Valentina: Sexta parte
Sentí la dureza de uno de sus pezones, lo pellizqué un poco y ella soltó un discreto “ahh” de placer contra mis labios….
Miércoles:
A pesar de que la regla atacaba a mi prima esos días, ella dijo que el plan de ir al parque seguía en pie. Se sentía segura y realmente quería ir.
La tarde anterior le mandé un mensaje a mi mamá explicando el plan para hoy: saldríamos algo temprano, antes de mediodía, haríamos el recorrido en el autobús que llegaba a aquella zona de la ciudad, pasearíamos por el parque, alimentaríamos a los patos que solía haber en el riachuelo que lo atravesaba (omití que luego veríamos la puesta de sol, aquello me parecía demasiado cursi para expresarlo en palabras), tomaríamos el bus de regreso al atardecer y llegaríamos a casa poco después de ocultarse el sol.
Afortunadamente, la ruta de autobús que iba al parque era de carácter casi turístico, un poco más cara, pero con descuento para estudiantes, entonces no tendríamos que enfrentarnos a la gente regresando a casa luego del trabajo.
No llevaríamos prácticamente nada de carga extra, para viajar más ligeros. Alrededor y dentro del parque había algunos puestos de comida callejera, picaríamos algo rápido y esa sería nuestra comida, más tarde cenaríamos con mi mamá en casa.
Esa noche dormí bien. Los pensamientos de toda la semana pasada y los días recientes no atacaron mi mente, pensé un poco en el beso: los dulces y blandos labios de mi prima apretándose un instante contra los míos, el aire que salió débilmente de su nariz y que me hizo cosquillas, el espectro dulzón que quedó sobre mis labios y su sonrisa después de aquello. Si ahora ella tenía sentimientos hacia mí, deseaba que no fueran producto de la ayuda que le había proporcionado, no quería que ella se sintiera obligada a ofrecerse a sí misma como recompensa sólo por aquello, quería que esos sentimientos fueran algo auténtico y no una recompensa por haberle ayudado.
La mañana transcurrió tranquila. Ella estaba emocionada y más parlanchina que de costumbre, no mostró vergüenza o arrepentimiento por lo que había pasado, aunque tampoco tocamos el tema. Aquello estuvo bien para mí, ya hablaríamos de ello cuando lo consideráramos necesario.
Salimos de la casa hacia la parada de autobús, una distinta a la utilizada para ir al centro, ubicada en dirección al sur, a 10 minutos de mi casa. Valentina llevaba el pelo amarrado en una coleta, unos tenis cómodos para caminar, un short de mezclilla y una blusa holgada, fajada y ajustada bajo el short por un cinturón negro, las mangas de aquella blusa eran cortas, pero le llegaban hasta los codos, un brillo transparente adornaba sus labios rosas. Estaba preciosa.
– ¿Estás lista?
-Sí.
Y partimos.
El trayecto era largo, sin tráfico alrededor tomaría alrededor de 25 minutos llegar a nuestro destino, con algo de tráfico hasta 45 minutos. Pero al parecer aquel día sería algo medio entre ambas situaciones, por lo que llegaríamos al parque alrededor de las 12. Aquel día el sol brillaba intensamente pero el cielo estaba poblado de nubes blancas y algodonosas. No era un día tan bonito como cuando fuimos al centro comercial, pero aún era temprano, no hacia un calor excesivo y el clima era perfecto para una caminata por el parque.
– ¡Diablos! -dijo de golpe Valentina después de que había terminado de contar una historia sobre su escuela.
– ¿Qué pasa? -me alteré un poco, ¿sería algo relacionado a su regla?
-Olvidamos comprar pan para los patos ¿hay tiendas cerca del parque?
-Ja, no te preocupes, en el parque venden comida especial para ellos -. Me alivió que su preocupación fuera solo por pensar en los patos y no por algo más “grave”.
– ¿Estás completamente seguro?
– Sí, vine hace un tiempo.
– ¿Ah sí? -guardó silencio un momento y volteo hacia la ventana del autobús – ¿y… por qué viniste? – preguntó sin desviar su mirada.
– Tranquila, fue por una excursión de la escuela, cerca de la inauguración del parque, nada que te deba poner celosa- noté que las mejillas de mi prima se tornaron rojizas.
-No estoy celosa- dijo, fingiendo estar ofendida, y se cruzó de brazos. Ese tipo de gestos que hacía, a veces intencionalmente y a veces sin darse cuenta, me fascinaban, eran un rasgo característico de Valentina. Decidí entonces estirar un poco más aquella cuerda.
-Pero no estás completamente equivocada -dije después de un rato, haciendo caso omiso a su última declaración- definitivamente aquí es donde traería a una chica especial en alguna ocasión especial.
– ¿Y tienes esa chica especial? -preguntó sin despegar la mirada de la ventana.
– No, al menos no en este momento de mi vida.
– ¿Entonces yo soy esa chica especial? -Volteó a mirarme con una mirada maliciosa- seguramente soy esa chica especial y me traes al parque con perversas intensiones reservadas para tu “chica especial”- no me esperaba aquello.
– ¿De qué hablas? No soy un pervertido.
– ¿Quieres que te recuerde que ha pasado toda esta última semana? -dijo y alzó sus cejas sin deshacer esa perversa sonrisilla.
– Bueno, tienes un punto, pero todo eso ha sido tu culpa, tú has causado todas esas situaciones.
– Pero ¿qué dices? Veamos. Uno, ver el trasero de tu prima morbosamente durante un accidente con una toalla -levantó un dedo- Dos, ver los senos de tu prima mientras ella dormía, indefensa ante el malvado; tres, entrar en la ducha con tu pequeña prima desnuda e insertar un objeto extraño en su…cuerpo- estuve casi seguro que no iba a usar la palabra “cuerpo”, pero aún no tenía el valor para decir donde había puesto el tampón con exactitud- Cuatro, besar a tu inocente prima aprovechándote de sus cambios hormonales; y cinco, frotarte descaradamente contra el trasero de tu asustada prima en un autobús público hasta saciar tus viles deseos. Creo que las situaciones fueron 50-50.
Aquello me sorprendió un poco, esa niña había tenido todo en cuenta, se había dado cuenta de cosas que creí que habría ignorado en su totalidad. Era una chiquilla astuta. Después de un momento de silencio dije:
-Supongo que 50-50 está bien. Vaya semana ¿no?
-Vaya semana- repitió.
Siguió el viaje. Me había tomado por sorpresa todo aquello, pero Valentina lo dijo con naturalidad, más como una anécdota divertida que como algo vergonzoso, eso me dio un poco de alegría y reavivó mis esperanzas. Luego de 10 minutos mi prima se giró hacia mí y tímidamente dijo, mirando al suelo.
-Todo esto que ha pasado, seguramente no les pasa a otras familias. ¿Es… normal?
Miré hacia el techo y reflexioné.
-No es normal, pero tampoco es anormal. Nada ni nadie realmente es normal, ni tú, ni yo, ni mi mamá, ni el hombre que va conduciendo este autobús somos normales. Lo “normal” depende del punto de vista de quien esté juzgando.
– Y, lo que ha pasado en este tiempo, incluso lo que pasó ayer ¿está mal?
– Podría darte la misma respuesta y seguiría siendo cierto, depende de quien juzgue, pero en este caso no hemos afectado ni hecho daño a nadie. En esta situación es importante preguntar a los involucrados cuál es su sentir. Lo que ha pasado, ¿cómo te ha hecho sentir? ¿te ha lastimado físicamente? ¿te ha hecho sentir mal emocionalmente? ¿ha lastimado tu corazón?
– No -aceptó mi prima luego de un rato- No me ha hecho sentir mal. Algunas cosas incluso han sido… divertidas, como cuando mi toalla se atoró. Pero eso es algo que no entiendo, si todo esto no me ha hecho sentir mal ¿sigue siendo malo? ¿sigue estando mal ante los ojos de los demás?
– Si se llegaran a enterar, seguramente nos juzgarían, nos señalarían y opinarían sin siquiera saber lo que ha pasado. Por mi parte, prefiero no arriesgarme y no ir contándolo por ahí.
-Sí, yo tampoco lo contaré, será nuestro secreto. -Guardó silencio un momento más y luego, bajando aún más la mirada y con una voz que apenas era un susurro, preguntó: – ¿Y a ti…qué te ha parecido?
– ¿Todo esto? Pues bueno, a mí tampoco me ha hecho sentir mal, concuerdo contigo en que ha sido incluso divertido, pero…-me interrumpió y, con la misma voz silenciosa aclaró.
-No la situación. ¿qué te… he parecido yo?
– Oh, vaya- Por supuesto que tenía una respuesta clara para aquello “me fascinas, me gusta cada centímetro de ti, cada detalle, tu rostro, tu piel, tu olor, el fino vello de tus muslos, tus labios rozados, tu forma de dormir, de hablar, tus gestos… toda tu me vuelve loco” pero debía ser cuidadoso con la respuesta. Luego de un silencio, tomé valor y dije: – eres una niña, pero pronto vas a ser una mujer, eres preciosa, honestamente, y seguramente te convertirás en una mujer bellísima. No puedo negar que he disfrutado, tal vez mucho más que tú, algunas de las cosas que han pasado estos días, pero ten por seguro que antes que todo, te respeto como persona y que quiero protegerte de las cosas que te hagan sentir mal, que te causen malos sentimientos y que te provoquen dolor.
– Gracias- dijo volviéndome a ver a los ojos, tenía una sonrisa radiante. Valentina se acercó a mí, abrazó mi brazo recargó su cabeza en mi hombro. Le di un beso en el pelo.
Salimos del autobús una vez que alcanzó nuestro destino. Frente a nosotros estaba aquel parque. Se trataba de un área natural al borde de la ciudad, en los años pasados fue restaurada y se empezó a proteger. Tenía un terreno irregular debido a que un monte se levantaba en medio de aquella reserva. Había zonas densamente arboladas y otras restauradas con amplios céspedes y arboles más pequeños de plantación reciente. Todo el parque era atravesado transversal y verticalmente por un amplio camino de piedra, que formaba un puente al encontrarse perpendicularmente con el rio que lo atravesaba. Otros pequeños senderos se desprendían como viborillas de aquel camino principal e iban en todas direcciones, para explorar el parque. El rio estaba rodeado por una pequeña barda de piedra para que la gente no se metiera, pero había bancas cada tanto para sentarse a la orilla bajo los árboles y apreciar el discurrir del agua. Distintas escaleras subían y bajaban de aquel monte, no era muy alto ni tenía una pendiente pronunciada, cada tanto había incluso mesetas donde se habían colocado áreas de descanso, baños y hasta juegos infantiles, y en la cima estaba un mirador techado por arboles altos pero que permitía ver la ciudad, por lo que había un área de césped, columpios y varias bancas.
Entramos y de inmediato fuimos a comprar la comida especial para patos, la vendían en bolsitas de tela que se devolvían al final del día para ser reutilizadas. Valentina estaba muy emocionada por alimentar a los patos, ella decía que nunca lo había hecho y que aquellas aves realmente le gustaban. No teníamos prisa, por lo que, una vez conseguido el alimento, recorrimos un poco de aquí para allá, antes de ir al rio. Recorrimos distintas áreas de juegos infantiles (mi prima dijo que era muy mayor para subirse en alguno de ellos) y luego pasamos hacia un lugar de renta de bicicletas, le ofrecí rentar un par, pero ella dijo que nunca había aprendido a andar en bicicleta, a falta de cascos y protección decidí no forzarlo. Exploramos y deambulamos por el parque y para las 3 de la tarde llegamos al rio. El agua era clara y no estaba demasiado crecido, subimos el puente que lo atravesaba para ver mejor y distinguimos una bandada de patos cerca de ahí, nos acercamos y empezamos a darles de comer.
Mi prima estaba fascinada, con cada puñado de comida que aventaba se carcajeaba por ver a los patos nadar de prisa para devorarla. Algunos incluso salían del agua y se acercaban a nosotros. Le dije que no intentara darles de comer directamente de su mano, pero que arrojara algunos a al suelo. Rápidamente se acabó su bolsita correspondiente y le di la mía para sumentar su emoción y la de aquella bandada de aves que ya nos rodeaba. Una vez que los patos hubieron acabado con el festín, nos sentamos a descansar en una de las bancas cercanas, bajo los árboles.
Habíamos hablado de todo durante ese tiempo, supe que su dulce favorito variaba según los días (a veces lo picante y a veces el chocolate), me dijo que su mayor terror eran los payasos pintados completamente, que su mejor amiga se llamaba Fernanda y que su clase favorita en la escuela era inglés, entre muchas otras cosas. Pero ahora, ahí sentados, sólo disfrutábamos de la sombra, del clima, del viento y del silencio ocasionalmente interrumpido por el graznar de los patos y los lejanos gritos de los niños divirtiéndose en verano. Sentía que hubiese pasado una eternidad desde que aquella chiquilla pálida hubiera vuelto a la ciudad, como si esas dos semanas hubieran sido meses, sentía como si la persona que hubiera deseado que aquella niña no llegara jamás a mi casa fuera alguien ajeno y no yo mismo. Me parecía increíble que mis planes de verano hubieran sido cualquier otro y no sólo estar con Valentina cada momento que pudiera. Me sentía bien en ese momento. Me sentía pleno.
– ¿Tienes hambre? – pregunté luego de un rato.
-Un poco, sí.
Entonces fuimos al centro del parque una vez más, compramos un par de hotdogs y unas sodas, los comimos en la zona destinada a la comida y luego compramos un par de helados que comimos cerca del rio. Le pregunté si querría volver a alimentar a los patos, pero dijo que ya había sido suficiente. Dijo que ahora quería tomar fotos bonitas para subirlas a su perfil de Instagram. Le ofrecí tomarle algunas, pero ella dijo que no quería fotos de ella, sino del parque y del día. Entonces recorrimos casi todo el parque en búsqueda de los mejores paisajes. Para las 6 de la tarde decidimos emprender la subida al mirador, tomándonos nuestro tiempo porque ya no teníamos tanta energía, aún faltaban algunos minutos para la puesta del sol. Cuando llegamos al mirador vimos que no había nadie, entonces ocupamos la banca más cercana a la vista de la ciudad, sin ningún obstáculo frente a nosotros. En el horizonte no había ni una nube, sólo el cielo en proceso de cambio de color y la gran esfera todavía amarilla y brillante que comenzaba a descender.
Una vez más, un silencio se levantó entre nosotros, pero era un silencio distinto, un silencio delgado y muy tenso, que erizaba los vellos de mi nuca y aceleraba mi corazón. Con el alma en el cuello miré a Valentina, sonrojada por el esfuerzo previo y por el calor, con una fina película de sudor sobre sus facciones, con algunos pelos fuera de lugar sueltos de su coleta, con sus lentes finos de marco negro. Cuando ella volteó a mirarme sonrió ligeramente y, antes de que pudiera decir nada, la besé. Sentí sus suaves labios contra los míos, al principio tímidos y temblorosos, después con más confianza. Pude notar lo fácil que resbalaban por el brillo labial y el sudor y su misma saliva. Su aliento con sabor a helado, su brillo con sabor a alguna fruta que no alcancé identificar. Era un beso tierno e intenso, pero a medida que iba progresando, la intensidad se imponía sobre la ternura, como si los sentimientos y el deseo desarrollado en los días anteriores finalmente tuvieran una vía de escape. Ella puso su mano en mi cara y yo puse una mano en su muslo desnudo y toqué la suavidad de su piel, la acaricié despacio, apreciando con mi tacto cada parte de ella.
Tímidamente abrió los labios, poco a poco, y dejó pasar la punta de su lengua y yo la recibí gustoso, luego yo hice lo mismo y su boca recibió a la mía, aquel beso tierno y casi infantil se había convertido en un beso de adultos y lo agradecí infinitamente. El flujo de su saliva combinada con la mía era un lujo, el sabor de su boca, el aire de su nariz, la textura de su lenga, todo era absolutamente fantástico. Sentí su mano libre sobre mi pecho, entonces mi mano en su muslo avanzó unos centímetros más, tocó la tela de su short e introduje dos dedos debajo de él. Sentí que la acción de nuestras bocas paró unos instantes, pero luego continuó. No quería que eso acabara jamás, no me importaba que alguien pudiera llegar a vernos, no me importaba quien era aquella persona frente a mí ni me importaba quien era yo, lo único que importaba era ese momento.
Después de un tiempo que me pareció larguísimo, mi prima se alejó de mi boca, suavemente. Un delgado hilo plateado que desprendía un brillo por el sol frente a nosotros siguió sus labios por un breve instante. Me miró con una sonrisa radiante.
-Ya es la puesta de sol- dijo y miramos al frente.
En efecto, el cielo se había tornado naranja y el sol coronaba los edificios más altos de la ciudad. Tomé su mano y la estreché.
-Me gustas Valentina, me gustas mucho.
-Creo que me gustas más- y recargó su cabeza en mi hombro una vez más.
-Lo dudo.
-Si no me gustaras tanto, no habría dejado que me vieras desnuda tantas veces sin haberte visto sin camisa siquiera.
– ¿Entonces todas esas veces fueron intencionales?
– La de la toalla y la del baño no -dijo, moviendo su mano que yo estrechaba y colocándola sobre mi muslo, a unos pocos milímetros de donde terminaba la enorme erección que me había provocado el beso- pero cuando me despertaste, yo me quité el pijama y bajé la sabana, necesitaba darte un incentivo para que avanzaras, pero no lo tomaste.
– ¿Y qué planeabas que hiciera al encontrarte así? -el morbo me invadía.
– Cualquier cosa hubiera sido buena, menos fingir que no lo habías visto y luego decir que no habían sido nada, por ejemplo -tomó mi mano con la suya y la llevó a su pecho derecho- podría haberme tocado así.
Sentí la suavidad de su seno contra mi mano, cabía perfectamente, lo apreté un poco y luego volví a besarla. Nuestras lenguas volvieron a bailar entre ellas, visitando una y otra boca, mi mano frotaba, apretaba y sobaba sus pechos en desarrollo, mi otra mano volvió a masajear su muslo. Tímidamente, Valentina llevó su mano a mi muslo y después tocó por primera vez mi tenso miembro.
-Vaya- dijo separándose un poco y después volviendo a besarme.
Aquello era el cielo. Pasó otro rato y, mientras mi prima seguía explorando la silueta de mi pene contra mi pantalón, metí mi mano por debajo de su blusa, luego por debajo de su corpiño y sentí la dureza de uno de sus pezones, lo pellizqué un poco y ella soltó un discreto “ahh” de placer contra mis labios. Mi pene empezó a palpitar peligrosamente bajo su mano y entonces ella se separó y dijo.
-Espera, espera, detengámonos. Ya casi oscurece, detengámonos por ahora y reservémoslo para la casa- y me dio un último pico.
Mientras caminábamos de regreso a la parada del autobús, tomados de la mano, sentía como si flotara, todo aquello era felicidad, la piel de mi prima, su aliento, la suavidad de su boca, su olor a sandía, su cabello… todo era un deleite para mí. Subimos al autobús y en el camino a veces, discretamente, una de sus manos tocaba mi pecho o mi abdomen, a veces una de las mías iba hacia alguno de sus pechos, a veces su mano se posaba unos instantes sobre mi entrepierna, a veces yo tocaba sus muslos, de repente yo besaba sus labios, de repente ella lamia los míos y se reía nerviosamente. No nos dimos cuenta cuando llegamos a la parada. Bajamos en seguida y caminamos a casa bajo la oscuridad del cielo. Cuando llegamos afuera de mi casa, el corazón se me cayó hasta los pies al encontrarme de frente contra la realidad. El auto de mamá estaba estacionado ahí. Mis nervios se aceleraron, la satisfactoria erección redujo en un instante y volví a la vida que me parecía ya tan ajena.
-Mi madre…-dije.
– ¿No recordabas que vivías con mi tía?
– No lo había tenido en cuenta. Actuemos como hacemos normalmente -ni siquiera recordaba como actuábamos normalmente.
– ¿Por qué no entramos y le platicamos todo lo que ha pasado hoy? -preguntó sonriendo maliciosamente.
-Qué graciosa. Bien, espera, déjame relajarme, tú también actúa normalmente.
– Tranquilo, piensa en que esto es como si llevaras a una chica a conocer a tu familia, aunque se trata de una chica de 12 años que resulta ser tu familia.
-Vaya, eso no me ayuda.
-Terminemos con esto, entremos, cenemos como hacemos normalmente y vayámonos a nuestros cuartos y mañana tendremos todo el día para…bueno, para ver qué hacemos.
Después de unos minutos más pasamos. Valentina disimuló extremadamente bien frente a mi mamá, parecía que no hubiera pasado nada; yo en cambio, estaba muy nervioso.
– ¿Estás bien Luis? Te noto un poco raro.
-Estoy bien mamá, sólo estoy algo cansado y me siento un poco débil. Tal vez es falta de agua, hoy caminamos mucho.
-Ya veo…Tal vez sea eso.
Terminamos de cenar, me había parecido una cena eterna, no pude dejar de pensar en todo lo que había pasado aquel día, debatiéndome entre la satisfacción al mirar a mi prima y la culpa al mirar a mi madre. Ahora las mismas dudas que mi prima había expresado en el autobús me carcomían, sé que le había dado una respuesta, pero ahora ni siquiera me convencían a mí mismo aquellas elocuentes palabras.
Finalmente, cada quien se despidió para ir a su cuarto, mi mamá subió las escaleras primero, cuando se metió al baño, mi prima volteó hacia mí, nos dimos un intenso beso y luego dijo:
-Buenas noches primo, mañana despiértame con uno de estos- y volvió a besarme intensamente, se volvió y se metió a su cuarto, dejándome con una tonta sonrisa en la boca y con la cabeza libre de dudas durante unos instantes.
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Muy estimados lectores, dejo la sexta parte de este relato, estamos a punto de llegar al gran momento que todos hemos esperado, sólo unos pocos detalles más y el universo se arreglará para que nuestros protagonistas puedan alcanzar aquello que llevan deseando desde hace tantos días.
Agradezco la sugerencia de Diego en los comentarios pasados y les dejo un correo electrónico donde pueden mandar sugerencias, dudas, comentarios o cualquier cosa que ustedes deseen relacionada a esta serie. De igual forma estoy al pendiente de sus comentarios en el relato y agradezco infinitamente el apoyo recibido en las partes previas.
Esta semana estaré un poco más ocupado, por lo que la séptima parte podría demorarse un poco, pero no demasiado.
Luis.
Una vez mas me ha fascinado, comprendemos totalmente estaremos atentos.
eres un crack. que historia mas hermosa, que bien llevada, sin prisas.
solo espero que despues dell gran momento, sigan mas capitulos; mejor aun, mas temporadas con muchos capitulos. ser testigos de como crece esa relacion, sus sentimientos. el morbo…. por favor que no acabe pronto
y claro , que sigas dandole su protagonismo a ambos protagonistas.
espero ver como es la relacion con la hermana del protagonista, como ira dandose cuenta, sera celosa, los comprendera y sera complice ???? se separaran las primas o se haran mas cercanas??? esta historia da para mucha tela. me muero de ganas por los nuevos capitulos
Me tienes enganchadisimo. Estoy disfrutando como hacía tiempo que no lo hacía.