ANDREA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
ANDREA
Andrea es más bonita de lo que cualquiera de ustedes pueda imaginar, dueña de una sonrisa sin igual, un blonda natural de grandes rulos que caen hasta sus hombros, ojos celestes, cristalinos como el mar, labios sensuales y provocativos, y su cuerpo plagado de curvas de ensueño, recorrerlo en un viaje al placer, de grandes pechos, diminuta cintura y amplias caderas, de piernas esbeltas y esculpidas a mano, es elegante, con altura de modelo y cuerpo de vedette.
Está llegando a los cuarenta, pero no aparenta más de treinta, ella es profesora de educación física y da clases en algunos gimnasios de la zona.
Es de esas mujeres que no pasan desapercibidas, de una hermosura especial, de esas que todos se dan vueltas al verla pasar, de esas que es centro de atención en cualquier reunión y que provocan los codazos en el hígado de otras mujeres ante la mirada perdida de sus esposos.
Hace unos quince años que es mi esposa, y yo me siento halagado cuando mis amigos me comentan sobre lo buena que está.
Ella me hace muy feliz, porque tan buena como está, mejor aun es en la cama, es fuego puro.
Pero el problema era yo, porque a pesar de tener un monumento a mi lado, para mí no era suficiente, porque siempre fui un mujeriego empedernido y me cansé de cogerme cuanta mujer pude, así tenía varias ‘amigas’ que cada tanto frecuentaba y una lista acotada de finas prostitutas a la que adornaba con mis billetes.
Aquellos amigos verdaderos me decían una y otra vez que reflexionara sobre lo que hacía, que no me empeñara en tirar de la cuerda, que pensara en Andrea, una mina noble y fiel que no se merecía mis engaños, pero yo me sentía súper poderoso, el gran macho, omnipotente.
Y ella no era estúpida, tenía bien en claro que era una súper cornuda, más de una vez me había pescado en situaciones complicadas, con teléfonos de mujeres, con mensajes que no podía explicar, con llegadas tardías, con ropas con perfume a mujer.
Las discusiones se hacían cada vez más drásticas, más ásperas, porque ella intentaba que cambiara, siempre me daba una nueva oportunidad, y yo siempre la defraudaba.
Y encima parecía ir todo a mi favor, porque más la engañaba más se preocupaba por mí, por atenderme, por complacerme y asumo que siempre fui un bastardo, innumerable cantidad de veces la había dejado llorando, resignada, dolorida, herida, sin importarme nada, total, sabía que después de la tormenta al día siguiente saldría el sol.
Y a pesar de todo, Andrea me era ciegamente fiel, de eso estaba seguro, solo tenía ojos para mi, parecía ser para ella el único hombre sobre la tierra.
Pero algo cambiaría, no sabía que, tampoco me interesaba averiguarlo, lo cierto es que hacía cerca de un año que ella ya no se quejaba de mi conducta, había cambiado su forma de ser, de tomar las cosas, había aparecido un brillo en sus ojos, y ahora me besaba con una dulzura que jamás lo había hecho en su vida, había mejorado en la cama y siempre se dibujaba una sonrisa en sus labios cuando me miraba directo a los ojos, así que mejor no podían ser las cosas para mi, tenía una mina espectacular, que estaba rendida a mis pies, y además, disfrutaba de cuantas mujeres quisiera.
Hace unos días me llamó Verónica, me sorprendió un tanto su llamada a mí celular, me dijo que fuera urgente a visitarla, que tenía algo para mi, que no lo podía decir por teléfono.
Supuse que necesitaría dinero, ella era una de las prostitutas que visitaba a menudo, era una colombiana que se ganaba el dinero con su cuerpo.
Quedé en pasar por la tarde, después del trabajo y así lo hice, fui dispuesto a cogerla toda, pero al llegar a su casa me recibió un tanto distante y nerviosa, entonces fue directo al grano y me dijo:
– Mirá, yo no sé ni me interesa que enfermiza relación tienes con tu esposa…
– Qué? mi esposa? de que estás hablando?
– Tu esposa, una rubia muy bonita, me dijo que se llamaba Andrea, te suena?
– Andrea! Andrea te visitó?
Me quedé unos segundos en mis pensamientos, mi esposa la había visitado, sabía lo descuidado y confiado que era, pero no salía de mi asombro, Verónica prosiguió:
– Mira, me dejó dinero, un poco más de lo que acostumbro a cobrar por una buena mamada, tú sabes.
y al fin y al cabo, dinero es dinero, solo me dejó esto para que miraras mientras te lo hacía, fue su único pedido…
Así que mientras me acomodaba en el amplio sillón liberando mis genitales, ella colocaba un pendrive en el puerto usb de su enorme led que estaba a no más de un metro de distancia.
Mi amiga colombiana ya se había acomodado a mi lado para empezar a hacer su trabajo, cuando empieza la filmación, aparece mi querida esposa diciéndome que esto era un regalo por el primer aniversario, esto me sorprendió, no tenía idea a que se refería, busqué en mi memoria sin éxito, pero como jamás recordaba ninguna de las fechas que ella consideraba importantes, solo me acomodé y me dispuse a disfrutar.
Verónica me estaba chupando la pija, mirando de reojo lo que pasaba por el led, mi esposa aparecía bailando sensualmente, noté que no era nuestro domicilio, no conocía el lugar.
Ella estaba muy guapa, con el cabello suelto, con una sexi pollera turquesa que exageraba sus glúteos, ajustado a su silueta, una camisa semitransparente dejando notar un sostén esos que elevan el busto haciéndolos parecer dos globos, unas delicadas medias de red cubrían sus piernas y unos finos zapatos de tacos altísimos que hacía tiempo le había regalado adornaban sus pequeños pies.
Mientras los segundos pasaban Andrea se iba desnudando sensualmente al compás de la música y Verónica hacía maravillas en mi verga, esto era el paraíso…
Mi esposa pronto dejó a un lado sus prendas, diminuta colaless y un primer plano a un vagina depilada hacían que la locura se apoderara de mi, recuerdo que en un momento Verónica me recriminó, diciendo que era muy bonita, preguntando porque le hacía esto, a lo que le respondí que se callara y se concentrara en su trabajo, pero cambiaría mi suerte en unos segundos…
De repente descubro que no estaba sola, cuatro negros enormes aparecen en escena, con las pijas más largas y gruesas que puedan imaginar, me quedo estupefacto, de hecho hasta la atención de Verónica había pasado a la pantalla, ver a tu esposa ‘fiel’ ponerse de rodillas y ser rodeada por cuatro vergas gigantes no es algo que a uno lo alegre demasiado, con un plano corto pude ver a mi esposa mirando fijamente a la cámara, tomando a uno de esos penes entre sus manos, era tan gruesa que no alcanzaba a rodearlo y su glande no cabía en su boca, apenas podía saborearlo, pero con paciencia parecía disfrutarlo demasiado, comenzaba a recorrerlo tan largo como era, su lengua acariciaba ese glande desnudo, perdiéndose en la lujuria, pronto pasó al segundo, repitiendo la operación, con sumo placer, con sumo disfrute, y así uno a uno hasta probar los cuatro, rodeada, entregada, mi preciosa Andrea…
Y era solo el comienzo de mi trago amargo, uno de estos animales le arranca la pequeña tanga y empieza a cogerla, ella gritaba y se contorsionaba, la verga la penetraba tan profundo como podía y aun un buen trozo quedaba afuera.
Andrea, como una prostituta barata se encargaba de regalarme los mejores planos, disfrutando de esas vergas se turnaban llenándole la boca y la concha al mismo tiempo, masturbando su clítoris, apretando sus pezones.
De pronto los cuatro se acostaron sobre el piso, apuntando esos rascacielos al techo, mi esposa fue sobre el primero abriendo las piernas a su lado, parada sobre sus altos tacos y se fue sentando lentamente para llenar su hueco con él, se movía engolosinada, subiendo y bajando, gemía, gritaba, en una actitud desinhibida, pasando de uno en uno, volviendo, con su concha abierta y caliente, como una perra miserable…
Verónica trataba de volver a chuparme la pija, pero lo cierto es que se concentraba más en el show porno improvisado que en lo que tenía que hacer, y siendo honesto mi atención se centraba en la pantalla, y sentía una terrible erección, pero también bronca y humillación.
Andrea se había puesto en cuatro patas, después de darle a su concha más de lo necesario, y ellos empezaron a untarla con aceite, desparramándolo por su cuerpo, mientras ella metía sus dedos en su argolla depilada, salvo el pulgar perdía de vista el resto de ellos.
Verónica entonces apagó de repente el led y dijo:
– Dejemos a la putita de tu esposa y vamos a lo nuestro, no tengo todo el día!
Pero creo que leyó la furia en mis ojos, y unas duras palabras de mi parte la hicieron volver sobre sus pasos, para sentarse ahora en silencio a mi lado, como una espectadora de lujo.
Así prosiguió la escena, ella estando en cuatro patas toda aceitada, con su culo regordete y perfecto apuntando al techo, uno se acomoda por detrás, ella abrió con sus manos sus cachetes y el fue bajando, casi me muero cuando lo veo centrar su miembro en el esfínter de mi amada, y empezar a forzarlo hasta vencer su resistencia, toda la vida ella me había impedido hacérselo por atrás, pero este animal tenía mejor suerte que yo.
Así pasaban los minutos, uno a uno ahora probaba su culo, ese que nunca había sido mío, mientras su boca parecía no cansarse de chupar y chupar.
Como regalo, un primer plano final, en las más de cuarenta pulgadas que tenía el led, bien cerca, demasiado cerca, los gordos labios de la concha de mi esposa, su esfínter recibiendo desde lo alto esa gruesa e interminable verga negra que se introducía hasta el fondo de sus intestinos, sacándola de vez en cuando solo para dejar un cráter inmenso que ella le encantaba enseñar, hubiera cabido una manzana por ese hueco…
No salía de mi asombro, la colombiana menos, no se animaba a pronunciar palabra mientras las imágenes se sucedían, yo no sabía si me afectaba mas lo que veía ó lo que escuchaba, porque ella gritaba como zorra y los negros le decían puta para empezar a hablar…
Andrea se había sentado sobre uno de ello, llenándose la concha dando su perfecto trasero a la cámara, esos jamones armoniosos y redondos, con sus pechos colgando, como dos esferas perfectas, así con una verga en la concha otro fue por detrás para metérsela por el culo en una perfecta doble penetración, mientras como podía se las arreglaba para lamer las dos restantes dando rienda suelta a sus más bajos instintos, mientras uno la mantenía llena por delante, lo cierto es que los otros tres rotaban entre su culo y su boca.
De pronto la pija negra que entraba y salía de su concha comenzó a blanquearse, con signos evidentes de que se la estaba llenando de leche, hasta donde llegaría su venganza?
Mi acompañante de turno sugirió que ya no siguiera viéndolo, pero quería llegar al final, descartado el que la cogía y le había llenado el hueco de leche, cambiaron, otro se recostó y ella fue sobre él, su espalda sobre su pecho, ambos mirando al techo, para levantarle las piernas y enterrársela otra vez en el culo, su concha seguía largando el blanco jugo del amor, sus pechos se veían majestuosos, otro se acomodó, pero para mí puta fortuna no fue sobre la concha, no señor, también se la enterró en el culo, junto al otro, comiéndose ambas vergas al mismo tiempo, luego de unos minutos el esfínter de mi esposa estaba totalmente dilatado, ellos parecían hacer puntería en ese hoyo y se turnándose esas enormes vergas, entrando y saliendo sin la menor resistencia, hasta que el segundo llegaría a su fin, un primer plano me dejaba ver esa pija enterrada, contrayéndose rítmicamente en señal inequívoca de estar descargando su semen en el interior, todo terminaría con el orto de ella chorreando leche…
Pero aún quedaban dos machos por voltear, ahora el plano fue sobre su rostro, donde a centímetros ellos se masturbaban mientras ella chupaba una y la otra, como desesperada, cuando llego el momento solo veía la punta de la lengua de mi amada pasando por el agujerito de la punta de la pija, la leche empezó a brotar y ella seguía en ese juego, desparramando todo en cada chorro, disfrutándolo, pronto llegaba el otro, en esta caso posó su lengua bajo el glande, como si fuera una cuchara, y el también comenzó a llenar toda su boca con leche, chorro tras chorro, hasta colmar su capacidad.
Pareció saborearla para la cámara, hasta tragar lo que tenía, sus labios estaban aun llenos de leche y sus manos acariciaban sus pezones, ahora si era el final.
Andrea me dejaría grabado un mensaje final que decía:
– Mi amor, si llegaste hasta acá es porque eres muy valiente, este video hoy cumple un año, si, un año que mi concha es llenada por cuanta verga se cruza en mi camino, un año que otros hombres la disfrutan y me arrancan los mas maravillosos orgasmos, esos que tu nunca me darás, un año que mi culo es abierto por extraños, ese culo que tantas veces me pediste y jamás probarás, un año que mi boca disfruta y traga exquisita leche caliente, esa misma boca que te da profundos besos cada día.
Te dejo, los chicos siguen calientes y voy a seguir entregándome…
Dicho esto dio un beso en el lente de la cámara dejando la visión turbia por haberla ensuciado con semen
Fin de la historia, el silencio inundaba el cuarto, solo una risa socarrona y sarcástica de la prostituta colombiana que no podía controlar, aún incrédula por la experiencia, para decirme casi susurrando al oído:
– Parece que esta vez te han jodido! Tu esposa es mas puta que todas las putas que has pagado juntas!
Dejé a Verónica, aturdido, y aún no junto el valor para volver a casa, nunca podré perdonarla, pero sé que por mi culpa perdí el amor de mi vida, esa mujer perfecta y hermosa que era solo mía, que descuidé, que no supe valorar, Andrea, mi amada Andrea…
Si tienes comentarios, sugerencias al respecto puedes escribirme con titulo ABDREA a:
dulces.placeres@live.com
Gracias
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!