A LA PRIMA POLITICA TAMBIÉN SE LE ARRIMA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La verdad no me animaba del todo a escribir esto porque tal vez alguien pudiera identificarse y tal vez habría problemas, pero al ver todas las cosas que aquí se cuentan fue que me decidí por fin. Soy médico y llegué a hacer mi servicio social a un poblado pequeño de la costa de mi país. Estaba yo soltero así que unos días después comencé a conocer chicas. Una de ellas bastante guapa llamó mi atención por ser muy amable y sonriente y pensé en ligármela pero todo fue muy superficial y al final no pasó nada. Conocí después a una chica con la que anduve de novio y finalmente me casé con ella, y aun seguimos casados. Lo interesante es que aquella otra chica era prima de la que ahora es mi esposa y según supe, en algún momento le dijo que ella me había conocido primero y eso bastó para que mi mujer me celara con su prima, a la que sinceramente solo trataba de forma superficial y no buscaba tener problemas ni dárselos a mi esposa o a aquella mujer que, después, se casó y todo parecía ir muy bien, hasta que su esposo y padre de sus dos hijos muere en una accidente de auto dejándola viuda.
Fuimos al velorio sin que mi mujer estuviera muy complacida, pero imagínense ustedes a una mujer bastante guapa que queda viuda a los 30 años. Yo oía comentarios que esto o aquello, y hasta no faltaron, según supe, uno o dos pretendientes que querían, ahora si, que taparle el agujero del dolor a mi prima política pero ella, debo decirlo, se portó muy seria y guardó su luto cosa de un año o poco mas, siempre en su casa y trabajando en una oficina del Ayuntamiento ya que el esposo en realidad no le dejó bienes.
Como al año y dos meses fui a Xalapa a arreglar unos papeles de mi trabajo y el caso es que mi auto se descompuso en el poblado donde ella vive, y estaba yo en el taller cuando ella pasó caminando. Me vio y me saludó de besito en la mejilla y de reojo vi el escote de su blusa, dejando ver un lindo par de senos. Ella advirtió mi mirada golosa pero no dijo nada. Después de saber lo de mi coche y de decirle yo que no estaría listo sino hasta el día siguiente, con naturalidad preguntó:
-Bueno, primo… pues ya estuvo… hoy te quedas en mi casa ¡Ni modo que vayas a pagar hotel! Mis hijos van a estar felices de ver a su tío –dijo y ya me estaba desanimando solo de pensar en tener que lidiar con unos chamacos muy traviesos o groseros pero la vi sonreír como siempre y guiñándome un ojo, gesto que no notó el mecánico, dijo en voz muy bajita… y sexy – no te apures, mis hijos están con su abuelita desde ayer y me los traen hasta el sábado –y pensé que apenas era martes, así que sonreí y con otro guiño le hice entender que comprendía su discreción por el mecánico, y siguió hablando como si nada pero mi imaginación ya volaba viendo sus lindas caderas y sobre todo esos senos apetitosos. Para evitar suspicacias, llamé por teléfono a mi esposa y le conté todo, diciéndole por supuesto que me iba a quedar en un pequeño hotel cercano a la carretera y que el mecánico me había ofrecido que a las 9 del día siguiente el coche estaría listo y como le dije que estaba en un lugar cercano a Santiago Tuxtla, de alguna forma se quedó tranquilita… aunque todo lo hecho había sido frente a la mirada sonriente de la viudita.
Habían pasado 12 años desde que la había conocido y nunca habíamos ahora si que tenido ocasión de platicar por no dar pie a los celos de mi mujer, pero tomé del coche una maletita con una muda de ropa y nos fuimos a la esquina para tomar un taxi y así evitar murmuraciones si nos veían caminar juntos y hacia su casa de viuda. Ella vive a la entrada de un callejón y allá nos llevó el taxista y ella, platicadora como siempre, hacia preguntas sobre cómo estaba mi familia, mi suegra (tía de ella) dando a nuestro encuentro un carácter casual. Ya en su casa, serian como las 7 de la noche y empezaba a oscurecer, y entramos rápidamente a su casa. Ella vivía solo con sus hijos pero para mi buena suerte los chicos no estaban en casa. Me invitó algo diciendo:
-Humm, que gusto que aceptaste quedarte… aquí conmigo ¿Te ofrezco un café o quieres algo mas fuerte?
-Huy, pues algo apenas fuerte pero siempre que tu tomes lo mismo porque si no ni chiste tiene.
-¡Claro que te acompaño… en todo lo que tu quieras… o hagas! Primo, y a propósito, quiero hacerte una preguntita… ¿Mi prima es muy celosa, verdad? Lo digo porque ya ves, solo nos hemos visto en velorios o bodas… y si no pasa lo de tu coche ni siquiera me entero que pasaste por aquí… ten esto –me dijo, y puso en mi mano un pequeño vaso de licor- bébelo para ver si te gusta.
-Si claro, y gracias… ¡Oye está muy rico esto, pero así debe pegar! Pues mira, no sé si sea celosa pero dejémosla de lado ahorita y platícame de ti… digo, si se puede… ¿Cómo están tus hijos?
-Mira, ellos bien, pero también vamos a dejarlos de lado y mejor platicamos de nosotros… te ves muy bien… se ve que… comes muy a gusto –dijo con intención y sonriendo, continuó- pero lo que son las cosas… en un descuidito tu te hubieras tal vez hasta casado conmigo… yo te conocí primero que mi prima… pero ponte cómodo, si quieres llevamos tu maleta a donde vas a dormir y te pones ropa cómoda –dijo y tomando mi maletita ordeno que la siguiera… hacia su recamara.
-Estas muy linda, Carmen… creo que mas hermosa que cuando te conocí –le dije para halagarla mientras no dejaba de ver sus nalgas mientras subíamos la escalera. Olía rico y su cabello rizado y corto le daba un aire muy juvenil. Calculé que tendría máximo 32 años y de verdad estaba buenísima.
-¿De verdad me veo bien? ¡Mira que me la voy a creer y luego quien me aguanta! Pues déjame decirte que tu también estas muy bien, y es lógico que mi prima no te deje aletear, pero has de andar ahí de coqueto por tu trabajo… ¡Digo, ni modo que seas un santo!
-Santo no, pero me cuido… y creme que ahora que te veo tan linda pienso que a veces el destino nos muestra lo que perdimos –le dije antes de entrar a lo que de momento no pensé que era su recamara sino la de las visitas. Nos quedamos viendo, sonreímos y nos besamos como la cosa más natural del mundo. Nuestras lenguas comenzaron a entrelazarse y lógicamente mi verga respondió y al repegarmela ella sintió la dureza y sonriendo me contuvo, y dijo:
-Humm, la tienes rica… ¡Con razón mi prima no te descuida! Pero ¿Sabes una cosa? Me gustas, siempre me has gustado, y desde que murió Sergio, ya hace más de un año, no he estado con otro hombre… ¿Me crees? Pero si he de serte sincera, tengo ganas de coger contigo, solo coger y ya, quiero sentirte dentro de mí, como pudo haber sido, pero no hay compromiso… te lo digo para que no vayas a pensar que te voy a comprometer o algo así… ¡Para nada! Es mas, me había prometido a mi misma que no volvería a estar con un hombre sino hasta que mis dos hijos estuvieran grandes pero hoy, al verte, sinceramente no pude aguantarme… me gustas y mucho, y quiero hacerlo contigo… quiero coger contigo y por eso es que quiero que duermas aquí en mi recamara- y hasta ese momento vi que era su habitación, con una cómoda enorme y un espejo aun mayor justo frente a la cama. Casi me adivina el pensamiento porque aun tomados de la mano ella dijo:
-¿Te gusta el espejo? A Sergio le gustaba que al coger nuestra imagen se reflejara ahí… yo no le daba importancia y hasta me molestó que lo comprara pero ahora pienso que tenia razón… ¿A ti te parece lindo ver cómo cogen dos personas?
-Humm claro que si… estás hermosa de verdad –le dije y nos volvimos a besar ahora con más intensidad y ahí mismo nos fuimos quitando la ropa mutuamente. Ella, amorosa, se hincó frente a mí y sin dejar de verme a los ojos zafó el cinturón, y luego bajó el cierre del pantalón para bajarme éste junto con la trusa dejando al aire mi verga, y al verla sonrió traviesa y dijo:
-Humm, ya hasta se me había olvidado como son las vergas, papacito… oye, con más de un año de no coger ¿No será que me duela? ¡Mira que la tienes grandota, papacito! O a lo mejor ya soy virgen de nuevo por falta de uso y aquello se pegó –dijo con una sonrisa, y con naturalidad comenzó a introducirla en su boca hermosa, dándome una mamada riquísima y además, me sobaba las nalgas con una mano y con la otra los huevos y todo esto lo veía yo a través del espejo… ¡Que buena idea había tenido Sergio al poner ahí ese enorme espejo! Su hermosa mujer estaba ahí hincadita y dando una sesión de sexo oral inolvidable… ¡Ni mi mujer me la mamaba así desde hacia bastante tiempo!
Luego de un rato me hizo sentarme en la cama y ahí siguió mamándomela mientras mis rodillas rozaban sus senos. Esos senos grandes que tanto me habían llamado la atención. Había amamantado a sus dos hijos pero estaban bastante firmes diría yo y además, coronados por unos pezones hermosos y una areola tres tonos mas oscura que el resto de su piel blanca y en el espejo podía yo apreciar un hermoso par de nalgas… ¡Lo que pensaría Sergio, si pudiera ver cómo estaba cogiendo con su mujer y ahí mismo, en su recamara!
Me consideraba afortunado por tener ahí a una mujer tan linda y sexy, y aunque se trataba de la prima de mi mujer, por ahí se dice que en tiempo de guerra cualquier hoyo es una trinchera, y de verdad ella tenía un “hoyo” muy deseable. No quería venirme rápidamente así que la tomé de la mano y la hice acostarse a mi lado, y comenzamos a besarnos muy rico, y al sentir su panocha velluda y empapada de sus jugos vaginales pensé que de verdad estaba caliente y con ganas de coger y me pregunté qué hubiera pasado si no me ve o nos cruzamos en nuestro camino esa tarde noche… pienso yo que cuando una mujer tiene ganas de coger no se anda con remilgos sino que deja salir a sus instintos y así lo estaba haciendo en ese momento mi prima política.
Me hinqué para besarle sus senos y succionarle los pezones, y me di cuenta que, al igual que ocurría con mi mujer, ella era capaz de venirse solamente con estimular sus senos. No le había tocado casi la panocha y sin embargo tuvo un par de orgasmos que, como médico, estaba seguro que no podía haber fingido.
Me acomodé entonces para hacerle el sexo oral, hincado frente a su linda panocha, y como estaba la luz prendida créanme que el espectáculo era hermoso de verdad, y puse una almohada debajo de sus nalgas, y su rostro, enmarcado en su hermoso cabello rizado, se veía excitadísimo, ruborizado, y me acordé de un maestro de la Facultad que describía con detalle los cambios que la mujer tiene cuando está excitada… ¡Y qué razón tenia aquel médico! Su panocha tenia ese sabor tan especial de cuando la mujer tiene un orgasmo, algo alcalino, y un aroma sexual absoluto se desprendía de aquella hermosa mujer. Incluso, pienso que el olor a sudor de una mujer sexualmente excitada es delicioso y Carmen estaba gozando del sexo en ese momento. Me acomodé para besarla en la boca y ella colocó la punta de mi verga en su panocha, al mismo tiempo que decía con voz ronca:
-Humm, coges muy rico mi amor… anda, métemela ya, quiero sentirla adentro de mi… quiero sentir tu lechita en mi panocha, mi amor –pero yo tengo por costumbre ser cuidadoso y siempre procurar que la mujer se satisfaga lo mas posible, y como yo, al venirme, tardo como una hora en estar de nuevo listo para otro palito, debía dejarla satisfecha, así que succioné sus pezones y luego besé su cuello y en la orejita le dije:
-Espera, cielo… quiero que goces al máximo… tienes una panocha muy rica… tus jugos saben riquísimos… – y solo puse la punta de mi verga en la entradita para que mi verga tocara apenas su clítoris, y alzándole las piernas comencé a besarle los pies, unos pies lindos, aunque no como los de mi mujer, que son los que mas me agradan, se los confieso. Movía mi cadera lentamente para que la punta siguiera tocando el clítoris y ella movía sus nalgas buscando el roce adecuado. Luego la cabecita se hizo espacio entre los labios vaginales y ella sonrió y dijo:
-Humm… ¿Ya ves cómo eres? ¡Anda, métemela papacito! ¿O qué, no quieres metérmela?
-Claro que si, mi amor… pero quiero que sientas cada centímetro de mi verga entrando en esta panochita tan linda, Carmen –y comencé a meter mi verga en su estuchito de la manera mas suave y lenta que pude… hasta que nuestros vellos se encontraron. Ella sonrió y dijo:
-Ahg, así mi amor, ya me la metiste toda papacito… no, no te muevas… déjame apretártela con mi ponche –y Carmen, la viudita hermosa, comenzó a emplear conmigo ese PERRITO que tenia en su panocha, y sentí unas ganas enormes de venirme… ¡Pero debía aguantarme para no decepcionarla! Mi mujer también me la aprieta rico, así que en ese momento pensé que el PERRITO debía ser una cualidad de familia. Aguantaba la eyaculación pero ella, como adivinando mi pensamiento, dijo:
-Vente ya, mi amor, quiero sentir tu semen en mi panocha… descansamos y repetimos… total, tenemos hasta mañana… anda mi cielo, vente… -y le obedecí dejando salir todo lo que tenia guardado dentro de mis huevos, y rebosó su panocha ya que el semen escurrió a la sabana, y así estuve dentro de ella, besándola en los labios, hasta que mi verga se puso aguadita y se salió de esa panocha tan caliente. No me dejó levantarme a lavar, y nos besamos un buen rato, platicamos bastante, de cómo era nuestra vida sexual, de cómo se la cogía Sergio, y fue ahí donde me dijo que Sergio le había pedido siempre el culo pero ella, por miedo, no se había dejado coger por atrás, y me soltó:
-Oye… ¿Y si tu me lo estrenas? Digo, me estrenas el culito… ¿No te gustaría metérmela por atrás? Siempre pensé que Sergio era medio degenerado por pedirme el culo pero quiero que tú me cojas por atrás… anda, vamos a descansar un poco y lo intentamos, mi amor- y si, lo intentamos un par de horas después y todo salió bien… hasta mi semen, pero eso se los cuento en la siguiente entrega.
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