Vicky y Glory – Las panochas de mis hijas ❤️🤤
Primer trío con mis dos hijas de 11 y 14, en la piscina..
Incesto padre-hija | Adolescentes | Incesto hermanas
🅻a historia completa de cómo empecé a tener sexo con mis hijas, Victoria y Gloria; cuando tenían 10 y 13 años, la voy a dejar para más tarde. Por ahora, lo que no resisto contarles es cómo se armó por primera vez un trío, casi a los dos años de estármelas comiendo riquísimo. Lo que pasa es que ninguna sabía que me comía también a la otra, porque casi nunca estábamos los tres, ya que no vivo con mi esposa. Pero la semana pasada se presentó la oportunidad, ya que fui de visita. Nyla, mi esposa, no estaba al principio muy contenta con mi visita pero cuando la llamaron para irse, mi presencia le cayó como anillo al dedo.
—Ismael ¿Puedes quedarte toda la tarde, con las niñas?
—¡Claro! Ekhem… claro —dije, haciéndome el sacrificado, pero demasiado tarde.
Para ella era como haber ganado la lotería, que la llamaran sus amigotas y que yo estuviera en la casa para cuidar a Vicky y Glory.
Entonces Nyla se marchó y me dio un inesperado beso en la mejilla para irse.
Yo quería irme a cine o a comer o ambas cosas con ellas, para disuadirme de la potencial arrechera e irme a culiar a mis dos hijas al tiempo, pero ellas insistieron e insistieron en quedarse en la casa… por la puta piscina. ¡Por su puesto! El tipito por el que Nyla me había cambiado, le había instalado una pequeña piscina en la mitad del patio trasero de su casa. Por entonces andaba de viaje. Una vez mis nenas me convencieron (como mandar a un perro) de quedarse a jugar en la piscina, se fueron corriendo a sus habitaciones a ponerse trajes de baño. Yo, claro que no podía meterme porque no tenía traje de baño. Pero iba contentarme con acompañarlas.
Al rato llegaron hechas una explosión de bulla al patio con piscina y empezaron jugar a tirarme con todo y ropa al agua. Yo me puse bravo porque si lo lograban, me estropearían todo y no tenía ropa de cambio, ni nada. Pero el contacto con ambas empezó a calentarme. Qué bien desarrollada estaba Glory, tenía tetas y nalgas enormes, como su madre. Demostraba muy bien la pequeña porción de genes negros que tenía. El padre de Nyla había comido negra hasta que ya, y Nyla era una super-mulata. Gloria, entonces, era la única no completamente blanca del curso y de buenas fuentes sé que su piel trigueña clarita y sus formas tenían a todos su compañeros, y puede que profesores, halándosela como locos. Qué labios carnosos, qué pedazos de ojos y qué caderas. Parecían decir «Papi ¿quieres de esto?». Vicky, por su parte, tenía 13, y estaba poniéndose buenísima. Era más blanquita que Glory pero igual de suculenta, excepto por los teteros, que aún no estaban en su punto.
En un punto del jugueteo, Glory me agarró un brazo con todo el cuerpo, para poder competir con mi fuerza natural de hombre, y halarme hacia la piscina. Como ya éramos íntimos sexualmente, no le importó restregarme sus melones en el bíceps y la panochota tibia en mi mano abierta. Vicky también me halaba pero no tenía la malicia de restregárseme. En un instante, estuvieron a punto de aventarme al agua: si no es por el enlosado a desnivel de la piscina, donde tranqué mi zapato, me tiran al agua. Dejé de juguetear y no limité mi fuerza. Las arrastré a ambas como llaveros de vuelta al prado.
—Ay, ¡papi, no seas brusco!
Caí de rodillas para atender a Vicky que había caído de cara al pasto. Dije cosas como «perdón, mi amor, perdóname mi vida» unas ciento treinta y siete mil doscientas cuarenta y cinco veces.
—¿Si ves por qué no se puede jugar con hombres, Vick? Son uno brutos —declaró Glory —Ven vamos a bañarnos solas.
Me puse de pie como un toro.
—¿Quieren ver lo bruto que soy? — troné.
Sin dejarlas responder, tiré mi dinero y documentos al pasto. Agarré a Vicky y me la cargué cual costal de papas al hombro. A Glory la agarré por la cintura y la aseguré con una llave. Corrí con ambas y nos aventamos los tres al agua. Apenas tuve tiempo de hacerlo, porque el contraataque de ambas advino. Qué manoseada que les pegué a ambas. Ah, las panochas de mis hijas ❤️🤤. Algo debí hacer bien en mi vida anterior para ser bendecido así. Por el agite, la chapoteadera y el ruido, ninguna se dio cuneta de cuánto dedo le di a la otra. Pero de lo que sí se dieron cuenta fue de la parola que me dio.
—Alto ¡alto, PAPI, ALTO! —me dijo Glory— Lo tienes parado —me señaló el pantalón—. Mejor nos detenemos.
{Fantasía, pajazo brutal y finalmente relato inspirados en este video de yutúb: aDr-WRFkSOs . Si sabe qué hacer con ese código, bien; sino, paila}
Y sí, tenía un cañón de la primera guerra entre los pantalones caqui de dril. Glory salió de la piscina. Ella no rehusaría jamás una buena bananeada del papá, pero estaba preocupada por Vicky. Cuando salió de la piscina, meneó ese culazo mojado y su larga y frondosa cabellera ondulada escurrió agua como cascada. «Me voy a culiar este par de muchachitas al tiempo, qué caray. Imposible se pongan celosa la una de la otra».
—Ven, Vicky, mi amor. Vamos con Glory.
Al siguiente minuto estábamos tratando de secarnos torpemente al lado de la mesa. Yo no paraba de mirar esa carnesota de hija mayor que tenía. El traje de baño era de figuras azules y rojas, y era más bien conservador, no revelador. Es más, la parte de arriba no era “traje de baño” sino una camisilla de manga larga. Ambas tenían ese tipo de traje. Pero la figura de gloria era más que suficiente para ponerme a 100. Ese pan, hijueputa, ¡ESE PAN! ¿Cuánto le pesaba ese sapo a mi hija mayor? Y esas tetas que con el menor movimiento de ella respondían como gelatinas abandonadas a la inercia. Ella me sorprendió viéndola y lamiéndome los labios.
—Papi, aquí no —dijo, con más gestos que sonido.
«Sí, sobre todo tú me mandas, Gloria» respondí mentalmente.
—Vicky. ¿Tú sabes cuánto y hasta dónde te amo, no?
—Sí, Papi.
—¿Quieres saber cuánto las amo A LAS DOS?
—¡Sí!
Glory abrió los ojotes como si le fuera a echar gotas. Pero me abalancé sobre ella para besarla como lo que era: Mi mujer. Ella se resistió mucho, sin dejar de mirar a Vicky. Pero yo supe qué hacer para tranquilizarla. Me lo saqué, así como lo tenía, como mástil de fragata. Lo hice sin dejar de chuparle la boca. Lo que dejó completamente tranquila a Gloria fue que Vicky, sin pena ni asco, se arrodilló a chupar. Se hizo campo tiernamente entre Glory y yo y se engulló mi pija endurecida. Ah, qué experta era mi pequeña Vicky con su boquita. Por un instante, Gloria me alejó y vio sin dar crédito a sus ojos. Yo aproveché para bananearle un poco la boca a Vicky y demostrarle a Gloria lo rico que era, por medio de mi cara medio apagada. Con un gesto de mamá regañona, Gloria me reclamó, con la mano en la cintura y todo. Pero reprimí su rabia con más besos y manoseos. Papito bananeándole la garganta a su hija menor mientras le apachurra las tetas y las nalgas a la mayor. ¿Hermoso o qué? Los siguientes cuatro minutos los pasamos así. Vicky debió tragar lubricante hasta que le llegó a la boca del estómago, y Glory recibió tanto dedo de mí que apretó las piernas y al final no pudo guardarse el «Culéame, papi, culéame». Y lo hice. Con gentileza, como edecán que recibe a una reina, hice erguirse a Vicky y las conduje a ambas a la mesa. Con Gloria no fui tan delicado, ya que la tiré de espalda sobre la mesa. Le quité la parte de abajo del traje de baño y se la dejé atorada en los muslos. Ella estaba como gata, respirando y palpitando, clamando por verga. Señalé su panocha velludita y le dije a Vicky:
—Qué rico ¿no? ¿Le das un beso?
Ella, casi con inocencia, le zampó un beso relámpago en el sapo a su hermana, que gimió de gusto.
—¡Uff! —celebró.
—Vamos a complacer a tu hermana ¿Te parece? —le dije a Vicky.
Ella asintió adorablemente.
Pues, hasta ese momento, fue la vez que más duro le dí verga a Gloria. Gritó como loca. El bombeo le hacía salir sus juguitos. Chorritos muy pequeños de su placer salían en medio de mis embestidas y me empapaban las bolas. Un par de veces saqué mi verga para chuparle ese chorreante chocho a Gloria y la última vez invité a Vicky que lamiera un poco.
—Tu hermana sabe delicioso —le dije—. Ve y prueba ahora sus tetas.
Vicky, muy emocionada de que yo le pidiera hacer cosas traviesas y ricas, se subió a la mesa.
—Sácale, sácale una teta, sin miedo. Y chúpasela.
Los pezones de areola de disco de Gloria. ¿Por qué seré tan afortunado? ¿Me he de morir pronto y de madera horrible, para compensar? Pezones de color marrón sobre piel trigueña clara, siendo chupados por su hermana menor. Al principio con timidez, pero segundo a segundo ganando confianza y dejándose llevar. Mientras, yo le daba banana a Gloria, y ella, me miraba como reclamando mi extra-limitación, pero admitiendo al mismo tiempo que estaba fascinada. Ese ceño fruncido era por dos cosas, por rabia, por lo degenerado que era yo; y por placer, puro placer. Gloria al fin se dejó vencer y serpenteó con el brazo lo que fue necesario para rodear a su hermanita y presionar su cabeza contra sí, contra su teta derecha. Ya no podía mantener las pupilas centradas. Estaba gozando como puta medieval.
—Díselo —dije, sin parar de darle potentes vergazos por ese chocho—, dile a tu hermana qué rico chupa las tetas.
Me temblaba la voz, el orgasmo se avecinaba.
—Me chupas las tetas delicioso, hermanita —dijo Glory, con un hilo tembloroso de voz.
Me vine. Lo saqué justo a tiempo para no echar una gota dentro. Tan pronto el glande se asomó a la luz y el frío, restregándose con el clítoris de mi hija, escupió con fuerza el primer choro de lefa. Casi le llega a las tetas y mi grito casi llega a la esquina. Vicky era experta, y reconocía mis gritos. Dejó el pezón de su hermana, ahí, erecto como asta, y se fue a su vientre a relamer todo mi semen.
No dijimos mucho el resto de la tarde. Al rato, mientras nos bañamos los tres, no aguanté ver el chochito de Vicky, con sus primeras pinceladas de vello muy suave. Me la eché ahí, con el agua cayendo y Glory voleándose dedo tremendamente.
Me propuse a re-conquistar a Nyla y después, ver si hacíamos un cuarteto. Nyla es una mamá estupenda. Yo no soy mal padre. Solo que no aguanto lo ricas que están mis hijas. Pero quién sabe si Nyla lo entienda o termine yo en la cárcel. Pero me voy a arriesgar. Hasta ahora, mi tema favorito de paja es imaginarme a Nyla teniendo a nuestras bella hijas en cuatro y turnándose para lamerles esos ojetes prodigiosos, mientras se soba su rica pucha con un dildo vibrador, mientras yo grabo un video para vender.
Ah, lo maravillosa que puede ser la vida.
Fin
Stregoika ©2025


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