Buscando trabajo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Mabel, 59 años, vivo con mi hija, mi nieta y mi marido que es alcohólico.
La única que sostiene mi hogar soy yo, hago limpiezas en casa de alguna vecina que me ayuda con algo de plata y algunas cosas para comer.
Realmente lo estamos pasando muy mal.
La vida me ha castigado mucho, aparento más años de los que tengo.
Vivimos a las afueras de una ciudad que se llama San Ramón, en Uruguay.
Había escuchado que iban a abrir un supermercado en otra ciudad vecina y me fui a pedir trabajo.
No iba muy motivada, ya que como dije soy una mujer muy maltratada por la vida.
Cuando llego no había nadie, me sorprendió mucho, pensé que ya se habían terminado las entrevistas, pero cuando miro dentro había un hombre jóven, golpeo una de las puertas de vidrio y ese hombre me mira y abre la puerta, «si señora, que necesita?», me dijo muy cortés, «señor, con quien tendría que hablar por algún trabajo para mí», le dije temblando de nervios, «conmigo señora, pase», me dijo dejando que entre.
«Señor, necesito trabajar, aunque sea limpiando los baños, de lo que sea», y me puse a llorar.
Este hombre me llevó a su oficina, me hizo sentar y me dio un vaso con agua para que me tranquilice.
Nos pusimos a hablar, le conté lo de mi hija, mi marido alcohólico, él me escuchaba, me miraba, «pero Mabel, yo quiero que mi gente me sea fiel, no quiero traiciones», me dijo, «yo le voy a ser mas fiel que a mi marido», le dije, un poco mas tranquila.
«Le fuiste infiel a tú marido?, contame», me dijo sonriendo.
«Hay señor Eduardo, eso no se pregunta», le dije avergonzada.
«Mi gente no tiene que tener secretos conmigo», me dijo serio.
«Si, hace poco más de un año tuve un amante, un señor que me ayudaba mucho y nos acostamos varias veces», le dije nerviosa y avergonzada, mirando el suelo.
«Se la chupaste, te la metió por la cola?», me preguntaba sin dejar de mirarme.
Yo me moría de vergüenza, no sabía que hacer, si responder o mandarlo al carajo e irme.
Opté por responder, «si, se le chupe varias veces y me la metió por la cola también», le dije mirando fijamente sus ojos.
«Mmmmm, que delicia, como estará de abierto tú ano, me dejás verlo?», me dijo con la voz cada ves mas ronca.
«Oye, que yo vine a buscar trabajo, no a andar contando mi vida íntima ni mostrarle mi ano a nadie», le dije molesta.
«Me gusta tú forma de ser, pero aparte de fidelidad, quiero confianza.
Me gustaría que confíes en mí», me dijo sin bajar su mirada de la mía.
Lo mire fijamente a los ojos, respire hondo, me puse en pie y me empecé a subir la pollera hasta la cintura y me bajé la bombacha, me hace apoyar contra su escritorio y casi me muero de vergüenza cuando siento que me abre las nalgas.
«Lo estas viendo?», le dije queriendo arreglarme la ropa.
«Que hermoso ano», escucho que dice y siento su dedo pasar por mi ano, como lo acariciaba.
«Lo vas a seguir mirando?», le dije sin ver que estaba haciendo, hasta que doy un respingo de sorpresa al sentir como pasaba su pija por mi cola.
«Pero que haces?», intenté protestar, «si esta cola es mía, el trabajo es tuyo», me dijo pasando sus dedos con saliva por mi ano y acomodando su pija.
«Pero donde iría, haaaaaa, a trabajar?», le pregunté y me queje cuando hizo fuerza y sentí como me empezó a meter su pija por mi ano.
«En el super y en mi casa», dijo empujando de nuevo y yo gemi sintiendo como me iba metiendo su pija en mi cola, hasta que otro empujón mas y la tenía toda adentro.
«Abrite las nalgas Mabel, quiero que me la chupes y me dejes cogerte siempre que yo por tú cola o tú concha», me dijo moviendo su pija dentro de mi cola.
El señor Eduardo me tenía agarrada de las caderas, yo abría mis nalgas y el movía su cuerpo sacando y metiendo su pija en mi ano.
Siento como me la clava bien adentro de mi cola y sus gemidos eran muy fuertes, movía su pija en círculos, acariciaba mis nalgas.
«Y señor Eduardo, que va a pasar con mi trabajo», le dije con su pija bien adentro de mi cola todavía.
«Vas a trabajar no sólo limpiando mi casa, sino que en el supermercado también, pero te quiero en mi cama cuando yo te lo pida», me dijo sacando su pija de mi cola, yo empecé a dar saltos de alegría sin importarme que tenía la pollera subida hasta la cintura y me salía leche de la cola.
Arreglamos un sueldo que superaba todas mis espectativas, «mañana te espero en mi casa a las diez de la mañana, precisas plata?», me dijo dándome un juego de llaves de su casa.
Estaba feliz, había conseguido trabajo, aunque para eso tuve que dejarme coger por la cola y acostarme con el señor Eduardo cuando él quisiera y dejar que me coja por donde quiera.
Al otro día, a las diez de la mañana estaba en su casa, «señor Eduardo», grité cuando entré para avisarle que ya estaba.
«Acá Mabel, en el dormitorio», me dice.
Cuando entró en su dormitorio nos dimos los buenos días, se destapa y estaba desnudo con su pija dura.
Yo lo miré y sin decir nada me empecé a desnudar.
Me metí en la cama con él y le empecé a acariciar su pija, me pidió que se la chupe.
Mientras le chupaba la pija, el señor Eduardo me acariciaba la espalda, las nalgas, siento como me mete el dedo en la cola, lo saca y lo mete en mi concha, yo soy una mujer y me excito también, estaba mojada.
Dejé de chupar y me subí sobre el señor Eduardo y con mi mano acomodo su pija contra mi concha y fui haciendo que me entre mientras el señor Eduardo manoseaba y jugaba con mis tetas.
Me senté recta sobre el señor Eduardo haciendo que su pija me entre toda.
Yo gemia y me movía sobre él, no voy a negar que estaba disfrutando de como el señor Eduardo me estaba cogiendo.
Sus manos me estrujaban las tetas, me pellizcaba los pezones, yo tiraba mi cabeza para atrás sin dejar de mover mis caderas.
«Me vas a dar la colita?», me dijo apretando mis pezones, «lo que usted me diga señor Eduardo», le dije bajandome de encima de él y me puse en cuatro patas abriendo mis nalgas esperando a que el señor Eduardo me siga cogiendo por la cola ahora.
Di un fuerte gemido cuando el señor Eduardo en dos empujones metió toda su pija en mi cola.
Solté una de mis nalgas y me empecé a acariciar la concha mientras el señor Eduardo sacaba y metía su pija de mi cola.
Sentía como mis tetas iban para adelante y para atras a medida que el señor me cogia la cola.
La sacó y me hizo poner boca arriba, levantando bien mis piernas y me la vuelve a meter en la cola de una sola vez.
«Tanto le gusta mi cola señor Eduardo», le dije viendo su cara de placer, sentia como metía y sacaba su pija de mi cola, moviendo despacio su cuerpo.
«Me encanta tú cola Mabel, me encanta cogerte», dijo moviendo su pija dentro de mi cola.
Mientras el señor Eduardo me seguía cogiendo la cola, yo me acariciaba la concha, gimiendo y moviendo mi cabeza para los costados.
Di un grito, sentí como apretaba la pija del señor Eduardo con mi ojete, empecé a acabar como hacia mucho tiempo que no disfrutaba tanto cogiendo.
«Hay señor, que bien me coge», le dije sintiendo como sacaba su pija de mi ano.
«Mucho mejor de lo que me imagine», decía acariciando mis nalgas, de mi ano ya empezaba a gotear leche.
«Prepara el desayuno para los dos», me dijo acostandose boca arriba y antes de levantarme meti su pija en mi boca, «haaaaaaa, eso me encanta, que me limpies la pija con la boca», dijo dando un largo gemido.
«Señor Eduardo, ya me visto y preparo el desayuno», le dije agarrando mi bombacha, «si queres quedarte desnuda, no me molesta para nada», me dijo antes que me empiece a poner la bombacha, yo lo miré y la dejé en el piso, ya que no quiero contradecir en nada a ese hombre, que con el trabajo que me dio, me alivia mucho la situación en la que estaba.
Antes de hacer nada, fui al baño y me limpié la cola con papel y me lave las manos.
Esto es para vos», me dijo dándome unos papeles y un sobre.
«Es tú contrato de trabajo para el super y un adelanto de tú sueldo, los que confían en mi y se portan como te estas portando conmigo, eso lo valoro mucho y lo recompenso», me dijo, sentados desnudos a la mesa de la cocina.
Yo al ver eso rompí a llorar de emoción, «y cuando abra el súper, veremos de darle algo a tú hija», dijo tomando un sorbo de café con leche, «pero mi hija también», le estaba preguntando, «no, no te preocupes que sólo quiero cogerte a vos», me interrumpió sonriendo.
No se que habrá visto en mí que lo caliento tanto, si sé que no estoy buena, soy más bien gorda, antes de irse me hizo que le chupe su pija hasta acabarse en mi boca y quedó feliz al ver que me tragaba su leche.
«Tal vez ponga a tú hija en tú puesto del súper y a vos acá en casa con cama, quiero dormir contigo», me dijo y se fue.
No lo entiendo, pero tampoco me preocupa ya que con mi marido por su alcoholismo no hacemos nada y este hombre me esta dando una oportunidad única a mi y a mi hija.
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