Con permiso para prostituirme
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola me llamo Dyanna, tengo 43 años y tengo 25 años de casada, aun me conservo joven, atractiva, elegante, de buen cuerpo y sobre todo muy ardiente, mi marido tiene 48 años y es el marido ideal, atractivo y muy comprensivo.
Comprende que mi cuerpo necesita caricias, que mis senos necesitan ser apretados por manos varoniles, que mis piernas ansían abrirse para que mi rajita se llene con una buena ración de carne, Sabe que necesito macho y está presto a complacerme.
Yo lo adoro por todo eso y porque tengo su autorización para coger y tener novio.
Después de mucho fantasear al tener sexo disfrutando de nuestras fantasías, sin atrevernos a llevarlas a la realidad, por cuestiones morales, nunca había aceptado, pero me inicio una ocasión después de un convivio al regresar a casa un poco pasaditos de copas, iniciamos a tener sexo, mientras me comía su verga me comento si había visto como algunos de sus amigos me devoraban con la vista, me saque la verga de mi boca y continuando masajeándosela con mi mano, le dije que si y que había pensado que me se había dado cuenta, como el más descarado de todos, Juan casi me violaba con la vista, si si si mmmmm si vi jajajajaja, me excita saber que te desean y que yo hago de ti lo que deseo, me puse de perrita y me penetro por el culo dándome muy fuerte los bombazos, al tiempo que me decía si me atrevería a algo mas que solo calentarlos, sin demorar respondí que si, lo que el quisiera, aria, sentí su chorro de semen en mi culo y en esos instantes me derrame en un profundo orgasmo, preciosa cuando me harás realidad una de mis fantasias, dime chiquita te atreves a complacerme…….
si papi respondí y continuamos cogiendo, pero ahora yo me le trepe en su verga hasta que ambos terminamos completamente cansados nos quedamos dormidos.
El jueves me invito ya que iba a pasar el fin fuera de la ciudad por cuestiones de su trabajo, y acepte, como a las 10 de la noche estaba en el hotel, esperando el regreso de mi esposo cuando me decidí a divertirme un poco en el bar del hotel.
Me bañe y me preparé: el vestido corto de lycra dejaba ver mis pequeños pero atractivos senos y mis delgadas piernas.
Me vi en el espejo mientras me acomodaba mis medias blancas.
Con zapatillas altas, mi maquillaje, estaba segura que tendría varios hombres dispuestos a bailar conmigo.
salí al bar.
Al entrar busqué sitio y encontré una mesa cerca de la pista, pues estaba medio solo aún.
Bebí un poco de Amaretto y me invitaron a bailar.
Bailé con tres hombres y estaba contenta, pero pasó lo inesperado.
Pero deseado.
Estaba bailando unas baladas con un hombre mayor que yo y mientras platicábamos sobre el lugar, el hotel donde me hospedaba y otras cosas, comenzó a manosearme el trasero.
Desde luego que opuse resistencia, pero me doblego la excitación femenina, cuando se está en brazos de un atractivo hombre como éste, que no pude desaprovechar la ocasión, asi que accedi consentir que este me manoseara, hasta casi perder el control, cuando de repente dije “¡Basta!” Separándome de él.
“¿Cuánto cobras por toda la noche?” me dijo así de repente y aunque me sentí ofendida, sentí como tenía la pantaletita empapándose por el agasajo que me dio.
“Cobro muy caro, pero ya tengo cliente”, le dije, armándome de valor y tratando de disuadirlo.
Aun no me desidia a dar ese paso, de estar con otro hombre aun con el permiso de mi esposo, no me atreví.
“Pago lo que me pidas y hasta te voy a hacer gozar”, me contestó al momento que me decía que me buscaría en el hotel al día siguiente, para que no me comprometiera.
Salí del lugar mareada y con la entrepierna mojada, bastante excitada.
Cuando llegué al hotel, mi marido estaba acostado viendo la tele y casi lo violé.
En poco tiempo estaba sobre su verga brincando y viniéndome una vez tras otra.
Cuando nos relajábamos, me preguntó si había visto algo, porque me notó caliente, y sin pensarlo, empecé a platicarle la agasajada que le dieron a su mujercita en el bar.
“¿pues sí que quería cogerte?” me dijo.
“hasta dijo estar dispuesto a pagar lo que pidiera por pasar la noche contigo”, le dije ya excitada otra vez, por lo que empezamos nuevamente a hacer el amor.
“¿Y si viene a cogerme?” le decía a mi marido mientras me bombeaba lentamente.
“Que me coja” le decía yo, ya fuera de control, quieres que me coja, si si si, quiero ver como te penetra otra verga, como la disfrutas y como te llena de semen tu rajita, hoooo que rico orgasmo tuvimos….
No se tocó más el tema y dormimos abrazados.
Ese día pedimos el desayuno a la habitación y seguimos en cama, haciendo el amor y fantaseando sobre cómo sería mi “debut” como prostituta.
Estuvimos fantaseando sobre mi supuesto “cliente” me dijo y si “No tarda en venir a cogerte, mi amor”, me dijo con una enorme y visible erección.
De inmediato tomé su miembro, que estaba durísimo y traté de mamarlo, pero me dijo que no, que esperara por mi “cliente”.
Yo seguí el juego y le decía: “¿y si tiene el miembro muy grande? ¿y si quiere darme por el chiquito?” jajajajajajajaja pues te pones cremita amor….
pero recuerda al cliente lo que pida….
después de un largo y apasionado beso, le susurre al oído y si me gusta…….
que? me respondio….
la verga de otro hombre, no te vas a arrepentir no quisiera tener problemas,…….
no!!!! no pasara, será nuestro negocio con una sonrisa macabra y malisiosa.
nos basamos y asi cachondeando y fantaseando con ser una putita nos pasamos las horas, hasta que llego la hora de irnos al bar.
Ya entrando al Bar me dijo mi marido “Cóbrale caro y disfruta mucho”, me dijo al autorizarme a debutar como una prostituta.
Yo estaba sorprendida.
“Pues bien, si quieres que me prostituya, te complaceré”, pensé al tiempo que se me mojaba la entrepierna.
Me dirigi hasta en donde estaba mi cliente, “cuando me vio así, vestida especialmente para “prostituirme”.
me dijo hermosa tomándome con deseo y unirnos con un largo beso de lengua y todo lo que se te ocurra.
No tomamos varias copas hasta que decidimos irnos a mi cuarto del hotel, le mande mensaje de whats a mi marido para que se adelantara y se acomodara dentro del closet a disfrutar una peli porno en vivo-
Ya dentro del cuarto Mi cliente estaba desesperado.
De inmediato me abrazó y comenzó a besarme mientras, con rudeza, metía sus manos entre mis piernas.
Comencé a desvestirlo y pude observar con satisfacción que se trataba de un hombre de cuerpo atlético.
Se me hacía agua la boca al mirar su miembro queriendo salir de su ropa interior.
Se acostó y tomando con sus manos mi cabeza la acercó a su entrepierna, indicándome lo que quería.
Posé mis labios pintados en su trusa, dejando una marca de labial y pegué mi nariz a sus partes, ¡qué delicioso olor a macho emanaba por entre la trusa!
No lo pude resistir, le quité su ropa interior y me abalancé hambrienta a besar, chupar y saborear ese hermoso y gordo miembro.
Era más grande que el de mi esposo y para mis adentros me felicité por tener la suerte de tener mi primera experiencia como prostituta con un muy buen macho.
Con mis manos acariciaba sus testículos y sus piernas mientras chupaba y chupaba.
De repente sentí que terminaría y me detuve.
“Me debes mil quinientos pesos”, le dije de repente, añadiendo que serían cinco mil pesos si deseaba meterme su miembro en mi panochita.
Creí que iba a protestar y no.
Se levantó de la cama, sacó su cartera y me entregó billetes de cien pesos; “vaya negocio”, pensé.
Enseguida guardé el dinero y me tomó con violencia arrojándome a la cama boca arriba.
Con rudeza metió su cabeza en mi entrepierna y comenzó a darme la mamada más violenta de mi vida.
Sentía que quería meterse por mi rajita.
Con mucha fuerza sorbía mis jugos y sentía que se me salía hasta el alma por ahí.
Creo que mis gemidos se escuchaban hasta afuera del cuarto.
No sé cuántas veces me vine, pero cuando se retiró de mi vagina estaba mareada y débil.
Se acostó y tomando su miembro con una mano me dijo que tenía que comérmelo.
Apenas pude incorporarme y meterme en la boca su hermosa verga.
Estaba mas grande, tieso y caliente.
Mientras chupaba como desesperada me di cuenta de que sentía las piernas empapadas.
Las medias estaban pegadas a mis piernas con mucho sudor.
Nuestros cuerpos estaban empapados.
De repente su miembro empezó a crecer aún más y sentí que me ahogaba; me tomó de la cabeza con sus manos y aunque quise retirarme no me dejó.
Empezó a vaciarse en mi boca, sentía el esperma muy adentro de mi garganta.
Era la primera vez que comía macho así.
Parecía que nunca terminaría… pero al final, retiró un poco su miembro y pude tomarle sabor a su leche, ¡de lo que me estaba perdiendo! Ni siquiera a mi marido le había permitido terminar en mi boca.
Los dos desfallecidos quedamos acostados, uno al lado del otro.
“Estuvo delicioso”, me atreví a decirle al levantarme para tomar mis ropas, pero no me dejó, me dijo que venía lo mejor, para lo que había pagado.
“¿No está satisfecho señor?” Le pregunté y sin responderme me cargó y me arrojó a la cama boca abajo.
Me colocó en rodillas y manos y comenzó a acariciar bruscamente mi trasero.
“Por ahí no”, le dije cuando trató de meterme un dedo en el ano.
Pero me dijo que lo que más anhelaba era entallarme la vagina con su miembro.
Con rapidez sacó un preservativo y se lo colocó en el miembro mientras yo observaba y me preguntaba si después de tanta leche depositada en mi boca, tendría más para rellenar el preservativo.
Sin demora, me entalló toda su virilidad hasta el fondo.
Mi rajita que tardó unos segundos en amoldarse a semejante vergota.
Se quedó así, sin moverse.
Apenas unos segundos, y de repente comenzó a bombearme frenéticamente, como si nunca hubiera tenido una mujer.
De tan rápido que me bombeaba se llegó a salir varias veces.
No pude resistir, me vine nuevamente y sentí morirme de excitación cuando con sus manos intentó tomar toda mi cintura.
Me tenía bien entallada y mi panocha, de tanta venida, ya no tenía fuerza para apretar su hombría.
Por un rato así estuvimos, luego me acostó boca arriba y se llevó mis piernas a sus hombros.
Dice mi marido que en esa posición la penetración es total y le creo, porque hasta veía estrellitas.
“Ya, ya”, le decía entre gemidos y grititos.
Él seguía embistiendo con una fuerza increíble.
Me sentía morir de tanto orgasmo.
Bajó mis piernas y con ellas rodeé su cintura y a cada arremetida me arrancaba gemidos de placer y de dolor.
En esa posición, de repente, me penetró hasta el fondo mientras su brazo izquierdo lo pasaba por debajo de mi cintura estrechando aún más el abrazo sexual, y con la otra mano se agarraba de la cama, gimiendo de placer.
Recuerdo que pegué un grito que seguramente se escuchó en todo el hotel.
Se estaba viniendo.
Le creció tanto el miembro que sentía que iba a reventarme.
Comprendí lo que ocurría: el condón se había roto y sentía su leche inundando mi vagina.
¡No! ¡no!, le dije gritando pero al parecer se excitó más y siguió bombeando a fondo.
Por fin me dejó.
Al sacar su pene se escuchó un sonido y empezó a salirme grandes cantidades de leche.
Se vistió rápidamente y me dijo que querría verme otra vez.
Al marcharse me dio un ligero beso en los labios y me dejó ahí, bien cogida y agotada.
Casi de inmediato, salio mi marido.
Se le notaba una fuerte erección y una mirada lujuriosa.
¿Cuánto le cobraste? Me dijo, y le dije la cantidad.
Me sugirió que con ese dinero comprara más lencería, pues tenía hechas garras las medias.
También me propuso comprar vestidos sexy.
Se acercó y al desnudarse le vi su tremenda erección.
Se acostó a mi lado y empezó a acariciarme con ternura.
Me quejé de que me dolía la vagina y todo el cuerpo.
“Ya pasó, mi vida”, me dijo al tiempo que con su mano sobaba mi entrepierna, y me introducía su verga embarrándose del semen de mi cliente.
Aunque le dije que esperara a que me bañara, no quiso, me dijo que si llevaba ya dentro el semen de otro hombre, no tenía remedio.
Me besó en la boca y me puso el pene en la cara.
Estaba tan cansada que no podía chupárselo; me empeso a bombear mete y saca yo no podía más y creo que me desmayé de tanta excitación.
Me quedé dormida, cuando desperté, me abracé a él.
Nos besamos y me dijo que estuvo muy bien mi debut.
¿No te importa que me hayan dejado agotada? “No importa, porque yo gocé escuchando y viendo la cogida que te dieron”, mmmmmmm rspondi “No te apures, mi amor, si me dejas trabajar de vez en cuando, con clientes así de potentes y bien dotados como éste podría ayudarte a comprar el otro carro que quieres ¿no?”
Luego nos dormimos abrazados, al fin y al cabo somos una pareja muy feliz pues tengo el mejor esposo que cualquier hembra pueda desear.
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