Como descubrí el sexo más placentero (1)
Había oído y leído historias de zoofilia aunque me costaba creerlas por no imaginar cómo un ser humano podía tener sexo con un animal. Finalmente lo descubrí i.
Buenos días espero que este relato (real sea grato para quien lo lea)
Tengo 29 años y estoy casada desde hace 3 sin hijos. Mi esposo tiene un trabajo de mucha responsabilidad lo que le obliga a viajar a menudo, por lo general por varios días, con lo pueden imaginar lo que,para una mujer joven y muy caliente como yo soy representa. Hace unos 6 meses tuvo que viajar por 3 o 4 semanas. Como me daba pena quedarme sola en casa tanto tiempo, decidimos de común acuerdo, que iría a una granja de sus padres a unos 40 kilómetros de la ciudad. Así que hice mi equipaje y me acompañó a la granja donde fui recibida con gran alegría por parte de mis suegros. Me instalaron en mi habitación y cuando acabe de colocarlo todo bajé ya que la cena estaba casi lista. Tras la cena y un rato de tertulia me asee y me metí en la cama donde ,antes de dormir y, como tantas otras veces, me masturbe una vez con mi mano y otra con mi juguete. Desperté pronto al día siguiente , desayuné y, como no tenía nada mejor que hacer, me dedique a dar vueltas por la granja, curioseando los almacenes, granero y, finalmente los establos y demás dependencias para los animales. Vi unos perros mestizos muy grandes dormitando, varios caballos muy bonitos, un par de asnos y , finalmente, entre en otro habitáculo donde había un cerdo . El cerdo era grande y robusto y estaba comiendo de espaldas a mi. Sin saber muy bien aún porque me quedé como hipnotizada viendo un enorme par de testículos al mismo tiempo que se me aceleró la respiración latiendo mi corazón a un ritmo super acelerado. Reaccione y salí rápidamente de allí. Durante la comida pregunté a mi suegro por los animales para disimular y, finalmente, preguntarle por el cerdo. Oh, dijo, es uno de los animales más valiosos de la granja, es un semental y vendemos su semen a diferentes granjas para inseminar hembras. Durante el resto del día no pude quitarme de la cabeza al cerdo y, en especial,sus testículos. Así por la noche y cuando todos dormían, salí sigilosamente de mi cuarto y fui al cubículo del cerdo. Estaba acostado pero cuando me vio llegar se puso en pie. Sin poder resistirlo comencé a acariciar sus enormes testículos lo que pareció agradarle ya que se quedó quieto ronroneando como un gato. Tras bastante rato de acariciarlo comenzó a aparecer un extraño pene ,como un sacacorchos, que salía y entraba de su funda de carne. Aproveche un momento en el que estaba fuera y, sin pensarlo, me lo metí en la boca. Apenas un minuto después comenzaron a salir chorros de semen en gran cantidad. Al principio me dio un poco de asco y lo expulsaba, pero al quedar parte retenido en mi boca fui notando una consistencia y un sabor muy grato, lo que me llevó a tragarme todo el semen que fluía de forma continua. Un tanto avergonzada me retiré, me di una duchaé de nuevo ya donde el cerdo sd me metí en la cama donde fue imposible conciliar el sueño. Al di día siguiente me acerqué a donde el cerdo y, sin poder resistirlo, comencé de nuevo a acariciar sus testículos. Distraída mirando al rededor vi una especie de medio tonel metálico con una felpa encima. Inmediatamente me di cuenta su utilidad. No pude resistirme. Me quite los pantalones y las bragas y me metí debajo del medio tonel. Para el cerdo no era su primera vez y yo solo era una hembra a la que inseminar. Rápidamente se puso sobre el medio tonel y con dificultad al principio intentó penetrarme consiguiéndolo finalmente. Empezó entonces un mete y saca continuo que me hizo notar el mayor placer que hubiese experimentado nunca. El cerdo solo hacia que eyacular continuamente notando como salía a borbotones de mi vagina y como resbalaba por mis muslos formándose en el suelo un charquito de su semen mezclado con la gran cantidad que expulse de mis jugos vaginales. Me retire al finalizar tras varios orgasmos , me duche y me quedé dormida relajada y feliz pensando en el siguiente día. Ni que decir tiene que cada vez que mi esposo tiene un viaje me hospedó en la granja de mis suegros.
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