Cogiendo con nuestro abogado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Por lo fuerte de ese relato, advierto que todos los nombres, lugares y otras, han sido cambiados por mi. Ha sido mi aventura sexual escondida y que nunca se la diré a mi conyuge, pero a pesar del sometimiento aveces me masturbo recordando.
Soy Vanesa,. Vivo en un país centroamericano, soy de una provincia humilde de ese país. Mido 1.60 mt, soy bajita, pero tengo bonito cuerpo, soy morena, cabello negro a la mitad de la espalda. A mi marido que le gustaba mucho el porno (dvd, revistas e internet), de hecho el me enseñó estos lugares de la web, me decía que yo me parecía a una estrella porno que se llamaba algo asi como “Sulady”, yo nunca la he visto para opinar si me parezco a ella.
Conocí a mi esposo cuando este visitó por unos proyectos de energía electrica mi pueblo y de allí nos enamoramos y me llevó a la ciudad donde me casé con él y también me puso a estudiar. Yo he sid una mujer muy caliente, como buena morena que soy, asi que llevabamos una vida sexual lindisima, liberal y sin muchos tabus. Nos encantaba mucho el sexo oral, sexo anal, diversidad de posiciones y hacerlo en lugares públicos era excitante, eso si nada de masoquismo o los llamados intercambios, mi esposo era muy celoso de mi.
Viviamos bien, pero sin mucho lujo, pero de la noche a la mañana mi esposo comenzó a manejar mucho dinero, yo nunca le pregunté de donde lo sacaba, pero había muchas llamadas teléfonicas en la madrugada y personas que yo no conocía llegaban a la casa, en cuenta nuestro abogado, que llamaremos Mateo, quien siempre me pareció un tipo pervertido y materialista, aún en frente de mi esposo me miraba la ponpas o trataba de verme el escote de mi blusa. En alguna ocasión me hizo alguna insinuación, pero yo siempre lo mandé al demonio. Pero mi esposo confiaba ciegamente en él y me dijo que si alguna vez le pasaba algo, no fuera con nadie solo con Mateo.
En el año 2010, mi esposo me llamó desde una Comisaría de Policía y me dijo que lo habían detenido y que por favor llamara a Mateo, el sabría que hacer, yo le dije -que pasa?- -de qué te acusan?-; el me contestó -de narcotrafico, pero no creas nada ni digas nada a nadie, solo a Mateo-.
La noticia recorrió por días el país, resulta que decían que mi esposo era uno de los mayores lavadores de dolares proveniente del narcotráfico en la región y yo no lo sabía. Los siguientes días fueron de pesadilla, mi casa estaba intervenida en los teléfonos y había policia vestidos de civiles que me seguían a todas partes. La prensa me quería entrevistar, pero Mateo me aconsejaba que no dijera nada, asi lo hice. Lo peor es que congelaron las cuentas de mi esposo en los bancos, yo tenía una que él me había abierto, pero para mi mala suerte, mi esposo me pidio prestado una fuerte suma y casi me había dejado sin nada en la cuenta. Apenas tenía para mantener la casa unos meses.
Un mes y quince días después del arresto de mi esposo fui a la primera citación ante los tribunales, asisti conjuntamente con Mateo, como el abogado de mi esposo. Una gran cantidad de medios de prensa y se oyeron los cargos, Mateo no dijo casi nada, solo oyó todo y escribía. Salimos por una puerta trasera y me subí al auto de Mateo, yo estaba llorando por todo lo que dijeron de mi esposo. Mateo me consoló diciéndome que todo saldría bien, me abrazó en el auto, pero noté que una de sus manos acarició mis piernas de modo raro, muy sugestivo, pensé que tal vez era solo su forma de mostrar apoyo moral, pero no era asi.
Al llegar a la casa, estaba oscureciendo, entramos y lo primero que hizo fue preguntar por mi hijo, yo le dije que lo había dejando con una amiga (yo no conocía mucha gente en la ciudad), el se sonrió y dijo que si tenía algo que tomar, le señale un bar que tenía mi esposo, se sirvió un ron con agua mineral. Luego me dijo: -vamos a necesitar dinero para hacer algunos pagos a las autoridades y jueces!-, yo le dije que por el momento no tenía nada, que estaban congeladas las cuentas de banco.
El´se quedó en silencio, y dijo luego -yo prestaré el dinero y ya pensare la forma en que tu me puedas pagar mis honorarios-
Yo que estaba de espaldas, sentí cuando el me abrazó y apretó mis senos y pegó su paquete a mis nalgas. Al principio crei que era de apoyo, pero su mano me acarició uno de mis senos. Yo lo retiré de una bofetada en la cara, -que te estas creyendo?- le dije gritando.
El muy colérico me gritó -qué crees que yo trabajo de regalado, además sin dinero no tienes a nadie, a nadie, si quieres me voy y vas perder todo, todo!, te quedaras en la calle!!- Dicendo eso comenzó a salir.
_no!! Quedate por favor, es que no puedo hacer eso? le dije
-por qué no!, tu marido no se va a enterar nunca, al menos por mi no, además siempre me haz gustado Vanesa. Ademas tu tienes tu necesidad y yo tengo la mía- me dijo y se tocó los genitales.
-ay no Mateo!, no me pidas eso, yo nunca le he sido infiel a mi esposo, por favor no!- diciendo esto y Mateo se acercó a mi, me tomó y me puso de espaldas a él, volvió a abrazarme y a tocarme los senos sobre el vestido, luego bajó y subiendome el vestido me tocó los muslos, yo trataba de explicarle y casi a suplicarle que se detuviera.
Se agachó y me arrancó los calzones, jalándolos y sacándolos de mis piernas, me empujó contra la pared y levantando mi vestido se agachó y comenzó a besar mis nalgas que debo decir tengo paraditas, -Noo! Mateo, por favor no!- yo le decía, pero él seguía ahora mordiendo mis carnes, y yo podía sentir su lengua húmeda recorriendo mis nalgas, luego una de sus manos siguió la rayita entre mis nalgas y la recorrió hasta llegar a mi raja, que aún estaba seca, pero se mojaba irremediablemente. Pero sus hábiles dedos me acariciaron mi panochita suavemente, con uno de sus dedos separó mis labios vaginales, yo cerré aún mas mis piernas, me sentía sucia, pero él me las abrió de nuevo, -déjate, yo se que eres una mujer caliente, me lo decía tu marido, asi que no te esfuerces por impedirlo, se que te gusta coger!- me dijo Mateo.
Los dedos de Mateo seguían masajeando mi panocha por todos lados, contra mi voluntad mi sexo se fue humedeciendo, pronto Mateo se dió cuenta de eso, porque sus dedos se impregnaron de mis jugos. -¡Verdad que te está gustando, si yo sé que eres muy cachonda!- me dijo él.
Uno de sus dedos entró en mi vagina y yo me quejé como si me lastimara, para ver si lo sacaba, pero él más me lo metió adentro y un minuto más tarde, otro dedo acompañó al primero, luego me los sacaba y me los hundía en mi panochita . Mateo me abrió más las piernas, siempre estando yo de espalda pegada a la pared. Y mientras me metía sus toscos dedos, volví a sentir lo mojado y caliente de su lengua en mis nalgas, luego aplastó su rostro contra ellas y pude sentir la sensación de su lengua jugando con mi ano. La punta de su lengua la pasó varias veces por la redondez de mi culo y luego se quedo lamiendola como si fuera un perrito.
La verdad es que mi esposo me daba una comidas de culo muy lindas, ese órgano produce un placer muy espacial cuando es bien estimulado y Mateo no lo hacía mal, pero no podía decírselo, porque si no parecería una puta ante sus ojos. Asi que mientras el me comía mi orto, yo gemía como diciéndole que me lastimaba y que parara de hacerlo.
Luego no se como él se metió entre mis piernas abiertas y su boca alcanzó mi panocha, su lengua no se como se metía en la entrada de mi vagina y luego apretaba mi clítoris con los labios, no pude más y grité, pero esta vez de placer y lo repetía, Mateo no dijo nada, ya que estaba entretenido mamando mi panocha y mi culo al mismo tiempo, pero no cabe duda que mis jugos vaginales que me solian salír en abundancia cuando me daban sexo oral me ponían al descubierto.
Luego Mateo utilizó sus dedos, me chupaba el ojete del culo y me penetraba con uno o dos dedos mi panocha. Sus dedos salían cubiertos de mi lubricación y yo podía oir como se los metía en la boca para chuparlos como si se tratará de dulce líquido. Si no fuera porque me sentía utilizada y casi forzada a tener sexo con Mateo, podía jurar que me estaba dando una rica sesión de sexo oral. Estaba al borde de una corrida, y él parecía saberlo, porque intensificó la paja que me daba con sus dedos y sentí en un momento que todo me daba vueltas, estaba mareada y mi cuerpo microconvulsionó, sentí un calor que me bajaba por el cuerpo y salía a través de mi vagina. Si no hubiera estado apoyada por la pared, sin duda me hubiera caído.
Mateo dejó mi sexo en paz, yo me quedé apoyada en la pared, no tenía fuerzas para siquiera voltearme, el orgasmo había sido avasallador, asi que no ví que mateo se quitaba los pantalones y calzoncillos, solo sentí cuando su pene se frotó en mis nalgas y luego sobre mi panocha, su verga estaba calientísima, se sentía que su glande era enorme, él empujó y mi panocha altamente lubricada y mojada aceptó la visita de su polla, me la hundió de un solo empujón, sentí su vientre apoyarse de mis nalgas, lo que me hacía suponer que me la había metido todita.
Luego Mateo comenzó a bombear su verga, el se aferraba de mi cintura y por gemidos sabía que estaba muy excitado, me daba duras embestidas, yo soy de menor tamaño asi que él se agachaba y luego se levantaba para penetrarme profundamente, cada bombeo me alzaba y me tenía que poner de puntillas para no perder el equilibrio. Por supuesto que su verga me provocaba un placer enorme, pero al igual que antes, yo evitaba gemir para no parecer que me gustaba la follada que me estaba dando y que me tildara de puta.
En eso Mateo aceleró aún más duro, yo sabía que estaba al borde de su venida, en eso lo oigo bufar y quejarse, no hizo el menor intento de sacar su verga de mi panocha, sino que aún cuando de su verga salían latigazos de esperma, siguió entrando y saliendo de mi y hasta que su verga quedó flácida por fin la sacó y con varias gotas de sudor en su frente se sentó en uno de los sofás de la la sala. Yo me quedé allí contra la pared, de mi entrepierna me bajaba la esperma tibia de Mateo, había sido una gran cantidad porque pocas veces me había pasado eso con mi esposo.
Yo recogí mi ropa y desapareci en mi habitaición, poniéndole cerrojo, Mateo se vistió y abandonó la casa. Eso sería solo el inicio de esa enferma relación.
Una semana después, visité a mi esposo en el preventivo, Mateo me acompañó, pero yo veía que ellos se hablaban como en clave, casi no entendí lo que se hablaron. Yo llevaba una mini bastante linda y provocativa, ya que quería lucirme ante mi esposo, ya que el me repetía constantemente que no debía darle gusto a la prensa y ante la opinión pública y que me miraran bien y sin mucha preocupación. Lo que no contaba yo es que Mateo le dio hambre de sexo al verme asi, de regreso, íbamos en su auto, el giró y se metió en un motel de esos que se usan solo para tener sexo, yo no quería salir del auto cuando el se estacionó dentro de una de esas habitaciones donde ingresa el vehículo.
El nuevamente me amenazó de abondonar el caso y que mi esposo se pudriera en la cárcel y yo en la calle. El me llevó a una habitación subiendo unas gradas. Luego me acostó y comenzó a besarme el cuerpo con ropa, menos la boca, yo no lo dejé. Me fue quitando mi mini, luego mi braguita y después los zapatos. Me comenzó a besar los dedos de los pies, los lamía y los chupaba uno por uno, su lengua se metía entre mis deditos pintados, eso me daba cosquillas, pero unas cosquillas sabrosas. Luego él pasó a mis pantorrillas, besaba y chupaba cada centímetro, luego abrió mis piernas e hizo lo mismo con mi entrepierna y luego su boca se apodero de mi panochita que ya se encontraba mojadita.
No era que Mateo fuera mi tipo de hombre realmente, sino que mostraba mucha habilitad para acariciar a una mujer previo al coito, cosa que muchos hombres ni toman en cuenta, todas esas caricias conquistan a cualquier mujer y más a mi que me considero una mujer muy caliente en el sexo. Sus labios y su lengua se apoderaron de mi clítoris, de mis morenos labios vaginales y de mi oscuro ojete del culo, Mateo estuvo unos diez minutos chupando mis orificios, me hizo correrme como pocas veces, sentí que todo me daba vueltas y por fin le pedi verbalmente que siguiera haciéndome lo mismo y no parara.
Luego subió y me quitó la blusa, luego el sostén, ahora sus labios provaron por vez primera mis pezones, los cuales tengo morenitos pero carnosos. Mateo me chupó los senos, que tengo muy bonitos, utilizando la punta de su lengua y sus labios. Mientras lo hacía se fue colocando entre mis piernas, yo estaba tan excitada que no opuse resistencia, lo hizo con tal habilidad que sin tomar su pene con la mano, lo ubicó en la entrada de mi panocha y me la fue clavando con mucha precisión, su verga me fue penetrando lentamente hasta que me la tuvo toda adentro, luego comenzó a moverse sacando casi toda su verga y dejándome ir toda hasta el fondo. Esta vez no pude disimular de nuevo, comencé a gemir y a quejarme de placer.
Mateo me la metía muy rico, con mucha pasión, me hizo correrme muy rápido por segunda vez. El no dejaba de besarme los senos o el cuello, el me levantaba las piernas casi apuntando al techo y eso provocaba que su pene entrara en mi panocha muy profundo. Luego me puso en cuatro y me penetró fuerte, uno de sus dedos lo metía en mi culo, luego se acercaba a mi oreja y me decía que me quería metérmela por el culo. Yo le dije que no. Eso lejos de desmotivarlo, lo motivó a poner la punta de su verga en mi ojete, luego con su mano fue empujando su verga dentro de orificio, yo grité cuando sentí que su carne entraba en mi recto. La verdad es que mi esposo y yo solíamos tener relaciones sexuales por el ano de forma frecuente, asi que mi ojete está acostumbrado a que lo penetren.
Mateo me empezó a culear cuando su verga me entró completa en el culo, su ritmo era duras embestidas secas, no conforme me tomó de los hombros y aumentó sus fuertes embestidas en mi culo, yo sentía su dura verga meterse en mis intestinos, tal vez a lugares que nadie había llegado, el estaba como loco cogiéndome duro y yo gritaba. –tienes el culito bien apretadito!- me susurraba Mateo a cada momento y en pocos minutos más, aceleró y sentí como eyaculaba dentro de mi recto llenándomelo de su esperma, tanto que me salían sus mecos por el ano.
Las semanas pasaron y el caso de mi esposo iba muy lento, las relacione sexuales con Mateo continuaron, no fallábamos casi nunca cuando nos encontrábamos, ya que el vivía lejos de mi casa, al inicio eran una vez por semana o cada quince días, pero luego se volvieron más frecuentes. Creo que llegamos a tal punto que esperábamos con ansias el siguiente encuentro. En ocasiones salíamos del preventivo e íbamos tan cachondos en el auto que Mateo se salía de la carretera a algún lugar abandonado y follabamos en la parte trasera del auto, eso solo para quitarnos el calor, y luego llegábamos a mi casa o a la suya para coger de nuevo.
Mi esposo tardó más de un año en la cárcel hasta que por fin lo liberarón (hubo que sobornar a alguien importante), todo ese tiempo fui amante del abogado de mi esposo.
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