De padre y del hijo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
hospedarlos. Yo no estaba incluida para quedarme en el hotel ya que el evento era en la ciudad donde yo trabajaba. La jornada del primer día terminó a eso de las 16:30, más tarde se daría un coctel y alli fue donde Don Roberto me llevó con la excusa de que me daría unos papeles, al llegar en su habitación había una botella de vino y algunas flores, que él me dio, me dijo que era por el éxito de este congreso, pero yo sabía que nuestra relación llegaria a más.
Nos sentamos y brindamos con Don Roberto, quien me comenzó a tocar las piernas, yo me estaba calentando, además hacia varios días que ya veía venir este encuentro. Nos besamos lentamente, fueron varios besitos rapidos, luego su mano rapidamente tocó mi conchita sobre mis pantaletas. –Don Roberto, sabe que soy casada?- le dije. –Que suerte la de tu esposo!!- me dijo y alli me tomó de la cabeza y el beso ahora fue profundo. Su mano ahora se coló dentro de mi pantaleta, tocó mi rajita con sus dedos, yo me mojé casi inmediatamente, el introdujo un dedo entre mis labios vaginales y comprobó que me estaba mojando, sacó sus dedos de mi rajita y los olio con su nariz, luego los metio entre su boca, fue muy excitante eso.
Tiernamente con besos, me llevó acostando en la cama de la habitación, me quitó mi chaqueta, quedé solo con sujetadores, me acarició mis senos sobre ellos, luego los subió y ahora me los acarició piel a piel, los chupó en los pezones y después bajó a mis piernas y sacó mi pantaleta con mi aprobación. Se puso de rodillas en el suelo y comenzó a besar mis muslos y pies, fue subiendo hasta que su lengua inició a lamer mi rajita, yo estaba excitadisima y le abri las piernas, me estaba chorreando alli acostada, su lengua parecía viviente, se colaba por todos lados, yo subi mis piernas y las abri para que tuviera más comodidad. Siempre me ha gustado el sexo oral y Don Roberto lo hacía muy bien. La chupada que me dio esa vez, fue memorable, yo no paraba de gemir, a veces le pedía que no parara y otras veces le pedía clemencia, me vine no menos de dos veces en sus labios.
Luego de quitarse la camisa y los pantalones, se puso mis pies en sus hombros, tomó su pene con la mano y me lo metió en mi inflamada raja, sentí su carne colarse en mi coño, su verga era dura y gorda, luego comenzó a pistonearme fuerte, yo que ya estaba muy excitada y también gemía disfrutando esta rica infidelidad. Don Roberto me quitó los zapatos e hizo algo que nunca ni novios ni esposo habían hecho, me chupó los pies y mis deditos mientras me follaba, fue increíblemente excitante, las cosquillas se volvieron sentimientos sexuales indescriptibles, me mojé más de lo que ya estaba, llegué a otro orgasmo brutal; este hombre me estaba fajando riquisimo y no quería que esto terminara.
Me siguió cogiendo lo que quizo, hasta que finalmente una oleada de semen llenó mi pequeña gruta, oi los quejidos de Don Roberto que también disfruto a todo momento. Luego de terminar, se salió de mi y se quedó sentado, agotado, en una silla de la habitación, yo estaba desfallecida de tanto placer, que me costó ponerme de pie, inclusive me maree cuando me erguí, me puse mi ropa interior y quise ir al tocador, pero Don Roberto me detuvo y me dijo que quería que llevara su esperma en mi rajita, -en tu casita ya te la puedes lavar- me dijo.
Abandoné el edificio con rumbo a mi casa, yo estaba colorada de la cara, y sudada de algunas partes, por lo que puse el aire acondicionado del vehiculo. Llegué a la casa y mi marido ni cuenta se dio. Me quité mi calzoncito y como lo había predicho Don Roberto, estaba mojadito de su semen y de mis jugos vaginales, rapidamente lo puse en la lavadora.
Los días siguientes Don Roberto se portaba muy dulce conmigo, no hubo contacto esos días. Fue hasta que nuevamente lo provoqué con una blusita sencilla con buen escote que dejaba ver una parte de mis senos y además hice subir mi traje sastre unas pulgadas hacia arriba, al pobre viejito se le hizo agua la boca. Al final de la tarde me pidió que me quedara después de la hora, yo ya sabía para que era. Noches antes había repetido en sueños la rica mamada de coño que me había dado y quería sentirla de nuevo. Luego de los besos húmedos y tocada de tetas y coño, me bajé para darle una mamada de verga a don Roberto, pensé que no duraría, pero estaba equivocada con él, aguantó la chupada de bolas que le di. Luego quiso penetrarme, pero le dije que quería que me comiera primero la rajita.
Nuevamente me acostó ahora en el sofa, el hincado en el piso y se puso a darme otra gloriosa mamada, la paciencia con la que me mamó el viejito solo se logra con los años de experiencia. Luego le pedí que se sentara en el sofa y me monté de frente a él, sobre su gorda verga, lo cabalgué rico, suave y rapido por momentos. El abrio mi blusa y mamó mis senos mientras yo lo cogía. Me vine encima de él. A tiempo el también volvió a llenarme las entrañas de semen caliente. Que rico fue.
A las pocas semanas, con nuestra relación ya más fuerte. Nos abrazabamos y besabamos durante el día, siempre teniendo cuidado que no nos vieran, aunque algunas amigas me contaban que ya habían rumores en toda la empresa de nuestro idilio.
Mi esposo comenzó a sospechar cuando en la cama a veces notaba que me dejaba insatisfecha, mi esposo no lograba llevarme al climax como lo hacía Don Roberto o bien cuando no quería tener relaciones con él. Cuando a una mujer la llevan al cielo en la cama, ya no quiere regresar a la tierra. Mi viejito me daba buenas jodiendas.
Cierto día para terminar, Don Roberto me pidió que recogiera en el aeropuerto a su hijo mayor, que venía de estudiar de la Universidad y pasaría unos días allí. Cuando lo vi entrar por la puerta de arribo, era un papacito!!, muy bien parecido, alto, fuerte, y yo le impresioné también, durante el viaje me dijo que su padre si sabía escoger sus asistentes, refieriendose a mi. Como el auto era de su padre, el me preguntó adonde quería que me llevara, le constesté –cómo regalo de tu primer día de descanso, llévame a donde tu quieras!-, a los pocos kilómetros, se metió a un motel de 24 hrs, subimos y sin conocernos nos besamos ardientemente, el me desnudó y yo lo desnudé, su cuerpo era lindo, me mamó rico las tetas y la rajita, al parecer ese talento es de familia. Me vine en su boca y yo le gemía que siguiera adelante.
Luego me puso en cuatro y me clavó su gran verga en mi coñito (era más grande que la de Don Roberto), me hizo vibrar alli en la cama, me ensartó todo lo que quiso. Mientras me embestía como un toro, me coló un dedo en mi ano y lo pajeo, luego un segundo dedo y los siguió pajeando en mi culo. Luego, sacó su verga y me la fue deslizando en mi recto, grité para que no lo hiciera (solo un novio antes me la había metido por allí), pero el ya no se detuvo y siguió metiendola, me relajé para evitar mucho dolor, la empujó hasta que la tuve toda adentro. Después me pistonio su verga en mi culito, de lento a rápido, cambiamos de posición varias veces y siempre fue para metermela en mi ano, poco a poco de dolor pasó a placer. Al fin después se vino en mi culito, llenandome de semen mi recto. Después de eso me fue a dejar a mi casa con un gran dolor de trasero.
Los siguientes días, mientras el estuvo en la ciudad, tuve otros dos encuentros con él hijo de Don Roberto y siempre me la metió en mi culito. Asi sucedió cada vez que el chico llegaba a visitar a su padre, me fue induciendo al sexo anal. Nunca lo supo Don Roberto, a menos que lo haya sabido y lo haya aceptado, nunca lo sabré.
Mi marido me propuso cambiar de ciudad y darnos otra oportunidad, ya que nuestro matrimonio iba de mal en peor, ya sospechaba que tenía un amante, la verdad es que tenía dos, padre e hijo.
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