Violeta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Aquella tarde, el aire estaba tibio afuera. En la calle se escuchaban los sonidos de la gente yendo y viniendo, y los niños jugando, y los perros ladrando…simplemente otro día normal, como cualquier otro.
Vick se encontraba solo en su casa, mirando la televisión, aburrido. Era un domingo, de esos eternos e interminables domingos en que no hay nada que ver ni hacer, y los minutos pasan arrastrándose uno tras otro.
Así se encontraban las cosas cuando, de repente, sonó el timbre. Vick se asomó por la ventana del cuarto contiguo, que era el baño, y miró hacia abajo. En la entrada de su puerta se encontraba una chica de cabello negro, corto pero de cierta manera que dejaba una larga cola de caballo tras ella. La reconoció de inmediato.
-¡Hey, acá arriba!-Gritó.
La chica lo miró, sonriendo, protegiéndose del sol con una mano y saludándolo, sacudiendo la otra. Era su amiga, Violeta. Pese a ser bastante lejanos, él y ella congeniaban bastante bien, y se llevaban casi como siendo novios.
-En seguida bajo.-Dijo él
De inmediato bajó las escaleras y se dirigió a la puerta, a abrirle. Se saludaron y él la invitó a pasar.
-¿Qué haces?-Preguntó ella
-Nada, viendo la tele…
Ella sonrió pícaramente.
-¡Aja…! Seguro andabas viendo películas de “aquellas” ¿Verdad?
Ambos rieron de buena gana. Bromas como ésa eran comunes entre ellos.
– Bueno fuera-respondió él-no hay nada en la televisión.
-¿De veras? A ver, vamos…
Ambos se encaminaron al segundo piso, resueltos a encontrar algo entretenido qué hacer.
Al principio, en efecto, no encontraron nada en los mediocres canales de televisión abierta. Los de televisión privada tampoco fueron de demasiada ayuda. Decidieron dejar la televisión prendida, sólo por el hecho de oír el ruido, mientras conversaban.
Sus conversaciones jamás salían de tópicos tan banales como la escuela, la televisión, películas, etc. Ambos compartían caracteres parecidos.
Claro que, de cuando en cuando, los tópicos se volvían hacia temas más íntimos, aunque completamente naturales para ellos.
Así, de vez en cuando comentaban sobre las experiencias que les habían platicado amigos o amigas suyas, o bien, acerca de películas “de aquellas” de las que habían visto pedazos. En estos casos, Violeta era la que casi siempre tenía la palabra, mientras que él la escuchaba con gran curiosidad.
Pero aquel día, Violeta tenía algo en la mente. Algo que no se le había ocurrido nunca y que, por un lado, podría ocasionarle a ambos problemas verdaderamente serios. Sin embargo, decidió darse valor. Ésa era la causa, de hecho, de su visita
Él vivía solo desde hacía tiempo, pero los vecinos eran siempre una molestia, y como vecinos chismosos que eran, podían desencadenar una catástrofe.Tendría que ser cuidadosa.
Después de un rato de platicar acerca de distintos tópicos, miraron la tele durante un buen rato, aburridos y sin nada más de qué platicar.
De repente, Violeta pareció adquirir resolución para realizar lo que había planeado hacer.
-Oye Vick, ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro.
-¿Aunque sea un poquito demasiado…íntima?
Él la miró, interrogante.
-¿Pues como de qué?
-¿Sí o no?
-OK, sí.
-¿Prometes que no te enojas ni te espantas?
-¡Ya, no seas payasa!-Dijo él riendo, algo nervioso.
Ella rió en el mismo tono.
-OK…bueno, me preguntaba si tú…ya sabes…has tenido… ¿Fantasías?
-Pues sí…a decir verdad…aunque eres la primera persona a quien le digo.
-Oh…
Ambos se miraron, un tanto confusos. Un silencio incómodo se internó entre ambos.
-¿Y tú?-Dijo él, para romperlo.
-¿Yo?-dijo ella-Pues…sí, varias veces…
-Mmmmh…
Otra vez el silencio. Decidieron mirar televisión otro rato.
-¿Y no te gustaría que se volvieran realidad?-Dijo ella, de pronto.
-¿Qué?
-Pues ya sabes…
-¡Pues claro que sí…!-La risa nerviosa, de nuevo.-De eso se trata.
-Sí, pero me refiero a… ¿Nunca has tenido el deseo así, fortísimo, de querer cumplirlas?
Una vez más, él la miró de manera interrogante.
-¿Sí?-Le preguntó ella.
-Pues…algunas veces…-terminó él, sonrojado.
-Y…si se te presentara la oportunidad… ¿te aventarías?
Violeta se acercó un poco a él. Vick pensaba la pregunta, a la vez que un nudo se le hacía en la garganta.
-Pues…no sé…diría que sí…
-¿Sí, seguro?
-S-sí…
Ella lo miró expectante algunos segundos. Lo dijo así, de repente, rápido y atropellado.
-¿Aunque fuera conmigo?
Él quedó anonadado algunos instantes. Tardó en reaccionar ante la pregunta unos momentos, como si no la hubiese escuchado bien.
-¿Qué?
Ella apartó la mirada.
-Oye, si dices que no, estará bien. Yo…creo que no debí preguntarlo…
-Oye, es que… ¡¿Qué clase de pregunta es ésa?!
-Es que últimamente he tenido fantasías muy vívidas…contigo. Mira, sé que suena loco, pero ha estado así por semanas y pues…me agobiaba la duda.
El chico quedó algo impactado. Lo que ella decía le estaba pasando a él también, de alguna manera inexplicable.
-Violeta…
-Oye, mejor hagamos como que nunca pasó, ¿OK?
-No, no te fijes, es que…me dejaste bastante sorprendido.
Ambos se sonrieron.
-¿Te digo una cosa? La verdad es que, jamás lo he hecho…con un chico.
-Yo tampoco. Ni con una chica.
Ambos se soltaron de la risa. Otra vez, ella dejó caer la bomba.
-Este… con chicas…yo sí.
A Vick se le desorbitaban los ojos.
-¿En serio?
Ella sólo asintió con la cabeza.
El chico sintió la reacción natural al imaginarse aquello. Cuando se dio cuenta, trató de disimularlo.
-¿Por qué haces eso?-Dijo ella
-¿Qué cosa?
-Eso, esa pose…-de repente entendió-¡Ah! ¿Estás…?
-Sí-dijo él, precipitadamente.
-Ah…perdón.
Otro incómodo silencio entre ambos. El chico estaba completamente apenado. De repente comenzó a cavilar en aquella situación. Era algo bastante fuera de lo común, por lo menos dentro de su aburrida vida; estaba bien consciente del atractivo de su amiga, y por supuesto, estaban también aquellos sueños que hablaban de dicho atractivo. Algo en su interior, pujante e insistentemente, le recordó esos sueños. Y ella estaba ahí, junto a él…dispuesta. No, no, no, no…el pensamiento le pasó por la mente unos segundos y luego lo desechó, para que no tardara en materializarse de nuevo. ¿Qué rayos pensaba?
De pronto, algo lo hizo hablar.
-Sí lo haría.
-¿Qué?
-Que sí lo haría.
Ella no entendía de qué estaba hablando.
-¿Qué cosa?
-¿Cómo que qué cosa? ¡Pues eso!…
De repente ella abrió mucho los ojos.
-Te refieres a…
-Sí, eso.
-Con…conmigo…
-Sí, pero obviamente eso no va a suceder. En primer lugar…bueno… ¡No sucederá!
-¿Por qué?
-Pues por que… ¡Alguien nos vería! ¡Imagínate si nos descubrieran! ¡Sería nuestro fin! ¡NU-ES-TRO-FIN!
-Podrías cerrar las cortinas…
-Bueno, sí, podría… ¡Espera! ¡Ese no es el punto!
-Y cerrar las ventanas…
-Violeta…
-Poner el estéreo a todo volumen…
-Yo…me lleva…
Minutos después, todas las ventanas y cortinas estaban cerrados. Vick esperaba sentado en la cama de la habitación de invitados, también en el segundo piso. Había puesto el estéreo a bajo volumen, pero la televisión sonaba fuerte desde su habitación. La música que reproducía era suave y sensual, de aquella estrellita pop de la que todos hablaban.
Entonces entró ella. Se contoneaba al ritmo de aquella cancioncita, y se veía que la sabía bailar desde antes. Él la miraba idiotizado.
Poco a poco, comenzó a levantarse la playera, mientras lo miraba con una sonrisita bastante insinuante; se la quitó por completo, dejando al descubierto el sostén que envolvía sus pechos, bastante lindos y bien formados. Ella comenzó a acariciarse entonces el torso, suavemente, hasta bajar a la cintura. Él imaginaba que eran sus propias manos las que la recorrían. Al llegar al pantalón, comenzó a bajarlo suavemente, inclinándose, sin dejar de mirar a Vick.
-Madre mía…-pensaba él.
El cuerpo de ella era mejor de cómo lo había soñado. Mientras ella contoneaba sus caderas curvas y perfectas, sus manos recorrían los rincones más ocultos de su cuerpo, prodigándose caricias que despertaban en su amigo un deseo tremendo, como nunca antes había sentido. Ella, por su parte, se sentía igualmente fogosa y encendida, a la vez que un tanto intimidada, debido a que ningún chico la había visto de esa manera. Sin embargo, el estar con él, en intimidad en aquel cuarto, con su mirada extasiada siguiendo todos sus movimientos y recorriendo su cuerpo, la hacía sentirse bien, la hacía sentirse bella, deseada. Una húmeda tibieza en su entrepierna y mariposas en su vientre anunciaban a su mente el deseo de su cuerpo.
Entonces se acercó a él, de rodillas para ponerse a su altura. Lo miraba con ardor a los ojos, a la vez que una sonrisa pícara recorría su tez. Él la miraba con adoración, con una inexplicable expresión de asombro.
-¿Te gusta mi cuerpo?-le dijo ella.
-Sí…
-¿De veras?
-Me encanta, es…perfecto.
Entonces ella, aún mirándolo maliciosamente, llevó sus manos hacia atrás y desabrochó su sostén, dejándolo flojo, pero sosteniéndolo para no dejar revelar sus senos. Después de unos segundos, y luego que él dejó escapar una risa algo nerviosa, ella se deshizo de la prenda, dejándola caer a sus rodillas.
Sus senos eran redondos, firmes, juveniles pero bien desarrollados. Ella entonces llevó sus manos hasta ellos, para envolverlos en las manos, y hacer como si los estuviese pesando, para que él apreciara mejor sus cualidades. Entonces, con la punta de los dedos, comenzó a delinear la silueta de la areola de sus pezones, rosados e hinchados, que a Vick se le hicieron primorosos.
Sin dejar de perfilar, la chica miraba a su primo con sensualidad.
-¿Qué opinas?
-Son muy lindos.
-¿De veras?
-Sí. Creo que nunca había visto ningunos así…
-Nunca lo habías hecho con una chica, ¿No?
-No me refiero a eso. Es que en las películas lucen tan…
-Lo sé-Rió ella. Entonces adoptó de nuevo una actitud sensual.- ¿Quieres tocarlos?
Él la miró, algo turbado, luego miró a sus senos, de nuevo a ella, mientras alargaba lenta e indecisamente las manos. Ella las tomó, para darle algo de confianza. Por fin, sintió bajo ellas el tibio calor de aquellos bultos delicados. El contacto lo excitó en demasía, lo mismo que a ella, pese a que estaba acostumbrada al contacto erótico con sus amigas.
El instinto comenzó a aflorar entonces. Mientras ella lo miraba con éxtasis, él sobaba cariñosamente sus pechos, llevándolos en un vaivén circular y agradable. Ella entonces guió los pulgares de Vick, para instruirlo en presionar sus pezones, para otorgarle un mayor deleite, que resultó de inmediato. Violeta se pegaba más a él, sosteniéndose de sus piernas con las manos, y adelantando el pecho, en busca de más placer.
-¿Te…te gusta?-susurró él.
-Sí…-respondió ella, en un suspiro.
Siguieron en silencio durante un rato, ella recargando su cabeza en el torso de él, mientras Vick sobaba aquellos lindos senos con una habilidad que parecía natural.
Entonces Violeta sintió movimiento debajo de ella. Al mirar, se percató del bulto que se hinchaba en la parte delantera del pantalón de su amigo.
Un sentimiento de curiosidad y urgencia se apoderó de ella. Se separó de Vick, un poco para desconcierto de éste; pero en cuanto se percató de hacia dónde estaba mirando ella, le devolvió una mirada de pícara conveniencia.
-¿Me dejas ver?-dijo ella.
-Está bien…-respondió Vick-pero antes, acércate un poco…
Ella lo hizo y él la tomó de la cintura. La acercó hacia sí mismo y puso sus senos justo frente a su rostro. Una vez en ésa posición, alargó los labios hacia uno de los turgentes pezones, y comenzó a chuparlo sonoramente. Violeta no se esperaba aquella acción que le parecía tan entendida, pero no la rechazó; muy por el contrario, acercó su cuerpo al de él para proporcionarle mayor facilidad, a la vez que apretaba su cabeza contra su pecho, en un afán de obtener más placer.
-¡Ah, Vick!… ¡Eres un…!-Los gemidos, mezclados con la risa por la sorpresa, le impedían articular palabra.
Así siguió por algunos minutos, con el chico succionando hábilmente mientras la chica se deshacía en gemidos y halagos a su destreza. Por fin, Vick se separó de ella, pero manteniendo aún una mano acariciando aquel delicado pecho que acababa de agasajar. Ella tenía los ojos cerrados y suspiraba, como saboreando una y otra vez los minutos que acababan de pasar.
-¡Vick, eso fue…!-reía-¿De dónde aprendiste eso?
-Pues no sé… supongo que viendo películas, y una parte por instinto. ¿Te gustó?
-¡Fue exquisito!
-¿De veras? ¿Tus amigas nunca te hicieron algo así?
-Bueno…-ella se quedó pensativa-No es que no lo hayan hecho, es que ninguna lo había hecho así. No sé cómo, pero contigo fue mucho más intenso… ¡Fue asombroso!
Él se sonrojó, pero el cumplido era algo por lo cual no pudo evitar sentirse orgulloso, después de todo, había logrado brindarle más placer a Violeta que sus mismas amigas, y eso era bastante de consideración
Entonces ella alargó su mano hacia la entrepierna del chico, rozando aquel bulto que tanto le llamaba la atención.
-Apuesto a que eres igual de bueno usando esto, ¿O no?-sonrió-Anda, déjame verlo ya.
Sin dejarlo contestar, ella llevó sus manos hasta la cintura de Vick, para comenzar a jalonear suavemente de su pantalón. Él no opuso resistencia, pese a que el apuro de la chica le impedía ayudarla a desabrocharlo para liberarse.
Por fin, Vick, logró desabrochar el pantalón y Violeta lo ayudó a desafinarse de él. De un solo jalón, le quitó también la ropa interior, dejándolo desnudo de la cintura para abajo.
Ella se detuvo en su prisa y se alejó un momento, para apreciarlo. En verdad, le parecía un espécimen magnífico, de acuerdo a su poca y vaga experiencia. Era de dimensiones considerables, no sólo a lo largo, sino también a lo ancho, y su sola vista la dejó algo perpleja, a la vez que un poco atemorizada. Una risita de nervios la hizo estremecer.
-¿De qué te ríes?-Dijo él.
-De nada, es solo que jamás había visto uno en vivo… es… lindo, realmente me gusta mucho.
Se acercó una vez más para poder palparlo. Lo acaricio suavemente con la punta de los dedos, recorriéndolo de la base hasta la punta, lo que ocasionó un leve espasmo, como si tuviese vida propia. El chico sentía perfectamente la estimulación en aquel punto tan sensible.
Violeta entonces lo tomó con la punta de los dedos de una mano, para luego envolverlo completamente con la misma. Estaba tibio, palpitante y podía sentir cómo se estremecía por el toque de la chica. Aquel miembro viril le atraía profundamente, y había un magnetismo tremendo que la hizo acercar sus labios a él, para rozarlo con ellos.
-¡Oh Violeta!…- decía Vick, al sentir aquel roce.
Entonces ella comenzó a usar su lengua para explorarlo. Al principio, tímidamente, con la punta, tanteando débilmente; después, ya con entera confianza, comenzó a recorrerlo en su totalidad, brindándole a aquel chico una experiencia delirante. Para finalizar, lo envolvió en su boca para comenzar a succionar lentamente, con suavidad, tal y como había hecho Vick con sus pezones. Estaba perfectamente consciente del placer que le provocaba y, en cierta manera, le retribuía el que le había hecho sentir él previamente.
Después de unos minutos, ella se separó de él, que sostenía su cabeza. Sus miradas se encontraron una vez que ella estaba más alejada de Vick, y esas miradas sonrientes hablaban de un entendimiento sensual mutuo.
-¡Eso sí fue intenso!-Dijo él.
-Supuse que te gustaría. Una amiga me contó cómo se hacía.
-Pues vaya que tu amiga sabe de esto… ¿Te gustó a ti?
Ella sonreía, con mirada satisfecha.
-Sí, me gustó mucho, pero no quise hacerlo demasiado tiempo, para que no…
-¿Terminara?
-Sí…-la chica se incorporó un poco, para acercarse a la cara de él-Quiero que lo hagas en mí, que lo hagas conmigo.
-¿Pero qué dices? Lo estoy haciendo contigo.
-Me refiero a que quiero que tengamos el orgasmo los dos, que me penetres. Quiero sentirlo.
Él la tomó de la cintura. Sus miradas reflejaban un ardor indecible, un ansia tremenda. El chico miró las bragas de su amiga, que estaban próximas a sus manos. Sin preguntar ni esperar invitación, recorrió el camino hasta las caderas de Violeta, para deslizar hacia abajo aquella prenda suave. La chica no intentó detenerlo ni nada así, aunque sintió un leve estremecimiento al sentir cómo aquellas manos la despojaban de su última prenda.
Aquel rincón desconocido y deseable de la chica era más de lo que él había soñado. El color sonrosado de aquella intimidad lo llamaba insistentemente a tocar. Así lo hizo, y el efecto fue inmediato. Violeta reía a la vez que gemía intensamente, al tiempo que él acariciaba cariñosamente entre sus piernas. A Vick le sorprendió un poco el placer que sabía provocarle a la chica, a la vez que lo excitaba más y más. Con un movimiento algo arrebatado, la atrajo hacia sí y la tumbó en la cama, mientras rodaba para quedar por encima de ella. Violeta no se violentó o asustó por el gesto, sino muy por el contrario, se dejó caer con completo abandono, a la vez que rodeaba el cuello de Vick con sus brazos.
Ambos comenzaron entonces a explorarse con manos y boca, con piernas y pies, acariciando cada músculo de sus cuerpos. Él besaba su cuello a la vez que una de sus manos sobaba uno de sus senos, mientras la otra hacía lo propio con su coñito. Violeta gemía y suspiraba, extasiada, pegándose a él, buscando su toque. Ambos cuerpos, cada minuto más húmedos, reclamaban más del otro, erizándose de placer.
-¡Vick! ¡Quería que fueras tú! ¡Ah! ¡De verdad siempre quise que fueras tú…!
-¡Sí, sí! ¡Violeta!
En un momento, el ardor de Vick fue insoportable. Con ondulaciones del cuerpo, y ayudado por una mano, se colocó entre las piernas de Violeta, que lo envolvió con ellas. Comenzó a impulsarse con los brazos, acercando cada vez más su miembro hacia ella, tratando de encontrar aquel punto cálido en el cual fundirse con ella. Una vez que creyó encontrarlo, comenzó a empujar para sumergirse en su intimidad.
Violeta pudo sentir aquel forcejeo en la parte baja de su cuerpo. Por un momento, estuvo dispuesta a abrirse a él, dejarlo acometer en su interior, pero, en un instante, una idea cruzó su cabeza. Un pensamiento brillante, que casi la hace gritar. Pero para llevarlo a cabo, debía detener a su amigo en su arremetida.
-¡Vi-Vick, espera! ¡Espera, no me lo metas…!
Pero él estaba completamente arrebatado.
-¡Violetita! ¡No puedo soportarlo más! ¡Déjame…!
-¡No, espera un poco, sólo déjame…!
-¡Oh sí, oh sí!
-¡Espérate! ¡Tan-tantito! ¡Espera!
Repentinamente, ella lo alejó con los brazos, un tanto forzadamente, lo que lo paró en seco. El chico quedó algo aturdido por el movimiento y, de pronto, la angustia cruzó su rostro.
-¿Qué pasa? ¿Acaso no quieres que…?
Ella se apresuró a explicarle, al ver que su pasión se extinguía por la angustia.
-¡Sí, sí quiero! es sólo que…
-¿Te lastimé? Diablos… no sabía qué hacía, es que estaba tan…
-¡No, Vick, no es eso! Estabas haciéndolo de maravilla, en serio, es sólo que quería pedirte algo.
El chico pareció intrigado.
-¿Qué cosa?
-Escucha…-La chica lo miró con picardía-Puedes decir que no, si quieres, pero es que se me ocurrió algo que quería hacer, algo que siempre me ha parecido muy sensual.
El interés de Vick era evidente.
-Mira, podríamos hacerlo en tu cama y estaría de lujo, pero pensé… ¿Qué me dices si nos bañamos juntos?
El chico abrió los ojos, maravillado. La idea le parecía igual de buena a él.
-Te aseguro que no te arrepentirás… ¡Anda! ¡Hagámoslo así y te prometo que no volveré a pedirte que lo hagamos!
El chico se levantó, un poco para desconcierto de Violeta. Salió apresuradamente del cuarto y ella oyó que cerraba la puerta de una habitación. El terrible temor de haber terminado aquello la abrumó, pero entonces lo vio venir de nuevo, cargando unos envases.
-Sabía que esto me sería útil alguna vez.
Le mostró a Violeta aquellos contenedores. Se trataba de varios perfumes para baño y otros adminículos parecidos. La chica sonrió.
-Si quieres podemos usar algo de esto.-Dijo él.
Violeta se sentía soñada. De verdad, aquel chico era increíble.
Más tarde, la chica estaba debajo de la regadera, recorriendo su cuerpo con un jabón aromático que, según el empaque, era ideal para situaciones de aquella naturaleza. Fuera de la ducha, Vick esperaba con un banco.
-No sé por qué, pero creo que necesitaré este banquito.-Se decía.
Las perspectivas de ambos eran altas, aunque eran cautos. Los nervios eran terribles, pero la expectativa de lo que estaba por venir los entusiasmaba en demasía.
-Pasa.-Dijo entonces Violeta.
El chico entró. Ambos se quedaron mirando uno al otro, Apreciaron cada detalle del cuerpo juvenil y bello del ser que estaba frente a ellos, llenándose de él. Por fin, Vick se acercó y se introdujo bajo la vigorosa corriente de la regadera, de pie frente a Violeta. La chica no observó demasiado el banquillo que él cargaba.
Bien pronto, ambos estaban explorándose como antes, abrazándose, acariciándose. Vick repitió su actuación con los pezones de su prima, que lo animaba a seguir, y rápidamente aprendió a estimular también con la lengua la intimidad de Violeta. Ella se derretía por la habilidad de aquel chico; sus gemidos eran melodiosos, y al tiempo que recorría su cuerpo con las manos, mientras su primo saboreaba su rincón más íntimo, se imaginaba a sí misma observando la escena; su piel cobriza y mojada, fusionada con la de él, en un delicioso ritual. Aquello la hizo delirar.
Él se embebía de su olor, de la textura de su piel, del sabor de la misma. Aquella chica era realmente un manjar para los sentidos, un sueño hecho realidad. Más aún, una fantasía hecha realidad.
Ambos se miraron en cierto momento. Y algo hubo en aquella mirada, por que no quisieron perder más tiempo.
Él comenzó a darle la vuelta, colocándola de espaldas a sí mismo. Mientras lo hacía, la premiaba con caricias y besos que recorrían su cuello y su espalda. Prolongó aquel preámbulo, pues percibió el estremecimiento de ella al rozar su espalda. Entonces comenzó a sentarse, mientras recorría con la boca la espalda de la chica, hasta que logró colocarse en el banquillo, sosteniendo el trasero de Violeta, que masajeaba cariñosamente. Desde aquella perspectiva, podía apreciar con mucho mayor detalle las cualidades de su amiga, sobre todo, su atractiva y redonda parte posterior, que sin duda alguna debía volver locos a los chicos y que, en ese instante, estaba ahí, para él, solo para él.
Ella volteó a mirarlo. Entendía perfectamente lo que Vick trataba de hacerle entender. Aquella posición también le parecía de lo más sensual. Lo miró a los ojos, y observó mientras hacía su torso hacia atrás, exponiendo su virilidad.
Suavemente, se dejó guiar por las manos del chico, mientras se sostenía del tubo del agua que alimentaba la regadera. Poco a poco, su parte posterior fue bajando hasta las caderas de él. Por fin, pudo sentir el toque de aquella poderosa herramienta, acariciando su coñito.
-Aquí vamos…-dijo él.
Comenzó a hacerla hacia atrás, a la vez que adelantaba su cadera. Lentamente, el glande de Vick comenzó a empujar hacia el coño de ella, que lo abrazó trabajosamente. El chico comenzó a empujar para penetrar completamente, mientras guiaba a la chica. En un momento, sintió que la lastimaba, merced a los gemidos y quejas que Violeta profería.
-¿Estás bien?
Ella se detuvo en sus lloriqueos.
-Sí, es sólo que… ¡Es tan grande!
Violeta en ningún momento quiso detenerse. El placer insospechado que comenzaba a sentir era indescriptible, pero tuvo que admitir que debía detenerse.
-Déjame hacerlo a mi ritmo, ¿OK?-Le pidió ella, cariñosamente.
Él asintió.
Comenzaron de nuevo, sacando aquella virilidad por algunos momentos de su cálido refugio. Otra vez, Violeta se dejó guiar por las manos de Vick, hasta el punto en que estaban antes.
-Muy bien… ¡Ah!… OK… ¡Oh Dios!… Ahora sí…
Con leves movimientos circulares de las caderas, la chica comenzó a ondular para abrazar la hombría de su amigo. Funcionaba perfectamente, y el miembro de Vick comenzó a deslizarse lenta pero firmemente hacia las profundidades de Violeta. Ella estaba extasiada por la sensación, y sus suspiros gozosos iban acompañados de frases reconfortantes que reflejaban su placer.
-¡Bonito, es fantástico! ¡Ah sí! ¡Despacito, allá va, allá va!
Aquello iba a un ritmo suave y lento. La chica se tomaba su tiempo, pese a que él estaba luchando por no precipitarla sobre sí. Vick apretaba con ansia el trasero suave y firme de ella, lo cual, de alguna manera la excitaba aún más.
De pronto, pareció que Violeta había leído los pensamientos del chico. Repentinamente, se soltó del tubo y se dejó caer sobre las piernas de Vick, completando la penetración. La chica hendió el aire con un grito ahogado y largo, seguido de varios gimoteos de placer.
-¡Ay Vick! ¡Vick!
-¡Ya está chiquita, ya está!-la consolaba-¡Ya entró todo bonita! ¡Ah!
Quedaron así un rato, mientras recuperaban el aliento. Violeta ondulaba sus caderas, intentando adecuarse lo más que podía a las dimensiones de su amigo. Pese a que le pareció que era muy grande, ambos quedaron perfectamente acoplados, aunque la chica aún intentaba acomodarse a aquel enorme miembro que palpitaba en su interior.
Los movimientos de Violeta estimularon aún más a Vick, que, por mero instinto, comenzó a ondular también, metiendo y sacando un poco su virilidad. La chica sintió ésta respuesta y, también por instinto, comenzó a moverse de arriba abajo, para adecuarse al movimiento de Vick.
Aunque lentamente al principio, pronto comenzaron a tomar conciencia del coito que habían comenzado. Poco a poco, comenzaron a acelerar la ondulación, buscando la maximización de su placer. Violeta gemía candorosamente, suplicante, sometiéndose a la fuerza de su amante, buscando sus arremetidas. Él, por su parte, percibía el ansia de la joven, alimentando la propia, y la recompensaba aumentando el ritmo y la fuerza de sus acometidas.
-¡Vick! ¡Cógeme Vick! ¡Házmelo más, papito! ¡Ah! ¡Ah, sí! ¡Házmelo para siempre!
-¡Violetita! ¡Violetita! ¡No puede ser!
Comenzaron a acelerar, provocando que los gemidos de Violeta se convirtieran en gritos, reclamos solicitantes de la fuerza de Vick. El sonido del trasero de Violeta chocando con las caderas de Vick era bien audible, sólo apagado por los gimoteos de la chica. La unión de ambos estaba increíblemente caliente, y el agua de la regadera, acariciándolos, aumentaba la sensación de una manera gloriosa.
Violeta sentía un calor sofocante, pese a que ambos se duchaban en agua tibia. Sentía cómo aquella gran virilidad entraba y salía de su coño, caliente y húmedo, y el ritmo que llevaba era casi insoportable, pero placentero. Aquella mezcla exacta entre ligero dolor y placer desbordante era algo con lo que siempre había fantaseado. Exhalaba súplicas de deleite, gimoteos bien sonoros, melodiosos, de una sonoridad cadenciosa, presa de una fogosidad inconcebible para ella hasta aquellos momentos. Sus caderas parecían moverse por voluntad propia, pero en realidad ondulaban con celeridad alimentadas por la necesidad ávida de la penetración, de sentir aquel gran y caliente miembro varonil entrando y saliendo de ella, proporcionándole un placer extraordinario. Su coñito apretaba aquella herramienta dura y firme, en un movimiento reflejo, mezcla del deseo por que se detuviera y la búsqueda de un placer aún más completo.
Gemía como si la vida se le escapara, y cada quejido era un ruego por que su amigo redoblara fuerzas. Su espalda se arqueaba por la insoportable sensación de fruición salvaje que Vick emitía en sus arremetidas. Sus pezones estaban turgentes y erectos, y el peso de sus senos era como un deleite adicional, acompañado de vez en cuando por las ágiles manos de Vick, que los apretujaban y sobaban gustosamente.
– ¡Sí, más! ¡Aaaaah! ¡Vick, por favor! ¡Dame más, dame más!
-¡Así chiquita, así! ¡Toma, toma!
El ansia de él estaba desbocada. Por mero impulso, o por alguna razón extraña, alzó la mano y después la descargo en una de las nalgas de ella, propinándole una buena nalgada. Aquello no pareció desanimarla en lo más mínimo pues la respuesta, además de un gemido alto agregado a las vocalizaciones que ya hacía, fue la de la búsqueda de repetir la sensación.
-¡Otra vez Vick! ¡Hazlo, hazlo! ¡Ah! ¡Ah, durito!
Una segunda, y una tercera vez el chico nalgueó a Violeta, que se deshacía de éxtasis. Sus gritos eran melodiosos, candentes, totalmente desinhibidos. Sus amigas habían logrado arrancar de su voz cadenciosos cantos de placer, pero jamás gimoteos como aquellos. El placer de aquella sensación era algo que ella jamás había sentido, algo que quería gritar, algo que quería que el mundo supiera, más aún, algo que quería que Vick supiera.
-¡Sí Vick, Sí! ¡Lo necesito, lo necesito! ¡Por favor! ¡Dámelo! ¡Ay, ay, ay!
-¡Perrita! ¡Gózalo Violetita hermosa! ¡Bella, linda, lobita!
Él apretaba las nalgas redondas y deliciosas de Violeta como si la vida le fuera en ello, mientras seguía empujando con las caderas, aun ritmo sostenido, rápido y firme, bombeando vigorosamente; Violeta se retorcía de placer, arqueando su espalda completamente, acompañando las acometidas de su amante con movimientos ondulantes de arriba hacia abajo de sus caderas, tratando de abarcar todo aquel miembro poderoso cada vez que entraba. Sus gimoteos incitaban aún más a su amigo, y el deseo que encendían en él le daba fuerzas extraordinarias, llenando a su vez de éxtasis a su jadeante chica.
Su pasión alcanzó límite. Los minutos pasaban en deliciosas eternidades, y pronto sintieron aquella tensión que conocían bien. Pero ésta vez era distinta, esta vez era increíble, totalmente insoportable. Era como una avalancha, como un volcán en sus vientres.
Aceleraron, pese a que aquello parecía imposible. Vick usaba todas sus fuerzas, todo su empeño, y Violeta se entregaba totalmente. La chica gritaba con desesperación, mientras apretaba los puños contra la pared de la regadera.
-¡Vick! ¡Vick!
Le suplicaba, y no sabía si le suplicaba detenerse o proseguir, pero suplicaba a gritos. Sentía que iba a estallar en cualquier momento.
Ambos comenzaron a sentir una presión fenomenal en sus vientres, acompañada de un ardor incontenible. Una sensación avasalladora y fantástica.
De pronto, Vick habló, presa del frenesí.
-¡Violeta! ¡Me vengo!
Aquellas palabras no hicieron más que aumentar la fricción y el ardor de sus pasiones. Violeta se hacía agua por sentir la fuerza completa y desatada de su amigo, desencadenada en un poderoso torrente cálido que se fundiría en su interior junto con otra marea desbordante de su propio placer. Las acometidas de él se hicieron entonces más impetuosas, presa de un deseo insoportable de impeler aquel potente flujo que se arremolinaba en sus ijares. En respuesta, los gemidos de ella se hicieron más rápidos y suplicantes, como si la respiración le estuviera faltando. La chica sentía aquellos ardientes momentos como una realidad vertiginosa e irreal, y la única sensación bien tangible era la del pene de su él entrando y saliendo en su coño a un ritmo extraordinario. Sus gimoteos pronto se transformaron en gritos fervientes de placer lujuriante.
-¡Vi-Vi-VICK!…-Fue lo único que pudo articular antes de que un gemido candoroso anunciara que ambas torrenciales venidas habían sido por fin desatadas.
Adelantando completamente las caderas, apretando con toda sus fuerzas, Vick se inclinó sobre ella en un movimiento arrebatado. La chica se arqueó completamente, por la fuerza de ésa última arremetida y, echando la cabeza hacia atrás, dejó escapar un lamento largo y ardiente, anunciándole a su amante que había hecho un trabajo extraordinario, otorgándole un ardoroso orgasmo de magnitudes inexperimentadas.
Ambos quedaron completamente devastados por aquella acometida. Respirando dificultosamente, el chico daba pequeños empujoncitos, que expelían los últimos remanentes de aquella torrencial venida. Violeta anhelaba arrítmicamente, tratando de recuperar el aliento, mientras exprimía los mismos restos que su primo intentaba impeler.
Violeta estaba boquiabierta, y exhausta. La fuerza de Vick la había sobrecogido, y el placer que la había hecho sentir iba más allá de sus más salvajes sueños. Aún sentía aquel gran miembro palpitando aprisionado dentro de su coño, entre leves espasmos en que sacaba los restos de fluido que no habían sido expelidos en la riada principal, en lo que la chica ayudaba presionando el pene de él y haciendo leves movimientos hacia atrás y hacia delante…
Entonces sintió cómo él se abrazaba de su cintura, y se inclinaba, recargando la mitad superior de su cuerpo sobre ella. Vick, entonces, comenzó a sobar el vientre de su prima, y a acariciar uno de sus delicados pezones, mientras ella cerraba los ojos y se abandonaba a los mimos de él, dibujando una sonrisa de enorme satisfacción.
-¡Violetita! Eres una joya. Te juro que he gastado toda mi fuerza en ti, y aún me siento tentado a seguir…
La chica hizo un leve gemido de dicha, como una gata que ronroneara, orgullosa de las palabras mimosas de su dueño.
-Vick, tú eres un amor. ¡Sí que sabes cómo hacerlo! ¡Y estás muy bien dotado!-Entonces dirigió una mirada anhelante y sonriente hacia su parte posterior.-La tienes bien grandota… ¡Es fantástica!
Ambos se quedaron así pegados unos minutos. Las piernas les temblaban incontrolablemente, y de no ser por la regadera, hubiesen estado empapados de sudor.
-Oh Vick… eso fue maravilloso. Gracias.
El chico rió. Ella le acompañó en aquel gesto. Se sentían un poco tontos por no haber experimentado la intensidad del sexo con anterioridad, por lo menos no de esa manera.
-Vick, te prometo que jamás te lo volveré a pedir.
-¿Te lo puedo pedir yo a ti?
La chica quedó anonadada.
-O sea que…
-Si tú quieres.
-¿Podemos hacerlo las veces que queramos?
-Bueno, no tanto así, pero podemos hacerlo cuando ambos podamos.
-¿Seríamos como…amantes?
-Mmh… pudieras verlo de esa manera.
La chica asintió, sonriendo.
-OK, vayámonos a cambiar-Dijo Vick, chupando cariñosamente la base del cuello de su amiga-Ya te la voy a sacar…
-OK-dijo ella, cuando de pronto habló en modo completamente voluptuoso de nuevo-Pero hazlo despacito, quiero gozar cada segundo que pueda…
El chico sonrió. Se incorporó y comenzó a hacer sus caderas hacia atrás, como preparándose para otra arremetida, pero a un ritmo muy cuidadoso. Violeta jadeaba sonriente, mientras sentía cómo, poco a poco, su primo retiraba su poderosa herramienta del interior de su coñito. Aquel miembro iba deslizándose lentamente, entibiando de nuevo el coño de Violeta, y haciendo que se mordiera el labio con deleite.
-Ahí va chiquita, ahí va, ya solo queda la puntita…
-Aja-Respondió ella –No importa, ¡Tárdate lo que quieras! ¡Mmmmh!
Entonces, llegó el glande, y con un poco más de esfuerzo, Vick comenzó a jalar hacia atrás. Su prima sintió un pequeño dolorcito, por lo que aflojó su coño tanto como pudo hasta que, con un repentino movimiento, salió por completo.
Una vez separados, ambos se lavaron, no sin desviar las manos hacia el cuerpo del otro y hacer patentes algunas ricas caricias, y finalmente cerraron la regadera y salieron del baño.
La tarde con sol quemante daba paso a un crepúsculo dorado. Las humeantes calles tenían un respiro y, en la vida de dos chicos, comenzaba una serie de eventos que no tenían planeados…
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