Violeta 2
Soy una mala persona, lo sé. En ocasiones las circunstancias te orillan a decidir algunos dilemas en pocos segundos..
La luz era tenue. En esa habitación solamente existían tres colores: negro, púrpura y algunos vivos en blanco. Había muchos artefactos: cadenas, esposas, látigos, toda una gama de lencería hecha de cuero, dildos de todo tipo, incluso algunos montados a maquinas folladoras electrónicas. También había una pantalla plana, que calculé no debía tener menos de 50 pulgadas, empotrada en una de las paredes. A su lado, unos gabinetes, albergaban una numerosa colección de cintas VHS. Me acerqué a ver los títulos, esperando lógicamente, encontrar clásicos del porno de los setentas y ochentas. No estaba equivocado, estaban contenidas en dichos gabinetes varias de esas películas, pero no tantas como yo creí. Para mi asombro, noté que casi todo el material era porno del más duro e ilegal, incluyendo zoofilia y pedofilia por supuesto, pero también cualquier otro tipo de filias, algunas de las cuales me parecieron algo excéntricas, como la objetofilia o como decía uno de los títulos (que más bien parecía una descripción médica) “El placer que sienten algunos hombres al ser pateados en los testículos.” No lo negaré, después de leer esa etiqueta escrita con marcador negro, me puse algo nervioso.
Sentado al borde del colchón esperaba a mi amante, quien estaba en un cuarto adjunto preparándose. Las suaves sabanas púrpuras contrastaban con la rigidez de la herrería negra en la que estaba montada dicha cama. Tenía la boca algo lastimada, nos habíamos besado durante un largo rato y ella usó sus dientes en mis labios. Bajo los pantalones, viva y latente, había una erección que deseaba liberarse. Sin importar que fuera mi suegra. Trinidad me gustaba muchísimo. En un par de ocasiones me hizo sexo oral frente a sus hijas, pero nunca realmente consumamos algún acto sexual. Ya Violeta me lo había dicho: “Pronto conocerás el cuarto especial de mi mamá.” Y aunque algunas de las cosas que imaginé estaban ahí, otras me tomaron desprevenido. Fue mi novia quien nos alentó a que tuviéramos una cita, según dijo: “para que se conozcan mejor.” Así que, durante toda la semana planeamos nuestro encuentro. Pasé por Trinidad a su casa, antes de partir, Violeta me abrazó y dijo al oído:
- Estaré masturbándome toda la noche, imaginando como te coges a mi madre. Te amo.
Fuimos al teatro, la obra no era mala, pero me perdí el final, ya que Trinidad hizo que le tocara las nalgas y la vagina durante todo el tercer acto. Mi suegra, había comprado a propósito boletos preferentes en uno de los balcones, quedando nuestros toqueteos en total privacidad. Para cuando los actores salían por segunda vez a recibir los aplausos, ella me masturbaba también. Después intentamos cenar en un restaurante italiano, pero luego de un par de tragos y media hora de besos, pasamos de la comida. Lo único que realmente queríamos comer, era el uno al otro. Platicando entre besos me dejó en claro que, al menos por esta vez, no quería involucrar a sus hijas.
- Esta noche, sólo tú y yo. – me dijo antes de pagar la cuenta. Por esa razón, creí
que iríamos a un hotel, y así evitar a Violeta e Isabel, pero subiendo al auto me pidió ir directo a su casa. Yo estaba confundió, ella me miraba divertida.
Llegamos, ella abrió la puerta y yo por costumbre me dirigí a las escaleras que llevaban a los cuartos. Trinidad me detuvo, sujetándome del brazo y me llevo hacia la cocina. Pensé que al no cenar, tendría hambre y prepararíamos algo de comer, pero no fue así. En una de las paredes al lado de la estufa, había un par de puertas estilo francés. Detrás de dichas puertas estaba un cuarto. No era otra cosa más que un almacén para los alimentos de la casa. Había estado ahí cientos de veces y nunca me percaté de una pequeña y angosta puerta al fondo del deposito, en el mismo tono de blanco que la pared. Trinidad me condujo hasta ahí, abrió la diminuta entrada, prendió la luz de su celular y luego bajamos unas escaleras hasta llegar a una habitación que parecía una sala. Como si fuera una fabrica en medio de la revolución industrial, prendió las luces jalando una gran palanca de doble contacto. Todo era de un blanco absoluto, incluyendo adornos, alfombra y los sillones. Otras dos puertas, a los extremos de la sala estaban cerradas, sin soltarme del brazo Trinidad me condujo a través de una de ellas. Me dio un beso de lo más morboso y me pidió que la esperara, saliendo por donde habíamos entrado. Y ahí estaba, hurgando en su colección de cintas y juguetes sexuales. Por fortuna, la espera no fue larga.
Yo ya estoy lista, ¿y tú? – dijo Trinidad al entrar de nuevo a la habitación. Mi cara de idiotez la hizo sonreír.
- ¿Tan bien me veo? – dijo observando mi enmudecida y estúpida reacción.
Vestía un peculiar atuendo de piel, de color negro, simplemente espectacular. La parte superior era una prenda brillante y de una sola pieza, todo lo contrario a un chaleco, es decir, sólo le cubría desde la punta de los dedos, en ambas manos, hasta la punta de su barba, dejando al descubierto sus hermosos senos de pezones rosados, de hecho, por delante y por atrás, todo su torso estaba desnudo, incluyendo su monte de venus y su vulva totalmente depilados. En la parte inferior llevaba unas largas botas con tacón de aguja. hechas del mismo material que la parte de arriba, también de una sola pieza y que le llegaban cada una hasta el inicio de sus redondas y bellas nalgas. El contraste de su piel blanca con el conjunto negro, resultaba hipnotizante.
- Te ves increíble. – alcancé a balbucear, convencido de que, por esa mujer,
cualquiera se dejaría destrozar la piel con un fuete.
- ¿Tú estás listo? Pensé que te encontraría desnudo.
- Estaba por hacerlo, pero la curiosidad por todo lo que tienes aquí, pesó más. –
expliqué dirigiendo mi mirada hacía sus juguetes sexuales y su colección de videos. Ella asintió clavando su mirada en mí.
- ¿Y después de verlos hay algo qué te interese probar? – preguntó acercándose
lentamente. Empecé a sentir un cosquilleo en las manos, como si la presión arterial me abandonara. No quería señalar algún juguete o película, temiendo que cualquier elección me llevaría por un camino desconocido y tortuoso.
- No lo sé. – respondí. En mi tono de voz se asomaban las dudas.
- Elige algo.
- ¿Tú qué me recomiendas? – pregunté, evadiendo la iniciativa que ella me
ofrecía. Trinidad sonrió, volteó a ver todo lo que había en su cuarto y finalmente dijo:
- Hagamos algo. ¿Te parece?
- Ajá.
- No me digas ajá, dime sí.
- Sí.
- Ok, Así está mejor.
- …
- Como es tu primera vez, dejaré pasar tu rechazo a mi ofrecimiento, normalmente yo decido sin preguntar, pero a veces lo hago, y quiero que quede en claro que tu no puedes rechazar esa amabilidad. Si te digo que elijas algo, tú eliges algo. ¿Entiendes?
- Sí. – contesté casi lívido. Una sensación entre atracción y miedo se apoderaba
de mí. Nunca me había hecho esa pregunta, pero después de lo vivido con sus hijas y ahora con ella, tuve que hacérmela: “¿Soy un sumiso?” Y con esa pregunta llegaban otras, la mayoría, preocupaciones de si me infringiría algún tipo de dolor físico. Trinidad notó el conflicto.
- No te angusties, no puedo empezar contigo desde el máximo nivel, iremos poco a poco. Y no siempre será así, habrá ocasiones en los que yo cambiaré de rol, pues ese día me apetecerá ser la sumisa, y esperaré que te comportes a la altura. ¿Ok?
- Sí.
- Pero no este día, hoy, estoy al mando. ¿Estamos?
- Sí.
- Desnúdate. – ordenó Trinidad. Yo, obedeciendo a sus deseos, enseguida me
quité toda prenda sobre mí. Ella continuó con sus órdenes.
- Ahora, te daré una oportunidad más. Tu elige el juguete que quieras y yo elegiré el video que me plazca. Ahora ve.
Su voz era suave y un poco dulce, sonaba tan erótica en tono imperativo, que mi erección que había ido y venido durante toda la noche, volvió a tomar impulso. Fui directo a los dildos, iba a seleccionar uno, pensando que ella lo usaría, pero un segundo pensamiento surcando cerca del ano me hizo cambiar de opinión. Desistí de los dildos y llegué a las maquinas folladoras, pero el peligro sería el mismo. Pasé de los fuetes y las cadenas, lo que sucediera en el futuro sería otra cosa, hoy no estaba preparado. Cuando observé las esposas, me di cuenta que a un lado, había una especie de pequeño cinturón de castidad, esa era una buena opción. Ella se lo pondría como parte de su atuendo sado, y en algún momento, si me portaba bien, Trinidad me daría permiso de quitárselo para poder penetrarla. Regresé a la cama, sentándome en la orilla. ella acababa de poner play en la videocasetera y daba vuelta viniendo a hacia mi.
- ¿Qué elegiste? – me preguntó. Yo estiré mi mano y le enseñé lo que había traído. Sintiéndome seguro de mí elección le pregunté:
- ¿Te gusta lo que traje?
- No pudiste ser más atinado. – dijo tranquila, mientras en la pantalla aparecían
las primeras cortinillas del video que ella había seleccionado. La calidad no era la mejor, se notaba que la película era casera. La mamá de Violeta fue hasta la pared donde estaban los fuetes y descolgó uno. Los nervios de ser azotado me hicieron espetarle:
- ¡Teníamos un trato! ¡Yo decidía que juguete!
- Primero no me hablas así y segundo elegiste una jaula para tu pene, la cual no te puedo poner con la erección que tienes.
Toda la sangre que normalmente circulaba por mi cuerpo, ahora, no navegaba más allá de mis tobillos. No tenía idea de lo que había elegido. Traté de replicar, pero mi voz ya no era bienvenida.
- Pero yo creí…
- No volverás a hablar hasta que yo te lo permita.
- …
- Y ahora, ¿qué voy a hacer con esta erección?
- ¡No me pegues, yo puedo pensar en algo desagradable!
- ¡Calla te he dicho, si vuelvo a escuchar tu voz, te pondré las cadenas y te azotaré por placer!
Con cada palabra que Trinidad pronunciaba mi pene se endurecía más. Esa mujer semidesnuda y dándome ordenes, me parecía lo más sexy que había visto en la vida. No había más, sería todo lo sumiso que ella me pidiera, incluso desde mi libido, empezaba a creer que podía soportar el dolor que ella me infringiera.
- Veo que te gusta como te hablo, eso está mejor. Pero eso no resuelve el problema
que tengo para ponerte esta jaula. – dijo la mamá de Violeta, al tiempo que en la pantalla aparecía una mujer subida en una cama infantil, totalmente desnuda y cubriendo su cara con un antifaz. La información de la videocámara databa el ya lejano 1995 y el desgaste de la cinta provocaba que la experiencia al verla fuera más decadente. Trinidad fue por unas esposas, mi corazón latía al ritmo de la cobardía. Me ordenó sentarme en el piso, recargado a los pies de la cama. La base tenía argollas a todo lo largo y ahí esclavizó mis manos. Luego, de su arsenal, trajo unas cadenas, que en los extremos tenían soldadas pulseras de metal con candados. Abrió mis piernas y con esos utensilios también las inmovilizó. Pero la dureza en mi pene lejos de disminuir, se incrementó. Esto me hizo sonreírle, como diciéndole: “No esta funcionando lo que haces.” Ella se puso seria.
- ¿Te da risa? ¿Crees que no sé lo que hago?
- …
- Sólo te diré una cosa, – dijo agachándose para alcanzar mi oído. – lo que voy a hacerte, dolerá, y si gritas muy fuerte, lo que espero que hagas, me veré obligada a ponerte un arnés en la boca con un dildo tan grande, que cada vez que te pegue sentirás que te ahogas.
Obviamente dejé de sonreír, en sus ojos existía una llama de maldad que prometía cumplir cada una de sus amenazas. Miré de nuevo la pantalla, la escena era grotesca, la mujer del antifaz le hacía sexo oral a un niño de no mas de nueve o diez años. Mi estómago se revolvió, pero mi pene se puso aún más duro. Trinidad se alzó imponente frente a mí, impidiéndome seguir viendo el video. Y sin ningún aviso, en un movimiento rápido golpeó mi pene en un costado con la punta del fuete. El dolor llegó rápido y de sorpresa, también el aullido que desde mi garganta sonó.
- ¡Aaaauuuh!
- ¡¿Te ha gustado? Pues toma otro!
- ¡Aaaaauuuugh!
El segundo lo propinó de revés, y aunque a diferencia del primero, éste ya lo esperaba, me dolió aún más. Se arrastraba por mi cabeza una tonta idea: Trinidad debía ser tenista, pues su revés había sido más potente que su derecha. Quise preguntárselo, pero no lo hice, pues eso hubiera provocado un golpe más. De cualquier forma, intrigarme por su técnica de golpeo, me salvó de un fuetazo extra. Al dejar de pensar en sexo, mi pene comenzó a perder tono, hasta quedar casi por completo en su estado flácido. La mamá de mi novia estaba complacida.
- Escúchame bien Tristán.
- …
- Puedes hablar.
- Te escucho Trini.
- Cuando yo estoy a cargo, yo decido sobre ese pedazo que tienes entre las piernas. ¿Me oíste?
- Sí.
- Yo decido si se para, si no, si sale leche de ahí o no, si sufre, si goza, pero principalmente si entra en mí o no. ¿Estamos claros?
- Sí Trini.
- Y algo más, mientras seas mi sumiso me llamarás Mí Ama. ¿Está bien?
- Sí…ama… Sí Mi Ama.
- Aprendes rápido, eso me gusta. Ahora te pondré tu jaula y espero que la disfrutes tanto como yo lo haré.
Trinidad se agachó para ponerme la jaula, puso el cinturón en mi cadera, luego aprisionó mi pene y mis testículos con la jaula; el frío metal de ésta me hizo dar un brinco al contacto con la piel, especialmente en la zona lacerada. Desde esa distancia pude apreciar mejor los labios de su vulva: eran pequeños y poco arrugados. Me parecieron hermosos, imaginé tener mi lengua entre ellos, casi podía sentir su suavidad. Trinidad de inmediato se percató de mi exploración.
- Te gusta mi coño. ¿No es así?
- Sí, Tri… Mi Ama.
- Por poco recibes otro fuetazo. Que no se te olvide quien soy para ti.
- No Mi Ama.
- ¿Te gusta mi coño?
- Si Mi Ama.
- ¿Cuánto?
- Mucho Mi Ama.
- Pues si te portas bien tal vez te deje probarlo. – concluyó poniéndose de pie, su
monte depilado casi rozó mi nariz. Un aroma a dulce humedad y un leve brillo en la cara interna de sus muslos anunciaba su excitación. Esto me daba algo de esperanzas. Deseaba, desde que entró a la habitación enfundada en ese atuendo, penetrarla. Trinidad acercó a mi lado una silla negra que estaba oculta en una de las esquinas y se sentó cruzando perfectamente las piernas. El video continuaba su reproducción: la mujer con el antifaz, seguía dando sexo oral, sólo que ahora una niña como de diez años, boca arriba y con las piernas abiertas, lo recibía. Pero el niño aún estaba a cuadro, con la mujer en cuatro, penetrándola por detrás. La imagen era terriblemente decadente, al menos eso me decía la razón, mi pene tenía su propia crítica.
- Veo que empieza a gustarte la peli. – me dijo Trinidad, dando suaves y
pequeños golpecitos con el fuete en la jaula de metal. Era verdad, mi pene gobernaba mis pensamientos, haciendo que el artefacto incrustado en mis genitales, comenzara a ejercer presión a lo largo de mi falo. El tejido cavernoso se expandía con cada gemido que escuchaba en el video. La presión aumentaba y el dolor también. Era una sensación que yo conocía bien, similar a cuando tienes una erección vistiendo ropa ajustada, sólo que sin la ayuda del uno porciento de spandex, lo que provocaba un dolor más intenso.
- Ella se llama Mireva.
- ¡Aaauh!
- En los años noventa se convirtió en toda una celebridad del porno, claro, en el mundo más oscuro e ilegal del porno. Aún así, si sabes donde buscar, la encontrarás en montones de videos.
- ¡Ah…!
- Y aunque no lo creas, esto es incesto real.
- ¡Ay…ah!
- Esos son sus hijos: el pequeño y hermoso niño que la taladra, como una diminuta metralleta, se llama Jesús, y la pequeña que ahora mismo se retuerce de placer con la suave y experta lengua de su madre, se llama Trinidad.
Primero no relacioné el nombre. Concentrándome en el dolor, mis pensamientos llegaban tarde. Un instante después, puse más atención en la niña. Descartando el cuerpo que gracias a la temporalidad no podía ser el mismo, me concentré en la cara: el pelo castaño claro, la tez blanca y la nariz recta coincidían, pero la señal inequívoca, de que Mi Ama era la niña del video, fueron sus grandes y bellos ojos cafés. Sentí que mi estómago pesaba y mi cuerpo languidecía. Entre el dolor físico, las imágenes de pedofilia y la revelación de Trinidad, me sentía vulnerable y a punto de romperme. Creía que podía con la situación pero La mamá de Violeta, a cada segundo me sumergía en aguas más profundas.
- Sí, así es. Esa loca búlgara fornicaba con sus hijos enfrente de la cámara. Y si crees que exageré al utilizar el verbo fornicar, sólo debes saber que ella era muy católica, no tenemos estos nombres de casualidad; y mi padre, que era ministro protestante, entre muchas de sus aficiones estaba el grabar videos caseros. Tú no lo ves ahí, pero yo te puedo describir la escena completa, con mi padre masturbándose sentado en un sofá al lado del tripie que sostenía la cámara, sujetando su pene con una mano y el crucifijo con la otra.
Creí que la película no podía ser más oscura, pero al saber que eran dos beatos fornicando y grabando a sus hijos, acentuaba la penumbra que la envolvía. Si lo pensaba con detenimiento era nauseabundo, mas tener a la niña protagonista sentada a mi lado, convertida en una mujer sensual y dominante, cambiaba la ecuación. Era excitante, era embriagante, tanto que estaba convencido, de que no respiraba más por la nariz sino por mi piel; como si mis poros palpitaran al ritmo del oxígeno. Mi pene desafiaba con su dureza la de su jaula, lo que me provocaba un dolor por momentos insoportable.
- ¡Aaay! ¡Uuuh! ¡Ah!
- Tu pene su endurece…
- ¡Aaagh…!
- ¿Te digo algo?
- ¡Mmmm…dime…Mi Ama…!
- Me gusta que se te ponga dura…
- ¡Aaagh!
- Eso quiere decir, que al menos esa verga es igual de pervertida que yo.
- ¡Ah…!
- ¿No es así?
- ¡Sí, Mi Ama…aaagh!
- Y gracias a que se comporta así, ella recibirá su recompensa, así es, ella no tú. Me gusta mucho verla así. Entonces, la liberaré y me sentaré en ella, y no quiero que por ningún motivo tu sientas placer, sino te azotaré tan fuerte, que tendrás la piel roja por semanas. ¿Me entendiste?
- ¡Sí, Mi Ama!
- Sólo a tu verga se le permitirá el placer y lo demostrará soltando chorro tras chorro de leche en mi interior. ¿Esta claro?
- ¡Aaaagh…Sí, Mi Ama…!
Trinidad se levantó de la silla, en cuclillas me liberó de la jaula, mi pene aliviado, saltó como un resorte quedando totalmente empalmado. Tiró la jaula a un costado y lentamente dirigió su vagina hasta mi glande. Cuando éste toco sus labios mayores, hizo algunos giros con su cadera, mojándolo con sus fluidos, para después introducírselo, en un lento y paciente sentón que me provocaba al mismo tiempo ansiedad y placer. Su vagina estaba inundada. Al terminar de sentarse por completo, levantó su fuete con la mano derecha, como esperando un globo de su contrincante y efectuar un smash. La piel de su traje sado se estiró al máximo.
- Si tan sólo escucho un ruido de ti, tendrás marcas en las mejillas de por vida y creéme yo me encargaré de que no se te vean sexys. ¿Ok?
- Sí, Mi Ama.
- A Partir de este momento no quiero escuchar ni un sonido de ti, a menos claro, que yo te lo ordene.
Las expertas caderas de Trinidad empezaron un vaivén, tan sensual y coordinado que parecía como si todo mi sexo fuera succionado hacia el interior de su vagina. Mi calentura estaba al límite, teniendo que morderme los labios para no emitir sonido alguno. No era el tipo de coito que yo esperaba al principio de nuestra cita, pero dadas las circunstancias, me encontraba en el cielo. Pensé que eso sería todo: cogeríamos y yo la llenaría con mi semen y ya, sin embargo, antes de que eso ocurriera, Trinidad tenía algo más en mente. Y sin perder un momento la coordinación y ritmo de sus movimientos, me dijo:
- Ahora escúchame… y no podrás rechazar en ningún momento, nada de lo que te diré. No sólo te he traído aquí para coger o ver mis videos porno; o sólo para azotarte o provocarte dolor. No, no es sólo eso. Violeta te encontró y yo te daré un propósito. En un principio dudarás y perseguirás todas las razones para no hacerlo, pero bajo mi guía y mi liderazgo, te convencerás que no existe un mejor camino que el que yo te daré como misión, y así, vivirás los años más felices y placenteros de tu vida.
Los movimientos de cadera se hacían más intensos. Yo no tenía idea de lo que me decía, pero sus palabras cobraban un tono de excitación. Acortando vocales aquí y allá. Mi pene palpitaba con fuerza no aguantaría mucho más.
- Así es Tristán, no pasará un solo día en que no trabajemos en lograr el objetivo, y tú serás la pieza clave.
- …
- ¡Tu me ayudarás a recuperar a Jesús! ¡Sí, a mi hermano. Tu serás mi caballo de Troya!
¿Jesús? ¿Su hermano? ¿Recuperar? Ya no entendía nada, y tampoco en ese momento importaba. Trinidad se movía frenética encima de mi verga, había subido el ritmo, luego de mencionar a su hermano. Después ese ritmo lo perdió y también la coordinación, señal inequívoca de que estaba teniendo un orgasmo. Sus gemidos eran tersas y roncos. Yo también me perdí y sangrándome los labios para no gemir, solté todo mi semen en el interior de mi suegra, teniendo un orgasmo que acalambraba mis brazos y piernas, tal vez por encontrarse inmovilizados.
Trinidad se dejó caer un momento sobre mi regazo, para luego zafarse de mi pene, levantarse y dejar que nuestros fluidos combinados cayesen sobre mi vientre. La visión de su cuerpo desde esa perspectiva era magistral. Fue hacia uno de los burós de la cama y sacó unas llaves, que utilizó para liberarme. Me dio una última orden, pidiéndome que me acostara en la cama. Salió del cuarto, asegurándome que no tardaría, no mintió, en breve, regresó a la habitación totalmente desnuda, ya sin su traje sado. Puso stop en el video y lo guardo en los gabinetes. Con el traje, también se había ido Mi Ama. Se acostó a un lado de mí subiéndome una pierna a la altura de mi sexo.
- Te has portado increíble Tristán
- Tú también Trini.
- Me gustas…y tu verga más. – dijo Trinidad echando a reír. Sus dientes blancos
contrastaban armónicamente con el rojo de sus labios.
- Pues al principio la has maltratado.
- Pero luego la he consentido.
- Es verdad. – respondí asintiendo. Mi ex Ama, se me acercó al oído, y ahí, en
ese tono entre susurro y seducción seguimos platicando.
- Lo dije en serio Tristán.
- ¿Qué?
- Lo que harás por mí.
- ¿Lo de tu hermano?
- Sí.
- Si te soy sincero, no puse mucha atención. Solamente escuché algo de recuperarlo.
- Así es. Y tú serás mi arma principal. – sentenció Trini al mismo tiempo que
rodeaba mi pene con los dedos de su mano, acariciándolo suavemente.
- No se que tengas en mente pero, te ayudaré en lo que me pidas.
- Sé que lo harás, sé que con tu ayuda lo tendré de vuelta.
- ¿Cómo es eso? Cuéntame. – pregunté, comenzaba a intrigarme su obsesión con
recuperarlo. Trinidad dejó de tocarme y se acostó boca arriba igual que yo, como si en esa posición sus recuerdos fueran más fluidos.
- Jesús no solo es mi hermano, es mi gemelo. Y también éramos amantes desde que teníamos 10. Hace justo 18 años cuando cumplimos 18, sin dar explicaciones, se fue de casa; yo lo amaba y como podrás adivinar, su partida me dejó destrozada. No supimos nada de él durante 7 largos años, hasta que mi padre que nunca cesó en la búsqueda, lo encontró en esta ciudad, casado y con una hija recién nacida.
Trinidad en ese punto, se le quebró la voz, hizo una pausa, como si recordarlo fuera poderoso y doloroso a la vez. Después se compuso y retomó el hilo de la narración.
- El reencuentro en un principio fue maravilloso, mi madre no paraba de llorar ni de abrazarlo, todos incluyéndolo a él estábamos felices. Mi padre compró esta casa y nos mudamos aquí, para estar cerca de Jesús. Entre él y yo aún existía esa atracción, incluso durante ese reencuentro, más allá de los abrazos y las risas, estaban las miradas, y esas no mienten. En poco tiempo retomamos nuestro romance. Cada que podíamos, lo que era muy seguido, cogíamos desaforadamente, experimentando cosas nuevas, cada vez más sadomasoquistas y pervertidas. Esa experimentación nos unió mucho más y sacó a flote todo el amor que sentíamos por el otro.
- Suena a que eran felices. ¿Qué pasó?
- Todo acabó el día que quise incluir a Violeta en nuestros actos sexuales. Él se negó, argumentando que era sólo una niña. Yo le recordé que nuestra madre nos había iniciado más o menos a esa misma edad y que además yo había comenzado ya la iniciación de Vi. Parecía asustado, ni siquiera me volvió a mirar. Se fue sin decir adiós y desde entonces la relación se enfrió.
- También con tus padres se volvió distante.
- ¿Con ellos? Para nada, al contrario, ellos fueron el único vínculo que teníamos, pero hace un año, mis padres murieron en un accidente, y no lo he vuelto a ver, ni tampoco a su familia.
- OK, entiendo. Lo que no me queda claro es: ¿Por qué yo? ¿Cómo voy a reparar ese vínculo?
- Por que eres joven y guapo.
- ¿Y eso le gusta a tu hermano?
- No, pero a Vania si.
- ¿Quién es Vania?
- Su esposa.
- ¿Quieres que seduzca a su esposa?
- Eso y más.
- ¿Más?
- A sus hijos también. – aclaró Trinidad, girando hacia mí, volviendo a sujetar
mi pene, masturbándolo suavemente.
- ¡¿A sus hijos?! ¡Pero si deben ser unos niñitos!
- La niña tiene 12 y el niño 10.
- ¡Pero si son de la edad de Isa!
- Y eso no te ha impedido coger con ella, ¿o sí?
- No…pero…
- Así es, está verga que estoy jalando, suave y dura, ya se la metiste a mi pequeña hija. ¿No es cierto?
- Trini, tu sabes que… ¡Ah…!
- Precisamente por eso, por que se que eres un degenerado que le mete la verga a niñitas, es la razón por la que te he escogido.
- ¡Ah…!
- Mira como se te pone dura cada vez que te lo digo, cerdo.
- ¡Ah…Trini…!
- Tú, seducirás a su esposa…
- ¡Oooooh… Ok!
- Y luego harás que ella se coja a sus hijos…
- ¡Si…si… lo haré…aaah!
- Y luego tu cogerás con ella y los niños…
- ¡Ahh…!
- Y luego, Violeta, Isa y tú cogerán con Vania y sus hijos.
- ¡Sí, sí…qué rico!
- Y por último, yo también me integraré a esa orgía, y así, para cuando Jesús se de cuenta, su familia será tan incestuosa, como en la que crecimos él y yo.
- ¡Sí, así…me vengo! ¡Ya…ya me vengo!
Trinidad acercó su cara a mi verga y la metió a su boca, tragando toda la venida que golpeaba chorro tras chorro su garganta.
Bro.. del primer relato a este.. falta algo más.. te saltaste???
Hola, Mr_labina, gracias por tu interés. No me salté nada. El relato no es lineal. Hay situaciones explícitas y otras implícitas. Saludos.
Una pregunta: publicaste algu relato intermedio entre este y Violeta 1? porque aqui la madre de la novia dice que se ha follado a Isa, pero en el Violeta 1 solo le hace sexo oral…
Gracias por tus comentarios y por tú interés L0b0V87. No publiqué nada intermedio. El relato no es lineal, pasaron cosas en medio que probablemente irán surgiendo. Saludos.
Muy buen relato , y muy bien escrito ,sigue asi.
Pero es verdad,siento que falta algo entre este relato y el primero,igualmente voy a seguir leyendo los siguientes
Noeliak, gracias por tus comentarios. Qué buen que fue de tu agrado. Como ya escribí antes, estaré de vez en cuando, saltándome algunos tiempos. Es parte de mi proceso creativo, espero me entiendan. Saludos.
Apunta a ser una obra maestra. 👏👏👏👏
Gracias sex69xxx, deseo que las siguientes entregas, cumplan con esa expectativa que tienes. Que tengas buena semana.
Deseando leer la continuación, y más lo que apuntas como un relato intermedio. Buena la puesta en escena BDSM. Me gusta el sistema que utilizas, con saltos en el tiempo. Igual te lo copio, jajajaja. Ya en serio, si lees los relatos de Connors, en uno de llos, el de la toma de París, se apunta un salto en el tiempo. Me gusta.
Excitante y con morbo.