Con la quinceañera
Relato real (se cambian nombres para proteger identidades) narrado por una mujer casada que engaña a su esposo con una nena en su fiesta de quince años.
Hola a todos, mi nombre es Amalia, soy una mujer de 40 años, bien conservada para mí edad Pero es gracias a mi estilo de vida sano, con buen gimnasio soy una mujer de 1,62 mt de estatura, trigueña, cabello castaño, mirada altiva, ojos café, nariz chata y labios gruesos, senos grandes, cintura torneada, nalgas redondas y piernas fuertes, era el morbo de los jovencitos y la envidia de las mujeres, mi esposo, Mario de 44 años, empresario del transporte, un hombre rudo en sus negocios, Pero un hombre lindo conmigo y el hogar, yo lo quiero mucho, me siento avergonzada de lo que hice, el todavía no lo sabe y no sé ni cómo contarle, por eso primero me quiero desahogar porque tengo esa sensación de vergüenza Pero también del placer que tuve con esa niña, la cual me robé su virginidad en plena fiesta de transición entre su niñez y su juventud, en sus quince años, esto sucedió de la siguiente manera:
Mario, a pesar de ser muy rudo, era muy buen jefe, a sus empleados los trataba muy bien, en especial tenía un afecto paternal con Rubén, un conductor de 32 años, padre soltero, Mario es un testigo de primera mano de todo lo que ha sufrido Rubén para sacar adelante y criar a su hija, con una madre totalmente ausente que según me cuenta mario, abandonó a Rubén con su hija Melissa, una niña muy bonita, más o menos de 1,50 de estatura, cabello castaño claro, piel blanca, ojos café claro, mirada de niña consentida, nariz pequeña, labios pequeños con una sonrisa perfecta a pesar de que tiene brackets, delgada, senos incipientes, cintura delgada, piernas y trasero hermoso, su padre nos comenta que se le da muy bien el jugar voleibol, Mario, ayudaba a Rubén en los preparativos de la fiesta de quince de su hija y ese día, me ofrecí a llevarla a que le hicieran el peinado y las uñas, cuando la vi, sentí algo, algo que ni siquiera con mi marido sentía, me embelesaba con su mirada, su voz, angelical parecía de una niña intentando ser mujer, propio de su transición biológica, de un momento a otro me humedeci, era extraño estaba excitada, Pero seguí con mi compostura.
– Señora Amalia, se encuentra bien?
– Claro que sí Melissa, es la tensión que se me ha subido un poquito pero nada grave.
Pasó el día y mientras a Melissa la estaban dejando lista para su día especial, hablábamos y logré conocer cosas de ella, la cual me daba cierta confianza y a su vez me daban más ganas de estar con ella.
En la noche, Melissa salió en un vestido azul celeste, con un peinado recogido especial como reina de belleza, un maquillaje centrado, que resaltaba su belleza sin esconder su inocencia, se veía espectacular, una mujercita que se robó miradas de todos los invitados, incluida yo, por mi parte yo llevaba una blusa de manga pequeña, ajustada, un pantalón ceñido a mi cintura y unas sandalias de tacón medio, un buen atuendo para mí edad, en general, todos los invitados iban elegantes, yo ya sentía nuevamente esos nervios apenas la veía, era increíble lo que sentía al ver una niña de quince años.
Comenzó la fiesta, con las palabras de Rubén, las de la mamá de Rubén, luego el vals con los 15 parejos, jiji fue un momento hermoso, y ahí siguió la fiesta todo mundo bailando, charlando y bebiendo, yo no fui la excepción es más, ese fue el día que estaba un poquito entonada y entonces la vi, Melissa estaba sentada en su trono, Pero su mirada se sentía perdida, sola, decidí hablar con ella:
– Melissa, estás bien?
– Quisiera señora Amalia.
– Quieres salir a dar una vuelta y hablamos?, si quieres hablo con tu papá para que te deje ir.
– Está bien señora Amalia.
Después de hablar con Rubén, salimos Melissa y yo afuera del salón, que dicho sea de paso, estaba ubicado en una casa campestre, alquilada por mi marido, como parte del regalo a la niña. Salimos del salón en medio de la noche, caminamos entre un camino de jardín bien cuidado y mientras tanto ella contaba:
– Señora Amalia, yo quisiera que hoy estuviera mi mamá, Pero ella no sé porqué no vino, por qué no quiso estar en mi vida, será que hice algo malo?
– No Melissa, ésto no es tu culpa, a veces los adultos tomamos decisiones sin pensar en el daño que podemos estar haciendo, tal vez tú mamá tuvo miedo o no quería ser familia contigo, tu eres una niña encantadora y hermosa, tu papá te ama, eso debería ser motivo de tu alegría.
Nos sentamos en unas bancas, lejos del salón, lejos de la gente, con una iluminación tenue, mientras ella se acomodaba su vestido continué:
– Tal vez tu mamá no está y tú la extrañes, eso está bien, Pero también debes sonreír, porque tú papá, a pesar de tener todo en contra, luchó por ti y pues estás acá, y estás hermosa, eres el alma de la noche.
Me devolvió una sonrisa, su sonrisa inocente que era más hermosa que nunca, la veía a pesar de la tenue Liz del sitio, me dió un abrazo, correspondi ese abrazo, el cual temblé, un calor enorme recorrió mi pecho, sentía mi cara arder, luego miré fijamente a Melissa, ella me devolvió nuevamente la mirada Pero, se sentía esa tensión, mis manos estaban en su cintura, las suyas estaban en la mía, el efecto del alcohol en mí, el efecto de su nostalgia en ella, hicieron lentamente acercarnos, tanto que yo sentía su tibio aliento, el tiempo fue reduciendo su marcha hasta que finalmente, sus tibios labios tocaron los míos, fue un toque sutil, Pero a mí me encendió mucho más, mi cuerpo se descontroló, después de ese toque, nos volvimos a mirar fijamente, ninguna dijo nada, luego, por el valor del vino, di el siguiente paso y tomé su mentón para volver a buscar sus labios, esta vez, fue un beso, suave, cerraba los ojos mientras la besaba, ella me seguía en el beso, luego subió de intensidad ese beso, el cual ya éramos dos amantes, fundiendonos en nuestros labios, luego decidí dar el siguiente paso, y besar su cuello, un cuello tan delicioso, ella respiraba fuerte ya, como si recién estuviera terminando de correr un maratón, suspiraba mientras mis labios recorrían con suma experticia su cuello, luego, vi a unos pasos un sitio totalmente escondido, la tomé de la mano y la llevé allí y, las dos de pie una frente a la otra, la seguí besando, lentamente, con mis dedos, fui corriendo su vestido, ese que mostraba su inocencia, mis dedos me mostraban como su vestido caía al suelo, dando una sublime muestra de una transición, venía siendo niña, pasaba a ser mujer, luego, seguía besando sus hombros, tocaba ahora sus senitos.
– Ahhh ahhh señora Amalia, me gusta esto.
– Shhh, disfrútalo Melissa, es mi regalo.
– Creo que es el mejor de todos.
Mientras ella decía eso, su brasier iba cayendo, yo me arrodillaba a contemplar tan bella flor, de ahí, pasé mis labios por sus senitos, esos pitones que se veían rositas a pesar de la tenue luz, apenas mis labios los tocaron, salieron en muestra de vulnerabilidad y cariño, oficialmente Melissa se entregaba a mi, yo me dedicaba a pasar mis labios, a lamer y a chupar cada uno de sus senitos, luego bajaba a su vientre, mi lengua pasaba a jugar con su ombligo mientras mis manos, como ambulancia andando con las sirenas encendidas y sonando, bajaba sus calzoncitos, mostrándome una naciente maravilla, un monte de Venus con un poquito de vello, Pero visiblemente rosado, de labios cerrados. Antes de seguir contemplaba lentamente esa vagina, muy bella, manifestando la hermosura de la niña, lentamente me fui levantando y después quitándome la blusa, luego, llevé sus manos a tocar mis senos, ella abría la boca al verlos tan grandes, ahora la que respiraba rápido era yo, luego seguía besandola con pasión, mientras con mis manos me quitaba el brasier, dejando mis tetas paraditas totalmente desnudas:
– Puedo hacer lo mismo señora Amalia?
– Claro que sí, son tuyas.
Tímidamente Melissa acercaba sus labios a una de mis tetas, luego sacó su lengua y comenzó a pasarlo por mi pezón, apenas su lengua lo tocó, hice una exhalación profunda, ella hizo lo mismo con mi otro pezón, de un momento a otro comenzó a chuparlo, yo estaba en elixir, comenzaba a gemir, acariciaba su cabello perfecto, pegaba su cabeza a mis tetas, como si el aire llegara con ella, ella buscaba mi mirada, yo la miraba, esa imágen, una de mis tetas en su boca, mirándome, era espectacular, luego subió a mi boca y la volví a besar ya apasionadamente, mis manos ya tocaban sus nalgas, las de ellas rodeaban mi cintura, nuestros gemidos se apagaban en nuestros besos, luego, ella primero se arrodilló y después se sentó, yo también me arrodillé y al ver mi mirada, ella abrió sus piernas, dejándome su vagina toda para mí, me acerqué con mi cara, olía a pura inocencia, pasé mi lengua por sus labios vaginales, haciéndola mojar.
– Uhhmm, sabes delicioso Melissa.
– Ahhhhh me gusta señora Amalia.
Luego besaba su vagina como si besara su boca, primero con ternura y amor, luego con pasión encendida, ella comienza a gemir desesperadamente, moviendo su pelvis ante cada chupada.
– Ayy señora Amalia me gusta, ahh ahh ahh me encanta, no pare.
Luego, pare un poco, pasé mi dedo corazón por el borde de su vagina, ya lubricada, luego lo metí lentamente, ella gemía, cuando mi dedo estuvo totalmente adentro ella reclamó:
– me duele un poquito señora Amalia, Pero me gusta.
Luego, comencé a mover mi dedo lentamente, ella respiraba más pesado, se sentía como si tocara una cerca electrificada, temblaba su cuerpo al ritmo de mi metesaca, luego subo la intensidad, la velocidad de la follada de mi dedo en su vagina es demasiado rápida y violenta.
– Ahh ahh ahh dame más dame más señora Amalia, dame más me gusta ahh ahh ahh ahh ahh ahh ahh.
Seguía dándole duro con mi dedo y ella seguía moviéndose como con epilepsia.
– Ahh ahh ahh ahh ahh ahh uhhmm ahh ahh ahhhhhhhhhhhh uhhhhh ammmmhhhh ajjjjjjjjjj.
Sentia el orgasmo de Melissa en mi dedo, yo dejaba mi dedo adentro mientras ella tenía sus últimos movimientos orgasmicos, cuando saqué el dedo, ella se quedó sentada, la veía sudar, con una sonrisa, que hacía brillar sus brackets en la escasa luminosidad; luego, procedi a ponerme de pie, lentamente y en un movimiento sensual de baile, me voy quitando mi pantalón, quedandome solamente en mi tanga blanca, luego con una señal, Melissa se levanta quedando arrodillada, bajo un poquito mis tetas para que las vuelva a chupar, ella se entretiene, lentamente me voy enderezando hasta que mi vientre quede en su cara, ella lentamente saca su lengua y la pasea alrededor de mi ombligo, mi respiración se pone más pesada, ella mete su lengua en mi ombligo, la pasa y la repasa, yo tiemblo también y comienzo a gemir:
– Ahh Melissa, me encanta lo que me haces Ohh si.
Luego, termino de quedarme enteramente de pie, Melissa de rodillas, mi vagina queda a la altura de su cara, el único obstáculo, mi tanga, ella, con la curiosidad, la baja hasta que la saca completamente, luego, ella abre más los ojos, al ver frente a frente mi vagina, con vello rizado y abundante, la niña con sus dedos y curiosidad, va tocando mis vellos, juguetea con ellos, exhalo fuertemente.
– Ahhh, saca tu lengua Melissa, créame que te va a gustar.
Melissa, haciéndome caso, saca su lengua y comienza a lamer mis vellos, luego va buscando mis labios vaginales, los cuales besa como besa mi boca, yo tiemblo y estoy a punto de perder el equilibrio, me apoyo en sus hombros, sus besos son deliciosos.
– ahhh sí Melissa, me encanta como me besas.
Le supo deliciosa mi vagina porque ya pasó a chupar, se metía en su boca mis labios vaginales con mis vellos y todo, ella con sus manos rodeaba mi cintura y tocaba mis nalgas, mientras literalmente se comía mi vagina, yo la miraba y nuevamente pude cruzar su mirada con ella y eso fue un momento culmine: viendo sus ojos café mirándome, con unos vellos debajo de la nariz, sus brazos rodeando mis piernas, era espectacular, Melissa seguía chupando, yo ya movía mi pelvis de manera violenta contra su cara y apretaba su cabeza, la tenía humillada comiéndome mi vagina:
– ahh ahh ayya yy Melissa ahh sigue chupando ahh ahh ahh.
Luego baje uno de sus brazos, para pasar mi pierna encima de su hombro, la había despeinado con mis manos, jalaba su cabello y estrellaba su cara en mi vagina, haciendo que su boca me follara, el placer era indescriptible, así la tuve hasta que tuve mi movimiento epiléptico:
– Sigue chupando nena sigue, ahh ahha ahh ahh me voy a venir me voy a venir AHHHuhhhmmm ahhhhhhhhhhhhhhhh.
Mientras hacia esa exhalación pegué con más fuerza su boca a mi vagina y no la dejé despegar, me estaba viniendo, ella aguantaba mientras descargaba mis líquidos vaginales en su boca.
Cuando terminé, descansé, y la observé, al verla, tenía el cabello desordenado, el maquillaje corrido, sus brackets brillaban y su boca untadas de mi líquido vaginal, enredado en un bracket, un vello mío circulaba y ahí estaba, una niña en su fiesta de quince años volviéndose una verdadera mujer probando una mujer.
Luego me senté al lado de ella, hablamos un rato más, luego nos vestimos, nos acomodamos lo suficiente para no despertar sospechas y volvimos a la fiesta.
Al volver vimos a Raúl un poquito preocupado Pero después se tranquilizó al ver a su hija en «buenas manos».
Luego, al verla todavía en su fiesta, comencé a sentir remordimiento, entendí que había engañado a mi marido y peor aún, con una nena de quince en su fiesta de quince, espero por lo menos, que se me de el tiempo de poderlo explicar, luego más tarde esa noche, Mario y yo nos despedimos de los invitados, no sin antes, dejarle a Melissa un papelito con mi número anotado, quedamos de hablar, cuando tenga esa aventura con ella se las contaré a ustedes.
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