Cómo nos fue, a Dalita y a mí, con Amador
Ya habían pasado dos meses de mi primer trío MHM, el cual conté en “El que quiera azul celeste, que se acueste (3 de 3)” y se llegó oportunidad para el segundo..
Tengo dos amantes hombres y una amante mujer, quien es esposa de un amigo de mi marido y, al menos una vez al mes, tenemos sexo entre los cuatro. En una ocasión, con mi amante Bernabé, nos propusimos hacer un trío con su exesposa, el cual salió mejor de lo que yo esperaba. El día anterior había estado con Dalita, mi novia y amante mujer, para que me afeitara la panocha, ya que Bernabé nos había pedido que así fuéramos su ex y yo.
–Si sale bien, luego lo hacemos tú y yo con Bernabé o con Amador –me dijo Dalita.
–¡Ah! ¿El pago por tu tapadera es pedalear mis bicicletas? –le pregunté.
–No, mi amor, quiero ver qué tan feliz te hacen tus amantes –replicó.
Ante esa posibilidad, a cada uno de mis queridos los sondeé para ver si se entusiasmaban con un trío así. “¡Puta! ¿Tu novia está tan buena como tú?”, preguntó Bernabé y yo, con el teléfono en una mano y su falo en la otra, le mostré unas fotos de Dalita. “¡Está bien equipada por el frente y por detrás!, además tienes buen gusto, es bonita…”, me dijo. y yo sentí en mi mano como se le endureció la verga cuando vio las fotos. “Cuando quieran, nenas…”. Por otra parte, cuando estaba en la cama con Amador, mi otro amante, le pregunté “¿Te gustaría que mi novia chichona y yo te cogiéramos?». «¡Sí, Mar, ha de ser delicioso estar con dos mujeres calientes para hacerles lo que quiera! –exclamó cerrando los ojos por el trabajo que le hacía en el falo con mi boca. «Quizás haya oportunidad, puto caliente…» –le dije al sacarme el pene de la boca y ponerme a chuparle los huevos.
Así, ya estaba la anuencia de todos y sólo faltaba ponerle fecha. Decidimos que estaría bien decirles a nuestros maridos que Dalita y yo iríamos a efectuar un par de compras que nos faltaban para la Noche Buena. “A ver cómo les va, hoy todo el mundo anda de compras”, nos dijeron esa mañana que Pedro llevó a su esposa a mi casa, aprovechando que tenía que recoger a mi marido para irse a trabajar. Nosotras deseábamos que sí nos fuera muy bien porque no nos faltaba comprar nada, pero ya habíamos quedado de vernos con Amador.
Apenas se fueron, Dalita y yo, entre besos y manoseadas, nos arreglamos un poco más guapas que de costumbre y salimos para vernos con Amador. Le pedí a Dalita que ella se subiera adelante.
–¡Qué hermosas se ven! –exclamó Amador.
–¿Sólo “hermosas”? –contestó Dalita, saludándolo con un beso en la boca y tomándole la mano, la restregó en su busto–. ¿Crees que también estemos “buenas”?
–Se siente que sí, pero quiero comprobarlo bien al rato… –contestó mi amante estrujándole las chiches a mi novia.
–Pareces sincero… –le dijo Dalita sobándole la erección inmediata que tuvo Amador.
–¡Vayamos a comprobarlo! –dije, urgiendo a mi amante a que arrancara el auto.
Durante el breve trayecto, Dalita no quitó la mano de la entrepierna de Amador, explorando también, como podía, los testículos sobre el pantalón de mi macho.
Al entrar al garaje de la casa de mi amante, él bajó y me abrió la puerta. Me besó con efusividad apretándome las nalgas.
–¡Qué buen regalo de Navidad me trajiste! Desde el domingo no he eyaculado para estar en la mejor forma posible.
–Pasemos para que desenvuelvas tus regalos –dije adelantándome y tomé de la mano a Dalita para llevarla a la recámara.
–Aunque ya me saludaste, me presento. Soy Dalita, la novia de tu amante Mar y quiero ver cómo le haces el amor a ella y a mí juntas. Te advierto que yo nunca he hecho un trío, sólo duetos y cuartetos –señaló Dalita.
–Permítanme unos instantes, voy por una bebida para que brindemos –dijo Amador, quien pronto regresó con tres copas ya servidas–. ¡Salud, por tenerlas en mi casa! –dijo y nos empujamos la bebida helada: un vinillo suave, espumoso y ligeramente dulce.
–Está muy rico, pero quiero ver a qué sabe lo que estuve acariciando en el camino –dijo Dalita al dejar la copa, yéndose con las dos manos a bajar la cremallera del pantalón de Amador.
Cuando Dalita logró sacarle el pene circuncidado a Amador, lo primero que hizo fue darle dos jalones al tronco y en el hongo del glande se coronó con una pequeña esfera viscosa de presemen que dalita tomó de un lengüetazo antes de engullir el capullo.
–¡Mi niña traía sed! No le fue suficiente la copa –exclamé mientras yo desabrochaba el cinturón del pantalón de Amador.
Aún con Dalita pegada a la verga de Amador, entre éste y yo, logramos desvestirlos. “Nunca me había puesto una peladita y en la boca”, dijo mi chichona, refiriéndose a la falta de prepucio al despegar la boca en el breve tiempo que usamos para quitarle la trusa a mi amante. Yo, aún vestida, me terminaba mi copa en tanto que muy caliente miraba a mi par de amantes como posesos, una queriendo extraer toda la miel del otro que mantenía la boca semiabierta y los ojos en blanco disfrutando de las caricias de una lengua experta.
–¡Qué puta tan linda tienes, Mar! ¡Sepárala de mí porque se nos acabará la diversión! –exclamó Amador, tratando de separarse de la boca que le estaba sacando la leche.
Dalita lo soltó y me dio un beso en el cual vertió gran parte de la miel que había extraído de la bellota de mi amante. Yo lo disfruté mientras le estrujaba las tetas y ella hacía lo mismo con mis nalgas. “¡Ayúdame a encuerarla!”, dijo Dalita a Amador, y pusieron manos y boca a la obra acariciándome y besándome cada centímetro de piel que quedaba sin ropa. Al terminar, caímos a la cama, Dalita y yo de frente y el macho detrás de mí queriendo taladrarme el ano. El viagra hacía un buen trabajo pues el falo seguía tieso. El morreo duró un buen tiempo durante el cual nuestras lenguas continuaban enroscándose.
Luego, Dalita expresó el deseo de seguir lamiendo la base del glande “Se siente diferente a las otras dos que he mamado”. “Pues pongámonos todos a mamar”, ordené y nos acomodamos formando un triángulo. Dalita mamaba verga, Amador me chupaba la panocha a mí, y yo hacía lo mismo en la pepa encharcada y sumamente viscosa de Dalita. Sólo se escucharon los “chup-chup” y pequeños gemidos durante varios minutos.
Aprovechando la pija bien parada que mantenía Amador, Dalita se ensartó en ella y se piso a cabalgar. Amador la apretaba las tetas que daban cuenta del jalón en cada subida que ella hacía en el palo abundantemente mojado de los flujos que mi nena soltaba. La cara de Dalita era de puta que disfrutaba los sentones; a veces se perdía su mirada en el techo y otras ponía los ojos en blanco, pero la boca recorría todas las vocales posibles, tanto en posición labial como en sonidos (el alfabeto fonético internacional le quedaba pobre). “Nunca te había visto tan caliente”, le dije cuando descansaba desfallecida de tantos orgasmos continuos y el ejercicio de sube y baja para lograrlos. “Es qué, mientras usaba a tu puto y me manoseaban entre los dos, yo veía a mi bella puta encuerada y arrecha.
Le di un beso, recorriendo sus encías y mejillas con mi lengua. Pero en ese momento también a mí me subió la temperatura, pues ella estaba acostada bocarriba, yo de rodillas, y me incliné para besarla. Me colgaban las tetas y Dalita las acarició a dos manos, pero como el culo me quedó expuesto, Amador me dio lamidas riquísimas en las nalgas y terminó metiendo la punta de la lengua venciendo la resistencia del esfínter. Entre gritos y gemidos, extendí mi mano para meterle lo que se pudiera de ella en la panocha abocardada y lubricada de Dalita, quien, al sentir mis caricias invasoras, me jaló las chiches como se ordeña a una vaca. Mis orgasmos llegaron y Amador cambió la posición de su boca para abrevar los ríos de jugo que yo soltaba… Otros minutos más de amor mutuo, y otro descanso
–¡Ahora quiero sentirte por el culo, puto! –exclamó Dalita tumbando a mi amante bocarriba en la cama, sobresaliendo la verga que seguía erguida–. Parece que tomaste doble o triple ración de viagra, amorcito de mi amor… –dijo Dalita al ensartarse, a pura ley de gravedad en el palo.
Para que fuera más descansada la posición, Amador flexionó las piernas y Dalita recargó su espalda en ellas manteniendo lento el movimiento de sube y baja. Aprovechando que mi amante estaba acostado, me coloqué con mis rodillas junto a sus costados para quedar en posición de 69, pero lo que mamé fue el clítoris de Dalita. Sentí también chupones en mi clítoris como los que yo le hacía a mi amada.
Una vez concluida esa acción en la que Amador hizo lo imposible para no eyacular, pues sería la segunda del día, fue por la botella y nos sirvió más vino para apagar la sed.
–Está muy rico, ¿cómo se llama? –pregunté.
–Se llamaba, porque ya nos lo acabamos –dijo Dalita.
–No se preocupen, hay más. Compre una caja de seis botellas en Cotsco, es una denominación de una provincia de Italia llamada Asti así se conoce a esta bebida. Antes era muy cara en México, pero con la globalización “hasti” yo puedo comprarla –explicó mi amante y recordé que Tita, en alguno de sus relatos, menciona esta bebida o un nombre parecido.
–Pues ve enfriando otra botella que me estoy poniendo más arrecha –pidió Dalita.
–¿Más arrecha? ¡Dirás más puta! –dije, volviendo a recordar a Tita, pues a Dalita ya se le estaba subiendo la bebida.
–Había enfriado dos botellas –dijo Amador, descorchando otra y nos sirvió más–. Quiero ver cómo cogen borrachas… Además, se pueden llevar las restantes para que brinden con los cornudos, si es que también les gustó cómo las traté.
Seguimos brindando, “¡Por los cornudos y por los amantes de mi bella mujer!” exclamó Dalita, arrastrando las palabras, cuando acabó su sexta copa. Yo sólo me eché tres, así que sólo andaba alegre, pero le reclamé a mi amante.
–A mi linda putita ya te la has cogido por todas partes, sólo te falta por las orejas –dije, y Dalita, con cara de beoda, se acarició las orejas y preguntó “¿Por aquí también se puede…?”–. No, por la boca no te quedas muda, pero por las orejas sí te quedarías sorda, mi amor. Lo que yo quería decir es que a mí no me ha tocado verga.
–Dile a tu puto que te coja, mi amor… –fue lo último que dijo antes de quedarse dormida.
–Ésta ya está borracha, ¿quieres cogértela así? –le dije a Amador y me metí su falo en la boca.
–¡Así no se vale, mejor te cojo a ti, Mar preciosa! –exclamó Amador cuando revivió su verga y se inclinó para mamarle las chichotas a Dalita sin que ella despertara.
–“No se vale”, dices, pero bien que la estrujas… –advertí la contradicción, pero él siguió mamando y yo también.
Amador terminó viniéndose deliciosamente en mi boca sin dejar de mamar teta. Lo limpié completamente, pero el efecto del viagra ya había desaparecido. Seguimos acariciándonos y chupando alternadamente las chiches y la panocha de Dalita. Los tres quedamos dormidos.
–¡Las doce, compañeros! –grité cuando desperté al escuchar las campanadas del reloj–. Digamos el requiescat –añadí moviéndolos al recordar una estrofa del “Brindis del bohemio”.
–Ésa de Guillermo Aguirre y Fierro me la aprendí en la escuela, y otra versión también… –dijo Amador.
–¿Qué no es del Monsi eso de “¡Por mi madre, Bohemios!”? –dijo Dalita y reímos–. Ábrete otra botella y te abro las piernas otra vez, putito de mi amada –Dalita quería seguir tomando y cogiendo.
–Ya nos tenemos qué ir, nuestros maridos salen temprano hoy y no nos van a encontrar –le hice notar a mi amada y comenzamos a vestirnos.
Le hice un café muy fuerte, pero no se le bajaba la borrachera e insistía en abrir otra botella.
–Pasaste la prueba, puto. ¡Estuvo riquísimo! ¿Cuándo lo repetimos? –insistió.
–Cuando quieran, preciosas –dijo Amador presionándole las chiches y dándole un beso de lengüita.
Casi a la fuerza la metimos al auto y ella siguió con la misma idea. “Dime cuándo cogemos, aunque no venga Mar, y tú y yo nos acabamos un six de Asti”, precisó, pero no supimos si le gustó más el Asti o la verga circundada de Amador.
Amador nos dejó en la puerta de la cerrada donde vivo, dándonos dos botellas de la bebida que tanto le gustó a Dalita.
–Para que brinden en la noche con sus maridos, por tener unas esposas tan hermosas y buenas –dijo al darnos la bebida.
A los pocos minutos llegaron nuestros esposos y, de inmediato notaron que olíamos a alcohol.
–¡Dijeron que irían de compras y se fueron a la cantina! –exclamó Pedro, el esposo de Dalita.
Temí que Dalita dijera algo comprometedor, por lo borracha que estaba. En ese estado de embriaguez era capaz de decir “Nos fuimos a coger”. Así que empecé a hablar yo. Afortunadamente volví a recordar, de inmediato, la explicación que Tita le dio a su marido y la adapté.
–¡Ja, ja, ja! ¿Cómo nos veríamos en la cantina Dalita y yo? ¡Ja, ja, ja! Sí fuimos de compras, pero en la plaza comercial estaban ofertando bebidas para brindar en Navidad y Año Nuevo, y había “cata”. Dalita probó de todo, puros vinos de uva, nacionales y extranjeros, hasta compramos una cada quien para que no perdieran tanto por lo que bebimos –dije y mostré las botellas.
–Sí, éste es el más rico. Italiano, espumoso, de uva de la variedad Moscato Bianco y no como sus cervezas que sólo los emborrachan y se quedan dormidos sin cogernos –dijo Dalita ya más repuesta de la borrachera, por el susto.
–Mejor ni pregunten pues yo no me aprendí los lugares de cosecha, ni las variedades de uva de todo lo que probamos. Ya lo catarán en la noche –dije.
–Sí, o quizá al llegar a la casa, porque estoy caliente, ¿o aquí..? –dijo Dalita tallándole las tetas en la cara a mi marido que estaba sentado– ¡Es bueno para brindar por nuestros cornudos! ¿A qué sabrá si le pongo mucha leche de huevitos chicos? –le dijo coquetamente a Ramón, acariciándole el pene, ya muy crecido, sobre el pantalón.
–Sí quiero coger, pero vamos a la casa porque tenemos invitados. El viernes o el sábado venimos a cogernos a los amigos –le dijo Pedro a su esposa, tomándola de la mano.
–Conste, ya dijeron… –señaló Ramón, quien al ponerse de pie ostentosamente dejó ver en el pantalón el tamaño de la montaña que le levantó Dalita y todos reímos.
Nos despedimos de beso y apachurrón de nalgas, tetas y falo.
Pues qué bueno que tu macho se tomó el viagra porque tu amiga es de carrera larga.
El vino Asti es rico y suave, se te sube sin darte cuenta y, al menos a mí cuando se me sube el alcohol (y la mota), me pongo arrecha, como tu amiga. Tu confusión por el nombre se debió a que, por un error de dedo, escribí «Tasi» en «LA NINFOMANÍA PUEDE ACABAR EN INFIDELIDAD (7)» y de allí recordaste la «explicación» de la degustación en el almacén, en mi caso fue en El puerto de Liverpool, ¡qué buena idea! ¿Verdad? Lo mejor es que sí funcionó…
Pues no recordaba si Asti o Tasi, pero me sonaba que era lo mismo, sobre todo por lo sabroso y que se sube suavecito y sí, para Dalita fue un estimulante sexual muy fuerte, y se le bajó lo borracha cuando nos cuestionaron los maridos.
Te debo una, Tita. Usé tu explicación y se la tragaron toda, así como Dalita y yo nos tragamos toda la verga de Amador, sin ninguna oposición.
Entiendo lo que le pasó a Dalita. A mí me pone así el tequila, me desinhibo y pido verga.
Sí, ya lo sabemos por tus relatos, te pones muy puta con el tequila.
¡Ah, estoy como Dalita, nunca he chupado una verga descapullada por el bisturí! Sí las he visto en Internet, en fotos y en videos, también un puto caliente de España que está circuncidado me envió un video donde se saca la leche, ¡hasta soñé que se la mamaba!
Se nota que a tu amante mujer le gusta peladita. ¿Cuándo les tocará con Bernabé?
¿Ese puto caliente de España es Jaime? A mí también me mandó un video así, ¡se ve apetecible la leche que saca! ¡Yo lo vi con la boca abierta y moviendo mis dedos en la raja!
¡Claro que a Dalita le gustó esa verga! A mí me pasó igual cuando la tuve frente a mí la primera vez. Nunca había tenido en mis manos una verga circuncidada y, sin poder contenerme, lamí su capullo.
Aún no nos ponemos de acuerdo para tirarnos juntas a Bernabé, los tres queremos…
No creo que alguien, sea hombre o mujer, te haya dicho que no quiere coger contigo. Yo sigo en la banca, ¡apiádate de mí, nalgoncita Mar!
Pues ya sabes mis posibles horarios y dónde vivo, tú dices cuándo vienes…
¡Se me antojaron las dos juntas! Ya no veo la hora en que sus maridos se vayan a trabajar a otra ciudad. Apenas me digan, voy de viaje relámpago a verlas, tocarlas, chuparlas y cogerlas juntitas.
Dalita ya dijo que sí, le gustaron tus fotos, ya te lo había contado.
Pd. Cuando se dé, vienes con los huevos rasurados, sin pelos.