Y yo pensando que creía lo que era una familia feliz…Parte 2
Siempre habíamos sido una familia muy cercana, y después de que mi hija empezó a vislumbrar los placeres del sexo con sus padres, se volvió bastante más cercana, mi pequeña mi mujer y yo ya habíamos establecido una dulce mecánica y vida sexual.
Resumen corto: Siempre habíamos sido una familia muy cercana, y después de que mi
hija empezó a vislumbrar los placeres del sexo con sus padres, se volvió bastante más
cercana, mi pequeña mi mujer y yo ya habíamos establecido una dulce mecánica y vida
sexual, pero según se acercaba el fin del verano, empezaba una nueva fase entre mi
mujer, yo y mi princesa de 9 añitos
Para los que no nos conozcáis, nos volveré a presentar, tal y como dije yo soy Rodrigo,
no es mi nombre real, tengo 36 años, y desde hace ya más de nueve años estoy casado
con mi hermosa esposa «Viviana», Vivi para nuestros conocidos, que ahora tiene 39
años. Desde siempre han dicho que soy alguien atractivo, aún conservo la musculatura
de mis edades más lozanas debajo de una cápita de masa de padre y sigo siendo alto en
comparación a la media. De piel clara y cabello oscuro dejo que mi barba aflore por mis
mejillas dándole una apariencia desarreglada, pero a la vez de un canallita afortunado.
Soy bastante fogoso y activo sexualmente, con mi vega de casi 19 cm hago que las
delicias de mi mujer y mi hija bailen para mí, casi como una flauta mágica.
Mi mujer en cambio, ya os comenté como es, su físico describe a la perfección la
categoría de Milf, con unas generosas tetas de pezones grandes y oscuros, unas caderas
amplias y hermosas que todo hombre querría tener encima y de las que no pasan
desapercibidas por la calle debido a su gran culo. Y una concha de las cerraditas debido
a grasita de la zona, de un color oscurecido en la que muero y resucito casi todos los
días. Por no olvidar de su ano, que tan alegremente me entrega cuando se lo pido.
Y no podía terminar la presentación sin describir a nuestra ama sexual, la que nos busca
y rebusca para que demos rienda suelta a nuestros mas oscuros deseos en su cuerpo de
tan solo 9añitos. Como ya he dicho mi nombre y el de mi mujer el suyo lo mantuve
discreto, pero seguro que se me escapara durante el relato, pues los recuerdos, según
vienen, son plasmados en este papel, así que lo revelare directamente, Allegra. Allegra
tenía la piel morena naturalmente y el sol del verano la había tostado aún más, un
cabello liso y negro como su madre, portaba gafas y tenia algo de peso extra por lo que,
a pesar de su edad, las curvas de una mujer se habían apropiado de su hermoso
cuerpecito. Ella ya tenía sus hermosos pechitos, mas de masa que de órgano lactante,
que eran la delicia de su madre y la mía, sus pequeños, subdesarrollados y oscuros
pezones aún no habían adoptado su forma madura pero no tardarían en desarrollarse por
que su madre y yo los mamábamos a diario cual niños pequeños, Sus caderas infantiles
pero rollizas hacían que sus nalgas, paradas y duritas, me llevaran por el camino de la
locura…pero para locura era lo que mi hija escondía en su pequeña ropa interior, su
conchita rosita y rolliza con labios diminutos pero bien definidos, su pequeño, puro y
virginal orificio vaginal que aún no conocía varón y el flujo de la menstruación. Y ese
maldito y diminuto anito que solo se abría para un único sentido. Solo de pensar en su
cuerpo, me daban ganas de volverme loco, como lo exigía, como lo ofrecía… me daban
ganas de que, en uno de nuestros juegos, dar rienda suelta a la bestia que crecía en mi
interior…
Por que juegos hacíamos muchos, una vez realizado con éxito su despertar sexual,
pasaba mas tiempo en nuestro cuarto que en el suyo, al principio de este verano había
tenido su primer contacto, y a estas alturas ella misma ya se comportaba como una
adulta. Mas de una vez venia a nosotros en busca de caricias y sexo, hasta había empezado a masturbarse en el salón. Casi tuvimos que echarle una bronca porque nos
podían descubrir, pero parece que, después de varias charlas de educación sexual,
comprendido que eso debía hacerse a solas…o con nosotros en nuestro cuarto. Ya no
había limites, tan pronto como veía la ocasión empezaba a devorar a su madre, le hacia
especial gracia comerle el coño ya que su madre reaccionaba instantáneamente. Creo
que ambas despertaron la vena lesbiana en la otra, por que les faltaban escusas para
comerse la una a la otra. Pasamos todo el verano haciendo tríos en los que ella
participaba solo para darnos y recibir sexo oral, y era perfecto.
Cuando llego el final del verano, decidí que mi hijita merecía un premio, así que con
unos ahorros que tenía decidí que nos íbamos de viaje a una de esas playas paradisiacas
y fue en esas playas donde ocurre el nuevo despertar de la maravillosa vida sexual de mi
hija. Pasando por encima la parte aburrida, resumiré lo más posible, llegamos al hotel
donde pedimos una cama de matrimonio y una cama individual. Nos dimos cuenta en la
habitación con vistas al mar, que ambas camas tenían una altura semejante, así que las
juntamos para hacer una enorme cama donde poder fortalecer nuestros lazos sexuales.
Los días pasaban sin mucha novedad, Desayunábamos, subíamos al cuarto para
follarnos un ratito y ya descargados íbamos a la playa donde veíamos a nuestra pequeña
jugar con los otros niños, Obviamente, eso despertaba a mi bestia, que tenia que ser
socorrida por mi mujer para que no me buscase problemas, lo hacíamos en los baños, en
el mar o entre las rocas. Mi hija al vernos y saber que estaba bombeando lechita dentro
de mi mujer se ponía hasta celosa. Ya había preguntado y pedido que por que no se la
echaba yo en su rajita tal y como se la echaba a su madre… siempre buscamos escusas
para decirle que no…pero últimamente mi mujer y yo nos quedábamos sin ideas. Lo
máximo que había echo hasta ahora era correrme en su entradita para que mi mujer se la
limpiase a continuación con su lengua.
En uno de esos días, vimos a nuestra hija jugar con el hijo de otra familia, entre sus
juegos mi hija se tropezó y al caer al suelo agarro el bañador del chico dejando al descubierto el cuerpo de su joven amigo de 7 años completamente bronceado por el sol. No pareció gran cosa ya que se lo
volvió a subir y siguieron jugando, pero mi mujer se dio cuenta de algo.
-Anda! No tiene ni la marca del bañador -Dijo mi mujer sorprendida
-Eso es por que a veces vamos a la playa del norte – Dijo Dana, la madre del joven
amigo de mi hija- Es una playa nudista en donde puedes ir en familia
-Nudista? ¿Pero con niños? ¿Es seguro?
-Niños y perros, es seguro por que la gente respeta, alguna miradita, pero la mayoría son
familias, no hay ningún abusador, o viejo verde que se quede mirando
“Joder con Dana, no le des alas a mi mujer” pensé mientras notaba como el pulso y la
respiración de Vivi se aceleraban. Dana y Oscar eran una joven familia de aspecto
europeo. Ella era rubia como si fuera alemana, con un cuerpo bonito y delgado que
exhibía sin pudor con bikinis tanga que dejaban su culo al aire. Oscar por el contrario
era mas mediterráneo, con rizos negros y físico poco musculoso, pero algo definido.
Como Dana no podía concebir, decidieron adoptar a un joven mulato de ojos grises que
llamaron Daniel, el nuevo mejor amigo de mi hija. Estoy seguro de que, de ser mayor,
esos dos serian novios. Me daba envidia, no sé quién me daba más, si Daniel por que en
pocos años seria tan atractivo que las conchitas de sus amigas se le abrirían solas, o de Oscar, que podría soltar día y noche litros de semen en el útero de su mujercita sin temor a un embarazo y sin que ella tenga que hormonarse. La tercera llamada de
atención de mi mujer al nombrarme por mi nombre me saco del trance,
– Eh? ¿Que? Si… por qué no, lo pasaremos bien – Dije sin saber a qué se refería. Y así
es como nos comprometimos para ir al día siguiente con nuestros amigos a una playa
Al día siguiente mi mujer no cabía en su gozo, casi cantaba mientras hacia la bolsa de la
playa, al contrario de siempre, esta vez solo metió las toallas y los juguetes. Mi hija por
el contrario estaba confusa, no entendía por qué no podría llevar el bañador fucsia que
habían comprado para venir a la playa, y por que su madre dejaba los nuestros tendidos
en la habitación. Intentamos explicarle varias veces que haríamos y que nos tendríamos
que comportar y ella seguía diciendo que tenia vergüenza… al final la convencimos con
su punto débil, su postura sexual favorita, en la que nosotros nos poníamos de rodillas
uno en frente del otro y ella de pie en el medio, en esa postura mientras su madre le
lamia el ano nos masturbaba a ambos, y yo me comía su vaginita mientras pellizcaba
sus pezones. Tras prometerle que esta noche haríamos esa postura, acepto.
La llegada a la playa fue en coche, según bajábamos por la costa se termino el camino y
nosotros no veíamos nada. “Es normal supongo” pensé “al ser una playa nudista
prefieren estar discretos”. Después de recorrer un sendero que aparecía y desaparecía,
cuando ya empezaba a cansarme llegamos a la peor costa posible, llena de rocas, Oscar
siguió caminando y se metió en una cueva medio inundada, esa cueva era la entrada al
paraíso, en cuanto salimos vimos una playa de arena dorada y fina, pájaros en el cielo y
olas de color azul cobalto tan clara que dejaba ver la fauna marina. No había ninguna
duda de que era la playa mas bonita de todas en las que había estado, la arena de la
misma estaba junto a unos acantilados que daba lugar a pequeños escondrijos, casi
como habitaciones, donde dejar nuestras pertenencias. Pero lo más impactante, un
montón de gente, sobre todo familias, completamente desnudas y a su rollo. Veía
matrimonios de mayores, matrimonios jóvenes, niños y niñas corriendo detrás de un
balón tal y como habían venido al mundo, Un grupito de mujeres haciendo yoga
desnudas ante la atenta mirada de sus maridos y alguna furtiva de algún otro
matrimonio, También había adolescentes, con su mirada clavada en sus teléfonos
mientras estaban tumbadas en las toallas dejando bien expuestas sus adolescentes
vaginas y penes con vello incipiente. Veía varios intentando disimular erecciones bajo
el agua. El mejor sitio del mundo me dio la bienvenida con un regalo para la vista
Creo que Oscar dijo algo de que habíamos llegado en el momento justo, algo de que por
la mañana eso estaba de gente haciendo cruising que solo querrían follar, y que por la
tarde noche volvían para ver si la podían meter en caliente. Luego nos dijo las reglas
que todos conocíamos del nudismo, se reducen en no seas un puto salido, no intentes nada con nadie desconocido y si quieres follar vete a un lugar privado y se empezó a
desnudar. Vivi estaba en shock, no podía dejar de mirar a todos lados, al pene de ese
señor que andaba por la playa, las tetas de esa señora operada, al ese joven de 16 años
que se había puesto a cuatro patas para estirar la toalla y exponía su ano a nuestra
mirada. Se quedo tan en blanco que tuve que darle un toque para que reaccionara.
Enseguida nos desnudamos, obviamente no perdí detalle de nuestra amiga Dana y
quería mordisquear sus rosados pezones y poseer su depilada y pálida vagina inútil para
la procreación, pero eso es otra historia. Lo más difícil fue desnudar a nuestra hija y
exponer su cuerpo con marcas del bronceado sobre el bañador, no sé si por vergüenza o
por que se veía algo mas gordita que el resto de niños de su edad. Pero una vez empezamos a caminar destino al lugar donde dejaríamos las toallas su vergüenza se
quitó, y más cuando un chaval le ofreció jugar con el resto de niños a Daniel y a Ella.
No paso mucho tiempo pero sentí como mi mujer y yo nos volvíamos locos, ella lo tenía
más fácil porque solo yo veía como su vagina, recién depilada esa misma mañana, se
empezaba a humedecer e hinchar de la excitación del momento, ella cruzaba las piernas
o se tumbaba boca abajo al sol para evitarlo, pero era yo el que peor lo pasaba, recuerdo
ver el pene de Oscar, completamente muerto por la costumbre de esa visión y sentir
envidia, el mío cada dos por tres amenazaba por excitarse y mostrar a todo el mundo
mis 19 cm, era horrible, me pase la mañana de la toalla al agua para calmar el asunto.
Para la hora de comer creía que me había acostumbrado, pero con una sola mirada veía
a Dana, completamente abierta de piernas sacándose arenita de la vagina, al girar la
cabeza a una adolescente de 17 de pie atando su cabello en una coleta con dos manos
proyectando sus pechos hacia adelante y con la espalda encorvada, en otro lado de la
playa veía como una señora había cambiado la orientación de su toalla dándome una
clara visión de su coño en un primerísimo primer plano, gire mas la cabeza y pude
vislumbrar entre las rocas como una parejita joven se estaban destrozando mutuamente,
diría que en realidad el la estaba sodomizando por la postura que tenía ella. Y no podía
mirar a la playa, cerca del agua estaba el grupo de niños, habían dejado de jugar el balón
y jugaban al pilla pilla o tú la llevas, juego en el que, al menos en mi país, al entrar en
protección decías “crucis” y te ponías de pie con las piernas y brazos extendidos hasta
que uno de tus compañeros pasaba a gatas entre tus piernas danto la dulce visión de un
culito en cuatro pasando por debajo de otro culito. Era una locura.
Cuando mi mujer fue a por unas bebidas y algo de comer con Oscar, recuerdo que tuve
una conversación muy incomoda con Dana mientras ella le echaba crema a mi hija por
todo su cuerpecito y si, también entre los pliegues, me decía que era normal, que
muchos hombres venían aquí como yo, para complacer a sus mujeres naturistas y que
luego lo pasaban mal, se mantenían callados todo el día evitando mirar, pero me dijo
que no me preocupase, que la gente de esa playa es muy abierta, algunos hasta
exhibicionistas y que como parte de las reglas no escritas de la playa se entendía que si
ibas entre las rocas, nadie te diría nada, hicieses lo que hicieses con quien quisieses,
clara referencia a una insinuación que consumí en otro momento, todo era válido
mientras no lo hicieses en la misma playa.
Comimos juntos en la playa y como Oscar tenia entradas para un evento, Oscar, Daniel
y Dana se fueron después de comer, dejándonos solos con nuestra hija. Ya solos mi
mujer empezó a hablarme y a decirme lo que había visto, gente que, como nosotros, era
demasiado cercano a sus hijos y los hijos ajenos. Todos muy educados, pero del estilo,
“Mira esa chica de ahí, la de 18 años, obviamente ese no es ni su hijo ni familiar, le esta
echando crema en su pene, espera, ¿Le acaba de poner crema entre las nalgas?” “¡No
me lo creo, mira! De entre las piedras ha salido ese señor y esa joven, ¿cuánto se
sacarán de edad? 30 años? Y seguro que no han ido al baño juntos”, “joder que loco, yo
quiero volver mañana a ver que vemos”.
La verdad que todo lo que decía era cierto, ahora que algunas familias se habían
empezado a ir veía mas gestos de unos hacia otros, caricias impúdicas, metidas de
mano, erecciones sin disimular. Mi mujer y yo no podíamos estar mas cachondos y la
cosa seguía y subía, ahora eran las jovencitas adolescentes que habían dejado sus putos móviles y habían empezado a jugar y dar grititos en la playa… y yo empezaba a sentir
como una furiosa corrida empezaba una rebelión en lo mas profundo de mis testículos.
A eso de las 17, fue cuando mi mujer y yo recibimos la mayor hostia de sentimientos
que habíamos sentido, un camión cargados de hormonas nos aplasto contra el muro que
habíamos formado para proteger a nuestra hija, muro que obviamente explotó sin
reparos. Y es que vimos a nuestra pequeña princesa agarradita de las manos por un
joven que tendría mas o menos su edad en una pose de película. Era el que la había
invitado a jugar en una primera instancia…pero lo que de verdad nos impacto es que,
sin pudor alguno, el niño tenía una media erección en su pene juvenil que tocaba a mi hija con
la puntita en su monte de venus sin vergüenza alguna. Una escena de película,
seguramente se estaba declarando, o despidiendo, pero a mi entender, le estaba pidiendo
sexo. Nos quedamos en blanco, no sabia si correr a defender la virtud de mi hija o
quedarme a ver la peli. Al final se separaron, y el niño fue corriendo con su madre que
ya había empezado a irse de la playa.
-Joder que caliente – dijo mi mujer
-Ya, casi creía que mi niñita se iba a convertir en mujer- respondí tapando mi erección
-Eso es lo que quieres? – dijo mi mujer que metió su mano para acariciar mi miembro
-Si, pero no así -Dije yo agradecido por sus caricias-Es decir, tarde o temprano
ocurrirá…se hará una mujercita como yo te hice a ti también, un empujón preciso y unas gotas de sangre….solo es que me gustaría que
fuese con alguien mas cercano, no con un chico que no volverá a verla
-Ah sí? Alguien que la vea todos los días-dijo mientras sonreía con malicia- ¿Quieres
ser tú el primero que se lo meta?
-QUE? -respondí incrédulo
-A mi no me importa-replico mi mujer- casi lo prefiero la verdad, ella ya ha pedido que
se lo metas como me lo metías a mi delante suya, además, tienes experiencia, ese niñato
se la metería y se correrá en segundos
-También la tiene de su tamaño para que no le duela-Replique
-Siempre duele, que no te engañe nadie, y con paciencia se pasa rápido, así que dime,
sin reparos, ni rodeos, ni dudas… ¿Quieres meterle esta verga por el coñito a nuestra
hija de 9 años?
-Si, si quiero…
Ella sonrió, exactamente igual que cuando dije las mismas palabras en el altar, se puso
de pie y llamo a nuestra hija que salió del agua corriendo hacia nosotros, dios que
visión, completamente desnuda, con sus pechitos y carnecitas botando con cada paso,
una niña que corría alegre hacia su primera vez. Todo paso muy rápido, cuando quise
darme cuenta mi mujer tenia todas nuestras cosas en una mano y sujetaba la mano de
nuestra hija en la otra. Camino a un hueco entre las rocas y extendió la toalla blanca del
hotel en el suelo. No se si alguien nos vio o nos siguió, lo que si se es que si lo hicieron
solo disfrutaron que la dulce desfloración de mi pequeña.
Mi mujer acomodo a mi niña en la toalla, le puso cremita y empezó a masajear como
solo ella sabe que le gusta a mi pequeña. De la bolsa, saco un tubito de lubricante, vertió
una parte en su conchita y empezó a masajearla. Yo me arrodille cerca de la cabeza de
mi hija, dejando que mi ya erecta verga cayese sobre sus dulces labios…y ella empezó a
mamar. Que situación…seguro que lo imagináis, todo el día con unas ganas de correrme
y ahora estaba en una playa, con el sol en la espalda, oyendo grititos de adolescentes mientras mi pequeña se metía mi glande en su boquita y mi mujer la acercaba al
orgasmo.
-Ya esta lista mi amor-me dijo mi mujer-Allegra, mi vida, hoy vas a recibir a tu padre
tal y como lo hago yo, es un poco molesto al principio, pero debes aguantar… lo harás
por mí?
-Si mama-dijo sacándose mi polla de su boquita-Pero no soy demasiado pequeña aun
-Un poco si -dije yo
-Un poco si -dijo mi mujer al mismo tiempo- pero mi amor, es una muestra de amor
hacia tu padre y a su vez es una muestra de amor de tu padre
-Dijiste que quería que te lo metiese-dije yo sin saber que decir
-No sabia que me dolería-respondió mi pequeña con miedo- a mama parece que le gusta
-Y me encanta, es lo mejor del día, después de chuparte tu conchita claro, que tu padre
me meta la verga después de que se la chupes, me lleva al cielo…
-Bueno vale…
-Dile que lo quieres -dijo mi mujer con malicia lujuriosa
-Te quiero papa
-No, lo otro…que quieres que…en tu…
-Papa, quiero que me metas tu verga en mi vagina
Dios mío…sin palabras…solo muerte cerebral…en serio…mi pene volvió a dolerme
como nunca, ya había dicho que si…Recuerdo decir “claro mi amor y posicionarme
entre sus piernas con mi glande apuntando a su entradita. Mi mujer, con maestría de
diosa creadora de vida, vertió algo de lubricante en mi pene sujeto las piernas de mi hija
haciendo que sus labios vaginales se abriesen.
-Despacito mi amor, poco a poco, tu hija ya esta lista para recibirte, métesela con
cuidado y cariño, pero también disfruta tú y déjaselo todo dentro, que no hay riesgo aun
Uff, una madre entregando a su hija, recuerdo poner las manos cerca de la cabeza de mi
pequeña, sentir la confortable guía de los dedos de mi mujer posicionando mi glande
justo en la entrada de mi hija…ya había pasado mi gran glande por sus labios, pero
ahora era diferente, la lubricación extra, el destino que iba a
conquistar…joder…Cuando mi glande estableció contacto con esa pared que era su
pequeñísima vagina,,, no pude, empuje y empuje pero no entraba. Recuerdo a mi hija
quejarse “AY, me duele, mama me duele mucho” y a mi mujer calmarla y ella solo
decía “ay ay ay” mientras yo la intentaba puntear. No se cuantas veces lo hice, cuantas
veces termine escurriéndome, pero de pronto, note como mi pene establecía contacto
con una húmeda y extremadamente cálida depresión…sentí como mi mujer me soltaba
mi pene, agarro las piernas de mi hija y la metió la lengua en su boca…y sabia que iba a
pasar
Solo hice un poco más de presión y sentí como una prensa estrujaba mi glande, como si
hubiese metido mi verga en un afilador de lapiceros. Mi hija intento gritar, pero mi
mujer silencio su grito con su lengua. Mi pequeña puso sus manos contra mi pecho
como para alejarme, y me detuve, estaba en trance, en esa posición, con parte de mi
glande dentro de ya su no tan virgen vagina. Poco a poco se calmó mi pequeña, princesa
y la presión que me separaba de ella disminuyo… un claro “papi, sigue, ya no me
duele”. Entonces seguí, un poco más de presión y de nuevo la cueva del amor de mi hija
me destruyo el glande por su presión…dios mío…sentí de nuevo el grito ahogado de mi pequeña, el aumento de la fuerza que nos separaba y me detuve… esta vez tardo menos
en volver a aceptar que ese tronco, que hacia que le doliese la vagina que tanto placer la
daba últimamente, terminaría entrando.
No pude más, la siguiente vez recuerdo que fui un poco mas animal y deje que la
presión llegase mas dentro, y ellas volvió a gritar, veía como las lágrimas empezaron a
caer de sus mejillas rollizas…pero al mirar aun veía el borde de mi glande fuera y era
extraño la verdad, porque había notado un impedimento que me impedía
continuar…Obviamente caí en la cuenta que era su defensa natural, el himen, mire a mi
mujer, Ella me sonrió, separo mas las piernas de mi hija y me dio luz verde…entonces,
por mucho que me doliese la presión que mi hija hacia sobre mi glande, lo hice. Me deje
caer poco a poco, mi hija se retorcía, pero no escapaba, ya ni me separaba de ella, de
repente note como superficie contra la que empujaba mi pene empezaba a ceder poco a
poco, centímetro a centímetro… No lo negare, supongo que desgarre el himen de mi
hija y continúe penetrando su estrecha vagina, que, de lo estrecha que es, parecía que
seguía empujando su himen. El caso es que de repente, mi hija soltó un gritito y yo sentí
como mi glande estaba en su totalidad ya dentro de ella. Separe a mi mujer de mi hija,
lamí su cara para que las lagrimas no la dejasen marcas, la mire…por favor, que visión,
mi hija haciendo pucheros, intentando sonreírme y ocultar el dolor de su conchita…la
bese, el beso más hermoso hasta la fecha, le di las gracias por aguantar y que era una
buena niña, su madre también se deshizo en elogios, y después de que se calmase un
poco, continúe.
Para ella fue mas sencillo, ya no dolía tanto…o si…pero no lloraba. Para mi era una
tortura, cada centímetro que entraba era un centímetro que era apretado y afiliado. Poco
a poco, con la ayuda del lubricante, la fue entrando toda…hasta que hice tope.
Le sonreí y me sonrió, mi mujer se emociono y empezó a reír y a pellizcarnos los
pezones. Entonces empecé el bombeo. Seguía siendo una tortura, me costaba horrores
clavar cada centímetro de mi verga en esa recién desvirgada vagina. Y cuando llegaba al
tope, si intentaba salir, la vagina hacia una fuerza atroz que me decía “largo de aquí,
gracias por venir, pero este no es tu sitio…vuelve cuando quieras”. Y eso hacía, poco a
poco fui aumentando el ritmo y mi hija fue cambiando sus quejidos a gemidos. Y seguía
y seguía y seguía. No sé cuántos centímetros de mis 19 entraban dentro de mi pequeña,
lo que se es que cada vez iba más y más rápido. No tarde en cansarme de la postura, así
que me separe un poco de mi pequeña la agarre de los tobillos y me incorpore…dios
que visión
Ante mis ojos veía como la rosada vagina de mi hija estaba completamente roja e
hinchada, entre sus labios, veía su clítoris entrar y salir con mi verga… y mi verga, dios
mío, la veía brillante, con un cerco rojo de sangre que delimitaba el máximo tamaño que
le cabía a mi hija. Sangre de mi hija, de su vagina ya no virgen, restos de su himen, un
pequeño himen destinado a su primer amor, mi hija me lo había regalado, a mí, su
himen seria para su padre… dios que dolor de huevos, en cima ella ya disfrutaba, gemía,
quería mas y mas de su padre y yo solo pensando que no se acabase nunca esta
sensación. Pero poco a poco lo sentía, de nuevo esa mágica sensación, esos espasmos,
esa tortura. Hoy que mi mujer dijo “mira, papa ya está listo, prepárate para recibir su
don”. “Si mama” dijo mi hija y dios. La presión que sus paredes vaginales ejercía sobre
mi miembro aumento y todo el dolor se convirtió en placer. Caí sobre mi hija que gimió
tanto del placer como de sentir que mi pene creció y se clavo mas en su cérvix, intentando entrar en su útero. Y en medio segundo, todo el dolor que sentí, se convirtió
en placer.
La primera descarga la sentí como una manguera de bomberos estallando de presión,
saque mi miembro unos centímetros y volví a clavársela hasta el fondo mientras soltaba
la segunda corrida… y dios, el interior de mi hija adquirido un ardor característico, una
sensación de humedad y viscosidad que mi hija desconocía, pero cualquier mujer
reconocería. Volví a retirarme y a clavársela otra vez. Así hasta que sentí que mi
miembro se ponía flácido, momento en el que me senté sobre mis talones a admirar a mi
hija, que me miraba con cara de orgasmo.
No me dio tiempo a verlo a penas, su virginal vagina yacía abierta y expuesta, toda
rosada la piel de los labios superiores había pasado a un rojo intenso, en su rosado
interior, donde antes había dos puntitos apenas imperceptibles, ahora se veía el de arriba
metido para dentro y en lugar del de abajo, una apertura, un hueco en el que empezaba a
rezumar un liquido viscoso con motas rojas…no me dio tiempo a más, en seguida mi
mujer se sentó entre ambos, dejándome a la vista su expuesto culo y empezó a sorber y
chupar la recién detonada conchita
Noté en ese momento como si la vida explotase a mi alrededor, volví a sentir el sol en
mi cuerpo desnudo, el frio viento en mi miembro mojado por los fluidos de mi hija, el
romper de las olas, el griterío del otro lado de la playa, el ruido de una carretera lejana,
El cantar de las aves, unos sutiles gemidos de alguien en la cercanía, todo. La vida
cobro un nuevo sentido para mí.
No sé cuánto tiempo estuve en ese trance, pero vi como mi mujer se separaba de mi
hija, la había dejado su cosita impoluta, y limpia, sus orificios volvían a ser de un
tamaño adecuado y la ayudo a levantarse. Mi hija apenas podía apoyarse sobre sus
piernas. Mi mujer decía algo de que debíamos irnos por si acaso, agarro las braguitas
blancas de mi hija y se las puso sobre su maltrecha conchita, después la ayudo a vestirse
y se vistió ella… ambos, tanto mi hija como yo estamos en trance.
Mi mujer me llamo la atención y me puse de pie, dijo algo de que me limpiase, pero no
la entendí, al verlo le dijo algo a mi hija y ella misma empezó a la lamer sus fluidos y de
mi miembro mientras me ponía la camisa. Cuando estaba mas o menos limpio me
termine de vestir, Salimos de nuestro escondrijo y empezamos a ir. Recuerdo que mi
hija me dijo que le dolía mucho al caminar, así que la tuve que cargar, intentamos
buscar miradas de odio o desaprobación, pero no vimos ninguna, al contrario, una pareja
de jóvenes en torno a los 25 se acerco a preguntarnos si necesitamos ayuda con nuestra
hija por si se había caído o sufrió un golpe de calor… al final salimos y nos fuimos al hotel.
En el hotel volví a car en el trance, mientras mi mujer se bañaba con mi hija (y
seguramente se la follaba) sentado desnudo en la cama, veía los restos de sangre que mi
hija no me había quitado del pene, unas gotas ahora marrones sobre la toalla blanca en
la que lo habíamos hecho y, sobre todo, la mancha que había dejado en sus braguitas
blancas. Mi mente voló, imaginando a curiosos, a policías a juicios y penas… pero todo
se calmó, en un cálido abrazo note como en uno de mis lados me abrazaba y besaba mi
mujer, completamente poseída por la lujuria, en otro de los lados me abrazaba mi
pequeña, que ya había empezado a despertar mi miembro con sus manitas…. Y recordé que el mejor lugar, era con mi nueva familia feliz, compuesta por su madre que la
ofreció, el padre que la desvirgó y mi nueva “mujercita” de tan solo nueve años
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