Despecho
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi esposo se había alejado mucho, siempre tenía trabajo en la tarde, llegaba por la noche, no me daba mis flores en los fines de semana. Y el sexo tan intenso y constante se fue haciendo de un mes, luego de cada dos, para terminar, a veces, una vez cada tres meses. Me sentía abandonada, enojada con ese idiota que me ignoraba por las noches, pues su nueva novia, una flamante Mac Pro, no lo dejaba verme o tocarme. Cuando acababa, yo dormía profundamente. Antonio era mi jefe en la oficina donde solía trabajar cuando recién me case. Era un perro con todo par de piernas que se le parara enfrente, y yo, no iba a ser la excepción. Siempre tenía un piropo, una atención, un comentario sobre como me veía. Reía de mis chistes y compartía mi gusto por las películas. Siempre me escuchaba, sin tratar de sugerir soluciones o pretender arreglar algo, solo escuchaba. Mi cumple, el día en que llegue a la oficina. Me hacia sentir tan bien. Y el estúpido de mi esposo, pues, en el total aburrimiento. Una noche estaba tan caliente que cerré los ojos, recorrí mis pechos, suavemente, jalando mis pezones, acariciando mi vientre, súper plano de ejercicio, hasta llegar a mi clítoris, jugando con él, subiendo y bajando, apretando y jalando, que decidí no dejar dormir al estúpido a mi lado, lo volteé, desabroche su pijamas y chupe su pecho, mientras mi mano bajaba a su verga, que se empezó a poner dura, le baje su pantalón y chupe alrededor de su verga, sus testículos, uno en cada mamada, en la base de su pene subí sobre su vena sintiendo que iba a explotar, sus manos sostenían mi cabeza cuando dijo un nombre que jamás voy a olvidar: Carmen. ¡Puto idiota! ¡Me estaba confundiendo con su compañera de trabajo! ¡La puta rubia, alta, que me presento en la fiesta de fin de año! ¡Maldito infeliz! No pude evitar golpearlo con la mano cerrada. Se despertó, soñoliento preguntando lo que pasaba. Le reclame. Y fui directa al grano: le pregunte que se traía con Carmen. Puso cara de idiota y me contesto que nada. Me baje a dormir a la sala. Estaba furiosa. Llame a Antonio. Eran como la una de la mañana. Contesto diciendo que si estaba bien. Le dije que si lo molestaba pues, podía mejor verlo en la oficina. Oí una voz femenina en el fondo y entonces colgué. Estaba doblemente furiosa. No sabía porqué. Por la mañana el idiota de mi marido se despidió con su besito en la frente. ¡Puto idiota! Me las iba a pagar todas juntas. Fui al gym y vi a su hermano viéndome el culo mientras hacía sentadillas. Ese paquete que se me antojaba tanto. Pero no. Hoy no era a su hermano a quien quería comerme; quería mucha experiencia comprobada, quería a Antonio, además iba a comprobar el rumor más caliente de la oficina que era que Antonio podía complacer a una mujer varía veces y venirse varias veces igual. ¡Yo quería probar esa verga duradera! ¡Como-adoro-mi-suerte! Nos comisionan, a él ya mí, para ir por un paquete de información a la delegación norte de la ciudad. Antonio manejará lentamente para platicar y yo, pues, seré una dama atenta con él. Muy atenta. Vamos por el eje tres norte cuando recuerdo ese hotel que mi marido dice se llena de policías cogelones por el fin de semana. Entonces pensé: “¿Y por que no?” Estaba de paso y yo quería probarlo todo con este semental mexicano. Me cuenta que su trabajo en el restaurante le va bien, las propinas son muy generosas. Hago que saco de mi bolso mis llaves y se me caen cerca de sus pies. Estoy nerviosa, tiemblo no sé si por el deseo o porque si su reacción va a ser otra. Le digo que siga manejando, que yo las busco. Me agacho entre sus piernas, me sostengo una mano en el piso y otra sobre su pierna. Le pido tenga cuidado y no me pise. Dice que con calma, mientras mi mano “resbala” hasta su verga. Le pido que otra vez maneje con cuidado. ¡Que cosota tan grande vive aquí! ¡Y esta reviviendo con cada frotada que le doy! Me pide que no me apresure y que mejor se va a estacionar para no provocar un accidente. Me incorporo lentamente. Tiene su cara muy roja. Su respiración es cortada y siento su deseo por su mirada. Le agradezco sonriendo suavemente. Acerco mi boca a la suya, le agradezco otra vez por su apoyo durante este tiempo en la delegación – huelo su aliento, dulce, limpio, rico- que estoy pasando un momento difícil con mi marido y que ha sido un refugio para mi- mis lágrimas resbalan calladas sobre mi rostro-, lo abrazo. Me mira y lo miro. ¡Ahora es cuando! Me acerco lentamente y hace lo mismo. Me besa. Suavecito, luego otro beso con sus labios entreabiertos, siento su lengua. Abro mi boca, imito su beso. Nuestras lenguas estallan en electricidad y mi vulva se abre pidiendo su ración, tengo ese dolor rico. Escucho su respiración y siento sus manos sobre mis hombros luego abriendo mi blusa. Sus besos resbalan de mi boca a mi barbilla, mi cuello, mi pecho. Lo detengo. Me dice que me desea mucho, que le encanto, que mi cuerpo le fascina y que mis ojos son un pozo donde podría dejarse caer para siempre -cursi. No lo miro. Le respondo que yo también y que si quiere tenerme sólo tenía que manejar unos metros más. Paga la habitación y compra unos condones de sabor fresa. Lo tomo de la mano y corro hasta el cuarto piso en las escaleras, voy riendo como una loca. Se que me mira el culo. Al llegar al cuarto piso, lo detengo y acaricio su lengua con la mía. Yo estoy un poco agitada, él no. Buscamos el número de cuarto y entramos. Sobre la puerta me roba otro beso y su pícara mano investiga si traigo tanga o pantaleta y su otra mano sostiene mis manos sobre mi cabeza. Me susurra que ya estoy mojada, le respondo que es su culpa, que quiero probarlo todo, que tomemos una ducha juntos. La ropa queda tirada en el suelo y algunos botones están perdidos. Nos devoramos a besos bajo la regadera, mis manos lo acarician todo, se sobresalta un poco cuando toco su ano, pero recobra su actitud. Sus manos y labios ya chupan mis pechos, mi cuello, mi espalda, sostiene mis nalgas y sostengo su verga. Aún mojados sus dedos reconocen mis pezones y su lengua me calienta de nuevo. Sobre la cama abre mis piernas y se coloca en medio, ya con su condón puesto, entra con una furia de animal en celo. Estoy con una pierna sobre su hombro y otra bajo sus piernas, le digo que no se detenga, que me encanta su verga, su tamaño y sus besos, le digo que nunca lo había hecho así. Empuja sin detenerse y siento que me llena hasta mi punto G, una, dos, más, más. ¡Te adoro, Antonio! Me estoy viniendo. Lo siente y me besa mientras me vengo. Su lengua me regala estrellas y me desvanezco segundos que son eternos para mí. Me toca hacerlo venirse. Me come los pechos y mis pezones están duros, paraditos para él. Su verga no ha perdido dureza, y mis pechos le encantan. Se la chupo hasta que quedo de rodillas frente su verga, tan grande y rica. Mi pechos la reciben y él empuja fuerte. Lo escupo para lubricar. Veo su temblor y se que se va a venir. Mi boca lo succiona y el sabor del condón y mi coño me hacen pensar en goma de mascar solo para adultos, Me rió, y le digo que tiene la verga bien grande, que me hizo venir muy rápido y que le tocaba a él. Se viene. Pero no eyacula. Mis pechos lo cubren de arriba a abajo, me pone de pie y me arranca otro beso que creo quiero para todas mis cogidas. Y de nuevo, no pierde dureza. Me pregunta que si me gustan grandes, le contesto que mucho, y que se la voy a mamar de nuevo. No me había fijado pero mi semental esta rasurado completamente. Lo chupo golosa, no me cabe toda así que me concentro en su glande y en besarlo a lo largo junto con sus pelotas. Sus ojos café me encantan, y lo miro mientras se la mamo. ¿Te gusta como te la estoy mamando, verdad? Me levanta y su lengua saborea látex y mi saliva. Se sienta a la orilla de la cama y me guía para montarlo. ¡Antonio me encanta tu verga! Me gustan tus besos, déjame ver si me cabe toda en mi coñito. Lo cabalgo y casi me cabe toda. Quiero tu verga, tu vergota hasta el fondo de mi. Sostiene mi cintura y mis caderas hacen círculos, y la aprieto mientas entra, aflojo al sacarla. Voy a ver estrellas otra vez. Me dice que se va a venir. ¡Papito yo también! ¡Sí! Lo siento sacudirse pero no siento el calor de su semen. Quedamos tirados sobre la cama. Me mueve gentilmente saliéndose de mi prisión calientita. Sigue duro. ¡Antonio, que no tienes llenadera! ¡Goloso! Me llena de besos mientras mi mano juega con verga. Me encanta su lengua tocando y saliendo succionando mis labios, sus manos me acarician las tetas y el culo. Le beso el cuello, su pecho y termino recargada sobre su pierna mientras me como su verga, sus manos abren mis nalgas. Me fascina tu verga Antonio, el tamaño, no me cabes en al boca por más esfuerzo que hago. Me sienta frente a él, más de sus ricos besos, abre mis piernas y juega con mi clítoris y yo juego con su verga, pelliscos y leves jalones me hacen querer ver más estrellas. Lo monto. Suspiro y golpea mi interior fuertemente. La tienes bien dura, papito. Te voy a cabalgar un rato. Y voy a hacerte venir. Si. Chupa mis tetas. Jala mis pezones. ¿Te gusta como te aprieto, cierto? ¡Sucio! Deja de jugar con mi ano. ¡Apriétalo! ¿Qué si me quiero venir? ¡Si, papito! Me levanta de nuevo y me recuesta frente a él. Abre mis piernas. Me imagino terminar con un misionero, pero su boca y sus dedos juegan con mi coño. Mi clítoris esta tan duro y sus dedos se curvan expertos para llegar a mi punto G. ¡Me muero de nuevo! Me dice que le gusta verme el culo. Me recuesto mientras descanso de mi último orgasmo. Juega golpeando mis nalgas que se mueven suavemente. De pronto sus manos las abren y sus besos exploran mi coño y mi ano. ¡Sucio, puerco, pervertido! ¿Quién te dio permiso de lamer mi culo? ¡Sigue, no te detengas, chupa mi coño! Me estoy mojando mucho. No, Antonio. No entres en mi culo, si quieres que esto termine bien. Mejor de a perrito. Su verga entra suave en mi coño. Empuja suave, lento, y acelera después de un rato. ¡Jala mi cabello! Este macho si sabe coger. ¿Te vas a venir? De misionero, mi Antonio. Quiero ver tu cara y que veas la mía. ¡Y explotamos! Nos fundimos con un beso que me hace ver las estrellas y su ojos café. Estoy algo irritada. Digo, no enojada, tengo irritado el coño. Antonio me dice que ya hay que irnos, que van a cerrar la oficina. Le pregunto que donde aprendió todo eso de no eyacular. Ríe. Me contesta que cuando yo le cuente sobre como aprendí a chupar con el coño. Antonio, te voy a enseñar todo lo que quieras. Al fin y al cabo mi marido seguirá con su puta computadora.
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