Confesión
Es una reseña de hechos reales, previos a relatos donde doy rienda suelta a mis deseos de ser cornudo.
Este no pretende ser un relato sexual. Puede que haya partes que mencione algo así, pero la intención es que se pueda interpretar cómo fue que llegue a desear, que mis otros relatos que escribiré, fueran reales. Aunque, aclaro que los siguientes no lo son.
Todo lo que voy a mencionar acá es real.
Desde que conocí a mi esposa, estuve enamorado de ella. En forma ciega. Creía que todo lo que ella me decía era cierto.
No fue hasta hace poco que me fui dando cuenta de sus mentiras.
Ocurrió, por una llamada telefónica que recibí, desde un número desconocido, donde se me advertía que mi esposa me metía lo cuernos con un brujo, en forma reiterada.
Sí, uno de esos chamales que prenden velas y fragancias raras, mientras te pasan las manos por el cuerpo y te dicen que te están sacando malas ondas o maleficios de tu cuerpo y tu mente.
Mi esposa y su mamá, eran adictas a esos brujos, desde que ella era pequeña. Lo sé, porque eso mismo me lo dijo mi esposa.
Al menos, desde que ella tenía 9 años, que es la edad más pequeña que me mencionó que su mamá la llevaba con esas personas.
Bien, este brujo, el de esa llamada, era él último al que ella iba, regularmente, cada mes.
Cómo yo no soy adicto a esas personas, no entraba, esperaba en el auto. A veces, cómo dos horas o más. Nunca sospeché nada.
Y luego de esa llamada, de a poco, se me fue cayendo la venda que tenía en los ojos y cómo decimos acá, me cayeron todas las fichas.
Eso quiere decir, que me fui dando cuenta de cosas que habían ocurrido desde el día que la conocí. Y de muchas mentiras de ella.
A pesar que la confronté, siempre me ha negado que me engañó o me engaña. Me asegura que no estuvo con ningún hombre. Y que ese brujo en particular, le «Daba asco».
A pesar que ella sabe de mi morbo por situaciones donde me convierto en cornudo, niega que lo hace, que está con otros.
¿Por qué lo sabe? Porque se lo dije. Ya mencionaré cómo.
¿Por qué lo niega? Pues no lo sé.
No quiero hacer lío con idas y venidas en el tiempo. Puede llevar a confusión en los hechos. Así que comenzaré desde el día que la conocí. Pues allí pasó algo.
Y ya en su momento, llegaré a donde me referí recién, a que ella sabe de mi morbo de ser cornudo.
Así que, si me permiten, prefiero seguir ese orden en el escrito.
Me gustaría comenzar diciendo algunos datos físicos de ella y míos.
En mis relatos, siempre he mantenido esto, nuestros rasgos físicos.
En él que estoy escribiendo, y que ya publicaré, cambié el color del cabello de mi esposa, pero acá mencionaré todo como es.
Es la única forma que la confesión sea real.
Mi esposa tiene 36 años. Su altura es de 1.57 metros, su peso actual es de 46 kilos, pero fluctúa, en especial hacia abajo. Muy pocas veces ha llegado pesar 51 kilos, y los ha bajado enseguida, porque sí, no por dieta.
Según ella, de soltera le pasaba lo mismo.
Tan delgada es, que varias veces mencionó un hecho que ocurrió. Siempre dijo lo mismo, con las mismas palabras. Cómo aprendidas de memoria, cómo algo ensayado. Pues, así lo veo ahora.
Que fue a dar sangre, para un amigo de la madre. Ella debe haber tenido alrededor de 19 años, salió y se desmayó en la calle. Dice que despertó en el auto de un hombre muy mayor. Cuando recobró el sentido, el hombre se ofreció a llevarla a su casa, y ella aceptó.
Allí le dio coñac. Tomó tanto que la mareó, así que tuvo que quedarse varias horas en la casa de ese hombre. Hasta que, después, él la llevó a donde ella vivía, con su mamá. Luego, ese hombre la invitó a cenar varias veces, y ella, en agradecimiento, siempre aceptó.
No tengo en claro cuánto tiempo estuvo aceptando salir con él, pero no fue poco. Durante más de dos años sé que sí.
Vamos, que ya me resulta imposible de creer que un hombre de bastante más de 50 años, va a llevar durante más de dos años a cenar a una chica de 19 años, sin que haya nada de sexo.
Su cabello es castaño, y el largo fluctúa entre abajo de los hombros y su cuello. Sus ojos son marrones, tirando a oscuros. Su piel es blanca, y sus pezones rosados con una aureola pequeña.
No tiene muchas tetas. Su talla es 82. Con eso se pueden dar cuenta de su tamaño.
Tengo que aclarar, que, si bien no tiene un cuerpazo, es muy, pero muy bonita, de cara.
Compra brasier talla A. Acá sería un número 1. Es la talla más chica que viene. No puede usar brasier con arcos, o sea armados, porque no alcanza a llenarlos. Lo mismo pasa con sus bikinis.
De cintura tiene 55 centímetros y de culo, ahora tiene 85. Digo ahora, porque al conocerla, era menos que eso.
Luego de los dos embarazos, aumentó el tamaño de su culo. Pero como verán, no es culona.
Más adelante verán, que no fueron dos embarazos, si no tres.
De mi parte, mido 1.90 metros, peso 73 kilos, pero he llegado a pesar 66 kilos. Tengo el cabello castaño, aunque con varias canas ya. Lo mantengo casi siempre corto. Mis ojos son de color celestes y mi edad actual es de 42 años.
He usado barba varias veces, pero ya no. También tengo piel blanca y el tamaño de mi pene es de 14 cm cuando está erecto y de 3 cm de grosor.
Sobre mí, quisiera mencionar que cuando tenía 12 años, hubo dos chicos, de 15 y 17 años, que me desvirgaron el culo y me siguieron cogiendo hasta los 15 años. Me cogían y me pedían que se las chupara. Siempre les obedecí.
Al comienzo, lo hacían todas las semanas. Pero después fue mermando la cantidad de veces. Ya el último año, lo hacían una o dos veces al mes.
Cuando dejaron de hacerlo, sólo fue porque ellos ya no me pedían que me dejara coger. Así que diré, que simplemente dejaron de cogerme.
Luego, no tuve más sexo gay con ningún otro chico hasta que cumplí los 18 años. Tampoco lo buscaba.
Me gustaban las chicas, pero me dejaba coger por ellos. Por eso creo que, cuando dejaron de hacerlo, no busqué repetirlo con alguien más.
Uno de ellos, solía meterme también, el mango de un plumero o el cabo de madera de una escoba. Y con eso me follaba.
Luego de las primeras veces, me desnudaba, sin que me lo pidieran, y me ponía en cuatro, esperando que empezaran a cogerme.
A pesar que eran amigos entre ellos, no siempre me follaban juntos.
Las veces que ese chico metía esas cosas en mi culo, el otro chico nunca estuvo.
Lo hacían siempre en mi casa. Íbamos a un baño que estaba en el patio, o a una habitación que estaba dentro de casa, pero en la parte final. Y allí me dejaba coger o se las chupaba. La casa de mis padres era muy grande, de muchas habitaciones.
Cuando tenía 13 años, ocurrió que una vez, mamá me vio completamente desnudo con uno de ellos. Yo recién me desnudaba y él aún estaba vestido. Fue cuando mamá entró de repente y me vio desnudo.
No me dijo nada. Obvio que me vestí enseguida, y el chico no tardó mucho tiempo en irse.
Ella me preguntó si estaba desnudo porque me dejaba hacer algo, y le respondí que no. Mamá no preguntó más nada y yo callé todo el resto.
Papá nunca me dijo nada, así que supongo. que ella no le contó.
Ahora pienso en porqué no me siguió indagando más. O porqué me dejaba siempre solo con esos chicos, o muchas preguntas más que me hice y no tengo respuestas.
Me he preguntado si mamá aceptaba, espiaba o le excitaba, que yo hiciera algo con ellos dos, pero no sé qué responder a eso.
Lo cierto, es que ahora pienso, que lo normal, hubiera sido que mamá me siguiera preguntando, y me diera un buen reto, o gritarme, o algo como eso. Incluso, creo que lo normal, es que le hubiera contado a papá lo que vio,
Pero no guardar silencio cómplice. Así que no sé qué decir.
Nunca más me preguntó si me dejaba hacer algo con esos dos chicos. Nunca salió al patio, dónde a veces me cogían en un baño que está allí afuera, ni tampoco iba a esa habitación al fondo de casa.
Desde la ventana de mi dormitorio, se podía ver ese baño, que solo se usaba cuando alguien estaba en el patio y necesitaba orinar. Dentro de casa había tres baños más y dos duchas individuales y, un ante baño, que eran los que realmente se usaban.
Cuando cumplí los 18, comencé a ir a cines pornos. No seguido, pero lo hacía. Siempre solo. Nunca les conté a mis amigos que iba. Nunca lo hice.
Yo quería masturbarme viendo las películas y me di cuenta que al final de los cines (en mi ciudad había 3) podía hacerlo. Estaba siempre oscuro allí.
El hombre que acompañaba a los que entraban al cine, lo hacía siempre hasta un poco más allá de la mitad. Pero allí me cohibía masturbarme, porque había cierta iluminación.
Cuando descubro, que en la última fila estaba siempre oscuro, comencé a pedir que me llevara al fondo. Cuando llegábamos, él iluminaba con la linterna, y yo veía a los hombres pajearse. Pasaba frente a ellos y me sentaba en una butaca vacía. El acomodador, a veces se quedaba iluminando alguna polla masturbándose. Y me seguía iluminando a mí, pero yo siempre esperaba que el no estuviera para bajar mis pantalones. Así qué, el estaba solo un momento con la linterna en mí y luego se iba.
Ocurrió una vez que, uno de esos hombres, se me sentó al lado, agarró mi mano, y la puso sobre su polla.
Lo masturbé un poco y después, él me puso una mano en mi cabeza y me hizo presión hacia abajo.
Hice lo mismo que con esos dos chicos, obedecí. Y se la chupé.
Luego se lo hice a dos hombres más ese mismo día.
Desde esa vez, siempre que iba a esos cines, me sentaba en la última fila, y se las chupaba a quien me lo pedía. También me follaban.
Una vez, cada dos semanas aproximadamente, siempre iba. Eso en promedio. Hasta los 25 años más o menos.
Después de eso, esos cines cerraron, y ya no podía ir más.
Luego, hasta el momento en que me casé, levanté de la calle, algunos travestis, que se prostituían, y me dejaba follar por ellos, en el auto o en un hotel.
También busqué algunas prostitutas. Pero, fueron más las veces que busqué a travestis.
Mis amigos, ninguno se enteró de esas andanzas mías.
Mi esposa, fue mi única novia. Nunca tuve «Éxito» con las chicas, a pesar, que sé bien que tengo lindos rasgos, soy atractivo. Pero, por algún motivo, no lograba sintonizar con ellas.
Mi sexo con mujeres, se limitó a esas prostitutas.
Salía, iba a bailar, y a la cuarta o quinta vez que salíamos, me declaraba, y sistemáticamente recibía siempre un «No» como respuesta.
Luego de casarme, hubo una época en que yo viajaba, por trabajo, a una ciudad lejana, 800 km. Cuando terminaba mi trabajo en ese lugar, siempre me quedaba un día más, y allí iba a algún cine porno y repetía lo que había hecho en mi ciudad.
Cada tres o cuatro meses, debía viajar.
A veces, por 15 días. Pero hubo veces que el trabajo era de dos meses o tres meses. En esos casos, yo regresaba a casa, con mi esposa y mis dos hijos pequeños, cada 2 o 3 semanas, un fin de semana, y regresaba a esa ciudad.
Eso sería lo referente a mi vida.
Realmente no sé si a alguien les interesará todo esto anterior, sobre mi vida. Pero consideré, que si quería mantener los hechos que habían sucedido, debía contarlo.
Sobre mi esposa, pensaba comenzar desde el día que la conocí, pero ocurre, que hay algunos hechos que son anteriores.
Prefiero seguir el orden cronológico de la edad.
Trataré de hacerlo, pero algunas idas y venidas en el tiempo, deberé tenerlas indefectiblemente. Intentaré que no sean tan bruscas.
El primer hecho de mi esposa, es el que me cuesta más creer que sea cómo lo pienso. Aunque, ya me convencí que sí lo es.
En la casa de mi suegra, hay una urna con cenizas. A mí, siempre mi esposa me dijo que era de una hermana fallecida.
Pero resulta, que, para mi suegra, esa urna, es cómo cualquier adorno. Así lo dijo una vez, y mi esposa se puso cómo loca.
Ella me dijo que su mamá lloró mucho, cuando esa beba, falleció a los pocos días.
«¿Y después, mi suegra consideraba un objeto a esa urna?» No puedo entender ese cambio de reacción.
Además, en las visitas que hacemos ahora, a la casa de su mamá, mi esposa siempre pasa un rato junto a la urna, sola, en silencio.
Por eso, no puedo entender la diferencia de comportamiento entre su mamá y mi esposa, ahora.
El hecho, es que estoy convenciéndome que no es su hermana, si no, su hija.
No recuerdo que a mis hijos le haya hablado sobre la existencia de esa bebé fallecida. Incluso, conmigo, lo mencionó pocas veces. Y la mayoría fue ahora, cuando comencé a indagar sobre ella, para asegurarme que era su hija.
Hace poco, encontré una carta, no sé quien la escribió, en su mesita de noche, al lado de nuestra cama, algo tórrida.
En ella, esa persona, le menciona el amor que había entre ellos, lo bien que lo pasaban juntos, y menciona la existencia de una hija que tuvo mi esposa.
No sé si ella se dio cuenta que hurgué su cajón, pero esa carta desapareció luego.
Para entonces, mi esposa tenía 11 años, al momento del nacimiento de esa bebé.
Luego, se producen otros hechos, que me los dijo mi propia esposa.
Fueron después del nacimiento de esa niña.
Por un lado, según ella, mi suegra le compraba vestidos cortos. Deben haber sido muy cortos porque varias veces me dijo que no podía inclinarse mucho con esos vestidos, en las reuniones con la familia de su mamá, porque se le veía las bragas.
Pero, a su vez, me decía que, en esas reuniones, se divertía muchísimo con sus primos y tíos.
Uno de los juegos que dijo que le gustaba que le hicieran, era que la agarraban de sus brazos y piernas, la balanceaban y la «Tiraban» hacia varios parientes que la agarraban en el aire. La zamarreaban y le hacían cosquillas, y ella volvía, hacia ellos, a que la balancearan de nuevo. Dijo que, cambiaban de lugar entre ellos.
Me cuesta no creer, la intención de sus tíos y primos, en ese juego.
Al balancearla, quien la agarraba de los pies, podía verle las bragas de forma íntegra, al abrirle las piernas y moverla, era seguro que su vestido se subía, y si este era tan corto como ella dice, sus bragas quedaban a la vista seguramente. Después, cuando la «Agarraban» en el aire deben haber tocado todo su cuerpo, y esa debe haber sido la intención al zamarrearla y hacerle cosquillas.
Nada de eso debió pasar desapercibido por sus padres. Pues, su papá, aún no se había ido de la casa.
Algunas veces le hice cosquillas y es impresionante como se sacude para todos lados, moviendo su cuerpo y sus piernas, levantándolas y sacudiéndolas, de forma que resulta exagerado, pero sé que no exageraba cuando yo le hacía cosquillas. Así que, eso mismo tiene que haber hecho con sus familiares.
Estoy seguro de la intención de ese juego. Y dijo que a ella le encantaba que lo hicieran.
Por otro lado, dijo que le gustaba sentarse sobre las piernas de sus tíos, pasando de uno en otro, mientras la abrazaban y estos conversaban con sus padres. Y ahora pienso que, si se sentaba así, con las piernas abiertas y se movía, todo el mundo veía bajo su vestido. Incluso sus padres. Y, además, «¿Abrazarla? ¿O, debería decir, tocarla?»
Contó, que hacer eso, a ella le resultaba muy divertido.
Mencionó, que, en esas reuniones familiares, sus padres le dejaban tomar alcohol y no la controlaban, y que ella aprovechaba.
«¿Sus propios padres le daban alcohol sin límite? ¿En las reuniones? ¿Y ocurrían todos esos juegos?»
¿Qué puedo pensar? ¿Que era para llevarla a un estado de entrega?
Después de casarnos, pude comprobar, el cariño que sus tíos y primos, le profesaban a mi esposa, en medio del regocijo y diversión, de ella.
Abrazos y demostraciones de cariños, en cualquier momento, no solamente cuando llegábamos, si no también, mientras estábamos allí. Y mi esposa no hacía nada para evitarlos.
Ahora pienso, que lo hacían como burla hacía mí. Hasta lo pensé de mi propia esposa.
Incluso ahora, me doy cuenta, de miradas cómplices que había entre ellos en ese momento, y como me miraban a mí con cara divertida, riéndose con picardía, mientras le hablaban al oído. Ella nunca me aclaró el porqué de esas risas, ni que se decían en «Secreto».
Cuando me presentó a uno de sus primos, siendo nosotros novios, él, de modo jocoso, le dijo a mi esposa «¿Este es el juguetito?» y se largó a reír a las carcajadas. Mi esposa, riéndose también, le dio un golpe cariñoso en su brazo y solo le contestó «José, no seas malo» y el primo más fuerte se reía y mi esposa también.
En un momento, ese primo, me dijo que mi esposa «Era muy fiestera», y, ambos rieron.
Debo decir, que, en ese momento, no supe a que se referían con «Fiestera». Hoy sí lo sé.
Recuerdo que no dije nada, solo los miré con una sonrisa, que, a ellos, les debe haber parecido estúpida.
Honestamente, en ese momento, recuerdo que me sentí que yo no encajaba allí. Había más complicidad entre ellos, que la que había entre mi ella y yo.
Hubo otras situaciones «Incómodas para mí» en otras visitas que hicimos a ese primo.
En ocasiones, ella iba a visitarlo a su casa, a la salida de su trabajo, y me pedía que yo la buscara, cuando salía del mío. Solo que, ella salía a las 14 horas y yo, recién a los 18 hs, debía pasar por mi casa y recién buscarla a ella, ya después de las 19 hs.
Él tenía mi altura, pero era mucho más grande que yo. Con mucho más físico que el mío, y sus manos y pies más grandes igualmente.
También ocurrieron visitas así, tan largas en horas, al padre de ese primo, que era viudo, dónde me pedía que la busque a la salida de mi trabajo.
No me lo dijo implícitamente, pero en varias oportunidades, me dejó entender, que, entre sus tíos y tías, había sexo, pero que sus padres, no entraban en ese juego.
Y yo me digo ahora, «¿No entraban? ¿Y ella hacía esos juegos en esas reuniones?»
¿Entonces, que conclusión puedo sacar a esto?
Más si a eso le sumo, que me contó, que su mamá le daba un café, para que ella se lo lleve a su papá y lo despierte de la siesta, y que él siempre estaba en slip cuando ella entraba. Y se quedaba con su papá en la cama.
Dijo infinidad de veces, que ella vivía pegada a su papá. Hasta le ayudaba en las reparaciones domésticas. «¿Mi esposa con 12 años, ayudando a revocar una pared, a arreglar un caño? ¿Cuando conmigo, nunca hizo un algo, cuando yo hacía alguna reparación en casa?»
Simplemente me resulta difícil de creer, a no ser que lo interprete como la «gran unión» que tenía con su papá, que era lo que mi esposa me daba a entender. Dijo que ella «Vivía» para su papá.
¿Y su mamá, mi suegra? ¿No veía nada de todo esto?
Contó, que su papá la llevaba a viajes que él tenía que hacer, a otras ciudades por algunos días, y donde también viajaba el gerente de su papá. Dormían siempre en cabañas que alquilaban. Y que el gerente y clientes le vivían haciendo regalos.
Me suena raro que nunca me aclaró, que ella dormía en habitación separada, en esos viajes.
Además, «¿Para qué llevarla siempre a ella, que ni siquiera era adolescente?» Siendo que el padre y el gerente, debían tener reuniones con clientes, en la cabaña.
Mi esposa siempre me dijo que le gustaba ir a esos viajes, que se divertía y que su mamá, nunca lo vio mal.
«¿Por qué me aclaraba eso? ¿Hacerle tantos regalos a mí esposa? ¿Los clientes también?» Mierda, digo yo ahora.
«¿Por qué, todo eso ocurrió después de ese nacimiento fallido? ¿El papá de su hija, era su propio padre o era otro?»
Esa carta que encontré, dejó en claro que mi esposa tuvo una hija, a los 11 años.
Habría algunos hechos más sobre sus familiares, en especial visitas que ella hacía a sus primos y tíos, a la salida de su trabajo, y siempre yo buscarla después. Pero sería reiterativo mencionar todos.
¿Por qué yo debía buscarla después y no ella irse por sus propios a su casa?
Esa es una pregunta que nunca pude responderme. Puede que le haga gustado que yo viera que había pasado varias horas con ellos, puede que haya querido someterme, que le diera morbo. No sé en realidad el motivo.
Lo que ella me decía es que yo tenía auto y ella no. Y eso era porque, desde que su papá se fue de su casa, la situación económica de su ella y su mamá, se deterioró completamente.
Por lo qué, debía ir a buscarla siempre.
Y acá quiero mencionar otra cosa que sucedió.
Ocurre, que cuando mi esposa tenía 14 años, su papá las abandonó, por una chica de 22 años que lo supo engatusar.
Él sacó un crédito, puso la mitad de la casa en garantía, y no lo pagó. Esa mitad salió a remate. Su mamá arregló con un amigo de ella, que la comprara, y que luego, ellas le iban a devolver el dinero de alguna forma.
Así es tal cual me lo contó mi esposa.
Su mamá no tenía dinero para devolverlo. Lo concreto, es que mi esposa, fue a trabajar para ese hombre, todos los días sábados, durante varios años. Y él, no le pagaba dinero.
Cuando le pregunté que debía hacer en ese negocio, dijo de todo, y nunca me dio más explicación que esa.
El negocio se trataba de un taller de autos y camiones.
«¿Qué trabajo podía hacer ella con 14 años, en ese taller de autos y camiones, desde primera hora de la mañana hasta la noche, todos los días sábados?»
Cuando me lo contó, yo estaba tan ciego por ella, que no pensé nada malo. Hoy, solo se me ocurre otra cosa muy distinta.
Cuando pasó eso de la casa, ella se enojó con su papá y dejó de verlo por dos años. Luego, comenzó a frecuentarlo de nuevo, hasta que ya se quedó a dormir en su casa, con su nueva pareja.
Ella se repartía entre dormir en casa de su mamá y la de su papá. También se iba de vacaciones con su papá y su pareja.
Según mi esposa, la nueva novia de su papá, se encariñó mucho con ella y ella con la novia de su papá.
Esa chica, la novia de su papá, también era adicta a los brujos, esos que tiran cartas, hacen sanaciones y todo eso. Y comenzó a llevarla a ella también.
No llegué a conocer a mi suegro. El falleció meses antes de conocer a mi esposa, por un cáncer.
Debo decir que, desde pequeña, mi esposa le tomó el gusto a esa gente, a esos brujos. Me contó, que ella misma, comenzó a ir a distintos lugares así, sola, ya con más edad.
Incluso de novios, me llevó a dos de ellos, donde cada uno entró por separado a una habitación. Yo entraba primero, y mi esposa se quedaba afuera, esperando su turno. Luego yo salía, y tenía que esperarla a ella.
«¿Qué hacíamos allí?» Al menos a mí, ambos brujos me tiraban las cartas y luego me pasaban las manos por todo el cuerpo, tocándome, para sacar la mala energía que tenía.
Suponía que a ella era igual.
En esos momentos, no le di importancia que ella estaba bastante más tiempo que yo, siendo atendida.
Cuando ella me llevaba a esos dos brujos, se ponía muy alegre, y siempre iba con vestidos ligeros.
Bien, era yo quien manejaba hasta el lugar, pero era ella la que decía que fuéramos. Era mi esposa la que decidía cuando ir. Nunca le dije que no.
Hasta dijo que participó de rituales del culto Umbanda. Nunca tuve eso en claro, porque ella nunca quiso hablarme de ese culto.
Solo dijo que comenzó a ir.
Cuando la conocí, estaba yendo a ese lugar. Yo no supe de eso, hasta después de casarme.
Hasta cuando fue, no sé, porque se contradijo varias veces.
Quiso el destino, que, con los años, me enterara que el lugar a donde ella iba, fue allanado y cerrado por la policía, por la muerte de una chica, de 16 años, que había sido drogada y violada, dentro de una orgía que se hizo en ese lugar. Y hacían mención, que se trataba de un lugar donde funcionaba un culto Umbanda.
Lugo busqué la noticia en el diario.
Mencionaban prácticas de sexo, rituales de brujería usando mujeres, trata de personas (el diario decía así, pero era lo mismo que decir prostitución), mucho dinero incautado, material pornográfico, dispositivos de almacenamiento con fotografías que sacaban en el lugar, y gran cantidad de droga.
La nota mencionaba que atraían a jovencitas y las sometían sexualmente, drogándolas, y luego la prostituían.
¿Cómo supe que ese era el lugar? Por qué, ya en ese momento, me estaba dando cuenta de cómo era ella y de todas sus mentiras, desde que éramos novios.
Cuando salió la noticia en la televisión, ella dio un salto, se puso muy nerviosa, una conversación que estábamos teniendo, quedó trunca y vi tristeza en sus ojos.
Eso me hizo sospechar y estar atento. Inmediatamente recordé que ella mencionó haber participado de rituales del culto Umbanda cuando yo la acababa de conocer.
Se levantó, fue al baño, yo la seguí, y escuché su llanto. Habló con alguien por teléfono, y en voz baja, le dijo lo que acababa de ver en la televisión, y le pedía a esa persona, que le avisara si sabía de algo, y dio el nombre de un hombre.
Escuché el sonido del inodoro activarse y supe que iba a salir. Rápidamente regresé a mi sillón.
Así me enteré que ese era el lugar donde ella iba.
Empecé a mencionar sobre hechos ya de cuando la conocí, pero debo contar algo que ocurrió justo en el momento de verla por primera vez.
Cómo mencioné al hablar sobre mí, no tuve mucho «éxito» con las chicas. Es obvio que salía, buscaba conocerlas, salir con ellas, pero no lograba entablar una relación de noviazgo con alguna.
En algunos casos, salí durante un par de meses con alguna, pero al momento de declararme y pedirle ser novios, era rechazado.
Sabía que yo era atractivo, mis padres tenían dinero y yo me daba lujos que otros chicos no podían. Pero, por mi carácter o no sé qué, no lograba formar pareja.
También mencioné lo de mamá y esos dos chicos que me follaban.
Supongo que por todo eso, mi mamá estaba «Preocupada» por mi falta de relación prolongada con las chicas.
El hecho, es que mamá y una amiga de ella, se complotaron para encontrarme una chica y lograr noviazgo.
Yo iba a verla a esa amiga de mamá a su trabajo, porque necesitaba un documento que ella podía darme.
Tuve que ir a verla varias veces, para completar todos los trámites de ese documento. Cada vez que iba, me «Conversaba» sobre presentarme a una chica.
La verdad, es que no me sentí interesado.
Eso fue porque ya había habido una vez anterior, donde la amiga habló conmigo, y me convenció de ir a una cena, donde iba a presentarme a una chica. Yo fui y resultó que la chica no. Y yo terminé, repartiendo en mi auto, a varias «Viejas», llevándolas a sus casas cómo si fuera un chofer.
Esa chica que no fue a esa cena, luego me enteré, era la que sería mi esposa.
Nunca supe, porque nunca me lo dijo, porqué no había ido a la cena.
El hecho, es que la amiga de mamá, no abandonaba los intentos para que yo la conociera.
La última vez que fui a verla al trabajo, me entregó el «tan mentado» documento que me hacía falta. Caminamos por el pasillo, a donde daban muchas oficinas cerradas.
De repente, me toma de un brazo con una de sus manos, abre una puerta con la otra mano, y, literalmente, me empujó hacia dentro de una oficina. Sin haberme advertido absolutamente nada.
Del empujón que me dio, entré a esa oficina y recién me detuve luego de varios metros. Había varios escritorios. Ninguno ocupado. De reojo, vi a tres chicas al fondo de la misma.
Yo estaba seguro de lo que había visto. Pero cuando le saqué el tema a mi esposa, entonces éramos novios, me negó que era cómo yo lo decía. Siempre me aseguró que se estaba acomodando la ropa.
En este momento, sé que lo que vi, es lo que voy a contar ahora.
Cómo dije, había tres chicas al fondo.
La del medio, tenía toda la blusa abierta, ella abrazaba del cuello a una que estaba al lado, y las otras dos, que estaban una a cada costado de la del medio, le manoseaban las tetas a la del medio.
Cuando yo entré, pasó algunos segundos. La del medio reaccionó, y corrió hacia un armario que estaba justo al lado, y se escondió detrás de ese. Las dos chicas, rápidamente la cubrieron.
La chica que estaba al medio, resultó ser mi esposa ahora.
Eso fue lo que ocurrió, justo en el momento de conocerla.
La amiga de mamá, no vio nada. Porque cuando ella entró, mi esposa ya se había escondido detrás del armario, y yo no le dije nada.
Mi esposa no tardó más de dos minutos en salir. Estaba re nerviosa. La amiga de mamá nos presentó, hablamos un momento, y me llevó a la salida.
Esa chica que conocí allí, la que ahora es mi esposa, era bellísima. Quedé enamorado inmediatamente de ella.
Debo decir, que, a mi esposa, nunca le dan la edad que tiene. Ahora con 36 años, aparenta tener no más de 27 años.
Al otro día le llamé a la amiga de mamá y le pregunté como podía hacer para salir con esa chica. Me dijo que esperara al teléfono, la fue a buscar y hablé directamente con la chica. La invité a salir y aceptó.
A los meses de estar de novios, le dije a ella, lo que estaba seguro de haber visto, ese día. Dijo que no era así, que se estaba acomodando la ropa. Me lo aseguró de tal forma, que me convenció, y creí estar equivocado.
Como dije al principio, yo tenía una venda en los ojos, y creía todo lo que ella me decía.
Ahora sé bien que lo que vi, es lo que dije.
Acá comienzan las mentiras de mi esposa hacía mí. O sea, desde el mismo momento que la conocí.
Las otras dos chicas tenían la misma edad que mi esposa.
Fuera de esas compañeras de trabajo, nunca conocí, nunca me presentó, a nadie de su pasado, más que sus propios familiares.
No había ninguna chica, ningún chico, que me hablara de mi esposa.
Ella conoció a mis amigos, pero yo nunca a nadie de ella.
Y hoy, eso me hace dudar del por qué.
Ya casados, recibió algunas invitaciones de compañeros del colegio secundario, para reunirse junto a sus parejas, y ella nunca asistió, y siempre la noté nerviosa en esos momentos. Sólo me decía que no quería verlos.
¿Qué oculta?
Antes de oficializar el noviazgo entre nosotros, salimos por unas semanas.
Ella me dijo que estudiaba profesorado de geografía. Uno de esos primeros días, me dijo que tenía un examen. Decidí darle una sorpresa, y fui a buscarla a donde estudiaba.
Era un lugar enorme, llena de aulas. Pero empecé a preguntar a otras chicas por ella, por su nombre. De pura casualidad, di con una que la conocía. Me dijo que la habían llamado para dar el examen, pero ella no había asistido.
Salí de allí y fui a su casa a buscarla. Estaba seguro de encontrarla. Me atendió la madre y le pregunté por su hija. Me respondió que había ido a rendir un examen.
No le dije nada de dónde yo venía. La madre estaba igual que yo. Ambos habíamos sido mentidos por mi esposa.
Eso fue un viernes. El sábado, salimos, la llevé a una coqueta confitería, como siempre hacía, a tomar unos tragos. Y le dije lo que había pasado.
Se largó a llorar, de forma tal, que no paraba. Tuve que calmarla por largo rato, para que dejara de llorar.
Sinceramente, no entendía por qué tanto llanto por una pequeña mentira. Porque para mí, era algo insignificante. Mintió sobre rendir una materia y nada más. No era gran cosa.
No me dijo por qué lloraba tanto, y yo no pregunté.
Hace poco, ya indagando sobre su vida pasada, recordé eso, y le saqué el tema. Se calló y no dijo nada. ¡Pero NADA! Hasta el día de hoy, no logré que me diga que pasó ese día del examen. A pesar de sacarle varias veces el tema.
Así que, solo me queda pensar, que es algo tan tórrido, que no me lo puede decir. Esa es otra mentira de ella.
Hay otra cosa que descubrí de mi esposa, de antes de conocerla.
De novios, una noche, la llevé a tomar unas copas, a un bellísimo lugar a una ciudad cercana. Quedaba a unos 50 km de dónde vivíamos. Mientras regresábamos, me contó que había tenido una amiga en ese lugar. Que fue a la casa de esa chica, según ella fue la última vez que lo hizo, y había un grupo de chicas y chicos. Llevaban tomando alcohol desde hacía rato y usaban drogas. La amiga, puso una película porno.
Según mi esposa, ella no tomó nada ni se drogó. Se levantó y se fue a dormir. Que fue la única que lo hizo, y que se durmió enseguida.
No entiendo cómo pude creerle semejante mentira.
Pero, ese hecho no termina allí. Cómo decimos acá, la mentira tiene patas cortas.
La madre, metió la pata (acá se dice eso, cuando alguien dice algo sobre otra persona, que no quiere que algo se descubra, y esa persona, por error, dice algo que hace que la mentira sea descubierta).
Lo que sucedió, es que mi esposa dijo que eso había pasado cuando ella tenía 16 años, y que nunca más visitó a esa amiga. Y la madre, hace unos años, en una conversación, dijo que mi esposa y esa chica eran muy amigas, y que, todavía se veían.
Eso fue, porque le preguntó a mi esposa, cuando iba a ir a visitarla, que siempre lo hacía.
Mi esposa, rápidamente la agarró del brazo y se lo apretó, y la miró fijamente, tengo muy presente esa reacción de ella. La madre calló y mi esposa cambió inmediatamente de tema.
No dije nada, porque no le di mayor importancia. Pero, hoy, sé que es otra mentira de mi esposa.
Y acá voy a decir algo. No sé en otros lugares, pero acá, se dice que esos brujos, hacen cosas, con magia negra, para obligar a una persona a que se una en pareja con otra, o, que acepte hacer cosas, incondicionalmente.
¿Se imaginan las veces que pensé si ella no hizo algo de eso conmigo?
Porque no puedo entender, cómo fui tan, pero tan ciego, respecto a sus mentiras.
En varias, diría que demasiadas veces, mencionaba que ningún hombre de la calle podía señalarla, en haber tenido sexo con ella. Que era virgen. No lo dijo una sola vez, si no que fueron demasiadas.
Conmigo, nunca hubo sexo de novios, no lo hubo hasta el casamiento. Respeté lo que ella me decía que era virgen.
Antes, conté sobre la relación con sus tíos. Y ahora debo decir esto.
Sucedió, que cómo dije, nunca hubo sexo entre nosotros. Y con eso me refiero a cogerla.
Pero si nos estacionábamos en algún lugar oscuro, y se dejaba manosear completamente, incluso se desnudaba dentro del auto. Me hacía la paja, pero nunca me la chupó.
Hasta llegó a meterme el dedo en mi ano, mientras me masturbaba. La primera vez que hizo eso, solamente apoyó el dedo en mi culo. Hasta que lo metió. Y desde esa vez, lo repitió siempre. Me cogía con su dedo y me masturbaba.
Yo gemía y a ella le debe hacer quedado claro que me gustaba.
Nunca le dije de mis andanzas en los cines pornos, con travestis, y con mis dos amigos, que conté al comienzo.
Supuse que no se dio cuenta que sus dedos entraban fácilmente y que nunca me hizo doler.
Hoy sé que no es así. No hay forma que no se diera cuenta, más siendo, cómo que ya lo sé, que ella «Tenía experiencia» sexualmente.
Allí mencioné lo que ella me hacía a mí.
Ahora bien, lo que yo le hacía a ella, era besarla, y chuparle sus pezones. La masturbaba, pero nunca, nunca, le metí siguiera un dedo en su coño. Pues, para mí, era virgen. Y, cuando quise tocar su culo, no me dejó.
Obvio que ella quedaba ¡¡MUY CALIENTE!!
Y lo digo así, con mayúscula.
Me hacía dejarla en la casa de ese tío de ella, que era separado. Su primo, aún vivía con su papá allí. Esos, son los que mencioné antes. Era allí dónde iba a dormir esas noches. Eso siempre pasó un viernes o un sábado. Cuando la dejaba, me pedía que no fuera a buscarla a su casa, hasta la noche siguiente, porque se quedaba con su tío.
Nunca cuestioné el porqué de ese pedido.
Una noche, también de novios, la pasé a buscar por su casa, y salimos. Fuimos a tomar unas copas y luego a bailar.
Estábamos tomando esas copas, cuando me dijo que iba al baño y ya volvía.
Cuando regresó, me dejó sobre la mesa, su tanga. Me miró con picardía, disfrutando de la travesura. El lugar estaba lleno, pero lleno de gente. Muy iluminado. Eso debió ser visible para muchos en ese lugar.
Me apresuré a agarrar la tanga y esconderla en mi bolsillo. Ella se sentó, frunció el seño, y dijo que era aburrido.
No me preocupé, porque salimos de allí y se le pasó el enojo enseguida.
En esa época, de novios, no se preocupaba si yo la manoseaba delante de otros, en reservados, en bares oscuros, o en discos.
Ella también me hacía lo mismo. Aunque nos estuvieran mirando.
De casados, todo eso «Desapareció enseguida». Es mi culpa, porque no volví a tener «salidas» de esa forma con mi esposa.
Simplemente, desaparecieron.
Apenas nos casamos, fue a hacerse revisar por el ginecólogo, que siempre tuvo y yo la acompañé, porque íbamos a hablar con él sobre tener un hijo. Era un «Viejo», más de 50 años tenía.
No tomé conciencia en ese momento, que se desnudó delante del médico, frente a su escritorio, poniendo la ropa delante de él, con total tranquilidad y sin apuro. Cómo si lo hiciera conmigo. Cómo si hacerlo así, fuera la cosa más normal del mundo.
No sé, pero cómo que disfrutaba hacerlo. Pues, ellos conversaban animadamente y mi esposa estaba alegre, distendida, y, eufórica. Pues sí, estaba realmente extasiada.
Recuerdo bien, que mi esposa sacó el tema, del tiempo que hacía que el médico la revisaba. Él dijo que sí, que lo hacía desde que ella era jovencita.
Le hizo revisación de sus pechos, en ese lugar, parada delante de mí, luego inclinada sobre su escritorio, para que sus tetas, cayeran hacia abajo.
Eso fue lo que me dijo el médico, en hacerla poner en esa posición.
Al hacerlo, él se inclinó sobre su espalda, «Abrazándola». Inmediatamente la miré a mi esposa, para ver si eso le molestaba, y me sonrió, así que me dije que todo eso era normal.
Mi esposa obedeció, cómo si eso fuera lo más natural y normal del mundo. Sin mencionar que esa revisación, en esa posición, llevó su bien tiempo. No quiero pensar que fue un manoseo.
Luego le dijo que fuera a la camilla y se acostara.
Mi esposa fue caminando y lo esperó en la entrada de ese cubículo.
Me levanto para ir con ella y mi esposa dijo que no, que no quería que yo estuviera allí y me pidió que saliera del consultorio. Y el médico dijo lo mismo. Que era algo privado de mi esposa y que yo no tenía que estar presente. Él le pidió que cerrara la cortina.
Mi esposa, volvió decirme que saliera, y cerró la cortina, sin mirarme, mientras él buscaba algún instrumento en un pequeño mueble que allí había.
No tuve otra opción que salir afuera y esperar sentado en una silla.
Luego de un rato largo, se abrió la puerta y el médico dijo que podía entrar.
Recuerdo bien que la revisación duró más de una hora.
¿Por qué lo sé? Pues, porque posteriormente, la acompañé a otras revisaciones ginecológicas y ninguna duró más de 15 o 20 minutos.
Entonces, eso es algo que recuerdo muy bien.
Entré de nuevo al consultorio, vi que se corrió la cortina y mi esposa vino desnuda, se paró al costado de él, pegada al escritorio, y ambos comenzaron a conversar, mi esposa quedándose desnuda por varios minutos. Parecía que no tenía apuro en vestirse. Y cuando comenzó a vestirse, lo hizo despacio, sin apuro, tomándose el tiempo entre una prenda y otra, mientras ellos hablaban, despreocupadamente.
Recién dije que no tomé conciencia, porque, sinceramente, no vi nada de malo en eso, ni en que me hicieran salir afuera.
Recuerdo bien, que él le dio la noticia, que era la última revisación que le hacía, porque se iba a mudar a otra ciudad, a cientos de km de distancia.
Mi esposa lo lamentó muchísimo y dijo que iba a «extrañar» sus revisaciones.
Entonces, ahora digo dos cosas.
La primera es que, si había un lugar separado para que ella se desvistiera y se pusiera una bata. Por qué no lo hizo allí, y por qué no se puso ninguna bata, en ningún momento.
Más aún, siendo que en todas las otras visitas a ginecólogos que ella tuvo, y donde yo la acompañé siempre, se sacaba la ropa en esos pequeños vestidores y salía con la bata puesta y nunca más me hicieron salir del consultorio.
Cuando comencé a dudar de ella, fue que me di cuenta, que lo pasó en esa primera revisación ginecológica que yo la acompañaba, fue totalmente fuera de lugar.
Había demasiado «confianza» con ese ginecólogo. Al punto, de poner toda su ropa delante de él, de conversar desnuda, sin apuro por vestirse.
Y la segunda, ¿Que fue eso lo de «extrañar»? Y, además, mi esposa lo trataba con muchísima familiaridad. Tomándolo de la mano o del brazo, al conversar, sonriéndole en todo momento. Tenían una conversación muy jocosa, muy divertida entre ellos.
Definitivamente, no fue una conversación de médico-paciente, que vi siempre después, con otros ginecólogos y ginecólogas.
Porque ella cambiaba de médico siempre. Ninguno duraba más de tres o cuatro visitas.
Hoy es mucho para asimilar sobre esa visita médica.
Y ahora me pregunto, ¿Y todas las otras visitas que ella le hizo, mientras estábamos de novios?, dónde yo no la acompañé nunca. ¿Que sucedía en esas visitas?
Pues, recuerdo bien que iba cada tres meses aproximadamente. Me decía que era muy rigurosa con su control ginecológico.
Y ahora sé bien, que eso es así, cuando la chica tiene una gran actividad sexual, con distintas personas, y debe hacerse controlar.
La luna de miel, fue un desastre para mí. Y las semanas previas también.
Ocurrió que, no sé por qué, tuve problemas de erección. Simplemente, me costaba horrores tenerla. Ella me pajeaba en el auto, cómo siempre, y a mí no se me paraba. Faltaba pocas semanas para casarnos.
Lo mencioné a mis padres, y mi madre, me sacó turno con un urólogo, y me hicieron estudios. El médico, me dio una revista porno, con chicas desnudas, tipo playboy, y salió de la oficina. Miré toda revista varias veces, porque me dejó un buen rato, y no se me paró tampoco. No me masturbe, pero mirando esas fotos, tampoco me excité.
Me hicieron estudios, que incluyó una inyección de algo en mi pene. Allí se me puso dura.
En la charla final, estuvo presente mi esposa, entonces mi novia aún. El médico dijo que todo era psicológico.
De allí, me llevó a ver a una bruja que conocía. Esta, luego de tirarme las cartas, dijo montones de sandeces, de tonterías.
Que me estaban haciendo un maleficio, que nos tenían envidia, que querían romper nuestra relación y muchas estupideces más.
Nos pidió que compráramos velas y otras y otras cosas y se las lleváramos. Yo las compré y fue mi esposa la que fue después a verla.
Al regresar, ella me dijo que la bruja se iba a encargar de cortar todo lo malo que había en mí.
Llegó la boda, y la luna de miel. En la primera noche, no logré tener erección. Tenía a mi flamante esposa, desnuda, la amaba de locura, y no pude follarla.
Al otro día, salimos, paseamos, y no sé si eso me relajó, o que mierda fue, pero a la noche si se me pusa dura. Y acá, tengo algo más para mencionar.
Ya mencioné que ella me dijo, hasta el cansancio si se pude decir, que era virgen.
Bien, lo creí ciegamente, y nunca dudé de eso.
Yo no tenía «Experiencia» en el sexo, más que con algunas prostitutas. Y sólo fueron unas pocas. La penetré, la cogí, y todo fue bien. Salvo, que no hubo una segunda vez, porque no se me puso dura otra vez, esa noche.
Diría, que todo fue muy clásico en esos días. Nada digno de mencionar.
En realidad, mi esposa estaba más interesada en pasear por los lugares, que en que estuviéramos cogiendo como locos en el departamento que habíamos alquilado.
Pero sí necesito mencionar algo, sobre esa «Primera vez», dónde, supuestamente, la desvirgué.
No hubo dolor, no hubo sangrado, no hubo resistencia alguna en su coño. ¡Y fue con la luz apagada!
Pues sí, mi esposa insistió en eso. ¡Y accedí!
No solamente esa primera vez. Si no que, hacerlo con la luz apagada, se hizo habitué y normal.
En ese momento, no cuestioné la falta de dolor, sangrado ni nada de eso. Pero hoy, sé que nada de lo que pasó esa noche es normal para una chica virgen.
Se lo dije, se lo mencioné hace no mucho tiempo atrás. Y como respuesta, solo recibí un enojo de ella.
No un enojo o un enfado normal, si no, que hubo gritos de ella hacía mí por dudar de que era virgen.
Entonces le cuestioné de cómo resultó toda su «Pérdida de virginidad». Y allí, gritando encolerizadamente, dijo que sí, que había sido una gran puta, una re puta, una recontra mil putas con todos, enfatizando mucho en decir «Todos». ¡¡¡Y con eso, ¿Qué?!!! ¡Fue antes de conocerte!
Estoy usando las mismas palabras que ella usó.
Esa vez, fue la única que reconoció que había sido tan puta antes de conocerme.
Le dije que aceptaba eso, pero porqué me había mentido. Que por qué me había dicho que era virgen.
Se enfadó más aún, y salió de casa, volviendo casi a las tres de la mañana. Se duchó, en la misma ducha lavó su tanga, y se acostó a dormir. Sin dirigirme la palabra.
Toda esa discusión fue a la tarde, así que pasó horas y horas fuera de casa. ¿Dónde? No tengo idea.
La llamé repetidamente y su celular siempre estuvo apagado. Mis hijos preguntaban por su mamá, y les decía que había salido, que ya regresaba.
A la mañana siguiente, se levantó, se vistió, y fue a trabajar.
Durante la mañana la llamé, porque quería hablar con ella, y no atendió nunca.
Cómo no quiere que la vaya a visitar a su trabajo, y para evitar más enojos de ella, no fui a verla, pensando que estaríamos juntos luego del mediodía.
Cerca de su hora de salida, me escribe diciéndome que tenía que ir a la oficina del inspector, ese que dije antes, porque el director le había dado documentos para que se los llevara.
Fue todo lo que me escribió.
Cómo no regresaba a casa y las horas pasaban, la llamo de nuevo, y me da el celular apagado.
No regresó hasta pasada la medianoche, a pesar de salir de su trabajo a las 14 hs. Tampoco me avisó que no iba a regresar.
Al hacerlo sucedió igual que la noche anterior. Sin decirme ni una palabra, se duchó, lavó su tanga allí mismo y se fue a dormir.
Le ofrecí algo de comer, y sólo dijo, de muy mal modo, «Ya cené». Sin especificarme más nada.
Allí dije que tenía que llevar documentación a ese inspector. Y ocurre lo siguiente. Que dos o tres veces al mes, mi esposa siempre fue la «encargada» de llevarle documentación a ese tipo. Desde que nos casamos. Y varias veces me aclaró, que no la llamara porque no iba a poder atender.
En algún momento le pregunté por qué siempre tenía que ir ella, y me dijo que era «Parte de su trabajo», por orden del director.
Ahora, ya no tengo dudas que fui cornudo desde el vamos, desde el comienzo.
Recién mencioné que no quería, y era un NO rotundo, a que yo fuera a «visitarla» a su trabajo sin avisarle antes. La única vez que lo hice, para darle una «sorpresa agradable», tuve que enfrentarme a su enojo, y cómo resultado de eso, nunca más lo repetí.
Y las veces que lo he hecho, sabiendo mi esposa que iba a ir, me pedía que la esperara en un bar que está justo al frente de donde trabaja, y la llame diciendo que ya llegué. Eso hice siempre, y ella sale y se cruza al bar. Tomamos un café, luego se regresa al trabajo, y yo me voy. Pero nunca entro al colegio.
Solía llamarla a su celular, y frecuentemente ocurría que no atendía. Luego de 7, 8 o 10 llamadas desistía.
Al rato largo, a veces luego de una hora, me llamaba y me decía que había dejado su celular en su oficina. Le preguntaba dónde había estado, en que otra oficina, y respondía que el colegio es grande y que yo no lo conozco.
Es cierto, el colegio dónde trabaja cómo administrativa, ocupa casi toda una cuadra, tiene varios pisos y subsuelo. Además de un gran gimnasio, pileta cubierta climatizada, salones para distintos usos y un museo. Es enorme.
Y por supuesto, trabajan muchísimas personas, entre administrativos, docentes, limpieza, y varios más.
Entonces, no puedo dejar de preguntarme, porqué yo NO TENÍA que ir a su trabajo nunca.
Si su trabajo era en su oficina, porqué me contaba, que había pasado toda la mañana trabajando con el chico de la sala de cómputos, que resultó ser el fotógrafo, que mencionaré luego. Y trabajar con él, se había convertido en algo normal ya y nunca llevaba su celular.
Porqué tenía que ir a trabajar a la oficina del director, por exigencia de él. Y allí, nunca recibí llamadas mías.
Porqué, cuando el colegio recibía la «Visita» de un inspector del gobierno, era mi esposa la que tenía que pasar toda la mañana con él.
En una fiesta de una compañera que se casaba, lo conocí. Estaba él, junto a otros hombres más, junto a una chica de unos 30 y largos años. Estuvieron toda la fiesta con esa chica. Bebiendo, divirtiéndose entre ellos.
Cuando salimos, mi esposa me contó que esa chica, estaba casada, y era empleada de ese inspector. Que era normal, que siempre llevaran a una chica a fiestas así. Y me dejó en claro, que se la cogían entre todos después.
No sé si lo hizo a propósito contarme todo eso. Diciéndome que él era un mujeriego con todas sus empleadas, y que no le importaba en absoluto si estaban casadas. Que todas accedían, porque él, si quería, las podía hacer despedir en un santiamén, con sólo levantar el teléfono. Dijo que ese tipo tenía muchas conexiones políticas fuertes, y que, por eso, podía hacerlo. Incluso con ella. Si él quería, podía hacer despedir a mi esposa.
Cómo su trabajo dependía del gobierno, el tipo este tenía el poder de hacerlo.
¿Por qué me contaba todo eso de él?
¿Y mi esposa tenía que pasar toda la mañana, al servicio de él, por orden del director, cuándo este tipo iba a realizar una inspección a su colegio?
¿Para qué?
Simplemente digo «Mierda». ¿Qué debo pensar?
¿Por qué, mi esposa era la única, que debía bajar a un sótano, a una parte donde funciona un archivo, con documentaciones viejas, y pasaba horas allí, y que nadie más iba a ese lugar? El director le había dicho que era su función. Fue la única explicación que me dio cuando le pregunté por que motivos era ella sola la que tenía que hacerlo.
Siempre era ella la que tenía que ir. Ninguna otra de sus compañeras lo hacía. Recuerdo, cómo protestaba conmigo, cuando la hacían ir allí, y decía que pasaba horas en ese lugar. Y era a la única que se lo pedían.
Incluso, hubo un período de casi un año, que ese sótano, se transformó en su lugar de trabajo diario, por orden del director.
Todos los días tenía que ir allí, y quedarse hasta que se iba.
¿Que hacía todo el día, en ese lugar, con un escritorio, una silla, un sillón viejo, rodeada de estanterías con documentaciones viejas, sin teléfono, ni computadora, ni nada de una oficina?
Se hizo normal, que llegara a casa con la ropa manchada de la tierra de ese lugar. Hasta protestaba que el baño era una inmundicia, y el que estaba afuera, se tapaba porque los alumnos tiraban preservativos. Que el conserje, tenía que ir a destrabarlo frecuentemente.
Son demasiadas las cosas que me cuestiono sobre su trabajo, hoy en día.
Cuando llegaba a casa y me daba un beso, sentía el sabor a semen. Ya saben por qué lo conozco bien.
Era obvio que me resultaba extraño sentirlo en ella al llegar a casa, pero, inconscientemente, me decía que era porque no se había cepillado los dientes al salir de casa. Que no era sabor a semen, sino cualquier otra cosa.
Hasta que comencé a plantearme serias dudas sobre su fidelidad hacía mí. Allí me di cuenta que era porque había estando chupando pollas de otros.
¡Que imbécil me siento ahora!
Hubo años, que protestó porque el colegio organizaba fiestas nocturnas y ella tenía que estar. Esas fiestas eran porque los alumnos del secundario, de los últimos cursos, las hacían con el permiso del director. Y ella tenía que estar para diversas tareas.
Nunca tuve en claro cuáles eran, porque siempre fue ambigua en su respuesta.
El tema, era que esas fiestas eran los días viernes, y cómo el colegio estaba cerrado hasta el lunes, se extendían hasta la madrugada. Cuando todo terminaba, ella recién regresaba a casa. Cuando consulté sobre si eso significaba un pago extra de su sueldo, digo que no. Pero que tenía la «Obligación de hacerlo» por orden del director.
Obvio que recibía alguna foto, nunca más de una o dos, de ella apoyada en alguna pared o columna del edificio, cómo prueba que estaba allí. Todo parecía normal en esas fotos. Incluso sonriente. Nunca se veía a nadie más que ella.
No porque yo se la pidiera. Lo hacía porque ella lo decidía. Pero no eran más de dos fotos nunca. Era cómo diciéndome, «Mira, no estoy haciendo nada malo».
Siempre eran fotos así, contra una pared o contra una columna. Nunca haciendo alguna tarea. Que se yo, guarda ropa, cantina, en la entrada, o el trabajo que fuera. Siempre ella sola y no haciendo nada.
Ahhh, y algo más sobre su trabajo. No podía hacerle videollamadas. En realidad, nunca podía hacérselas. Una sola vez lo hice, y no me la atendió. Y luego me dijo, muy enojada, que porqué se la hacía. Si era para controlarla en su trabajo. Y me dejó en claro que nunca más tenía que hacerla, porque simplemente nunca iba a atenderlas.
Era un colegio conflictivo a mi entender. Porque, de boca de ella misma, allí circulaba la droga libremente, a las alumnas le manoseaban el culo fuera de clase, en las escaleras o en los pasillos, había baños que se tapaban por los preservativos (condones).
Ella misma me dijo que se rumoreaba que al menos dos profesores, se «encerraban» en alguno de esos salones que había, y ponían llave a la puerta de ingreso. Y luego había un olor a marihuana que volteaba. Y el director, hacía la vista gorda a todo eso.
Mi esposa fue una vez, para entrar y ver que hacían allí, y se encontró con la puerta cerrada. Y dejó en claro, que sospechaba que hacían orgías. Que por eso había ido a ver, porque le habían dicho que eso pasaba y quería verlo.
¿Y el director, o las otras autoridades, no sabían que pasaba eso?
Hubo visitas de la policía, por denuncia de droga, pero nunca encontraron nada. Nunca encontraron, o, lo taparon.
Ya no sé que pensar a eso.
También ocurría que tenía que quedarse fuera de hora, trabajando, sin remuneración extra, por pedido del director, o del jefe de ella. Y ella no podía negarse a un pedido de ellos.
Hubo veces, que me dijo que padres de alumnos, la invitaban a salir y ella les respondía, que estaba casada. Otras veces, cuando salía del colegio, también solía recibir «Invitaciones» de desconocidos, dando ella la misma repuesta. Aclarándome siempre, que me era fiel.
Y yo no le había cuestionada nada de eso. Lo decía por propia iniciativa. Cómo defendiéndose de algo.
Incluso, me contaba que una profesora, se prostituía. No es que lo hiciera dentro del colegio. No, eso no. Si no, que lo hacía durante la noche, y así iba al colegio a dar clases. Llegaba vestida de puta, toda ojerosa. ¿Y eso estaba permitido?
Cómo verán, son demasiadas cosas sobre ese lugar.
Lo «Gracioso» del caso, si se le puede llamar así a todo esto, es que yo mismo lo propicié en algún momento.
Pasó que, ante alguna pregunta mía de esas extensiones de horario a pedido del director, o algo que sucedía, le preguntaba si había estado con otro. Cómo si la repuesta fuera en broma, me decía que sí. Entonces, yo le contestaba que hiciéramos un trío.
Se lo decía como siguiendo su juego, como si estuviera bromeando con ella al respecto, pero yo lo decía en serio. Ella hacía que lo pensaba, y luego me respondía que nunca haría eso.
Quiero aclarar sobre eso que dije que yo lo propiciaba.
Es cierto que, cuando ella me contaba que recibía esas invitaciones de padres de alumnos, o, de alguien de la calle, sentía que me excitaba la idea.
En ese momento, nunca había sospechado lo del inspector, ni nada de lo conté antes sobre su trabajo. Para mí, mi esposa siempre me era fiel. Pero sí me llamó la atención, las invitaciones que ella recibía. Sentí curiosidad de eso. Pero no dudé de la repuesta que les daba a ellos.
Antes mencioné, que yo tenía que hacer esos viajes, que me obligaban a estar fuera de casa mínimo durante 15 días y a veces, bastante más tiempo.
Entonces, se me ocurrió, escribirle algunas situaciones, donde mi esposa era abordada y usada, por desconocidos. Nunca con violencia, si no, ella participando activamente, entregándose a ellos. No fueron menos de tres personas en ningún caso. Eran varias más.
Narré algunas situaciones así y se la envié por correo.
Le llamé y le dije que le había enviado algo, que lo leyera. Me llamó al cabo de dos horas y me dijo que teníamos que hablar a mi regreso.
Me entusiasme, porque su voz estaba tranquila, serena y cooperativa.
Pero cuando regresé a casa, recibí un NO cómo repuesta. Sin explicaciones, sin enojo, sin ningún malestar de parte de ella. Simplemente era un NO.
Entonces, tratando de llevarla hacia esa situación, fue que, al despertarnos para comenzar nuestras actividades del día, la masturbaba, la excitaba, sin dejar que nunca se corriera. Y así fuera a trabajar.
Así que, yo mismo la entregaba a la boca del lobo. Sin ser consciente, en ese momento, de todo lo que soy ahora. De todo lo que sucedía en su trabajo.
Eso lo estuve haciendo durante varios años.
Yo ya había comenzado con mis dudas sobre su fidelidad, cuando pasó lo siguiente.
Se hace una fiesta, un sábado a la noche, en unos de los salones de ese colegio, para todo el personal, con familia incluida. Dejamos a nuestros dos hijos, en la casa de su mamá, y asistimos a la fiesta.
Había un clima bastante áspero entre nosotros dos, porque le había hecho algunos planteos, sobre situaciones que me resultaban muy sospechosas. Ella, se enojaba muchísimo, por mis sospechas.
Así que, había tensión entre los dos. La cena fue tensa, y cuando se habilitó el baile, yo no lo hice. Tampoco dialogábamos.
Viene un compañero de ella, la invita a bailar y ella enseguida dijo que sí, sin dudarlo un segundo.
Ese compañero, a su vez, era el fotógrafo de la fiesta. Pues, hacía ese trabajo, como adicional al de cómputos, para generarse un ingreso extra.
Acá quiero mencionar, que ese chico, era sobrino del inspector, que dije antes. Y que él, lo hizo entrar allí, para que trabajara, ni bien terminó el secundario.
La cosa, es que se me da por mirar hacia la pista de baile, y mi esposa estaba «Posando» de forma provocativa, para él. Haciendo diversas poses, delante de todos, sonriéndole, disfrutando de lo que hacía. ¡Delante de todo el mundo! Simplemente, no le importaba que la vieran. O, todos sabían lo que ella era en realidad. No puedo negar eso.
Me cabreé mal, se me cruzaron los cables. En realidad, ya los tenía cruzados de antes de llegar a la fiesta.
Me miró, vio que la estaba viendo, y siguió posándole.
Esperé que ya no me prestara más atención, me levanté y me fui.
Fui a un bar cercano, a tomar una copa, solo. Ya llevaba una hora allí, cuando recibí una llamada de ella. Recién en ese momento ella se percató, que yo no estaba en la fiesta.
Me preguntó dónde estaba, y le dije que, en un bar cercano, sin especificarle cual era. Cómo hay muchos en la zona, mi esposa no podía adivinar dónde era.
Me dijo que regresara. Y le respondí que lo hacía si ella se regresaba a casa en ese mismo momento. Me dijo que no pensaba irse de la fiesta. Se estaba divirtiendo, y quería seguir haciéndolo.
Entonces le contesté que me volvía a casa, porque yo me aburría en esa fiesta, y que ella se estaba divirtiendo de lo lindo.
Ella me contestó que no le importaba que yo me fuera, que iba a regresar cuando ella quisiera a casa.
Terminó llegando después de las 6 de la mañana. Ocurriendo lo mismo que mencioné anteriormente, la ducha y tanga lavada.
Hace muy poco tiempo, semanas, saqué ese tema a colación de una conversación, y le dije que nunca había visto ni una sola foto de ese evento. Ella me dijo, a la defensiva, que ella tampoco las vio. Que el chico nunca le mostró ninguna foto.
Resultado, mentira.
¿Cómo puede ser que, siendo el fotógrafo compañero de ella en su trabajo, no le haya mostrado al menos algunas de las fotos donde ella posaba para él, de forma provocativa?
Hay una sola persona que conozco de su entorno laboral. Es un profesor de arte, que, por cuestiones de hobby, tomé contacto con él, de pura casualidad.
Cómo es pintor de cuadros, le pedí que me restaurara uno que yo tenía, de herencia de mis padres. Me enteré que enseñaba en el mismo colegio de mi esposa. Congeniamos, y nos juntamos varias veces a tomar una copa. No es que seamos amigos, pero se creó una relación bastante fluida.
Cuando le comenté a ella a quien había conocido para hacer limpiar ese cuadro, no le gustó mucho. No dijo nada, pero por los gestos de la cara, me di cuenta de eso.
Cuando sucedió lo del fotógrafo en esa fiesta, lo llamé con la excusa de que el cuadro necesitaba una nueva limpieza, o, «lavado de cara», cómo él le llamaba, que era sacarle la tierra o suciedad, que se acumulaba por el tiempo.
Sabía que había estado en esa fiesta, porque lo había visto. Le pregunto si había observado algo del comportamiento de mi esposa esa noche. Y enseguida agregué, si también podía decirme algo sobre lo que ella hacía en el trabajo.
Me daba «Vueltas» y no me decía nada. Hasta que me puse insistente y le pedí, por favor, que, si sabía algo, que me lo dijera.
Cómo repuesta, obtuve que era mejor dejar las cosas así, que no preguntara que pasó esa noche con mi esposa. Que él no quería generar problemas en nuestro matrimonio. Y me «Aconsejó» que no intentara averiguar nada sobre su trabajo.
De la fiesta, lo único que me dijo, es que ella se fue del salón, con un grupo de profesores y el fotógrafo. Pero no salieron del colegio, si no, que fueron a otro salón, desocupado.
Entonces le pregunté por ese inspector.
Dijo que es un hijo de puta, que le encanta pervertir a mujeres casadas. Sabe que lo hizo con varias, y que a algunas las follan en grupo, junto con otros «Amigotes». En fiestas, en sus lugares de trabajo, o, fuera de horario también.
Le pregunté si era cierto que mi esposa tenía que atenderlo cuando visitaba el colegio.
Respondió que no iba a hablar de eso.
Entonces, intenté averiguar sobre el director y sobre el jefe de mi esposa.
Dijo que son otros dos hijos de putas, que, junto al inspector, tapan todo lo que allí sucede.
Le mencioné sobre esa profesora que se prostituye, y me dijo que no es la única que lo hace. Él sabe que algo sucede en el sótano.
Vio cómo alumnos del último año del secundario y otros hombres, que él no sabe quienes son, bajan a ese lugar.
Se pueden imaginar cómo me puse al escuchar esto último, con lo que ella me contó del subsuelo.
Saqué el tema de esas fiestas que se hacían, los viernes a la noche, en el colegio.
Suspiró sonoramente, y dijo que yo estaba preguntando demasiado. Que de esas fiestas no iba a decir nada.
Le insistí y le supliqué, por favor, que me dijera algo sobre ellas. Que mi esposa iba a trabajar en esas fiestas por orden del director.
Mejor no preguntes, me dijo.
Le seguí insistiendo, y sólo logré que me dijera algo.
El que las organizaba era el inspector, junto al director del colegio. Que mi esposa no era la única que debía ir a trabajar allí. El inspector, siempre llegaba con varios de sus amigotes. Con las alumnas no se metían mucho, porque eran menores de edad, pero sí con las empleadas que el director hacía ir.
Se rumoreaba que circulaba la droga en esas fiestas. Y que se dejaron de hacer, porque incluyeron a algunas alumnas, y en el ministerio se enteraron.
No hicieron ningún lío, todo quedó tapado políticamente, pero, obligaron al inspector a suspenderlas.
Él hablaba muy nerviosamente ya, a esa altura de la conversación.
Me dijo que no podía hablar más. Que se había extralimitado con todo lo que dijo. Que sólo lo había hecho por la relación que teníamos. Pero que mi esposa no se fuera a enterar que fue él quien me contó todo eso.
Y me volvió a aconsejar que no intentara averiguar más nada.
Que no lo buscara otra vez para hacer una limpieza del cuadro y, reiteró de nuevo, que no intentara averiguar más nada sobre lo que sucedía allí. Ni con él, ni con nadie. Que nadie me iba a decir nada sobre mi esposa.
Y me despidió enseguida de su local.
Al salir de allí, entendí por qué mi esposa se puso un Diu, que es un intrauterino para no quedar embarazada, inmediatamente después que nació nuestro segundo hijo.
Ni me consultó si deseaba que tuviéramos otro hijo más o no. Simplemente, ella decidió ponérselo.
No le gustan las pastillas anticonceptivas ni los condones.
Ahora, estoy dudando que el segundo hijo, sea realmente mío. Buscos semejanzas físicas conmigo, y no las encuentro.
Y con esto que digo a continuación, creo que cierro esto.
Al comienzo, mencioné su adicción, porque para mí lo es, a los brujos.
Y lo menciono, porque es con este en particular, con quien se produjo el detonante de todas mis sospechas.
Que comencé a darme cuenta de todo esto que mencioné anteriormente.
Fue con este brujo, que me alertaban sobre que mi esposa me estaba metiendo los cuernos con él. Y me aseguraron, que fue algo reiterado. Que venía ocurriendo, desde hacía bastante tiempo.
Era con este, que me pedía que la llevara a donde el atendía, y yo esperaba en el auto, a que regresara.
Pasó, que me roban el auto que tenía, en un estacionamiento de un shopping. Entonces, mi esposa me dice que, porque no hablaba con este brujo, y me da su teléfono y su nombre. A ver si el podía «Ayudarme» a encontrar el auto.
Le hablé, y fui a visitarlo junto a mi esposa. El saludo de ellos fue afectuoso, bastante, me atrevería a decir. Mi esposa le pidió que me ayude.
Me reuní varias veces, para saber de sus «Avances». A veces, cómo yo no podía ir, y era un trastorno en ese momento, porque era un viaje de más de una hora en transporte, mi esposa se ofrecía. Nunca regresaba antes de cinco o seis horas después.
Luego de algunos meses sin repuesta de él, sin haber logrado nada, desisto, le digo a mi esposa, que es un brujo chanta, un charlatán, y que no pensaba seguir.
Allí cerré ese capítulo.
Un tiempo después, él vuelve a aparecer en escena en mí vida.
Había recibido en herencia de mis padres (Ambos fallecieron con tres meses de diferencia), unas propiedades. Entre ellas, una extensión de 35 hectáreas en el límite de la ciudad, en una zona rural. Cómo ese terreno tenía problemas, porque estaba usurpado, lo puse en venta enseguida, para «sacármelo» de encima.
Debido a esa usurpación, me costaba venderlo. No lograba cerrar la venta, a pesar del bajo precio y de utilizar todas las alternativas que se me ocurrían.
Ya iba casi un año de eso. Entonces, mi esposa, me sugiere que busque de nuevo a ese brujo.
Ante la falta de lograr mi objetivo por mis propios medios, lo hago.
Él sugiere ir al predio, y hacer un «Trabajo de magia negra» en ese mismo lugar.
Conclusión y haciendo corta esta parte, resumo en que yo no quería entrar con él al predio. Así que mi esposa se ofrece a hacerlo por mí.
Demoraron más de cuatro horas en regresar. Yo ya estaba recontra nervioso.
Cómo no regresaban, comencé a tocar la bocina con el auto. Primero toques cortos, y luego ya fueron muy largos e insistentes. Además, menciono que le había colocado una bocina, que era réplica de los Ford A, o Ford T de los años 1.900 y algo. O sea, no era una bocina normal, y era extremadamente fuerte y estridente.
Al no regresar a pesar de esos «Bocinazos», la llamo por teléfono, y el celular me da apagado.
Cuando ambos volvieron, a las horas de haberse ido, ella estaba «Eufórica». Esa es la palabra con que mejor puedo definir su estado de ánimo.
Puedo decir que pocas veces la noté así. A modo de relación, es cómo si se hubiera «Drogado» con ese brujo, dentro del predio.
Él me miraba y no decía una palabra. La única que hablaba, era mi esposa.
Conclusión de esta parte, es que no sé qué mierda hizo ese tipo, pero al terreno lo vendí en sólo unas semanas. De la nada, por arte de magia, apareció un chino, que lo compró.
Si, fue un chino que no supe de dónde salió, y en ese momento, ni me importaba eso. Cayó con un traductor, y cerramos trato enseguida.
Con esa venta concretada, y cómo yo estaba sin trabajo, planeo vender otra propiedad, un galpón. Con el dinero de ambas, poner un autoservicio de alimento, cómo una forma de generarme un ingreso propio.
Vendo el galpón, y comienzo a buscar un local para alquilar. Busqué durante meses. Ninguno me convencía totalmente.
Entonces, otra vez mi esposa, me sugiere a ese brujo.
Lo vuelvo a buscar y, él me dice que va a ayudarme. Salimos un día los tres juntos en el auto, y en menos de dos horas, encontramos un local que me encantó.
Comencé a darle crédito a ese hombre.
Ya no lo veía tan charlatán. A pesar que no cambié mi concepto sobre ellos, en general.
El tema, es que alquilo, y comienzo a comprar todo lo que hacía falta. Instalaciones, y mercadería. Pero no encontraba personal acorde que me convenciera.
Otra vez la sugerencia de mi esposa con ese brujo.
Cómo verán, él jugó un papel importante en ella.
El brujo, era de pocas palabras, pero muy influyente en su mirada y en su forma de hablar. Muy dominante e imponía obediencia sin discusión alguna.
Otra vez recurro a él para conseguir personal. Me hacían falta varios, por el tamaño del emprendimiento. Prometió ayudarme otra vez, y lo hizo realmente. En sólo días tenía ese tema solucionado.
Entonces, antes de la inauguración, mi esposa me propone que porqué no hablaba con él, y le proponía un porcentaje a cambio de su ayuda permanente.
Acepto hacerlo, y ella se ofrece a ir a hablar con él, porque yo estaba ya con la inauguración encima, y no tenía tiempo.
Me vino con la repuesta, que el aceptaba.
Cómo se imaginarán, se metió en el negocio. Y mi esposa comenzó a tomar contacto con él de forma muy fluida. Diaria.
Era normal que llegaran, casi juntos, a la hora del cierre, o, él se ofrecía a llevar de regreso a mi esposa a casa o llevarla a algún lado, porque yo no podía moverme de allí. Incluso, iba a visitarla a su trabajo, cuando nunca me dejó hacerlo a mí, anteriormente.
La pasó a buscar a la salida de su trabajo, y la llevaba a casa.
No sé qué mierda pasó, porque nunca tuve en claro eso. Pero luego de unos meses después, hubo un roce muy fuerte entre ellos dos, una fuerte pelea.
Él, me cayó un día al negocio, que ya no iba a ayudarme más, que no podía seguir yendo. Se lo digo a mi esposa, y ella me dice que él se molestó, porque ella no lo esperó una vez, en que llevó un postre al negocio, para que lo comiéramos entre todos.
Sucedió que mi esposa comenzó a servir las porciones, y cuando él llegó, ya no quedaba nada.
Antes de suceder eso, mi esposa me decía, como si fuera algo divertido, que algunos empleados se le insinuaban de forma descarada. Y que, si separaba de mí, no importaba. No le di importancia a eso.
Después de esa «Pelea entre mi esposa y el brujo», mi negocio de vino abajo repentinamente. De la nada, todo salió mal. TODO fue un desastre. Robo, rotura de máquinas, caída estrepitosa de ventas, TODO MAL.
En pocos meses tuve que cerrarlo.
Ya estaba por hacer eso, que fue cuándo recibí esa llamada, desconocida, que me alertaba que mi esposa, hacía tiempo que me venía metiendo los cuernos. Era una voz femenina la que me alertaba de eso.
Me negué a darle crédito a esa llamada.
Pero de a poco, fui entendiendo todo lo que mencioné acá.
No iba a mencionar lo siguiente, pero decidí hacerlo.
Este verano, fuimos a un río, un domingo que hacía mucho calor. En casa tenemos piscina, pero a mi esposa le gusta mucho más ir a los ríos.
El más chico de mis hijos, que tiene 11 años, le pregunta si no le dejaba ver sus tetas. Mi esposa se rio nerviosamente, y me miró. Aún no habíamos llegado. Todavía íbamos por la ruta.
Ella tenía puesto un bikini, y encima, un solero de playa.
Pueden imaginarse que eso me dio mucho morbo.
Se generó una conversación y no la vi muy reacia a hacerlo. No decía que sí, pero tampoco que no.
Entonces me hizo parar a un costado de la ruta, en un lugar que había una gran entrada desolada. Cómo un playón de tierra. Estacioné lo más alejado de la ruta que se podía.
Se bajó del auto, y les dejo a mis dos hijos que podían sacarle el solero. El mayor no intervino mucho, casi nada. Él sólo miró. Pero el más chico estaba decidido.
Mi hijo le había pedido que le mostrara el culo. Mi esposa se inclinó, casi en 90 grados, se subió el solero a la cintura, y paró su culo.
Luego, en medio de risas nerviosas de mi esposa, se lo dejó sacar. Le pidió que le dejara tocar las tetas, y ella dudaba en hacerlo.
Regresamos al auto y seguimos hacia el río.
Seguía la insistencia de mi hijo. La vi a mi esposa, pidiéndome ayuda a zafar de eso. No intervine para nada.
No demoramos en llegar al lugar a dónde íbamos. Mi esposa me pidió que buscáramos un lugar dónde no hubiera nadie más.
Cómo lo conocíamos, porque ya habíamos ido varias veces, sabíamos a dónde teníamos que ir.
Había que caminar, pero nunca había gente en esa parte.
Cargamos las sillas, la heladerita portátil con las bebidas, y un bolso con toallones, y allí fuimos.
Llegamos, y efectivamente no había nadie. Ya llevábamos un rato en el lugar. Con mi esposa estábamos sentados sobre una piedra, en medio del agua.
Me saca el tema de lo que pedía nuestro hijo, y me confesó que no sabía qué hacer. Le dije que era su decisión.
Lo llamó, y cuando él llegó, le dijo que le podía tocar las tetas sobre el bikini.
Mi hijo se dio bien el gusto. Se las manoseó tanto, que uno de sus pezones terminó al a la vista. Ella dejó que se lo tocara también.
Después, por propia iniciativa de ella, le dio un beso en su boca. Primero fueron unos piquitos, y luego un beso, pero sin lengua.
Con eso mi hijo se «Calmó».
Sinceramente, creí que todo iba a pasar a más. Incluso en el mismo auto, al regresar.
Lo cierto, es que nunca más se repitió, ni mi hijo volvió a insistir.
No puedo decir nada, sobre si pasó algo en mi ausencia en casa. Pero yo no vi nada más, ni mis hijos me hijos me dijeron tampoco nada.
Quiero creer que no sucedió otra cosa.
Me encantaría que sí, es verdad, pero no a mis espaldas.
Eso es todo. Espero no haber hecho tanto lío, con las idas y venidas en el tiempo.
Sé que me casé con una puta. Pero sigo enamorado de mi esposa. Es sólo que, me duele tremendamente, que todo sea a escondidas.
Más aún, habiéndole yo dicho que me excitaba verla con otros hombres
No entiendo, entonces, porqué me oculta todo.
Ya opté por no decirle más nada de mis planteos sobre su infidelidad. Sólo está arruinando nuestro matrimonio, porque lo único que he conseguido con ello, es que se moleste y se enfade. No ha dejado de hacerlo. De eso estoy seguro.
En un momento, se hizo tan tirante nuestra relación, que ella sugirió que nos separáramos. Y allí fue cuando decidí poner paños fríos y aceptarla cómo es.
No quiero tenerla fuera de mi vida. Aunque me engañe.
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