Yo fuí una modelo teen
La historia de una de esas niñas que en los años 90 modelaron para ciertas Agencias del centro y norte de Europa que se popularizaron posteriormente en Internet..
Relato basado en la historia que contó una de estas niñas que se hicieron tan populares en los comienzos de Internet y en su época dorada, a través de estas Agencias de Modelos que proliferaron hasta los años 90 en varios países de Europa Central, pero sobre todo en Rusia y Ucrania, de donde era esta mujer, que concedió varias entrevistas a programas de TV y Revistas, en las que daba una versión totalmente diferente a la que se nos ha trasladado sobre cómo estas Agencias explotaban a estas niñas, y en muchos casos, eran abusadas también en sus familias.
Como la protagonista ofrecía una versión que no era “correctamente política”, ha sido vetada mediáticamente, por lo que es complicado encontrar en Internet esas manifestaciones y el libro que escribió sobre lo sucedido en su vida, así como en la de su hermana, por lo que yo he hecho una recreación particular sobre esos hechos, a través de este relato en el que ella los contaría así, aunque hubo más que compartieron su versión de cómo fueron sus vidas:
“”Cuando era niña, al igual que todas mis amigas del Colegio, soñaba con ser modelo, salir en las revistas y lucir esos lindos vestidos en las pasarelas de moda, aunque nuestra inocencia no nos dejara ver la realidad de ese mundo.
Mi nombre es Mica, ahora que ya soy mayor y han pasado muchos años de eso, voy a contar como me acabé convirtiendo en una modelo “teen”, así como mi hermana pequeña Valeria.
Éramos todavía pequeñas cuando nuestra madre nos abandonó para irse a vivir con otro hombre. No sé quién tuvo la culpa de eso, pero mi madre dejó de ocuparse de nosotras y mi padre se quedó muy triste, pero nunca nos hablaba mal de nuestra madre, solo nos decía que tenía sueños por ser actriz y que quería cambiar de vida.
De pronto, él tuvo que hacerse cargo de nosotras y dedicarse a todas esas cuestiones de las que suelen ocuparse las madres, comprarnos ropa e ir resolviendo todas esas dudas que nos surgían en nuestro crecimiento, lo que nos unió mucho más a él y a mí me hizo ser más responsable por ser la hermana mayor, lo que me hacía sentir la obligación de ocuparme de nuestro padre a pesar de tener solo 10 años.
Le hacíamos participar en nuestros juegos de niñas, lo que incluía pases de modelaje, que él disfrutaba especialmente, porque nos decía que ropa debíamos ponernos y como debíamos mostrarnos para ser más sensuales y lucirnos con más gracia cuando desfilábamos en bikini o en ropa interior, lo que yo creo que acababa excitándole, porque nos llamaba para darnos besos y acariciarnos, lo que a nosotras nos encantaba.
Para disfrutar más de su compañía, nosotras empezamos a dormir con él y mi instinto me decía que debía complacerle, aunque no sabía cómo, por mi inexperiencia sexual, pero como todo se aprende, el simple contacto con su piel erizaba la mía y me hacía tener unas agradables sensaciones que despertaron mi sexualidad, quizás estimulada precozmente, pero de una forma natural.
En tener su pene en mi mano, duro y palpitante, humedecía mi vagina, que era acariciada por mi otra mano provocándome un placer que me llevaba a frotarla más fuerte con mis dedos hasta que una descarga eléctrica contraía todo mi cuerpo dejándolo después en un estado de relajación muy agradable, sin saber exactamente lo que me había sucedido.
A causa de ese contacto físico en la cama, la excitación era evidente para los dos y mi padre se dejó llevar por la impresión de que mis caricias no eran inocentes y que al igual que yo me satisfacía, él podía hacerlo conmigo, así como con mi hermana, posteriormente, y todo se fue haciendo más sexual. Su mano acariciando mi vagina era mucho mejor que la mía y la intensidad de mi placer aumentó hasta comprender lo que era el orgasmo, cuando mis amigas empezaron a hablar en el Colegio de esas cosas.
Ellas decían que se tocaban hasta que se corrían y cuando yo les preguntaba lo que era correrse, ellas me decían que era tener un orgasmo.
Eso era lo que me estaba pasando a mí, pero yo no podía decirles que quien me proporcionaba esos orgasmos era mi padre y que también había empezado a hacérselo a mi hermana pequeña, porque al verme a mí, ella empezó a imitarme y a participar de esos encuentros sexuales con nuestro padre, que nos había enseñado también, como debíamos de pajearle y chupar su polla hasta hacerle correrse a él.
Eso era como nuestro ritual todas las noches antes de dormir. Las dos hermanas nos comportábamos como dos putitas con nuestro padre, y no sé si a causa de eso, parecía haber recuperado la alegría por vivir después del abandono de nuestra madre, pero esos juegos era algo que no podíamos compartir con nadie, ni siquiera con la mujer que mi padre había contratado para hacer las tareas de la casa y la comida, pero supongo que ella acabó dándose cuenta de lo que sucedía cuando vio que dormíamos en su habitación, aunque no dijera nada.
En el Colegio, mi hermana y yo seguíamos viviendo las fantasías de niñas de nuestra edad, soñando con ser esas modelos de las revistas que leíamos, en las que otras niñas mayores contaban sus aventuras con los chicos, hablando de su primera vez en el sexo o pidiendo consejos de cómo debían comportarse cuando un chico les pedía chuparles la polla o hacerles la penetración anal.
Un día, una amiga nos comentó que a la salida del Colegio, un hombre le dijo que si le podía hacer unas fotos para una Agencia de Modelos y como ella dijo que sí, la llevó a un piso donde estuvo haciéndole muchas fotos, también con unos bikinis que el fotógrafo le mandaba ponerse para posar, pagándole al final un dinero que ella se guardó porque no se lo quería decir a sus padres, por si no lo aprobaban.
Nosotras la escuchábamos sorprendidas con la boca abierta, aunque también con envidia por haber tenido tanta suerte, pero nuestra amiga no sabía decirnos quien era ese hombre, ni la Agencia para la que trabajaba, ni donde iban a salir esas fotos.
Otro día nos fijamos en que esa amiga se iba con un hombre que no conocíamos y nos quedamos intrigadas, preguntándonos si sería el que le había hecho esas fotos que nos había contado, por lo que al día siguiente le preguntamos y aunque al principio no quería respondernos, nos pidió que no contásemos a nadie lo que había pasado.
Ese hombre, una vez ganada su confianza, le pidió que se dejara hacer esas fotos desnuda, por las que le iba a pagar mucho más dinero, una cantidad que no era capaz de valorar una niña de esa edad, por lo que el fotógrafo se ofreció a guardársela hasta que fuera mayor y pudiera disponer de ella.
Alguien con más edad podría haber desconfiado de una propuesta como la que le hacía ese fotógrafo que sabía cómo llevar a su terreno a una niña, pero la fascinación que producía todo esto en nuestra amiga, hizo que ella fuera aceptando todas sus propuestas, incluso algunas más íntimas entre ellos, fuera del ámbito profesional.
Y así fue contándonos como al terminar la sesión de fotos, él la pidió que le masturbara y se la metiera en la boca para chupársela, algo que empezaron a hacer habitualmente recostados desnudos en un colchón que había allí, por el que habrían pasado otras niñas como ella, pero cuando le preguntábamos si la había follado, ella nos respondía que no, y aunque a veces tuviera ganas, no se atrevía a pedírselo, porque él quería guardar su virginidad para cuando la llevara a la Agencia para la que trabajaba.
Debido a la confianza que tenía con mi padre, tenía la necesidad de contarle todo lo que le pasaba a nuestra amiga, pero Anna, la mujer que trabajaba en nuestra casa me escuchó hablar y nos dijo que ella conocía una de esas Agencias, y que ya había llevado a su hija muchas veces para que le hicieran fotos.
Mi hermana y yo empezamos a hacerle preguntas sobre cómo era esa Agencia y si podríamos ir nosotras también, y aunque ella nos dijo que su hija era ya mayor, sí que había muchas niñas de nuestra edad a las que llevaban sus padres y madres, muchas de ellas solteras, por lo que necesitaban esa ayuda económica, así que le preguntamos a nuestro padre si nos podía llevar, pero él no parecía muy dispuesto a ello, quizás porque conocía muy bien lo que se hacía allí.
Anna siguió hablándonos del tipo de fotos que le hacían a su hija allí y de lo bien que pagaban cuando esas fotos eran más especiales, o sea, teniendo sexo. Mi padre le dijo que no quería que nosotras hiciéramos eso, pero al final, con la ayuda de esa mujer, acabamos convenciéndole, sobre todo después de la conversación que tuvieron entre ellos, en la que esta mujer le preguntó:
—¿No son ya mayores las niñas para que sigan durmiendo en su habitación?
Mi padre, un poco nervioso, le dijo que desde la marcha de nuestra madre, nos habíamos acostumbrado así y que no queríamos dormir en otra habitación, a lo que ella contestó:
—Ya me imagino…., ¿entonces por qué tiene miedo de que las niñas vayan a esa Agencia?
—No entiendo lo que quiere decir —le dijo mi padre, desconcertado.
—Pues que usted sabe lo que acaban haciendo en esas Agencias y creo que sus hijas ya tienen experiencia en todo eso.
Mi padre se quedó mirándola sin saber que decir, pero intuyendo por donde iba Anna, le dijo:
—Oiga, yo no estoy follando a las niñas, si eso es lo que insinúa.
—Yo no dije eso, tan solo estoy suponiendo que ellas ya no se van a asustar de muchas cosas…. Obviamente, están durmiendo con un hombre adulto y las niñas ya sabrán lo que significa eso. Pero no se sienta atacado por mis palabras, todo lo contrario; entiendo perfectamente que usted se caliente con ellas, y las crías respondan a eso.
Aunque lo que decía Anna era una evidencia, mi padre se tranquilizó con esas palabras, porque ciertamente, él le decía la verdad, ya que hasta ese momento, no nos había follado, quizás por nuestra edad todavía, pero estaba claro que a esa mujer no le escandalizaba nuestra situación con nuestro padre, quizás por haberlo vivido con su hija y fue un alivio para nosotras que ella mostrara esa complicidad con lo que sucedía en nuestra casa, supongo que porque vería que nosotras éramos felices con ello y en ningún momento nos sentíamos abusabas, como más adelante se quiso dar a entender.
A pesar de llevar un tiempo trabajando en nuestra casa, la relación de mi padre con Anna no había sido de demasiada confianza, puede que por recelos ante lo que ocultábamos, pero ella era una mujer morbosa, que al confirmar nuestra relación especial, intentó acercarse más a nosotras, para lo cual empezó a contarnos como a su hija la habían empezado a joder con poca edad más que las nuestras y como ella había ayudado a su pareja a hacerlo con ella.
Sabía cómo despertar nuestra curiosidad morboseando con nosotras, al preguntarnos directamente:
—¿Vuestro papá no os la pone en la rajita para entrar dentro?
—Sí, a Mica se lo hace muchas veces —le dijo Valeria.
—A ti también —le dije yo a ella, un poco enfadada al ver como se desentendía del tema.
—¡Que rico! ¿No tenéis ganas de que os la meta? —dijo Anna, mordiéndose los labios.
Obviamente, las dos teníamos ganas, pero también teníamos miedo de que nos doliera, y le contestamos:
—Sí, pero la tiene muy grande. Somos unas niñas todavía —le dijo Valeria de forma inocente.
—Mmmm, me gustaría ver como lo hacéis algún día —nos dijo esa mujer, mordiéndose los labios con esa expresión viciosa a la que me tuve que acostumbrar en el entorno en el que nos íbamos a mover.
Yo, dentro de mi ingenuidad, le comenté a mi padre todo lo que nos decía Anna, lo que a él le inquietó, en cierta forma, ya que no le gustaba exponernos de esa forma y poner en riesgo nuestra relación tan especial, pero esta mujer había encontrado el punto por donde entrar en ese mundo que nos habíamos construido y mi padre no tuvo más remedio que abrirle la puerta, porque ella era especialmente hábil en tentar a los hombres para desnudar sus fantasías y no paró hasta acabar en la cama con nuestro padre y nosotras mismas.
A partir de ese momento, ella añadió ese punto de morbo que mi padre tenía miedo de traspasar, por respeto hacia nosotras, aunque entiendo que es difícil de entender y de explicar por mi parte, pero con el tiempo, yo lo he sentido así.
Al haberse sumado a nuestros juegos, Anna propició y convenció a nuestro padre para que nos follara, ayudándole al igual que había hecho con su pareja y su hija cuando tenía nuestra edad.
Nosotras confiábamos enteramente en ellos y dejamos que la polla de nuestro padre entrara en nuestros coñitos, primero en el mío y luego en el de mi hermana, a pesar de la dificultad inicial, pero sabíamos que esa primera vez podía ser dolorosa, sobre todo a nuestra edad.
En mi caso hubo más gozo que dolor, porque yo estaba más usada que mi hermana, con la que le costó más al poner un mayor cuidado, pero una vez que lo logró, creo que fue muy especial para él porque se sorprendió de que pudiera hacerlo a esa edad, y aunque finalmente hubiera acabando pasando igualmente, Anna había pervertido nuestra relación, ya que aunque pueda pensarse que ya estaba pervertida, para nosotras eran solo juegos más inocentes de lo que las pervertidas mentes puedan imaginar.
A nosotras nos fascinaba ver como Anna se montaba en la polla de mi padre y movía sobre su cara sus grandes tetas de una forma hipnótica, subiendo y bajando su culo hasta sacar la leche de mi padre, que luego nosotras lamíamos en su polla, para que siguiera follándonos ante la atenta mirada de Anna, que colaboraba en la venida de nuestros orgasmo.
Así que cuando Anna nos llevó a la Agencia donde trabajaba su hija, ya no éramos vírgenes y podríamos acceder a esos trabajos especiales de los que ella nos hablaba.
De todas formas, en la Agencia nos recibieron como a unas niñas más de las que iban por allí a hacerse fotos para diversas publicaciones, y así empezamos nosotras, haciendo sesiones con trajes de baño, lencería sexy, así como con unos vestidos preciosos que me encantaba ponerme.
Allí nos enseñaron como debíamos posar, las posturas que teníamos que adoptar, como mirar a la cámara de forma sensual…., o sea, todo lo que es el trabajo de una modelo sin importar que nosotras todavía fuéramos unas niñas.
Mi padre y Anna supervisaban las sesiones, que cada vez se volvían más atrevidas en cuanto a las fotos que nos iban haciendo, pero mi padre tuvo que acabar aceptando que empezáramos a posar sin ropa cuando en la Agencia consideraron que ya estábamos preparadas para entrar en la sección de fotos especiales que les encargaban algunos clientes para su disfrute privado, por lo que poco después le propusieron que pasáramos al siguiente nivel:
—Las niñas se muestran muy naturales ante las cámaras y son receptivas a todo lo nuevo que les proponemos. No todas son así, porque algunas no se encuentran a gusto y no consiguen transmitir ese morbo que despiertan sus hijas. Creemos que podríamos pasarlas a otra fase más avanzada, donde hay más dinero.
—Es cierto, se nota que están disfrutando de esto y prácticamente son ellas las que me están convenciendo para que las deje hacer de todo —dijo resignado, mi padre.
—Jaja, así que las crías quieren follar, pero supongo que eso ya lo han hecho….
—Se les nota, ¿no? —dijo mi padre, al no poder negarlo.
—Aquí nos damos cuenta rápido, tienen ese punto de picardía y de descaro que no tienen otras, que vienen con más ingenuidad e inocencia, pero al final acaban pervirtiéndose todas, jaja.
Para que viéramos como eran esas sesiones, en la Agencia nos permitieron presenciar como hacían uno de esos rodajes, en el que un hombre mayor, después de estar dándose besos con una niña de nuestra edad, pasaron a un oral, con diversas tomas de la polla de ese hombre en la boca de ella, y luego se tumbó en un colchón para poner a la cría sobre él, sobre su pene, que entraba dentro de ella, mientras las cámaras lo grababan en primer plano, empezando a cabalgar sobre él, moviéndose como si ya lo hubiera hecho más veces eso.
Era una escena muy excitante para verla en directo, escuchar como gemía la niña y como el semen de ese hombre salió, derramándose sobre su cuerpo, provocando que Anna se empezara a masturbar junto a mi padre, mientras nosotras ya deseamos estar en ese lugar, haciendo todo eso que nos iba a dar tanto placer.
El fotógrafo de la Agencia se acercó a nuestro padre y le dijo:
—Las niñas ya pueden debutar ¿Están preparadas?
Mi padre nos miró, como haciéndonos esa pregunta y nosotras solo fuimos detrás de ese hombre hacia el lugar en el que había que posar, donde nos dijeron:
—Primero bailáis un poco con la música y os vais quitando la ropa hasta quedaros desnudas.
Nosotras ya sabíamos cómo debíamos de actuar y nos fuimos desnudando mientras mirábamos a la cámara, que disparaba sin parar captando imágenes desde todos los lados, hasta que un hombre con la cara tapada, nos esperaba en una cama que estaba detrás de nosotras y después de hacer unos pequeños bailes desnudas, nos dirigimos hacia él, para lamer esa polla erecta que sabíamos iba a acabar dentro de nosotras.
Primero me montaba yo sobre ella y él agarrándome los brazos me hacía cabalgar sobre ella, haciéndome sentir todas esas sensaciones que causa un sexo placentero, ese sexo al que ya estábamos acostumbradas a pesar de nuestra corta edad.
Antes de que ese hombre se corriera, dejaba el puesto a mi hermana, que con mayor dificultad lograba meterse esa polla dentro de su coño, provocando en su cara unas expresiones que llenarían de excitación a todos los que vieran esas imágenes y vídeos a través de los círculos prohibidos donde se movía ese material.
Para Valeria y para mí, eso no dejaba de ser divertido, incluso cuando hombres mayores nos acompañaban en esas sesiones, con los que teníamos que hacer esos juegos, a los que ya estábamos acostumbradas a hacer con nuestro padre, por lo que no supuso ningún trauma para nosotras cuando, nos jodían y entraban en nosotras con más facilidad de la que esperaban rodeadas de todas esas cámaras que nos captaban desde todos los ángulos.
En ese tiempo, hicimos varias sesiones de fotos y vídeos, con dos hombres mayores de la Agencia, sobre todo, y en otras ocasiones con niños de nuestra edad o algo mayores, así como también escenas lésbicas con mi hermana y otras niñas.
Para nosotras fue una época muy divertida, en la que nunca nos sentimos forzadas a hacer algo que no quisiéramos, aunque tampoco niego que haya habido muchos otros casos en los que eso no era así, pero debido a la mentalidad que se fue imponiendo en los años posteriores, reconozco que fuera difícil de entender, ya que se impusieron leyes que coartaban nuestra capacidad de decisión para hacer ciertos actos que se consideraban inapropiados para nuestras edades.
Pero a pesar de esto, en estos tiempos seguimos viendo como esa sexualidad, incluso preadolescente, se acaba imponiendo, porque a esas edades se continúan haciendo esas sesiones de sexting, por ejemplo, de una forma libre y espontánea, que en cierta forma, desborda a la sociedad actual, que no sabe cómo controlar el acceso al sexo de quienes creen no preparados para ello todavía, según sus normas morales.
De todas formas, pienso que todo eso no hubiera sido posible sin la influencia que Anna empezó a ejercer en mi padre, al que junto a nosotras, le daba todo el sexo que podía aguantar, dejándose arrastrar en ese camino de perversión en el que la Agencia le felicitaba por nuestra actitud ante la cámara, llegando a ganar mucho dinero con nuestro trabajo:
—Tiene unas hijas deliciosas. Se están convirtiendo en nuestras mejores modelos.
—Y también en unas putitas —les contestaba mi padre, con sarcasmo.
—Están en la edad ideal para hacer estos trabajos y tienen que aprovechar estos pocos años, porque se cotizan mucho.
El negocio de estas Agencias estaba en pleno auge, y en mi país les era fácil reclutar niñas de familias pobres para incorporarlas a esa constante necesidad de “carne fresca”, como decían con cierto cinismo.
Todas esas fotos y vídeos más especiales circulaban en entornos más privados, pero mi hermana y yo empezamos a ser más populares cuando salimos en una revista con más difusión, posando en traje de baño y en bikini. Todas las niñas nos preguntaban lo que habíamos hecho para salir ahí, unas con admiración y otras con envidia, porque todas aspiraban a entrar en ese mundo, y hasta algunas pedían a sus padres que las llevaran a esa Agencia.
Pero como muchos padres, obviamente, no estaban dispuestos a meter a sus hijas en esos ambientes, empezaron a considerar que éramos una mala influencia para ellas y de alguna manera acabaron averiguando como era nuestra vida familiar, por lo que denunciaron a mi padre y vino la Policía a buscarlo.
Ahí termino nuestra feliz niñez, ese paraíso en el que habíamos convertido nuestras fantasías en realidad. También investigaron a la Agencia donde trabajábamos y la cerraron. A nosotras nos llevaron a un internado horrible, en el que pasábamos de Psiquiatras a Psicólogos que intentaban convencernos de que habíamos sido abusadas y qué debíamos denunciar a nuestro padre, algo que yo nunca quise hacer, por lo que era castigada para doblegar mi voluntad.
Puede que a muchos les parezca depravado todo lo que nuestro padre permitió que hiciéramos en esa época, y que todos esos Psicólogos tuvieran razón, pero todo dependerá de la percepción de la realidad que tenga cada cual y como nos puede afectar en nuestra vida personal, ya que según miremos cada momento de nuestra Historia, y según cada cultura, hubo periodos en los que esto era aceptado socialmente y no sabremos lo que pasará en el futuro, pero está claro que cada situación debería abordarse de forma diferente; no todos los casos son iguales ni vivimos esas experiencias de la misma forma, según nuestras edades, madurez y desarrollo.””
Hola Verónica, me han gustado tus relatos en especial por qué me trajiste recuerdos de mi infancia adolescencia, pero me dió curiosidad cuando mencionaste que como modelo teen también participaban niños mayores y ojalá puedas contarnos más de esas experiencias con niños mayores que supongo ya eran mas adolecentes de entre 12 a 15?, es algo que yo viví…. Bueno no como modelo teen pero de mis 12 a 17 años tuve varias experiencias con un par de primas y unas amiguitas que conoci por medio de exconmpañeras de secundaria. Vaya mis inicios a los 12 eran con mis pequeñas primas y ya más grande de 17 años mantuve relaciones con niñas de 11 a 14 años no era tanta la diferencia de edad pero como bien dices recuerdo que desde mis primas a sus 6 y 8 ya se calentaban mucho… Aunque jamás llegue a más con ellas, con las amiguitas si, fui un adolescente que desde los 15 quedé libre de hacer lo que quisiera en casa y llevaba a menudo a estás amiguitas después de la secundaria. Si gustas podemos platicar y puedo contarte lo que viví.
Hola:
Muchas gracias por tu comentario. No sé si ya me has escrito a mi correo, pero puedes hacer para contarme lo que quieras…..
Así es yo también me tomaron fotos de niño y a hora que estoy adulto le tomo fotos a mis vecinas con autorización de su mamá pero ellas tienen 7 y 9 años pero hasta ai son mis fotos privadas