YO TENIA DOCE AÑOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo tenía doce años, mi tía Conchita era una chica de dieciocho, mis hermanas una de dieciséis y la otra de quince… yo veía bajo la mesa del comedor las deliciosas piernas de mi tía conchita y de mi hermana mayor, pero la hermana menor era muy espantada y siempre cerraba las piernas para que no le viera los calzones.
Siempre estaba caliente a pesar de mis escasos doce años.
Un día llegó el momento en que desde el cuarto donde yo dormía descubrí un pequeñísimo agujero que me permitió ver cuando se desnudaban mis hermanas… que maravilla de visión.
Se quitaban la ropa para entregarse al descanso… yo me masturbaba mientras veía los senos de mi hermana como se agitaban en el aire al soltarse el sostén y luego las piernas cuando se levantaban el fondo… me masturbaba mientas las veía y hubo ocasiones que me venía hasta dos veces en mi propia mano… La que me daba un espectáculo especial era la tía conchita, quien se desnudaba con mucha calma y al levantarse el fondo dejaba ver unas exquisitas piernas enfundadas en unas pantaletas a veces negras, a veces rojas, pero siempre con olancitos muy coquetos… esta muchacha se metía la mano por el frente en el resorte de la entrepierna y supongo que se tocaba porque hacía unos gestos deliciosos tocándose los desnudos senos que me estimulaban para masturbarme imaginándome que yo estaba metiéndole la mano…
No podía estar en paz… yo quería coger, pero no tenia con quien… La tía conchita me dejaba verle los calzones cuando se sentaba, a veces se agachaba de tal modo que su corta falda se subía un poco y le veía unas magníficas piernas que me erotizaban lo suficiente para tener parada mi verga y no podía satisfacerme….
hasta que llegó un chico menor que yo llamado Goyo… mi abuela lo aceptó como parte de la familia y tendría que realizar las tareas del campo y después del rosario, el dormiría en mi habitación donde yo espiaba a mi tía y a mis hermanas, pero junto a mi cama, ya no podría agasajarme y masturbarme a la salud de las muchachas y de pronto me asaltó la idea de verle las nalgas a Goyo.
pero era un varón… no era de mi gusto, hasta que por la noche después que me acostara con frustración porque no pude verlas, debido a la presencia de Goyo, esa noche empecé a masturbarme bajo las mantas y ya que no pude chaqueteármela a mi gusto porque no podía ver encueradas o casi encueradas a mis hermanas.
Yo no conocía la verija de una mujer… tenía una gran curiosidad, pero solo podía verles los calzones y alguna vez que se los quitó mi hermana mayor, solo se veía algo obscuro… en eso estaba pensando inspirándome en las nalgas de mi hermana y las piernas de la tía conchita, cuando se me ocurrió asaltar la cama de Goyo que estaba junto a la mía y como dormía de ladito encogido, comencé por pegar mi verga a las gorditas nalgas de Goyo … como vi que no hacía por quitarse o molestarse, me empecé a mover y Goyito no decía ni hacía nada por cambiar de posición sino por el contrario las paraba más… mi verga estaba muy tiesa… entonces empecé a desabrochar el cinturón de Goyo… me causó mucha sorpresa y gusto sentir que Goyo mismo terminó de desabrocharse el cinturón y entonces le bajé el pantalón viendo unas deliciosas nalgas morenas gorditas que se parecían a las de mi hermana mayor… me saqué mi verga del calzoncillo y se la puse en la cola a mi amigo Goyito… nunca me eché saliva ni le puse en la cola a él, pero mi verga buscó el agujero de la caca y poco apoco se la fui metiendo sin dificultad… hasta que le metí casi la mitad en movimientos deliciosos de un vaivén inolvidable hasta que no pude evitarlo y me di una gran vaciada en el culo de Goyito… creo que entonces fue cuando se la metí toda… que delicia haberme cogido a otro niño como yo… no era muy de mi agrado verlo a los ojos al día siguiente… sentía vergüenza, asco o no se que sensación de rechazo por que yo sabía que eso era un asunto de putos….
Pero a la noche siguiente cuando llegó la hora de ir a dormir, observé a Goyo que dormía con pantalones y vi que sus nalgas eran redondas y abultadas… se me fue pasando la sensación de rechazo y comparé sus nalgas con las de mi hermana o las de mi tía y entonces con la verga bien parada me pasé a la cama de Goyo, sin que le dijera o hiciera absolutamente nada, él solo se bajó los pantalones mansamente y me dijo: si me vas a hacer lo de anoche, métemelo, pero te voy a decir algo: no me gustó que me echaras los mocos… solo mételo y muévete un poco.
Pero luego me das chance de metértelo… eso ya no me pareció… en mis adentros pensaba en mandarlo mucho a la chingada, pero yo tenía muchas ganas de coger y entonces me acomodé tras él con mi verga ya pelada y cuando se lo metí de nuevo lo tomé por la cintura… él insistió… luego voy yo eh?.
admito que le dije que sí, pero en mis adentros yo no lo aceptaba, y pensaba que en cuanto le echara la leche, buscaría un pretexto y no me dejaría coger… entonces acomodé mi verga y Goyito paraba la cola para facilitarla penetración y empujón tras empujón poco a poco se la metí toda… hasta adentro y Goyo empezó a moverse acompañando mis movimientos, pero al tenerlo tomado de la cintura, de modo accidental mi mano tropezó con su verga que la tenía bien parada… entonces me imaginé que tendría que dejarme coger y esto hizo que mis ganas locas de eyacular se fueran calmando lo cual prolongó la cogida, de tal suerte que metía y sacaba mi verga, pero con la predisposición de no dejarme coger… entonces se me ocurrió decirle… si me dejo coger, pero déjame echarte la leche… Goyo aceptó y dijo: Échamela pues… y creo que entonces aprendí a controlar mi eyaculación, pues seguí cogiéndome a Goyo por un buen rato metiéndole y sacándole mi verga… Goyo me decía… ándale ya échamela que me estoy cansando… y yo seguía moviéndome… pero en cada movimiento, la verga de Goyo tropezaba con mi mano y me dio por tomarla y masturbarlo… tal y como yo hacía con mi pito cuando me masturbaba, así le sobaba la verga a Goyito cubriéndole la cabecita con su misma piel y luego pelándola acompasadamente mientras me lo cogía, es decir al mismo ritmo que se la metía así le pajueleaba la verga… esto le agradó a Goyito porque ahora empezó a moverse el solo sin que yo provocara los movimientos… el caso es que Goyito se vino copiosamente en mi mano yendo a dar su lecha a las cobijas que tuvo que lavar al día siguiente mientras yo seguía con mi tarea de meter y sacarle el pito de su agujerito que se ensanchaba y apretaba deliciosamente hasta que la verga de Goyito se puso blandita y entonces yo tenía la seguridad que ya no me la metería… fue entonces cuando lo obligué a cambiar de posición y lo puse en cuatro sobre la cama.
Pude notar que el maldito chamaco podía contraer el ano aumentando la sensación de un infinito placer en mi verga, lo cual me agradó demasiado.
El ano de Goyo me apretaba deliciosamente la verga y hasta que tuve voluntad de eyacular copiosamente dentro de las tripas de Goyo acompañando mi eyaculación un sabrosísimo movimiento de nalgas y al mismo tiempo las contracciones de su ano que me hicieron vaciarme hasta la última gota.
Al día siguiente, yo me sentía muy contento.
Sabía que el hecho de cogerme a Goyo me restaba un poco de mi supuesta hombría, pero no descartaba la posibilidad de cogerme a mi tía o a mi hermana mayor, por que con la mas chica no tenía la menor esperanza.
Ella era muy chismosa y aunque me gustaban sus nalgas, nunca me dejó verle ni siquiera las piernas… sin embargo, yo no conocía aún las verijas de una mujer hasta que ese mismo día llegó a la casa de la abuela una niña llamada Quetita… una linda chiquilla de cinco años que era hija de una comadre de mi abuela… tenía las piernas gorditas y sus nalguitas paraditas como las de la tía conchita.
Era mi oportunidad para mirarle como era su verijita, y tenía que hacer algo para que me la enseñara o se la pudiera tocar… el solo hecho de imaginármela abierta de piernas y sin calzones hizo que mi verga se levantara.
Le encargaron a Goyo que la entretuviera mientras las comadres platicaban… yo estaba al asecho viendo en que momento podría verle la panochita a la niña y Goyo la llevaba de la mano… iban hacia el gran patio que había en la casa de la abuela… la niña estaba entretenida jugando con unas mazorcas y al sentarse mostraba unos graciosos calzones de olanes amarillos… Goyo estaba junto a ella… Quetita me vio… yo la vi… ella me sonrió y la voz de la abuela llamando a Goyo me hizo volver a la realidad.
La Abuela lo llamó para no sé que, me sacó de mis morbosos pensamientos y la niña me dijo… ¿Como te llamas?.
y empezó el acercamiento… la tomé por las manitas y me senté frente a ella en cuclillas para darle confianza… la niña se comportaba muy dócil dejándose conducir… aceptaba que le acariciara la carita y las manos… la niña me miraba con curiosidad y me invitó a jugar diciéndome si yo quería jugar a la comidita… mi abuela mientras tanto dio algunas órdenes a Goyo y me dijo a mí: lleva a la niña a que conozca la huerta mientras platico con mi comadre… llevé a la niña de la mano hasta la entrada a la huerta donde había una gran piedra y mis pensamientos iban enfocados a conocer como era la panochita de una mujercita, de tal suerte que la senté mientras la niña saboreaba un mango que le dio la abuela.
No sabía cómo hacerle y la niña preguntó donde tiraría el hueso del mango ya chupado… fuimos a donde había agua y se lavó las manos… yo la observaba como se empinaba para asearse dejándome ver sus muslos redondos y gorditos y ocasionalmente los calzones amarillos de olanes.
En seguida Caminamos tomados de la mano mientras en mis pensamientos estaba pasando una escena imaginaria cómo hacer para que la niña me mostrara la vagina.
No sucedía nada especial y fuimos a la entrada de la huerta.
Me dieron ganas de orinar y la solté de la mano para apartarme unos metros, la niña ingenuamente continuaba viendo los árboles frutales de la abuela sentadita mostrándome sin querer las piernitas regordetas adornadas por los calzoncitos de olanes amarillos.
Me alejé un poco para que la niña no me viera como es la costumbre, pero mientras yo estaba orinando la niña silenciosamente se acercó por un lado y viendo mi pito un tanto admirada, la niña se acercó más abriendo muy grandes los ojos… yo con una satisfacción morbosa permití que la niña la observara mi pito que involuntariamente se empezó a parar y cuando terminé de orinar la niña estaba más curiosa aun exclamando… ¿Qué es eso?.
¿Por qué te sale la pipí por ahí? yo le dije: es que los hombres tenemos una tripita por donde hacemos pipí… la niña dijo: yo no tengo así… era mi oportunidad… era lo que yo más deseaba y entonces me fui directo… ¿Cómo?.
¿Tú no tienes así?.
no.
dijo la niña que, sin pedírselo, se acomodó de frente levantándose el vestido y graciosamente se bajó el calzoncito de olanes amarillos y me mostró su panochita gordita y carnosa… mira dijo… por aquí hago pipí… yo no pude contenerme y se la toqué delicadamente… pude notar que las mejillas de la niña güerita se tiñeran de un gracioso rubor, la mirada de la pequeña era muy especial, y bajando la vista tomó con su manita mi verga que ya estaba más parada y agitándola un poco se reía… y mirándome con esa inocente mirada de nena dijo: está caliente… y te creció… mi verga reaccionó y se puso erecta a su máxima potencia… la niña la tomó con sus dos manitas y jugueteándola sin dejar de reír dijo: que grandota se te puso… le voy a decir a mi mami que la venga a ver… No, le dije alarmado… tu mami se va a enojar mucho… la niña sin dejar de tenerla entre sus manitas dijo: ¿me pegará si le digo?.
si le dije… te pegará mucho… mejor no le digas lo que has visto… la niña seguía tocándome fascinada y asintió con la cabecita y dijo… mi mami pe pega mucho cuando la quiero ver como hace pipí… yo nunca he visto a un hombre Hacer pipí… ¿tú no te enojas que te he visto verdad?.
no le dije… pero es un secreto eh? si dijo la niña, no le diremos a nadie… mientras la niña jugaba con mi pito, yo estaba acariciando la panochita de la niña que tenía los calzones abajo y mi verga se ponía más dura entre las manitas de la nena que ahora le daba pequeños apretoncitos… me preguntaba ¿te duele?.
un poquito le decía, pero me gusta que me la agarres… la niña sonreía mientras yo la acariciaba era una panochita deliciosa peloncita, con los labios gruesos que marcaban deliciosamente la hendidura güerita y sonrosada me permití abrir los labios de su vagina y pude ver que tenía algunos grumos de sebo, pero era una nena de solo seis años… y como yo quería masturbarme a mi gusto, le subí los calzoncitos a la niña que dócilmente permitía todo y la llevé a la piedra plana donde la acosté… la puse de espaldas a la piedra y le bajé los calzones, la niña por si sola abrió las piernas en silencio… ¿te gusta que te toque? Le pregunté la niña asintió con la cabeza y le dije: ¿quieres más? La niña volvió a asentir con la cabeza sonriendo y yo le seguía acariciando la panochita mientras disfrutaba de una rica puñeta que me hice teniendo a la niña acostadita con los calzoncitos hasta los zapatitos boca arriba y abriéndole los labios de la vulva a mi antojo mientras con la otra mano me podía masturbar deliciosamente hasta que me vi vaciando mi verga en el aire con una sensación tan hermosa que la niña tal vez no disfrutaba, pero que con sus ojos grandes entrecerrados aceptaba mis caricias en su vagina mientras yo sentía que me iba al cielo chorreando la piedra con mi esperma… escuchamos los pasos de Goyito y rápidamente la niña consciente de que lo que hacíamos era algo malo, se bajó de la piedra y se subió los calzones rápidamente mientras yo guardé mi verga que aún goteaba de semen…la niña estaba muy roja de sus cachetes y me miraba con un dejo de complicidad y aceptación secreta… juntos los tres nos reunimos con la abuela y por lo menos ya había conocido la panochita de una mujer aunque fuera una niña de seis años… la comadre de mi abuela se fue y prometió regresar a lavar un poco de ropa de la abuela y de la tía conchita en una semana más…
Al entregarme a mi tarea de deshojar mazorca, Goyo estaba cerca de mi haciendo lo mismo… y me dijo: Oye.
¿Cómo tiene la palomita Quetita?.
yo le dije… no sé… no se la he visto… entonces Goyo me dijo: un día que venga, entre los dos le bajamos los calzones y se la vemos… Goyo tenía la mirada un poco perdida y sin verme a la cara me dijo: quiero que me cojas… ¿vamos a la huerta?.
le dije.
No.
Mejor esperamos a que llegue la noche… y me dijo muy calmado… es que quiero sentir otra vez tu pito… anoche sentí muy rico… me gustó cuando me puse de a torito… ahora si me gustó cuando me echaste el atolito que te sale… pero no me gustó que me sacaras la leche con tu mano… mejor nada más me coges… yo me pongo como tú me digas… Goyo tenia once años… yo tenía doce…
Por la noche, yo ya sentía mas confianza y me atreví a decirle a Goyo que me masturbara mientras yo veía a las muchachas por el agujerito de la pared.
Definitivamente Goyo no estaba definido si quería coger o que se lo cogieran, pero muy en el fondo creo que Goyo era Putito por que esa noche me masturbó deliciosamente mientras yo me deleitaba viendo a mi hermana mayor como se quitó las pantaletas para cambiárselas… recuerdo con delicia que en la bomba del quinqué calentó la prenda limpia y luego se quitó la que tenía puesta… para ponérse la que estaba limpia.
Los movimientos que hacía eran verdaderamente deliciosos… se uso de pie y subiéndose el camisón dejó ver sus maravillosas piernas y con los pulgares que metió en el resorte se bajó el calzón y lo sacó primero con una pierna y luego con la otra… mientras tanto Goyito me masajeaba la verga con unos movimientos tan sabrosos que los disfruté como nadie… pude verle el entrepierna obscuro, pero no al detalle como le vi la palomita a Quetita… en seguida primero metió una pierna y después la otra… ahora pude verle muchos pelos entre las piernas… no se apreciaba la cortadita… pero justo en ese momento me dieron ganas de eyacular y quedamente casi a señas le dije a Goyo que me pusiera las nalgas… yo tenía en la mente esa imagen tan hermosa de la panocha de mi hermana y cuando vi las nalgas de Goyo me imaginé las de mi hermana y ensarté mi verga entre las nalgas de Goyo con mucha desesperación… Goyito agitaba el culo esperando la leche y lo puse de a torito como la noche anterior… ahora ya no tenía el temor de que Goyo me la fuera a meter, pero ahora yo podía determinar el momento de echarle la leche… así que luego me lo cogí de ladito y ahora si le podía meter el pito hasta adentro… mi pito entonces era pequeño… el agujero de Goyo era adecuado para mi verga… no había problema y eyacule dos veces dentro del ano de Goyo… es que mi verga no se puso flácida cuando me vine la primera vez y como Goyito estaba muy quieto, empecé a acariciarle las nalgas y tan luego pude me empecé a mover y por supuesto a meter y sacar mi pito y volví a tener una erección total para cogérmelo a mi antojo durante un largo inspirándome en las piernas de mi hermana, en sus pelos, en sus calzones… y me imaginaba que eran las nalgas de mi hermana… Goyito empezó a moverse hasta que me volvía a venir dentro de sus tripas.
Todos los días esperaba la noche para espiar a mis hermanas y Goyito me masturbaba y luego me lo cogía.
Pero llegó el día que Goyito tuvo que irse para uno de los ranchos de la abuela y entonces yo me masturbaba viendo las nalgas de mis hermanas.
Mucho recuerdo cuando mi hermana la menor, estaba con cierto malestar porque fueron al rancho y se montó un caballo y entonces mi hermana mayor la recostó en la cama sin quitarse la ropa y esa noche gocé mucho cuando por aquel agujerito vi como le quitó el vestido y dejo al descubierto sus muslos y le veía la puntita de los calzones… era la primera vez que yo veía sus piernas… luego le levantó el fondo hasta la cintura y ahí es donde me di vuelo masturbándome por que le aplicó talco entre los calzones y tuvo que bajárselos hasta medios muslos… mi hermana menor estaba bien peluda y cuando el asunto del talco, abrió las piernas y pude ver que rica panocha tenía… escuché como en voz muy baja mi hermana mayor le decía que solo era una rozadura, pero ella se quejaba que le ardía… entonces le aplicó una pomada en los labios vaginales que pude ver con verdadero placer y ya que vi tan hermoso espectáculo, vacié mi leche y ya no quise ver más… todos dormíamos y yo estaba cansado de las fatigas del campo y de la masturbación que acababa de tener…
Fue al día siguiente cuando iniciaba mis labores de desgranar el maíz, cuando aparecieron en el pasillo de la entrada la comadre de mi abuela con su hija Quetita… vi a la niña de reojo y ahora traía un vestidito azul zapatitos blancos y yo mismo me reprendí por que solo era una nena inocente, y yo era un niño degenerado, pero en el fondo me convenía que fuera inocente por que así yo podría tocarla y verle la panochita sin ningún pendiente y además sería un secreto.
Nadie se enteraría.
La abuela le dio a la madre de Quetita una sábana repleta de ropa mientras yo seguía con mis labores.
Casi de inmediato la niña acudió donde yo estaba… me tomó de la mano y me dijo que fuéramos a la huerta… yo no podía abandonar la faena, pero mi complaciente abuela me dijo: Lleva a la niña… cómanse una fruta y regresas a tus que haceres.
Obedecí a mi abuela y la tomé de la mano… la niña me seguía dócilmente, pero una vez que entramos en la huerta, la niña señaló la piedra y me dijo: ¿hacemos groserías como aquel día?.
para la niña hacer groserías era algo malo pero sabroso, evidentemente a la niña le gustaban estos juegos, de tal modo que yo volteé para todos lados para cerciorarme que nadie nos veía y entonces la niña por su propia iniciativa dio por hecho que yo aceptaba y se subió a la piedra levantándose el vestidito azul y bajándose los blanquísimos calzoncitos que esta vez no tenían olanes… yo me saqué la verga que quedó justo a la altura de la carita de la niña que quedó boca arriba… el juego había empezado… la niña se ladeó un poco y tomó con las dos manitas mi parado pito que ya lo tenía fuera del pantalón y empezó a acariciarlo con sus manitas llevándolo a su mejilla… yo por mi parte estaba maravillado de tener el bizcochito de la nena casi en la cara… abrí los gruesos labios de la panochita y esta vez no encontré grumos de cebo… su panochita le olía a jabón… pero estaba como hinchadita, coloradita, y ahora empezó a destilar sus fluidos vaginales, lo cual me causó mucha admiración, pues de proto creí que se le había salido algo de orines, pero era su disposición para ser penetrada, lo cual yo ignoraba en esos días.
Sus líquidos me ayudaron a que mis dedos resbalaran cariñosamente a lo largo de su vagina, la sensación de que mis dedos resbalaban deliciosamente por el líquido baboso que fluía era deliciosa… las piernas de la niña quedaron abiertas totalmente y mis dedos hurgaban su rica palomita mientras la niña jugueteaba con mi pito embarrándoselo en sus mejillas y susurrando palabras de afecto… eres un muñeco de carne… me gustas… te quiero… entonces le dije: ¿quieres que te lo meta?.
la niña me sonrió y mirándome tiernamente a los ojos preguntó: ¿Dónde me lo vas a meter?.
no le contesté, solo le dije… ponte a gatas… la niña obedeció en silencio y se acomodó parando la colita y con la verga en la mano empecé a restregárselo en la rajita… sin querer me estaba lubricando la verga… la niña volteaba de vez en cuando para ver mi verga y dijo tiernamente… me gusta lo que estás haciendo, pero yo quería sentir tu cosita en mi culito… siento comezón donde orinamos y quiero que me rasques con tu cosa… y pícaramente preguntó: ¿Cómo se le llama a tu cosita?.
yo me excité con la pregunta y le dije: se llama verga… ¿y la tuya como se llama? Le pregunté bastante excitado por las ganas de cogérmela… la niña se mordió el labio y dijo con voz muy bajita… mi mamá le dice la paloma… cuando me baño me dice que me talle bien la paloma y me gusta tallármela porque así me acuerdo de tus dedos y me da comezón, pero me tallo y siento rico porque me parece que estoy con… … con tu… con tu verga… con tu linda verga… mientras tanto entre palabra y palabra, yo trataba de meterle el pito por la vagina, pero se me dificultaba mucho y entonces decidí cogérmela por el ano… la niña se colocó en la posición idónea para que me la cogiera… yo nunca había cogido con una mujer… solo con Goyo y le dije… separa las piernas y ponte en la orilla de la piedra para que te la meta… la niña me obedecía en todo y ahora se colocó en la orilla de la piedra sin perder la posición de a torito y me ofreció la ricura de su sonrosado anito… los calzones los tenía hasta los zapatitos y el vestido lo recogió arriba de su cintura… poco a poco se lo fui empujando y para mi sorpresa la niña se proyectaba hacia mi verga y por fin le metí la cabecita de mi pito… la niña volteó y dijo… siento muy rico en mi culito tu… tu verga… yo me estaba cogiendo a una niña de seis años… la niña estaba disfrutando mi verga… empujé otro poco y la niña admitía de buen grado el pedazo de carne dentro de su culito… ¿te gusta? Le pregunté y la niña asentía con la cabeza y murmuraba entre dientes.
rico…sabroso… delicioso… yo le decía muévete para cogerte más rico… y la niña muy obediente empezó a menear las nalguitas boluditas y dijo en voz muy bajita… me gusta sentir tu verga… me gusta que se mueva… que me entre y que me vuelva a entrar… ay pero que rico… y pude sentir las contracciones de su ano apretando mi verga… volteaba la cara y preguntaba: ¿Cómo se llama lo que estamos haciendo?.
se llama coger le decía yo mientras me movía para metérsela toda, la niña suspiraba y me decía… cógeme… cógeme… así… tu linda verga… que rico mmmm y de pronto la niña tuvo su primer orgasmo… le solté los chorritos de leche en su culito y ella seguía diciendo que rico… que rico… me cago… me cago… y le saqué la verga que aún goteaba de mi leche haciéndome a un lado por que la niña en efecto estaba cagándose… apenas se bajó de la piedra con los calzones abajo, se sentó en cuclillas expeliendo un largo pedo donde salpicaba mi leche que arrojó mezclada con su excremento casi líquido y en seguida un par de heces intestinales normales… como en el lugar donde estábamos no era precisamente un cuarto de baño, corté unas hojas de higuerilla para que se limpiara, pero no quedó satisfecha, de tal modo que fuimos a la zanja donde corre el agua y ahí se lavó su colita y tuvo que lavar su calzoncito blanco por que estaba salpicado de todo… una vez que abandonamos la huerta saboreando algunos frutos que colectamos, nos dirigimos a la casa.
Retornamos donde estaba su madre lavando la ropa que le dio la abuela y yo a continuar deshojando las mazorcas… yo estaba un poco preocupado porque no le dije a niña que callara, pero también estaba muy satisfecho de habérmela cogido… ya podría decir y pensar como adulto, aunque solo tenía doce años.
mis preocupaciones se diluyeron cuando la niña me fue a ver y me llevó una rebanada de sandía que mi tía conchita había traído del mercado.
La niña adoptaba un aire de mujer mayor entregándome la fruta y en silencio me susurró: me gustó mucho lo que hicimos y quiero que lo hagamos de nuevo… ¿sabes? me gustó tu verga… quiero que volvamos a coger… de este modo y con voces muy bajas conversamos acerca de que este secreto no lo supiera nadie… a pesar de sus seis años la niña razonaba con mucha lógica por que me dijo acerca de su mamá.
Ella tenía otra hermanita que vivía con su papá en otra comunidad y que su madre lavaba ropa para sacar para comer.
Que su madre hacía chocolate y particularidades, pero mucho llamó mi atención el hecho de que la niña no conocía nada de como hacían pipí los hombres.
Ella no sabía que los hombres tenían un instrumento tan delicioso y menos que las mujeres “hacían groserías” con los hombres… la verdad que yo también me llené de información que desconocía… y nuestra conversación se truncó para la hora de la comida… La abuela nos comunicó a la tía, a mis hermanas y a mí, que de ahora en adelante la niña Quetita y su mamá Enriqueta, formarían parte de la familia.
Que vivirían en la casita que había sido del tío Miguel y de modo muy severo nos dijo que, si venía un señor a preguntar por la Sra.
Enriqueta, no dijéramos nada.
Que la llamáramos para que ella hablara con quien la viniera a buscar.
Todos asentimos en señal de que se acatarían sus órdenes.
Por la noche, la abuela dispuso que yo me fuera a dormir a la casita del tío Miguel para acompañar a los nuevos huéspedes y así se hizo.
La Sra.
Enriqueta dormiría en la cama grande con la niña y o en un petate junto a la cama.
La señora Enriqueta era una mujer como de veinticinco años o más, unos senos grandes, piel blanca, cabello rizado natural, amplias caderas boluditas y unas piernas muy hermosas que se adivinaban en sus vestidos amplios… Este asunto no me hizo muy feliz, pues me privaría de ver los espectáculos de cada noche, pero tal vez podría dormir masturbándome con el recuerdo de Quetita.
De tal suerte que llegó la hora de dormir.
Nosotros no teníamos luz eléctrica, nos alumbrábamos con lámparas de petróleo o con velas y a la hora de acostarnos.
La chiquilla se puso un camisón y solo me conformé con verle los graciosos calzoncitos blancos que tenía en la mañana cuando me la cogí.
En cambio, la señora, apagó la lámpara y la habitación quedó casi en penumbra porque solo había una veladora en la parte alta de la habitación, sin embargo, a pesar de la semi obscuridad pude ver cuando la señora se levantó la falda y dejó ver parte de sus deliciosos muslos para ponerse un camisón, luego mediante movimientos muy calmados con sus dedos jaló el fondo por debajo del camisón y quedó en puros calzones cubiertos por el camisón de lana.
Casi estaba resignándome a masturbarme sin espectáculo, pero al entrar en la cama, la señora recogió una pierna y me dejó ver parte de su belleza… casi de inmediato empezó a roncar por lo cansada que seguramente estaba y yo aprovechando la casi obscuridad me quité los pantalones y me tapé con una sábana ya que hacía un poco de calor… en mi mente vagaban las imágenes de Quetita, y las mujeres que yo había visto medio desnudas, y empecé a masajear mi verga acostado de ladito dando la espalda a la señora y a Quetita.
La masturbación siempre fue mi delirio y me encantaba hacerlo hasta tres veces por la noche, ya que en el día no tenía oportunidad de hacerlo… Estaba empezando a desfrutar de mi solitario placer, cuando sentí la mano de la señora en mi hombro… quedamente me dijo a señas que guardara silencio y yo detuve mi actividad, temeroso de que le dijera a mi abuela, pero entonces la señora me dijo con voz muy queda: no hagas eso muchacho… si tienes ganas, aquí estoy yo… en un principio me sentí avergonzado, pero valoré la propuesta y nos empezamos a tocar… era evidente que la dama estaba urgida de pito por que ella misma se bajó de la cama para irse al petate conmigo… se montó sobre mi pequeño cuerpo y quedamos cara a cara… una vez montada se hizo a un lado la pantaleta buscando mi verga que ya estaba bien parada y no podía perder la oportunidad de acariciarle su panocha descubriendo una pelambrera húmeda que cubría la gran vagina que yo nunca había sentido… me emocioné porque al ser mi primera vez, era mucha suerte que casi no la había tratado y ahora ya estábamos acostados, ella sobre mí y por si sola hacía a un lado el calzón para recibir mi pequeña verga… tan luego se la metió, de inmediato empezó a moverse con su agitada respiración… la dama se estaba viniendo copiosamente dejando mojados mis calzones y la sábana con que estaba cubierto… en verdad me decepcioné un poco al sentir aquella cavidad muy amplia para mi pequeña verga, pero era agradable la sensación de la verija caliente en mi verga… por mi parte, yo ya tenía control sobre la eyaculación y no me quise venir y por el contrario seguí metiendo y sacando en esa posición… la señora volvió a tener otro orgasmo y ahora se movía como loca… mi pito a veces se salía y ella misma se lo volvía a colocar diciéndome: así papito así.
así… esto lo decía entre dientes y en voz baja para no despertar a Quetita, y vuelta de nuevo… volvió a venirse pero esta vez quedó rendida y se desmontó poniéndome a la mano sus redondas nalgas y quedando de a cañoncito… yo no me había venido y tenia ganas de hacerlo dentro de su ano porque quería sentir la misma apretura del culito de Quetita… entonces me pegué a su cuerpo bajándole los calzones hasta quitárselos y coloqué mi verga justo entre sus redondeces, pero al tocarle el culo noté que también tenía pelos en el ano… de cualquier modo casi no me esforcé en empujárselo y la penetré sin dificultad, pero no estaba como yo suponía… mi pito entraba casi igual que por delante y entre el mete y saca estaba un poco temeroso de que se fuera a cagar como se cagó la niña, pero no ocurrió nada de esto… la mujer estaba totalmente dormida… seguí moviéndome entrando y saliendo del peludo culo de la señora que estaba como muerta hasta que decidí echarle mi leche… la misma que casi se derramó por lo guanga que tenía la cola… pasaron algunos minutos y la dama despertó un poco alarmada… se subió a la cama y yo me senté… mis ojos se habían acostumbrado a la media luz que daba la veladora… la dama dijo: Ni una palabra de esto que hicimos… es un secreto.
Por nada del mundo le digas a tu abuela… yo asentí y le dije: está bien, pero quiero dormir en la cama… el petate está mojado… la dama dudó un poco viendo de reojo a su pequeña, pero cedió al chantaje y aceptó.
Está bien me dijo, pero en la orilla, mi niña está en el rincón y no quiero que se de cuenta que te dormiste aquí… yo acepté y me subí a la cama.
La dama se puso nuevamente encogida poniendo el trasero hacia mí y entonces pegue mi cuerpo al suyo, aunque estaba guanga, tenía unas enormes chiches y una deliciosa cola de mujer completa… volvió a decirme: No se te vaya a salir decirle esto a nadie… no le dije… pero… pero ¿qué? Contestó medio alarmada… es que quiero tocarle las chiches… la dama aceptó y me dijo tócalas cuanto quieras… si quieres chúpalas… se descubrió el pecho y saltaron las dos chichotas que atrapé golosamente… la dama acariciaba mi cabeza y me dijo quedamente: me has dado un gusto muy rico y ahora voy a hacerte algo que te va a gustar mucho… te lo voy a mamar… a mí nunca me habían mamado el pito y me llené de curiosidad y le dije que me lo iba a lavar.
La dama dijo: No.
Yo te lo limpio con la sábana.
Mañana la lavo… la dama se bajó de la cama y se hincó en el petate.
Y en efecto, me limpió con la sábana y con su propia mano… Yo me acomodé sentado pero de pronto recordé que la niña estaba en el rincón de la cama, de tal suerte que mientras la señora estaba mamando yo me recosté colgando los pies, sintiendo el cuerpecito de Quetita en mi cabeza… no pude resistir la tentación y empecé a tocarle la palomita a la niña… la señora se dio cuenta y entonces me dijo: no vayas a despertar a la niña… yo aproveché la ocasión para decirle: bueno, pues entonces súbase a la cama… la dama un poco resignada se subió a la cama y ella misma dijo no muy convencida pero evidentemente que se sentía amenazada de que yo fuera a decirle a la abuela lo que habíamos hecho: está bien, con tal que te calles la boca te voy a dejar que la toques… tócala pero solo un poquito… que no se despierte mientras te lo sigo mamando… la señora engullía mi verga y la acariciaba y de este modo disfruté como loco aquella mamada.
Era la primera vez que alguien me lo mamaba… sacó mi verga de su boca y me dijo quedamente… vente… échame tu lechita en la boca… y un poco más de mamerto y me vine dentro de su boca lo cual me gustó demasiado… me tuve que bajar a mi petate y dormí plácidamente hasta que los gallos empezaron a cantar…
Al día siguiente las labores continuaron como de costumbre y la señora Enriqueta nos daría de desayunar.
Nunca me imaginé vivir esa aventura con la señora aquella y menos que permitiera que yo tocara a la niña.
En un intervalo de soledad, la señora dialogó conmigo acerca de lo que habíamos hecho y dijo que se sentía avergonzada y que mejor se iba a ir para su rancho… yo la convencí pidiéndole que fuera mi novia y nos convertimos en amantes… esto era algo que nunca lo diría a mis familiares, pero provocó los celos de la chiquilla que se acercó a la hora de la comida y me dijo: Ya no te quiero… ¿por qué? Porque anoche no me cogiste… es que tu mami podría darse cuenta le dije.
Entonces ¿vamos a la huerta?.
si le dije, haremos cosas nuevas que te van a gustar… la niña se puso feliz y en la primera oportunidad la llevé de la mano hacia la piedra… la niña dijo: no… mejor en la cama… la miré a los ojos y le dije: ¿no te cagarás?.
la niña bajó la cabeza y haciendo un puchero me dijo: te prometo que no… me aguantaré lo que sea…
Entramos a la habitación del tío Miguel y la niña sin soltarme de la cama me dijo: Quiero que te saques tu verga para verla toda y acariciarla… pero sin ropa… la quiero besar… y le dije: me la vas a chupar… ¿Cómo?.
como si fuera un pirulí… la niña se emocionó y sonriendo me dijo: sácatela pues… me senté en un viejo sofá y me bajé los pantalones y calzones dejando mi verga al aire… la niña se acomodó modosa y simpática tomándola con las dos manitas y dijo: está flaquito… juégalo un poco le dije… y la niña sonreía acariciándolo y besándolo mientras mi pito se iba levantando y la niña decía.
así me gusta… así la quiero… dura… caliente… rica… yo la animaba diciéndole: mi pito está triste… dale más besitos… la niña me miró a los ojos sin dejar de masajearlo y dijo: ¿se llama pito o verga?.
de las dos formas le dije… también se llama pene… pájaro, picha, pinga… tiene muchos nombres… y la niña sonriendo me dijo: dice mi mami que lo de nosotras se llama cuevita… cuando nos bañamos dice: lávate bien la cuevita… la paloma… el animal… y ella ¿también se lo lava? Le pregunté morbosamente… la niña dijo con su clásica inocencia… si pero nunca me deja verla… cuando le digo que me la enseñe se enoja y me quiere pegar… un día ella estaba en la milpa y vi que se levantó el vestido y se bajó los calzones, yo me acerqué cuando escuché que estaba haciendo pipí y ella se disgustó mucho conmigo… ese día me pegó con una vara y me dijo que eso no se hacía… todo esto pasaba mientras la niña jugueteaba con mi pito y lo pegaba a su mejilla dándole algunos besitos, entonces le dije: Chúpalo pues… ahora la mirada de la chiquilla la sentí un tanto pícara y lo metió en su boquita… con la lengua… mételo hasta adentro… y poco a poco la niña aprendió a mamar deliciosamente aunque en un principio cuando se lo metía hasta adentro quería vomitar, pero luego lo engullía y aprendió a respirar con la nariz… a pesar de sus seis añitos, la niña no solo quería mamar sino que lo sacó de su boca para decirme: ahora cógeme… méteme tu pito en mi culito… arriba del sofá la puse en cuatro y le bajé sus calzoncitos azules que fueron a dar por un lado del enorme sofá del tío y viéndola sin calzones, me dieron ganas de ponerla en otra posición, pues me había gustado como me había cogido a su mamá y acomodándola a mi antojo, la puse de frente a mi y le abrí las piernitas viendo la deliciosa panochita infantil sin pelos y sonrosada… no pude resistir la tentación y sin haber visto antes alguna escena semejante, empecé a besar aquella cuevita deliciosa, lo cual hizo que la niña segregara más jugos de su pequeña vagina y me gusto pasar mi lengua por todo su bizcochito y finalmente como ya estaba muy caliente, empecé a pasar mi verga a lo largo de su vagina que estaba muy húmeda de sus propios jugos y la niña me acariciaba la barba, las mejillas y murmuraba… métemelo… quiero sentirte adentro… la levanté un poco alzando sus piernitas y coloqué mi verga en el agujerito de su vagina… mi verga de niño de doce años no era gruesa, pero el agujerito de su vagina era muy estrecho… un empujón bastó y la penetré… la niña se mordió los labios y escurrieron algunas lágrimas… con sus manitas se tapaba la boca… mi verga entraba y salía y la niña pujaba, se retorcía y cuando se quedó inmóvil me preocupé y saqué mi pito que tenía un hilillo de sangre en el glande… entonces sí que me alarmé… Quetita linda… Quetita… ¿Qué tienes?.
la niña lloraba copiosamente y dijo entre sollozos… es que me dolió… me arde… me está saliendo sangre… los dos estábamos muy asustados… pero después de un rato nos convencimos qué se aguantaría el dolor y que no le diríamos a nadie lo que había pasado… la niña muy seria me dijo: tu verga es muy rica pero dentro de mi culito, por donde sale la caca… pero por adelante me dolió… al rato lo hacemos pero por mi colita ¿sí?.
la niña se puso sus calzones y yo mis pantalones y salimos del cuarto.
Los pasos de la chiquilla eran torpes y con su manita se tocaba la panocha sobre el vestidito… yo le dije: camina bien para que nadie se de cuenta… ya no te toques ahí… la niña asintió y nos complificamos en el asunto sin que nadie lo notara.
Por la noche cuando ya nos entregábamos al descanso, la señora Enriqueta inició el ritual de apagar la lámpara de petróleo y ponerse el camisón y le dijo a su madre: mamita… ¿Porqué no permites que él se duerma con nosotros?.
la cama es grande y cabemos los tres… la señora molesta le dijo: ¿estás loca?.
él es hombre y no debe dormir con nosotras… el debe dormir en su petate… la niña dijo entonces: bueno… ¿me dejas dormir con él en su petate?.
No dijo enérgicamente la señora… las niñas deben dormir con su madre… y no insistas… la niña se resignó y haciendo pucheros se fue al rincón de la cama… yo por mi parte no intervine en la conversación y la señora se acomodó como la noche anterior… esa noche, ya estábamos en silencio cuando de pronto la tierra retumbó y se vino un temblor que nos hizo levantarnos… la señora empezó a rezar no que oraciones y el temblor seguía… la señora levantó a la niña y en brazos la llevó a la parte de afuera, yo por mi parte también me salí del cuarto y sin pensarlo mucho nos abrazamos los tres hasta que el movimiento pasó… entonces volvimos al interior y sin pensarlo mucho nos dormimos los tres en la misma cama y la niña se acomodó entre nosotros dos recostando se carita en mi pecho… la señora estaba despierta vigilando que no pasara nada entre la niña y yo… pronto se quedó dormida la niña y la señora empezó a tocarme la verga que la tenía flácida por el susto o la emoción, pero entonces me dijo ¿Por qué no se te para?… yo busqué una respuesta y le dije: ¿me deja que toque la panochita de Quetita?.
la señora asintió advirtiendo que solo un poquito con tal que se me parara y así pasó… acomodé a la niña abiertita de piernas y le hice a un lado el calzoncito para acariciarle su panochita… la dama mientras tanto empezó a mamarme mi pito que reaccionó de maravilla poniéndose bien parado… La señora mientras me estaba mamando el pito, lo sacaba de la boca para decirme que me la cogiera… y yo deleitándome tocando a la niña que abría más las piernitas dejándome incursionar en su deliciosa panochita sin pelos… la señora insistía… cógeme como anoche… la niña fingía dormir por que estaba bien despierta… y entonces le dije: déjeme que yo le bese la palomita a la niña para que me la coja a usted… la señora que estaba muy caliente, estaba muy ansiosa de pito y no lo pensó mucho, pues me colocó a la niña abierta de piernas en mi cara y ella se montó sobre mi abrazando a la pequeña… esto me calentó mucho y así estuvimos cogiendo hasta pasada la media noche… la señora se bajó después de haber tenido tres o cuatro orgasmos y quedó exhausta… Quetita estaba aún sobre mi cara y como la señora se fue al rincón de la cama, Quetita se quedó a mi merced y sin decir ninguna palabra, la coloqué de ladito para bajarle el calzoncito y buscar su ano… la niña me recibió con muchas ganas y me vine dentro de su colita y así pasó aquella deliciosa noche… al día siguiente nadie comentó nada, el asunto del temblor que era el comentario sobresaliente entre las labores de la peonada.
Así pasaron muchas noches cogiéndome a la madre y a la niña hasta que un día llegó Tina… una nueva sirvienta de la abuela.
Tina era una morena de dieciséis años que llegó como sirvienta y dormiría en el cuarto del tío Miguel.
Yo regresaría a mi antigua habitación donde espiaba a mis hermanas y a la tía.
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