, el sabor de su lengua cada vez que me agachaba a besarla…todo era perfecto. Estaba teniendo sexo con Valentina y lo amaba, y amaba aquel momento, y la amaba a ella.
-Luis, Luis, ¡Luis! – empezó a gritar a medida que llegaba a aquel umbral de placer y se entregaba al inminente orgasmo, derivado por primera vez de mi sexo contra el suyo. Su espalda se arqueó, sus muslos se cerraron contra mis costados y su vagina se contrajo deliciosamente alrededor de mi pene.
No le di descanso. En cambio, aumenté la velocidad de mis embestidas contra aquella increíble vagina, arrancando otros gritos y gemidos de mi dulce Valentina, mientras yo mismo me acercaba a mi propio orgasmo.
-Ah, Valentina- gemí mientras cinco o seis pulsaciones violentas expulsaban el semen de mi cuerpo en su interior y quedaba atrapado por aquella película de látex. Fue el orgasmo más maravilloso e intenso de toda mi vida. También perdí la fuerza, saqué mi pene inundado de semen de su interior y me recosté sobre su pecho, abrazándola, disfrutándola, amándola. Ella rodeó mi cabeza con su brazo y besó mi pelo.
-Gracias Luis…fue maravilloso.
En aquella posición, dormitamos un rato. Satisfechos, en paz, disfrutando del momento, disfrutando de lo que acababa de pasar y disfrutando uno del otro.
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Felices fiestas y feliz 2022 a todos quienes han seguido este relato desde el año pasado.
Lamento inmensamente la tardanza, fue un semestre horriblemente duro en la universidad y no tuve tiempo para dedicarle a este relato, al menos no como lo merecía.
Traté de responder y explicar a todos los que me mandaron correos, y agradezco de forma infinita a todos aquellos que se tomaron el tiempo de leer y mandar sus comentarios de forma personal.
Finalmente llegamos al momento que muchos esperábamos desde el primer relato y como verán… no ha terminado. ¿Veremos cómo cambia la dinámica cuando Marisol llegué a sus vidas? ¿O saltaremos directamente al final del verano y de la historia de nuestros protagonistas? Ya veremos, aún debo pensar en qué pasará con esta historia.
Todos sus comentarios y correos son muy apreciados.
Como siempre, les agradezco la fidelidad a este relato y pido disculpas una vez más para todos aquellos que lo esperaron tanto tiempo.
Luis
[email protected]
Maravillosa primera vez👍