Desde que le abrí la puerta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
De esa noche ha pasado mucho tiempo, y hemos tenido muchos encuentros, que me han hecho gozar de orgasmos gloriosos. Durante algunas temporadas he logrado ignorarle, ser una niña buena y mantenerme fiel a mi pareja. Desde que formé una familia, mi cuerpo ha perdido libertad, condicionado por mi mente atormentada por la culpa, pero al fin he comprendido que es inútil luchar, que "estoy hecha para que me folle", así que he aparcado la culpa y me he abandonado a mis instintos, a sus brazos, a sus labios, a su polla… Este verano hemos jugado mucho, envalentonados por la distancia; mensajes, vídeos, fotos. Durante toda una semana me propuse volverlo loco, mantenerlo empalmado el máximo tiempo posible, y aprovechaba cada minuto libre del día para enviarle una foto sugerente, o un video masturbándome y gimiendo en su honor, o simplemente una frase contándole lo mojada que estaba pensando en él. Lo ponía tan caliente que tenía que abandonar su puesto de trabajo para masturbarse. Me hacía sentir tan poderosa, pero la verdad es que el poder lo ostenta él. Se cobró su venganza. Una tarde que yo tenía un acto importante en el trabajo y estaba rodeada de gente, me "obligó" a ir sin bragas, y me excitó tanto con sus mensajes que tuve que entrar a un baño público a tocarme, enviándole un video probatorio de ello. En cada ocasión que nos hemos encontrado estos últimos meses, hemos buscado el momento de besarnos, de tocarnos, de forma furtiva y lasciva, siempre con un alto riesgo de ser pillados. Hace unos días vino a casa, le abrí la puerta temblando. Apenas teníamos quince minutos antes de que mi marido volviera del trabajo. Torpemente sobrexcitados nos besamos y abrazamos. Nos tumbamos en el sofá, yo sobre él, notando su enorme pene erecto bajo mi cuerpo, mordiendo sus labios… Estaba ansiosa porque me penetrara, pero al girar la cabeza vi la puerta, y la idea de que mi marido la abriera y nos viera, bloqueó mi cuerpo. Nos fuimos al pasillo y al fin me relajó con sus manos, acariciando mi sexo. Besó y mordisqueó mis pechos e hizo que me mojara entera. Me tenía a su merced, apoyada desnuda contra la pared. Me dio la vuelta y sentí como su enorme polla entraba en mi; con una mano en mi teta y la otra en mi boca, buscando mi lengua con sus dedos, hizo que me corriera casi al instante mientras me susurraba que era "su peli porno particular, su putita". De repente la sacó para no correrse aún, y yo me dejé caer de rodillas, rota por el deseo. Mi boca quedó a la altura de su pene, y sin pensarlo me lo metí en la boca, para notar ese sabor que tanto me encanta, su sabor. Me pidió que parara, quería follarme más. Me puso contra la pared de nuevo y volvió a metérmela, una, otra y otra vez, y otro orgasmo. Ya no aguantó más y tuvo que sacarla. Me arrodillé de nuevo ante mi amo y se corrió en mi boca y en mis tetas, ummmmmm, su sabor bajaba por mi garganta. Nos limpiamos deprisa y se marchó para no ser descubierto. ¡Qué pena no haberlo disfrutado más, besado más, follado más! ¡Qué pena no haberlo tenido sobre mi, y haberlo rodeado con mis piernas para apretar su polla hasta lo más profundo de mi ser! Ahora sólo puedo pensar en el próximo encuentro, en que por fin podrá correrse como una bestia dentro de mi, y yo por fin podré sentir su semen calentito inundándome, y mirarlo a los ojos mientras se derrite. Y es que no lo puedo evitar. Mi cuñado, mi cuñadito, el hermano mayor de mi marido, me vuelve loca, me pone a mil. Se perecen tanto y son tan distintos a la vez. Y que sea algo tan perverso y tan sórdido lo convierte en la aventura perfecta, ya que nunca se lo contará a nadie, ni se enamorará de mi, ni me pedirá que deje a mi marido; sólo me follará y me follará y me follará…
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