De rojo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Resulta que después de tanto pensarlo nuevamente me volví a encontrar con amc, él me estuvo llamando durante varias semanas esperando que yo aceptará su invitación y ya ven los difícil que soy, así que quedamos de vernos un miércoles aprovechando que es el día en que mi marido asiste a la escuela por lo que podría llegar un poco tarde sin levantar sospecha, durante la mañana me confirmó y acordamos vernos en el metro etiopia
Llegue como de costumbre un poco tarde pero él se mostró muy comprensivo y me dijo que no me preocupara, me miró con una expresión muy particular y me dijo que estaba como para comerme, se acercó y me beso con unas ansias locas, me subí a su auto y nos dirigimos a un hotel que está en calzada de Tlalpan, pasamos con el auto hasta el interior del hotel, ya estando adentro me pidió que lo dejara mirarme, me observó detenidamente, yo me sentí un poco cohibida, él lo estaba disfrutando, -a poco te da pena que te vea- dijo, -si un poco, conteste-, me dijo que me quitara el saco del traje que por cierto lo compre para esta ocasión, quería que él me viera y disfrutara de lo bien que me veía
Ya sin el saco y sólo con la blusa tipo top, acarició mis pechos y mencionó lo lindos que estaban, me sacó la blusa y en brassiere, yo desabroche la falda y pude ver en sus ojos un brillo de excitación, me dijo estas impresionantemente buena flaquita, al caer la falda quede solo en tanga, blanca y pequeña, tanto que dejaba ver algunos vellos de mi pubis, no espero y acarició el triángulo de en medio de las piernas con una fuerza deliciosa, mi estado era más que evidente, estaba que me derretía, se hincó y me bajo despacio la tanga, se acomodó y comenzó a lamer suavemente mi raja, yo temblaba de calentura, su lengua pasaba por toda la extensión de mi vagina y pubis, por momentos mordía la parte alta de la vulva y golpeaba mi clítoris, le pedí que me dejara acostarme y aproveche para quitarme el sostén, ya en la cama y con las piernas totalmente abiertas él continuo con su labor, saboreaba realmente mi panocha, por momentos lamia ricamente mi anito, lo que me incitaba aún más, acomodo dos dedos uno en la vagina y otro en el anito suavemente los dejo ir, yo reventaba mi cuerpo no me respondía realmente estaba perdiendo el control. Él reía y comentaba, acaso tu marido te hace disfrutar tanto, me quede en silencio, no quería hablar de él, amc continuo con su estimulación, yo reventaba así que en menos de lo que les cuento suelto un grito contenido y siento desfallecer, mis piernas quedaron sobre la cama como un hilacho, tarde unos momentos en regresar del viaje de placer, él me miraba como extrañado, -¿no habías sentido esto? –preguntó- si pero hoy es muy especial amor, se recostó y me acarició el rostro y me beso con mucha intensidad.
Para entonces él seguía aun vestido, nos abrazamos así acostados y dimos varias vueltas en la cama, yo quede encima de él, podía sentir su verga que aun guardada en el pantalón mostraba toda su dureza, monté sobre su cintura y comencé a desabrochar los botones de su camisa, cambie de orientación y acerque mi culo a su cara para poder desabrochar el pantalón, no desaprovecho el regalito, rápidamente jugueteó con mi vulva, yo concentrada baje completamente el pantalón y sus bóxer, pronto tenía ante mí su imponente instrumento, grande y fuerte, me acerque para poder observar a detalle su forma y características, pase la lengua por el glande y después lo metí hasta donde pude, él empujaba su verga dentro de mi boca, follaba como nadie lo había hecho mi pequeña boca, pare ya que sentía como los músculos de la cara estaban a punto de lastimarse, descanse un poco y él me pidió que me ensartara en su tremenda verga, me subí de nuevo y ya montada acomode su verga en la entrada, en un primer momento sentí que no podría entrar, él puso sobre su verga un poco de saliva, y va de nuevo, esta vez entró no sin un poco de resistencia, esperamos un poco a que mi vagina se acostumbrara al invasor, ya con la mitad adentro inicié el sube y baje lento pero decidido, él sujetaba mis caderas y apoyaba el vaivén, poco a poco los movimientos se intensificaron, aun cuando no entraba toda si podría asegurar que era muy poco lo que quedaba a fuera ya que sentía los impactos en el útero, en cada descanso nos besábamos como queriendo devorarnos, sus impactos eran cada vez más fuertes, yo sentía que desfallecía en cada empujón, él disfrutaba de lo lindo, te amo y espero que podamos seguir cogiendo como ahora, no sé qué haría sin poder tenerte ensartada –dijo_ yo le mencione que era necesario tener cuidado, que yo ya había tenido una discusión con mi marido y que no quería poner en riesgo mi relación, él me contesto –pero no le amas, esta podría ser tu oportunidad de dejarlo-, quizá tengas razón, pero que haríamos, no hay posibilidades de vivir juntos, quizá la más afectada pueda ser yo, te amo no tengo duda, ahora que estas junto a mí la vida me ha cambiado, pero no puedo aventurarme, espero lo entiendas.
No abrazamos y besamos con mucho amor, tal vez el que nunca logre experimentar con mi marido, la charla nos enfrió un poco, pero después de un nuevo cachondeo la temperatura volvió a subir, en el escarceo y quede dándole la espalda de costado, él aprovecho y levantó una de mis piernas y mi raja quedó a su merced, puso un poco de saliva en su verga y de un solo golpe me la dejo ir, sentía que me partía en dos pero con una sensación deliciosa de plenitud, yo empujaba mi culito al recibir su camote y apretaba lo más que podía el interior de la vagina para que él disfrutara en cada ensartada, así estuvimos un buen rato, hasta que siento como su verga se ensancha aún más y suelta toda su leche contenida, la sensación por demás deliciosa me hizo confirmar lo importante que es estar ensartada por una buena verga.
Descansamos un buen rato abrazados en la cama, tomamos un poco de agua ya que el calor estaba bastante fuerte, mire el reloj y vi que eran apenas las 3 de la tarde, él preguntó –ya te quieres ir-, yo conteste que no, que había tiempo de sobra y que además me hacía falta otra cogidita, él dijo, -vaya que te gusta el chosto mamacita-, le conteste –es malo-, y él dijo –no para nada, en el fondo disfruto mucho a las mujeres que son medio putitas, esto me prendió lo abrace fuerte y le bese con todo el amor que tenía en ese momento, él acarició de nuevo mis pechos y los beso y mordió como nunca lo hizo, acarició mi panochita y le clavó dos dedos, me dijo, ya estas lista de nuevo chiquita, me levantó y acomodó estilo perrito y en forma deliciosa acomodó su verga y la dejo ir con mucho cuidado, yo empujaba mi cuerpo hacía atrás para poder recibir mejor sus embates, él tomaba con fuerza mi cadera y la jalaba con fuerza cada que me ensartaba su verga, que rico estaba sintiendo, sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de coger rico ya que no tenía muchas chances de hacerlo, el peso me venció y él quedo sobre mí pero su verga estaba completamente ensartada, duro y dale no dejó de moverse un solo momento, te gusta mi leche preguntó, -si mucho- conteste, eso lo hizo calentarse más y sus embestidas fueron cada vez más intensas, yo sentía como su verga llegaba al tope, que delicia tenerlo así tan adentro de mí, él se recostó y yo rápido me monte y comencé a cabalgar, controlaba el ritmo, bajaba despacio y por momentos los movimientos eran con mucha rapidez, él tomaba mis pechos los aprisionaba y por momentos los besaba y mordía, los quería meter todos en su boca, los succionaba yo me sentía desfallecer de momento siento como sube mi temperatura, intensificó los movimientos y se nubla mi vista, estaba llegando no pude ahogar mis gritos, me movía sin control, en eso estaba cuando siento como toda su leche sale con una fuerza inusual y por demás abundante, quedamos los dos exhaustos, me abrazo por la espalda y tomó con una de sus manos mis pechos, los apretaba, mientras mencionaba que ya no podría dejar de verme, que realmente necesitaba tener mi cuerpo y poder coger conmigo cuando quisiera, le dije que haría lo posible por estar más tiempo con él.
Me besó y me dijo, que el solo hecho de pensar en que mi marido me cogería por la noche le ponía celoso, le comente que no podíamos hacer otra cosa. Me insistió en si me gustaba la verga de mi marido, le dije que sí, pero que quizá en realidad se complementaban, ¡pero cómo? Dijo, creo que les amo a los dos, es más ojala pudiéramos estar algún día los tres y poder tener a los dos hombres que más amo. Tu crees que tu marido aceptaría, tal vez, no sé en realidad pero a mí me gustaría poder coger con ambos. Me abrazo y nos besamos como queriéndonos comer. Descansamos por un buen rato yo me quede medio dormida, acostada y completamente desnuda, él aprovecho y me tomó unas fotos, le pedí que fuera cuidadoso que no quería tener problemas, me dijo que no habría problemas.
Descansamos él se quedó acostado y yo me para ya que me había agotado estar acostada, al pararme él me dijo que acercara mi culito a su cara, lo beso y acarició con delicadeza mi panochita, yo me estremecí y le dije que siempre había soñado con volver a tenerlo como mi hombre, que aun cuando no pudiera estar siempre con él le amaría, para entonces su verga ya daba muestras de estar preparada, así como estaba parada me senté sobre él y poco a poco me fui ensartando en su verga, como estaba muy lubricada con su propia leche no costó ningún trabajo meterla casi toda, estaba como ida, me sentía inundada de una sensación muy rara, quizá comprendí cuanto me gustaba poder coger con diferentes hombres, pero esta situación era especial, estaba cogiendo con el hombre que me desvirgo, pero además con uno de los que más he amado.
Él siguió ensartado en mí me pidió que me acostara boca arriba, se acomodó y en un solo golpe metió toda su rica verga, yo reaccione a los embates y empujaba mi cadera para recibir todo lo que me quisiera dar, así estuvimos un buen rato hasta que siento como su verga se hincha y se derrama en mi interior una buena cantidad de semen.
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