Buscando trabajo 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo muchas veces me pregunto que me vio el señor Eduardo, es un hombre jóven, atractivo, puede tener la mujer que quiera y es increíble conmigo, me coge hasta tres veces por día, es tocarme y noto como se excita inmediatamente.
Yo soy una mujer madura, tengo 59 años, tengo una barriga prominente, celulitis en las nalgas, las tetas grandes y caídas, el señor Eduardo no me deja que me depile adelante, dice que lo calienta mucho ver mi concha peluda.
Mi hija ya está trabajando en el súper y yo estoy con cama, que el señor Eduardo y yo dormimos juntos.
Siempre me dice que le encanta verme caminar desnuda por la casa.
Yo hago absolutamente todo lo que me pide que haga, soy muy obediente y sumisa con él.
Una noche estábamos en la cama los dos, él acariciando mis tetas y yo su pija y me preguntó que le cuente mi pasado sexual.
Le conté que cuando tenía 14 años, un vecino mío de 20 me desvirgo y fue el que me enseñó a chupar la pija y tragar la leche.
Estuvimos un año con ese chico hasta que lo dejamos, al poco tiempo, a los 15 tuve otro novio y fue más de lo mismo, me cogía y le tragaba la leche.
Después de ese otro chico tuve tres novios más y a todos les tragué su leche y me cogieron aunque el último novio, cuando yo tenía unos 20 años y él 35, me rompió la cola.
Conocí al que iba a ser mi marido, y seguimos practicando el sexo oral, siempre me gustó chupar pijas y tragar la leche, le contaba al señor Eduardo que tenía dura su pija en mi mano y tenía dos dedos metidos en mi concha.
Con el que iba a ser mi marido seguí teniendo sexo anal, hasta que por culpa de la bebida las cosas fueron empeorando.
Un vecino algo menor que yo me empezó a ayudar y por agradecimiento empecé a tener sexo con él, que también me la metió muchas veces por la cola y le tomé siempre su leche.
Recuerdo que una vez no estaba este vecino y no tenía ni para comprar un pan, y salí a la calle desesperada y un chico de 15 o 16 años me ofreció plata por dejarme coger y no lo dudé, nos fuimos a un descampado se la chupe y deje que me la meta por el ano.
No se que le habrá pasado al señor Eduardo que me besó la boca, metió su lengua buscando la mía y subido sobre mí, metió toda su pija de una sola vez en mi concha, levantando mis piernas con sus manos y me empezó a coger con una fuerza y una pasión como nunca me había cogido.
Fue algo pasional, tan increible que nos acabamos juntos.
Yo sentía la leche del señor Eduardo llenando mi concha y yo me retorcia de placer, sentía como el señor Eduardo me chupaba las tetas, el cuello, me marcaba, me besaba la boca y me desbordaba la concha con su leche.
Cuando la saca de la concha, enseguida la metió en mi boca y se la limpio de la leche que le pudo haber quedado en la pija.
«Señor Eduardo, espero que este contento con mis servicios, usted pidame lo que quiera que haga y lo hago», le dije besando y lamiendo su pija acomodada entre sus piernas.
«Yo quiero que vos te sientas bien y estés contenta con tu trabajo»» me dijo acariciando mi cabeza.
Como no iba a estar bien, trabajo, casa, comida y un hombre jóven y atractivo que me coge por todos lados haciendo que goce como loca.
Al otro día me levanté y como es costumbre le llevé el desayuno a la cama, él sentado en el borde se la cama, leyendo el diario, tomando su café con leche y yo arrodillada entre sus piernas chupando su pija.
Dejó todo sobre la mesita de luz y se acostó levantando sus piernas y yo así como estaba le chupaba sus huevos y su ojete.
Se pone en pie, me hace agachar, apoyando mis manos en la cama, se ubica detrás mío y me hace gritar cuando me clava la pija de una sola en la cola.
Me agarra de las caderas y me hace mover en círculos, me dolió como me la metió, pero pasó enseguida.
Así estuvo removiendo su pija dentro de mi cola, la sacó y volvió a seguir leyendo el diario y termina de tomar su café con leche y yo arrodillada seguía con su pija en mi boca.
«Haceme acabar», me dijo dejando el diario en la cama mientras yo chupaba más fuerte y rápido su pija, hasta que escucho un gemido muy fuerte y siento los chorros de leche de pija que salían llenando mi boca y yo tragando con mucho placer.
Al margen que me encanta tragar leche, la del señor Eduardo es la más rica que he tragado, abundante, caliente, espesa, bien cremosa, es el tipo de leche, que mmmmmmm, me encata tragar.
Nunca me atreví a preguntarle al señor Eduardo que me vio para ser así conmigo, porque no solo me coge, que lo hace disfrutando él y haciendo que disfrute yo.
Le estoy tan agradecida por todo lo que me dio, que haría lo que fuera por satisfacer lo que ese maravilloso hombre quiera, hasta si es necesario le contaría todo a mi hija y que se la coja a ella también si quiere o a las dos juntas, hago lo que sea por no perder este trabajo y que el señor Eduardo siga contento y disfrutando de mi cuerpo todo lo que quiera.
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