Yolanda
Las aventuras precoces de Marianito.
Emilia y Juan Pablo tiene tres hijos, Sabrina, Micaela y, el menor, Marianito, un jovencito de 12 años de edad que está terminado la primaria y preparándose para el ingreso a la secundaria. Emilia tiene una hermana mayor, Yolanda, una mujer muy elegante, atractiva, cuyo cuerpo es bastante llamativo, de fuertes caderas, senos redondeados y turgente por su edad, 47 años, no demasiado grandes ni tampoco pequeños, con una medida casi justa para el juego del sexo.
Yolanda es una mujer extrovertida, divertida y jocosa, siempre se la encuentra de buen humor, pero es extremadamente celosa de su vida privada. No hay quien da saber algo de ella relacionado con su intimidad. Ni siquiera su hermana, que, por lo general, las hermanas mujeres son bastantes compinches y se cuentan cosas, que casi siempre son pecaminosas pero que se las llevan a la tumba. No es este el caso. Las mujeres son unos seres que más cosas tiene escondidas en su memoria y no son exactamente sanctas. La cuestión es que Yolanda además de ser la tía de Marianito es la madrina y tiene devoción por ese jovencito, le cumple con todos los deseos y caprichitos y Mariano se aprovecha de la tía bondadosa que nunca tiene un no para él.
Cada quince días el joven se va a pasar el fin de semana con su tía a su casa y allí recibe todo lo que puede esperar un adolescente, desde las mejores comidas a su pedido, como salidas al cine, a teatros, a paseos de los más exóticos posible, como ir a una feria de libros vinculados a héroes de comics, y, por supuesto no falta que la tía tome su automóvil y lo lleve a los bailes los sábados y luego cerca del amanecer se aparezca por el boliche y lo recoja para llevarle a su casa. Secreto que mantienen ambos. Los padres de Mariano desconocen esta aventura nocturna.
Por supuesto que hay que mencionar que la tía Yolanda tiene un buen pasar económico, es la gerenta de marketing de una perfumería muy famosa con ramificaciones fuera del país. Se puede dar y darle a su sobrino predilecto los gustos que quiera. Pero Marianito, cosa que no sabe su tía, es un joven muy calentón, necesita masturbarse al menos una vez por día, de lo contrario se pone tenso, e incluso hasta de mal humor. Estando en la casa de su tía debe encontrar el momento preciso para poder derramar su carga de semen. Por supuesto que lo encontró, cuando estaba duchándose fue el momento oportuno para que su tía no sospechara, de hecho, tardó demasiado en la ducha haciendo girar en su cabeza un conjunto de fantasías locas sobre sexo perverso y atrevido.
-Tardaste en el baño, querido, le dijo su tía con una sonrisa en sus labios.
-Un poco, tía, dijo el joven casi poniéndose colorado y evitando la mirada Yolanda.
-Bueno, eso no importa, ahora cambiate que te llevo.
Y así fue, el joven se fue a un baile que estaba cerca de la casa de su tía.
Y llegó el fin de semana que correspondía pasar de nuevo con su tía Yolanda, ésta lo paso a buscar por su casa y lo llevo hasta la suya, era una casa cómoda, con varias habitaciones, un gran living – comedor, una cocina y ante cocina muy amplia, dos baños, uno con bañera, un patio muy amplio con una pileta de material de unos diez metros de largo por cuatro de ancho.
Yolanda era una mujer que tenía un trabajo muy bien remunerado en los tribunales. Era asistente social en un juzgado de menores. Muchísimos casos difíciles habían pasado por sus manos y ella los había resulto con sabiduría, paciencia y con conocimiento de las leyes. Su moral era intachable. Eso no quiere decir que no tenga sus pensamientos pecaminosos, pero sabía guardarlo con astucia y muy herméticamente, no había persona que pudiera decir algo de ella con fundamento.
Ese fin de semana Marianito se encontraba de golpe más caliente que de costumbre, con lo cual cometió la imprudencia de masturbarse en la habitación y con la puerta sin llave. De repente entró Yolanda y lo vio con su mano en un sube y baja y con su pene erecto a más no poder y con la cabeza roja que casi exploraba, el joven trató de ocultarse, pero su tía le reprendió del siguiente modo:
-Caramba, dijo Yolanda, te estas masturbando pequeño zorro, estas caliente. Vamos, contestale a tu tía, hizo un breve silencio y le dijo nuevamente: contestale a tu tía que ella te va a entender.
-Bueno, sí, respondió, el joven colorado como un tomate.
-Dejame ver tu polla erecta, le dijo la tía, casi como una orden.
El joven corrió la sábana y dejó libre su polla erecta, manaba de su cabeza el líquido preseminal. Yolanda se acercó, la tomó con sus manos, se inclinó y lamio esa gota de líquido de la cabeza del joven, quien en ese momento se estremeció de placer al sentir la lengua de su tía en su sensible pene. Ella le dijo que continuara, que quería ver como terminaba esa intervención y que deseaba ver como salía de su verga la leche caliente.
-¿En serio, tía? Dijo el joven.
-Claro, por supuesto, te dije que tu tía te iba a comprender, pero también quiere ver algo, ya que te he descubierto. Al menos dejame ver cómo sale esa lechita.
-Bueno, dijo el joven Mariano y continuó con su tarea de jugar con su pene, Yolanda a todo esto le preguntó:
– ¿En qué pensás cuando te masturbas?
-En mujeres desnudas, dijo el joven con los ojos cerrados.
-¿No en hombres desnudos? Preguntó su tía con toda mala intención.
-No tía, en hombres no. ¿Debería hacerlo?, dijo el joven con la voz entrecortada.
-Es un cuerpo, igual al de la mujer, no tendría nada de malo, dijo Yolanda, con placer.
-Te parece dijo el joven, mientras seguía jugando y jugando con su polla.
-Podría ser, dijo.
Yolanda estaba con un pijama de color blanco, se sacó la parte superior y dejó al aire sus enorme y hermosas tetas, un poco caídas, pero con dos pezones rozagantes que daban una forma que invitaba al vicio.
-Abrí los ojos, sobrino querido, le dijo la tía.
El joven abrió los ojos y casi se le salían de las orbitas al ver esos dos senos hermosos. Se levantó para tocarlos mientras no dejaba su pene, con la otro mano los tocó, con un poco de torpeza y con una calentura superior, la tía le dijo que le chupara las tetas, el joven le hizo caso y le dijo me voy a acabar tía, mirá.
Yolanda se separó de su sobrino, quien seguía parado al lado de la cama, ella dio dos pasos hacia atrás para ver como goteaba esa verga joven y dura. Se dibujó una sonrisa maligna en esa mujer de fuego, el joven extenuado se volvió a la cama y cayó sobre ella. La mujer le dijo que la próxima semana le daría otra sorpresa si se había otra paja para ella. El joven asintió con la cabeza. Estaba muy cansado, era la primera vez que veía una mujer semi desnuda. El ardor debió haber superado la media de cuando se masturbaba solo pensando en mujeres desnudas.
Cuando Yolanda lo llevó a su caso, al caer la tarde del domingo, le dijo que esto era un secreto entre ambos, que no contara nada a nadie y le recordó que iba a tener una gran sorpresa cuando volviera a su casa. Mariano estuvo las dos semanas pensando en que consistiría la sorpresa que le daría su tía y no dejaba de hacerse preguntas, pero sin respuestas: ¿iba a desnudarse completamente?, ¿iba a dejarse penetrar?, ¿la tía entregaba todos los huecos?, ¿o era una mujer que solo quería mirar y nada más?
A medida que iban pasando los días su cabeza funcionaba cada vez más rápido. En verdad la tía le gustaba mucho desde hacía un par de años. En verdad cuando él tenía diez años y viajaron de vacaciones con su familia y a la hermana de su madre, la ría Yolanda lució un bikini esplendoroso, su cuerpo era muy llamativo, extremadamente apetecible para los hombres que les gusta las mujeres bien formadas y con un cuerpo más o menos parecidos a las mujeres del medioevo. Mujeres con redondeces. Desde ese momento comenzó a pensar en su tía de una forma maligna, ella era una de las mujeres que él tenía en mente cuando llevaba a cabo sus actos de onanismo.
Y llegó el fin de semana tan anhelado pro el joven, ya la cosa empezó con una diferencia, su tía no lo fue a buscar, le envió un remisse a su casa para que lo llevara. Ella lo estaba esperando. El joven estaba muy ansioso por saber de qué se trataba la cosa. Cuando llegó a la casa, la tía estaba esperando, le dio un beso, se abrazaron y fueron hacia la cocina, ella le tenía preparado una cena espectacular. La cosa pasó como si nada, se fueron a dormir y al inicio del sábado le fue a buscar y le llevó a la cama el desayuno. El joven Mariano no quiso preguntar nada, mientras charlaba de cosas de su vida con la tía, como iba en la escuela, los amigos y otros temas en los cuales el chico no estaba interesado, quería saber cuál era la sorpresa que le tenía preparada la tía.
Hasta que llegó la noche. Yolanda le dijo, a eso de las nueve de la noche, que vaya para su habitación, la misma quedaba en el piso de arriba y que la esperara que ahora era el momento de ver la sorpresa que ella le tenía preparada y le pidió que lo esperara desnudo y con el miembro duro, al joven se le iluminaron los ojos, subió rápidamente las escaleras, abrió la puerta de la habitación comenzó a sacarse la ropa y no tuvo nada que hacer para que su pene se pusiera duro, mientras se sacaba la ropa ya lo estaba, no tuvo más que sacar su slip para que se colocara como una L en relación a su cuerpo.
Pasaron unos diez minutos y legó su tía con un desabillé de color rosado, transparente, llegaba hasta el suelo, en unas pantuflas muy lindas haciendo juego con el color y debajo se dejaba ver una micro bikini roja que apenas tapaban sus pezones y en la parte interior el triángulo de la malla no alcanzaba a cubrir el monte venus, escandalosamente peludo, mientras que en la parte de atrás era una hilo de tela metido en la raya del culo, ella dio una vuelta sobre sí, y le preguntó qué tal estaba y él joven dijo que espectacular, estaba azorado de las bondades del cuerpo de su tía, ella le dijo que empezara a masturbarse para ella, se sacó el desabillé, se sentó en frente de la cama en una banqueta, era baja de modo tal que estiró sus piernas y las abrió un poco, el joven estaba casi obnubilado mientras realizaba al trabajo habitual con su miembro.
-¿Puedo tocarte tía?
-No, respondió en seco ella.
-Me gustaría hacerlo, dijo el joven casi suplicando.
-No, volvió a responder ella.
-Dale tía, dejame, estoy muy caliente, me gustas mucho.
-Eso ya lo sé, acaso crees que no me di cuenta cuando fuimos de vacaciones que me mirabas por todos lados cuando estábamos en la paya. ¡Las pajas que te habrás hecho conmigo! ¿O me equivoco?
-Para nada tía, dijo el joven, siempre me gustaste y siempre te quise coger.
-¡¡¡Ah!!! Pendejito degenerado, mirá lo que me estas confesando, tendría que decírselo a tu madre.
-No tía, no hagas eso, en mi casa no son tan amplios como vos.
-Tranquilizate, no voy a decir nada, pero no me vas a tocar, está claro, dijo Yolanda con firmeza. Y dale que quiero ver como terminás, sabes que me gusta mucho ver cómo te sale leche.
Yolanda le dijo que mirara y abriera los ojos, en ese momento corrió lentamente la parte interior de su malla y le mostró el agujero que daba inicio al conducto vaginal, tenía unos labios hermosos, muy peludos, los abrió y le mostró el interior rosado de su puerta al cielo. El joven un pudo más y eyaculó sobre la sabana. Yolanda volvió a colocar en su lugar la malla, se paró, se puso el desabillé y le dijo que ya iba a cambiar la sábana y que bajara después de darse una ducha que tenía iban a cenar.
Llegó el domingo y lo llevó a su casa con el auto, se bajó, saludó a su hermana, dejó al joven y le envió cariños a su cuñado. Pero en la mente de marino había puesto la semilla de la maldad en el pensamiento retorcido de un joven caliente y un poco depravado, indudablemente había salido un poco a la tía. Su madre no era de esa forma, es una mujer remilgada, recoleta y afable. Si uno la ve pensaría que era casi imposible que tuviera un hijo, si hasta parece incapaz de fornicar. Pero bueno, la cuestión es que el “nene” salió algo sexuado. Su tía le había dicho que en quince días lo iba a pasar a buscar y que le tenía otra sorpresa, pero un poco más densa que la pasada. Marino estaba chocho con lo que le había contado y espera con ansías renovadas el fin de semana indicado.
Hasta que el día llegó. Yolanda lo pasó a buscar y cuando iban en viaje le dijo que le iba a presentar a alguien cuando llegaran a su casa. El joven estaba muy alterado, no sabía cómo entender eso. Si había invitados entonces todo se desvanecía, o, por el contrario, todo podría tomar otro color.
Se bajaron del coche, ingresaron al comedor amplio donde se encontraba en sillón sentada una mujer de unos 35 años, con un espectacular vestido ceñido al cuerpo de color negro que marcaba sus voluptuosas curvas, se paró, habrá tenido un metro casi setenta y cinco centímetros, ayudada de unos tacones prominentes, se sonrió y le dio un beso en los labios.
-Ella es Alicia, mi pareja, dijo Yolanda sin inmutarse. Somos bisexuales, nos gustan los hombres y las mujeres, pero hemos decidido que seremos pareja. Y vos vas a ser el macho esta noche. Nos vas a tener a las dos. Esperamos que te comportes como un verdadero varón, con dos señoras que ansían carne joven.
-Por supuesto, dijo Martiano, ya quiero tenerlas a ambas.
-Un momento dijo Alicia, esperemos un rato y disfrutemos de unos tragos.
Mariano optó por no tomar, estaba cercano a cumplir 13 años y le tocaba debutar sexualmente, no podía fallar, se puso un poco nervioso, pero enseguida se calmó pensando en tener a esas dos mujeres desnudas a su lado para hacerles lo que le viniera en ganas y que ellas aceptarían con total naturalidad. Habían pedido un macho, pues tendrían un macho y con todas las letras pensó para su interior.
Hasta que a eso de la 21.00 horas Yolanda dijo:
-Que les parece si vamos subiendo y nos dirigimos hacia la habitación.
-Claro, dijo Marino y dejó pasar a las damas y las siguió.
-Ambas fueron juntas a la toilette, y Mariano se dirigió a la habitación que también tenía baño. Allí espero sentado en la banqueta que se encontraba a los pies de la cama. Hasta que llegaron las mujeres y todo comenzó. Se olía a sexo en la habitación.
Alicia y Yolanda aparecieron desnudas, y comenzaron a desnudar al joven, lo acariciaron por todo el cuerpo, y lo lamieron con pasión y lujuria por todos lados, sobre todo, una primera y la otra después, le pasaron la lengua por el agujero del culo, el chico gimió de placer, nunca había pasado por nada de lo que estaba ocurriendo de manera que todo la resultaba maravilloso y apabullante al mismo tiempo. Luego le tocó actuar a él, lamió a las mujeres por todos los lados posibles, todas sus partes pudendas, ambas hembras gritaban de placer, incluso le solicitaban cosas al joven, como ser el beso negro, uno de los fetiches de ambas. Alicia, que se mostraba como las más avasallante, fue hasta el perchero, sacó de su cartera un plugg, se lo llevo a la boca, lo lubricó con saliva, colocó al joven boca abajo, lamió su culo y le introdujo el juguete, el joven se movió… inquieto…
-Tranquilo, dijo Alicia, esto es para que sepas que tenés que cumplir con todos nuestros deseos y nosotras te daremos todo lo que vos quieras.
Así fue ambas lamieron el miembro del joven que estaba durísimo, una de cada lado le pasaba la lengua desde las bolas hasta la cabeza y se turnaban en metérsela en la boca, le mordisquearon los pezones hasta ponerlos duros, Mariano estaba enloquecido de placer, ambas se colocaron al borde de la cama en cuatro patas y ofrecieron sus huecos húmedos y dilatados al joven quien probó los cuatro agujeros. Al intentar pro el culo de Alicia le dijo si quería que lo lubricara…
-Para nada jovencito, dijo Alicia, si empujas un poco con la calentura que tengo veras que estoy toda abierta.
-Y también dijo, su tía Yolanda esperando la verga del joven por el ojete.
La desesperación del adolescente era superlativa iba de un lado a otro con los ojos bien abiertos y no podía dejar de mirar y de calentarse como un loco, estaba casi con los ojos desorbitados. En un momento determinado su tía le dijo que se sentara en la banqueta y mirara lo que iba a pasar y que jugar con su verga dura, así fue, ambas mujeres comenzaron a lamerse sus coños en un 69 memorable. Al rato, le dijeron que vuelva y que necesitaban de su miembro en sus cuerpos, que las usara a cada una de ellas como él quisiera, que ambas eran sus esclavas a partir de ese momento, el joven no dejó escapar la oportunidad e hizo las delicias de su tía y su amante y gozó de u modo loco y morboso, en ningún momento cerró sus ojos, quería ver a esas dos putas a su merced hasta que no pudo más y descargo en el culo de su tía toda la leche caliente y espesa. El gruñido fue el de un animal en celo.
Todavía con su pene en el conducto anal de su tía, jadeante, casi no podía respirar, cayéndose sobre la espalda de Yolanda, se fue perdiendo su erección y se tiró en la extenuado en la cama boca arriba, con los ojos cerrados, a su lado se tiró Alicia quien desafiante le susurró:
-Espero que a tu edad te repongas pronto, necesito tu leche yo también. Y no tengo muchas ganas de esperar. El joven sin mirarla aún con los ojos cerrados dijo un sí que casi no se escuchó, pero sabía que le quedaba otro trabajo por hacer …
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