Como un muñeco
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por vikingo.
Como ya les conté en mis vivencias anteriores, la intención de contarlas es romper una lanza a favor de las mujeres del País Vasco, que aunque tienen fama de frías puedo asegurarles que no lo son.
Aunque en relatos anteriores he comentado que casi todas mis experiencias sexuales extramatrimoniales suelen estar relacionadas con salidas en las que el trabajo está por el medio, en esta ocasión no fue así.
Era viernes y nos habían invitado a una cata de vino en un conocido hotel de Bilbao donde se suelen alojar los toreros cuando vienen a torear a Vista Alegre (es el nombre de la plaza de toros de Bilbao). Realmente a mi no me habían invitado directamente, yo iba con un amigo al que si habían invitado, pero al que le habían dicho que llevase amigos, pues el fin de esta cata era dar a conocer una nueva marca de vino y después lo que querían era vendernos alguna cajita.
Mi amigo, Julio es comercial, me presentó al organizador de la cata y después me presentaron a mas gente. La noche paso entre copas de vino, que por cierto no estaba nada mal, de hecho y a modo informativo tengo que decir que acabé con media docena de cajas en el coche.
La noche iba discurriendo sin mayores sobresaltos, hablando con unos y otros y en un momento determinado, se me acercó, o debería decir mejor, me abordó una pareja que ya me habían presentado anteriormente sin más. El era italiano, Pasquale y ella era de Vitoria, se llamaba Mónica. Ambos tenían alrededor de 50 años, pero estaban bien conservados. El era el típico italiano atractivo y ella era una mujer, con bastantes carnes, con anchas caderas y unas buenas tetas. Tengo que decir también que aunque su cuerpo no era muy llamativo, era guapa de cara, lo que hacía el conjunto atractivo.
He dicho que me abordaron, porque si más, Pasquale me dijo que a su mujer le apetecía mucho follarme. Me quedé de piedra, nunca me había encontrado en una situación semejante y no fui capaz de pronunciar palabra. Cuando reaccione y salí de mi asombro le dije: – ¿Perdón?
Él me explicó que tenían una relación muy liberal, que les gustaba follar con otras personas y que yo le había gustado a su mujer y que quería follar conmigo. Me explicaron que a pesar de su edad, ella era una mujer muy activa sexualmente y que por todo ello y por la monotonía llevaban unos cuantos años practicando sexo con otras personas, sobre todo ella.
– ¿Conmigo, o con los dos? – pregunte. – No, no, contigo, yo la tengo para mí siempre que quiera – me respondió. A lo que ella asintió diciendo que su polla ya la conocía muy bien y que la que quería conocer era la mía.
Tuve más preguntas, pues era una situación nueva para mí, pero enseguida me eran resueltas por ambos, así que como supondréis al final accedí y subimos a su habitación, ella y yo.
No tardó en quitarse la ropa ni un minuto y se quedó desnuda frente a mí. – ¿Te gusta?- me preguntó. – Por supuesto- respondí. Y se me acercó para comenzar a desvestirme mientras me tocaba y acariciaba por todo el cuerpo a la vez que yo masajeaba sus tetas.
Cuando acabó de desnudarme, mi polla ya estaba dura y preparada, así que se la metió en la boca y comenzó a chuparla con energía. No estuvo mucho tiempo, se levantó, me llevó junto a la cama y después me empujó sobre ella, quedando tendido de espaldas con mi polla tiesa apuntando hacia el techo.
Si más se sentó sobre mi polla, se la metió sin ninguna resistencia y se puso a follarme despacito, mi polla entraba y salía de su coño sin problemas, pero ella con un gran control de su coño hacía que al bajar para introducírsela de nuevo, yo notase como sus paredes vaginales apretaban mi polla para mayor placer.
Pronto comenzaron a salir de su boca suspiros y gemidos a la vez que mi respiración comenzaba a acelerarse. Sus subidas y bajadas se aceleraron y la presión que antes ejercían sus paredes vaginales contra mi polla desaparecieron, con lo cual la penetración se hizo más ligera. No tardé mucho en correrme e inundar su coño con mi esperma, lo que hizo que ella al sentir el calor de mis jugos se corriese de inmediato cayendo entre gemidos sobre mi pecho y aplastando sus tetas contra él.
Mientras estaba sobre mi cuerpo seguía moviendo sus caderas en un suave sube y baja que la hacía seguir emitiendo pequeños gemidos. Mi polla todavía estaba bastante dura, lo que hizo que se incorporase de nuevo, sin todavía haber dejado de gemir, y comenzar a botar de nuevo sobre mi polla, lo que provocó que se pusiese de nuevo dura como un palo. Cada penetración hacia salir un gemido de su garganta y así estuvimos hasta que de nuevo volví a correrme. Esta vez tardé más debido a que había sido ordeñado no hacía mucho, pero yo juraría que ella se corrió un millón de veces, ó, quizás solamente una vez continua desde que empezó hasta que acabó.
La verdad es que me sentí como un muñeco en manos de una mujer necesitada de sexo, pero si tengo que ser sincero no me importaría volver a sentirme así.
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