Cogiendome a los empleados de mi marido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Si bien no tengo el cuerpo perfecto puedo presumir que soy de caderas anchas, piernas gruesas y nalgas prominentes, tengo un poquito de pancita y desde chavita tuve senos grandes que después de 2 embarazos y lactancia crecieron todavía más y se volvieron mi mayor atractivo y lejos de esconderlos como muchas mujeres de pechos grandes yo gusto de presumirlos con escotes muy pronunciados o con blusas semitransparentes.
Mi esposo tiene 45 años y se ha dedicado la mayor parte de su vida al negocio de la construcción, oficio que heredó de su padre y que nos ha dejado buenos dividendos.
Mis hijos son Jorge de 18 y Melissa de 14 ambos estudian y son mi más grande querer.
En conclusión somos una familia promedio y un matrimonio que con los años (20 de casados) hemos ido perdiendo el gusto por la intimidad.
Jorge mi marido es un adicto a su trabajo y tiene varias obras dentro y fuera de la ciudad por lo cual me quedo sola varios días con mis hijos en casa, yo además de ama de casa me he encargado de llevar las finanzas del negocio y del hogar y por consiguiente soy quien maneja las nóminas de las obras que dirige mi marido.
Los empleados siempre van a la casa a cobrar sus sueldos y me tratan con bastante respeto incluso algunos se sienten intimidados conmigo.
Un buen día de fin de semana Jorge padre e hijo salieron de la ciudad, fueron a ver una obra de una presa que está en otro estado, mi marido instruye a mi hijo para que éste algún día se haga cargo del negocio familiar y por eso lo lleva con el a obras importantes para que vaya aprendiendo, mi hija estaba en clases de gimnasia y yo en casa esperando a los trabajadores a que llegaran a cobrar.
Ese día yo sentía un peculiar piquete entre las piernas que desde temprano me obligó a tomar una ducha y tocarme con algo de lujuria mis partes privadas como si fuera una adolescente, quizá la falta de actividad o de sentirme sola y tener privacidad para mí y mi cuerpo me pusieron muy cachonda ese día y a propósito quise vestirme con un vestidito blanco, corto y ajustado y sin vestir ropa interior, así me dispuse a esperar a los trabajadores imaginando las miradas que pondrían al verme así.
Solo pensar en provocarlos me hacía sentir una mujer deseable.
Al cabo de un rato llegó la primera comitiva de trabajadores, eran 6 y tocaron el timbre, yo fui a abrirles la puerta y al instante sus miradas se clavaron en mis piernas y mis senos que parecía se podrían escapar de la tela que se estiraba al máximo para detenerles, los hice pasar al despacho para repartirles su paga.
Todos me miraban con disimulo excepto uno, que parecía ser el más joven, llamado Alfonso, quien no podía ni quería verme a los ojos mientras recibía su paga y se concentraba en mi escote, esa mirada perdida me excitó aún más y su descaro me humedeció la entrepierna, al recibir todos su dinero se despidieron y se marcharon no sin antes echarme una última mirada, al salir cerré la puerta y me asomé por la mirilla, todos comenzaron a hablar y reírse y a hacer ademanes sobre mi y mi cuerpo, y vi que Alfonso se separó del grupo y se despidió yéndose al lado contrario que el resto.
A la media hora llegó mi hija y venía muy cansada y hambrienta de tanto ejercicio, le preparé algo rápido de comer y dijo que subiría a bañarse y a dormir un poco, una vez que se subió, tocaron de nuevo y era otro contingente de trabajadores esta vez venían 10 y sus reacciones al verme fueron similares a los del primer pelotón, sentía que me desnudaban y me fornicaban por todos lados solamente con su mirada, me encantaba sentir esas miradas deseosas de mí.
Terminé de atenderlos y se despidieron saliendo uno a uno de la casa, cuando el último salió me acerqué a cerrar la puerta y vi a Alfonso parado en la reja del jardín, me hizo un saludo con la mano y yo le hice una seña con las manos para que se acercara, quería tenerlo cerca y sentir su mirada violadora de nuevo.
El de inmediato se aproximó hacia mi, esta vez parecía nervioso y no tan cínico, le pregunté qué hacía todavía ahí y por qué no se había ido a su casa, el dijo que le daba mucha vergüenza pero necesitaba pedirme un favor y ese era que necesitaba entrar al baño pues no aguantaba más las ganas de orinar, le dije que claro que podía entrar a mi baño pero le recordé que la puerta del baño junto a la sala no cerraba bien la puerta pero que con gusto yo la detenía para que no se abriera así que entró y yo me quedé afuera sosteniendo la puerta pero dejando un pequeño espacio para poder verlo, yo estaba muy caliente y quería por lo menos tener una imagen de una verga para más tarde fantasear mientras me tocaba a solas.
Vi entonces como bajaba su cierre y sacaba una prominente pedazo de carne, de color oscuro, con una cabeza de tono más claro y con una forma muy similar a la de una fresa, no pude contener ese cosquilleo que corría como electricidad desde mi nuca hasta mis tobillos.
Le admiraba con lujuria y él, al darse cuenta que tenía público terminó de orinar y sacudió muchas veces y con bastante fuerza su rico pene que además de buen tamaño, tenía buen grosor y bastantes venas hinchadas.
Yo estaba perdida imaginando y deseando hacerle muchas cosas a esa verga cuando de pronto, volteó hacia mi ofreciéndome una mejor vista de su carne colgante, yo me asusté e intenté ocultar mi mirada tras la puerta pero el me dijo que no le importaba que lo viera, que al contrario disfrutaba de mi mirada y que si quería podía ayudarlo a sacudirse bien.
Yo sin pensarlo 2 veces abrí la puerta y me metí al baño cerrando la puerta detrás de mi y de inmediato me hinqué a devorarle el trozo de miembro, estaba enajenada, como poseída, me sentía la más vil y puta de todas, sintiendo en mi boca todavía el amargo sabor de las últimas gotas de orina que quedaban en la punta y un olorcito amargo o rancio que despedía su zona genital pues el venía de la obra y después de una jornada ardua de trabajo, era normal que no oliera a limpio y eso no me importaba yo solo le devoraba a succiones y lengüetazos ese caliente y cada vez más creciente falo de venas y cartílago.
Era sin duda el pene más grande y sucio que había visto, tocado y mamado, pero nada me importaba, solo quería sentirlo hasta el fondo de mi garganta e hice suertes y faenas de faquir para intentar llevarlo hasta mi tráquea aunque en cada intento me vinieran tremendas ganas de vomitar por la falta de respiración, el me descubrió las tetas que saltaron a la libertad cuando el bajo mi vestido y me las apretaba de una forma casi dolorosa que me excitaba aún más, las pellizcaba con una fuerza endemoniada y jalaba mis pezones como si se tratasen de ligas, me dolían y me excitaban a la vez, comenzó a palmearlos con mucha fuerza y alcanzaba a ver que me los había puesto colorados de tanto manoseo bruto.
Después de unos minutos de felación, sentí sus dedos de las manos en mi nuca y de la nada me dio un jalón de cabello brusco para levantarme y sin más me volteó dejándome de espaldas a el y me empujó hacia la pared, aplastando con su mano mi cabeza contra la pared y con la otra mano levantando mi vestido, al ver que no tenía ropa interior me dijo que le encantaba lo puta que era y entonces se hincó detrás de mi abriendo mis nalgas con fuerza y empezó a lamer y a penetrar con su lengua mi orificio anal, nunca antes mi marido ni mis parejas antes de el me habían dedicado esas húmedas caricias a ese recoveco oscuro y estrecho y para mí fue la sensación nueva más deliciosa que había sentido en toda mi vida, empecé a gemir como loca, paraba más las nalgas y me las separaba yo misma con mis propias manos para que esa lengua maravillosa intentará perforarme el culo aún más, así me dio demasiado placer por un par de minutos y de pronto se levantó y me abrazó por detrás hasta alcanzar mis tetas que se apretujaban desnudas contra la pared fría y me las pellizcó de nuevo con esas manos ásperas y sucias dignas de un obrero.
Sin decir palabra sentí ese glande en forma de fruto rojo instalarse al borde de mi húmedo y caliente ano y entonces me dio un tremendo empujón que me hizo liberar un grito que se fue ahogando al mismo tiempo que empujaba algunas lágrimas de dolor hacia fuera de las cuencas de mis ojos, resbalando por mis mejillas y perdiéndose en la comisura de mis labios.
Todo aquel trozo de carne palpitante estaba ahora hundido en mi fundillo causándome un dolor indescriptible que disfrutaba tanto, era lo más brusco y lo menos sutil que alguien me había tocado, era mi primera vez y mi virginidad anal que estuvo intacta por casi 4 décadas, se esfumó en milésimas de segundo y le daba unas estocadas como si sintiera odio hacia mi y mis entrañas, yo ya no sentía aliento y sin poder cerrar mi boca y contener la saliva que escurría como hilos hasta el suelo, me entregué al placer más extraño que jamás había sentido, tuve orgasmos seguidos uno del otro, con una de mis manos comencé a frotar mi clitoris con una fuerza y velocidad como nunca lo había hecho y a los pocos segundos comencé a expulsar chorros vaginales como cuando intentas tapar el chorro a presión de un grifo, así lloraba mi vagina, haciendo titiritar mis rodillas y volteando mis ojos hasta dejarlos en blanco, una mano azotaba mi nalga derecha y luego la izquierda a un ritmo providencial yo estaba doblada hacia el frente ofreciendo más mi culo y aflojándolo más para recibirlo hasta al fondo, deseaba que me penetrara con todo y testiculos para llenarme más de placer.
Mis jadeos y gritos inundaban la pieza de baño que producía un eco de mis sonidos mezclado con el choque de nuestros cuerpos en un charco de mis jugos vaginales y salivales en el piso.
De pronto el se pegó a mi y me apretó las tetas con ambas manos con una presión furiosa que me sacó un último orgasmo y sentí más calor y humedad en las entrañas mientras el me decía al oído que le encantaba llenarle el culo de leche a una perrita como yo.
De pronto escuchamos el ruido de una puerta abrirse de golpe y el grito adolescente desde la parte de arriba de la casa: ¿MAMÁÁÁ?? ¿ESTÁS BIEN?
Me había olvidado por completo de la presencia de mi hija menor en su habitación, me había olvidado de todo y mi amante asustado por el grito, subió sus pantalones y salió corriendo despavorido del baño y de la casa, yo acomodé el vestido lo mejor que pude y con una dificultad de ternera recién nacida temblorosa intentando ponerme de pie y caminar subía las escaleras Al mismo tiempo que le contestaba a mi hija que si estaba bien que solo me había resbalado en el baño y al subir y quedar frente a frente a mi hija con mi cabello despeinado y el calor en mi rostro le dije que no se preocupara que todo estaba bien y en eso sentí como algo líquido resbalaba por mi pierna, quizá el lácteo de mi amante o mis propios fluidos o quizás ambos mezclados así que como pude corrí a mi cuarto y directo al baño de mi habitación a limpiarme y relajar las piernas sentada en el retrete con un punzante dolor en el orto, para mi sorpresa, el líquido que recorría mi pierna tenía 3 consistencias, uno viscoso y transparente, otro viscoso y blanquisco y uno más rojo y fluido.
Era una sensación extraña de dolor y delicia.
Y yo seguía con un calor intenso dentro de la vagina, al recuperarme me levanté y me asomé por la ventana del baño y pude ver a lo lejos a Alfonso hablando con otros 2 trabajadores que llegaban a cobrar su destajo.
Les señalaba hacia la casa con una mano mientras reía y se terminaba de acomodar el pantalón con la otra.
Entonces me apresuré a acomodarme la ropa y limpiarme lo mejor posible para recibir a los siguientes empleados.
Cuando sonó la puerta bajé lo más rápido que pude con la sensación de tener algo aún incrustado en el ano y con más escurrimiento líquido por la entrepierna.
Los 2 maestros que llegaron se me quedaron viendo con una sonrisa pícara y maliciosa que adiviné se debía a lo que Alfonso debió platicarles en la entrada al jardín, sin decir palabras los tomé del brazo y los jalé al interior de la casa, los conduje de nuevo al baño y nos encerré en él, yo estaba fuera de mis cabales así que me bajé por completo el vestido y al hombre que tenía de frente me le lancé a besarlo en la boca mientras trataba de abrir su cinturón y bajarle el pantalón, el otro detrás de mi comenzó a recorrer sus manos por todo mi cuerpo y a despojarse de sus ropas, ambos se excitaron de inmediato y me penetraron al mismo tiempo por ambos orificios y luego cambiaron, yo trataba ya de no emitir sonido alguno y solo cerraba los ojos y me rendía al placer como nunca lo había experimentado, no sé cuánto tiempo me cogieron ambos solo recuerdo que ambos me hincaron en el piso y me regalaban sus chorros blancos orgasmicos con sabor a poco el cual traté de captar con mi boca pero no pude evitar que el resto cayera en mi cabellera, después terminé de limpiarles las vergas con mi boca a pesar del hedor fuerte a sudor que despedían y les dije que no dijeran nada a nadie o los correría, cosa que no pude advertirle a Alfonso.
Nos vestimos de prisa y salimos al despacho, les di su paga y se fueron muy contentos y sonrientes, ellos eran los últimos en cobrar y entonces subí a mi habitación con mucho sigilo para no encontrarme con mi hija, me fui directo a la ducha y luego baje a limpiar el desorden que había dejado en el baño de abajo.
Y el resto de la semana transcurrió como si nada, excepto por el dolor que me había quedado en el ano, el siguiente fin de semana llegaron de nuevo a cobrar los trabajadores y todos me preguntaban con caras de pícaros que si también a ellos les iba a dar su pilón por lo que me di cuenta que ya les habían contado todo así que desde ese momento tuve que despachar a los trabajadores aunque ya con más cautela y protección.
Esa es mi historia y mi ahora satisfecha vida.
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