Violeta 1
Soy una mala persona, lo sé. En ocasiones las circunstancias te orillan a decidir algunos dilemas en pocos segundos..
Soy una mala persona, lo sé. En ocasiones las circunstancias te orillan a decidir algunos dilemas en pocos segundos. Esas decisiones tomadas en instantes, te persiguen toda la vida. ¿Cómo reconstruir tu conciencia después del vacío? ¿Cómo seguir en paz después de crear tantos demonios?
La conocí en la facultad, los dos queríamos ser médicos, ella pediatra y yo cirujano, al menos en un principio. Ambos teníamos 18 años y nunca apartamos la mirada el uno del otro desde el primer día. Era imposible no enamorarse de ella, era imposible no amarla. Su belleza física era demasiado para las demás alumnas, que nunca pararon de criticarle hasta por el menor detalle. No bastaban su bello rostro y cuerpo armónico, lo que atravesaba al mirarla, eran sus ojos color violeta, Su madre había elegido otro nombre antes de que ella naciera, pero al ver esos ojos, pensó que lógicamente tendría que llamarse como el color de su mirada. Pronto empezamos a salir y nos hicimos novios, pronto también conocí todas sus perversiones.
La primera fue el día de su cumpleaños. Era otoño y Violeta debía ir por su hermana Isabel a la primaria. Una niña de 11 años, de voz dulce y pensamientos precoces, siempre comportándose con formas muy maduras para su edad. Su belleza sólo era equiparable con la de su hermana mayor. Las dos tenían la piel blanca, con el pelo castaño claro. Violeta era delgada, con el cuerpo torneado, curvilíneo e Isabel tenía un cuerpo obviamente más infantil, pero que en unos años sería como el de su hermana. Probablemente su única diferencia real, era el color de los ojos, ya que Isabela los tenía del color de la miel. Fuimos por ella y la llevamos a su casa, donde la niña vivía solamente con su hermana y su madre. Justo cuando entrabamos Violeta me dijo:
- Isa tiene preparado un regalo de cumpleaños para mí. – mientras veía a su
hermana.
- ¡Sí Tristán, es algo genial! – exclamó Isabel tirando su mochila al suelo.
- ¿De qué se trata? – pregunté intrigado.
- Ya verás. – respondió Isabel
- Rápido, – apuró Violeta a su hermana. – recoge tu mochila y subamos, tenemos
poco tiempo antes de que lleguen los demás invitados.
Violeta pidió que me quedara en la sala, mientras ella e Isabel subían a las recámaras. Sin idea de lo que estaban preparando, e ilusamente pensando que sería cualquier bobería, me senté y me puse tranquilamente a scrolear el celular. Luego de un rato, escuché desde una de las recamaras la voz de Violeta invitándome a subir. Llegando al primer piso, noté que la puerta de su cuarto se encontraba cerrada. Había subido muchas veces a ese cuarto. Su madre sabia muy bien que teníamos sexo casi todos los días ahí. Tuvo a Violeta a los 18 años, era una mujer muy liberal y dejaba que su hija también lo fuera.
- ¿Dónde estás? – le pregunté llegando al primer piso. Ella respondió que en su
cuarto. Resultaba extraño que estuviera cerrado, así que lentamente abrí la puerta. La habitación se encontraba en penumbras: con las ventanas cubiertas con mantas oscuras y alumbrada con unas cuantas velas.
- No enciendas la luz y cierra la puerta. – dijo con voz calmada Violeta desde
algún lugar, pero no supe cual.
- Recuéstate en la cama. – agregó. Yo obedecí, cerré la puerta y me acosté boca
arriba en la cama. No sabía que estaba pasando, pero disfrutaba del suspenso. De pronto, sin saber tampoco de donde provenía. escuché la voz de Isabela.
- Quítate la ropa. – dijo con su dulce voz infantil, descolocándome por completo.
- Pero, ¿qué es lo que están haci…? – traté de preguntar pero Violeta me
calló.
- ¡Silencio, ya escuchaste a Isa! ¡Desnúdate! – ordenó, de la forma más
imperativa que jamás le había escuchado. Nunca nos hablábamos en ese tono y ese ambiente de misterio, no era habitual, pero toda la escena comenzaba a gustarme, aunque también sentía un poco de angustia. Sobre todo, por tener en el cuarto a Isabel, que si bien, me parecía una niña bellísima, era eso, una niña. Su presencia, con el aparente consentimiento de su hermana, era algo nuevo, tal vez un poco vergonzoso, pero al mismo tiempo, excitante. Era evidente que Isabel no había planeado esto, al menos no sola. ¿Qué es lo que habían preparado? ¿Era una broma…un poco pesada? ¿Era una prueba, y no debía desnudarme frente a una niña? ¿Cómo esto sería su regalo de cumpleaños? ¿Isabela estaba realmente observando? No podía verlas, si estaban grabándome con un celular, no me enteraría hasta ver el video en alguna red social. Tenía muchas dudas, y todas llegaban en segundos, pero decidí confiar en Violeta, nos amábamos y no quería dudar de sus intenciones. Lo que me aguardara del otro lado, después de desnudarme, no estaría ahí para hacerme algún daño. Así que, con todo y esas dudas y esa vulnerabilidad, me desnudé. Quitándome la última prenda, Violeta me ordenó que volviera a acostarme boca arriba sobre la cama.
- Veo que te empieza a gustar… – dijo Violeta notando que tenía una leve
erección. El morbo de sentirme observado por las dos, no podía disimularlo mi desnudez.
- Debería comenzar a tocárselo, ¿no crees Vi? – le comentó Isabel a su hermana
mayor, mientras yo palidecía de estupor. Traté de objetar, y por segunda ocasión Violeta me silenció, dejándome claro que ella estaba en control de la situación.
- Pero Vi, no creo que…
- ¡Nada de Vi, ya oíste a Isabel, las dos queremos ver como te tocas!
- ¡Pero…!
- ¡Pero nada, hazlo! ¡Es lo que queremos! ¿Verdad Isa? – preguntó Violeta a su
hermanita incluyéndola en el ordenamiento.
- ¡Sí, así lo queremos! – contestó Isabel.
Violeta, en varias ocasiones, me había visto masturbarme, pero hacerlo frente a Isa era algo completamente diferente. Traté de identificar cual era el principal impedimento y concluí que era pena. Aunque no supiera exactamente donde estaba Isa, me daba algo de vergüenza tocarme frente a ella. Sin embargo, en las capas subyacentes a ese pudor, existía una punzada de morbo que se desplazaba desde la curiosidad hasta el placer. Atravesé toda inseguridad que pudiera gobernarme y obedecí. Poco a poco fui acariciándome, cerré los ojos y sin más, me dejé llevar. La velocidad la aumenté hasta el final, ya que a mi mente no le importara el exhibicionismo de mi libido. Mi pene creció, abrí los ojos y sentí algo de orgullo viéndolo de ese tamaño. Para ese momento el simple hecho de que Isabel estuviera atestiguando tal voluptuosidad, empezaba a calentarme,
- Está listo. – escuché decir a Violeta con voz ronca.
Frente a mí, desde la penumbra, vi salir a Isabel semidesnuda, sólo la vestía una pequeña tanga negra y unos tacones cerrados, del mismo color. Su pecho liso, se veía suavemente dorado a la luz de las velas y por su manera sensual y calmada de moverse, se adivinaba que no era la primera vez que usaba ese tipo de calzado. Su maquillaje, aunque sutil, resaltaba su hermoso rostro, de ojos grandes y labios finos y delineados. Lentamente se subió a la cama y se puso entre mis piernas, con una mano agarró mi pene, esa mano se veía algo pequeña cuando intento rodearlo con sus dedos. Me miró a los ojos un instante antes de llevarse mi pene a la boca, advertí que sus pupilas estaban dilatadas, cerró los ojos y lo engulló poco a poco.
- ¡¿Qué está pasando Vi?! – dije entre suspiros y jadeos. – Pensé que era tu
regalo no el mío.
- Y el regalo es para mí, – respondió Violeta saliendo detrás de una sombra, al
lado de la cama. – tenía muchas ganas de verte coger con otra…y unirme.
- ¿Pero con Isa…?
- ¿Con quién mejor que mi hermanita? Y no creas que Isa es tan inocente. Por cierto, ¿Cómo te la está mamando?
Sin lugar a dudas era la mejor mamada que me habían hecho en toda mi vida, sólo que me costaba admitirlo frente a mi novia. Isabel tenía la boca más suave, cálida y hábil que jamás hubiera tocado ese pedazo de mí: Dejaba pasar la cantidad exacta de aire, para volver a sentir la frescura de su saliva chorreando hasta el inicio de mis testículos. Era paciente cuando debía y aceleraba cuando tenía que hacerlo, y en todo momento jamás sentí el roce de un diente, era como si su bella dentadura no existiera. Pensé que si esa niña era virgen, lo sería de todos lados, menos la boca. Violeta se subió a la cama sin esperar mi respuesta, sentándose a un lado de Isabela, frente de mí y con las piernas abiertas. Vestía lo mismo que Isabela: una tanga negra y tacones negros cerrados. Se veían como una misma persona en dos edades diferentes, era como estar dentro de una paradoja del tiempo.
No podía dejar de admirar las hermosas tetas de Violeta, que se veían más redondas aún, con el alto contraste entre luces y sombras que provocaban las velas. Ella hizo a un lado su tanga, atorándola en una de las nalgas. Comenzó a frotarse con los dedos medio y anular el clítoris. Sus labios menores se abrían por la excitación y dejaban ver sus fluidos lechosos saliendo de la entrada. Pronto estaba dedeándose para sacar lubricante dentro de la vagina y ponérselo en el clítoris para frotarse con mayor humedad. Isabel empezó a acelerar los movimientos de su lengua por todo mi glande. Mis gemidos se hicieron intensos.
- No te vayas a venir amor, – dijo Violeta temiendo que me viniera demasiado
rápido. – quiero sentarme en esa verga, lubricada con la saliva de mi hermana. Las dos se miraron, Isabela retiró su boca de mi pene y terminó de subirse a la cama. Violeta se paró poniendo cada una de sus piernas, a cada lado de mis caderas, dándome la espalda. Se quitó la tanga negra, mostrándome la perfecta redondez de su culo, y agachando las caderas, al mismo tiempo que sujetaba mi verga, de un sentón, se penetró entera.
- ¡Ah, ya estaba muy grande! – dijo Violeta como para si misma con voz
entrecortada. Isabela se disponía tomar el lugar de su hermana para masturbarse pero Violeta no la dejó.
- No Isa, siéntate en su cara. Tristán hazla venirse como lo haces conmigo.
Isabel se quitó la tanga y se paró a la altura de mi cara. Su vulva infantil y lampiña desde ahí se veía mojada. Flexionando las rodillas fue acercándomela poco a poco: primero a la nariz, que captó su fresco y dulce olor a niña, luego bajó hacía la boca, donde se encontró con mi lengua que ya estaba un poco ansiosa de recorrer todos sus pliegues. Mis manos, que estaban en las caderas de Violeta coordinando sus embestidas, rápidamente cambiaron de posición y fueron a dar a las nalgas duras y redondas de Isabel, abriéndolas todo lo que pude, Isa soltó un gemido y comenzó a moverse adelante y atrás. Violeta paró sus caderas, pesé que se venía, pero en un par de movimientos sin sacar el pene dentro de sí, giró ágilmente para cambiar de posición, y así, estar frente a Isabel. Entendí lo que quería: Ver como me comía a su hermanita. Entonces, al darme cuenta que Isabel no pesaba nada, tuve una idea: Metí mi legua lo más que pude en su coño, la sujete de ambas piernas y comencé a girarla para que ella también quedara frente a su hermana. Las dos se miraron y de la calentura que esto les provocaba, se dieron un beso con más lengua que labios y empezaron a moverse como bestias, ocupando mi cara y pene como su terreno de juegos. La primera que se vino fue Isa, soltando sonoros gemidos y sus dulces jugos rodando por mis mejillas. Casi inmediatamente me vine yo, levantando las caderas y soltando fuertes chorros en el interior de mi novia, que seguramente, al sentir la primera descarga de leche en su interior, no pudo contenerse más: quedándose quieta, apretaba su vagina al mismo tiempo que sus párpados, de manera intermitente, entre gemidos y jadeos. Los tres quedamos tendidos en la cama, más satisfechos que rendidos. Violeta se recargo en mi hombro y subió una de sus piernas en mi regazo, Isabel imitando a su hermana, hizo lo mismo desde el otro lado. Yo abrace a las dos.
- Ahora tienes otra novia. – susurró Isabela en mi oído, pero su hermana escuchó.
- No Isabela, primero, eso lo debemos decidir Tristán y yo. – corrigió Violeta.
- Pero mamá nos dijo que…
- No es lo mismo Isa, – la interrumpió Violeta, para después decirle algo que no
pude imaginar. – que mamá nos haya dado permiso para hacer este trío con Tristán, no quiere decir que te haya dado permiso para ser la novia, de mí novio.
Fin, parte 1.
hermoso relato
Gracias tigre666. También es hermoso tu comentario.
Interesante historia y muy excitante.
Gracias. Eso espero, mantener tanto la excitación, como el interes por este relato. Saludos.