Delicia Sueca
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a todos, soy Roberto de 32, casado con Virginia, formamos un hogar hace cinco años y tenemos un hijo de 3 años. Siempre he sido muy cachondo en las cosas del sexo, me encanta la variedad y odio la rutina. Pero a partir del nacimiento de mi hijo, creo que mi esposa decayó en el aspecto sexual, no quiero justificar mi historia con esto, sino que para un hombre es más fácil caer en infidelidad cuando no es bien atendido que cuando lo es.
A escasos metros de donde vivimos, se pasó a vivir una mujer extranjera, después yo sabría que era de origen Sueco, de unos 40 años más o menos, con ella su hija Jamie de 14. Cuando yo salía para el trabajo, lo hago en una universidad del Estado, al mismo tiempo ellas pasaban caminando frente a la casa, siempre se repetía lo mismo cada día. Asi que nos fuimos saludando con un –Buenos Días!-, con el poco español que ellas manejaban. Asi que uno de esos días les ofrecí llevarlas a donde ellas iban, al principio tenían desconfianza de un desconocido, pero creo que influyó que yo fuera su vecino para que ellas aceptaran.
La madre de nombre Anna, una mujer rubia, tez muy blanca y casi siempre utilizando un traje con pantalón bastante flojo, aún asi se podía apreciar que tenía buena silueta y dos muslos enormes. En su caso Jamie, su hija, era una hermosa adolescente muy rubia y tez más blanca que la de su madre, tenía unos senos grandes para su edad, de hecho no parecía el cuerpo de una chiquilla de 14, sino talvez de unos 18. Su pantalón, casi siempre tipo jeans, lo tenía pegado a su piel, dejando resaltar unas lindas curvas y piernas y un trasero espectacularmente bien formado, ella usaba casi siempre sandalias y sus pies eran bellos (tengo fetiche de pies). Ellas agradecieron el aventón con una linda sonrisa, quise entablar conversación, pero su poco español me resultó dificil seguir la conversación. Me pidieron con señas que las dejara cerca de un edificio donde hay agencias de cooperación internacional. Eso explicaba mucho.
Asi pasó por más de una semana, en una de esas, Anna me preguntó en que trabajaba y le dije que lo hacía en la universidad, dando Lenguaje, Comunicación Social y otros, total era poco lo que comprendía. Pero sucedió que cierto día, ellas se bajaron del auto, pero Anna, con señas, me pidió que la esperara, entró al edificio y salió al poco rato, acompañada de un hombre maduro, quien al parecer le serviría de interprete, ella habló y el hombre me dijo que la señora xx (dijo el apellido), quiere agradecerle su cortesía de todos los días, pero quiere saber si usted puede darle clases privadas de español a su hija, la señora Anna recibe español, pero la agencia no puede cubrir lo de su hija, por lo que quiere saber si usted está dispuesto a enseñarle, ella le pagará por eso. Eso me dejó perplejo, que diria mi esposa?. Asi que quedé de responderle al siguiente día. Hablé con mi esposa, ella ya las había visto en el Barrio, y como cosa rara no puso objeción.
Comenzaron las clases, eran tres veces a la semana, de hora y media cada una. Jamie era un linda chica, con cuerpo de mujer en rostro de niña, sus senos bien formados y atractivos, casi siempre utilizaba sus pantalones jeans que marcaba era deliciosa silueta de Jamie y para colmo sus lindos pies rosados, con las uñas pintaditas de rosa, todo un pastelito rico. Al principio ella era muy timida para todo, yo me daba un taquito de ojo con su lindo cuerpo juvenil, en una de esas ocasiones llevó una blusa de botones, y creo que se abrieron algunos y me dejaron verle medio seno, la boca se me hizo agua, tuve la mala intención de tocarselos, pero claro era una idea estupida. Pero poco a poco, Jamie fue perdiendo la timidez y con su poco español, ya bromeaba conmigo, yo le servía una pequeña refacción que ella aceptaba gustosamente.
Jamie comenzó a volverse una obsesión para mi. Verla en mi casa era un gusto muy interno para mi los tres o dos días a la semana, tuvimos una quimica increible. Un día como cualquiera, compré un pantalón jeans de su talla y sin decirle nada a mi esposa, se lo entregué como regalo al final de una de las clases, alli empezó todo, ella me vió a los ojos los cuales brillaban y pum! Que me da un beso en la boca, el cual tardó unos tres segundos, que para mi fueron minutos, luego se fue. Yo me quedé con el rosto de color rojo y con su sabor en mis labios. Esa noche, estuve hasta antes de dormir muy nervioso. ¿Cómo una pequeña me hacia sentir nervioso y con mucha ilusión?. No habia empezado el otro día y ya quería verla de nuevo. ¡Debo confesar que con un solo beso, Jamie me hizo sentir en otro mundo. ¿ya me estaba volviendo viejo o eso solo mostró mi insatisfacción sexual de ese momento?
Lo que era cierto era que el acto de despedirnos con un beso, se fue repitiendo posteriormente, lejos de ser normal, cada vez ese “piquito” que nos dabamos al final de la clase, comenzó a tener más duración, tres segundos a cinco segundos a siete segundos, al principio solo usabamos labios, pero fue Jamie quien rompió eso, esa vez sentí su lenguita tocar mis labios, yo inmediatamente respondí sacando la mia y tocando la suya. Alli terminó todo ese día. Pero a la siguiente clase, ibamos ya preparados, yo me había hecho enjuague bucal y ella habia chupado un menta, se notaba que los dos queriamos lo mismo.
Para mi buena suerte, mi esposa había salido minutos antes de terminar la clase. Las ganas y deseo de tenerla en mis brazos aumentó, tenía años de no sentir eso. Ese día la camisa de Jamie tenía varios botones zafados, por lo que sus senos se mostraban más que otros días. El reloj caminó despacio. Por fin, salimos del comedor y de pie llegamos al living para despedirnos, había electricidad entre ambos, casi hicimos corto circuito al tomarnos de la mano, acercamos nuestros labios y la lenguita de ambos se unieron por fin, en ese momento no importaba el tiempo, era nuestro.
Me senté en el sofá y ella en mis piernas sin dejar de besarnos. Nuestras lenguas se enrollaban como si fuera una batalla de ver quien chupaba más la otra lengua. Como siempre, el hombre es más susceptible a la lujuria. Mis manos recorrieron todo su cuerpo, hasta que se estacionaron en sus senos, meti mi mano entre su bra y toqué sus bellos senos, eran tersos y suaves. Sus pezones reaccionaron ante mis caricias. La calentura subio a mil en mi cabeza y solté sus labios para digirme a sus senos, ella no opuso resistencia a mis deseos y mis labios tocaron sus suaves senos y los recorrieron por todo lo largo. Utilicé mi lengua para recorrer sus pezones. Mis labios también probaban cada milimetro de sus tetas. Jamie ronroneaba en mis brazos, pero se notaba con sus ruiditos que le gustaba lo que yo le hacía a sus senos.
En eso oí que mi esposa llegaba en el auto y se abria la puerta electrica del car-port. Solté sus senos y ella comprendió sin decirle nada. Se ajustó su bra y su camisita. No dejó de ponerse nerviosa. Se despidió con su mal español y se perdió por detrás de la puerta de entrada. Mi esposa ingresó por el car-port y ya no la vio.
Esa noche entré al baño de mi habitación, iba con la intención de jalarmela, pensando en Jamie, cosa que no hacía desde los 18 años posiblemente. Descubrí que mi calzoncillo estaba mojado y tenía un círculo de líquidos pre-seminales.
Los encuentros con Jamie a partir de ese día, ya no eran solo en la despedida, media vez estuvieramos solos, nos pasabamos diez o quince minutos besandonos, o yo mamándole sus juveniles senos, asi también la manita de ella empezó a buscar y tocar mi pene sobre mi pantalón. En una ocasión boté un lapicero a proposito, me fui por debajo de la mesa y le tomé unos de sus pies y lo chupé todo, a Jamie le gusto eso, yo me mojé solo de lamerle sus deditos.
Debo decir que esto empeoró (es un decir), cuando mi esposa comenzó al gym a la hora que llegaba Jamie a sus clases.
El primer día de mi mujer en el gym. Jamie y yo terminamos en el suelo sobre la alfombra del living, besándonos, haciendo cilindros entre ambos, es decir, a veces ella encima y a veces yo encima de ella. No pude evitar quitarle la camisa y se quedó en bra, lo bajé para chuparle todos los senos, lo hice como quise y el tiempo que quise. Jamie gemía y gemía y por fin pude oir quejidos en su lengua natal, que por cierto nunca supe que me decía, ella se nota muy excitada en ese momento.
Le quité el bra y le besé todo el torso, chupando al mismo tiempo todo con los labios y con la lengua. Mis manos se apoderaban de sus nalgas y sus muslos. Alli estaba yo revolcándome con una adolescente, mi verga estaba completamente erecta. Desabotoné su pantalón y se lo fui sacando poco a poco; ella hacía lo mismo conmigo. Su pantalón jeans salió de su cuerpo, Jamie tenía un calzoncito diminuto por debajo del pantalón. Se veía sabrosita, tenía un cuerpo de angeles. Casi al mismo tiempo ella sacó mi verga rolliza y alli en suelo seguíamos besándonos, mientras ella acariciaba mi falo.
Mis besos aumentaron de tono y fueron bajando por su blanco cuerpo, bajé por su vientre plano y pude oler su rajita cuando mi lengua tocó la orilla de su braguita, la nena se estaba mojando. Ella no quiso que yo le sacara su calzoncito, asi que comencé a besarla encima de la delgada tela y lo hice sobre su rajita, ella se retorcia y gemía, decía cosas que yo no entendía en su idioma. Le hice a un lado su braguita y por primera vez le vi lo rosado de sus labios vaginales y su vello púbico dorado, se veía rico alli abajito. Era un bollito delicioso.
Toda mi experiencia de hombre casado y de todos los noviazgos habidos en mi vida los puse en práctica para mamarle la rajita, quería que fuera una obra de arte chuparle la pepa al derecho y al revés, mientras ella se movía con mi cabeza entre sus piernas, yo le comía su bollito caliente. Lami con intensidad todo lo largo de su rajita, desde su clítoris hasa el agujerito de su ano, todo me sabía a miel, mi lengua exploraba todo su sexo. No tardó en regalarme su nectar.
Mi lengua revoloteaba entre sus labios vaginales y en toda su rajita. ¿Qué hubiera pasado si en ese momento hubiera entrado mi mujer?, nunca lo pensé hasta después.
Como el tiempo era oro, y además su rajita ya estaba por demás lubricadita, en ese momento no sabía si era o no virgen. Me subí encima de ella y tomando mi verga con una mano la llevé a la entrada de su grutita lubricada, la fui empujando lentamente mientras Jamie cerraba sus ojitos celestes. Se la fui clavándo despacio, cuando vi que un tercio de mi verga ya estaba en su entrañas, deduje que no era virgen, pensé!, entonces se la deslice casi toda hasta el fondo de su estrecha vagina rosada.
Ya adentro de ella, comencé a moverme alli sobre ella acostados y abrazados a lo largo de la alfombra del living, le martillaba mi verga en su rajita. Ella gemía mucho y sus manos me tomaban de los costados. La dureza de mi verga era algo increible, como si fuera un colegial, además el ahinco con que le pistoneaba mi falo y la forma en que ella deseaba que la poseyera, fue brutal. Esa chiquilla era de fuego.
En ese momento quería ponerla de varias formas o posiciones, pero sabía que apenas era nuestra primera vez y como se miraban las cosas, no sería la última. Asi que seguí metiendosela alli tirados en el suelo. Nos besamos ardientemente como sabiendo que llegaríamos al climax, primero ella soltó mi boca y se quejó dando muestras del gran orgasmo que la inundaba, luego fui yo, como no sabía si ella se controlaba, asi que la saqué y tiré mi semen en la alfombra, pero una parte cayó en mi mano y con ella la utilicé para friccionarme la verga. Jamie al ver aquello, a horcajadas se dirigió a mi verga y la empezó a mamar y limpiar los restos de esperma impregnadas en mi falo. La dejó limpia, aun recuerdo su bello rostro entre mis piernas y su lengua sirviendo de limpiador sobre mi verga.
El tiempo había pasado y ella debía irse. Mi esposa regresaría pronto. Nos vestimos y dándome un piquito se marchó.
Me decía yo mismo en ese momento –Roberto, te haz follado una nena increible!-
Eso apenas fue inicio. En los siguientes días las clases se olvidaron completamente, desde que Jamie pasaba el umbral, comenzabamos a besarnos con lujuria, la ropa iba cayendo en todo el living, ya desnuda Jamie, yo la ponia sobre el sofá y le chupaba su almejita hasta hacerla venir en mi boca, a continuación yo me sentaba en el sofá abriendo las piernas para que ella hiciera lo propio con mi verga, no era una gran mamadora, pero sus ojitos celeste que me miraban cuando la tenía metida en su boca, me excitaban mucho.
Luego venía lo mejor, podíasmo empezar cogiendo ella sentada sobre mi dándome el frente, eso me ayudaba a chuparle sus lindos senos mientras ella cabalgaba mi verga, o bien se sentaba dándome la espalda, su culo era buenisimo. En otra ocasión llevaba puesta, como cosa rara un pantalón tipo tai (no se si asi se escribe), era como licra, la cargué y la llevé a mi habitación y la puse sobre mi cama matrimonial, le chupé hasta la sombra dice la canción, la puse boca abajo y le comí todo el culo y las nalgas, como pude alcancé una crema de mi mujer y le unté su ano, luego la penetré y la nena no dijo nada, la gozo igual o más que yo, para mi era nuevo que una nena de 14 ya tuviera experiencia por ese orificio. Si su vagina era deliciosa, imaginense su traserito, era tan estrecho que no aguanté más de unos cinco minutos cogiendola por alli y me vine.
Le hice sexo anal a Jamie al menos unas tres veces en nuestros encuentros, no le gustaba mucho por alli y solamente me lo daba cuando estaba excitadisima de verdad. Jamie me decía los días en que podíamos hacerlo sin condon, ella llevaba su control, fue rico cuando me venía en su rajita rosada. Igual lo hicimos en el living, en la cocina, en mi habitación, en todos lados follamos como conejos.
Jamie era especial conmigo, a pesar del riesgo, me dejaba apuntes o corazones recortados por ella, donde me decía que era su amor prohibido (con su mal español)
Luego de dos meses de lujuria y unos 18 encuentros sexuales con la pequeña Jamie. Fueron unas 10 semanas de ensueño. Pero todo lo bueno es corto dice el refran. Cierto día entré a la casa luego del trabajo en la U, y mi esposa me dijo que la señora Anna, la sueca, se vino a despedir por la mañana, la trasladaron para otra provincia y te dejó $100 por las clases. Claro que me entristecí, sentí como cuando uno pierde una ilusión en su adolescencia, por supuesto que mi mujer no se dio cuenta de ese sentimiento.
Nunca más la volví a ver, al menos en los seis meses posteriores desde que sucedió, sé que para ella, por su cultura, eso fue algo pasajero, una vivencia, y yo traté por igual de asimilarlo asi. Las Suecas son calientes en la cama, pero frias en su relaciones afectivas, ahora lo sé.
Los latinos somos muy románticos. Aun sueño y repaso cada una de nuestras sesiones.
Espero les haya gustado el relato.
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