Con la quinceañera 2
La vi nuevamente, ya con una confianza plena de su padre en mi, hicimos cosas que nunca imaginé hacer con mi marido.
Llegamos a casa con Mario y nos acostamos en la cama, él se quedó dormido al instante, cansado por la fiesta, yo, por mi parte, estaba con los ojos abiertos, mirando al techo, con una mezcla de pensamientos y sentimientos, mezcla entre remordimiento y placer, no tenía sueño, pensaba en Mario, mi marido, quien dormía plácidamente sin darse cuenta de la traición que yo le había hecho con una nena de 15 años, lo miraba y sentía vergüenza y asco, también pensaba en Melissa, aquella quinceañera cuya virginidad e inocencia me había entregado y yo había robado, dándome un placer y liviandad, no sabía que hacer.
A primera hora de la mañana, me levanté y fui a la cocina a hacer el desayuno de Mario, ya que el iba a revisar sus negocios, ausencia de todo el día, le hacía desayuno y almuerzo para llevar, no lo hacía por obligación, lo hacía por amor, ese amor que yo sentía por Mario, antes de irse, tuvimos sexo, fue diferente, mientras él me embestía pensaba en Melissa, me vine y él se vino también, luego el se alistó, nos dimos un beso y se fué quedando yo sola en casa.
Estaba ocupada haciendo aseo cuando sonó mi celular, era Melissa:
– Hola señora Amalia.
– Hola Melissa, cómo estás? Cómo terminó tu fiesta?
– Mejor, sabes, eso que me dijiste allá lo tuve en cuenta y seguí disfrutando y agradeciendo a mi papá por estar ahí y quererme, te quería agradecer por lo que me dijiste.
– No te preocupes Melissa, me nació hacerlo, eres muy hermosa como para que estés triste.
– 😍 Gracias señora Amalia. Es bueno tener compañía y más hoy que estoy sola ya que mi papá está trabajando.
– Si quieres pídele permiso a tu papá y yo hablo con mi esposo y salimos las dos que te parece?
– Voy a hablar con mi papá si algo te escribo….
– Ok.
Me sonroje con esta conversación con Melissa, quería verla también, le escribí a Mario diciéndole que iba a salir con Melissa y le dije que si podía pedirle permiso a Raúl, lo cual Mario, en su linda manera de ser conmigo me dijo que sí que no había problema.
Luego hablé con Raúl, quien ya sabía porque Melissa le había dicho, lo dudó un poco Pero cuando le hablé yo, con tranquilidad dijo que sí.
– Pasas por mí?- Escribió Melissa.
– Alístate, paso después de almuerzo.
Luego, después de alistarme y almorzar, salí en mi carro y recogí a Melissa, fuimos al centro comercial e hicimos unas compras, miramos ropa, brazaletes, tecnología, etc.
Después de un tiempo descansamos y fuimos a la plazoleta de comidas y nos sentamos a comer.
Mientras cenabamos ella comentaba:
– Me sentía muy sola señora Amalia, Pero gracias a tí hoy hubo plan y estoy agradecida.
– No es nada Melissa, es lo justo, yo pienso en darle tranquilidad a tu papá y mi marido pues, está bien con eso.
– Te cuento otra cosa, señora Amalia? – preguntaba Melissa con pena mirando a todos lados.- Es lo otro que hicimos, me gustó mucho, puede que esté mal Pero me gustó mucho.
Ella me miraba sonrojada, yo, toqué disimuladamente su pierna y guiñándole un ojo le susurré:
– Si quieres, podemos repetir….
Ella disimuladamente sonrió y asintió.
Terminamos de comer y fuimos a un motel, con los vidrios polarizados de mi carro, no lograron notar a Melissa y pude entrar directamente a nuestro cuarto.
Luego después de cerradas las puertas, tomé a Melissa del mentón y comencé a besarla, yo acariciaba su espalda, ella rodeaba mi cintura con sus brazos, luego, su blusa estaba siendo levantada con mis manos, ella subía lentamente sus brazos mientras yo sacaba su blusa, tenía un brasier negro, bonito, luego, fui besando su cuello, ella ladeaba suavemente su cabeza, mostrándome más su cuello y respirando más pesadamente, volví a besarla en la boca, con una pasión lujuriosa, emitiamos gemidos que se ahogaban en nuestros besos mientras nuestras manos recorrían nuestras espaldas, luego, me separé de ella para quitarme mi blusa, mostraba un brasier rojo, el cual de una vez me quité, mostrando mis grandes tetas, Melissa posó sus labios en mis pezones y comenzó a chuparlos con una desesperación tal como si nunca hubiera amamantado, luego mientras ella seguía engullendo mis pezones, yo pasaba mis manos por su espalda y aflojaba el broche de su brasier, dejándolo listo para salir de su bello cuerpecito. Volvíamos a besarnos, la intensidad crecía más, mis manos pasando por su cintura desabotonaba y quitaba su falda, luego la acosté en la cama y seguí besando su cuello, recorriendo con mis labios su bello cuerpecito, ella ya gemía y sus pezones quedaban erectos fruto de su placer, los chupaba, los mordía y ella más fuerte respiraba y gemía, después le quité sus calzoncitos, dejándome nuevamente su vagina desnuda, ella, como si lo hubiera pedido, abrió más sus piernas, dejandome servido su manjar, luego lentamente con mis labios comencé a besar sus labios, de la misma manera en que besaba su boca, alcanzaba a ver a Melissa blanqueando sus ojos mientras yo me deleitaba besando sus labios vaginales, luego, hice acomodar a Melissa dejándola en 4, con mi lengua iba mojando su vagina y su ano, quería someterla a mi dominio, nuevamente metí mi dedo anular en su vagina, ella respingo y acomodó su cintura para la penetración, ya fue más fácil, envié mi dedo al fondo y ella gimió, luego, con suma delicadeza, mi dedo corazón fue entrando en su ano.
– Con cuidado señora Amalia, me puede doler.
– Tranquila Melissa, lo haré sin prisa.
Con un poco de esfuerzo metí mi dedo en su anito, me costaba, ella gemia de dolor mientras lo iba metiendo lentamente cuando pude empujé y Melissa gritó Pero mis dos dedos estaban metidos en sus hoyos. Luego comencé un metesaca lento, sin prisa, mientras Melissa se acostumbra a la doble penetración que le estaba haciendo, luego intensifique mis dedeadas, tanto que se estaban volviendo violentas y rápidas, con mi otra mano hice una coleta en su cabello y comencé a jalarlo mientras la follaba con mis dedos, la escena era surrealista.
– Ahh ahh ahh me gusta señora Amalia ahh ahh dame más dame más duro ahh ahh quiero ahh ahh ahh.
Ella seguía gimiendo mientras yo más duro follaba a Melissa, estaba totalmente sometida a mi, tanto que ya movía su pelvis.
– Ahh Ohh si Ohh ahh ah ahh ahhh uhhmmmmmmm ahhhhhhhhhhhhhhhh.
Melissa había llegado a su orgasmo, yo estaba bebiendolo todo, ella seguía moviéndose mientras relajaba todo, luego, saqué mis dedos húmedos y se los di a probar, besé nuevamente su boca con el sabor de sus jugos, se acostó ella mientras tanto yo me quitaba mi pantalón y mis calzones, quedando nuevamente desnuda, lentamente me subí cuan gatita depredadora pasando encima de ella, Melissa me estaba acariciando mi cintura y mi espalda, luego me acomodé en la pose de la reina, arrodillada, dejando mi vagina a la altura de su cara, sin pensarlo, sacó su lengua y comenzó a lamer mi vagina velluda, yo temblaba y comenzaba a respirar pesado, ella pasaba a chupar mis labios vaginales con vellos y todo nuevamente, la veía desde arriba, un bigote se le hacía en su labio superior mientras cruzamos miradas, era maravilloso, ella seguía chupando y ahora era yo quien movía mi pelvis.
– Ahh si Melissa ahh ahh sigue chupando ahh ahh me encanta ahh ahha Ohh si ahh ahh .
Me movía cada vez con más violencia, luego me levanté y me bajé de la cama, nuevamente hice arrodillar a la niña Pero puse mi cola en su cara, ella miraba con sorpresa:
– Dale Melissa, saca tu lengua, ahí también es rico, luego sentí su lengua en mi ano, le pareció delicioso porque seguía lamiendo y luego pasando su lengua para chupar, era perverso ya como hacía que Melissa hiciera el beso negro.
– Ahh ahh como te gusta mi culo Melissa, ahh ahh si sigue chupandolo.
Movía mi pelvis hacia atrás, luego en una maniobra rápida, hice acostar a Melissa con su cabeza descolgada de la cama, yo me puse de pie al borde de la cama, quedando nuevamente su cabeza a la altura de mi vagina, tomé su cabeza con las dos manos y la hundí en mi vagina, tan rápido y tan fuerte la tenía.
– Ahh si ahh si ahi es ahí es ahh ahh me vengo me vengo ahhhhh uhhmmmmmmm jaaaaaaaaa.
Tuve mi orgasmo, apretaba más su cabeza en mi vagina mientras seguía moviendo mi pelvis, asegurando que Melissa se tomara mis jugos.
Ya cuando iba a descansar y soltar a Melissa, de repente me dieron ganas de orinar, así que aproveché y le hice lluvia dorada a Melissa, se bebió parte de mi orina y otra parte quedó en su cara y su pecho.
Finalmente me acosté al lado de ella, toda mojada y sonriente.
– Me gustó mucho señora Amalia, gracias por enseñarme esto.
– No te preocupes Melissa, todo esto es para ti.
Nos dimos otro beso mientras fuimos a la ducha, nos aseamos y salimos del motel.
Dejé a Melissa en su casa y yo me fuí a la mía, ahora me invade la vergüenza y el cinismo, la duda anda presente, Pero eso lo contaré después.
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