Victor y María III
Hay que seguir probando.
María seguía durmiendo así que cene algo de lo preparado y luego nos fuimos arriba. La acomodé de costado y me acosté tras ella, ahora si sin nada entre nosotros abrí sus piernitas y dejé mi verga en el medio de su zanjita.
Aproveché el silencio para responder unos mail, acá era noche cerrada pero al otro lado del mundo pleno horario de trabajo. Mi verga palpitaba en ese calor y cualquier movimiento hacía que me rozaran los bordes del pequeño plug que seguía clavado en su culito.
Todo este tiempo de espera era necesario para que disfrutaramos juntos, era mi bien más preciado y no quería lastimarla. Cuando terminé dejé el celular de lado y seguí viendo la película.
Los protagonistas eran los mismos, por lo visto habían grabado toda una serie. Jugando en la playa y terminando en su boquita, en un autocine donde proyectaban una peli animada y ella se ensartaba la verga hasta el fondo, en el probador de una tienda mamaba su biberón mientras papá clavaba los dedos en su culito, mirando todo eso fantaseaba con mi María haciendo lo mismo. Todo era cuestión de animarse.
Me despertó una sensación extraña y cuando reaccioné era mi bebé prendida a mi pija, se había puesto bien dura y sus venas de marcaban todo a lo largo. La cabeza se perdía en la boca de mi niña y casi grito de la gozada que me estaba dando.
Papito- me dijo en un momento que saco mi verga de su boca, un hilo de baba nos unía.- quería seguir probando.
La acomodé entre mis piernas para que no se cansará, apoyé mi cabeza al espaldar de la cama y dando pequeños botes con mis caderas me fui cogiendo su boquita. Esto iba para largo así que la dejé descansar y mientras tanto retiré el plug.
Su agujerito abierto recibió dos de mis dedos así que lubrique mi verga y probé, la cabeza entró haciendo un poquito de fuerza…me quedé quieto ahí mientras todo ese calor envolvía mi pija. Podía sentir pequeños movimientos de sus músculos que trataban de estrangularlo.
Ay Papito no sigas no sigas- me freno María, me había entusiasmado y sin darme cuenta casi la mitad de mi tranca estaba dentro de su culito. Salí de ella sin ganas y dándole pequeños besos la fui calmando.
Disculpas bebé, sos tan linda que no me di cuenta que te estaba lastimando.
Papi primero se sintió rico pero después ya no, eso es ser muy malo- me dijo con carita enojada.
Para que se te pase el enojo te voy a enseñar otro juego- le dije arrodillandola entre mis piernas. Tomé lubricante con sabor chocolate, su favorito, y lo volque sobre mi verga.
Que rico!- aplaudió entusiasmada
Mi amor ahora quiero que le des besitos y lo chupes como si fuera un helado…como hacía la nena de la peli- para nada perezosa se prendió a mamar como si lo hiciera todos los días.
Gémidos y suspiros, ruidos de besos y succión llenaban el ambiente. Me acomode en la cama para tener acceso a su conchita y con mis dedos la fui preparando, esta vez no iba a terminar afuera.
Un dedo, dos, más lubricante en mis dedos y en mi verga. Otra vez mis dedos, dos que entraban y salían de su vaginita caliente, tres…dos adentro y uno que rozaba su botón.
Maria respiraba con dificultad porque mis caderas empujaban mi verga casi hasta su garganta…casi pensaría que alguien la estuvo entrenando para mí.
Bebé ahora voy a hacer algo que puede que te duela pero va a ser solo un ratito- le dije mientras volvía a lubricar mi verga- tienes que aguantar porque así seremos novios.
No le di mucho tiempo a pensar y alzándola sobre mi la ubiqué sobre la pija que estaba bien parada y la fui dejando caer. Sus ojos se abrían grandes por lo que estaba pasando y yo estaba al borde de un ataque, no había vuelta atrás.
Sus piernas se abrieron a los lados de mis caderas y se fue sentando de a poco, con una de mis manos sostuve ni verga. No quería que entrara al completo.
Mi cabeza roja y caliente toco su entrada, un chorro de precum o semen se escapó sin que pudiera detenerlo. Todo servía para mantener el camino húmedo. Cuando sentí que sus labios vaginales tocaban mi puño me quedé quieto esperando a que se acostumbrara.
Papá! Esto no avanza- me dijo rezongona así que en la próxima sentada levanté mis caderas y la dejé ir hasta el fondo. Pude sentir como la cabeza tocaba esa membrana y la rompía y también el grito de dolor de María.
Me quedé quieto pero no dejé que ella se levantará, empezó a resistirse así que le di una palmada en la cola.
Basta María! Recién estabas de acuerdo y te dije que iba a doler- de sus ojitos caían lágrimas- vamos a esperar un ratito y te calmas.
Mientras esperaba la empecé a acariciar en sus brazos, sus piernas. En su culito dejé que uno de mis dedos se metiera adentro y mi otra mano rozaba su clitorís. Cuando la sentí suspirar supe que había llegado el momento.
Elevaba mis caderas de a poco mientras la movía de arriba a abajo, mi muñequita se dejaba hacer entre gemidos. Fui acelerando el ritmo hasta que ella sola se clavaba la verga hasta el fondo.
Un calor ardiente se concentraba en mi pelvis y podía ver mi verga saliendo casi hasta su cabeza para perderse otra vez en esa conchita tan mía. La sujete bien fuerte de sus caderas, eleve mi cuerpo una, dos veces y en un grito mi leche empezó a volcarse en la vagina de mi hija.
Los temblores sacudieron nuestros cuerpos, mi acabada fue tan intensa que creí desmayarme. María cayó rendida sobre mi pecho.
Cuando volví a despertar casi era de día, el olor a sexo inundaba la habitación. María seguía dormida sobre mi pecho, mi verga en su vagina y uno de mis dedos en su anito…lugares que ya no iban a abandonar.
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